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Ostsiedlung

Ostsiedlung es el término alemán para designar la


colonización alemana en la Europa Central y Oriental
que comenzó en el siglo XII y concluyó en el siglo XV,
aunque con eventuales episodios en los siglos XVI y
XVIII. El área de asentamientos es conocida como
Germania Slavica.

Índice
Inicios
Cruzadas bálticas
En Polonia y el Báltico
En la República Checa Evolución del área lingüística alemana desde
700 hasta 1910.
En los Balcanes
En Rusia
Declive de la colonización alemana
"Migración económica" y Ostflucht
Nacionalismo eslavo en Europa Oriental
Nazismo y Ostsiedlung
Extinción de la presencia alemana
Véase también
Referencias

Inicios
Si bien los pueblos germánicos habían logrado constituir entidades estatales después de la caída del Imperio
romano de Occidente y se habían logrado asimilar exitosamente al Imperio carolingio a inicios del siglo
VIII, al este del río Elba vivían pueblos eslavos que aún no habían constituido verdaderos Estados, sino que
se organizaban en simples grupos de tribus, siendo estos pueblos llamados colectivamente wendos o
sorabos. La propaganda religiosa realizada por misioneros cristianos de la Europa Occidental había llegado
a otros pueblos eslavos que sí llegaron a constituir estados, como sucedió con los polacos, o bohemios, pero
dicha "cristianización" de la Europa Oriental no estaba generalizada.

Desde que el Imperio carolingio se fraccionó en el siglo IX, durante la Alta Edad Media, sus sucesores en
la zona más oriental del Imperio, iniciado por Luis el Germánico, dirigieron sus afanes de conquista hacia
las tierras situadas al este del río Elba, pobladas por pueblos indoeuropeos eslavos de carácter tribal, como
wendos y sorabos. La expansión de los monarcas alemanes hacia estos pueblos y sus vecinos eslavos tuvo
éxito al principio, ganando para la colonización alemana a Mecklemburgo y Brandeburgo. Poco después
fue conquistado (y germanizado) el reino de Sajonia, pero la mala situación económica de la Alta Edad
Media impidió una colonización alemana rápida y adecuadamente desarrollada, limitándose esta a la simple
migración de clanes y el asentamiento de alemanes en los territorios entre los ríos Elba y Oder.

No obstante, la población alemana creció durante la Baja Edad Media, cuando el fraccionamiento del Sacro
Imperio Romano Germánico generó un incremento de la actividad económica en territorio alemán y
mejores condiciones de vida para la población. Sin embargo, ello trajo también un importante crecimiento
poblacional en los límites tradicionales del antiguo Imperio carolingio al cual se circunscribía el área de
población alemana, causando que la colonización alemana de territorios orientales apareciera como una
solución a la presión demográfica sobre las tierras cultivables situadas más al oeste.

Esta nueva situación estimuló movimientos poblacionales desde Renania, Flandes y Sajonia, territorios del
Sacro Imperio Romano Germánico, hacia asentamientos entre los ríos Elba y Saale, así como las regiones
bálticas y de Polonia, entonces pobladas por eslavos no cristianos y —en la región báltica— baltos.1 ​
Dichos movimientos fueron apoyados por la nobleza alemana, los reyes polacos, los duques y la iglesia
medieval, y se realizaron a costa de grupos étnicos bálticos.

Cruzadas bálticas
Los territorios al este del río Oder estaban habitados por diversos grupos étnicos, como wendos y
prusianos, con una organización política menos evolucionada que la de los reinos alemanes. La monarquía
polaca de los Piast apreció que esta colonización germana permitía revalorizar tierras poco explotadas e
incrementar las rentas de los gobernantes al establecerse un vasallaje feudal de los colonos alemanes. La
poca densidad poblacional de estas tierras estimulaba a los señores locales a convocar la emigración de
alemanes como una posibilidad de explotar tierras cultivables y dinamizar la economía de zonas poco
atractivas.

