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¡Comenzamos!
Ahora, te invitamos a que leas el siguiente texto escrito por un seguidor del videojuego:
Bienvenidos, soy Caver C. y aquí les dejo un artículo más que apela a la nostalgia.
Cada vez que veo la cinemática introductoria de Age of Mythology se me ponen los pelos de
punta. Ya en mi tierna infancia me resultaba impresionante, y al día de hoy sigo pensando lo
mismo: considero que ha envejecido razonablemente bien.
Age of Mythology deja a un lado la línea histórica con la que hasta entonces había
contado Age of Empires, y se centra en mitos y leyendas de las mitologías griega, egipcia y
nórdica, aunque mantiene las mismas mecánicas que la serie anterior.
El objetivo del juego es claro: obtener cierta ventaja frente a tus enemigos para poder
derrotarlos. Para ello, cada civilización cuenta con tres dioses mayores para adorar al comienzo
de la partida, pudiendo además elegir a otros tres dioses menores según avanzamos edades
durante la partida (edad Arcaica, Clásica, Heroica y Mítica).
En el caso de la civilización griega, los dioses mayores para adorar son Zeus, Hades y
Poseidón y según cuál de ellos escojamos, tendremos diferentes combinaciones de dioses
menores para continuar. Por ejemplo, si elegimos a Zeus como dios mayor, en la edad Clásica
podremos escoger entre Atenea o Hermes, en la edad Heroica entre Dioniso o Apolo, y en la
Mítica entre Hera o Hefesto.
Age of Mythology es un juego muy especial para mí; no sólo por la cantidad de horas que
he invertido en jugarlo, sino por todo lo que aprendí y la curiosidad que despertó en mí
d) ¿Dónde pensás que podemos encontrar un texto como ese? ¿En un diario, en una revista, en un
manual, etc? ¿Cómo nos damos cuenta?
Para profundizar en los mitos, podés ver la película “Percy Jackson y el ladrón del
rayo”.
Los relatos mitológicos son narraciones folclóricas colectivas, anónimas y de origen oral, que se
han transmitido de generación en generación desde tiempos remotos.
Los mitos surgen de la necesidad de las personas de dar una explicación a lo desconocido. Por
eso, plasman la concepción que un pueblo tiene del mundo y están relacionados con lo religioso, con
sus ceremonias y sus rituales. Su fuerza reside en que no se trata de simples relatos, sino que son
sentidos y transmitidos como vivencias reales por gran parte de una comunidad.
Casi todas las culturas han elaborado relatos mitológicos; por ejemplo, los griegos, los romanos,
los celtas, los tobas, los aztecas, los mapuches, los guaraníes, los egipcios, etcétera.
Los relatos mitológicos de las diferentes sociedades pueden ser clasificados de acuerdo con su
contenido. Ellos pueden ser:
cosmogónicos, en los que se narra el origen del mundo;
teogónicos, en los que se explica el origen de los dioses;
antropogénicos, en los que se aporta una causa acerca del origen del ser humano;
morales, en los que se cuenta la lucha entre el bien y el mal, y suelen tener como personaje
principal a un héroe o una heroína;
fundacionales, en los que se narra el origen de las ciudades;
etiológicos, en los que se explica el surgimiento de fenómenos naturales.
El marco
Como toda narración, el relato mitológico presenta u marco, constituido por un tiempo y un espacio.
Tiempo: Dado que los mitos se transmiten oralmente de generación en generación, suelen
perder las marcas temporales que los anclarían en un tiempo determinado, son atemporales. En
muchos casos, el único indicio temporal suele referirse a “los primeros tiempos”, es decir, el
tiempo mítico de la creación, que no puede fijarse en un periodo histórico determinado.
Espacio: A veces, queda clara la ubicación geográfica o cultural (la pertenencia a un
determinado pueblo) de un mito. Pero como la transmisión de esas narraciones es oral, muchos
relatos mitológicos han viajado por todo el mundo y se pueden encontrar diversas versiones de
ellos en varios continentes.
Los personajes
Por lo general, los personajes principales son los dioses, semidioses y los héroes.
En todos los mitos que relatan la creación o la destrucción del mundo, el papel de los dioses es el más
importante. Ellos tienen la fuerza para crear, destruir o transformar. Esta fuerza se usa como
impulso creador o bien como premio o castigo ante las acciones de los hombres. Las divinidades y los
hombres conviven en un mismo plano (el mundo) o en planos distintos pero contiguos u comunicados
(Tierra y Olimpo, Tierra y cielo, etc.), y los actos de unos repercuten directamente sobre la vida de los
otros.
En algunos relatos mitológicos, el personaje principal es el héroe, dotado de características especiales.
En la mitología de la antigüedad griega y romana, el héroe tenía carácter divino, pues era hijo de un
dios y una mortal, o de una diosa y un mortal. Por lo tanto, algo de los poderes sobrenaturales de los
dioses le correspondía, por ejemplo: Hércules tenía una fuerza extraordinaria, Aquiles era
invulnerable (salvo por su talón).
