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Melanie Klein. La fantasía inconsciente como escenario de la vida psíquica.

Presentación (Bleichmar y Bleichmar [1989] El psicoanálisis después de Freud)


La obra de Klein es de 1919 hasta su muerte en 1960.

El psiquismo se origina en el vínculo intersubjetivo; entre el bebé y la madre. Busca estudiar las
características emocionales de ese vínculo. Estas relaciones de objeto tempranas son fundantes
del desarrollo psíquico y la personalidad.

Trabajo con niños; técnica de juego infantil; había que abstenerse de toda medida reeducativo o
de apoyo; se trabajaba igual que con los adultos en el sentido de pensar en la transferencia y el
análisis. Ana Freud decía lo contrario, y que había que fortalecer el superyó. Klein decía que había
un superyó muy severo y que había que suavizarlo.

La angustia existe desde el comienzo de la vida, es el motor esencial que pone en marcha el
desarrollo psíquico y el origen de la patología mental. La angustia es el eje de comprensión de
fantasías y conflictos en la clínica. Sobre la angustia versará el punto de urgencia de la
interpretación. La agresividad será la causa de la angustia. La frustración provocada por los
objetos será un elemento coadyuvante pero no causal ni definitorio para dichos impulsos
agresivos.

Al primer año de vida lo considera el fundamento de todo el desarrollo psíquico posterior.

Teoría del desarrollo y estructura de la mente: la idea del mundo de los objetos internos; espacio
mental poblado de objetos que interactúan entre sí, produciendo significados y motivaciones; las
fantasías inconscientes como los elementos básicos de este mundo interno o realidad psíquica.

El conflicto ya no es la lucha entre el impulso y la defensa, sino entre sentimientos de amor y de


odio que se enfrentan en el vínculo de los objetos; conflicto entre deseos de amor y de odio. En la
mente luchan la disociación con la integración, la negación del dolor psíquico por una parte y la
tolerancia a dicho dolor junto con el cuidado de los objetos, por otra. Las fantasías inconscientes
forman un desarrollo dramático que da significación permanente al acontecer mental.

La envidia primaria, produce temor a ser castigado en forma retaliativa por sus impulsos sádicos.

Hay tres periodos en la obra de Klein:

Periodo de 1919-1932. De los primeros descubrimientos.


La técnica de juego y el análisis de niños

Ve que existen ansiedades persecutorias intensas. Piensa que es necesario interpretarlas junto con
las defensas que se establecen contra ellas. Historiales clínicos; la sucesión de fantasías que se
despliegan en la sesión a través de una situación dramática, cuyos personajes representan
simbólicamente los objetos internos de la mente infantil. Patología de los niños, la analiza como
resultado de alteraciones o inhibiciones del desarrollo infantil. Las fantasías agresivas del niño son
la fuente de ansiedad. Análisis de adultos igual que el de niños, interpretar el material asociativo
del paciente. Existencia del superyó temprano, a los dos o tres años de edad (más tarde en el
mismo periodo lo hace retroceder hasta el comienzo de la vida psíquica); el objetivo: reducir su
excesiva crueldad. La idea de un Edipo temprano (periodos pregenitales). La agresión la
independiza de los procesos biológicos y la adscribe al campo estricto de la fantasía inconsciente.
En los niños pequeños, mezcla de pulsiones orales, anales y genitales que se superponen desde las
primeras relaciones de objeto; ya no hay fases en sentido cronológico, como con Freud. Decir que
los impulsos orales están mezclados con los genitales implica adelantar la triangulación edípica a
estadios pregenitales. En el complejo de Edipo temprano, la sexualidad contiene agresión, lo que
ocasiona sentimientos de culpa.