El futuro Reino de Prusia tenía sus raíces en los movimientos de población surgidos desde el siglo XII
como resultado de las Cruzadas bálticas y en la colonización de campesinos alemanes a lo largo de la costa
sur del mar Báltico. Para forzar la cristianización de las costas meridionales del Báltico, los caballeros
teutónicos habían sido invitados al norte de Polonia por el conde Conrado I de Mazovia y tras varias
campañas habían derrotado a las antiguas tribus prusianas a mediados del siglo XIII. Como resultado de la
gran adquisición de tierras, la Orden Teutónica colonizó estas regiones con migrantes alemanes y
organizados según los modelos feudales de Alemania, formando un Estado autónomo respecto del reino de
Polonia.

En Polonia y el Báltico
Véase Alemanes del Báltico

Los caballeros de la Orden Teutónica fueron derrotados por soldados polacos y lituanos en 1410 en la
Batalla de Tannenberg, poniendo fin a sus posibilidades de expansión a costa de Polonia, y luego los
territorios de la Orden se convirtieron en un feudo polaco en 1466.2 ​ A pesar de este decisivo triunfo
militar, los territorios de la costa sur del mar Báltico siguieron siendo habitados mayoritariamente por los
descendientes de los colonos alemanes que habían llegado allí desde el siglo XII, con lo que los reyes
polacos establecieron su dominio político pero sin ejecutar planes de colonización propios, aprovechando
por el contrario el movimiento comercial e industrial de los colonos germanos.

Ciudades como Danzig (hoy Gdansk), Kolberg (actual Kolobrzeg), Allenstein (hoy Olsztyn), Ratibor (hoy
Raciborz), Elbing (actual Elblag), Marienwerder (hoy Kwidzyn), Stettin (actual Szczecin) y Königsberg
(actual Kaliningrado) tuvieron su origen en el asentamiento de colonos alemanes llegados desde los
territorios al oeste del Oder, y de hecho su propia
constitución como ciudades tenía sustento en las
normas del Derecho de Magdeburgo, conjunto de
leyes de origen alemán que regulaban en detalle las
obligaciones y derechos de los habitantes de cada
centro urbano, así como la organización del municipio
respectivo.
Mapa medieval de la actual Posnania (en alemán
La sofisticación de la legislación municipal alemana
Posen), ciudad de colonos alemanes surgida
causó que la élite polaca aceptase aplicar el Derecho
mediante la Ostsiedlung
de Magdeburgo como base para la organización de
ciudades en el Reino de Polonia, siendo que la
influencia de estas normas llegó inclusive a zonas de
las actuales Lituania, Bielorrusia y Ucrania. Esto
permitió a su vez que los colonos alemanes,
mayormente dedicados al comercio y la artesanía,
conservaran su cultura propia a cambio de lealtad
feudal a la corona polaca primero y al Reino de Prusia
después, creando centros urbanos completamente
germánicos.

La llegada de colonos alemanes se extendió más al La ciudad de Danzig, de población mayormente


norte de Prusia y abarcó las regiones de Curlandia y alemana hasta 1945, en un grabado de 1628
Livonia a partir del siglo XV, dando origen así a la
importante comunidad de los alemanes del Báltico,
que fueron sucesivamente súbditos de Suecia y Rusia, manteniendo su identidad cultural hasta el siglo XX.

A mediados del siglo XIV, el proceso de colonización se ralentizó por causa de la peste negra y terminó
después de la derrota de los caballeros teutónicos en el siglo XV a manos de los polacos. Además, casi
todas las tierras arables ya habían sido ocupadas por colonos alemanes, quienes a su vez ya habían
inclusive formado ciudades portuarias importantes en el Báltico meridional, como Danzig (la actual
Gdansk) y Königsberg (actualmente Kaliningrado). Los colonos alemanes habían logrado constituir
asimismo una sólida red de centros urbanos con ramificaciones comerciales que no solo abarcaban a la
República de las Dos Naciones, sino que extendían su influencia a los principados de Moscovia y Kiev,
integrándose inclusive varios de estos puertos en la Liga Hanseática, como sucedió con las ciudades
bálticas de Riga y Reval (la actual Tallin).