Aunque no todos los pueblos han considerado a los héroes descendientes directo de los dioses, se les
puede reconocer a estas ciertas características comunes:
Pueden tener algún poder sobrenatural o, simplemente, virtudes y defectos humanos muy
acentuados: astucia, inteligencia, valor, vanidad, ira, etcétera.
A veces aparecen como conductores espirituales del pueblo: lo guían moralmente, le enseñan a
trabajar la tierra, a hilar, a modelar la cerámica.
Luego de conocer mejor las características de los mitos, te proponemos que leas el siguiente mito que
está compilado en el libro Mitos griegos de amor y aventura de la colección Golu de la editorial
Kapeluz-Norma
Prometeo y Pandora
Para eso llamó al joven Prometeo. Le pidió que sacrificara un toro y que distribuyera sus porciones
de manera justa. Ese reparto, decidió Zeus, serviría de modelo para las futuras relaciones entre dioses
y hombres.
Prometeo era inmortal, pero no era un dios del Olimpo 2. Pertenecía a la familia de los Titanes 3 y
mantenía con los hombres un vínculo cercano. Los tenía en gran estima, y tal vez por eso decidió
favorecerlos.
Aquel día, tal como el dios le había indicado, Prometeo sacrificó un magnífico toro. Después cosió
dos grandes bolsas con la piel del animal. En una guardó la carne y todas las partes comestibles y en la
Entonces, Zeus privó del fuego a los hombres y lo escondió en el Olimpo. Hasta ese momento, lo
único que tenían que hacer los hombres para conseguir fuego era tomarlo de algunos árboles en los que
Zeus, con su rayo, lo depositaba. A partir de aquel día, aquello se terminó. El fuego desapareció de la
Tierra. Los hombres ya no podían cocinar la carne que les había tocado en el reparto gracias al ardid 5
de su benefactor Prometeo. Esto era una verdadera calamidad, pues ellos no comían carne cruda como
las bestias salvajes.
Prometeo, sin embargo, no estaba dispuesto a dejar las cosas así. Tenía un espíritu rebelde. Ya
había engañado a Zeus una vez, y decidió hacerlo de nuevo. Con aire inocente, como quien pasea, se
presentó una tarde en el Olimpo. En la mano llevaba una rama de hinojo, que es verde y húmeda por
fuera, pero seca por dentro. Aprovechando una distracción de Zeus, Prometeo se acercó al lugar donde
estaba guardado el fuego y tomó una llamita que introdujo en su rama. Con el fuego así escondido volvió
a la Tierra para devolver a los hombres lo que el dios les había quitado. Esa noche, desde el Olimpo,
Zeus descubrió con asombro que las casas de los hombres estaban iluminadas y que el humo de la carne
dorándose al fuego se elevaba hacia el cielo. Entonces se dio cuenta que Prometeo había vuelto a
engañarlo, y urdió6un nuevo escarmiento7. Esta vez decidió quitar a los hombres la posibilidad de tomar
el cereal que crecía libremente sobre la tierra.
A partir de ese día, para obtener trigo —y poder hacer pan—, los hombres se vieron obligados
a ocultar semillas en la tierra y hacerlas germinar. Desde entonces, y para siempre, deberían arar,
labrar, sembrar. Es decir, trabajar, sudar y cansarse para conseguir el alimento.
No satisfecho con eso, Zeus tramó un último castigo. Convocó a Hefesto8 y le ordenó crear una
hermosa joven con agua y arcilla. Hefesto modeló una figura bellísima, que Atenea y9 Afrodita10
4 Astucia: habilidad para engañar y para convencer al otro de que haga lo que uno quiere
5 Ardid: acción engañosa que se hace para lograr algo
6 Urdir: planear algo en contra de alguien.
7 Escarmiento: castigo.
8 Hefesto: dios que fabricaba las armas de los dioses en su fragua.
9 Atenea: diosa de la guerra, la sabiduría y las técnicas.
10 Afrodita: diosa del amor.
De esta manera, Zeus se vengaba de Prometeo con un truco parecido al que Prometeo había
usado al principio para engañarlo a él: bajo la apariencia de algo deslumbrante e irresistible, Zeus
ocultaba otra cosa. A esta mujer tan hermosa y siempre descontenta la llamó Pandora, y enseguida la
envió a la Tierra. Prometeo sabía que el dios se proponía castigarlo, y por las dudas advirtió a su
hermano Epimeteo:
-Presta mucha atención. Si los dioses alguna vez te hacen un regalo, no lo aceptes por ningún
motivo.
Pero cuando Pandora llamó a la puerta de Epimeteo, este no pudo resistir su encanto. Olvidó
por completo la advertencia de su hermano. Se enamoró de la muchacha en un instante, la invitó a
vivir con él y poco después se casaron.
En casa de Epimeteo había una sala con vasijas13 en las que se guardaba vino, aceite y semillas. En
una de aquellas vasijas, los dioses habían encerrado todas las desgracias y sufrimientos que podían caer
sobre los hombres. Al casarse, Epimeteo advirtió a su mujer que jamás abriera aquel recipiente.
