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Carlota García Ramos 1Bach A

Tema 4: Restauración absolutista, revoluciones liberales


y nacionalismos (1815-1870)

1. La Europa de la Restauración y las oleadas revolucionarias


1.1 La Restauración: el Congreso de Viena y el nuevo mapa de Europa
La derrota definitiva de Napoleón abrió una nueva etapa histórica, conocida como Restauración, ya que las potencias
que se habías coaligado contra el Imperio Napoleónico intentaron restablecer en toda Europa la situación previa a la
Revolución francesa. Pero gran parte de Europa había experimentado cambios políticos y sociales que hacían inviable
un retorno del absolutismo.
En aquellos países donde se habían implantado un sistema constitucional se derogaron las Constituciones, pero los
monarcas, sin renunciar a su plena soberanía, abrieron algunos cauces de participación política, mediante la concesión
de Cartas otorgadas.
El sistema de la Restauración se configuró en el Congreso de Viena (1814-1815), que comenzó sus reuniones tras la
1ª abdicación de Napoleón.
La figura más destacada del Congreso fue el canciller Metternich, verdadero impulsor del sistema de la Restauración,
conocido como Sistema Metternich.
En el Congreso de Viena se fijaron los principios sobre los que habría de fundamentarse el nuevo orden europeo:
- El principio de legitimidad, según el cual los únicos soberanos legítimos eran los titulares de las dinastías reinantes
antes de la revolución.
- El principio de equilibrio internacional, que implicaba evitar la hegemonía de cualquier potencia. Este era el
principal objetivo de los británicos: volver al sistema de equilibrio europeo instaurado a principios del siglo XVIII.
- El principio de intervención, por el cual se reconocía el derecho a intervenir en otro país si movimientos
revolucionarios o populares ponían en peligro el poder de sus monarcas o el equilibrio internacional.
Para garantizar la estabilidad y equilibrio del sistema, se establecieron 2 instrumentos:
- Un tratado de alianza, dónde se creo la Cuádruple Alianza, integrada por las 4 potencias vencedoras de Napoleón
(Austria, Rusia, Prusia y Reino Unido), que se convirtió en la Quíntuple Alianza tras la incorporación de Francia.
Poco antes, por iniciativa del zar ruso Alejandro I, Rusia, Austria y Prusia habían constituido la Santa Alianza, cuyo
objetivo era promover una política basada en los valores cristianos. Solo la Quíntuple Alianza tuvo una eficacia
real.
- La celebración de congresos internacionales para prevenir o resolver cualquier situación que pudiera amenazar el
orden europeo. Entre 1818 y 1822 se celebraron 5 congresos, por lo que este periodo se conoce como Europa de
los Congresos.
El otro gran cometido del Congreso de Viena fue la reorganización del mapa de Europa, cuyas modificaciones fueron
las siguientes:
- Francia quedó reducida a las fronteras que tenía en 1792. De los territorios perdidos en el norte surgió el reino de
los Países Bajos (Bélgica, Holanda y Luxemburgo); y de los perdidos al este, el reino de Piamonte-Cerdeña. Ambos
se establecieron como Estados tapón.
- Reino Unido consolidó sus posiciones en el Mediterráneo (Gibraltar, Malta e Islas Jónica) y en las rutas de su
comercio colonial (El Cabo, Ceilán y varias islas de las Antillas).
- Una nueva Confederación Germánica, presidida por Austria, reconstruía el Sacro Imperio Romano Germánico,
pero ahora dividido en 39 Estados, de los cuales Austria y Prusia eran los más importantes.
- Austria extendió sus dominios hasta el Mediterráneo: incorporó territorios del norte de Italia (reino de Lombardía-
Venecia) y de la costra adriática; y controlaba los ducados de Italia central (Parma, Módena y Toscana).
- Prusia aumentó sus territorios dentro de la Confederación Germánica.
- Rusia se anexionó Finlandia, gran parte de Polonia y Besarabia.
- Suecia quedó unida a Noruega.
- Los Estados Pontificios recuperaron su independencia en el centro de la península Itálica y aumentaron su
extensión hacia el noreste.
El sistema de Restauración no pudo acabar con los principios liberales; y la arbitraria división política del nuevo mapa
de Europa acentuó las aspiraciones nacionalistas.
1.2 El desarrollo de los nacionalismos
El término “nación” se venía utilizando desde hace mucho, pero en le siglo XIX se tendió cada vez más a identificar la
nación con un grupo étnico (un pueblo con conciencia de tener una identidad propia, diferente de otros pueblos).
La ideología del nacionalismo se desarrolló a partir de la Revolución francesa, que extendió el concepto de soberanía
nacional. Sin embargo, habría que distinguir 2 corrientes ideológicas:
- El nacionalismo de carácter conservador, que tuvo su origen y mayor expresión en 2 filósofos alemanes, Herder y
Fichte. Según esta corriente, los pueblos son como “órganos vivos” con un carácter propio, el “alma o espíritu del
pueblo” se manifiesta a través de su lengua y su cultura. Todo individuo pertenece a una determinada nación.
- El nacionalismo de carácter liberal arranca del pensamiento revolucionario francés. La nación es la unidad política
a la que un conjunto de ciudadanos decide pertenecer “voluntariamente”; por tanto, el nacimiento u origen no
condiciona la nacionalidad del individuo.
El objetivo principal de todo movimiento nacionalista era constituir su propio “Estado-nación”, es decir, un Estado
autónomo integrado por todos los miembros de su mismo grupo étnico.
Según la estrategia seguida para constituir su propio Estado-nación, surgieron 2 tipos de movimientos nacionalista:
- Un nacionalismo centrífugo o separatista, propio de pueblos insertos en una entidad política mayor que aspiraban
a separarse de ella para crear su propio Estado-nación. Era el caso de los grandes Imperios de carácter multiétnico.
- Un nacionalismo centrípeto o unificador, propio de pueblos con identidad nacional, pero repartidos en diferentes
Estados, por lo que su aspiración era formar un solo Estado-nación que los reuniera a todos. Fue el caso de
Alemania e Italia.
En consecuencia, el nacionalismo y el liberalismo, inspiraron las 3 grandes oleadas revolucionarias de 1820, 1830 y
1848, que condujeron a la quiebra el sistema de la Restauración y la disolución definitiva del A.Régimen.