En la República Checa
Véase Alemanes de los Sudetes

La saturación de tierras en las costas del sur del Báltico, en Pomerania, y en Silesia motivó que los colonos
alemanes dejaran de afluir a esas tierras y se dirigieran a otros puntos más al sur: los territorios de Bohemia
y Moravia, regidos por la monarquía austriaca de los Habsburgo.

El territorio al sur de los Sudetes había sido ocupado inicialmente por el reino checo de la Gran Moravia,
dirigido por una importante dinastía local, pero su debilidad militar condujo a que a mediados del siglo XI
los territorios de Bohemia y Moravia (la actual República Checa) quedaran bajo el dominio de los reyes de
Austria durante toda la Alta Edad Media. Al agotarse las opciones de colonización alemana en el Reino de
Polonia, desde el siglo XIII la monarquía austriaca estimuló de inmediato la instalación de colonos
germanos en los antiguos territorios de la Gran Moravia, siguiendo un esquema parecido al de la orilla sur
del Báltico.
No obstante, la colonización germana en Bohemia y
Moravia se dirigió también desde un principio a la
creación de centros urbanos o la instalación en los ya
existentes, y no solo a fundar asentamientos de
campesinos, pues ya existía una fuerte cantidad de
población checa dotada de una organización político-
social igualmente avanzada que la de los colonos
germanos.

No obstante, los checos eran ya súbditos de Austria y


lo fueron hasta 1918 (a diferencia de lo ocurrido con
los reyes polacos, que podían evitar ser dominados por
los colonos germanos hasta 1795) y esto hizo
inevitable la colonización masiva de tierras checas.
Pronto la burocracia, la instrucción superior, la
administración y las actividades de comercio en
Bohemia y Moravia quedaron dominadas por colonos
alemanes, favorecidos por el predominio político de
Austria sobre el territorio checo.

Cabe advertir igualmente que la influencia germana en


Bohemia fue tan visible que la propia Universidad de
Praga era exclusivamente de lengua alemana hasta
mediados del siglo XIX, aunque el gobierno imperial Portada del "Prager Tagblatt", diario en idioma
de Viena reconociera al idioma checo como idioma alemán publicado en Praga, anunciando la guerra
válido en la administración pública. de Austria contra Serbia el 29 de julio de 1914

De hecho, en los últimos años del Imperio


austrohúngaro los alemanes étnicos representaban cerca del 75 % de la población total de los Sudetes, y las
principales ciudades sudetas, como Carlsbad (Karlovy Vary), Aussig an der Labe (Ústí nad Labem) y
Reichenberg (Liberec), estaban casi totalmente pobladas por alemanes étnicos antes de 1918. Tras la
independencia de Checoslovaquia en 1919, los alemanes étnicos constituían casi el 20 % de la población
del nuevo Estado, siendo que las comarcas de los Sudetes, en el extremo occidental del territorio
checoslovaco, estaban pobladas casi exclusivamente por alemanes étnicos.

En los Balcanes
Véase también Sajones de Transilvania

Otros muchos territorios de la Europa Oriental acogieron poblaciones alemanas, como sucedió desde el
siglo XIV con Hungría y Transilvania, donde emigrantes germanos provenientes de Sajonia se instalaron
en comarcas poco pobladas, con permiso de los monarcas de dichos territorios, con el fin de colonizar y
revalorizar extensiones agrícolas poco productivas. Cuando la Casa de Habsburgo se expandió por los
Balcanes a inicios del siglo XVIII, la colonización alemana alcanzó un nuevo impulso en tanto las nuevas
tierras ganadas por Austria recibieron gran cantidad de colonos alemanes bajo la protección de los
Habsburgo. Transilvania y Voivodina fueron las regiones que recibieron mayor cantidad de colonos
alemanes, quienes se instalaron tanto en núcleos urbanos como en zonas rurales, preservando sus
características culturales peculiares.

