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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA


PSICOLOGÍA A DISTANCIA

REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA
GLOSA

ELIZABETH MONDRAGÓN GARCÍA / 509017547


ANALIA ZURSCHMITTEN / 420490702
NOEMÍ MUNGUÍA GARCÍA / 420192344

0711: METODOLOGÍA III


LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL EN DIFERENTES ÁMBITOS
MAESTRO: GUSTAVO MONTALVO MARTÍNEZ
GRUPO 9711
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REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA

Índice

Introducción

Objetivo

La terapia cognitiva

Principales supuestos teóricos de la reestructuración cognitiva

Técnicas de reestructuración cognitiva

Terapia racional emotiva

Terapia cognitiva de Beck

Qué es la reestructuración cognitiva

Su aplicación en terapia de pareja

Su aplicación en el tratamiento del déficit de habilidades sociales

Su aplicación en el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo

Conclusiones

Referencias
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Introducción

Nos referimos a la Reestructuración Cognitiva como un conjunto de técnicas


que reconocen la importancia de la cognición en la exhibición de la conducta; es decir,
se asume que detrás de las conductas desadaptativas presentes en el paciente, están
las percepciones, las creencias, las expectativas, las atribuciones, las
interpretaciones, las autoinstrucciones y los esquemas cognitivos.

Es en los años 70’s cuando surge el enfoque de reestructuración cognitiva,


siendo su representante principal S. D. Hollon (Olivares, 2010); sus técnicas llegan
para desplazar en cierta medida los enfoques iniciales basados en el
condicionamiento operante y clásico para darle importancia a las variables cognitivas
en el control de la conducta humana.

El enfoque cognitivo-conductual destaca el papel de los procesos cognitivos


en el desarrollo, mantenimiento y modificación de la conducta, ello ha originado una
tendencia a aplicar programas combinados que utilizan técnicas cognitivas y
conductuales, a su vez ello ha permitido tener un grado mayor de estructuración de
sus procedimientos y ampliar sus aplicaciones.

Así pues, en el presente trabajo se proporcionarán las generalidades y


principios de la reestructuración cognitiva, abordando las principales técnicas que la
componen y sus aplicaciones terapéuticas en los problemas de pareja, de habilidades
sociales y de los trastornos del estado de ánimo, a fin de poder proporcionar una
visión integrada de los alcances y aplicaciones de estas técnicas, desde la reflexión
y complementación de los contenidos revisados en el presente módulo.

Objetivo

El objetivo del presente trabajo es abordar los principios y fundamentos de la


reestructuración cognitiva, su características, así como su aplicación en los problemas
de pareja, de habilidades sociales y de los trastornos del estado de ánimo, a través
de dos de sus técnicas más reconocidas: la tearapia racional-emotiva de Ellis y la
terapia cognitiva de Beck.

El enfoque cognitivo-conductual

Como señalan Ruiz, Díaz y Villalobos (2012), “la terapia de conducta hace su
aparición en los escenarios de los tratamientos psicológicos a mediados de los años
cincuenta del siglo pasado como alternativa radical a las psicoterapias imperantes de
la época posicionándose principalmente frente al modelo psicoanalítico”, teniendo
como premisa principal “la idea de que toda la conducta (adaptada y desadaptada) es
aprendida y puede modificarse mediante los principios del aprendizaje” (p. 32). Pero,
además la terapia de conducta ha evolucionado a través de las décadas, de modo
que se pueden reconocer en ella tres estadios. Es en el segundo de ellos, cuando
varios investigadores incorpora a la cognición como un elemento fundamental del
aprendizaje de las conductas, ya que se supone que éstas no se aprenden de modo
directo, sino mediadas por variables verbales y cognitivas, entrando en juego la
consciencia, la atención, las atribuciones, etc. Es así como surge lo que se conoce
como terapia cognitivo conductual (TCC). Dicha terapia se compone de muchas
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formas de aproximación al tratamiento de diferentes problemáticas psicológicas a


través de técnicas que ponen el foco en los pensamientos, en los diálogos internos,
en las creencias y todo lo que constituye nuestros esquemas cognitivos: entre ellas
se cuenta la reestructuración cognitiva.
Podemos decir, entonces, que la reestructuración cognitiva – tema central que
abordaremos en este trabajo- se enmarca dentro del enfoque cognitivo conductual y
bajo la premisa que mencionamos al inicio de este apartado: todo lo que hacemos,
pensamos y sentimos es resultado de lo que aprendimos a lo largo de nuestra vida;
por lo tanto, pueden ser modificado a través de nuevos aprendizajes, y es ese el
campo de juego de la terapia con este tipo de enfoque.