1.3 Las revoluciones de 1820


La causa principal fue la pretensión de reimplantar las ideas liberales.
Protagonizadas por sociedades secretas que provocaron levantamientos militares y populares, tuvieron lugar en la
Europa meridional.
La 1ª rebelión fue la del comandante Riego en España, que hizo posible el restablecimiento del sistema constitucional
durante 3 años.
El éxito de la experiencia española animó a emprender iniciativas similares en Portugal y en Italia: en el reino de las 2
Sicilias y en el reino de Piamonte-Cerdeña.
Los sublevados triunfaron y consiguieron implantar un sistema constitucional, de breve duración, pues la intervención
extranjera o un golpe de Estado restauraron el absolutismo.
Diferente fue el caso fue el caso de la revolución griega de 1821, ya que tras una larga lucha de 10 años Grecia
consiguió independizarse del Imperio Otomano en 1829, aunque el apoyo final que recibió de Francia, Reino Unido y
Rusia le supuso renunciar a una Constitución republicana y aceptar una monarquía impuesta por estas potencias.
Se produjo la revuelta decembrista d 1825 en Rusia, en la que un grupo de oficiales del ejército pretendió acabar con
el régimen absolutista de los zares.
Por último, habría que mencionar la independencia de Brasil en 1822 y su constitución como Imperio.

