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2-El dolo, concepto, componente cognitivo y volitivo. Especies: dolo directo, indirecto y eventual.
Oroño: el dolo es VOLUNTAD Y CONOCIMIENTO. (IMPORTANTE)
Hay dolo cuando el omitente, en forma voluntaria, no procura impedir el resultado conociendo que está en situación de
garantizar que él no se produzca. La finalidad radica en que el sujeto, conforme a su voluntad, ordena los medios de que
dispone para no realizar las acciones mandadas, las que posibilitarían el resguardo del bien jurídico puesto bajo su
custodia, como garante que es de que no sufra daño.
Componente cognoscitivo y volitivo: dentro de la teoría clásica del dolo se habían desarrollado distintas teorías para
explicar su contenido, a través de sus componentes: el conocimiento (elemento cognoscitivo e intelectual) y la voluntad
(elemento volitivo), asignando preponderancia a uno u otro.
Así Carrrara privilegiaba el elemento volitivo. Por su parte, Von Liszt, con su teoría de la representación, priorizaba el
elemento intelectual, pues le bastaba la previsión del resultado. Definía al dolo como “el conocimiento de todas las
circunstancias de hecho correspondientes a la definición legal, que acompaña a la actuación voluntaria”.
Existía una complementación entre ambas teorías, pues si bien daban relevancia a un elemento, no olvidaban al
restante.
Núñez conceptuaba al dolo como la “intención de cometer el delito o, por lo menos, la indiferencia de cometerlo frente
a su representación como probable”.
En definitiva, podemos decir que el dolo consiste en el conocimiento y la voluntad de realización del tipo penal, el autor
debe saber que realiza el hecho, qué hecho realiza y las circunstancias que lo rodean, y además, debe querer realizarlo.
(Un dato). El momento del dolo debe coincidir con el de la realización de la acción: no hay dolo anterior al comienzo
de ejecución (llamado dolo antecedente) ni dolo posterior a la realización del tipo objetivo (llamado dolo subsecuente).
Ambos son disposiciones interior irrelevantes.
Indicaciones sobre conocimiento o intención: hay casos en los cuales la ley señala un especial conocimiento, sin cuya
concurrencia la acción es atípica o no llena los requisitos que la apartarían del tipo básico, que llevarían a atenuar o
agravar la pena. Generalmente el código usa la expresión “a sabiendas” o equivalentes para identificar este requisito;
como lo hacen los artículos 80.1, 134, 135.1, 136.
Como ese conocimiento debe ser abarcado por el dolo del autor y permite discernir si el acto es típico o no, se trata de
un auténtico elemento del tipo. En el homicidio agravado por el vínculo, el autor tiene que saber que el sujeto pasivo de
su actuar es el padre, por ejemplo, pero esa certeza no impide la defensa legítima ni enerva la posibilidad de obrar bajo
coacción. Ese conocimiento incrementa la ilicitud del hecho cuando éste reúne todos los requerimientos típicos y no
está cubierto por una causa de justificación, pero no determina por sí que sea reprochable y ni siquiera necesariamente
que sea doloso, pues un error puede haber determinado la muerte del ascendiente.
Si falta el elemento subjetivo, en los casos en que lo requiere la figura básica, la acción resulta atípica. En tanto que, si la
referencia subjetiva solamente denota un mayor contenido de ilicitud de la acción, o al revés, la ausencia de ese
elemento determina la eliminación del tipo agravado o del privilegiado, manteniéndose la imputación correspondiente a
la figura básica. Por ejemplo, el que mata a su ascendiente, descendiente o cónyuge sin saber que la víctima gurda
alguna de esas relaciones, de todas maneras comete un homicidio, pues el elemento calificante hace más grave el grado
de injusto, pero aquella ignorancia no incide sobre la antijuricidad ni enerva la posibilidad de comprender la ilicitud del
acto.
Al revés: para que la calificante que agrava la situación del autor pueda serle imputada, es preciso que ella sea abarcada
por su dolo.
Indicaciones que excluyen el dolo eventual: si utilizamos el criterio según el cual obra con dolo quien con conocimiento
y voluntad dirige su acción hacia un resultado o hacia su producción eventual, existirán figuras que incluirán referencias
según las cuales el autor únicamente puede actuar con dolo directo y no con dolo eventual.
Son aquellas que tienen indicaciones de un propósito o finalidad. Y corresponde agregar los casos en que, si no existe
explícita la indicación, ella resulta de la exigencia de motivos de obrar que no se compadecen con indiferencia respecto
del resultado y su definitiva aceptación, que es característico de quien obra con dolo eventual. Así, el asesinato por
precio o promesa remuneratoria, que menciona el art. 80.3°, se produce sustentado en un querer dirigido a la
consecución del resultado. Lo mismo ocurre en todos los casos en los cuales es preciso que se dé una actuación con
miras determinadas. Por ejemplo, no se concebirá realizada más que con dolo directo la acción incriminada por el art.