El surgimiento del Imperio austrohúngaro aceleró la llegada de funcionarios y comerciantes alemanes a las
principales ciudades de los territorios balcánicos que poseía Austria, instalándose en ellos con intención de
permanencia; así, ciudades como Zagreb o Trieste contaban también con importantes núcleos de alemanes
étnicos desempeñando cargos oficiales o actividades comerciales por cuenta de la monarquía de los
Habsburgo.

En Rusia
Véase Alemanes de Rusia

Asimismo la colonización alemana fue favorecida en Rusia, cuando


la zarina Catalina la Grande impulsó a fines del siglo XVIII el
establecimiento en territorio ruso de una nutrida comunidad de
campesinos germanos destinada a colonizar y explotar zonas
agrícolas potencialmente muy ricas en la cuenca del río Volga,
siendo este el origen de los alemanes del Volga que subsistieron
La universidad de Tartu, de habla
hasta mediados del siglo XX.
alemana en Estonia, en un grabado
Otros grupos de colonos alemanes se asentaron también en diversos
de 1860.
territorios rusos (Crimea, Ucrania), tanto en campos como en
ciudades, formando la colectividad muy característica de los
alemanes de Rusia, aunque la superioridad numérica de la población étnicamente rusa y el estrecho control
del zarismo les impidió a estos colonos germanos conseguir el grado de influencia que tenían las minorías
germanas en territorios bajo dominio de Prusia o Austria.

Declive de la colonización alemana

"Migración económica" y Ostflucht

A consecuencia de las Particiones de Polonia por Prusia, Austria y Rusia en los años 1772, 1793 y 1795, el
Reino de Prusia había obtenido gran parte de las regiones occidentales de Polonia. En esta situación
comenzó un nuevo período de colonización realizada por alemanes étnicos, aun cuando no lograron
germanizar extensivamente estos territorios nuevos, que ya estaban densamente poblados por polacos.

La Revolución Industrial y la mejora en la economía de la Europa Occidental causó que la emigración de


alemanes hacia el Este disminuyera sensiblemente desde inicios del siglo XIX hasta casi desaparecer a
mediados del mismo; la superpoblación campesina de Alemania se dirigió a los nuevos centros industriales
de la Cuenca del Ruhr, hacia las grandes ciudades comerciales como Berlín, Hamburgo, o Hannover, o
hacia Estados Unidos, buscando un nivel de vida mejor que el ofrecido en las tierras orientales de Prusia.

Además las tierras agrícolas del Este de Prusia ya se hallaban mayormente dominadas por la aristocracia
terrateniente prusiana o Junkers (reduciendo notablemente para el campesino migrante la esperanza de
convertirse en pequeño propietario) y este factor reducía aún más el atractivo de la migración al este.

En los últimos años del siglo XIX ocurrió en el Imperio Alemán el fenómeno de la Ostflucht (en alemán
"huida del Este"), cuando los pequeños propietarios agrícolas alemanes de Prusia Oriental, Pomerania, o
Silesia, transfirieron sus tierras a campesinos polacos, con el fin de abandonar su entorno rural y emigrar
hacia el oeste de Alemania o hacia Estados Unidos, los colonos alemanes al servicio de los propietarios
junkers también abandonaban esas regiones y eran reemplazados como mano de obra por polacos. Aunque
esta situación aumentó la presencia étnica polaca en las antiguas zonas de colonización germana, los
alemanes mantuvieron su predominio económico y demográfico, protegidos por la existencia misma del
Imperio Alemán desde 1871. Hacia 1890 el gobierno imperial de Berlín tomó medidas para estimular a los
campesinos germanos a quedarse en sus tierras del este de Prusia, ya sea otorgando ayuda financiera a los
pequeños propietarios alemanes o impidiendo a los polacos la compra masiva de fincas, pero tales esfuerzos
lograron poco éxito en reducir la Ostflucht.