a) Los impulsos agresivos (pregenitales) se expresan a través de fantasías inconscientes


dirigidas al cuerpo de la madre. El niño tiene la fantasía de entrar en ese cuerpo y
atacarlo sádicamente, destruir sus contenidos, originando ansiedad profunda tanto
para la niña como para el varón. Esta etapa es la fase femenina (el nombre viene de la
identificación que se produce con el cuerpo femenino atacado; es el primer paso que
lleva al desarrollo del complejo de Edipo directo o invertido en ambos sexos. La mayor
o menor ansiedad persecutoria de esta etapa define que el desarrollo edípico
posterior sea normal o patológico). La ansiedad de castración (varones) y la amenaza
de la pérdida del amor (mujeres) son derivados secundarios de la angustia
persecutoria de la fase femenina. La curiosidad sexual estaría mezclada con sadismo,
con lo que variaría la concepción de Freud; movida principalmente por los deseos
libidinales. El niño quisiera entrar en el cuerpo materno para ver sus contenidos
(imagina que hay bebés, heces, penes), y a la vez quisiera apropiarse de ellos, robarlos
y destruirlos. Estos impulsos están motivados tanto por el deseo de conocer
(epistemofílico) como por los celos destructivos, y son al mismo tiempo la expresión
directa de pulsiones agresivas hacia la escena primaria parental.
b) Desde muy temprano un conocimiento inconsciente de la diferencia de los sexos.
Niñas: sensaciones vaginales y no sólo clitoridianas, que ambos sexos poseen fantasías
tempranas del coito parental, de la vagina y el pene con sus funciones receptivas y de
penetración respectivamente. Ya muy precozmente los deseos sexuales se dirigen
hacia la madre y hacia el padre, estableciendo los aspectos positivos e invertidos del
complejo de Edipo temprano. La niña tiene deseos genitales tempranos, que la llevan
a querer recibir el pene y los bebés. El deseo femenino de internalizar el pene paterno
y recibir los bebés precedería al deseo de poseer un pene. La envidia del pene es
secundaria a la ansiedad por sus órganos femeninos.
c) Figura combinada de los padres. La escena primaria es primitiva. Por ejemplo, el pene
del padre contenido dentro del cuerpo de la madre. El niño fantasea que sus padres
están unidos en una forma permanente e inacabable, compartiendo satisfacciones
orales, anales y genitales. Los celos y la envidia producen deseos de atacar el cuerpo
de la madre con el pene del padre adentro, se forman por protección imágenes
persecutorias que producen ansiedad (las descubrió tanto en el juego como en las
pesadillas y terrores nocturnos). La fantasía de la madre fálica (mujer con pene) es una
versión de esta figura parental combinada.

El superyó temprano. Niños desde muy pequeños fuertes sentimientos de culpa y


remordimientos; excesivamente sádico y cruel. Se forma por múltiples identificaciones y su
severidad proviene de que se proyectan en él los impulsos sádicos del niño. Fase máxima del
sadismo alrededor de los seis meses de edad, coincidiendo con el momento de la dentición y el
destete. El superyó existe desde el comienzo de la vida, formándose por la introyección de dos
objetos contradictorios, uno de cualidades protectoras y benevolentes (objeto parcial
idealizado; constituirá la posición depresiva) y otro de características punitivas (objeto parcial
persecutorio; constituirá la posición paranoide).

Complejo de Edipo temprano. En la relación diádica madre-bebé, hay fantasías de tipo oral, en las
que el niño desea entrar al pecho y el cuerpo maternos para morder, rasgar, robar sus contenidos;
y otras de tipo anal, donde se quiere meter en el cuerpo de la madre para ensuciar y dañar lo que
ella tiene adentro. Esto constituye la fase femenina.

Los deseos edípicos surgen con el comienzo de la posición depresiva, cuando los impulsos de amor
hacia los padres actúan como propulsores del desarrollo empujando a la búsqueda de nuevos
objetos. La declinación del Edipo es el amor por los padres y el deseo de preservarlos juntos;
renuncia edípica y control de impulsos agresivos. No es la cultura la que impone la renuncia1
instintiva, ni la amenaza de castración, ni la ley, sino la lucha dentro de la mente entre
sentimientos agresivos y de amor hacia los padres. En este esfuerzo del niño por integrar su amor
y su odio, los impulsos edípicos permiten expresar fantasías reparatorias hacia la pareja de los
padres, lo que marca un hito en el desarrollo sexual del individuo.