1.4 Las revoluciones de 1830


El ciclo revolucionario de 1830 se originó en Francia y tuvo una amplia repercusión en el continente europeo. La causa
principal seguía siendo la reimplantación del liberalismo.
Su comienzo fueron los “Tres días gloriosos” de julio de 1830 en parís, que provocaron la destitución de Carlos X.
A la Revolución francesa siguieron revueltas liberales en gran parte de Europa, todas ellas sofocadas, salvo en Francia
y en Bélgica.

La Monarquía de Julio en Francia: Luis Felipe de Orleans (1830-1848)


En Francia, aunque la revolución tuvo como escenario las calle y como protagonistas a las clases medias y populares,
fue la burguesía conservadora la que finalmente consiguió reorientarla mediante la instauración de la Monarquía de
Julio en la persona de Luis Felipe de Orleans.
Representó el triunfo del liberalismo más moderado, que reservaba el ejercicio de la política a una minoría de notables
(nobleza y alta burguesía). Este último reinado de Francia gozó del apoyo de una burguesía enriquecida por el proceso
de industrialización, experimentó el rechazo creciente de las clases populares.
El régimen de Luis Felipe I se convirtió para Europa en el modelo del liberalismo doctrinario, partidario del sufragio
censitario, la limitación de las libertades y la soberanía conjunta del rey la nación.
La independencia de Bélgica
La independencia de Bélgica es un caso claro nacionalismo centrífugo o separatista. Se inició en Bruselas una
revolución de carácter liberal y nacionalista contra la denominación holandesa.
El resultado final fue la separación de Bélgica de los Países Bajos Unidos, creación artificial del Congreso de Viena,
pues las diferencias culturales eras profundas.
A finales de 1830 el nuevo Estado fue reconocido por Francia y el Reino Unido, que le habían prestado su apoyo, y en
1831 se estableció como forma de gobierno una monarquía parlamentaria y constitucional.
La Constitución belga de 1831 se considera uno de los mejores ejemplos de liberalismo.

1.5 Las revoluciones de 1848


La oleada revolucionaria de 1848 fue la última del siglo XIX y la de mayor impacto. El proceso de industrialización se
había extendido por gran parte de Europa y con él se había experimentado un crecimiento de la clase obrera, que
empezaba a adquirir conciencia política y a reivindicar sus derechos.
Contaron con una mayor participación de las clases populares y añadieron nuevas reivindicaciones de carácter
democrático y social, en concordancia con la ideología socialista.
Junto a los componentes ideológicos liberales y democráticos, el nacionalismo jugó un importante papel.
Francia, concretamente París, fue el 1er foco de la revolución, en febrero de 1848. Una de sus causas principales fue
la grave crisis económica (agraria, industrial y financiera), que añadió al descontento político general el malestar de
las clases populares por las carencias y el paro. En 2 días, la monarquía de Luis Felipe I fue derrocada y un gobierno
provisional proclamó la Segunda República francesa.
Fuera de Francia, la revolución se extendió rápidamente y se produjeron insurrecciones en las principales ciudades de
la Confederación Germánica, el Imperio Austriaco y la península Itálica, pero fueron reprimidas. Sin embargo, estas
marcaron un antes y un después en la evolución de Europa. Principales consecuencias:
- El sistema europeo de la Restauración se derrumbó por completo y Metternich tuvo que dimitir y exiliarse.
- Quedó manifiesta la inviabilidad del A. Régimen como modelo político y social europeo. Los países liberales
tendieron hacia la democracia; y los que no lo eran, hacia el liberalismo.
- En el Imperio Austriaco se abolió la servidumbre de los campesinos, y se reconoció el problema de los diferentes
grupos étnicos que los integraban, a los que se acabó concediendo sus propias asambleas políticas, y en 1867 se
creó el nuevo Imperio Austro-Húngaro, como monarquía dual.
- Con la revitalización de los nacionalismos, los Estados alemanes y los italianos impulsaron sus respectivos procesos
de unificación nacional, de los que nacerían los Estados de Alemania e Italia.

