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TEMA 6. EL TIPO DOLOSO DE ACCIÓN.

1. INTRODUCCIÓN.
Derivado del carácter preventivo del Derecho Penal, al tipo se le asigna una función de motivación. Eso
supone que a él habrán de dirigirse todos aquellos elementos que integran la conducta cuya no comisión se
quiere y puede motivar. La cuestión de qué es lo que pertenece al tipo es una cuestión vinculada a qué es
lo que el legislador puede evitar. Sólo lo que se pueda evitar es susceptible de prevenirse y, por tanto, de
definirse como prohibido a través del tipo.

La inclusión del dolo y la imprudencia en el tipo se deriva de un planteamiento funcional vinculado a la


utilidad que se pretende conseguir a través del tipo: evitar conductas que afectan gravemente a los bienes
jurídicos más importantes. Este rasgo de “evitabilidad” sólo es predicable de los comportamientos dolosos
y los imprudentes. En ambos hay una actitud del sujeto respecto a la lesión o puesta en peligro de bienes
jurídicos que ha causado objetivamente su conducta.

En las conductas dolosas, el sujeto actúa con la finalidad y la voluntad de causar esa lesión. La posibilidad
de motivación es total.
En las conductas imprudentes, el autor ni busca ni pretende lesionar el bien jurídico, pero el descuido de su
comportamiento lo genera. Las posibilidades de motivación se reducen, pero se proyectan sobre la
exigencia del cuidado debido para evitar resultados no buscados ni deseados.

El Código Penal expresa esta restricción de las conductas prohibidas a las dolosas y las imprudentes en el
art. 5, al vincular la imposición de una pena a la constatación de una de esas dos situaciones subjetivas:
“No hay pena sin dolo o imprudencia”.

Las conductas descritas en los tipos de la parte especial son o bien dolosas o bien imprudentes, sin que
quepa otra modalidad subjetiva de imputación típica. No son conductas prohibidas aquellas en las que no
medie dolo o imprudencia. Así, el Código Penal intercepta cualquier hueco de responsabilidad objetiva:
todos los tipos de la parte especial se clasifican subjetivamente en una de esas dos categorías, dolo o
imprudencia.

Se trata de conductas que responden a normas de diferente estructura, de ahí que entre ellas el desvalor
sea también diferente. Los delitos dolosos expresan una conducta que se dirige voluntariamente a actuar
en contra de la norma imperativa que prohíbe atentar contra los bienes jurídicos.
Los delitos imprudentes constituyen infracciones a las normas de cuidado que generan esos resultados no
buscados ni queridos por el autor.

Entre ambos, la diferencia no está en el desvalor de resultado, que insistimos, puede ser el mismo o hasta
más grave en el delito imprudente, sino en el desvalor de la acción, pues los delitos dolosos se construyen
sobre vulneraciones a las normas prohibitivas y los delitos imprudentes a las normas de cuidado.
Para poder avanzar en el análisis de tipicidad de una conducta y así decir de ella es una conducta contraria
a derecho, es preciso que la realización de la acción penalmente relevante vaya acompañada de una actitud
subjetiva del sujeto respecto a ella: que o bien se realice dolosamente, o bien imprudentemente. Ambas
modalidades subjetivas dan lugar a formas típicas: el delito doloso y el delito imprudente.

La identificación de estos elementos en los tipos se realiza empleando una técnica jurídica basada en
criterios de economía legislativa. El Código Penal expresa en su art. 12 que: “las acciones u omisiones
imprudentes sólo se castigarán cuando expresamente lo disponga la Ley”. Eso supone que los tipos serán
imprudentes sólo en los casos en los que de manera expresa se haga constar esta cualidad, así que, si nada
se indica, por deducción, los tipos serán dolosos.

No obstante, de modo excepcional, algunos tipos sí aluden directamente al dolo, o al menos a alguno de
sus elementos en los que se requiere actuar “a sabiendas” y que determinan un dolo especialmente
reforzado, que limita las posibilidades de aplicación del dolo eventual.

