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PRESENTADO A:
Prof. Manuel Francisco Espinal
PRESENTADO POR:
Alondra Cruz Pichardo
MATRICULA:
100514319
ASIGNATURA:
Derecho Penal General II
TEMA:
El Tipo Subjetivo
Para que podamos atribuir carácter delictivo a una acción u omisión es preciso que
concurran también determinados elementos de naturaleza subjetiva, que aparecen a lo
largo de los diferentes escalones del sistema del delito. Partiendo del concepto
dogmático de delito como acción típica, antijurídica yculpable, ya la misma existencia
de un comportamiento humano accion, presupone 141 que los movimientos corporales
han sido realizados voluntariamente.
Para poder estar ante una conducta contraria a las normas penales, acción típica, ésta
deberá haber sido realizada con dolo o, al menos, de modo imprudente. por último, para
poder hacer responsable al agente de dicha acción, es preciso que haya actuado
culpablemente, con capacidad de motivación y conociendo la antijuridicidad del hecho.
la relación entre los citados elementos subjetivos de los tres estratos del delito opera a
modo de círculos concéntricos, en el sentido de que la afirmación del dolo presupone la
de una acción voluntariamente realizada y, a su vez, la culpabilidad sólo cabe plantearse
una vez afirmado un previo conocimiento (o conocimiento potencial) de los efectos de
la acción.
El Dolo
El dolo puede definirse como el conocimiento y voluntad de realización de los
elementos del hecho típico. Ahora bien, dicha de- finición responde a la noción de dolo
neutro que mayoritariamente viene siendo manejada por la teoría del delito en la
actualidad, tras la aparición de la corriente dogmática del finalismo (abanderada en su
origen por hans Welzel) y el abandono de una sistemática clásica de cor te causalista.
Así, desde el actual sistema del delito, el dolo –y la imprudencia- pasa a formar parte de
la tipicidad y deja de entenderse como un dolus malus, que formaba parte de la
categoría de la culpabilidad y en el que quedaba también incluido el conocimiento de la
antijuridicidad.
de este modo, los aspectos subjetivos del ilícito penal pasan a dividirse en las dos
categorías básicas del delito –tipicidad y culpabilidad-, del siguiente modo:
1- En la tipicidad: dolo / imprudencia (conocimiento real o potencial de los ele- mentos
objetivos del delito)
2- En la culpabilidad: conocimiento de la prohibición de la conducta. en cualquier caso,
la citada definición – caracterizada por las notas de la voluntad y el cono- cimiento - no
es quizá representativa de la institución del dolo en su globalidad, pues, según qué
concepción del mismo se sostenga, al menos en la modalidad de dolo eventual el
elemento de la voluntad de realización apenas jugará papel alguno; expresado en otros
términos: que será posible afirmar la existencia de dolo sin que concurra dicha voluntad.
Tradicionalmente, el dolo ha venido recibiendo una clasificación tripartita, divi- dida en
las siguientes modalidades:
a) dolo intencional (o directo de primer grado)
b) dolo directo (de segundo grado o de consecuencias necesarias) c) dolo eventual.
La primera (llamada teoría de la voluntad) pone el acento en la voluntad como
elemento central del dolo, y asume, por tanto que, sin voluntad no hay dolo, por lo que
también el dolo eventual precisa de una voluntad dirigida al resultado.
La segunda (teoría de la representación) sitúa al conocimiento como elemento
central, e incluso único, del dolo, en la consideración de que la voluntad de realización
del resultado no concurre en el dolo eventual, pero ni siquiera se da en el dolo directo de
segundo grado.
Dolo eventual. El dolo eventual es la modalidad más relevante del dolo a efectos
prácticos, porque determina el límite con la imprudencia, que conllevará una pena
inferior.
Dicha delimitación presenta por lo demás no poca complejidad, existiendo diversas
posturas doctrinales. Por ello, es preferible comenzar con una definición de mínimos, en
la que todos los sectores coincidirían, para ir concretándola a continuación.