Periodo de 1932-1946. Consolidación de la teoría

Describe dos posiciones básicas: la esquizoparanoide y la depresiva.

Hipótesis básicas en cuanto a las posiciones:

a) Una teoría del desarrollo temprano. Relación del bebé con la madre, con su pecho, como
primer vínculo; centro del desarrollo. El psiquismo se forma a través de estas relaciones de
objeto tempranas, primero con la madre, luego con el padre.
b) El concepto de posición reemplaza la idea de fase del desarrollo libidinal. Las pulsiones
están mezcladas y se ordenan en torno a las relaciones de objeto con sus fantasías y
angustias.
c) Teoría interpersonal. La realidad se establece por la interacción compleja entre los objetos
del mundo interno y externo. Los mecanismos principales que posibilitan el intercambio
son la identificación proyectiva y la introyección. Los objetos del mundo interno, por
proyección, dan significado a los objetos externos y a la realidad. Los elementos
ambientales son importantes pero nunca elemento exclusivo.
d) Poco a poco la noción de instinto va perdiendo el sentido biológico y sede lugar a la
fantasía, en un lugar meramente psicológico. Es entendida como una trama emocional que
se desarrolla por la interacción delos objetos internos.
e) La noción de cuerpo pierde también su sentido biológico y adquiere el de fantasmático. En
el niño, sus fantasías son sobre cuerpos (con sus relaciones orales, anales y genitales, que
se aplican luego a todos los tipos de relaciones interpersonales).

Posición esquizoparanoide (3 primeros meses de la vida)


1
Negritas especiales, para acordarme de lo importante que es.
Está constituida por:

a) Ansiedad persecutoria (la angustia principal que siente el yo es la de ser atacado). Tiene
un origen interno (la pulsión de muerte actúa como una fuerza destructiva dentro del
individuo) y también uno externo (la experiencia traumática del parto y todas las
situaciones posteriores que provocan frustración; al objeto persecutorio se atribuyen
todas las frustraciones).
b) Relación de objeto parcial, con un pecho idealizado y otro persecutorio (que se perciben
como disociados y excluyentes).
c) El yo se protege de la angustia persecutoria con mecanismos de defensa intensos y
omnipotentes: la disociación, la identificación proyectiva, la introyección y la negación.

Hay un yo incipiente desde el nacimiento.

Mecanismos de defensa de naturaleza psicótica.

Fantasías oral-sádicas de devorar el pecho y cuerpo maternos, y anal-sádicas, de atacarlos con


excrementos. Esto genera en el bebé temores de ser devorado o envenenado.

Los mecanismos de proyección e introyección permiten la construcción de un objeto bueno


interno y un objeto malo interno al introyectarse los objetos bueno y malo respectivamente.
Desde allí se establece una dinámica de proyección e introyección constante entre los objetos y las
situaciones externas y los impulsos y las fantasías internos, que están indisolublemente mezclados.

La introyección del objeto bueno fortalece al yo y le permite tolerar mejor la ansiedad sin
proyectarla.

Es en la fantasía que el niño disocia al objeto y se disocia a sí mismo, pero el efecto de esta
fantasía es muy real, porque conduce a sentimientos y relaciones (y luego a procesos de
pensamiento) que, en realidad, están separados entre sí.

Nota mía: lo que hace el medio externo es confirmar o contradecir las fantasías.

No acepta Klein el narcisismo primario, al establecer un yo desde el nacimiento.

Disociación, proyección e introyección: son las defensas más arcaicas.

Proyección: aparece primero ligada a la pulsión de muerte, cuya amenaza de destrucción interna
se contrarresta al ser expulsada fuera del sujeto. También se proyecta libido (no dice el libro
cómo), lo cual permite que con cada una se formen los objetos parciales del pecho bueno y malo.
(El concepto se enriquece mucho con la descripción de la identificación proyectiva).