¿Qué es la reestructuración cognitiva?

Como mencionan los autores Bados y García (2010), la terapia cognitiva son
técnicas que se enfocan directamente, aunque no de manera exclusiva en las
cogniciones (verbales y/o imágenes) de los usuarios, para poder llevar a cabo una
modificación de estas, las emociones y la conducta que se encuentra presente.
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Algunos ejemplos de técnicas cognitivas pueden ser: la reestructuración


cognitiva, resolución de problemas, entrenamiento autoinstruccional y detección del
pensamiento. En la actualidad, lo que comúnmente se hace es combinar las técnicas
cognitivas y conductuales y por tanto se asocian ambos componentes, la principal
importancia de estos es la variable de cada uno de ellos.

Esta técnica consiste en lo siguiente: el terapeuta ayuda al paciente a


identificar y a su vez a cuestionar aquellos pensamientos desadaptativos, de tal
manera que estos se puedan sustituir por otros que sean más apropiados y con esto
se pueda eliminar o reducir ya sea la perturbación emocional y/o conductual causada
por los primeros.

El terapeuta ayuda al paciente a elaborar dichos pensamientos alternativos,


mostrando que estos son válidos, por medio de la formulación de algunas preguntas
y diseñando algunos ejercicios conductuales.

Principales supuestos teóricos de la reestructuración cognitiva

● Cuando las personas estructuran de manera cognitiva sus


experiencias, estas tienen una influencia fundamental en la manera en cómo
se sienten y actúan y por lo tanto se obtienen reacciones físicas en esa
persona.
● Se puede lograr identificar las cogniciones de las personas y esto
se puede lograr mediante el empleo de métodos, los cuales pueden ser:
cuestionarios, entrevistas y autorregistros. En su mayoría estas cogniciones
pueden darse de manera consciente y preconsciente.
● Se puede lograr una modificación en aquellas cogniciones que
genera la persona, esto puede lograrse mediante cambios terapéuticos.

Ejemplo de la técnica de reestructuración cognitiva, basada en la terapia


cognitiva.
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Esquema propuesto por los autores Bados y Garcia (2010).

Técnicas de reestructuración cognitiva

Su propósito es identificar y modificar las cogniciones desadaptativas del


paciente poniendo de relieve su impacto perjudicial sobre la conducta y las
emociones. Para ello se tienen diversos procedimientos como la terapia racional-
emotiva de Ellis, la terapia cognitiva de Beck, la reestructuración racional sistemática
o el entrenamiento autoinstruccional de Meichenbaum, principalmente. A
continuación, nos enfocaremos en las dos primeras, que son, quizás, las más
conocidas, para luego analizar las posibilidades que ambas ofrecen en el tratamiento
de los problemas de pareja, del déficit de habilidades sociales y de los trastornos del
estado de ánimo.

Terapia Racional-Emotiva de Ellis

En esta técnica se sostiene que la mayoría de los problemas psicológicos se


deben a la presencia de patrones de pensamiento desadaptativos (irracionales). Las
personas controlan en gran medida sus propios destinos sintiendo y actuando según
los valores y creencias que tienen. La base de la terapia racional emotiva es el modelo
A-B-C

El modelo A-B-C

En el modelo de la TRE, A es el Acontecimiento activador, un suceso real y


externo que se le presenta al sujeto. B (Belief= creencia) es la cadena de
pensamientos (autoverbalizaciones) que la persona utiliza como respuesta a A; C
representa la consecuencia emocional o conductual del sujeto.

