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comienza a establecerse poco a poco, el deseo es un deseo
insatisfecho, pero no reprimido, de la vida despierta.
Dirigiré mi atención ahora a los estímulos psíquicos
procedentes de la vida diurna y que no poseen carácter de
deseos. Cuando decidimos entregarnos al reposo podemos
conseguir la cesación interina de las cargas psíquicas de
nuestro pensamiento despierto. Aquellas personas que si lo
logran con facilidad gozan de un tranquilo reposo. Pero no
siempre conseguimos tal cosa, y cuando la conseguimos, no
siempre por completo. Los problemas aun no solucionados,
las preocupaciones que nos atormentan y una multitud de
impresiones diversas continúan la actividad mental durante el
reposo y mantienen el desarrollo de procesos anímicos en el
sistema que hemos calificado con el nombre de Prcc. Estos
estimulos mentales que continúan durante el reposo pueden
ser divididos en los siguientes grupos:
1 aquellos procesos que durante el día no han podido llegar a
tiempo por haber quedado interrumpidos a causa de una
circunstancia cualquiera.
2 aquello que ha permanecido sin terminar o sin solución por
paralización de nuestra energía mental.
3 aquello que hemos rechazado y reprimido durante el día.
A estos tres grupos se les añade otro más importante,
formado por aquello que la labor diurna de lo Prcc ha
estimulado en nuestro Icc.
Por ultimo podemos agregar como 5to grupo el formado por
las impresiones diurnas indiferentes y, por tanto, inderivadas.
La exitacion nocturna desarrollada en el Prcc no encuentra
otro camino que el seguido por las excitaciones optativas
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procedentes del Icc y tiene que buscar refuerzo en este último
y dar los rodeos de las excitaciones Icc.
¿Cómo se conduce el sueño cuando encuentra en las ideas
latentes un material de naturaleza opuesta a la realización de
deseos? esto es, cuando dichas ideas entrañan una
preocupación, una reflexión dolorosa o un conocimiento
penoso:
a) la elaboración consigue sustituir todas las
representaciones desplacientes por representaciones
contrarias y reprimir los efectos desplacientes que a las
primeras corresponden, y entonces resulta un puro sueño de
satisfacción, o sea una franca realización de deseos, en la
que nada tenemos que investigar.
b) las representaciones penosas pasan más o menos
transformadas, pero bien reconocibles, al contenido
manifiesto.
Los sueños desplacientes pueden ser sueños punitivos.
Aquello que en ellos queda realizado es igualmente un deseo
Icc. El de un castigo del soñador por un deseo ilícito
reprimido.
El carácter esencial de los sueños punitivos sería el de que
en ellos no es el deseo Icc procedente de lo reprimido, es
decir del sistema Icc, sino el deseo que reacciona a él,
procedente del yo, anqué también Icc, esto es Prcc. El
momento apropiado para hacer referencia al súper yo.
Hay una clase de sueños que su estimulo procede de los
restos de la vida diurna, y opino que mi deseo de recibir mi
título me hubiera dejado dormir tranquilo aquella noche si no
hubiera perdurado aun en mí el cuidado que la salud de mi
amigo me inspiraba. Pero este cuidado no habría provocado,
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sin embargo, sueño ninguno, pues la fuerza impulsora de que
el sueño precisaba tenía que ser reforzada por un deseo. Asi
pues, para formar el sueño tuvo mi preocupación que buscar
tal deseo y aliarse con él.
Es muy posible que la idea diurna represente en la formación
del sueño el papel de socio industrial: el socio industrial
posee una idea y quiere explotarla; pero no puede hacer nada
sin capital y necesita un socio capitalista que corra con los
gastos. En el sueño el capitalista que corre con el gasto
psíquico necesario para la formación del sueño es siempre,
cualquiera que sea la idea diurna, un deseo de Icc.
El socio industrial puede aportar una pequeña suma de
capital; varios socios industriales pueden dirigirse al mismo
capitalista o varios capitalistas reunir entre si lo necesario
para auxiliar al socio industrial. Correlativamente, hay también
sueños mantenidos por más de un deseo.
Vemos entonces que la representación Icc es incapaz, como
tal, de llegar a lo Prcc. Lo único que puede hacer es
exteriorizar en él un efecto, enlazándose como una
representación Prcc no censurable, a la que trasfiere su
intensidad y detrás de la cual se oculta. Este hecho, al que
damos el nombre de transferencia, contiene la explicación de
muchos singulares procesos de la vida anímica de los
neuróticos. La transferencia puede dejar intacta la
representación procedente de lo Prcc, la cual alcanza
entonces una gran intensidad inmerecida o puede imponerle
una modificación paralela al contenido de la representación
Icc. (transferencia como transferir la energía Icc a un
representante simbólico).
En cambio, no nos hemos aproximado un solo paso a la
solución del problema de porque lo Icc no puede ofrecer
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durante el reposo otra cosa que la fuerza impulsora para su
realización de deseos.
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necesidad. Una amarga experiencia de la vida ha debido de
modificar esta actividad mental primitiva, convirtiéndola en
una actividad mental secundaria más adecuada al fin.
