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Los virus B, C y delta se transmiten por la sangre y por las relaciones sexuales,
aunque el virus C es muy poco eficaz en su transmisión por vía sexual. Los
bancos de sangre examinan todas las muestras para descartar la infección por
estos virus, por lo que el contagio se ha reducido enormemente en los últimos
años.
Existe una vacuna muy eficaz y segura que previene la infección por el virus B y,
consiguientemente, la sobreinfección por virus delta que sólo ocurre en
portadores del virus B. Esta vacuna está ya incluida en el calendario vacunal.
Desgraciadamente no existe todavía vacuna que prevenga la infección por el
virus C.
Las hepatitis crónicas también se caracterizan por producir muy pocos síntomas
y, en muchas ocasiones, se diagnostican de forma casual al realizar análisis por
otros motivos.
Cuando existen síntomas, los más frecuentes son cansancio, molestias leves e
inespecíficas en lado derecho del abdomen o trastornos leves de la digestión.
Malestar general.
Cansancio.
Náuseas.
Pigmentación amarilla de piel y mucosas (ictericia).
En el primer grupo de agentes vivos encontramos los virus de las hepatitis, que
son, con diferencia, la causa más frecuente de hepatitis en nuestro entorno.
Aunque el "abecedario" de las hepatitis se ha ido incrementando en los últimos
años, los virus más comunes son los A y E -causantes de hepatitis agudas
epidémicas, transmitidas por el agua o alimentos contaminados- y los virus B, C
y delta,-causantes tanto de hepatitis agudas como crónicas-, que se transmiten
fundamentalmente por vía parenteral, es decir, a través de transfusiones, agujas
contaminadas o por las relaciones sexuales.
La hepatitis aguda por virus C se hace crónica hasta en un 80-90 por ciento de
los casos.