Para apreciar la concurrencia del tipo subjetivo doloso basta con constatar el dolo en la conducta del
sujeto. En todo caso, hay algunos delitos en los que el tipo subjetivo requiere la constatación de una actitud
subjetiva específica, más allá del dolo y cuya ausencia determina la atipicidad de la conducta.

2. CONCEPTO DE DOLO.
¿Qué es el dolo? En la actualidad el dolo se define como la conciencia o conocimiento y la voluntad por
parte del sujeto activo de la realización de los elementos del tipo objetivo.
No habrá dolo y se excluirá la aplicación del tipo doloso cuando el sujeto desconozca alguno de esos
elementos, si bien esta situación puede generar lo que se denomina un error de tipo, que puede tener
consecuencias punitivas.
Aunque el dolo es un concepto general, aplicable a todos los tipos penales definido como conocer y querer
los elementos del tipo objetivo, su análisis y constatación requiere una concreción para cada tipo penal
doloso; es decir, cada uno de los delitos tiene su propio dolo que exige que el sujeto conozca y quiera cada
uno de los elementos que componen específicamente el tipo objetivo de que se trate. Así, en el homicidio,
el dolo supone conocer y querer la causación de la muerte de otra persona; en las lesiones, el dolo es
distinto y requiere conocer y querer la producción de un menoscabo a la salud de un tercero.
Esta especificidad del dolo plantea un importante problema probatorio. Estamos ante un elemento interno,
vinculado a la actitud del sujeto respecto a su conducta, por lo que con base al derecho constitucional de
defensa del acusado (art. 24 CE), éste siempre va a tratar de enmascararlo para buscar soluciones más
propicias punitivamente. Así, quien dispara a otro con intención de matarle, pero sólo le hiere gravemente,
dirá que el disparo fue fortuito o como mucho, un descuido. El tipo subjetivo doloso requiere en cada caso
la constatación de que el sujeto conoce y quiere todos los elementos particulares del tipo objetivo en
cuestión y para ello, la jurisprudencia recurre a la prueba de indicios, tomando siempre como referencia
elementos externos.
La falta de ese dolo específico va a determinar la atipicidad de la conducta: si no se constata el dolo
específico de matar, será atípico el homicidio intentado, si bien puede que subsistan las lesiones dolosas.
También puede ocurrir que esa falta del dolo específico requerido en el tipo genere un supuesto de error
de tipo: el sujeto quiere producir el aborto de una mujer y así lo hace (realiza un aborto doloso) pero no
sabe que con su acción le está causando unas lesiones. La falta de dolo específico a las lesiones podría dar
lugar a un error de tipo.
El dolo es un “dolus bonus” o “dolo natural”, que no exige que el sujeto conozca que lo que realiza es
antijurídico. En el caso de que un sujeto actúe sin conocer que lo que realiza es un hecho prohibido por el
Derecho Penal, su conducta seguirá siendo típicamente dolosa y subsistirá, en consecuencia, la pena
prevista en el tipo doloso de que se trate. Sólo cuando el desconocimiento de la ilicitud no hubiera podido
ser evitado, la pena se excluye en atención a la nula culpabilidad que muestra el sujeto. También por esto,
un menor o un inimputable pueden actuar con dolo y realizar la conducta típica, aunque luego estén
exentos de pena por carecer de culpabilidad.
Es conveniente insistir en este carácter “neutral” del dolo, que hace que se le denomine “dolo natural o
dolo bueno”, porque no requiere ningún juicio sobre la percepción de la ilicitud de la conducta por parte
del sujeto. Si se exigiera el conocimiento de la antijuricidad como elemento del dolo, estando este en el
tipo, se incurriría en un defecto sistemático importante, ya que aún el análisis de contrariedad a derecho de
la conducta nose ha completado. Esto solo sucederá una vez constatada la ausencia de causas de
justificación, de manera que es incoherente plantear si el sujeto conoce o que su conducta es antijurídica si
resulta que pudiera no serlo por estar amparada por una causa de justificación.

