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Sabrina Jaume
Síntomas
Son actos perjudiciales, inútiles para la vida en su conjunto. La persona se queja de que
las realiza contra su voluntad, conllevan displacer y sufrimiento. Lo perjudicial es la
energía que se utiliza para provocar el síntoma y para después sostenerlo.
Son el resultado de un conflicto que se libra en torno de una nueva modalidad de la
satisfacción pulsional.
Introversión: la libido insatisfecha que ahora tiene que buscar otros caminos para su
satisfacción vuelve a las fantasías dentro del yo.
Importancia de este periodo infantil: por un lado, en el se manifestaron por primera vez
las orientaciones pulsionales que el niño traía consigo en su disposición innata; por otro,
en virtud de influencias externas, de vivencias accidentales, se le despertaron y
activaron por vez primera otras pulsiones. Unas vivencias puramente contingentes de la
infancia son capaces de dejar como secuela fijaciones de la libido.
Las disposiciones constitucionales son la secuela que dejaron las vivencias de nuestros
antepasados; también ellos se adquirieron una vez.
La fijación libidinal del adulto se descompone en otros dos factores: la disposición
heredada y la predisposición adquirida en la primera infancia.
El pequeño Hans se rehúsa a andar por la calle porque tiene angustia ante el caballo,
teme que el caballo lo muerda. El síntoma es la angustia provocada frente al caballo. La
incapacidad por andar en la calle es una inhibición que el yo impone para no generar
angustia.
El niño se encuentra en la actitud edípica de celos y hostilidad hacia su padre, a quien,
empero, ama de corazón toda vez que no entre en cuenta la madre como causa de la
desavenencia. Por tanto, un conflicto de ambivalencia, amor y odio, ambos dirigidos
hacia una misma persona.
Su fobia es un intento de solucionar dicho conflicto. Una de las dos mociones en pugna,
generalmente la tierna, se refuerza enormemente, mientras que la otra desaparece. Sólo
que el carácter desmesurado y compulsivo de la ternura revela que esa actitud no es la
única presente, sino que se mantiene en continuo alerta para tener sofocada a su
contraria.
La moción pulsional que sufre la represión es un impulso hostil hacia el padre. El
análisis brindó esa prueba cuando se empeñaba en pesquisar el origen de la idea del
caballo mordedor. Hans ha visto rodar a un caballo, caerse y lastimar a un compañerito
de juegos con quien había jugado al <<caballito>>. De este modo se llego a construir en
Hans una moción de deseo, la de que el padre se cayese y se hiciera daño como el
caballo y el amiguito. Se hace una sustitución del padre por el caballo por
desplazamiento, esto es lo que le da el nombre de síntoma (mecanismo que permite
tramitar el conflicto de ambivalencia).
El varón adulto, admirado pero también temido, se sitúa en la misma serie que el animal
grande a quien se envidia por tantas cosas, pero ante el cual se tiene que poner en
guardia porque puede volverse peligroso. El conflicto de ambivalencia no se tramita
entonces en la persona misma, se lo esquiva, deslizando una de sus mociones hacia otra
persona como objeto sustitutivo. El hecho de que el padre hubiera jugado al caballito
con el pequeño Hans fue sin duda decisivo para la elección del animal angustiante.
La moción pulsional hostil hacia el padre es reprimida por el proceso de la mudanza
hacia la parte contraria, en lugar de la agresión hacia el padre, se presenta la agresión
hacia la persona propia. Una agresión de esa índole arraiga en la fase libidinal sádica,
que regresa al estadio oral, que en Hans es indicada por el ser mordido. Pero, aparte de
ello, se ha comprobado la represión de otra moción pulsional, de sentido contrario, una
moción pasiva tierna respecto del padre, que ya había alcanzado el nivel de
organización libidinal genital. Por tanto, las dos mociones pulsionales, la agresión
sádica hacia el padre y la actitud pasiva tierna frente a él, fueron reprimidas. Se
discierne que mediante la formación de la fobia se cancela también la investidura de
objeto madre tierna. Se trata de un proceso represivo que afecta a casi todos los
componentes del complejo de Edipo, tanto a la moción hostil como a la tierna hacia el
padre y a la moción tierna respecto de la madre.
Hans tramitó mediante su fobia las dos mociones principales del complejo de Edipo.
El motor de la represión es la angustia frente a la castración, el contenido angustiante:
de ser mordido por el caballo es un sustituto desfigurado del contenido de ser castrado
por el padre. Este último contenido fue el que experimentó la represión.
El efecto-angustia de la fobia no proviene del proceso represivo, de las investiduras
libidinosas de las mociones reprimidas, sino de lo represor mismo; la angustia de la
zoofobia es la angustia de la castración del yo inmutada, una angustia realista. Aquí la
angustia crea la represión y no la represión a la angustia.
Los caminos en la formación del síntoma del pequeño Hans
Frustración: no puede dirigir la moción hostil que siente frente al padre, ni tampoco, la
moción tierna que siente hacia su madre por miedo a ser castrado. Por tanto, la
satisfacción se ve bloqueada.
Introversión: en el resumen del caso Hans en Inhibición síntoma y angustia no
aparecen datos para dilucidar esta etapa de la formación del síntoma.
Regresión: la libido emprende un camino regresivo ya que con la fantasía no le basta.
El sentimiento hostil que tiene hacia el padre es reprimido y se presenta como agresión
hacia la propia persona, dicha agresión arraiga en la fase libidinal sádica y vuelve al
estadio oral que es indicado por el ser mordido por el caballo. Además, también se
reprime la moción pasiva tierna respecto del mismo que se convierte en sumisión frente
al caballo. El padre es sustituido por el caballo al cual teme y admira al mismo tiempo.
Contradicción del yo:
Retorno de lo reprimido: se presenta como fobia y angustia frente al caballo, dicha
angustia no es la misma que ha causado la represión en un principio, sino que se da
como producto de la misma.