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Introducción.
En la mayoría de los casos, la descripción de los delitos contenidos en el Código Penal hace referencia a
acciones que realiza una sola persona, a quien la norma adjudica una determinada escala de punibilidad.
Así,por ejemplo, en la parte especial se tipifican los delitos de la siguiente manera: “al que matare" (art. 79.);
"el que se apoderare" (art. 164), "e. que […] obligue a otro" (art. 168), "el que defraudare" (art. 172) o "el que
falsificare" (art. 282).
Si bien, por ejemplo, un robo puede ser cometido por una sola persona, y en ese caso no existen mayores
dificultades para imputar al ladrón la autoría del tipo que describe el artículo 164. No en todos los casos es así
de sencillo, puesto que también es frecuente que el hecho sea obra de un colectivo de personas, que deciden
robar un banco acordando un plan común, en el que los participantes realizan comportamientos que permiten
sostener la concurrencia de una infracción colectiva a la norma que contiene el deber. Así, mientras la función
de uno es apoderarse del dinero, otro se encarga de reducir a la guardia, un tercero de amenazar al público, y
otro finalmente de esperar en un automóvil para que todos puedan fugarse.
Para resolver la imputación en estas clases de supuestos, el legislador ha establecido normas sobre la
participación criminal en la parte general del Código Penal desde el artículo 45 al artículo 49, que solucionan
los problemas de imputación que generan los casos en que interviene más de un protagonista en la comisión
del delito.
Así, la regulación de la participación en la parte general del Código Penal representa una extensión de
responsabilidad que, por lo mismo, es accesoria de la autoría; así, la conducta de los partícipes es accesoria
porque sólo entra en consideración cuando existe imputación que recae sobre un autor. Consiguientemente,
se trata de conductas cuya gravedad no debe ser equiparada a la de los autores.
Así, como sólo un autor realiza la acción que describe el tipo: 1) la tipicidad del comportamiento del autor de
un homicidio requiere predicar que ha realizado una acción de matar (art. 79), lo que no sucede con los
partícipes (instigadores y cómplices); 2) la del instigador requiere verificar que ha convencido al autor para que
mate (arts. 45 infiney 79); y 3) la del cómplice que ha cooperado o ayudado a matar (arts. 46 y 79).
Por ello, la escala de punibilidad del autor debería ser siempre más severa que la del partícipe, lo que no
sucede en nuestro derecho pues el arto 45, las iguala en algunos casos. De todos modos, siempre desde la
perspectiva del derecho positivo, no es posible equiparar autores y partícipes, ya que el artículo 47 obliga a
distinguir, al prever que el exceso del autor no genera responsabilidad para el partícipe. Por otra parte, si
admitimos que la conducta de un autor es más grave que la de un partícipe y consiguientemente de distinta
entidad la culpabilidad de ambos, la diferencia es necesaria para la individualización judicial de la pena.
La opinión dominante sigue el criterio de la accesoriedad limitada, en cuya virtud la participación requiere que
el hecho principal sea típico y antijurídico, pero no depende de la culpabilidad del autor. La punibilidad del
partícipe depende de la realización del tipo objetivo y de la antijuridicidad porque son características del
hecho, es decir que se trata de presupuestos de punibilidad cuya concurrencia depende de valoraciones
normativas iguales para autores y partícipes. El motivo por el que la aplicación de pena al partícipe no está
condicionada por la culpabilidad del autor principal, es que se trata de un elemento personal del delito, por lo
que se traduce en un juicio individual (por lo mismo: diferente) para cada protagonista.
Consecuentemente, para que el comportamiento del partícipe pueda ser punible, es necesario que el hecho
principal: I) haya sido cometido con dolo; II) que cumpla determinados presupuestos (externos e internos); y II)
haya alcanzado determinado grado de realización.
c) Formas de participación
Como se ha expresado anteriormente, la participación criminal se puede presentar bajo las siguientes
modalidades:
• Instigación: La instigación consistente en haber inducido al autor a cometer el hecho (art. 45 infine).
• Complicidad: En cambio, con el término complicidad se alude a quienes prestaron auxilio, cooperación o
ayudaron al autor (arts. 45, párrafo 1, segunda hipótesis, y 46).
Cabe aclarar que las reglas generales relativas a la participación criminal en derecho argentino reconocen
como
excepción expresa que "no se considerarán partícipes de los delitos cometidos por la prensa, a las personas
que solamente prestaren al autor del escrito o grabado la cooperación material necesaria para su publicación,
difusión o venta" (art. 49).El fundamento de la norma es de naturaleza constitucional ya que se trata de evitar
una forma de censura previa estableciendo una garantía de libertad de prensa y de circulación de las ideas por
escrito 194. Por ello quienes prestaren al autor de un escrito o grabado la cooperación material necesaria para
que lo publique difunda o venda, quedan fuera de las reglas de la participación.
d) Complicidad. Clases
Hay complicidad (o cooperación) cuando una persona coopera en la realización de un delito doloso, la
cooperación puede consistir no sólo en comportamientos, sino incluso en consejos que ayuden al autor. Para
que se constituya la complicidad se requiere: I) que objetivamente haya prestado una ayuda al autor; y II) que
subjetivamente haya accedido, es decir, la cooperación debe ser dolosa, debiendo el cómplice saber que
presta un aporte a la ejecución de un hecho punible. Al igual que en la instigación, la complicidad puede ser
omisiva, si su efecto fue facilitar la comisión.