El dolo eventual se caracteriza porque al autor se le presenta la posibilidad la
eventualidad- de que el resultado se produzca, y aun así actúa.
Con esta definición pueden trazarse claramente las diferencias con el dolo
directo, que radican en una mera cuestión de grado de conocimientos: mientras en el
dolo directo el autor se representa la producción del resultado con práctica seguridad
(con su actuar el resultado se producirá necesariamente), en el dolo eventual se
representa la producción del resultado como posible, o probable, sin alcanzar el grado se
práctica seguridad que define a la modalidad anterior. No obstante, tal definición de
mínimos no es apta para delimitar el dolo eventual de la imprudencia consciente, pues
ésta se caracteriza igualmente por actuar con la representación de un resultado posible.
La teoría de la representación
Ejemplo: El medico deja por descuido una gasa dentro del cuerpo del paciente
después de la operación, sin apercibirse de ello. El paciente sufre una
infección y muere.
Tal deber de previsión del peligro es que resulta infringido en la llamada imprudencia
inconsciente. En esta modalidad de la imprudencia, como ya hemos afirmado, el autor
no prevé la situación de riesgo, si bien cabe atribuirle la vulneración de un deber de
cuidado porque ese riesgo resultaba previsible para cualquier persona situada
en su lugar, con lo que también él podría haberlo previsto (y, con ello, evitado el
resultado) si hubiera prestado la atención debida.
Por ejemplo, puede haber casos en los que la ausencia de representación del peligro
concurrente en la acción (culpa inconsciente) pueda deberse a una grave desatención
de las normas más básicas de cuidado propias del ámbito social donde el sujeto actúa.
O, como afirma Peñaranda, “una inconsciente desatención del cuidado debido
puede ser calificada de grave y, a la inversa, puede ser leve la infracción del cuidado
debido aunque medie una abstracta conciencia del riesgo”.
“si las heridas o los golpes inferidos voluntariamente han ocasionado la muerte del
agraviado, la pena será de trabajos públicos, aún cuando la intención del ofensor no
haya sido causar la muerte de aquél”. Tal regulación específica implica que la solución
del concurso no sería aplicable, puesto que entraría en aplicación directamente la
regulación específica, que, al conllevar una pena superior a la de las lesiones, abarcaría
todo el desvalor del hecho. Ahora bien, a los efectos de la interpretación correcta de ese
precepto, es importante poner de relieve dos cosas.
EL ERROR DE TIPO
El error de tipo consiste en el desconocimiento por parte del agente de alguno
o algunos de los elementos descritos en el tipo. Así, si el dolo se define precisamente
en virtud del conocimiento de los elementos del tipo, el error de tipo constituye su
reverse, y excluye por tanto el dolo.
Ejemplo: Error de tipo: A compra una pistola y decide probarla disparando contra
la pared de una cabaña abandonada que ha encontrado paseando por la montaña. Los
disparos de A causan la muerte de un vagabundo que se había refugiado en la cabaña y
que dormía en ese momento.
El error puede referirse a cualquier elemento del tipo, también, por tanto al objeto
de ataque, o al curso causal. No obstante, estos casos presenta particularidades
especiales que hacen aconsejable su examen por separado.
Error in objecto - in persona
Los supuestos de error in objecto (o in persona) se caracterizan porque el autor
confunde el objeto de ataque, dirigiendo su acción contra un objeto (o una persona)
distinto del que pretendía.
Ejemplo: A prepara una bomba y la pone el coche de su enemigo para que estalle
cuando éste encienda el motor. En lugar de hacerlo éste, lo hace su hijo, muriendo a
consecuencia de la explosión.
Junto a los casos ya analizados, pueden también producirse desviaciones del curso
causal con respecto a lo representado por el dolo del autor referidas al momento en que
se produce la consumación del hecho, pudiendo darse tanto el caso en que el resultado
se produce antes de lo esperado por el autor, como casos en los que se produce después.