El modelo A-B-C se complementa con el tratamiento o reestructuración


cognitiva (D, discusión socrática u otras formas) y sus resultados son formas más
adaptativas de interpretar y valorar los eventos, generando nuevas creencias (E),
dando lugar a nuevas emociones y conductas (F). Podemos resumirlo como sigue:
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A Acontecimiento D Discusión socrática

B Creencia E Nuevas creencias

C Consecuencia F Nuevas emociones y conductas

Creencias Irracionales

Ellis sostiene que en nuestra sociedad, la familia y otras instituciones, directa


o indirectamente, nos adoctrinan de tal modo que llegamos a creer una serie de ideas
supersticiosas o sin sentido, las cuales le producen al ser humano trastornos
emocionales, estas creencias irracionales básicas y las consecuencias que de ellas
se derivan son el origen fundamental de la mayoría de las perturbaciones
emocionales

Procedimiento de Aplicación del Modelo TRE

1. Presentación de la filosofía de TRE, enfatizando en el modelo ABC y


persuadir al cliente sobre que el origen directo del problema no son los
acontecimientos.
2. Identificación de los pensamientos irracionales, por medio de
entrenamiento en discriminación, en observación sistemática y evaluación lógica-
empírica de las autodeclaraciones, dando retroalimentación.
3. Discusión. Terapéuta persuade didácticamente, pone ejemplos, modela
sistemas de creencias, refuerza cambios, debaten las irracionalidades. Se utilizan
tareas de auto-observación, esta etapa puede ser didáctica o socrática.

Terapia Cognitiva de Beck

Para Beck, la cognición es precursora del estado emocional, de forma que,


alteraciones en el procesamiento de la información, fruto de los esquemas latentes,
ocasionan trastornos emocionales. Los esquemas se conforman de creencias, que,
si son erróneas (pensamientos automáticos), derivan en trastornos, según criterios
del DSM-IV (Del Eje 1: depresivos y de ansiedad; y Del Eje 2: de la personalidad).

En este sentido cobra relevancia el concepto de pensamientos automáticos,


que son cogniciones negativas que tienen una serie de características distintivas
(Beck, 1976), entre ellas tenemos que: aparecen como si fueran reflejas, o sin
razonamiento previo, son irracionales e inadecuadas, al paciente le parecen
plausibles y válidas y son involuntarias.

Otro concepto relevante es el de distorsiones cognitivas, que son errores


sistemáticos en el procesamiento de la información (Beck, 1983). Entre ellos tenemos:
la interferencia arbitraria, lector de mentes, error del adivino, personalización,
abstracción selectiva, sobregeneralización, magnificación, minimización,
razonamiento emocional, descalificación de lo positivo, afirmaciones,
externalización de la valía, principalmente.
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Fases de la Terapia Cognitiva de Beck

● FASE 1: Educativa. En esta fase se instruye al paciente en el modelo,


además a través de la interacción, el terapéuta buscará conocer el mundo lingüístico
del paciente.
● FASE 2: Entrenamiento. En esta fase se da un proceso de observación
y registro de pensamientos automáticos.
● FASE 3: Aplicación (Primera Fase). Examinación y puesta a prueba de
pensamientos automáticos.
● FASE 4: Aplicación (Segunda Fase). Detección y modificación de
esquemas básicos.

La reestructuración cognitiva en el tratamiento de los problemas de


pareja

En primer lugar, para hablar de cómo intervenir en los problemas de pareja, así
como en cualquier problemática a tratar en un proceso terapéutico, es necesario
plantearse la importancia de una adecuada evaluación. En este sentido, y siguiendo
a Costa y Serrat (1998, p.46), “deben ser objeto de evaluación los patrones de
influencia conductual recíproca, los cambios conductuales que cada miembro de la
pareja desea en el otro, los procedimientos usados hasta ahora para promover dichos
cambios (amenazas, regañinas, otras relaciones, etc.), los factores que mantienen las
conductas no deseadas, los recursos y reforzadores potenciales que cada uno tiene
y que pueden ser utilizados más efectivamente para alterar la conducta del otro, y los
problemas personales específicos de cada uno de los miembros de la pareja que
contribuyen a ese déficit o inadecuación del intercambio conductual”.

Para llevar a cabo esta tarea, existen diversos instrumentos, entre ellos
cuestionarios que, por ejemplo, van dirigidos a evaluar ciertos aspectos ya
específicos, como la compatibilidad, o los problemas de disfunción sexual. Pero hay
9

un instrumento que siempre debe usar previo a cualquiera de estos, y que nos dará
las bases, los fundamentos a partir de los cuáles elegir uno u otro: ese instrumento
es la entrevista. Con ella debemos recoger la mayor cantidad de información posible,
entrevistando a cada uno de los miembros de la pareja por separado y también juntos.