En el plano subjetivo, la complicidad requiere dolo, que consiste en saber que se aporta a la ejecución de un
hecho punible, por lo que: I) No es posible la complicidad en delitos culposos; y II) tampoco es admisible la
complicidad culposa en un hecho principal doloso.
No hay complicidad posterior a la consumación, lo que permite distinguirla del delito de encubrimiento (art.
277). Sin embargo, corresponde imputar complicidad y no encubrimiento, cuando el sujeto oculta al autor
después de la consumación, en virtud de promesa anterior. La promesa anterior genera complicidad aunque
después no se cumpla, por ejemplo, porque el hecho quedó en tentativa.
La naturaleza del aporte es lo que establece la distinción entre cómplices primarios (art. 45, párr. 1, la
hipótesis) y secundarios (art. 46).
Clases de complicidad
La complicidad puede adoptar dos modalidades:
• Complicidad primaria: Hay complicidad primaria cuando se "presta al autor o autores un auxilio o
cooperación sin los cuales el hecho no habría podido cometerse" (art. 45, párrafo 1, primera hipótesis).
Sin embargo, este supuesto no debe confundirse con la coautoría funcional, ya que: I) El cómplice primario
carece de dominio del hecho, a diferencia del coautor primario que si lo posee; y II) El coautor funcional actúa
durante la etapa de ejecución del delito, mientras que el comportamiento del cómplice es anterior, pues
realiza su aporte durante la preparación del delito.
Como vemos, dos elementos caracterizan esta forma de complicidad: 1) La intensidad objetiva de su aporte al
delito: sin él el hecho no hubiera podido cometerse; y 2) El momento en que realiza el aporte: quien pone una
condición sin la cual el delito no hubiera podido cometerse sólo será cómplice si no toma parte en la ejecución,
sino sólo en la preparación Asi, por ejemplo, el gerente de un banco que brinda a los autores antes de la
ejecución la clave de la cerradura del tesoro que estos utilizarán en la ejecución del asalto, es cómplice
primario. Si en cambio, el gerente concurre con los autores a la ejecución del hecho y abre el tesoro,
aprovechando su conocimiento de la clave, será coautor.
• Complicidad secundaria: Hay complicidad secundaria cuando “cooperen de cualquier modo a la ejecución del
hecho y los que presten una ayuda posterior cumpliendo promesas anteriores" (art. 46).
El aporte del cómplice secundario puede ser realizado en cualquier etapa del delito, pero debe ser prescindible
(no indispensable), es decir que, utilizando el procedimiento de la condictio sine qua non, puede inferirse que
de no haberlo efectuado, el delito igualmente podría haberse consumado. Así, por ejemplo, salvo que la
ejecución del hecho esté condicionada por el lugar donde debe esconderse el objeto, es cómplice secundario
quien ha prometido guardar el botín, pues no condiciona la realización del robo.
Tal como expuse anteriormente, la complicidad puede ser primaria o secundaria, ambas categorías dependen
Ahora bien, para saber si es complicidad primaria o secundaria, ¿cómo se determina si la ayuda prestada es de
tal naturaleza que sin ella el delito no habría podido cometerse? Para responder a esta pregunta puede
utilizarse la fórmula de la teoría conditio sine quanon: si se elimina mentalmente la acción del partícipe y el
hecho no habría podido cometerse, estaremos ante una participación necesaria.
4) Instigación
a) Concepto. Elementos
La instigación implica una influencia psicológica, que consiste en crear el dolo en el autor, es decir, generar en
el instigado la decisión de consumar un delito doloso, siendo indiferentes los medios utilizados por el inductor,
aunque existe consenso en descartar la posibilidad de inducir por omisión.
La opinión dominante requiere un doble dolo porque el inductor quiere: I) Realizar su propio comportamiento,
aunque sea con dolo eventual; y además II) la consumación del hecho principal.
La inducción debe estar dirigida a un sujeto determinado, a quien se convence para que realice un delito
también determinado, sin que sea necesaria una total precisión del hecho. Se puede admitir una cadena de
inducciones, pero sólo cabe imputar instigación a los intervinientes de cuya voluntad el autor principal u otro
inductor hicieron depender su decisión.
-Medios: Los medios por los cuales se crea en otro el dolo del hecho son indiferentes, así, son medios
adecuados los beneficios prometidos o acordados, al autor como la coacción u otra amenaza, mientras el
autor, naturalmente, no pierda el dominio del hecho, pues en este caso estaríamos ante un supuesto de
autoría mediata. De todos modos se requiere en todos los casos una concreta influencia psicológica. Como
vemos, los medios utilizados por el inductor son indiferentes, aunque existe consenso en descartar la
posibilidad de inducir por omisión
-Elementos: Según Bacigalupo, la punibilidad del instigador depende que: I) Que el instigado no estuviere ya
con anterioridad a la consumación del delito; y II) Que el instigado dé por lo menos comienzo al hecho.