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El documento resume las contribuciones de Hull y Spence a la teoría del aprendizaje. Hull propuso un modelo matemático basado en la disminución del impulso. Más tarde introdujo un factor adicional, el incentivo, reconociendo que factores externos también influyen en la motivación. Spence modificó la fórmula de Hull para hacer que la relación entre el impulso y el incentivo fuera aditiva en lugar de multiplicativa. Ambos recibieron críticas sobre sus conceptualizaciones del impulso y el refuerzo.
El documento resume las contribuciones de Hull y Spence a la teoría del aprendizaje. Hull propuso un modelo matemático basado en la disminución del impulso. Más tarde introdujo un factor adicional, el incentivo, reconociendo que factores externos también influyen en la motivación. Spence modificó la fórmula de Hull para hacer que la relación entre el impulso y el incentivo fuera aditiva en lugar de multiplicativa. Ambos recibieron críticas sobre sus conceptualizaciones del impulso y el refuerzo.
El documento resume las contribuciones de Hull y Spence a la teoría del aprendizaje. Hull propuso un modelo matemático basado en la disminución del impulso. Más tarde introdujo un factor adicional, el incentivo, reconociendo que factores externos también influyen en la motivación. Spence modificó la fórmula de Hull para hacer que la relación entre el impulso y el incentivo fuera aditiva en lugar de multiplicativa. Ambos recibieron críticas sobre sus conceptualizaciones del impulso y el refuerzo.
Hull desarrolló un modelo lógicomatemático, sobre el aprendizaje, asentado en la disminución del impulso. La noción del término impulso fue influida por los siguientes sucesos: a) El evolucionismo de Darwin: se trata de un modelo de supervivencia, donde, la motivación se desarrolla para satisfacer las necesidades básicas. b) El concepto de homeostasis de Walter Cannon: las necesidades primarias son las encargadas de generar impulsos, y estos desencadenan conductas para restituir el equilibrio del organismo. c) El mecanicismo E-R de Watson: descarta los términos mentalistas de expectativa, propósito o cognición. d) La Ley del Efecto de Thorndike (1913): esta ley considera el término consecuencia satisfactoria, circunstancial a la respuesta (antecesor al termino refuerzo). De hecho, incorpora el término de refuerzo en dos sentidos, mediante el uso del término de hábito, donde las conductas aprendidas serán más constantes cuando estas se encuentren acompañadas de un refuerzo, y el término refuerzo como la eliminación de la necesidad. Para Hull un estado de carencia de factores primarios (p. ej., la comida) produce un estado de necesidad –hambre– que, activa un impulso que, a su vez, desencadena una serie de conductas. El hábito se formará a partir de la asociación entre los estímulos y las respuestas, que constituye la base del comportamiento. La conducta motivada depende de dos componentes: la motivación (impulso) y el aprendizaje (hábito). La siguiente fórmula recoge dicha idea: H * D. La relación entre ambos componentes es multiplicativa, por lo que si uno de los componentes es cero no se originaría la conducta. Los indicadores experienciales de la intensidad del hábito son: el número de pruebas en los que se ha reforzado la respuesta, de modo que, a mayor número de pruebas mayor fuerza del hábito El impulso refiere un estado de necesidad del organismo, que es manipulado, de acuerdo a los niveles de privación o saciación del individuo. Para este autor, el impulso como motivo alude solo a las necesidades básicas. Por otra parte, la conducta motivada se ejecutará cuando el impulso es elevado y el hábito haya sido fortalecido, a través del reforzamiento. Otra aportación notable fue la proposición del impulso generalizado, para referirse a un estado del organismo, con cabida de activar diferentes conductas. Sin embargo, el impulso inespecífico de Hull permite la activación una conducta, pero no la dirige. Los resultados de diversas investigaciones exhibieron la insuficiencia de los dos componentes propuestos Para enmendar la utilidad de su modelo, el autor propuso un factor adicional, el incentivo (K). Hull considera que las características del objeto meta, también influyen en la motivación del organismo. La nueva formulación sería la siguiente: H * D * K. Es decir, la conducta motivada depende de la fuerza del hábito, la fuerza del impulso y del valor de incentivo del objeto meta. La diferencia primordial entre ambas formulaciones es que, en la primera, Hull considera que la motivación es la consecuencia de factores internos al organismo; mientras que, en la segunda, depende tanto de factores internos como externos. Spence fue el discípulo de Hull comisionado a continuar con su formulación teórica. Este inserto una modificación en la formulación general de Hull, conceptuando que la relación entre el impulso y el incentivo era aditiva y no multiplicativa; es decir, la influencia del valor asignado al incentivo, sobre la realización de una conducta, sería independiente del estímulo: H * (D + K). La diferencia entre Hull y Spence se encuentra en el planteamiento del impulso. Para Hull es ineludible la existencia del impulso para originar la conducta; desde la concepción de Spence, no es un factor indispensable, siempre y cuando exista el incentivo. Hull y Spence, recogieron diversas críticas, por sus respectivos planteamientos teóricos, especialmente, se hacía referencia a los siguientes apartados: a. La falacia nominal del impulso. Se presenta una confusión entre la descripción y explicación de una noción. b. La concepción de refuerzo en términos de reducción del impulso. Los trabajos elaborados por Sheffield y colaboradores (Sheffield y Roby, 1950; Sheffield, Wulff y Backer, 1951) corroboran que la incitación del impulso puede desempeñar un papel reforzante, de la misma forma, que la disminución del mismo. De acuerdo con lo dicho, Olds y Milner (1954) manifestaron que la estimulación, inducida en determinadas zonas cerebrales, podía incitar a los organismos a efectuar determinadas conductas. Así como los trabajos de Berlyne, sobre la ocupación motivadora de la novedad y la incertidumbre al provocar un incremento en el nivel de activación del organismo, con el fin de alcanzar un nivel óptimo del mismo. Por su parte, Hebb (1955) indico que un incremento en los niveles bajos de activación es percibido como agradable por el organismo; mientras que, si partimos de niveles de activación muy altos, un declive del nivel de intensidad se percibe como placentero. c. El mecanicismo que subyace a la motivación. La motivación como reducción del impulso. Debemos considerar que la capacidad anticipatoria del organismo admite seleccionar las conductas apropiadas para reducir el impulso y así satisfacer sus necesidades (Legg y Booth, 1995). d. El valor del incentivo. El término incentivo está colmado de subjetividad, ya que, presenta un valor diferente para cada individuo. Asimismo, para un mismo individuo, también conmuta su valor en diferentes ocasiones. Dreikurs (2000) y Deckers (2001) marcan la diferencia entre los términos meta y recompensa. La meta es la representación cognitiva de un evento futuro, la expectativa de obtener un objeto que atrae el interés de un organismo y que lucha para alcanzarlo; mientras que, una recompensa, refiere aquello que se obtiene, al producirse una acción (refuerzo). Asimismo, el incentivo se muestra como el valor concedido al objeto meta. En la actualidad, la representación teórica del impulso exhibe un carácter menos determinista, y se reemplaza por el término apetito. Por otra parte, se toman en cuenta las variables extraorganísmicas, las cuales, contienen características objetivas y subjetivas de los objetos meta.