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Como ya dijimos, cuando la conducta no está amparada por ninguna “causa de
justificación” será además antijurídica. Entonces, será menester determinar cuáles
son esas causas y si han o no existido en el caso específico. De acuerdo a los incisos
3°, 4°, 6° y 7° del artículo 34 del Código Penal, dichas causales pueden ser:
Históricamente esta figura penal nació unida a los delitos de homicidio y lesiones,
y permaneció así en los códigos antiguos. Pero en las legislaciones contemporáneas
se acepta la posibilidad de justificar la defensa de cualquier bien jurídico. Sin
embargo, Bacigalupo encuentra una excepción a esta regla cuando se trate de una
agresión a bienes del Estado, es decir, a la patria, a la esencia de la nacionalidad, al
ordenamiento constitucional, etc. En estos casos, según dicho autor, no se admitirá la
legítima defensa pues sólo caben respecto a ellos los medios institucionales previstos
en la misma Constitución.
Ello significa que la defensa debe ser necesaria, razón por la cual Bacigalupo
no habla específicamente de “legítima defensa”, sino de “defensa necesaria”. Ya
que si bien considera que la primer terminología es correcta, prefiere la segunda
porque ésta tiene en cuenta que la defensa sólo es legítima si es necesaria.
La ley exige que quien se defiende, es decir, quien está siendo agredido
ilícitamente, no haya estimulado previa y suficientemente a tal agresión. De lo
contrario, perderá su derecho de defensa completo.
El segundo y tercer párrafo del inciso 6º del Art. 34 regulan casos especiales
de: “Legítima Defensa Presunta”. Conteniendo una regla respecto a la intromisión
de un extraño en casa ajena: en estos supuestos, probados los extremos que la
ley menciona, se presume juris tantum que ha mediado legítima defensa. Se
plantea aquí una presunción legal de necesidad de defensa, aunque no lo sea,
considerada ex-post.
Finalmente analizaremos el Inc. 7º del Art. 34 del C.P., el cual versa:
JURISPRUDENCIA:
Todo el contenido teórico del tema que hasta aquí hemos venido desarrollando,
es factible de ser aplicado a casos concretos y verídicos que se han planteado en
los tribunales de nuestro país. Tan sólo a modo de ejemplo podemos citar dos de
ellos:
· agresión ilegítima,
· actualidad de la agresión,
2º Caso: “Heredia, Carlos W.” Tribunal Oral Criminal Nº 23, Bs. As.,
30/05/1996, La Ley, 1998 –E-311.
· agresión ilegítima,
Los distinguidos letrados presentes, los funcionarios que nos acompañan, los colegas
y 105 alumnos también, nuestros alumnos de la facultad local disimularán que yo
haga una especie de repaso sobre los requisitos de la legítima defensa, tal cual
figuran en el Código Penal, haciendo algunos comentarios vinculados a la introducción
que acabo de efectuar.
En primer lugar tenemos que preguntarnos el por qué la legítima defensa es una
causa de justificación. Por qué se da una circunstancia para el profano, paradójica
que alguien pueda cometer un acto típico, es decir previsto por la Ley Penal como
delito y sin embargo que no solamente resulte impune, sino que además resulte le-
gítimo su obrar. Quiere decir que alguien puede matar, por supuesto que es el crimen
más horrible, puede lesionar y puede realizar otros actos de menor entidad y cuantía
legítimamente, pero sobre todo llama la atención que se puede matar legítimamente.
Y bueno, eso causa un primer impacto, muy grande, cómo es posible que alguien esté
legitimado para matar.
El Estado no puede proteger a todos, porque evidentemente hay que, por lo menos
desde mi óptica, tener conciencia de que el Estado interviene subsidiariamente
porque todo lo profundo e importante surge de la propia sociedad.
La sociedad argentina tiene en estos momentos problemas muy serios que no son
problemas del Estado, son problemas de la sociedad y bueno, como el Estado no pue-
de acudir entonces en defensa de los intereses que están en peligro, esta institución
de la legítima defensa posibilita justificar un acto típico.
El primer problema entonces a plantear es: la inseguridad que hoy se vive en nuestro
mundo argentino, la impotencia que tiene el Estado para actuar en todos los casos la
disgregación que está sufriendo la sociedad argentina, la falta de respeto mutuo por
los derechos de cada uno. Podrían pensar que esta frontera que posibilita el articulo
treinta y cuatro del inciso sexto del código penal puede ser ampliada, o sea que
dentro de la elasticidad que tiene obviamente la interpretación de la Ley, podría el
ciudadano estar más amparado hoy para defender sus derechos por sí mismo que en
otras épocas que la sociedad tenía otras características de respeto mutuo y que el
Estado cumplía con mayor eficacia la función primordial que tiene asignada de
custodiar la tranquilidad pública.
Sin embargo a mí me parece muy peligroso que nuestro cuerpo social, nuestros
conciudadanos consideren que el ámbito de la legítima defensa está ampliado, no
puede estar ampliado, porque no solamente ninguna legislación puede interpretarse
de tal manera que se pueda evadir del límite estricto que marca la Ley, sino que
tampoco es política criminalmente aceptado que la gente se haga justicia por propia
mano.
Entonces me parece que es deber, en este caso lo asumo yo, naturalmente, pero me
parece que todos los que estamos acá en este recinto tenemos que compartir este
deber de transmitir a la sociedad un mensaje que contrariamente a lo que ocurre
cuando algunos medios de prensa se solazan con brindar una información como
aquella dramática del Ingeniero Santos, están dando la idea de un auspicio a la
defensa privada propia, a la justicia por propia mano.