Elementos del dolo.


De la definición de dolo, conocer y querer los elementos del tipo objetivo, se desprende que tiene un doble
contenido:
 Elemento cognoscitivo o intelectivo: el sujeto ha de tener conocimiento de todos los elementos del
tipo objetivo, especialmente la acción y su resultado, la conexión causal entre ambas, sujetos, objeto,
elementos descriptivos y normativos de la conducta, modos de comisión…
El conocimiento exigido por el dolo ha de reunir unas características:
a) Ha de ser actual: es decir ha de referirse al momento de ejecución de la acción típica.
b) Ha de ser un conocimiento real: no basta un conocimiento potencial (el que podría haber tenido si
hubiera advertido el peligro, o el que hubiera tenido si hubiera tenido la precaución de asegurarse
de ciertos extremos.
c) No ha de ser un conocimiento exacto y exhaustivo de todos los elementos requeridos por el tipo
objetivo, que llegue a percibir incluso detalles técnicos de los tipos, sino que basta con un
conocimiento medio, el que se puede exigir a cualquier sujeto de características similares al sujeto
activo acerca de la significación social, natural o jurídica de tales elementos.
La falta de conocimiento de alguno de los elementos del tipo determina la ausencia del dolo y, en
definitiva, la atipicidad de la conducta. Por ejemplo, el sujeto que introduce en su cartera el ordenador
portátil de su compañero de mesa, que es idéntico al suyo, y no se percata que está sustrayendo algo
ajeno. Ahora bien, esta ignorancia o errónea representación de la realidad en la que se encuentra
puede tener en ocasiones consecuencias jurídicas, pues es posible que al sujeto se le reproche la falta
del cuidado preciso para haber advertido el error en el que se encuentra y haber salido de esa
ignorancia.
 Elemento volitivo: el sujeto actúa con voluntad cuando, conociendo los elementos del tipo objetivo,
quiere actuar; quiere realizar esos elementos. La voluntad de realización implica que el sujeto, sobre la
base del previo conocimiento de los elementos del tipo objetivo, se decide a actuar.
El elemento volitivo se superpone al intelectivo, pues sólo se puede querer hacer aquello que se
conoce. La voluntad implica que el sujeto lleva a cabo la decisión de realizar la conducta, aceptando las
consecuencias de su acción. Voluntad es “aceptar”, “decidirse por” la realización de aquello que
previamente se conoce. Lo que no es equiparable a la voluntad es la apreciación de móviles o deseos
por parte del sujeto activo.
Puede que quien sabe que está matando a otra persona y pese a todo lo hace, no esté disfrutando con
su acción; pero la realiza. Puede que lo haga por rencor o por un ajuste de cuentas. Si sabiendo lo que
está haciendo quiere hacerlo, basta con eso para que haya “voluntad”.
La voluntad, y el dolo, es independiente de los deseos o móviles que llevan al sujeto activo a actuar y
que en un “derecho penal de hechos” y no “de autor” sólo tienen relevancia típica en casos reducidos,
como por ejemplo en algunas circunstancias agravatorias o en determinados elementos subjetivos del
injusto. Los deseos o móviles del autor no integran el dolo y tampoco lo excluyen.
Si alguien actúa con el deseo de reírse de aquel a quien está lesionando, ese animus iocandi no impide
que se siga calificando la conducta como dolosa, independientemente del deseo que mueve al sujeto
en su actuación.