Para la entrevista inicial, se recomienda el siguiente ejemplo de estructuración,


con el fin de abarcar la mayor cantidad de información lo más detallada posible (Costa
y Serrat, 1998):

1. Cómo empezó la relación.


2. Cambios importantes durante su curso.
3. Entendimiento afectivo.
4. Relación autoritarismo/dependencia.
5. Los problemas principales en la vida de pareja.
6. Áreas de incompatibilidad-compatibilidad con la pareja.
7. Secuencias, frecuentes en la actualidad, de interacción
problemática:
􀂾 Número, intensidad y duración.
􀂾 Descripción detallada de las situaciones en que ocurre.
􀂾 Lugar y situación.
􀂾 Qué han dicho y hecho.
􀂾 Sentimientos en relación con el otro.
􀂾 Cómo se influyen respectivamente.
􀂾 Cómo terminan. Resultado.
8. Tiempo libre de conflicto.
9. Pensamientos positivos y negativos sobre el otro.
10. Sentimientos de descontento y de satisfacción.
11. Actividades placenteras que comparten (ejemplos).
12. Problemas con los hijos.
13. Relación sexual actual. Nivel de satisfacción. Problemas
específicos.
14. Experiencias sexuales fuera de la pareja.
15. Compañero ideal en relación al:
􀂾 sexo,
􀂾 trabajo,
􀂾 comportamiento con los hijos.
16. Problemas individuales que influyen en la relación de pareja.
17. Objetivos del tratamiento y expectativas hacia el mismo.

Los cuestionarios existentes para complementar entrevistas diseñados para la


evaluación conductual en parejas, son variados y se pueden encontrar enumerados
y descritos en la obra de los autores mencionados. A efectos de nuestro objetivo
principal que es abordar la aplicación de la reestructuración cognitiva como técnica
eficaz en el tratamiento de los problemas de pareja, obviamos dicha enumeración
para hacer énfasis en los aspectos cognitivos que debemos tener en cuenta de la
relación.
10

Nuevamente citamos a Costa y Serrat (1998) cuando afirman cómo el uso de


la comunicación, la elección de palabras y la interpretación de las mismas, incide en
lo que el otro miembro de la pareja piensa, percibe, y en la forma en que reacciona:
“La expresión de estados de ánimo puede ser motivo de conflicto o no se haga de
modo inadecuado o adecuado. Expresiones del tipo «es que me irritas», «me
deprimes», «me desquicias»..., que encierran un tono acusativo, pueden interferir en
el diálogo de la pareja e impedir que lleguen a un acuerdo o solución efectiva para el
problema en cuestión. En cambio, expresiones del tipo «cuando dices eso yo me
siento mal» o «cuando te comportas así me siento irritada» pueden ser más
adecuadas porque reconocen la propia paternidad del estado de ánimo y eliminan el
contenido acusativo. Es posible que el otro reaccione de un modo más accesible” (p.
56).

Todos estos elementos producto del resultado del proceso de evaluación,


deben ser tomados en cuenta a la hora de elaborar un tratamiento que incluya la
reestructuración cognitiva como herramienta terapéutica.

Se han realizado, en el ámbito de la investigación en psicología clínica,


diversos trabajos que abordan la técnica de la reestructuración cognitiva en aplicada
a problemas de pareja, Un ejemplo de ello en México, es el el caso de Mosqueda
Esparza, Méndez Sánchez y Galindo Trejo (2017), quienes proponen un taller en el
cual se combina la técnica de la reestructuración cognitiva con el modelo de
atribuciones de causalidad. Se trata de una serie de sesiones en las que cada
miembro identifica sus distorsiones cognitivas y se busca modificarlas, así como
también se reconocen los estilos de atribución de causalidad que tiene cada uno. Se
abordan los temas de comunicación, celos y resolución de conflictos. Los resultados
muestran cambios conductuales en la pareja, clínicamente significativos.

