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El subsistema financiero de la empresa IFE Tema 5

TEMA 5: EL SUBSISTEMA FINANCIERO DE LA EMPRESA

1. Introducción.
2. La empresa como sistema.
3. El subsistema financiero y sus funciones.
4. El objetivo financiero de la empresa.
5. Una primera aproximación al Cash Flow: renta y tesorería.

Objetivos

1. Identificar a la empresa como un sistema y reconocer los distintos subsistemas.

2. Analizar e identificar las funciones del subsistema financiero.

3. Comprender y analizar el objetivo financiero en el contexto actual.

4. Diferenciar los conceptos de renta y tesorería.

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1. Introducción.

En este capítulo pretendemos abordar la realidad de la empresa y su entorno, desde el punto de


vista financiero. Para ello, hemos de partir del concepto empresa, y a través de la identificación
de sus diferentes áreas funcionales, establecer subsistemas, haciendo especial hincapié en el
subsistema financiero, su importancia, sus funciones, sus relaciones con los demás subsistemas,
y, especialmente, su contribución a los objetivos generales de la empresa donde se ubica.

2. La empresa como sistema.

Cada empresa es una realidad compleja; en su interior se realizan funciones de muy diversa
naturaleza y se producen flujos físicos, financieros y de comunicación que habrá que tener en
cuenta, en toda su globalidad, si se pretende comprender su actuación. Asimismo, las empresas
se mueven en un entorno donde las interacciones de múltiples variables inciden en sus
resultados económicos, variables que no siempre la empresa puede controlar o prever. Veamos
unos conceptos previos que nos ayudarán a enmarcar el objeto de nuestro estudio: la empresa.

La Teoría General de Sistemas, formulada por el investigador alemán Ludwig von Bertalanffy,
con los trabajos publicados entre 1950 y 1968, orientada hacia la biología, y que posteriormente
fue extendida a otras ciencias, entre ellas la Economía de la Empresa, se basa en la siguiente
definición: “Un sistema es un conjunto de elementos interdependientes, relacionados mediante
una estructura organizativa para la consecución de un fin, o para el cumplimiento de ciertos
objetivos”.

Lo que fundamentalmente caracteriza al sistema no es la mera agrupación de elementos, sino


las interrelaciones que se producen entre ellos y la dirección hacia la consecución de unos
objetivos. A veces los sistemas no conducen automáticamente a la consecución de los fines que
le son propios, y en este caso será necesaria la existencia de mecanismos de control que
permitan reconducir los procesos hacia los objetivos deseados.

En este sentido, se puede definir la empresa como una unidad de producción y comercialización
de bienes o servicios que organiza diversos factores económicos con el fin de alcanzar
determinados objetivos acordes con el sistema de organización social y económico en el que está
inmersa.

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Los elementos que caracterizan a la empresa como sistema son:


- un conjunto de elementos: factores humanos y técnicos combinados en centros o
unidades de gestión diferentes,
- una estructura de sistema: orden, modelo organizativo,
- un plan común: unos objetivos determinados,
- unas funciones características: función de dirección, función de personal, etc., y
- un comportamiento en relación con el sistema superior en el que se enmarca: el entorno
socioeconómico.

Por tanto, una empresa se puede definir como un sistema abierto al entorno, con el cual
intercambia elementos e información y del cual recibe la influencia que condiciona su actividad,
comportamiento y resultados.

La empresa puede ser considerada como un sistema abierto, que para ser exitosa debe estar en
equilibrio dinámico con el medio externo, generando riqueza y posibilitando el crecimiento y
como parte de la sociedad, la empresa debe satisfacer dinámicamente los intereses de clientes,
accionistas, empleados y sociedad en su conjunto.

A su vez, todo sistema puede dividirse en partes, que llamaremos subsistemas y que pueden
considerarse como sistemas de ámbito inferior. El rasgo fundamental que define a los
subsistemas es la interrelación que los une y la consecución de un objetivo común. La empresa,
que se inserta en un sistema más general, el entorno socio-económico, engloba, a su vez, un
conjunto de subsistemas.

La descomposición del sistema empresa en subsistemas puede efectuarse siguiendo diferentes


criterios. Sin embargo, la definición de los límites suele estar sujeta a juicios de valor.

