Está en la página 1de 5

DEVOCIONAL: Romanos 2:1-16 | 9 Razones para no

juzgar a otros

PUNTO DE PARTIDA:

Ahora, abordamos el segundo capítulo de esta preciosa epístola. Pablo nos


enseñará que así como los impíos fueron señalados como culpables ante Dios (1:18-
32), también son igual de culpables aquellos que viven moralmente bien. A estas
personas les llamamos “moralistas”, aquellos que normalmente creen no ser “tan
malas personas” como otros. De estos se dice que:

• Condenan el pecado de otros, pero niegan el suyo propio (Ro.2:3).


• Se excusan porque piensan que los pecados que habíamos mencionado en el

capítulo anterior, les parecen más graves y condenables que los suyos. Este puede

ser un buen argumento ante los hombres pero es un pensamiento muy distinto a

la verdad que Dios utilizará cuando los juzgue (Ro.2:2, 16). El error de ellos

radica en comparar su pecado con el de los demás pero no con la santidad de

Dios.

• Terminan endureciendo su corazón y menosprecian a Dios, rechazando su perdón

(Ro.2:4, 5).

• Finalmente, Pablo va a apelar a su juez interior, la conciencia (Ro.2:14-15).

Nuestra conciencia nos ha sido dada por Dios. Esta nos acusa cuando pecamos y

el Espíritu Santo la utiliza para redargüirnos de pecado (Ro.9:1).

SOBRE LA MARCHA:

El principio que aprendemos en este pasaje es el siguiente: “Ni el más bueno de los
hombres es lo suficientemente bueno ante los ojos de Dios”

¿Creemos que es peor decir una palabra grosera que mostrar una actitud
indiferente? ¿Golpear que hablar con desprecio o murmurar? ¿Matar que
desobedecer? Ante Dios todos somos culpables de pecado.

Por lo tanto, la Palabra nos anima a dejar de juzgarnos los unos a los otros. En
lugar de eso, debemos prestar atención a nuestras propias vidas. Aquí te dejamos
nueve razones que el pasaje nos ofrece para no juzgar a los demás.

1. Todos los pecados son de igual ofensa ante Dios (Ro.2:1).


Pablo dice “tú que juzgas te condenas a ti mismo, porque tú haces lo
mismo”. Lo que Pablo está tratando de decir es: Aunque el pecado de otro te
parece peor que el tuyo, estás haciendo lo mismo: “Pecar contra Dios”. La
ofensa de ambos es contra la misma persona, contra Dios, por lo tanto tu
ofensa es grave”
2. Dios no juzga con tu verdad, él juzga según Su Verdad (Ro.2:2).

Dios es la Verdad absoluta. No habrá argumento alguno que puedas decir a


favor tuyo y contra esta Verdad.
3. Nadie puede escapar al juicio de Dios (Ro.2:3).

Si usted pretende ser más hábil, sabio y poderoso que Dios como para
escaparte de él, le deseamos que haga su “mejor intento”. (Salmo.139:7)
4. Cada uno es responsable de su propio pecado (Ro.2:4-6).

Cuando usted esté frente al juicio de Dios el tema de conversación no será


“los pecados de otros”.
5. No hay quien alcance el estándar para ser premiado (Ro.2:7,8).

Dios afirma que pagará a cada uno según sus obras. Pero cuando dice que
premiaría a los que “perseverando en hacer bien, buscan gloria y honra” lo
dice porque sabe que no hay ninguno que cumpla esas características, por lo
tanto nadie se podrá justificar.
6. Dios no tiene favoritos (Ro.2:9-12).

Seas judío o gentil, líder o seguidor, hijo de un pastor o de un incrédulo; no


importa la cultura, el linaje, la clase social, etc. Dios no hará acepción de
personas, tratará a todos de la misma manera.
7. Guardar la ley no puede justificarte (Ro.2:13, 14).

Hasta un gentil puede guardar ciertos puntos de la ley aun sin conocerla,
pero para pretender ser salvos guardando la ley tendríamos que guardarla a
la perfección y lamentablemente ninguno de los hombres entra en esa
categoría.
8. Si no conociste la ley escrita de Dios eso tampoco te excusa

(Ro.2:15).
Dios ha dotado a todos los hombres de una conciencia para saber lo bueno y
lo malo, su ley está en la conciencia de los hombres. De manera que no
podrás justificarte diciendo que no tenías conocimiento de la Biblia.
9. Dios conoce tus aspectos más profundos, él juzgará todos tus

secretos (Ro.2:16).
Quizá la razón por la que muchos viven juzgando a los demás sea por esto
que alguien alguna vez dijo: Quien juzga a otro es porque quiere tapar su
propio pecado. Pero ante Dios, nada está oculto.

Estas son muy buenas razones para preocuparnos por nuestras propias vidas
delante de los ojos de Dios.

ALCANZANDO LA META:

Podemos resumir lo aprendido en tres claras enseñanzas:

• Todos los hombres son inexcusables ante Dios.

• No sirve de nada juzgar a los demás porque estamos en la misma situación.

• Podemos ayudar a otros en lugar de juzgarlos.

Te ofrecemos algunas aplicaciones prácticas que te ayudarán a vivir


mejor lo aprendido:

1. Al mirar la ofensa o el pecado de otro, ora en tu interior examinándote a ti mismo.

2. Pide perdón a Dios si has tenido un espíritu juzgador hacia los demás.

3. Ora por las personas que consideres que estén viviendo mal. Sobre todo, pide que

Dios te ayude a ver cómo puedes ser de ayuda para ellos.


4. Memoriza un verso clave de este capítulo que el Espíritu Santo te recordará en el

momento que eres tentado a juzgar.

5. Perdone a su ofensor, tenga misericordia en especial si sabe cuál es su destino

eterno.

UN REFRESQUITO:

2 Corintios 13:5 | "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe;


probaos a vosotros mismos.

Lucas 6:37 | "No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis


condenados; perdonad, y seréis perdonados."

Gálatas 6:1 | "Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta,


vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado"

Marcos 11:25-26 | "Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo


contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os
perdone a vosotros vuestras ofensas"

¿Qué te ha parecido el tema de hoy? ¿Agregarías algo a la lista?


¿Quizá otros versos?

También podría gustarte