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Garfias Aldrete Manuel Alejandro

Mundo Siglos XVII y XVIII, Septiembre 2, 2023

Reporte lectura

La edad moderna XVI-XVIII

Alberto Tenenti

Los absolutismos y Luis XIV

La contra reforma coincide en espacio y temporalmente con otros movimientos históricos de los que no se puede
disociar, en este caso hablamos del Absolutismo y el Barroco, aún que también se pudieran mencionar algunas
otras como el Mercantilismo y los pensamientos noble y aristócrata.

Considerado el Absolutismo como la concentración autoritaria y autocrática del poder, no podemos decir
que todas las naciones que eran gobernadas por un rey fuesen absolutistas, debido a factores sociales o
contextuales el Absolutismo en su forma más extrema se manifestó en las potencias europeas continentales, en
el caso de Inglaterra, aún y cuando la tendencia de la dinastía Estuardo se orientara hacia el absolutismo, sus
monarcas no lo ejercieron con plenitud por la presencia de catalizadores sociales y políticos.

El Absolutismo encarna el sentir de una época en que Europa vivía un estado de constante conflicto entre
naciones, el nacimiento de un nacionalismo en inicio representado por la figura del soberano y ligado a un
determinado territorio que era importante defender, los soldados cambiaron su razonamiento de pelear por un
botín de guerra por el de pelear por su rey. Este sentimiento se ve fortalecido por los lazos de los soberanos con
la religión, que se integra de manera consciente en la vida humana. Esta combinación fue suficiente para lograr
los mayores sacrificios de las personas, ahora los reyes se servían y fortalecían con las religiones, en lugar de
ponerse al servicio de estas.

Federico Guillermo “El Elector” y Federico Guillermo I de Prusia:

Tras la Guerra de los treinta años, Federico Guillermo terminó económicamente quebrado, los territorios bajo
su dominio: Prusia, Bradenburgo, Mark y Ravenburgo, se encontraban geográficamente y políticamente aislados,
poseía un ejército formado por unos 2,500 hombres, principalmente por mercenarios a los que era difícil
mantener, sin embargo, gracias a los hábiles manejos económico y políticos del elector, el ejército logró reunir a
27,000 soldados, la mayoría voluntarios y sostenidos por el estado, lo que fortaleció la posición de Federico
Guillermo, que se impuso al dominio de Suecia y sentó las bases para la formación en 1701 del reino de Prusia.

Federico Guillermo I, nieto de “El Elector” ya como rey de Prusia llevó al extremo el absolutismo,
instituyendo un sistema militarista que ejerció dominio sobre sus súbditos y fue el inicio de la consolidación de
los estados germánicos en una potencia mundial.

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El Absolutismo de los Habsburgo:

En cierta manera el absolutismo de los Habsburgo no tuvo la rigidez del prusiano, fue de costumbres más
liberales, sustentado por la religión católica a través de la Compañía de Jesús, basó su esplendor en una vida
cosmopolita y fastuosa, haciendo a Viena su capital, una ciudad cosmopolita, culta y refinada.

El elemento fundamental que influyó en las características del absolutismo de los Habsburgo, fueron los
movimientos emanados de la contra reforma religiosa, ya que el monarca católico, se veía obligado a convivir
con una sociedad en gran parte Luterana o en casos menos frecuentes Calvinista. La Compañía de Jesús por
medio de sus colegios lograba un avance notorio de la religión católica en torno al círculo cercano al emperador
pero en regiones apartadas, los nobles terratenientes ejercían el protestantismo.

En cierto modo, el equilibrio político y económico se basaba en una mutua tolerancia disimulada, los
aristócratas no católicos convivían en la corte, alababan y respetaban al monarca, lo que fomentaba el boato
cortesano que agradaba al emperador.

Leopoldo I fue el emperador que ejerció en mayor medida el absolutismo en el Sacro Imperio Romano
Germánico.

Luis XIV:

El absolutismo más representativo lo ejerció Luis XIV en Francia. El que posteriormente se hiciera llamar “El Rey
Sol” heredó el trono de su padre Luis XIII, cuando apenas contaba con 5 años, por lo que el poder recayó en la
regencia de su madre Ana de Austria y del Cardenal Mazarino, al cumplir Luis XIV la mayoría de edad (13 años)
asumió el poder, sin embargo la influencia de Mazarino sobre el Rey perduró hasta la muerte del cardenal en
1661, año en que se manifiesta abiertamente el absolutismo de Luis XIV.

El Rey ratifica su poder, el que sitúa por arriba de cualquier otro poder terrenal, subordinando su autoridad
únicamente a Dios, Con la declaración de los 4 artículos, plantea la superioridad absoluta del rey, sobre la iglesia
y el papado:

1. El soberano pontífice solo tiene autoridad espiritual: los príncipes, por tanto, no están sujetos a la
autoridad de la Iglesia en asuntos temporales; el papa no puede juzgar a los reyes ni deponerlos; los
súbditos del rey no pueden ser liberados del juramento de obediencia.
2. El uso del poder papal está regulado por los cánones de la Iglesia: pero, junto a ellos, los principios y
costumbres de la Iglesia Galicana que siempre han existido deben seguir vigentes.
3. El concilio ecuménico, una reunión de todos los obispos de la cristiandad, toma decisiones que tienen
un valor superior a las del Papa, cuya autoridad está, por tanto, limitada por la de los concilios
generales;
4. En materia de dogma, el Papa es infalible solo con el consentimiento de la Iglesia universal.

De esta manera no existía poder superior al rey, cuyo poder era emanado del propio Dios.

Basado en este poder, Luis XIV ejerció su autoridad en forma despótica, dictando leyes emanadas de su
arbitrio, no convocó a los Estados Generales, los que permanecieron fuera de las decisiones del reino por 175
años.

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Luis XIV estableció una administración centralista, con administradores eficaces como Jean Baptiste
Colbert, en la administración de la economía, Francois Michel le Tellier de Louvois, en guerra y Le Pastré de
Vaunban en la obra pública.

Es famosa la respuesta de Luis XIV a un cuestionamiento que mencionaba los intereses del estdo, a lo
que el monarca contestó simplemente: L'État, c'est moi (El Estado soy yo)

Bibliografía
Tenenti, Alberto. «La Edad Moderna XVII.XVIII.» En Historia del mundo moderno, 278-307. Barcelona: Crítica,
2011.

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