Otro ejemplo de aplicación de esta técnica en terapia de pareja es el de


Bastidas Pozo (2021) quien elabora una tesis en la que se investiga la eficacia de la
terapia cognitivo conductual en problemas de dependencia emocional de la pareja,
cuyos resultados evidenciaron que la misma es efectiva para intervenir en la
dependencia emocional cuando se utilizan diferentes técnicas: la restructuración
cognitiva de Beck, el modelo ABC de Ellis, la relajación progresiva de Jacobson, el
entrenamiento en habilidades sociales, el entrenamiento en solución de problemas y
el ensayo de conducta. Las personas sometidas al estudio, mostraron cambios
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significativos en su autonomía, el miedo al abandono y la soledad, la confianza y


tranquilidad, viendo aumentado su bienestar emocional.

Los celos son otro de los problemas de pareja frecuentemente abordados y


tratados por medio de la terapia cognitivo conductual y la técnica de la
reestructuración cognitiva. Un ejemplo de esto es el estudio realizado por Fuentes y
Kiskeri (2018), en el que se combinan desde el inicio las siguientes técnicas cognitivo-
conductuales: exposición a la incertidumbre, prevención de respuesta de conductas
controladoras, reestructuración cognitiva de los pensamientos obsesivos, regulación
emocional del malestar con búsqueda de alternativas al manejo actual, entrenamiento
asertivo para el conjunto de la pareja y psicoeducación sexual.

Acerca de esto, Carlen, Kasanzew y López Pell (2009), afirman que los celos
patológicos son resultado de una serie de sesgos cognitivos y, en ese sentido, la
reestructuración cognitiva es una técnica útil para tratarlos, ya que, a través de la
misma, el paciente logra reelaborar dichos sesgos, tomando conciencia de la
irracionalidad de algunos pensamientos, aprendiendo estrategias para eliminarlos y
sustituyéndolos por otros más funcionales.

Un estudio comparativo que intenta mostrar las diferencias en los resultados,


en cuanto a terapia de pareja, de tres enfoques diferentes (el cognitivo-conductual, el
sistémico y el humanista), muestra cómo el enfoque cognitivo-conductual se distingue
del resto por examinar los conflictos que tienen lugar durante las interacciones, por
incrementar los reforzadores positivos y por disminuir las interacciones negativas,
utilizando una combinación de técnicas tales como la psicoeducación, el contrato
conductual y la reestructuración cognitiva.

La reestructuración cognitiva en el tratamiento del déficit de habilidades


sociales

Las habilidades sociales son las conductas necesarias para interactuar y


relacionarse con los demás de forma efectiva y mutuamente satisfactoria. Nos
referimos a conductas asertivas, con las cuales somos capaces de pedir lo que
necesitamos, negarnos a lo que no queremos, siempre del modo adecuado al
contexto en el que estamos, con respeto por el otro y por uno mismo. Se trata de una
capacidad de ser funcionales socialmente, de adecuarnos a los entornos.
12

Como sabemos, las conductas son unidades observables, medibles y


modificables; es por eso que, desde el enfoque cognitivo-conductual, los psicólogos
podemos evaluarlas y exponerlas a procesos de intervención con el fin de
modificarlas, en caso de que así nos lo propongamos, buscando mejorar el bienestar
de nuestros pacientes.

Como ya lo hemos dicho, y partiendo del modelo mencionado (el enfoque


cognitivo-conductual), existen dos tipos de pensamiento: racionales e irracionales, y
la forma en que pensamos influye sobre la forma en que nos comportamos; esto no
deja fuera nuestra conducta social. Es decir, entonces, que nuestras habilidades
sociales dependen, en gran parte, de aquellas creencias que conforman nuestros
esquemas cognitivos, según las cuales, en el caso de incluir pensamientos
irracionales o distorsionados, deberíamos, por ejemplo, caer bien a todo el mundo,
ser extremadamente competentes en todo, o lograr todo lo que nos proponemos.

Los pensamientos irracionales y las distorsiones cognitivas tienen tanta


influencia sobre nuestras habilidades sociales, debido a que, además, y de manera
más directa, influyen sobre nuestro autoconocimiento, nuestro autoconcepto y nuestra
autoestima. Lo que pienso acerca de mí mismo y, también, lo que, a raíz de esos
conceptos, creo que piensan de mí los demás.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos decir que la reestructuración


cognitiva parece ser una técnica adecuada para el cambio de pensamientos que
tenemos sobre nosotros mismos y, a partir de lograr dicho cambio, apropiarnos de
mayores habilidades sociales que nos permitan ser funcionales, asertivos y capaces
de adecuarnos a diferentes contextos.