Nosotros lo haremos en primer lugar según el criterio de las áreas funcionales de la unidad
económica donde cada subsistema funcional constituirá un área específica de operaciones,
actividades, decisiones y problemas y, en segundo lugar, en función de la naturaleza de los
elementos gestionados por el subsistema.

Atendiendo al criterio de las áreas funcionales, se pueden distinguir las siguientes:


- Aprovisionamiento, cuya función consiste en la adquisición de bienes y materiales
necesarios para el proceso productivo.
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- Producción de servicios y/o fabricación de bienes.


- Comercial, cuya función básica es la venta de los productos y/o la prestación de los
servicios.
- Financiero, dentro de la cual se diferencian las decisiones de inversión y financiación.
- Directivo, en la cual se llevan a cabo las funciones de planificación, organización,
dirección y control.

En función de la naturaleza de los elementos gestionados, encontramos dos procesos básicos e


íntimamente relacionados, a través de los cuales la empresa deberá lograr sus objetivos, que se
identifican o relacionan con dos subsistemas básicos: el subsistema físico y el subsistema de
gestión o directivo:
1. En el subsistema físico se producen todas las transformaciones necesarias para la
obtención y venta de los bienes o servicios que contribuirán a la satisfacción de las
necesidades de la sociedad. Dentro de él, se distinguen dos tipos de operaciones o
procesos: el real y el financiero; los cuales se asocian, respectivamente, con los
subsistemas físico-económico y financiero. En el primero de ellos, el económico, se
agrupan todas las tareas de aprovisionamiento (bienes de equipo, materias primas...),
producción de bienes y servicios y venta de los mismos. Por su parte, aquí se distinguen
los siguientes tres subsistemas: aprovisionamiento, producción y comercial. En el
segundo, que es el que nos interesa, el financiero, se contemplan los flujos monetarios
asociados a las operaciones anteriores. Dentro de éste se distinguen a su vez, un
subsistema de financiación y otro de inversión.

2. Por su parte, el subsistema de gestión o directivo se ocupa del proceso de fijación de


objetivos, así como de todas las actividades necesarias para alcanzar los mismos; es el
coordinador del resto de subsistemas. En dicho proceso se distinguen tres funciones
específicas: la planificación, la organización y el control. En ambos casos hemos visto
cómo aparece un subsistema directivo que se ocupa de la fijación de objetivos, así como
de todas las actividades necesarias para alcanzar los mismos. Asimismo, destacamos la
aparición de un proceso monetario, que tratan fundamentalmente la Contabilidad y las
Finanzas. La contabilidad es un subsistema que se encarga de captar y recoger dichos
procesos monetarios para elaborar informes obligatorios o útiles para la toma de
decisiones de los directivos, mientras que las finanzas se encargan de determinar o
planificar, en gran parte con la información proporcionada por la contabilidad, los niveles
y direcciones de los flujos financieros. A modo de ejemplo, el área financiera
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establecerá, por ejemplo, qué cantidad de préstamo habría que solicitar a una
determinada entidad financiera para poder adquirir una maquinaria necesaria para la
empresa, o qué nivel de materias primas debiera la empresa adquirir durante el año,
entre otras muchas decisiones.

3. El subsistema financiero y sus funciones.

Para entender el objetivo financiero de la empresa, hemos de partir del objetivo general de la
misma, y para ello es importante comprender el proceso de creación y supervivencia
empresarial. La primera cuestión que hemos de plantearnos es analizar porqué nace una
empresa.

Es evidente que una empresa nace de una idea de una persona emprendedora, que observa una
oportunidad de mercado, y cree que la empresa que funde será capaz de cubrir esa necesidad
de mercado. Es decir, la condición necesaria para crear una empresa es que exista una
demanda, de un bien o servicio, que precisa ser atendida.

Una vez que se ha detectado este hecho, si se decide ponerla en marcha, necesitará hacer
inversiones en maquinarias, naves industriales, materias primas, etc. Y a su vez dichas
inversiones no pueden llevarse a cabo si se dispone de recursos financieros.

Pero una vez la empresa está en funcionamiento, el siguiente aspecto que debemos analizar es
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¿cómo consigue esa empresa sobrevivir y, por lo tanto, obtener beneficios?


Veamos el siguiente ejemplo.

