1. Introducción.
Sólo lo que se puede evitar es susceptible de prevenirse y, por tanto, de definirse como prohibido a través del tipo.
La inclusión del dolo y la imprudencia en el tipo no se deriva de conceptos ontológicos, sino de un planteamiento
funcional vinculado a la utilidad que se pretende conseguir a través del tipo: evitar conductas que afectan
gravemente a los bienes jurídicos, más importantes. Este rasgo sólo es predicable de los comportamientos dolorosos
y los imprudentes.
El Código Penal expresa esta restricción de las conductas prohibidas a las dolorosas y las imprudentes, al vincular la
imposición de una pena a la constatación de una de esas dos situaciones subjetivas: “No hay pena sin dolo o
imprudencia” y “Son delitos o faltas las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la ley”, conectando
el concepto de conducta prohibida, delito o falta, con el carácter doloso o imprudente de ésta. No son conductas
prohibidas aquéllas en las que medie dolo o imprudencia.
Los delitos dolosos expresan una conducta que se dirige voluntariamente a actuar en contra de la norma imperativa
que prohíbe atentar contra los bienes jurídicos. Los delitos imprudentes constituyen infracciones a las normas de
cuidado que generan esos resultados no buscados ni queridos por el autor.
Para poder avanzar en el análisis de tipicidad de una conducta y así decir de ella que es una conducta contraria a
Derecho.
2. Concepto de dolo.
Se define como la conciencia o conocimiento y la voluntad por parte del sujeto activo de la realización de los
elementos del tipo objetivo. Su análisis y constatación requiere una concreción para cada tipo penal doloso.
Este concepto de dolo no incluye la conciencia de la contrariedad a Derecho de la conducta. El dolo es un dolus
bonus o “dolor natural”, que no exige que el sujeto conozca que lo que realiza es antijurídico, como sucedía con la
concepción normativa del dolo.
Es conveniente insistir en este carácter “neutral” del dolo, que hace que se le denomine “dolo natural o dolo bueno”,
porque no requiere ningún juicio sobre la percepción de la ilicitud de la conducta por parte del sujeto.
• Elemento cognoscitivo o intelectivo: el sujeto ha de tener conocimiento de todos los elementos del tipo objetivo,
especialmente la acción y se resultado, la conexión causal entre ambas, sujetos, objeto, elementos descriptivos y
normativos de la conducta, modos de comisión…etc.
El conocimiento exigido por el dolo ha de reunir estas características:
- Ha de ser actual.
- Ha de ser un conocimiento real.
- No ha de ser un conocimiento exacto y exhaustivo de todos los elementos requeridos por el tipo objetivo.
La falta de conocimiento de alguno de los elementos del tipo determina la ausencia del dolo y, en definitiva, la
atipicidad de la conducta.
• Elemento volitivo: el sujeto actúa con voluntad cuando conociendo los elementos del tipo objetivo, quiere actuar;
quiere realizar esos elementos. La voluntad de realización implica que el sujeto, sobre la base del previo
conocimiento de los elementos del tipo objetivo, se decide a actuar.
La voluntad, y en definitiva, el dolo, es independiente de los deseos o móviles que llevan al sujeto activo a actuar y
que en un “Derecho Penal ha de hechos” y no “de autor” sólo tienen relevancia típica en casos reducidos.
Dolo eventual
El sujeto no busca la producción del resultado, por lo que habría que decir que, en principio, no existe el elemento
volitivo del dolo. Sin embargo, aquí lo decisivo es que conoce que hay posibilidades de que el resultado se llegue a
producir y contando con esas posibilidades no se detiene, actúa y efectivamente el resultado no buscado se produce.
El elemento cognoscitivo y el volitivo están bastante más difuminados. Por un lado, no existe plena certeza de
producción del resultado, por lo tanto, no hay absoluto conocimiento de la situación típica; por otro, el sujeto no
busca ese resultado directamente pero “actúa contando con su producción”.
Esta forma de dolo resulta de delimitar respecto a la imprudencia consciente, en la que el sujeto también percibe el
peligro inherente a su acción, si bien en este caso el resultado típico que finalmente se produce no había sido en
absoluto aceptado por el autor.
En nuestro código penal no se contempla directamente al dolo eventual como una categoría típica intermedia entre
el dolo directo y la imprudencia, con un tratamiento punitivo expreso y a medio camino entre ambos. Si se opta por
calificar la conducta como dolorosa, será caso de dolo en sentido estricto; tan dolo como el dolo directo y penado
como tal.