Nacionalismo eslavo en Europa Oriental

El surgimiento del nacionalismo dentro del Imperio Austrohúngaro causó que desde mediados del siglo
XIX las poblaciones de origen checo, húngaro, o rumano, resistieran la preeminencia de los colonos
alemanes y su influencia política en territorios donde los alemanes étnicos eran una minoría. Asimismo, los
cambios económicos de la Revolución Industrial desalentaron la migración alemana hacia los Balcanes y
por ello la población germana instalada en esas zonas desde 1850 bajo la protección de los Habsburgo
estaba constituida mayoritariamente por funcionarios y comerciantes, numéricamente escasos.

Si bien subsistían núcleos de numerosa población alemana en las tierras de los Habsburgo, tales núcleos se
hallaban rodeados de regiones con población no alemana (Checos, eslovacos, rumanos, húngaros) cuyo
crecimiento poblacional resultaba ser bastante rápido, agudizando el carácter de minoría étnica de la
población alemana.

Después de la Primera Guerra Mundial, Polonia recuperó su independencia y vivió un período de


expansionismo nacionalista bajo el régimen de Józef Piłsudski, lo cual hizo emigrar a una población
alemana bastante amplia de su territorio debido a una política asimiladora del gobierno de Varsovia; no
obstante, dentro de la Segunda República Polaca aún existía una numerosa minoría étnica de alemanes que
desempeñó un importante papel de colaboración con el Tercer Reich durante la ocupación alemana de
Polonia. Asimismo, vastas y ricas regiones, como Silesia, Pomerania y Prusia Oriental, siguieron siendo
territorios bajo soberanía alemana regidos por la República de Weimar.

La situación de la población alemana étnica del Imperio austrohúngaro también cambió tras la disolución de
este en 1918. Aproximadamente la mitad de la población germana del Imperio quedó fuera de las fronteras
de la nueva Austria, estando los grupos más numerosos de alemanes étnicos en la región de los Sudetes
(incorporada a la joven República de Checoslovaquia) y Transilvania (incorporada al Reino de Rumania).
Tanto Checoslovaquia como Rumania aceptaron los derechos de sus propias minorías de alemanes étnicos
pero impidieron toda posibilidad que éstos recuperasen la influencia política que poseían en la época de los
Habsburgo.

De igual manera el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 causó que gran parte de la élite del
Imperio ruso, compuesta por alemanes étnicos, debiera emigrar forzosamente a Europa Occidental al perder
todos sus privilegios bajo el nuevo régimen comunista de la Unión Soviética mientras que las comunidades
de alemanes de Rusia que no emigraron perdían su autonomía política, aunque el gobierno de la URSS les
permitía conservar su identidad cultural bajo la política de korenización.