Ejemplo 1:

Supongamos que una persona quiere crear una empresa para lo cual necesita invertir 2.000.000
de euros. Esta inversión le reportará 100.000 euros anuales. Para conseguir los 2.000.000 de
euros ha pedido un préstamo bancario a un tipo interés del 10% anual.

Solución: Se observa que la rentabilidad de los activos es del 5% (100.000/2.000.000), inferior al


coste del pasivo, en este caso del préstamo (10%), de modo que la empresa generará
rendimientos negativos (pérdidas).

Está claro que la condición suficiente para la creación de una empresa, o si se quiere, para la
realización de una inversión, entendida ésta como la adquisición de un elemento de activo, es
que la rentabilidad proporcionada por el activo supere el coste derivado del pasivo. Y es más, la
diferencia entre las variables anteriores debe ser tal que al inversor le compense el riesgo de
acometer el proyecto.

Ahondando un poco más, el devenir cotidiano de una empresa no es más que un proceso
continuo de inversión de recursos financieros. La función financiera en la empresa ha ido
evolucionando a lo largo del tiempo, hasta llegar a convertirse en una de las partes más
importantes de la Economía de la Empresa. La consideración de la empresa desde el punto de
vista financiero como una sucesión en el tiempo de proyectos de inversión y financiación,
implica que la función financiera tiene un doble aspecto: captación de los fondos necesarios y
colocación de los mismos en las mejores inversiones. En consecuencia, el área de finanzas debe
ocuparse tanto de los problemas asociados a la financiación (captación de recursos) como a los
de inversión (asignación de los mismos).

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Por ello las cuestiones básicas que la dirección financiera de una empresa debe resolver son:
- La cuantía de la inversión que debe realizar la empresa.
- En qué activos en concreto debe invertir la empresa.
- Cómo conseguir los fondos necesarios para las inversiones.

Inversión y Financiación son dos cuestiones por lo tanto estrechamente ligadas, ya que el
volumen total de activos dependerá de las posibilidades específicas de inversión, así como de las
posibilidades de financiación. Las facilidades de obtener recursos financieros dependerán a su
vez de la cantidad y calidad de los proyectos de inversión en que van a ser utilizados.

En realidad, son dos aspectos de un mismo problema fundamental, y por ello han de resolverse
simultáneamente en la práctica. Por otra parte, el subsistema financiero persigue la mejor
utilización posible de dichos recursos monetarios a fin de contribuir al objetivo global de la
empresa. Básicamente esta función consiste en buscar los recursos financieros óptimos para
llevar a cabo las actividades, sean productivas o de prestación de servicios, y en la distribución
eficaz de esos fondos entre las diferentes actividades que se producen en la empresa.

4. El objetivo financiero de la empresa.

Para entender la importancia de las finanzas y sus objetivos, es necesario conocer el objetivo
financiero de la empresa que debe servir como principio supremo que guíe las actividades de la
empresa.

La concepción clásica consideraba que el objetivo principal de la empresa era la maximización


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del beneficio, algo que hoy en día se considera superado al menos como objetivo único por las
siguientes razones:
- La imprecisión y relatividad del concepto beneficio (a corto plazo, a largo plazo, antes de
impuestos, después de impuestos, ...)
- La noción de maximización no considera el riesgo o la incertidumbre de las inversiones y demás
operaciones.
- Al considerar solo el beneficio, (y no su distribución entre dividendos y reservas) entiende que
empresa y empresario es lo mismo.

Sin embargo, en la empresa moderna es importante conocer cómo repartir el beneficio entre
empresa (Reservas) y propietarios (Dividendos). Así, la política de dividendos es considerada hoy
en día fundamental en el éxito de una compañía dado que de ello depende, entre otras cosas, la
cantidad de recursos ajenos necesarios, la posibilidad de conseguirlos y, por tanto, su coste. Así,
en las sociedades mercantilistas modernas el objetivo de la empresa puede plantearse desde dos
ópticas diferentes. Por un lado, el objetivo puede ser el mantenimiento en el tiempo, es decir,
la supervivencia, para cual es imprescindible obtener rentabilidad; pero la intención es una
optimización en el tiempo, de modo que las inversiones no se rijan por ganar dinero
simplemente aquí y ahora sino con una visión más amplia, más a largo plazo.