Se debe realizar un trabajo minucioso, exhaustivo y estructurado paso por


paso, de tal manera que resulte eficaz. Se trata de un proceso que requiere cierto
tiempo, que es adaptado a cada paciente particular, y que debe ser evaluado tanto al
comienzo como durante la implementación del mismo, y al final; esto para ser
objetivos a la hora de valorar los resultados.

Es necesario agregar que, en el tratamiento de las habilidades sociales,


diversos estudios han mostrado que el uso de esta técnica de forma aislada no es
suficiente. En España, por ejemplo, un estudio experimental sobre adolescentes con
fobia social, indicó que el uso de la técnica de reestructuración cognitiva “no se
muestra como un elemento clave en la mejora de los adolescentes fóbicos sociales”
(Rosa-Alcázar, Amoros Boix y Olivares-Olivares, 2013, p. 2). Los mismos autores, sin
embargo, en otro estudio sobre adolescentes, con el mismo diseño, pero aplicando
13

todos los componentes del Protocolo IASF (Intervención en Adolescentes con Fobia
Social), entre los cuales se incluye no sólo la reestructuración cognitiva sino un
componente educativo, el entrenamiento en habilidades sociales y la exposición,
hallaron resultados muy distintos que muestran diferencias estadísticamente
significativas entre el pretest y el postest, observando mejoras importantes en el grupo
tratado frente al grupo de control (Rosa-Alcázar, Amoros Boix y Olivares-Olivares,
2005).

De estos estudios podemos concluir que la técnica de la reestructuración


cognitiva, que implica un cambio de pensamientos y creencias, es más eficaz si va a
acompañada y complementada por técnicas de corte más conductual, como las de
exposición o entrenamiento.

La reestructuración cognitiva en el tratamiento de los trastornos del


estado de ánimo

Los trastornos del estado de ánimo son una categoría incluida en el DSM, en
sus múltiples versiones, que, aún con algunos cambios, podemos dividir en dos
grupos: los depresivos y los maníacos. Estos trastornos tienen en común que se
refieren a episodios o lapsos de tiempo en lo que se identifica la aparición de una
serie de síntomas afectivos.

Para la depresión, hablamos de síntomas como un estado de ánimo bajo


durante la mayor parte del día y la disminución del placer y del interés por las
actividades cotidianas. Esto, junto a otros signos como son cambios en el peso
corporal y alimentación, trastornos del sueño, trastornos psicomotores, fatiga,
sentimientos de culpa, autorreproche y poca valía, dificultad para concentrarse,
pensar y tomar decisiones, e ideas recurrentes de muerte o suicidio.

En el caso de los estados de manía, se observan síntomas como episodios


eufóricos, con un estado del ánimo por encima de lo normal. Un ejemplo de esto es
el trastorno bipolar.

En cuanto a la evaluación de estos trastornos, y como sucede con la mayoría


de las problemáticas a las que nos enfrentamos los psicólogos clínicos en nuestra
práctica, la entrevista vuelve a ser, en este caso, el instrumento fundamental por
excelencia, por medio del cual realizamos una exploración que tiene como fin recoger
la mayor información pertinente posible, y con la mayor profundidad, sobre lo que
acontece al paciente, considerando no sólo la conducta problema, sino todos los
factores contextuales, orgánicos, contigentes y de su historia de vida que podrían
estar relacionados con la misma.

En conjunción con la entrevista, existen muchos cuestionarios estandarizados


que pueden aplicarse para dar con el diagnóstico. Vázquez (1995) nos brinda una
completa lista de los mismos con su respectivas descripciones, a la cual el lector
interesado puede acceder. Sin embargo, al igual que en los apartados anteriores, en
esta oportunidad, en que nos enfocamos principalmente en la fase de intervención
por medio de la técnica de reestructuración cognitiva, dejaremos eso de lado.
14

La terapia cognitivo conductual es de las más utilizadas precisamente en la


problemática relacionada con estados de ánimo. Es conocido por todos, por ejemplo,
que el origen de la terapia cognitiva de Beck se halla en la búsqueda, por parte del
mismo, de un tratamiento nuevo, alternativo y más efectivo que las terapias
psicodinámicas para la depresión.