2. Francia, de la Segunda República al Segundo Imperio


2.1 La Segunda República (1848-1851)
Tras la revolución de 1848 y el derrocamiento de la monarquía de Luis Felipe I, se formó en Francia un gobierno
provisional y se proclamó la Segunda República.
El gobierno provisional, integrado por miembros de diferentes tendencias políticas, adoptó importantes medidas de
carácter democrático: restableció el sufragio universal masculino, garantizó las libertades individuales, puso en
marcha unos “Talleres Nacionales” para dar trabajo, etc.
Tras la aprobación de la Constitución de 1848, liberal y democrática, las nuevas elecciones elevaron a la presidencia
de la República a Luis Napoleón Bonaparte, que gobernó con mano dura y restableció el orden, apartándose de los
sectores populares y de los conservadores.
Como la Constitución de 1848 solo permitía un único mandato presidencial de 4 años, dio un golpe de Estado en
diciembre de 1851 y promulgó la Constitución de 1852, que le permitía ejercer la presidencia durante un mandato de
10 años con la posibilidad de ser reelegido. Además, se otorgaba un mayor poder al Presidente, lo que suponía de
hecho el establecimiento de un régimen presidencial dictatorial. La gran mayoría de la población, consultada mediante
plebiscito, dio su voto a favor del nuevo régimen, porque confiaban de que fuera capaz de devolver a Francia la
grandeza y el poder que hubo durante el Primer Imperio.

2.2 El Segundo Imperio (1852-1870)


Transcurrido un año desde el golpe de Estado de 1851, Luis Napoleón sometió a plebiscito la propuesta de transformar
la Segunda República en Imperio. El 2 de diciembre de 1852 se proclamó el Segundo Imperio francés y asumió su
titularidad como Napoleón III.
En la política interior, evolucionó hacia una fase inicial de progresiva liberalización con algunas medidas de carácter
social.
En el ámbito económico, todo el periodo coincidió con una fase de crecimiento y expansión en Europa, que en Francia
se vio favorecida por política de obras públicas emprendida por el Estado. También fue muy activa la política colonial
en África y Asia.
La política exterior intervencionista fue la causa principal del fracaso del Segundo Imperio. Movido por el afán de
convertir a Francia en la primera potencia mundial, Napoleón III intervino en diversas guerras internacionales. Pero
su mayor error fue la declaración de guerra a Prusia con un pretexto de escasa importancia.
En la guerra franco-prusiana (1870), el ejército francés fue aniquilado en la batalla de Sedán, en la que el propio
Napoleón III fue hecho prisionero. 3 días después se proclamó en París la Tercera República francesa y se constituyó
un Gobierno de Defensa Nacional.