Como se ha recogido en el epígrafe anterior, la condición suficiente para que una empresa
nazca, o si se quiere, para la realización de una inversión, entendida ésta como la adquisición de
un elemento de activo, es que la rentabilidad proporcionada por dicho activo supere el coste
derivado del pasivo que lo posibilitó, es decir, que se produzca una rentabilidad neta para el
empresario. Pero aún más, la diferencia entre ambas magnitudes, debe ser tal que a la persona
que invierte le compense el riesgo de invertir (emprender).

Ejemplo 2:

A un inversor le ofrecen participar en dos posibles negocios. El negocio A reporta un beneficio


anual del 10% y el negocio B reporta un beneficio anual del 20%. ¿En qué negocio recomienda
invertir?

Solución: Si el objetivo empresarial que fijamos es, exclusivamente el beneficio, está claro que
el negocio B será mejor para cualquier inversor racional que el negocio A. No obstante, está
claro que en el ejemplo anterior faltan muchos datos fundamentales a la hora de tomar la
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decisión correcta.

Ejemplo 3:
A un inversor le ofrecen participar en dos posibles negocios. El negocio A reporta un beneficio
anual del 10% y el negocio B reporta un beneficio anual del 20%. El negocio A consiste en
adquirir letras del Tesoro, mientras que el negocio B consiste en una inversión especulativa de
alto riesgo. ¿En qué negocio recomienda ahora invertir?

Solución: Si la persona que invierte es adversa al riesgo, evidentemente preferirá una inversión
con menos riesgo aún a costa de obtener una rentabilidad menor como es el caso del negocio A.

Por todo lo anterior, podemos constatar que en la empresa, en general, no existe un único
objetivo. Al estar integrada por distintos colectivos, existirá un vector multiobjetivo cuyo
resultado será fruto de las distintas negociaciones y presiones entre los grupos señalados. Es
obvio que los objetivos del colectivo de los trabajadores de una empresa, por ejemplo, no
siempre coincidirán con los de la dirección, o con las demandas sociales del entorno donde se
ubique la empresa, cada vez más importantes.

Por tanto, los objetivos de la empresa cambiarán a medida que cambien los intereses de los
grupos o el poder relativo de éstos dentro de la organización y su fuerza o habilidad para
negociar. Es importante señalar también que en la empresa actual es prácticamente imposible
llegar al óptimo de los objetivos particulares de cada grupo, por lo que éstas se conformarán con
tener garantizado un nivel satisfactorio de los mismos.

El cambio en el concepto de empresario, vigente en la actualidad, también influye en los


objetivos perseguidos y el riesgo soportado. En un principio coincidía la persona que asumía el
riesgo con la que ejercía las funciones de dirección de la empresa en la figura del empresario
individual, que todavía existe. En la actualidad, y en particular en las grandes empresas, ambas
figuras se han separado dando lugar al empresario tradicional propietario de la empresa y al
empresario-trabajador que ejerce las funciones de dirección por cuenta del primero. Mientras
que el primero (o los primeros en caso de ser varios los accionistas) soportan un riesgo
patrimonial, esto es, la posibilidad de perder el dinero invertido en la empresa en caso de que
ésta obtenga pérdidas o incluso quiebre, los directivos soportan el riesgo profesional de realizar
incorrectamente su trabajo.

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En las sociedades mercantilistas, en las que los accionistas son propietarios de la empresa, la
satisfacción de este grupo parece la prioritaria, y en concreto su satisfacción material o
económica viene dada a través de la consecución de dividendos a lo largo del tiempo. De
acuerdo con todo ello, el objetivo financiero de la empresa podemos considerar que consiste en
conseguir que la suma (actualizada) de todos los dividendos que el inversor puede conseguir a lo
largo de la vida de la empresa (infinita) sea máxima.