Para alcanzar un aprovechamiento más adecuado de la
energía psíquica será necesario detener la regresión, de
manera que no vaya más allá de la huella amémica y pueda
buscar, partiendo de ella, otros caminos que la conduzcan al
establecimiento de la identidad deseada en el mundo exterior.
Nota al pie: se reconoce necesaria la realización de un
examen de la realidad. principio de realidad.
Esta coerción y la derivación consiguiente de la excitación
constituye en la labor de un segundo sistema, que domina la
motilidad voluntaria, esto es, un sistema en cuya función se
agrega ahora el empleo de la motilidad para fines antes
recordados. Pero toda complicada actividad mental que se
desarrolla desde la huella Mné, hasta la creación de la
identidad de percepción por el mundo exterior, no representa
sino un rodeo que la experiencia ha demostrado necesario
para llegar a la realización de deseos. Los dos principios del
funcionamiento mental, el principio del placer y el principio de
la realidad.
Resulta, pues, perfectamente lógico que el sueño sea una
realización de deseos, dado que sólo un deseo puede incitar
al trabajo a nuestro aparato anímico. Realizando sus deseos
por un breve camino regresivo, nos conserva el sueño una
muestra del funcionamiento primario del aparato psíquico
como funcionamiento abandonado luego por inadecuado fin.
El soñar es una parte de la vida anímica Infantil superada.
Cuando este guardián crítico (Prcc) se entrega el reposo, y
tenemos además la prueba de que su sueño no es nunca
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muy profundo, cierra la puerta que conduce a la motilidad. El
peligro es mayor cuando el desplazamiento de energías no es
provocado por el relajamiento nocturno de la censura crítica,
sino por una debilitación patológica de la misma o por un
robustecimiento patológico y las excitaciones inconscientes, y
tiene efecto hallándose cargado lo inconsciente y abiertas las
puertas de la motilidad. En este caso queda derrotado el
guardián, las excitaciones inconscientes logran subyugar a
los preconsciente y dominan desde allí nuestras palabras y
nuestros actos o conquistan la represión alucinatoria, dirigen
al aparato psíquico, no destinado a ellas, por medio de la
atracción que las percepciones ejercen sobre la distribución
de nuestra energía psíquica. Este estado es el que
conocemos con el nombre de psicosis.
Hemos hallado la explicación de que el sueño es siempre una
realización de deseos, por ser una función del sistema
inconsciente, el cual no tiene otro fin que la realización de
deseos y no dispone de fuerzas distintas de los
impulsos optativos.
Si es cierto que existe un sistema inconsciente, no puede ser
el sueño su única manifestación. Todo sueño es, desde
luego, una realización de deseos, pero tiene que haber
también otras formas de realizaciones anormales de deseos
distintas del sueño. Así es, en efecto, pues la teoría de todos
los síntomas psiconeuróticos culmina en el principio de que
también estos productos tienen que ser considerados como
realizaciones de deseos del inconsciente.
Una parte del síntoma corresponde a la realización de deseos
inconscientes, y otra, a la reacción contra la misma.
Para la formación de un síntoma histérico tienen que
colaborar las dos corrientes de nuestra vida anímica. El
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síntoma no es simplemente la expresión de un deseo
inconsciente realizado, pues para su formación tiene que
concurrir además un deseo preconsciente que halle también
en él su realización, resultando así doblemente determinado
por lo menos, o sea una vez por cada uno de los sistemas en
conflicto.
La determinación que no procede del inconsciente es, a mi
juicio, siempre un proceso de reacción contra el deseo
inconsciente, por ejemplo, un auto castigo. Puedo, por tanto,
afirmar, en general, que el síntoma histérico no nace sino
cuando dos realizaciones de deseos, contrarios y
procedentes cada una de un sistema psíquico distinto,
pueden coincidir en una expresión. Un ejemplo de síntoma
histérico: En una paciente demostraron ser los vómitos
histéricos la realización de una fantasía inconsciente de sus
años de pubertad, esto es, la del deseo de hallarse
continuamente embarazada, tener muchísimos hijos y
tenerlos del mayor número posible de hombres. Contra este
deseo se elevó naturalmente un poderoso impulso defensivo.
Pero dado que los continuos vómitos habían de desmejorar a
la paciente, haciéndole perder su belleza, de manera que no
pudiera inspirar a los hombres ningún deseo, resultaba que
también el proceso mental punitivo hallaba su realización en
síntoma. Aprobado así por ambos lados, podía este pasar a
la realidad. Esta forma de realizar un deseo nos recuerda la
empleada por la reina de los parthos con el triunviro Craso.
Suponiendo que era el ansia de riquezas lo que le había
llevado a declararle la guerra, hizo verter oro fundido en la
boca del cadáver de su enemigo, diciéndole: toma aquí tienes
lo que deseabas.
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Del sueño no sabemos hasta ahora, sino que expresa una
realización de deseos del inconsciente, y parece que el
sistema dominante preconsciente permite dicha realización
después de imponerle determinadas deformaciones.
El sueño puede dar expresión a un deseo del inconsciente
después de haberle impuesto toda clase de formaciones.
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