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“Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”

Freud plantea que toda neurosis tiende a enajenar al enfermo de la realidad. Dentro
de la psicología fundada en el psicoanálisis nos habituamos a tomar como el punto de
arranque los procesos psíquicos inconciente (procesos primarios). La tendencia
principal a la cual, estos procesos primarios obedecen se define como el principio de
placer-displacer (aspiran a ganar placer y que los actos que produzcan displacer se
repriman). Nuestros sueños, nuestra tendencia de vigilia a esquivar las impresiones
penosas, son restos de ese principio.
El estado de reposo psíquico fue provocado por las necesidades internas, en ese caso,

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lo deseado fue puesto de manera alucinatoria. Solo la ausencia de la satisfacción
esperada trajo por consecuencia que se abandone ese intento de satisfacción por vía
alucinatoria.
Así, se introdujo un nuevo principio en la actividad psíquica, ya no se presentó lo que
era agradable, sino que lo que era real, aunque fuese desagradable. Este

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establecimiento del principio de realidad resulto un paso cargado de consecuencias:
1. Aumentar la importancia de la realidad exterior tuvo importancia en los
órganos sensoriales dirigidos a ese mundo exterior y de la conciencia acoplada
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a ellos. Se instituyo a la atención que explora periódicamente al mundo
exterior. Es probable que simultáneamente se introdujese un sistema de
registro que depositaria los resultados de esta actividad de la conciencia (lo que
llamamos memoria). En lugar de la represión, surgió el fallo que decidirá si una
representación es verdadera o falsa por comparación con las huellas mnémicas
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de la realidad.
La descarga motriz se la utilizo para alterar la realidad (en acción) y la
suspensión fue procurada por el proceso del pensar, que se constituyó desde el
representar. El pensar fue dotado por las propiedades que posibilitaron al
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aparato anímico soportar la tensión del estímulo elevada durante el


aplazamiento de la descarga.
2. Una tendencia general de nuestro aparato anímico, que puede reconducirse al
principio económico del ahorro de gasto, parece exteriorizarse en la pertinacia


del aferrarse a las fuentes de placer de que se dispone y en la dificultad con


que se renuncia a ellas. Al establecerse el principio de realidad, una clase de
actividad del pensar se escindió; ella se mantuvo apartada del examen de
realidad y permaneció sometida únicamente al principio de placer. Es el
fantasear, que empieza con el juego de los niños y sigue como sueños diurnos.
Abandona el apuntalamiento en objetos reales.
3. El relevo del principio de placer por el principio de realidad, no se cumple de
una sola vez ni simultáneamente en toda la línea. Mientras este desarrollo se
cumple en las pulsiones yoicas, las pulsiones sexuales se desasen de él de
manera muy sustantiva. Las pulsiones sexuales se comportan primero en forma
auto erótica, encuentran su satisfacción en el cuerpo propio; de ahí que no
lleguen a la situación de la frustración, -esa que obligó a instituir el principio de

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realidad. Y cuando más tarde empieza en ellas el proceso de hallazgo de objeto,
este proceso experimenta pronto una prolongada interrupción por obra del
período de latencia, que pospone hasta la pubertad el desarrollo sexual. Estos
dos factores -autoerotismo y período de latencia- tienen por consecuencia que
la pulsión sexual quede suspendida en su plasmación psíquica y permanezca
más tiempo bajo el imperio del principio de placer, del cual, en muchas
personas, jamás puede sustraerse.
La eficacia continuada del autoerotismo hace posible que se mantenga por tan
largo tiempo en el objeto sexual la satisfacción momentánea y fantaseada, más
fácil, en lugar de la satisfacción real, pero que exige esfuerzo y aplazamiento. La

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represión permanece omnipotente en el reino del fantasear; logra inhibir
representaciones in statu nascendi, antes que puedan hacerse notables a la
conciencia, toda vez que su investidura pueda dar ocasión al desprendimiento
de displacer.
4. Así como el yo-placer no puede más que desear, trabajar por la ganancia de
placer y evitar el displacer, de igual modo el yo-realidad no tiene más que

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aspirar a beneficios y asegurarse contra perjuicios. (ver nota) En verdad, la
sustitución del principio de placer por el principio de realidad no implica el
destronamiento del primero, sino su aseguramiento. Se abandona un placer
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momentáneo, pero inseguro en sus consecuencias, sólo para ganar por el
nuevo camino un placer seguro, que vendrá después.
5. La educación puede describirse, sin más vacilaciones, como incitación a vencer
el principio de placer y a sustituirlo por el principio de realidad.
6. El arte logra por un camino peculiar una reconciliación de los dos principios.
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Pero él encuentra el camino de regreso desde ese mundo de fantasía a la


realidad; lo hace, merced a particulares dotes, plasmando sus fantasías.
7. Mientras el yo recorre la trasmudación del yo-placer al yo-realidad, las
pulsiones sexuales experimentan aquellas modificaciones que las llevan desde
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el autoerotismo inicial, pasando por diversas fases intermedias, hasta el amor


de objeto al servicio de la función de reproducir la especie. La forma que
adquirirá después la enfermedad (la elección de neurosis) de la fase del
desarrollo del yo y de la libido en la cual sobrevino aquella inhibición del


desarrollo, predisponente. Así, los caracteres temporales, de ambos desarrollos


y su posible desplazamiento reciproco, reciben una significatividad
insospechada.
8. El carácter más extraño de los procesos reprimidos, al que cada indagador no
se habitúa sino venciéndose a sí mismo con gran esfuerzo, resulta enteramente
del hecho de que en ellos el examen de realidad no rige para nada, sino que la
realidad del pensar es equiparada a la realidad efectiva exterior, y el deseo, a
su cumplimiento, al acontecimiento, tal como se deriva sin más del imperio del
viejo principio de placer. Por eso también es tan difícil distinguir unas fantasías
inconciente de unos recuerdos que han devenido inconciente.