Nosotros tenemos la obligación de ponerle frenos a esa actitud que puede llegar a
límites insospechados.
Pero a parte de este primer enfoque sobre la legítima defensa, por supuesto muy
sucinto, me parece primordial analizar el primer requisito de la legítima defensa, aun-
que sea el primero. El Código dice que es posible la defensa propia o de terceros,
siempre que concurran tres requisitos y el primero es agresión ilegítima y es notable,
pero lo vemos en las mesas examinadoras, en las cátedras de derecho penal, lo
vemos cuando lo interrogamos al alumno de este tema, que esa idea de agresión, la
sola palabra de agresión es conflictiva y difícil de definir, porque lógicamente cuando
alguien tiene que dar una idea de agresión, lo que puede usar son algunos sinónimos
que generalmente se circunscriben al ataque.
Sin embargo, la palabra agresión tiene una importancia muy grande en el mecanismo
de la Ley, porque según sea el concepto que se tenga de agresión, podrán o no
funcionar los otros mecanismos de la legítima defensa. Si nosotros entendemos por
agresión cualquier acto de un tercero que de alguna manera nos ocasiona algún
perjuicio, puede habilitar y dar paso a la posibilidad de que aparezcan los otros
requisitos de la legítima defensa, cualquier acto que nos moleste y esa no es la idea
de la Ley, no es la idea de la Ley que cualquier acto que no nos complazca puede dar
lugar a que se reaccione. De allí que el nivel de tolerancia de una sociedad, que la Ley
admite, puede ser buscado y encontrado solamente con el uso exacto del alcance de
la palabra agresión.
Para terminar, yo creo que para que exista agresión, el peligro que corre el bien
jurídico tiene que ser realmente importante, no cualquier circunstancia que nos des-
agrade puede ser agresión. Yo podría, para ser más claro, ejemplificar esto, pero
seguramente abusaría de la paciencia de ustedes y además del tiempo que nos
hemos asignado a cada uno.
Fundamento:
Clases:
Requisitos:
No interesa aquí que el mal mayor se haya evitado efectivamente, basta con
que la conducta típica se muestre ex ante como adecuada para evitarlo.
El mal que se quiere evitar puede provenir tanto de una fuerza de la naturaleza
como de una acción humana (antijurídica o no).
Entre las fuentes naturales generadoras del mal, se encuentran las propias
necesidades fisiológicas como el hambre o la sed. El hambre da lugar a un caso
particular de estado de necesidad, conocido como hurto famélico [5].
5°) El Mal Causado debe ser Menor que el que se quiere evitar: o dicho
de otro modo y tomando las palabras del Dr. Zaffaroni, “el bien salvado debe
ser de mayor jerarquía que el sacrificado”.
En principio, son susceptibles de ser salvados de esta manera todos los bienes
jurídicos. Sin embargo, cuando el bien en cuestión es la vida humana, el estado
de necesidad justificante no podrá amparar nunca a la conducta homicida,
porque una vida humana siempre vale para el derecho tanto como otra, no
pudiendo cuantificarse los males tampoco por el número de vidas humanas en
juego. Aunque sea una vida la sacrificada para salvar mil, lo cierto será que esa
vid ha sido usada como medio. Y, según los principios relativos a la dignidad
humana, el derecho no puede tolerar que nadie sirva como medio, ni siquiera
para salvar a otro. De allí que cuando los bienes jurídicos que colisionen en la
situación concreta sean vidas humanas, no puede imponerse otra solución mas
que el estado de necesidad “disculpante” (ver conflicto de bienes iguales).
6°) Ajenidad del autor a la Amenaza del Mal Mayor: implica que el mal
mayor no se haya introducido por una conducta del autor, en forma que, al
menos, hiciera previsible la posibilidad de producción del peligro. En
consecuencia, no puede invocar el estado de necesidad quien ha provocado en
forma intencional o culpable la situación de necesidad.
La teoría se divide entre los que consideran que un estado de necesidad propio
por colisión de intereses sólo se da cuando colisionan dos deberes de actuar, y los
que también aceptan un estado de necesidad por colisión de deberes cuando chocan
un deber de actuar y uno de omitir.
Diferencia con el Estado de Necesidad por colisión de intereses: en éste la
justificación depende de que entre los intereses en conflicto haya una diferencia
valorativa esencial a favor del interés que se salva. Mientras que en el estado de
necesidad por colisión de deberes, habrá justificación cuando en una colisión de
deberes de igual jerarquía se cumpla con uno de ellos, incumpliendo el restante.
El oficio o cargo sólo tiene efecto justificante en la medida en que imponen un
deber específico al que lo desempeña.
El ejercicio de un derecho sólo opera como causa de justificación cuando recae
sobre bienes o derechos ajenos (nunca cuando lo hace sobre bienes o derechos
propios).
El problema de colisión de intereses de igual jerarquía no aparece
expresamente resuelto en nuestro Código Penal, como ocurre en cambio en el Código
Penal Español.
Bienes amenazados:
Sólo la amenaza sobre éstos bienes puede dar lugar a una situación en la que
sea excusable la lesión de otro bien de igual jerarquía para salvar el propio.
RESUMEN:
ESTADO DE NECESIDAD
2 Formas:
Requisitos:
1°) Conocimiento de la situación de necesidad
2°) Mal.
2 Deberes Excluyentes
sacrifica.
de IGUAL jerarquía “DISCULPANTE”
Diferencia NO es
F I N