3. Las unificaciones de Italia y Alemania (1848-1870)


3.1 La unificación de Italia
En 1848 la península itálica estaba dividida en 7 Estados independientes: el reino de Piamonte-Cerdeña, el reino de
Lombardía-Venecia, los Ducados de Parma, Módena y Toscana, los Estado Pontificios y el reino de las Dos Sicilias.
En todos había ido creciendo el sentimiento nacionalista, tanto contra la presencia austriaca en el norte, como a favor
de la unificación en un solo Estado. Existían diferentes corrientes ideológicas, cada una proyectaba un modelo de
Estado diferente:
- Una república democrática, defendida por el sector más revolucionario, dirigida por Mazzini, cuyo objetivo era
crear una “patria italiana” independiente con una profunda reforma social.
- Una monarquía liberal de carácter moderado, liderada por el reino de Piamonte-Cerdeña, la región más
industrializada.
- Una confederación de Estados bajo la autoridad del papa, propuesta por un amplio sector de la burguesía
conservadora y católica.
Estuvo finalmente dirigido por el rey de Piamonte-Cerdeña, Víctor Manuel II, y su primer ministro, el conde Cavour.
Cavour era consciente de que la unidad italiana no sería posible sin la ayuda de una potencia exterior. Por ello, busco
el apoyo de Francia y Prusia.
El proceso atravesó 3 fases:
- Entre 1859 y 1861, el reino de Piamonte-Cerdeña incorporó toda la península itálica y Sicilia, excepto el Véneto y
la parte occidental de los Estados Pontificios, y se creó el reino de Italia:
o En la guerra contra Austria, el reino de Piamonte-Cerdeña contó con la ayuda de Francia y obtuvo la
Lombardía, aunque tuvo que ceder a Francia Niza y Saboya.
o En 1860, los ducados de Parma, Módena y Toscana se incorporaron al reino, que se anexionó también la parte
oriental de los Estados Pontificios y el Reino de las Dos Sicilias; en la conquista de este último fue fundamental
la expedición de los “Camisas rojas” de Garibaldi.
o En 1861 todos estos territorios se integraron en el Reino de Italia y Víctor Manuel II fue reconocido como
monarca.
- En 1866 Italia participó en la guerra austro-prusiana del lado de Prusia, cuya victoria supuso la incorporación de
Venecia.
- En 1870 se ocuparon los Estos Pontificios, hasta entonces protegidos por Francia, aprovechando que esta había
sido derrotada en la guerra franco-prusiana.
El Reino de Italia estableció su capital en Roma y solo el barrio del Vaticano quedó bajo la soberanía del papa, que se
consideró prisionero de él. El conflicto entre el gobierno italiano y el papado perduró por muchos años.

3.2 La unificación de Alemania


La dos grandes potencias de la Confederación Germánica eran el reino de Prusia y el Imperio de Austria. Para la unión
política de los alemanes, se ofrecían dos alternativas, según la potencia que dirigiera el proceso y encabezara el futuro
del Estado unificado:
- Una Gran Alemania, presidida por Austria, que abarcaría a toda la población alemana, pero exigiría la convivencia
con otros muchos pueblos no alemanes del Imperio Austriaco.
- Una pequeña Alemania, bajo el predominio de Prusia y exclusivamente germana, pero sin Austria, cuyo núcleo
era la población alemana. Esta fue la alternativa que acabo imponiéndose.
El 1er paso hacia la unificación fue económico: a partir de 1834 se estableció en gran parte de la Confederación
Germánica una unión aduanera (Zollverein) o zona libre de comercio, sin barreras ni aranceles, promovida por la
burguesía prusiana, de la que quedó excluida Austria.
El proceso político de unificación se debió a 2 grandes figuras: Guillermo I de Prusia, que ascendió al trono en 1861, y
su 1er ministro Bismark, cuyo objetivo era convertir el reino de Prusia en un Reich (imperio).
Bismark organizó un poderoso ejército y aprovechó hábilmente todas las posibilidades que le ofrecieron las
circunstancias internacionales. De este modo el nuevo imperio alemán se fue construyendo bajo el liderazgo de Prusia
a lo largo de 3 fases:
- La guerra de los Ducados (1864). Prusia y Austria al quedar vacante la titularidad de los ducados de Schleswig y
Holstein, vinculados hasta entonces a Dinamarca, se los disputaron al rey de Dinamarca y acabaron
repartiéndolos. Schleswig para Prusia y Holstein para Austria.
- La guerra austro-prusiana (1866). La solución al conflicto anterior pronto degeneró en conflicto. Pero lo que
realmente se debatía era cuál de las dos potencias protagonizaría la unificación de Alemania. Prusia triunfó gracias
a su superioridad militar y a su alianza con Francia e Italia, y el proyecto de la Pequeña Alemania se impuso. Surgió
así la Confederación de Alemania del Norte, formada por 22 Estados, con Guillermo I de Prusia y Bismark como
presidente y canciller.
- La guerra franco-prusiana (1870). Bismark ante la resistencia de algunos Estados alemanes del sur a someterse a
la hegemonía prusiana en un nuevo Estado unificado, decidió que la mejor manera de integrarlos era implicarlos
en una causa común contra un enemigo externo. Para ello provocó que Napoleón III declarara la guerra a Prusia
por un motivo insignificante. Todos los Estados alemanes participaron en la guerra del lado de Prusia y en la batalla
de Sedán el ejército prusiano derrotó a Napoleón III.
El 18 de enero de 1871, en el Palacio de Versalles, Guillermo I se proclamó emperador del Segundo Reich, que acabó
integrando a los Estados alemanes del sur y los territorios de Alsacia y Lorena.
Desde 1871 la primera potencia continental europea fue el nuevo Reich Alemán, dirigido por Guillermo I y su canciller
Bismark.