Nazismo y Ostsiedlung

El advenimiento del III Reich en 1933 implicó otra situación nueva para los alemanes étnicos instalados en
Europa Oriental. El nazismo insistía en que los alemanes étnicos residentes fuera de Alemania propiamente
dicha (llamados en alemán Volksdeutsche) debían reunirse en el Reich alemán. Este proyecto implicaba una
repatriación de alemanes étnicos al país, a través del programa gubernamental Heim ins Reich, "de vuelta a
casa", en los casos en que las tierras de asentamiento fueran históricamente ajenas. Sin embargo, la extensa
población de alemanes étnicos viviendo en antiguas tierras alemanas era vista como una doble condición
que legitimaba la voluntad del III Reich de recobrar esos territorios, situación que los países aliados
consideraban expansionismo nazi.
Lo cierto es que la realidad concreta de tener buena parte
de los miembros de la nación viviendo fuera de sus
fronteras (y por la decisión histórica de terceros países)
excedía a Hitler o al nazismo. Por ejemplo, la mayoría de
los austríacos se consideraban a sí mismos alemanes hasta
después de la Segunda Guerra Mundial.3 4​ 5​ ​ La razón es
que el estado austríaco no nació como nación, sino que se
creó por orden de terceros países (contra la propia voluntad
de los habitantes de la actual Austria), siendo sólo una parte
desmembrada de un imperio multiétnico, el imperio
austrohúngaro, el cual tenía una extensa población de
alemanes étnicos. Después de la I Guerra Mundial, imperio Mapa alemán del período nazi, mostrando la
austrohúngaro se desmembró, rápidamente los alemanes "transferencia de alemanes étnicos para
étnicos formaron la República de Austria Alemana y colonizar tierras de Europa Oriental.
pidieron su anexión a Alemania, con el fin de crear un solo
estado nación. Sin embargo, el Tratado de Versailles (28 de
junio de 1919) y el Tratado de Saint-Germain (10 de septiembre de 1919) se los prohibieron, forzando a
toda la población alemana a quedar separada: los alemanes de los Sudetes a convertirse en ciudadanos de
Checoslovaquia, los del lado austríaco a formar un país aparte, y a su vez Austria fue despojada de Tirol del
Sur, obligando a esos otros alemanes étnicos a ser parte de Italia. Los países vencedores de la Primera
Guerra Mundial incluso prohibieron el término "Austria alemana" (Deutschösterreich) con que
denominaron a su tierra en un principio, como así también "Bohemia alemana", "Moravia alemana" y
"Silesia alemana", ya que esas tierras, aunque habitadas desde hacía siglos por alemanes, les fueron
adjudicadas a Checoslovaquia con toda su población alemana. Así, de 1918 a 1938, millones de alemanes
étnicos quedaron forzosamente viviendo fuera, como en el lado checo (3 millones), y otros tantos del lado
austríaco, además de los que quedaron del lado italiano. Los grandes sufrimientos infligidos por estas
políticas que desmembraron por la fuerza a una nación que deseaba permanecer unida inducirían el clima
propicio para los emergentes políticos.

Para su unión con Alemania, Austria debería esperar hasta el 12 de marzo de 1938 -día en que se produjo
la anexión o Anschluss-, los alemanes de los Sudetes deberían esperar hasta los Acuerdos de Múnich del
30 de septiembre de 1938 -cuando finalmente los jefes de gobierno de Reino Unido, Francia e Italia
firmaron que reconocían que los Sudetes eran alemanes-, y el año siguiente Alemania firmó un convenio
con Italia para que permitiera que los alemanes étnicos que vivían en Tirol del Sur pudieran emigrar a
Alemania (en el marco del programa alemán Heim ins Reich o "De vuelta a casa"), lo que al fin cerraría el
círculo del estado nación para la población alemana. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, todas
estas tierras fueron nuevamente desmembradas por la fuerza por los países vencedores.

Durante la Segunda Guerra Mundial, así, lo que los países aliados interpretaron como la invasión de
Polonia, el gobierno alemán de entonces consideró simplemente el desembarco en sus legítimos dominios
históricos. En la Ciudad libre de Dánzig aún vivían muchos alemanes étnicos, pero, dada la resistencia, era
imposible recobrar una parte sin controlar toda la Segunda República Polaca. En países más alejados como
Eslovaquia, Croacia, Rumania, o Hungría, el régimen nazi presionó para que las minorías alemanas de esos
Estados tuvieran un tratamiento especial de casi extraterritorialidad, impulsando el enrolamiento de
alemanes étnicos de tales zonas en la Wehrmacht o las Waffen SS.

Dentro de los planes expansionistas del Tercer Reich se había dado importancia a la "repoblación" de los
territorios anexados por Alemania en Europa Oriental utilizando para este fin a colonos germanos que
crearían un "muro de campesinos" mediante colonias agrícolas de alemanes étnicos repartidas por el este
europeo en un proceso que la propaganda nazi denominó "Drang nach Osten" (en alemán "Marcha hacia el
Este").
Semejante proyecto fue plasmado en un plan estratégico denominado Generalplan Ost inspirado por el líder
nazi Heinrich Himmler, y que contemplaba una masiva limpieza étnica y genocidio en regiones de Polonia,
Bielorrusia, Rusia, y Ucrania, destinada a expulsar por la fuerza a la población de origen eslavo de ciertos
territorios juzgados "estratégicos" por el régimen nazi y sustituir a los eslavos expulsados por colonos
alemanes étnicos. Como complemento, la población eslava sobreviviente de las regiones dominadas por el
III Reich sería utilizada como mano de obra esclavizada en favor de Alemania, y sometida a un mísero
nivel de vida con hambrunas deliberadas, con el fin de reducir su crecimiento poblacional, aumentar su tasa
de mortalidad, y finalmente exterminarla "en el plazo de dos o tres generaciones".