Disociación: es la respuesta del yo frente a la angustia persecutoria. Permite que se efectúe una
primera división bueno-malo de los objetos internos y externos; son defensas útiles y necesarias
para favorecer la organización de las primeras estructuras de la mente, que luego podrán
integrarse paulatinamente. Si el proceso fracasa, se producen fenómenos de desintegración y
fragmentación y un desarrollo patológico de la posición esquizo-paranoide, base para
enfermedades psicóticas posteriores.
La disociación de los objetos se acompaña inexorablemente de una disociación del yo. Es una
defensa necesaria para proteger al yo débil de una ansiedad persecutoria excesiva. Se aplica a los
objetos y también a estructuras y fantasías. Sirve para separar lo bueno de lo malo, pero también
lo interno de lo externo, y la realidad de la fantasía. La disociación del objeto posibilita que se
constituya el primer objeto bueno interno como el núcleo del yo y del superyó. Se debe poder
disociar suficientemente el objeto malo, para que el aspecto bueno idealizado del objeto y del self
puedan establecer una relación segura dentro del yo. Cuando las ansiedades persecutorias
descienden, la disociación disminuye y se produce un empuje hacia la integración de los objetos y
del yo. Esto constituye la entrada a la posición depresiva. El conflicto mental queda así definido
como una lucha constante entre la posibilidad de disociar y de integrar los objetos fuera y dentro
del self.

En el tratamiento, ayudar a integrar, ejemplos:

Un paciente puede disociar como malo el vínculo con su esposa y ubicar el idealizado con el
analista; sentirá que nadie lo puede entender tan bien como él. Hay que interpretar siempre tanto
la transferencia negativa como la positiva.

UN paciente establece una disociación entre el objeto bueno puesto en el presente y el objeto
malo en el pasado. El paciente sentirá que la culpa de todo lo malo la tienen sus padres, que no lo
quisieron lo suficiente, mientras busca idealizar la relación con el analista.

La introyección: es por introyección de los primeros objetos que se construyen los objetos
internos. Esto permite la formación del yo y del superyó; los objetos introyectados van al yo y
también al superyó (Ojo, los objetos introyectados nunca son una copia fiel, se hayan deformados
por la proyección de los impulsos y sentimientos del sujeto).

Identificación proyectiva: La mente tiene la capacidad omnipotente de liberarse de una parte del
self y colocarla en otro objeto. El resultado es una confusión de la identidad, una pérdida de la
diferencia real entre sujeto y objeto. El sujeto expulsa violentamente una parte de sí mismo,
queda identificado con lo no proyectado; al objeto, a su vez se le adjudican aquellos aspectos
proyectados de los que el sujeto se ha desprendido. Motivación personal de librarse de ciertas
partes de sí mismo. Al desprenderse el bebé de aspectos dolorosos para aliviar su angustia, su
madre adquiere características persecutorias. Hay la posibilidad de desprenderse tanto de cosas
buenas como de cosas malas de uno mismo. Por ejemplo, con los buenos, ubicar dichos aspectos
fuera del self para preservarlos de os aspectos malos internos. Ejemplo, una chica que encuentra
un aspecto maravillosa en cada persona que se le acerca, y que le sirve de base de comparación
para sentirse a sí misma denigrada y sin ninguna cualidad. Siempre había una escisión tanto en ella
como en los demás, que permitía separar cualidades que objetivamente no debían ser ni tan
maravillosas en los otros ni tan deficitarias en ella.

Una consecuencia es que el yo se debilita y queda supeditado a una dependencia extema de las
personas en las que se proyectaron ya sea aspectos buenos, para volver a recibirlos de ellas, o
aspectos malos, para controlarlos y así poder protegerse de la amenaza de la introyección.

Debe haber un equilibrio entre los procesos de identificación proyectiva e introyectiva.


La identificación proyectiva es la base de la empatía y la posibilidad de comunicación con otras
personas; nuestra capacidad de ponernos en el lugar del otro.