98, ya que los que se baten a duelo en las condicione sindicadas por el precepto han elegido las armas arreglando las
demás condiciones del desafió lo que enerva la posibilidad de la ratificación e un resultado no buscado directamente,
propia del dolo eventual.
Expresiones que indican tendencias: existen figuras que amenazan con pena la realización de acciones que persiguen
una especial finalidad. Ésta constituye un elemente subjetivo del injusto: el derecho desvalora la acción realizada en
persecución de ciertos logros. El delito de traición merecería pena agravada cuando un hecho de los descriptos en el art.
214 estuviese “dirigido a someter total o parcialmente la nación al dominio extranjero o a menoscabar su independencia
o integridad”.
Lo mismo ocurre con la previsión del art. 145, ya que la conducción de una persona fuera de las fronteras, que está allí
incriminada, solamente va a ser juzgada si lo fuera “con propósito de someterla ilegalmente al poder de otro o de
alistarla en un ejército extranjero”.
En el capítulo del duelo, el art. 100 reprime al que provocare o diere causa a un desafío proponiéndose un interés
pecuniario u otro objeto inmoral.
La ausencia de la finalidad, entonces, impide considerar esos hechos como típicos.
La doctrina se ha ocupado de estas formas delictuales identificándolas como aquellas en las cuales el resultado buscado
queda fuera del proceso ejecutivo del delito en sí, puesto que no integra el tipo. Solamente la intención lo hace; de allí
que el logro efectivo del fin propuesto resulte indiferente. Lo prohibido es la propia acción, teñida del propósito. Se
habla de delitos “cortados en sus resultado” porque el legislador secciona la acción en un determinado momento
estimado que con sólo realizarla con la finalidad prevista ya es políticamente dañosa.
Cuando la ley indica una especial finalidad, ésta constituye un elemento del tipo. Si no está presente ella, el intérprete se
encuentra ante un caso de atipicidad relativa. Si el fin a que alude la figura fue el que guió la acción incriminada, existe
adecuación típica y esta comprobación es un indicio de antijuricidad. La acción que reúne así las características de
tipicidad y antijuricidad puede no ser reprochable, aunque será difícil que ello suceda, pues la comprobación de haber
actuado con determinado propósito implica un adelantamiento de cuestiones subjetivas que pertenecen a la
culpabilidad.
Cuando el móvil no está expresado por la figura, si pertenece a la culpabilidad y es un elemento para efectuar el juicio
de reproche. Fundamentalmente, su consideración sirve para graduar la pena, conforme a lo previsto por el art. 41, inc.
2° que literalmente toma en consideración, para fijar la condena en las penas divisibles en razón del tiempo o de la
cantidad, “la calidad de los motivos” que determinaron al sujeto para que delinquiese.
Animus: los penalistas argentinos que escribieron en las primeras décadas del siglo XX seguían el criterio tradicional,
según el cual ciertos delitos exigen un dolo específico.
La doctrina posterior estimó que estos elementos están vinculados a lo injusto, pues si es cierto que un determinado
ánimo puede decidir que la conducta sea contraria a derecho, resulta lógico pensar que no se trata de una cuestión de
culpabilidad. Con mayor razón por ser el dolo un elemento del tipo y no una de las formas o especies de la culpabilidad.
Estas apelaciones al ánimo figuran de manera expresa en muchos artículos del código penal con palabras o frases que
indican “interés pecuniario u otro objeto inmoral”; “ánimo de lucro”, “propósito de causa perjuicio”. En otros delitos, la
especial situación del autor sobre el conocimiento de lo que hace la intención con que actúa es un dato implícito en el
tipo.
Ejemplo: un tacto efectuado con fines médicos no constituye delito alguno; la misma acción con propósitos lascivos sí lo
es.
Situaciones subjetivas determinadas: no es frecuente que los tipos hagan referencias a hechos o estados psicofísicos
determinados, pues las situaciones de esa clase se consideran generales para todos los delitos, y cuando son anormales
en grado tal que impiden la comprensión de la criminalidad de los actos o la dirección de las acciones dan como
resultado una declaración de inimputabilidad, con las consecuencias que indica el art. 34.1.
Pero hay casos excepcionales en los cuales factores psicológicos influyen en el grado de injusto propio de la acción y por
ello la figura legal los tiene en consideración para privilegiarla con relación a la amenaza indicada en el tipo básico.