Este valor es, de hecho, utilizado por los inversores como punto de partida para valorar si el
precio de las acciones en Bolsa está infravalorado o sobrevalorado, si bien indudablemente esta
formulación corresponde a una expectativa individual de cada inversor, pues el precio real en
mercado se forma a través de la suma de las expectativas de los participantes en el mercado. De
esta forma el objetivo financiero de la empresa será la maximización de ese valor, objetivo no
opuesto al objetivo tradicional puesto que la distribución del dividendo depende de la
generación de beneficios

No obstante, esta definición de objetivo presenta ciertas ventajas:


- Considera el valor del dinero en el tiempo (actualización), así como el riesgo asociado a las
ganancias (si la tasa de descuento esta corregida por el factor riesgo) y, por último, tiene en
cuenta la influencia de la política de dividendos.
- Es operativo, cuantificable y sencillo, en definitiva, apto para su uso en modelos matemáticos.
- Es único. Si se tuviesen en cuenta múltiples objetivos nos aproximaríamos mucho más a la
realidad, pero es evidente que también se complicaría enormemente cualquier análisis.
- Es compatible con el de maximización de beneficios. Aunque ambos son diferentes, existe una
correlación positiva entre ambas magnitudes, ya que generalmente a mayor beneficio, mayores
dividendos, mayor valor de la empresa y viceversa.

De tal modo, que el objetivo financiero, como maximización del valor de la empresa
representado por los dividendos (actualizados) futuros que pueda repartir, quedaría así
expresado analíticamente:

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La valoración de la empresa en el mercado resulta fácil para las empresas que cotizan en Bolsa
pues diariamente se conoce el valor de las acciones. Pero para las empresas que no cotizan en
Bolsa (o simplemente para saber si las acciones están sobrevaloradas o infravaloradas en Bolsa)
una medida del valor de las acciones puede ser la suma actualizada de la generación de
dividendos.

Debemos matizar, no obstante, que este objetivo se encuentra con diversas limitaciones. Las
PYMEs, que generalmente no cotizan en Bolsa y donde su aplicación literal presentaría
dificultades de orden operativo. Es obvio que, si una empresa no reparte dividendos,
difícilmente podremos aplicar un modelo que los incluye como variable.

Estas empresas deberían redefinir o al menos concretar de otra forma el objetivo empresarial
con objeto de que se adecue a sus especiales características, como pudiera ser analizar si la
empresa reparte algún tipo de remuneración dineraria (aunque legal y formalmente no se llame
dividendo).

Las empresas familiares, cuyas especiales características debieran tenerse en cuenta a la hora
de establecer su valor a través del descuento de dividendos (si cotizan) o de las remuneraciones
dinerarias o en especie de cualquier tipo (en caso de no cotizar). Existen empresas cuyos
objetivos no se adaptan al que hemos enunciado (empresas públicas, sociedades cooperativas,
por ejemplo). En consecuencia, para ellas habría que adaptar las posteriores conclusiones.

Definido el objetivo financiero, cabría plantearse por tanto que las empresas deberían dar los
máximos dividendos posibles. Analicemos la procedencia de los mismos. Para ello, hemos de
conocer la base del resultado empresarial, aunque sea de manera intuitiva, y como primera
aproximación. La empresa calcula a final de año el beneficio neto, una vez ha pagado todos los
gastos necesarios para realizar su actividad, sus deudas y los impuestos que su actividad
económica genera (el Impuesto sobre Sociedades, el IVA, los impuestos locales,…., etc.). Este
resultado, obviamente, también puede ser negativo, en cuyo caso hablamos de pérdidas.

De ese beneficio neto, la empresa decide qué parte reparte en forma de dividendos y, por lo
tanto, se distribuye entre los accionistas, y qué parte queda como recursos financieros para la
propia empresa, que constituirán las reservas generadas en ese periodo y que pasarían a
aumentar el Patrimonio Neto del Balance. Por lo tanto, al ser los dividendos un reparto de los
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beneficios, es indudable que la empresa debe, en primer lugar, generarlos y, por otro lado,
decidir si dichos recursos los destina a dividendos o por otra parte se quedan en la empresa
como reservas para financiar posibles inversiones y evitar tener que hacer uso de otras fuentes
financieras de coste mayor y que reducirán en años futuros la capacidad de generar beneficios y,
como tal de repartir dividendos.

Por tanto, la empresa debe ser capaz de establecer un equilibrio entre dividendos y reservas, lo
que se conoce como Política de Dividendos.

Conocido pues el objetivo financiero de la empresa, el subsistema financiero tratará de


contribuir de la mejor manera posible a su consecución.