Puede ser la base de muchas situaciones patológicas:

Si el sujeto tiene la fantasía de meterse violentamente dentro del objeto y controlarlo, sufrirá un
temor a la reintroyección violenta desde el exterior, tanto en el cuerpo como en la mente. Esto
provoca dificultades de reintroyección que conducen a alteraciones en el yo y en el desarrollo
sexual; pueden llevar a que el individuo se aísle en su mundo interior refugiándose en el objeto
interno idealizado. Las ansiedades persecutorias que provoca la fantasía de entrar forzadamente
dentro del objeto son una de las bases de la paranoia. Su el temor predominante es a quedar
encerrado dentro del objeto por el deseo de controlarlo, el individuo sufrirá ansiedades
claustrofóbicas. También los síntomas de impotencia pueden ser entendidos como el temor de
quedar encerrado dentro del cuerpo de la madre.

La identificación proyectiva fue instrumento teórico para entender a psicóticos y fronterizos.

Idealización: característico de la posición esquizoparanoide. Se aumentan los rasgos buenos y


protectores del objeto bueno o se le agregan cualidades que no tiene. Defensa ante una excesiva
persecución, manteniendo a la vez la disociación entre objetos buenos idealizados y persecutorios.
Siempre que un paciente necesite idealizar, se estará protegiendo de un sentimiento de angustia.

También puede ser (según Baranger), la tendencia inherente al ser humano de buscar la
gratificación perfecta.

Lacan diría, en el orden imaginario, que es una necesidad, inherente al sujeto, de establecer
vínculos narcisistas que le produzcan una sensación de completud e integridad.

Para Klein, los problemas que resultan de la idealización se resuelven con la elaboración de la
posición depresiva. Los objetos finalmente no son ni tan buenos ni tan malos como lo propone el
sistema de valores de la posición esquizoparanoide. La creación de valores es explicada como un
proceso de identificación con los padres buenos internos y que requiere necesariamente la puesta
en juego del proceso de idealización.

Negación: la mente niega la existencia de objetos persecutorios, que disocia y proyecta en el


exterior. El yo se identifica con los objetos internos idealizados, con los que contrarresta la
amenaza persecutoria. Se niegan los impulsos y fantasías de la realidad psíquica tanto como los
objetos que perturban en la realidad externa, a los que se consideran inexistentes.

Posición depresiva:

(3-6 meses de edad). Constituida por:

1. Ansiedad depresiva: el yo siente culpa y teme por el daño que ha hecho al objeto amado
con sus impulsos agresivos.
2. Relación con un objeto total: la madre, con la que el yo se vincula tanto en los aspectos
buenos como malos. Han aumentado los procesos de integración.
3. El mecanismo de defensa principal es la reparación: atender y preocuparse por el estado
del objeto (interno y externo).

Es diferente de los intereses narcisistas de la posición esquizoparanoide, que trataban de proteger


el yo de las amenazas persecutorias. Ahora la preocupación central es cuidar y preservar sus
objetos, tanto internos como externos. El conflicto depresivo es la lucha entre los sentimientos de
amor y agresión. Los mecanismos de defensa pierden su omnipotencia. El más importante es la
reparación, que trata de reconstruir los aspectos dañados o perdidos de los objetos dentro del
self. Así como antes los sentimientos agresivos los dañaban, ahora se requiere que el yo les
suministre amor y cuidado para devolverles la vida y la integridad.

Los sentimientos que predominan son la tolerancia al dolor psíquico y la culpa por las fantasías
agresivas hacia los objetos amados. Se reconoce un sentimiento de amor y dependencia hacia los
padres junto con el desamparo del yo y los celos que produce que no nos pertenezcan totalmente.

El vínculo con el mundo externo es más realista, se les reconocen sus aspectos buenos y malos con
menos distorsión.

La posición depresiva es el punto de fijación de la enfermedad maniaco-depresiva. Los niños pasan


en este período por dolores y ansiedades semejantes a los que sufren los adultos con depresión o
maniaco-depresión.

Duelo: la pérdida de un ser querido reactiva la posición depresiva infantil. Es la pérdida de la


madre como objeto amado la que se revive con cada pérdida del adulto. La manera de un adulto
de llevar un duelo dependerá de cómo haya podido resolver la posición depresiva infantil.