Un ejemplo en nuestro código es suministrado por el art. 81. El inc. 1. a. hace mención al estado de emoción violenta y
le agrega una dimensión valorativa: “y que las circunstancias hicieren excusable”.
Estos elementos del tipo, no obstante calificarse como subjetivos puesto que reflejan características de esa clase en el
autor, determinan lo injusto y no son indicaciones sobre la culpabilidad.
La antigua denominación “dolo específico” ha quedado desecha, al menos si se piensa en el sentido literal de la
expresión. Hoy, existe casi total coincidencia en la doctrina en el sentido de entender que el dolo es uno solo, y no
admite que se lo pueda dividir en genérico y especifico. Lo que ocurre es que las referencias al ánimo o a la finalidad
integran el tipo, de manera tal que si no obra el sujeto con esa disposición la conducta no se adecua a la previsión legal.
Siendo atípica es indiferente, desde el punto de vista penal, y por consiguiente no puede entrar a considerarse el
elemento culpabilidad.
Elementos normativos.
En algunos tipos nos encontramos con elementos valorativos, los cuales no son perceptibles por medios de los sentidos
y sólo se pueden captar por un “acto de valoración, que requiere un conocimiento paralelo en la esfera del lego”.
4- La culpa, concepto. Culpa con representación y sin representación. Distinción con el dolo eventual. Culpa grave y
culpa leve.
Históricamente han sido definidos dos conceptos principales de culpa: uno psicológico (y en tal sentido naturalista,
porque la psique del sujeto pertenece al mundo del ser) y otro normativo, esto es, determinado con base en pautas
valorativas y jurídicas, que como tales integran sólo el mundo del deber ser.
La diferencia fundamental entre estos dos consiste en que, según el normativo lo que determina que una conducta sea
culposa es la formulación de un reproche objetivo, perteneciente en cuanto tal al mundo del deber-ser, que mira a la
conducta y no al autor, y que se funda en consideraciones jurídico-normativas. En cambio, según el concepto
psicológico, lo determinante para afirmar la existencia de culpa es un hecho, perteneciente en cuanto tal al mundo del
ser, como lo es la existencia de un supuesto nexo psíquico de determinadas características entre el sujeto y la conducta.
5-La preterintencionalidad, concepto, condiciones. Los delitos calificados por el resultado y el versari in re illicita.
Es regla básica que en ninguna hipótesis puede administrarse una pena más grave en razón de un resultado que no haya
sido causado por dolo o culpa, porque violaría el principio de culpabilidad, consagrando una inadmisible responsabilidad
objetiva.
El máximo de pena no puede extender la suma de las pena:dado que en todos los casos se trata de supuestos en los
que, de no existir la figura completa, deberían resolverse conforme a las reglas del concurso ideal, está claro que se trata
de excepciones a lo dispuesto por el art. 54, que aplica al delito resultante de la absorción: la pena más grave absorbe
las menores. Si se quiere establecer excepciones de mayor gravedad a algunos concursos ideales, el máximo no puede
exceder la suma de todas las penas sin caer en irracionalidad. De este principio puede deducirse, en cada caso, si lo que
se suman son penas de delitos dolosos o culposos.
La tipicidad conglobante excluye otras hipótesis del versari: en los casos en que la figura compleja excepcione el art. 54
combinando una tipicidad dolosa con otra culposa, es fundamental cuidar que esta excepción no se convierta en un
pretexto para el versari. Ello sucede cuando se pretende imputar al hecho doloso todas las consecuencias que deben ser
excluidas de la tipicidad objetiva en función de la tipicidad conglobante: nunca puede imputarse al autor del robo la
muerte del coautor en enfrentamiento con la policía, porque asumió voluntariamente el riesgo.
6- Error de tipo, clases, consecuencias. Error sobre el nexo causal. Casos especiales: error in objecto, in persona,
aberratio ictus, dolusgeneralis.
Como el error de tipo recae sobre elementos del tipo objetivo, en todos los casos elimina el dolo resaltando sólo la
posibilidad de considerar una eventual tipicidad culposa si se trata de un error vencible, y siempre que se encuentre
prevista la estructura típica para el delito de que se trate, en tanto que el error de prohibición recae sobre la naturaleza
anti normativa y antijurídica de la acción, por lo que se lo puede subclasificar en error de prohibición en sentido estricto
(de anti normatividad) y error de permisión (sobre la justificación). En cualquier caso el error de prohibición invencible
elimina la culpabilidad del injusto, por lo que, siendo vencible sólo puede tener el efecto de atenuar el grado de
culpabilidad del mismo injusto doloso, pero que en ningún caso afecta al dolo, que queda afirmado siempre en el nivel
del tipo subjetivo. Por consiguiente, el error que aquí interesa es el de tipo, pues el error de prohibición es materia
propia de la teoría de la culpabilidad.