Extinción de la presencia alemana


Durante la Segunda Guerra Mundial, la dictadura de
Stalin ordenó que los habitantes de ascendencia
alemana fueran deportados a campos de concentración
gulags ubicados en Siberia y otras partes de Asia
Central, lo que constituyó un genocidio. Las familias
de alemanes del Volga, del mar Negro, etc., sufrieron
saqueos y fueron obligadas a subirse a vagones de
ganado y fueron transportadas hasta los campos de
trabajo forzado, donde les esperaba una muerte segura.
Los que se resistieron, simplemente fueron asesinados
en el lugar. Los pacifistas menonitas de Rusia tampoco
se salvaron de los horrores soviéticos: todas sus
colonias de la zona del Volga quedaron vacías tras su Civiles alemanes huyendo de Danzig, 20 de
deportación a Siberia en masa. Anteriormente, los que febrero de 1945
vivían en Ucrania ya habían sido perseguidos e incluso
sometidos a hambrunas devastadoras (Holodomor). En
su avance sobre tierras soviéticas, el ejército alemán salvó a muchas familias de menonitas que, de esta
manera, pudieron llegar hasta Alemania y desde allí emigrar a diferentes países de las Américas.

Al acercarse el fin de la guerra, a principios de 1945 y ante el avance indetenible del Ejército Rojo en sus
campañas bélicas por Europa Oriental, la población alemana de Prusia Oriental, Pomerania, y Silesia,
emigró de forma masiva y repentina hacia el oeste debido al miedo a las brutales represalias soviéticas (a su
vez estimuladas por la propaganda soviética como "venganza" por las atrocidades germanas en la URSS).
Los éxitos bélicos soviéticos causaron que desde enero de 1945 varios miles de alemanes abandonasen
precipitadamente los territorios que habían poblado durante generaciones.

Si bien las autoridades nazis lucharon inicialmente por prohibir esta migración al tacharla de "derrotismo",
la visible incapacidad de la Wehrmacht de detener las ofensivas soviéticas causó que pronto el régimen nazi
debiera aceptar la evacuación masiva de refugiados alemanes del este, ya sea por vía terrestre o en
convoyes marítimos por el mar Báltico. Se calcula que entre enero y abril de 1945 casi dos millones de
alemanes étnicos huyeron de las regiones situadas al este de los ríos Oder y Neisse, pereciendo varios miles
de civiles alemanes durante la caótica fuga, la cual se realizó durante los crudos meses del invierno
europeo.

Al terminar la guerra el 8 de mayo de 1945, millones de refugiados civiles alemanes se concentraban en


campamentos improvisados dentro de los territorios ocupados por los aliados occidentales, otros varios
miles habían perecido por el frío o los bombardeos soviéticos durante la fuga, y una minoría de otros varios
miles había quedado en territorio bajo ocupación soviética.
Desde la Alemania ocupada, los vencedores de la guerra aprobaron la confiscación de bienes y expulsión
de todos los millones de ciudadanos civiles de ascendencia alemana de Europa Oriental entre 1945 y 1948,
lo cual constituyó un crimen de guerra. La conferencia de Potsdam fijó la línea de los ríos Oder y Neisse
como frontera oriental de Alemania, según lo decidido por el bando aliado en la conferencia de Yalta. Pese
a que desmembrar Alemania en el pasado indujo el clima propicio para otra guerra, los países vencedores
nuevamente llevaron a cabo las mismas acciones.