Partiendo de allí podemos afirmar, además, que este enfoque terapéutico ha


sido, hasta el momento, no sólo el más utilizado, sin el que mayor eficacia y evidencia
científica ha mostrado en sus resultados.

Es decir que, especialmente para el abordaje de los trastornos del estado de


ánimo, la reestructuración cognitiva, basada, como hemos visto, en la reelaboración
de pensamientos, ha sido implementada en innumerables casos clínicos.
Recordemos la máxima cognitivo conductual que afirma que lo que desencadena
nuestras emociones no son los propios hechos o sucesos, sino lo que pensamos de
ellos.
Cuestiones que determinan los cuadros depresivos, como la baja autoestima,
la percepción de poca autoeficacia o de falta de control, entre otros factores, están
indudablemente atravesados por nuestros pensamientos y creencias acerca de cómo
somos, de cómo son los demás, de cómo es el mundo. Y dichas creencias, como
también hemos visto, van tomando forma y se van consolidando en nuestra estructura
cognitiva desde la infancia, a través de un largo proceso de aprendizaje.

Es por eso que, el enfoque cognitivo conductual, de manera integral, desde la


evaluación por medio del análisis funcional, hasta la intervención por medio de
técnicas objetivas, es considerado el más idóneo para el tratamiento de estos casos.

Según Pérez-Padilla, Cervantes-Ramírez, Hijuelos-García, Pineda-Cortés y


Slagado-Burgos (2017), quienes hicieron una revisión de la literatura en torno tanto a
la etiología como a los tratamientos efectuados en casos de depresión mayor, la
terapia cognitiva muestra resultados igual de eficaces que las terapias
farmacológicas, como se puede apreciar en la siguiente tabla:
15

Pérez-Padilla et al (2017)

Como ya dijimos, son innumerables los casos en que ha sido aplicada la terapia
de enfoque cognitivo-conductual, especialmente las técnicas de reestructuración
cognitiva, en casos de trastornos anímicos. Sólo por mencionar algunos trabajos
realizados en los últimos años, Rodríguez-Alejo y González-Ramírez (2020) han
mostrado cómo la combinación de la reestructuración cognitiva con la terapia
centrada en soluciones, brinda resultados efectivos, sin el uso de psicofármacos. Por
otra parte, Barrera Villarreal (2020), también reporta resultados eficaces en el
tratamiento de un caso de depresión mayor grave de episodio recurrente por medio
de técnicas como el diálogo socrático, la restructuración cognitiva, imaginería,
psicoeducación y técnicas de estudio. Al finalizar la intervención se evidenció una
mejoría significativa en el estado de ánimo, disminución de la tristeza, soledad y
desesperanza, al igual que del insomnio, la inapetencia y la ideación suicida,
reintegrándose el paciente a las actividades cotidianas y mejorando la relación con su
entorno familiar.

Ambos casos citados corresponden a tratamientos implementados en jóvenes


de 23 y 15 años respectivamente; sin embargo, existe evidencia de la aplicación de
las técnicas de reestructuración cognitiva en casos de personas de toda edad. Por
ejemplo, García Pilataxi (2022) nos muestra cómo un plan de intervención cognitivo
conductual que utiliza, combinada con otras, la técnica del ABC para tratar la
depresión en adultos mayores de 65 años, ha dado resultados positivos con una
disminución de los síntomas.
16

La depresión, volviendo a lo que decíamos en un inicio, además de estar


asociada al autoconcepto y la autoestima, también lo está a momentos de crisis. La
adultez mayor y la adolescencia, con todas sus disparidades, representan, ambas,
una crisis. Las técnicas de reestructuración cognitiva ayudan a los pacientes a
repensar dichos procesos críticos desde una óptica diferente, permitiendo encontrar
soluciones nuevas a los mismos.

Por otra parte, los trastornos del estado de ánimo asociados a estados o
episodios de manía, también son comúnmente abordados desde un enfoque cognitivo
conductual, utilizando estas técnicas. Una revisión hecha en 2020 por Manotas
Llanos, nos muestra que dichos tratamientos también son efectivos para estos casos,
obteniendo mejoras en las áreas de monitoreo y clasificación del estado de ánimo y
sus fluctuaciones, la regulación emocional, la cohesión familiar, el establecimiento de
rutinas diarias, en el manejo de la vulnerabilidad a largo plazo a través de la
evaluación de los desencadenantes, y en la calidad de vida. Sin embargo, se
observan también limitaciones en cuanto a los cambios en la rutina del sueño y en el
mantenimiento de los síntomas.

