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hambre en el mundo?
RESPUESTA
Algunos culpan a Dios por el número de niños que mueren de hambre en el mundo,
acusándole de no tener el poder o el cuidado que debería tener. Es cierto que el
hambre es un problema para muchos en nuestro mundo, y muchos niños sufren de
malnutrición. Compasión Internacional informa que más de 3 millones de niños mueren
anualmente de desnutrición. En los países en desarrollo, el 25 por ciento de los
niños tienen un peso inferior al normal y corren el riesgo de sufrir los efectos a
largo plazo de la desnutrición. El problema es real, aunque la Biblia enseña que el
amor de Dios es igualmente real.
Dios se preocupa por los niños del mundo. Él demuestra Su amor en que envió a Su
Hijo al mundo para redimirnos de la maldición del pecado. "En esto se mostró el
amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo,
para que vivamos por él" (1 Juan 4:9).
Dios también muestra Su amor en cuanto a que insta a los seguidores de Cristo a que
ayuden a aliviar el hambre en el mundo. Dios está obrando actualmente para
alimentar a los niños que padecen hambre en el mundo, a través de muchas agencias
cristianas — Compasión Internacional, Visión Mundial, Ayuda Mundial, Alimentar a
los Hambrientos, Samaritan's Purse — y la lista continúa. Los misioneros cristianos
están en todo el mundo ayudando a la gente con sus necesidades básicas mientras les
enseñan la Palabra de Dios. Lo hacen por amor a su Señor y por amor a la gente. Lo
hacen porque "son obra de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras"
(Efesios 2:10).
Dios es bueno, todo el tiempo. Sin embargo, con frecuencia es decepcionante ver
tanta maldad y sufrimiento en el mundo. Sabemos que el mal existe no por Dios, sino
por Satanás, el pecado y la condición caída de la humanidad. No perdemos la
esperanza. Resistimos "en el día malo" (Efesios 6:13). Amamos a nuestro prójimo
como a nosotros mismos, por amor a Aquel que "tanto amó al mundo que dio a su Hijo
unigénito" (Juan 3:16). Un día, nuestro Señor arreglará todas las cosas, y "ya no
habrá más maldición" (Apocalipsis 22:3).