Esta expulsión masiva de civiles alemanes fue defendida enérgicamente por la Unión Soviética, la cual veía
que esta acción la favorecía para llevar a cabo una enorme reforma agraria. Pese a ello, adujeron que lo
hacían para evitar toda posible reivindicación germana sobre territorios en la Europa Oriental, alegando que
la eliminación de la minoría étnica alemana destruía todo pretexto para reclamaciones expansionistas
germanas en el futuro (advirtiendo que la presencia de minorías alemanas fue el argumento favorito de los
nazis para justificar sus ataques bélicos). Sin embargo, no explicaban porqué no indemnizaron por sus
bienes a los expulsados (a los cuales les confiscaron todo), máxime teniendo en cuenta que eran sus propios
ciudadanos. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética convalidaba, así, que los ciudadanos
fueran tratados de una forma u otra, e incluso expulsados, sólo con base en su condición étnica. En medio
del clima de victoria, los gobiernos de Reino Unido y EE. UU. aceptaron el proyecto de la URSS y
admitieron que los alemanes étnicos fueran expulsados de casi toda la Europa Oriental bajo ocupación
soviética, aunque requiriendo en vano que dicha expulsión fuese lo menos dolorosa posible para los civiles
implicados.

Como resultado de los esfuerzos conjuntos de la URSS y Polonia (ahora reestructurada como régimen
comunista), se restableció la frontera alemana oriental aproximadamente en su situación del año 1181,
mientras que algunos territorios eslavos históricos entre la línea Oder-Neisse y el río Elba permanecieron
dentro del territorio alemán. En Checoslovaquia el recuerdo de la Crisis de los Sudetes impulsó al nuevo
gobierno a efectuar la expulsión de alemanes étnicos de Checoslovaquia para eliminar una minoría étnica
que, si bien vivía allí desde mucho antes de la fundación de Checoslovaquia en sí, fue tachada de desleal y
de tener simpatía por el nazismo. Similares justificaciones se alegaron en todos los países de la Europa
Oriental bajo influencia soviética donde existiera alguna importante minoría alemana, como Rumania,
Hungría, o Yugoslavia, donde también se practicaron expulsiones masivas de los alemanes étnicos que no
habían logrado huir del avance soviético.

Alrededor de 15 millones de alemanes de las provincias orientales históricas fueron expulsados de sus
hogares entre 1945 y 1948, y enviados a la RDA o a la RFA, revirtiendo en poco más de cinco años casi
completamente los resultados de varios siglos de asentamientos alemanes. Se calcula que 1 millón de civiles
alemanes de la Europa Oriental perecieron durante la guerra, sea por combate directo o por los rigores de su
huida a Occidente en los primeros meses de 1945. En 1950, la cantidad de alemanes étnicos residentes en
Europa Oriental era solo el 15 % de la existente en 1939, resultando en una minoría étnica más reducida
aún de lo que era antes.

Véase también
Drang nach Osten
Pangermanismo
Expulsión de alemanes tras la Segunda Guerra Mundial

Referencias
1. Wallbank and Schrier, Living World History, pp. 193
2. Sebastian Haffner, Preußen ohne Legende. Goldmann Stern-Bücher, München 1981, pp. 6–
10 (en alemán).
3. Robert H. Keyserlingk (1 July 1990). Austria in World War II: An Anglo-American Dilemma (h
ttps://books.google.com/books?id=I7dhlsGPtyMC&pg=PA138). McGill-Queen's Press –
MQUP. pp. 138-. ISBN 978-0-7735-0800-2.
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5. Ruth Wodak (2009). The Discursive Construction of National Identity (https://books.google.c
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John Hiden, Martyn Housden (2008). Neighbours or enemies? Germans, the Baltic, and
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Liulevicius, Vejas Gabriel (2009). The German Myth of the East: 1800 to the Present. New
York: Oxford University Press. ISBN 9780199546312.
Robert Bideleux, Ian Jeffries (2007). A History of Eastern Europe. New York: Routledge.
ISBN 9780415366267.

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