La simbolización se relaciona con el proceso de duelo, ya que permite recrear el objeto perdido
dentro del self. Así se reemplaza la ausencia del objeto por un símbolo del mismo; implica crear un
concepto, un recuerdo, una capacidad de esperar a que el objeto vuelva.

El yo desarrolla una capacidad creciente de controlar sus impulsos agresivos. Esto es resultado del
control y la renuncia que le exigen los sentimientos amorosos. Así, el Edipo se resolverá por la
necesidad de preservar la unión entre sus padres.

Posibilidad de elegir entre el amor narcisista o la preocupación por los otros.

Cada sujeto debe asumir la responsabilidad psíquica por todos sus actos, reales o fantaseados.

Las defensas maniacas: de la posición depresiva. Cuando el yo debe enfrentar sentimientos de


culpa y de pérdida que le resultan agobiantes, puede recurrir a estas defensas. (Hanna Segal) Se
basan en la negación psíquica de la realidad psíquica.

Se caracterizan por la triada maniaca:

1. Triunfo
2. Control omnipotente
3. Desprecio
La triada tiene que ver con la existencia de fantasías omnipotentes de dominar y controlar a los
objetos para no sufrir la pérdida. Son normales en el desarrollo, pero si la elaboración de la
posición depresiva fracasa y no se pueden reparar los objetos, se produce una regresión a la fase
esquizoparanoide o bien se establece un punto de fijación en para la enfermedad maniaca.
Ejemplo: el paciente ante el anuncio de las vacaciones del analista puede decir que en realidad no
le importa; el triunfo será cuando crea que puede sustituir la ausencia de las sesiones con
actividades más atractivas, o al afirmar que la interrupción le viene bien porque puede usar su
tiempo en algo más urgente. En cualquier caso, está tratando de negar una situación dolorosa. Si
se desvaloriza al objeto, duele menos su pérdida, al mismo tiempo que se evita sufrir por la
herida narcisista que significa ser dejado.

La teoría de la envidia:

Envidia primaria, un impulso agresivo que el bebé siente desde el comienzo de la vida que dirigido
al pecho de la madre, con el deseo de dañar los aspectos buenos y protectores que ofrece el
objeto nutricio.

La envidia y la gratitud, dos factores dinámicos que interactuarán.

La envidia no está dada por la frustración, viene del sujeto, es endógena, su finalidad es atacar lo
que el objeto tiene de bueno y de valioso. Los efectos inconscientes de la envidia interfieren
intensamente con los procesos de gratitud normal. Se pone en evidencia o se acentúa justo
cuando el sujeto siente gratificación; aspecto irracional y paradójico: la envidia ataca lo que el otro
nos ofrece porque no podemos tolerar que esas capacidades sean ajenas, aún en el caso de que
seamos los beneficiarios (nota mía: suena a Nietzsche).

Joan Riviere, caso de paciente muy celosa con su esposo. Los celos son una defensa egosintónica
de la paciente para ocultar sentimientos envidiosos hacia él, que consisten en el impulso de
adueñarse de cosas que éste posee con la intención de quitárselas.

Sentimiento envidioso, son fantasías de robar, vaciar y destruir el cuerpo de la madre. Se llama
envidia primaria porque está dirigida al pecho de la madre, primer objeto con el que se vincula el
niño.

Ejemplo de envidia en la transferencia: el analista de una interpretación que provoca alivio y


mejoría, pero luego el paciente trata de desvalorizarla con críticas destructivas.

Klein, importante diferenciar entre envidia, celos y voracidad, como impulsos que interfieren en la
introyección del objeto bueno:

1. La envidia: es un sentimiento de odio contra otra persona que posee una cualidad
deseada (se da con objetos parciales; cuando se da hacia un objeto total, perturba la
elaboración de la posición depresiva).
2. Los celos: (en cambio) existen en una relación triangular. Se desea poseer a la persona
amada y eliminar al rival (se da con objetos totales).
3. La voracidad: quiere extraer todo lo bueno que posee un objeto. Es un impulso insaciable
que siempre exige más de lo que el objeto puede dar. Su objetivo principal no es destruir,
como sí es el caso para la envidia.
En la clínica se pueden observar a veces mezclas de ambas emociones. Así los síntomas de
voracidad pueden estar ligados a un componente envidioso. Ejemplo, paciente bulímica, robaba
comida a escondidas cuando la dejaban sola. Luego, se provocaba el vómito porque tenía la
sensación de que la comida le dañaría el organismo. Es decir, el alimento incorporado era objeto
de intensos ataques que lo transformaban en un elemento persecutorio.