3. CLASES DE DOLO: EL DOLO DIRECTO, EL DOLO EVENTUAL.


4. EL ERROR DE TIPO Y LA AUSENCIA DE DOLO.
Si el dolo supone el conocimiento y la voluntad de realizar los elementos del tipo objetivo, la falta de
conocimiento o la ignorancia de alguno de esos elementos producirá una ausencia de dolo. Si en un caso
concreto no opera el elemento cognoscitivo o intelectivo respecto de alguno de los elementos del tipo
objetivo, no podrá apreciarse el dolo en la conducta. No puede haber elemento volitivo, porque no se
puede querer o aceptar lo que no se conoce.
Esta ausencia de dolo da lugar al error de tipo: es el desconocimiento o conocimiento equivocado de
alguno de los elementos del tipo objetivo. Son, por ejemplo, los casos de quien desconoce que está
llevándose un objeto ajeno.
De acuerdo con la configuración del dolo como “dolo natural”, en el que carece de relevancia la percepción
acerca de la ilicitud de la conducta que el sujeto haya tenido, el error de tipo nada tiene que ver con las
situaciones en las que el conocimiento del sujeto acerca de la situación típica es perfecto, pero yerra en el
conocimiento de la oposición de derecho de la misma. Por ejemplo, sujeto que desconoce que negarse a
someterse a la prueba de alcoholemia es delito (art. 383CP). Este error acerca de la ilicitud del hecho
constituye el error de prohibición.
Si el dolo supone un conocimiento de todos los elementos del tipo objetivo, especialmente la acción y su
resultado, la conexión causal entre ambas, sujetos, objeto, elementos descriptivos y normativos de la
conducta… el error puede versar sobre cualquiera de estos extremos.
Puede ser un error sobre aspectos descriptivos: por ejemplo, desconoce que está disparando a una
persona, y cree que lo hace sobre un animal.
O puede ser un error sobre elementos normativos, tan presentes en los tipos: como es el error sobre el
carácter ajeno de la cosa respecto a los delitos de hurto o robo.
En cualesquiera de esos casos, el error impide apreciar el dolo, excluye la aplicación del delito doloso y
configura una situación de error de tipo.
El tratamiento jurídico-penal del error se contiene en el art. 14 CP, en el cual se contiene un tratamiento
separado del error de tipo y del error de prohibición.
Art. 14 CP:
1. El error invencible sobre un hecho constitutivo de la infracción penal excluye la responsabilidad
criminal. Si el error, atendidas las circunstancias del hecho y las personales del autor, fuera vencible,
la infracción será castigada, en su caso, como imprudente.
2. El error sobre un hecho que cualifique la infracción o sobre una circunstancia agravante, impedirá su
apreciación.
3. El error invencible sobre la ilicitud del hecho constitutivo de la infracción penal excluye la
responsabilidad criminal. Si el error fuera vencible, se aplicará la pena inferior en uno o dos grados.
El CP asigna diferentes consecuencias al error según sea vencible o invencible.
- Será vencible si adoptando una diligencia media, la que desplegaría un hombre de similares
características al autor, éste hubiera podido percatarse de la situación real y salir de su ignorancia.