Conclusiones

Hemos revisado cómo las técnicas de reestructuración cognitiva buscan


explorar los pensamientos desadaptativos que están a la base de múltiples
problemáticas en el paciente, y reemplazarlos por otros más adecuados. Se parte de
la idea base de que, nuestros comportamientos, nuestras emociones, nuestras
creencias, son el resultado de procesos de aprendizaje que hemos tenido a lo largo y
en diferentes etapas o momentos de nuestra vida. La segunda idea es que, los
mismos pueden ser cambiados, por medio de un nuevo proceso de aprendizaje, que
se da en terapia.

Entre los principales procedimientos que conforman el espectro de la


reestructuración cognitiva, hay dos que destacan por contarse entre las más
conocidas y utilizadas: la terapia cognitiva de Beck y la terapia racional-emotiva de
Ellis.
A lo largo de este trabajo hemos visto cómo las mismas pueden ser aplicadas
exitosamente en una serie de problemáticas que comúnmente aparecen en nuestros
consultorios: los conflictos de pareja, los déficit en habilidades sociales y los
trastornos del estado de ánimo.

En los conflictos de pareja, muchas veces las dificultades se deben a


interpretaciones equivocadas que hacemos de lo que hace, no hace, dice o no dice
el otro, de los relatos que construimos internamente. Un ejemplo muy abordado por
varias investigaciones es el caso de los celos: la reestructuración cognitiva, tanto a
través de las técnicas de Beck como del diálogo socrático sugerido por Ellis, ayudan
a reelaborar las ideas irracionales de inseguridad que son la base de los mismos.

Para las habilidades sociales, la reestructuración cognitiva resulta ser una


herramienta muy eficaz, ya que muchos de los déficit en estas habilidades se ven
atravesados por un autoconcepto difuso, una autoestima inadecuada, y creencias
17

hacia los demás que no son reales y que el terapeuta ayudará, en un trabajo en
conjunto con el paciente, a reelaborar.

Si hablamos del tratamiento de los trastornos del estado de ánimo, la


reestructuración cognitiva es la técnica estrella: la misma nace, de hecho, con el
objetivo específico de abordar dichas problemáticas. En el caso de la depresión,
nuevamente, mucho de la misma está fundado sobre lo que Beck llamó distorsiones
cognitivas y Ellis pensamientos irracionales, los cuales hacen ver un entorno fatalista
y menoscaban la autoconfianza. La reelaboración de los pensamientos,
cuestionarlos, monitorearlos, ayudan a regular las emociones. La búsqueda de
pensamientos alternativos y más adaptativos permite encontrar nuevas soluciones y
salidas al paciente, que ve progresivamente mejorar su bienestar y su calidad de vida.
Es importante recordar que todos los tratamientos deben estar fundamentados
siempre en un adecuado proceso de evaluación, el cual puede servirse de
herramientas como la entrevista y diversos cuestionarios estandarizados para
complementar la información y llegar a un acertado diagnóstico. Para los trastornos
del estado de ánimo hay que tener especial cuidado en no confundir un trastorno con
otro, ya que existen concomitancias. Es por eso que se recomienda realizar un
diagnóstico diferencial.

Por otra parte, el análisis funcional de la conducta, es uno de los métodos más
utilizados y recomendados para llevar a cabo procesos evaluativos en psicología
clínica con este enfoque.

Hemos observado, además, que las técnicas de reestructuración cognitiva en


todos los tratamientos, no suelen aplicarse aisladas, sino que resulta muy conveniente
combinarlas con otras técnicas del mismo enfoque (el cognitivo conductual).

Referencias
Bados, A y Garcia, E. (2010). La técnica de la reestructuración cognitiva. [Tesis de
grado].
http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/12302/1/Reestructuraci%C3%B3n
.pdf

Barrera Villarreal, Y. (2020). Intervención psicológica mediante el modelo cognitivo


conductual en un adolescente con trastorno depresivo mayor episodio
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