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“Conferencia 16, psiquiatría y psicoanálisis”
Freud no buscaba despertar convencimiento, sino comunicar una clínica. (los
fenómenos clínicos son presentaciones de malestar). Los síntomas tienen un
sentido, porque son el resultado de un conflicto clínico y el síntoma presenta un
nexo con la vida de la persona que la exhibe.
Define al síntoma como una modalidad de satisfacción de la temprana infancia.
La cc del paciente ignora este proceso. La singularidad que tiene es que existen
algunos síntomas típicos que conducen a la estructura clínica.

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• La posición del psiquiatra respecto al síntoma excluye existencia de motivos
singulares, y que se explican por una determinación genética hereditaria que no
sería necesario de molestar.
No critica la psiquiatría, sino más bien aplica el psicoanálisis como un saber
diferente que incluye lo que la medicina deja por fuera, sería lo que el sujeto (lo

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singular) y la satisfacción que produce el síntoma del sujeto.
Todo hecho es un hecho de discurso (lo que se dice de él) el síntoma y su sanación
dependerán de las concepciones que se den ellos (desde la psiquiatría o el
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psicoanálisis)
• Que se entiende por síntoma? --> se lo presenta como un algo, ajeno extraño
que debe solucionarse. Esto se da como un estorbo, para el psicoanálisis trabajar
con este síntoma será como un extraño, como un sujeto que dé cuenta de él de lo
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que puede decir.


En el psicoanálisis hay una clínica no centrada en la mirada, sino en la escucha.
Pág. 233-234
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“Una dificultad del psicoanálisis” (1916-1917)


En el psicoanálisis se ha plasmado una teoría conocida como la teoría de la libido,
este se ocupa de esclarecer las perturbaciones llamadas neuróticas, esto se
resolvió buscándolo en la vida pulsional del alma. Además, distinguimos en el


psicoanálisis entre las pulsiones sexuales, y llamamos libido (apetencia sexual) a la


fuerza con que la pulsión emerge en la vida anímica. La libido y esa posibilidad de
satisfacerla y descargarla mediante esa satisfacción depende de que un ser
humano contraiga o no una neurosis.
En los seres humanos las pulsiones sexuales aparecen ante el YO como unos
peligros que amenazan su auto conservación. El yo se pone a la defensiva, deniega
a las pulsiones sexuales la satisfacción deseada y las constriñe a los rodeos como
síntomas neuróticos. Hay intereses en los s.h más allá de los sexuales.
La distribución de la libido en el enfermo son representaciones-objetos a las cuales
su libido está ligada, y la liberamos a fin de ponérsela a disposición del yo.

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El comienzo de toda libido se anuda a la persona propia, inviste el yo propio. Más
tarde la libido desborda desde el yo sobre los objetos exteriores.
Al estado en el que el yo retiene junto a si la libido lo llamamos narcisismo. Se
atribuye al individuo un progreso cuando pasa del narcisismo al amor de objeto.
Pero no se cree que la libido integra del yo pase nunca a los objetos. Cierto monto
de libido siempre permanece al lado del yo.
Se habla de un narcisismo del niño pequeño, y se le adscribe el narcisismo
hipertenso del hombre primitivo el hecho de que creyera en la omnipotencia de
sus pensamientos.

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a) El hombre creyó primero que en los comienzos de su investigación que la tierra
se encontraba en el centro del universo y el sol giraba alrededor de ella. Copérnico
descubrió que la tierra giraba alrededor del sol.
b) El hombre se erguió en el amo de sus semejantes animales, se empezó a

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interponer un abismo entre ellos y su propio ser. Los declaró carente de razón y se
atribuyó a sí mismo un alma inmortal, pretendiendo un elevado linaje divino que le
permitió desgarrar su lazo de comunidad con el mundo animal.
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c) El hombre ha creado en el núcleo de su yo un órgano de vigilancia que examina
sus mociones y acciones. El alma es una jerarquía de instancias superiores una
maraña de impulsos que esfuerzan su ejecución independientemente unos de
otros. El yo siente seguro de que sus noticias son completas y confiables. En ciertas
enfermedades como la neurosis el yo se siente incómodo, afloran pensamientos
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que no se sabe de dónde vienen, el yo los demiente pese a que no puede menos
que temerlos y adoptar medidas preventivas contra ellos. La psiquiatría sin duda
rechaza la idea de que unos espíritus ajenos hubieran filtrado en la vida anímica. El
psicoanálisis esclarece esos casos patológicos. Le dice al yo que no está poseído,
sino que luchas con una parte de tu fuerza contra la otra parte, la culpa reside en ti
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mismo. Confías en estar enterado de todo lo importante que ocurre en tu alma


porque tu conciencia te lo anuncia, y cuando algo no has tenido noticia en tu alma,
supones tranquilamente que no está contenido en ella, consideras anímico
idéntico a consiente. Pero lo anímico en ti no coincide con lo consiente para ti.


Los procesos anímicos son en sí icc, volviéndose accesible y sometiéndolos al yo


solo a través de una percepción incompleta, equivalen a aseverar que el yo no es
amo en su propia casa.

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