- Será invencible si pese a haber adoptado el cuidado debido, el error subsistirá igual y el sujeto
permanecería en esa ignorancia.
Los dos primeros párrafos del art. 14 CP atienden al error del tipo, pero el primero se ocupa de los casos de
error sobre un elemento esencial, mientras que el segundo se refiere al error sobre un elemento accidental
de carácter agravatorio.
✓ Error de tipo sobre un elemento esencial: excluye la responsabilidad penal, por falta de dolo,
cuando es invencible. En tal situación, la conducta deviene absolutamente atípica por falta de tipo
subjetivo. En cambio, se mantendrá la calificación como delito imprudente cuando se constate la
posibilidad de superar esa situación de error de haberse adoptado la diligencia necesaria.
Desaparece el dolo, pero subsiste la forma subjetiva de imputación de responsabilidad, la
imprudente. En el caso de que el delito correspondiente no tuviera su variante imprudente, la
conducta resultará atípica, por ausencia de tipo subjetivo aplicable y quedará impune.
Por ejemplo: padece un error invencible aquel en el que se encuentra la enfermera que cree que
suministra su fármaco habitual al paciente, cuando en realidad está inyectando una sustancia letal
que ha preparado un médico compañero. Su conducta será absolutamente atípica por falta de dolo.
Pero será vencible el error en el supuesto del cazador que dispara a una persona pensando que es
un animal, pues el cuidado medio exige no disparar hasta no ver la pieza con claridad. Tampoco aquí
se da el tipo subjetivo de homicidio doloso, pero subsiste la aplicación del delito de homicidio
imprudente (art. 142 CP).
El problema se plantea en esos casos en los que el tipo impudente no existe, por lo que se abocan a
la impunidad los casos de error de tipo vencible. Así, si el sujeto desconoce que se está llevando un
ordenador portátil de un compañero, pues lo confunde con el suyo propio, que es idéntico, la
conducta será atípica subjetivamente, tanto dolosa, como imprudentemente, ya que la variante de
la imprudencia no existe en el delito de hurto.
✓ Error de tipo sobre un elemento accidental de carácter agravatorio: no será apreciable ese
elemento agravatorio y subsistirá el tipo doloso básico, a salvo, de que se pudiera predicar un dolo
eventual a esa cualificación. Se aplicará el delito en su modalidad básica, es decir, sin agravar o
cualificar.
Por ejemplo: si un sujeto sustrae de la pequeña ermita de su pueblo un cuadro del altar que resulta
ser una obra de Velázquez y, por lo tanto, tiene un valor incalculable, el error impedirá que se
aprecie el hurto agravado que objetivamente se produce (art. 235.1 CP) y solo será de aplicación el
tipo doloso básico (art. 234 CP). ¿Y si es al revés?: El autor cree falsamente que sustrae una obra
artística de gran valor, pero en realidad lo que se lleva es solo una copia. El error será irrelevante y
solo cabra el castigo por el delito básico, que es el que objetivamente existió, mientras que la
circunstancia agravatoria en realidad jamás sucedió y su presencia solo fue un “deseo” de autor.

