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Este viaje a través de las épocas revela la constante búsqueda de comprender lo fundamental de
la existencia humana, ya sea a través de la contemplación de ideas eternas, la reconciliación entre
fe y razón, o la inmersión en la materialidad y el trabajo. A medida que evolucionamos en
nuestras concepciones filosóficas, la esencia humana persiste como un concepto fundamental,
siempre en el centro de la reflexión sobre quiénes somos y cuál es nuestro propósito en el
mundo. Así, la esencia emocional, inseparable de esta exploración filosófica, sigue siendo el hilo
conductor que conecta las distintas épocas y enfoques, recordándonos que la humanidad, en su
esencia, es tanto un ser pensante como un ser emocional.
Las emociones
Según Federico Fros (2013) “ Las emociones forman parte de nuestra vida y de nuestras acciones
cotidianas de manera permanente. No hay ninguna decisión que tomemos sin que participen las
emociones.” La esencia emocional es el estudio y la comprensión de estos sentimientos desde
una perspectiva profunda y significativa, que nos invita a mirar más allá de la superficie y
adentrarnos en lo más profundo de nuestro ser. Bericat, (2012) dice que, los seres humanos
únicamente podemos experimentar la vida emocionalmente: siento, luego existo. Las emociones
han tenido distintas definiciones; sin embargo, tomaremos solamente la definición de Denzin
(2009 [1984]: 66), quien la define como “ una experiencia corporal viva, veraz, situada y
transitoria que impregna el flujo de conciencia de una persona, que es percibida en el interior de
y recorriendo el cuerpo, y que, durante el transcurso de su vivencia, sume a la persona a una
realidad nueva y transformada por la experiencia emocional”.
Expresar lo que sentimos suele ser algo natural e importante en nuestro día a día. Tanto en
nuestras relaciones, en la sociedad y con nosotros mismos. Además, las emociones nos ayudan a
dar sentido o interpretar lo que sucede en nuestro entorno. Se pueden expresar mediante palabras,
también por medio de acciones. Escoger cómo mostrar nuestras emociones es una elección
personal, y puede ser influenciada por distintos factores, como el entorno social, cultural y
personal en el que nos encontramos. Una de estas emociones es el amor, alimentada por un
conjunto complejo de comportamientos y creencias asociadas con fuertes sentimientos de afecto.
La ciencia ha podido demostrar cómo el amor no surge del corazón, sino en otro órgano vital: el
cerebro. Si bien hablamos de sentimientos y emociones, es este órgano quien los provoca, pero la
causa podría deberse a que el amor, científicamente hablando, no es tal; sino que se trataría de
una motivación. El amor se nutre de diversos elementos: atracción física, conexión emocional,
compatibilidad de intereses y valores, entre otros. El amor se expresa de diferentes maneras, a
través de gestos de cariño, palabras de afecto, apoyo incondicional y comprensión mutua.
Aunque, el amor es una emoción muy fuerte, es mutable, es decir, esta emoción está en constante
que varía de intensidad y forma dependiendo de cada individuo.
Campelo, Federico Fros. (2013). Ciencia de las Emociones: Llegó la hora de llegar a todos.
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s&tlng=es.