El error de tipo no es más que la falta de representación requerida por el dolo, que sólo interesan a los efectos del
error de prohibición como exclusión de la culpabilidad. El error de tipo será vencible cuando el sujeto, aplicando el
cuidado debido, pueda salir del error en que hallaba y, por ende,no realizar el tipo objetivo. En tal supuesto, si existe
tipo culposo y se dan los demás requisitos de esa tipicidad, la conducta será típica por imprudencia, pero nunca por
dolo. Cuando el agente, aplicando el cuidado debido, tampoco hubiese podido salir del error en que se hallaba, la acción
no sólo será atípica del tipo dolo sino también de su eventual tipicidad culposa.
En síntesis: el error de tipo excluye siempre la tipicidad dolosa (sea vencible o invencible); siempre vencible puede haber
tipicidad culposa (si existe tipo legal y si se dan los demás requisitos de estructura típica); y cuando sea invencible
elimina también toda eventual tipicidad culposa.
» Oroño: ¿dónde se irroga el efecto? En error de tipo sus efectos se irrogan sobra la tipicidad subjetiva. (Dolo o
culpa).
El error de tipo podrá eliminar el dolo cuando sea un error invencible, podrá eliminar la culpa si es invencible.
Si el error es invencible elimina toda tipicidad.
Si el error es vencible podrá eliminar la tipicidad dolosa dejando subsistente la tipicidad imprudente o culposa.
¿Cuándo va a dejar la subsistencia culposa? Cuando la figura este tratada en la parte especial del código penal. Si
comete daño no hay reprochabilidad porque no está tipificado, solo tendrá reprochabilidad civil pero no penal.
Error sobre el nexo causal. El autor se representa la realización del suceso que llevara al resultado de su acción de una
manera que no coincide con el curso seguido luego por la realización Ej: el autor quiere matar a otro que no sabe nadar,
arrojándolo desde un puente al rio, la victima muere, pero al dar con la cabeza en uno de los pilares del puente y antes de
llegar al agua (acá el desarrollo del hecho que el autor se representó y el que realmente sucedió no coinciden
totalmente). Sin embargo la diferencia no es esencial y no hay razón para excluir el dolo.
Distinto es cuando la diferencia es esencial Ej: el autor quiere golpear a otro, quien para evitar los golpes se echa hacia
atrás, pierde el equilibrio y cae por una ventana muriendo. Acá el autor se representa una lesión leve y se produjo la
muerte del otro. En esto el desarrollo del suceso es diferente del que pensó el autor al obrar y por lo tanto deberá
admitirse un error sobre el desarrollo del suceso o un error sobre el nexo causal.
Aberratio ictus: o error en el golpe es el que dirige el ataque contra un objeto y alcanza a otro equivalente (dispara
contra Juan, y mata a Pedro).
Conforme a la tesis de la concreción del dolo, la solución para la llamada aberratio ictus dependerá de que lo realmente
sucedido sea o no indiferente para el plan concreto: el que quiere mata a alguien de un grupo, concreta el dolo en su
plan hasta ese límite y, si efectivamente logra matar a alguien del grupo, habrá obtenido el resultado propuesto. Por el
contrario, el que desea matar a una persona determinada y no lo logra, no puede ser imputado más que por tentativa en
concurso con el homicidio culposo realmente cometido, siempre que ese resultado no lo haya incorporado a su voluntad
realizadora conforme a las reglas que rigen el dolo eventual. En caso que el resultado sea inesencial para el plan
concreto, como quien se defiende legítimamente de un grupo de personas todas agresoras, disparando sobre una y
matando a otra del grupo, no existe contradicción en admitir la naturaleza dolosa del homicidio cometido; pero si el
muerto fuere ajeno a la agresión, el resultado no habrá sido indiferente para el plan defensivo del agente y, por ende,
no será admisible el dolo de homicidio consumado (salvo, por supuesto, que hubiese dolo eventual).
» Oroño: el aberratio ictus es cuando la acción se dirige hacia una persona pero por un desvío se produce sobre
otro. (Una bala desviada). Solución: no importa sobre quien se produce el efecto, lo importante es que se
cumplió. Hecho doloso.
» Oroño: hay una acción compleja, o dos. El sujeto realiza una acción pero no la concreta, pero cree haberlo
hecho. En la creencia de haberlo hecho quiere ocultar el hecho y es ahí donde termina de concretarlo.
Solución: ejemplo: mujer violada, el hombre cree que la mató, la tira al aljibe. La mujer murió por los golpes
dentro del aljibe, no cuando el hombre creyó haberlo hecho.