4. La independencia de las colonias hispanoamericanas


4.1 El imperio colonial español en América
Características:
- Abarcaba una enorme extensión territorial, de norte a sur del continente.
- Formaba un conjunto fragmentado en territorios con escasas relaciones entre ellos. Las grandes distancias que
los separaban y los obstáculos naturales dificultaban las comunicaciones por tierra. Esto explica que los
particularismos locales prevaleciesen sobre los posibles intereses comunes.
- Su estructura demográfica y social era compleja y cerrada, basada en un sistema de castas. El grupo superior y
dominante lo constituían los blancos; dentro de él la mayoría eran criollos (nacidos en América pero
descendientes de españoles) y el resto peninsulares (nacidos en España pero trasladados a América). Los grupos
sociales inferiores eran los indios autóctonos, negros de origen africano, mestizos, mulatos y zambos.

4.2 Causas de la independencia


Causas profundas más importantes:
- Las ideas de la Ilustración y el liberalismo, procedentes de Europa, que se difundieron entre los círculos más cultos.
- La independencia de EEUU y la Revolución francesa, que demostraron la viabilidad de las ideas liberales y
nacionalistas.
- El malestar político y económico de los criollos, enriquecidos con el comercio y las propiedades de tierras, que
aspiraban a controlar el poder político.
- El apoyo del Reino Unido, que coincidía con los criollos en su interés por liberar el comercio hispanoamericano
para intercambiar sus productos.
La causa inmediata y desencadenante fue la situación derivada de la ocupación de España por Napoleón en 1808 y la
subsiguiente guerra de la Independencia en la península

4.4 El proceso de independencia


La independencia de las colonias tuvo diferentes focos y actuaciones aisladas, por la escasa relación entre los
diferentes territorios.
La guerra de la Independencia española (1808-1814) fue la circunstancia favorable que permitió el arranque del
proceso de emancipación. Ante la invasión francesa de España, las colonias reaccionaron en un principio creando
juntas y proclamando su lealtad al rey Fernando VII, sustituido por José I, hermano de Napoleón.
En una 1ª fase (1810-1814), se produjeron movimientos secesionistas y declaraciones de independencia a partir de
Buenos Aires, México y Caracas.
Con la finalización de la guerra en España y la vuelta al trono de Fernando VII, se acabó restableciendo la situación en
prácticamente todas las partes.
Se inició una 2ª fase (1815-1824), en la que este proceso se consumó, favorecido por una serie de factores:
- El apoyo abierto de norteamericanos y británicos.
- Las campañas militares en América del Sur de Simón Bolívar y José San Martín.
- El pronunciamiento liberal del comandante Riego en España en 1820, que impidió el embarque de las tropas
españolas destinadas a sofocar la rebelión en América.
La decisiva batalla de Ayacucho (1824), en Perú, último reducto de la resistencia metropolitana, supuso la derrota
definitiva del ejército español.
Solo Cuba y Puerto Rico permanecieron como colonias en América, hasta su pérdida en 1898.
Los particularismos prevalecieron sobre las pretensiones unificadoras.
De la disolución del imperio español surgió un fragmentado mosaico de Estados independientes.
Inglaterra y EEUU a España en el control de comercio americano.

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