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La experiencia demuestra que todas las personas, sean cual sean sus temperamentos,
tarde o temprano sucumben ante el enojo y lo demuestran de una manera equivocada.
Algunas tardan más en hacerlo pero al fin todos ceden en alguna medida al enojo y a
la ira.
Pero, ¿Qué sucede si vivimos en enojo?, ¿No es acaso normal que todos nos
enojemos?. Ante tales interrogantes surgen también algunos argumentos y excusas,
tales como: “Yo soy así”, “Ese es mi temperamento”, “Esto no es tan importante”,
“Puedo enojarme con tal que no peque”; “Jesús también se enojó”, “Me hacen enojar”,
etc.
En esta serie bíblica, nuestro principal propósito es dejar de lado toda excusa
humana y someternos al mandato bíblico de “vivir sin enojo” en nuestras vidas y en
nuestras relaciones. Asumamos pues, nuestra responsabilidad en despojarnos del
enojo y la ira, sin echarle culpa a nadie más, porque el mandato es de Dios hacia
cada uno de nosotros:
Esta es la premisa que nos guiará durante toda la serie. De Aquí deducimos cuatro
principios básicos en cuanto al enojo: