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“Introducción”.
Como se ha advertido, la adopción del sistema finalista implica que el tipo sea complejo, y, además
de estar compuesto por el tipo objetivo, se encuentra compuesto por el tipo subjetivo, donde su
objeto de conocimiento se centra en los fenómenos que suceden en la conciencia del autor, por lo
que lo integran el dolo, los especiales elementos de la autoría y los elementos del ánimo,
habiéndose tradicionalmente establecido una tajante distinción con los delitos culposos.
La tipicidad del delito doloso depende no sólo de la realización del tipo objetivo, sino, además, de la
realización del tipo subjetivo, es decir, fundamentalmente del dolo del autor. Se trata del
complemento que permite imputar el hecho no sólo objetivamente, sino también subjetivamente.
Como es lógico, en la acción se dan elementos exteriores (objetivos) y elementos interiores
(subjetivos); este aspecto subjetivo constituye el "tipo subjetivo”.
TIPO SUBJETIVO.
En las conductas lesivas de los bienes jurídicos, se pueden distinguir dos diferentes clases según la
actitud subjetiva del autor respecto del bien jurídico y la dirección de su voluntad:
a) Tipos Culposos: En este tipo de delitos, el agente no pretende lesionar el bien jurídico, pero su
conducta descuidada produce su afectación. Así, por ejemplo, el conductor del automotor -con la
intención de llegar a destino antes de cierta hora- aumenta la velocidad por encima del límite
reglamentariamente admitido, causando la muerte del peatón que cruzaba la calle, resultado que
aquél no quería alcanzar.
b) Tipos Dolosos: En este grupo, el sujeto es plenamente consciente de que su actuar lesiona el bien
jurídico, pero de igual manera quiere afectarlo. En consecuencia, lo sucedido debe haber sido
conocido y querido por el autor (Por ejemplo, la muerte de la víctima y la conducta letal del sujeto
que la produjo). Este tipo subjetivo está referido a fenómenos que suceden en la conciencia del
autor, por lo que lo integran, entonces, el dolo, los especiales elementos de la autoría y los
elementos del ánimo.
Ambas conductas son estructuralmente distintas, puesto que las dolosas son dirigidas por la
voluntad contra la norma que le prohíbe dañar el bien jurídico de que se trate. En cambio, las
culposas se limitan a infringir una norma de cuidado.
Estos comportamientos,tienen una gravedad diferente en cuanto a la intensidad de la pena, la cual
generalmente es inferior para el tipo culposo. Así, por ejemplo, el homicidio doloso está castigado en
nuestro Código (art. 79) con una pena de reclusión o prisión cuyo mínimo es de 8 años, mientras que
el homicidio culposo (art. 84) tiene conminada pena de prisión cuyo máximo es de 5 años.
Siempre se debe comprobar primero el tipo objetivo, luego recién el tipo subjetivo. Así por ejemplo,
recién comprobado el homicidio deberá comprobar su voluntad.
Se puede afirmar que el tipo objetivo es el punto de referencia del dolo, puesto que, el legislador al
redactar el tipo objetivo determina que elementos debe conocer para afirmar que la conducta fue
dolosa.
EL DOLO
El dolo sólo entra en consideración si previamente se ha demostrado la realización del tipo objetivo,
puesto que sólo tiene sentido investigar si el autor sabía que mataba una vez que ha quedado
establecido que mató.
Así, por ejemplo, sólo cuando en el proceso se ha acreditado que el imputado disparó un arma de
fuego contra la víctima causándole la muerte, el tribunal debe esclarecer si esa conducta debe ser
subsumida desde el punto de vista subjetivo, en el tipo de homicidio simple previsto en el artículo
79.
En nuestro país, la doctrina dominante ha sido la Teoría de la Voluntad, en base a la cual, se puede
definir al dolo como el conocimiento y la voluntad de realización del tipo objetivo, distinguiéndose
así el elemento cognoscitivo intelectual (conocimiento) y el volitivo (voluntad). Dentro de éste
concepto se abarca tanto al dolo directo, como al dolo indirecto y el dolo eventual.
En consecuencia, para poder afirmar que el autor obró dolosamente, es necesario acreditar que ha
conocido todos los elementos permanentes y ocasionales que componen la estructura del tipo
objetivo.
Por su parte, la contracara es el error que recae sobre un elemento del tipo objetivo, pues como en
ese caso el autor no sabe lo que hace, debiendo descartarse la atribución dolosa del resultado,
pudiendo subsistir una imputación por delito culposo si existe una norma que lo prevea, y el error ha
sido consecuencia de un obrar imprudente del agente.
La doctrina contemporánea se inclina por considerar que el dolo radica en no haberse motivado por
la representación de la realización del tipo, con lo que la distinción entre dolo e imprudencia
depende de si en el momento del hecho el autor se representó o no la realización del tipo objetivo.
Aclaración: En cuanto a la “intención”, solo existe tal en el dolo directo, no en el dolo eventual ni en
el dolo indirecto, por ende es un error definir al dolo como la intención de realizar determinada
conducta, puesto que solo se definiría al primer tipo de dolo.
DISCUSIÓN TEÓRICA
Tradicionalmente las explicaciones referentes al dolo se han concentrado en las llamadas: I) Teoría
de la voluntad; y II) Teoría de la representación. La discusión afecta en primer lugar a la esencia del
dolo y en segundo lugar a la cuestión práctica de la distinción entre el dolo y la culpa (especialmente
entre el dolo eventual y la culpa consciente).
I) La teoría de la voluntad: Esta teoría entendía que la esencia del dolo era la voluntad de realización
del hecho; su principal problema consistía en determinar cuándo el autor que se había representado
el resultado y que había actuado con esta representación había obrado voluntariamente o no (es
decir, dolosamente o no). La teoría de la voluntad recurrió para ello a diversas exigencias (la
ratificación del resultado, el asentimiento, el consentimiento, la indiferencia, etcétera). Según esta
teoría, como expuse anteriormente, el dolo cuenta con dos elementos: a) Elemento cognoscitivo; y
b) Elemento volitivo.
II) La teoría de la representación: Por el contrario, la Teoría de la Representación considera que,
como advierte Bacigalupo, la esencia del dolo radica en la "no motivación del autor por la
representación de la realización del tipo objetivo", es decir, el autor según esta noción advierte el
peligro de su conducta, la probabilidad de que el resultado se produzca, y sin embargo, actúa de
igual manera. Así, por ejemplo, si “A” advierte el riesgo de disparar a “B”, incluso sin querer matarlo,
con la acción de disparar esta teoría considera que “A” actuó con dolo homicida, sin tener en cuenta
la voluntad, como si es considerada por la Teoría de la Voluntad.
Como es perceptible, esta teoría a diferencia de la Teoría de la voluntad, solo considera el aspecto
cognitivo, es decir, solo se requiere advertir la existencia del riesgo de la conducta, y no obstante a
eso, no omitir el comportamiento. Es decir, A efectúa un disparo contra B, y al realizar la acción ya
conoce lo que hace y por ende puede nacer el reproche o la imputación a título de delito doloso.
A su vez esta teoría ha tenido problemas para determinar el grado de probabilidad con el que el
autor se ha tenido que representar la realización del tipo para poder afirmar que ha obrado con
dolo.
CLASES DE DOLO
Los elementos cognoscitivo y volitivo del dolo se pueden dar con distintas intensidades. La
combinación de sus variantes nos permite diferenciar tres clases de dolo: directo, indirecto y
eventual.
• Dolo directo: El dolo directo se presenta cuando el autor dirige su voluntad incondicionalmente a
lograr un resultado que considera consecuencia necesaria de su acción. Así, por ejemplo, si A dispara
a la cabeza de B para darle la muerte, actúa con dolo directo de homicidio.
• Dolo indirecto: El dolo indirecto, en cambio, se define al dolo que se presenta cuando para
obtener una determinada finalidad, el autor utiliza medios que sabe producirán fatalmente otro
resultado colateral. Así, por ejemplo, si el A para matar a B coloca una bomba en su automóvil que
mataría también al chofer, se dice que ha obrado con dolo directo respecto al homicidio de B pero
con dolo indirecto con relación al chofer. Este último resultado no es el que el sujeto deseaba
alcanzar, pero es una consecuencia ineludible del plan. El dolo indirecto es una modalidad del dolo
directo.
• Dolo eventual: En el dolo eventual el sujeto se representa la posibilidad de realizar determinada
conducta típica, y no obstante a eso, continúa con su conducta, resultándole indiferente si se
produce o no el acto. Así, por ejemplo, si A afirma que con un disparo puede quitarle el sombrero a
B, él sabe que con ese disparo puede dispararle en la cabeza y asesinarlo, y en caso de que esto
último suceda, se considera que obró con dolo eventual, aunque su objetivo no hubiese sido
dispararle.
EFECTOS:
El efecto de un error de tipo es siempre excluir el dolo, sin embargo, estas consecuencias varían
según haya sido o no invencible para el autor:
• Error de tipo inevitable: Cuando el sujeto, por más cuidado que adopte en el caso concreto, nunca
hubiese podido advertir el error, debido a que este es inevitable. En el artículo 34 inc. 1, se lo llama
“no imputable”. En este caso, el error se produjo aunque el autor obró en forma diligente y
prudente. En otras palabras: la causa del error no es imputable al autor.
Tal es el caso, por ejemplo, cuando una mujer toma un tranquilizante que tiene propiedades
abortivas que no le han sido informadas, en este caso la mujer actúa con un error insuperable,
puesto que por mucho cuidado que ponga, jamás podría saber que la sustancia matara al ser en
formación, debido a que fue recetada por un médico. El efecto de un error de tipo inevitable es
excluir tanto el tipo doloso como el culposo. El primero como consecuencia de que el autor no sabe
lo que hace, y el delito imprudente porque la causa del error no puede ser atribuida a su falta de
cuidado.
• Error de tipo evitable: El error de tipo evitable se presenta cuando el autor desconoce que
concurre un elemento del tipo objetivo, como consecuencia de que obró con falta de cuidado, esto
implica que a diferencia del anterior, la causa de su desconocimiento puede ser atribuida a su
imprudencia o negligencia. Así, por ejemplo, si el autor mató a la víctima disparando un arma que
creyó descargada, pero que no había revisado previamente. Las consecuencias jurídicas son diversas
a las del error de tipo inevitable, puesto que, en el error de tipo evitable sólo excluye el dolo,
dejando subsistente la imputación por delito culposo, siempre que la ley penal haya previsto el tipo
culposo correspondiente, pues de lo contrario el comportamiento es atípico.