Tal y como se ha señalado anteriormente, la consideración de la empresa desde el punto de


vista financiero como una sucesión en el tiempo de proyectos de inversión y financiación implica
que la función financiera tiene un doble aspecto: captación de los fondos necesarios y
colocación de los mismos en las mejores inversiones. Pero si profundizamos un poco más, el área
de finanzas debe ocuparse tanto de los problemas asociados a la financiación (Captación de los
fondos necesarios para realizar sus inversiones y al menor coste posible) como a los de inversión
(Aplicación de esos fondos de la mejor manera posible para obtener rendimientos positivos), sin
olvidarnos de la mencionada política de dividendos.

No obstante, estamos en un entorno cada vez más cambiante donde estos planteamientos
clásicos han de adaptarse a una realidad y a un modelo económico que ha variado
ostensiblemente. Cada vez es más frecuente que las empresas promuevan prácticas responsables
en el medio en el que se desarrollan, como consecuencia, a nivel mundial, de cambios políticos,
económicos, sociales, tecnológicos y ambientales que determinan el nuevo entorno empresarial.
Podemos hablar de cambio climático, crisis económicas y financieras y, por ende, crisis
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humanitarias y sociales. Lo anterior ha generado que la responsabilidad social empresarial (RSE)


sea fundamental para la sociedad.

De igual modo, la transparencia de las empresas y la adopción de criterios éticos y


corresponsabilidad con la sociedad son factores cada vez más valorados por la sociedad que
afectan sobremanera a la reputación empresarial.

En esta línea, la Organización de Naciones Unidas pone en marcha el Pacto Mundial (2021), en
consonancia con los ODS2030 para involucrar tanto a ciudadanos como a organizaciones y
empresas en el futuro del planeta que depende de la sostenibilidad del mismo, y surgiendo
modelos de economía circular y colaborativa que desplazan, al menos en parte, a modelos
económicos lineales.

5. Una primera aproximación al Cash Flow: renta y tesorería.

Para comprender las finanzas empresariales, hay que conocer la diferencia que se establece
entre dos corrientes: la corriente de renta y la corriente de tesorería.

Para diferenciar la corriente de renta, basada en el Principio del Devengo, de la corriente de


tesorería, se hace necesario explicar la diferencia entre corriente de ingresos y gastos por un
lado y de cobros y pagos por otro.

El ingreso es un derecho que tiene la empresa a percibir una determinada cantidad de dinero
mientras el cobro es la materialización efectiva de todo o parte de ese derecho, produciéndose
como consecuencia de ello una entrada de efectivo en la caja de la empresa.

El gasto es una obligación monetaria que ha contraído la empresa como consecuencia de la


realización de un proyecto. El cumplimiento en todo o en parte de esa obligación la
denominamos pago y supone una salida efectiva de dinero.

En Contabilidad y a efectos impositivos prima el criterio del devengo mientras que en Finanzas el
criterio más usual es la materialización monetaria, es decir, cobros y pagos.

Veamos un ejemplo que permita ayudar a entender los conceptos anteriores: supongamos que
una empresa vende una determinada cantidad de productos, por lo que genera un ingreso a la
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fecha de la venta (cuyo importe será el producto del número de unidades vendidas por su precio
de venta, lógicamente). No obstante, si la empresa le concede a su cliente un plazo de pago de
30 días, el cobro efectivo de ese ingreso no tendrá lugar hasta 30 días más tarde. Si nos basamos
en el principio del devengo, desde el día 1 existe el ingreso, mientras que hasta el día 31 no
aparece el cobro de dicho ingreso. De modo análogo podemos proceder a diferenciar gastos y
pagos.

Ejemplo 4:
Una empresa está realizando sus previsiones de tesorería y renta generada para los próximos
tres años. Estima que va a vender 1.000 unidades de producto el primer año, a un precio de 50 €
por unidad. Espera que las ventas se incrementen un 20% anualmente, mientras que el precio de
venta se incrementará un 10% anual. Por otro lado, los costes de materia prima ascienden a 14€
por producto fabricado, y no se esperan incrementos en los tres años analizados, mientras que
los gastos generales de producción se estiman en 15.000 euros anuales, con un incremento del
4% anual. La empresa realiza todos sus pagos en efectivo, mientras que a los clientes les ofrece
cobrarles, por término medio, a 30 días.
Determine los Cash-flow de la empresa. ¿Sería rentable el proyecto si para su ejecución se
han invertido 60.000 euros? El tipo de interés efectivo es del 4%.

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