Casos especiales de error.


El error puede recaer sobre cualquiera de los elementos típicos (sobre la acción, sobre el resultado, sujetos,
objeto…) y la solución general es la que se ha indicado en el epígrafe anterior. Existen algunos supuestos
específicos de error, que requieren alguna reflexión añadida para su correcta solución jurídica.
 Error sobre el objeto de la acción (error vel in objecto vel in persona).
El sujeto yerra sobre el sujeto o el objeto material sobre el que recae la acción. En principio, tal error es
irrelevante; por ejemplo, confundir la identidad de la víctima (creer que se secuestra a “A”, pero es “B”,
de gran parecido físico) no tiene consecuencias, porque el bien jurídico afectado tiene idéntica
valoración: el mismo valor tiene la libertad de una persona que la de otra. Es también irrelevante el
error en el objeto de la acción.
Puede que los objetos o los sujetos sobre los que versa el error tengan alguna cualidad que los
especialice y les dote de una valoración diferente. El error sí tendrá relevancia, ya que los sujetos de la
acción tienen diferente valor jurídico. Por ejemplo, un sujeto quiere matar al perro del vecino que tanto
le molesta con sus ladridos y cuando una noche cree que el perro está dormido, le dispara un dardo
venenoso, pero se equivoca y a quien mata es a una persona. En este caso, son dos bienes jurídicos
afectados: respecto al perro, la propiedad ajena; respecto a la persona fallecida, la vida.
Mayoritariamente se viene calificando esa situación como concurso ideal de delitos entre tentativa del
delito que se buscaba y el delito imprudente efectivamente cometido.
Sin embargo, esa solución consta de un defecto importante: califica como tentativa un supuesto en que
el bien jurídico no ha sido puesto ni siquiera en peligro, sino que su menoscabo es sólo un deseo o la
voluntad del autor, que no va acompañada de hechos aptos para ello, aunque esa inidoneidad se
constata ex post.
 Error sobre la relación de causalidad: desviación de cursos causales.
 Error sobre presupuestos fácticos de una causa de justificación.
Se trata de un supuesto cuyo tratamiento como error de tipo está bastante cuestionado.
5. LOS ELEMENTOS SUBJETIVOS DEL INJUSTO.
Como regla general, para apreciar la concurrencia del tipo subjetivo doloso basta con constatar el dolo en la
conducta del sujeto. Para que se complete la tipicidad subjetiva, hay algunos delitos en los que el tipo
demanda una actitud subjetiva específica, además del dolo y cuya ausencia determina la atipicidad de la
conducta. No basta con un conocimiento y voluntad de realizar todos los elementos del tipo objetivo, sino
que junto a ello se exige que el sujeto persiga con su conducta unos fines, motivos, propósitos o
intenciones específicas: son los elementos subjetivos del injusto, que se expresan mediante fórmulas como
“ánimo de lucro”, “fin de obtener un beneficio para sí o para un tercero”, “propósito de obtener una
información” …
Mediante ellos, el legislador restringe el alcance de los tipos, puesto que, si no se dieran, la conducta será
impune. Puede que exista el dolo del delito que se trate y, sin embargo, ser atípica la conducta si falta el
elemento subjetivo exigido por el tipo. Por ejemplo, no habrá tipo de hurto si falta el ánimo de lucro (si
bien pudiera suceder que la conducta se recondujera a otro tipo penal: si lo que se sustrae es un vehículo
con el propósito de devolverlo pasado un rato, se realizará el tipo doloso del art. 244 CP, relativo al hurto de
uso).
Con carácter general, se trata de elementos que se mencionan expresamente en el tipo, pero algunos los
llevan incorporados de manera implícita y se derivan del contenido del bien jurídico y del alcance del
propio tipo.
La presencia de estos elementos es decisiva para la tipicidad subjetiva de la conducta, pero de cara a la
consumación, es irrelevante que se alcance esa intención o finalidad que ha movido la actuación del autor:
no es necesario que el ladrón se lucre de lo sustraído, pues puede que lo pierda; ni es necesario para el tipo
de abusos sexuales que el ginecólogo obtenga el placer sexual que buscaba con la exploración de su
paciente. Si estos móviles se llegan a satisfacer, estaríamos hablando de agotamiento del delito, pero el tipo
subjetivo no los exige, ni tampoco la consumación.
Tomando como criterio los elementos subjetivos, dispersos a lo largo de plurales tipos penales, existen
diversas clases de delitos:
a- Delitos de intención o tendencia interna trascendente.
b- Delitos mutilados en dos actos.
c- Delitos de resultado cortado, aunque más bien los dos últimos son una modalidad específica del
primero.
 Delitos de intención o tendencia trascendente: son una categoría amplia en la que se pueden incluir
todos aquellos tipos que exigen que el autor actúe por un motivo cualquiera o buscando una finalidad
que trasciende la mera realización del dolo.
Otros ejemplos de elementos de intención expresos: ocultar, alterar o inutilizar el cuerpo, los efectos o
los instrumentos de un delito, “para impedir su descubrimiento” en el delito de encubrimiento o el
“ánimo de lucro” del hurto, robo o estafa.
 Delitos mutilados en dos actos: aquellos en los que el autor actúa con la finalidad de poder realizar él
mismo otro acto posterior. Para que se consume el tipo no es necesario que ese acto posterior se haya
llegado a ejecutar, pero subjetivamente sí hay que constatar que se actuaba con el propósito de realizar
ese otro acto.
 Delitos de resultado cortado: son aquellos en los que la acción va dirigida a obtener un resultado
adicional ulterior. A diferencia de los anteriores, ese objetivo posterior no requerirá que el sujeto realice
posteriormente ninguna otra acción, sino que en sí misma, la acción inicial va encaminada a obtener
una consecuencia que excede del ámbito de actuación del autor.
La satisfacción del propósito perseguido es irrelevante para conformar el tipo subjetivo; éste se
completa con la prueba de que el autor buscaba la confesión o la información, pero es irrelevante a
efectos de la tipicidad dolosa consumada si finalmente la víctima la ha proporcionado o no.

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