La envidia puede alterar el proceso de disociación normal de la posición esquizoparanoide. Se


ataca al objeto ideal. Hay como resultado una incapacidad para diferenciar lo bueno de lo malo.
Después la envidia impide una introyección adecuada y esto trae más envidia (círculo vicioso).
Estos problemas en la dificultad de la introyección y los procesos de fragmentación de los objetos,
son base de futuros trastornos psicóticos.

Al considerar algunas de las defensas contra la envidia, Klein menciona:

1. Los mecanismos tempranos de disociación, omnipotencia y negación son reforzados por la


envidia.
2. La confusión muchas veces es usada de manera defensiva, para contrarrestar la
persecución y también la culpa por dañar al objeto.
3. La huida de la madre hacia otras personas que son idealizadas constituye una defensa para
alejarse de los impulsos envidiosos hacia el objeto primario; si estos son muy intensos, se
perturban las sucesivas relaciones.
4. La desvalorización del objeto, para disminuir el ataque envidioso.
5. La desvalorización de la propia persona como forma de negar la envidia.
6. Tratar de despertar envidia en otras personas para no sentir la propia, esto lleva a una
incapacidad de gozar con los propios logros y temor de dañar a los objetos amados.
7. Sofocar tanto los sentimientos envidiosos como los de amor, lo que se expresa en
indiferencia; muchas veces estas personas tratan de alejarse del contacto con otras,
principalmente si les resultan significativas.
8. El acting-out es empleado a veces para mantener la disociación y evitar la integración de
los sentimientos envidiosos.

Etchegoyen, López y Rabin, importante interpretar sentimientos envidiosos: que se haga cargo el
paciente de sus impulsos hostiles que no dependen de la frustración sino de la intolerancia a
recibir algo bueno que el otro tiene y da. Deberá aceptar que sus conflictos no dependen sólo de
la conducta de los demás sino también de la propia. De esta manera, la envidia puede generar
frustración en cuanto impide recibir lo que está disponible. En otras palabras, la relación entre
envidia y frustración es de doble vía, ya que la frustración provoca envidia y la envidia conduce a
la frustración.

Transferencia latente: el analista no está a la caza de lapsus, síntomas, etc. como expresiones
privilegiadas del inconsciente; los toma en cuenta, pero lo más importante es dejarse envolver por
el lima emocional de la sesión. Lo que dice el paciente es importante en cuanto al marco de la
sesión y a la posición del analista. Es importante involucrarse emocionalemente y a la vez poder
salirse de dicho compromiso afectivo y transformarlo en una interpretación que devuelva al
paciente los aspectos proyectados.
El insight debe permitir el conocimiento y la reintegración de los aspectos disociados y
proyectados del self.

La interpretación posibilitará que se modifiquen dichas relaciones de objeto, que el paciente


podrá entonces reintroyectar cambiadas en su estructura.

Un objetivo terapéutico central: elaborar la posición depresiva para conseguir la integración del
objeto y del yo. El insight consistirá en juntar emociones cariñosas y hostiles hacia un mismo
objeto, con los consiguientes sentimientos de culpa y responsabilidad. El punto crucial no es sólo
comprender sino tolerar el dolor mental que producen estos sentimientos.

Las interpretaciones deben explicar tanto las relaciones de objeto tempranas, que se reactualizan
y evolucionan en la transferencia, como las fantasías inconscientes que el paciente tiene en su vida
actual. Se debe interpretar simultáneamente lo que ocurre en el presente y lo que aconteció en
el pasado.

Final del análisis: cuando han sido suficientemente disminuidas las ansiedades paranoides y
depresivas mediante la elaboración repetida de ambas posiciones.

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