Desde luego, apenas estuvo sola en la casa, Pandora destapó la vasija prohibida. En un
instante, las enfermedades, la muerte, los accidentes, el cansancio, el dolor y tantos otros males
se esparcieron sobre la Tierra. Estas desgracias, propagadas entre los hombres para siempre, eran
movedizas, invisibles e inaudibles, y por lo tanto imprevisibles.
Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, Pandora se apresuró a tapar la vasija, pero ya era
tarde. En el fondo del recipiente solo había quedado la esperanza.
Prometeo, mientras tanto, fue atrapado y castigado por Zeus. El dios lo encadenó y lo ató a una
piedra en la ladera de una montaña. Cada día, un águila gigante bajaba a devorar su hígado. Como
Prometeo era inmortal, de noche su hígado se regeneraba. Y al día siguiente el águila volvía a comérselo.
Fue Hércules14 quien liberó a Prometeo de este horrible suplicio15, algún tiempo después. Como
su temible venganza estaba cumplida, Zeus lo dejó ir, con una condición. El titán debía llevar por
siempre un anillo con un trozo de la piedra a la que había estado amarrado. De esa manera, Prometeo
recordaría que no debía volver a interferir con nuevos trucos en el orden del cosmos ideado por Zeus.
11 Hermes: dios mensajero; tenía sandalias aladas que le permitían surcar el aire.
12 Insuflar: soplar, llenar con aire.
13 Vasija: recipiente de barro que se usa para contener alimentos.
14 Hércules: héroe hijo de Zeus y una mortal, la reina Alcmena; era famoso por su increíble fuerza
15 Suplicio: dolor muy fuerte.
1) Lean las acciones de la lista y, luego, numérenlas del 1 al 10, según el orden que tienen en el
mito.
……Prometeo engaña a Zeus para que elija la bolsa con las peores
partes del toro.
…….Prometeo le advierte a Epimeteo que no acepte nada de los dioses, pero Epimeteo lo olvida al ver
a Pandora.
4) Ahora te pedimos que complete el siguiente esquema, teniendo en cuenta lo visto hasta este momento sobre
mitos.
TIEMPO
ESPACIO
GEOGRÁFICO
PERSONAJES
LOS
MITOS
SURGEN POR
SEGÚN EL
TEMA
Para seguir conociendo, Busca en los textos anexados el mito tehuelche: “Kóoch y el origen del
cosmo”, y el mito griego: “Teseo y el minotauro”.
Como hemos visto en las actividades anteriores, el ser humano ha creado historias
extraordinarias que han sido transmitidas de generación en generación de manera oral. Es el
caso del mito y también de la leyenda. Aquí te dejamos la leyenda “El Amarú” en versión de
Ana María Shua. Léela y luego realiza las actividades propuestas
Esta es la historia de una sequía tan grande que estuvo a punto de devorar al
mundo. Hacía meses y meses que no se veía una sola nube en el cielo iluminado. El sol
brillaba cruel, con tanta violencia que todo lo marchitaba. La tierra se abría en grietas
Y sin embargo, una plantita de qantu resistía todavía, luchando por su vida.
Estaba acostumbrada a arreglárselas con muy poca agua, pero nunca había tenido que
soportar una sequía como esa. Con sus últimas fuerzas, sintiendo que el sol terrible
absorbía cada gota de su savia, que es como la sangre de las plantas, concentró toda
su energía en el último pimpollo que colgaba de su tallo reseco. Llego el alivio de la
noche y el pimpollo todavía resistía.
Y de pronto en el calor agobiante, sucedió algo extraño. Ya no eran pétalos los que se
abrían: ¡eran alas! La flor qantu se estaba convirtiendo en ave, en un pajarito muy
pequeño pero muy colorido: un colibrí.
Aunque era recién nacido, el pequeño picaflor tenía la memoria del qantu y sabía
lo que estaba pasando. Tenía que conseguir ayuda de alguien que tuviera más poderes
que las plantas, los animales o la gente. Voló y voló haciendo zumbar el aire con sus
alitas. Iba hacia la cordillera, para pedirle ayuda al gran Dios del cerro Huayta-pallana,
desde allí arriba podía ver todo lo que pasaba sobre la Tierra. En su vuelo, pasó sobre
las cuatro lagunas que están cerca del cerro. Todas estaban casi secas, menos la de
Huacra-cocha. El agua era tan tentadora… sin embargo, aunque estaba desesperado
de sed, el pajarito no se detuvo para beber. Sabía que tenía una misión que cumplir.
En cambio, posado cerca de su cumbre, sobre una roca que sobresalía de la nieve,
vio un picaflor. Los picaflores nunca vuelan tan alto. ¿Qué hacia allí esa avecita,
temblando como si estuviera a punto de morir?
-Gran Huayta-pallana- dijo el colibrí, con una vocecita tan débil que el dios-montaña
casi no lo oía-. Con tanta sequía, todos estamos muriendo allá abajo… sin un poco de
agua, ya no quedara vida en la tierra…
No tiene nada de extraño que con tanto ruido y tanta agitación se despertara el
Amarú.
El Amarú era una serpiente voladora tan enorme que toda la laguna alcanzaba
solamente para que reposara su cabeza. El resto del cuerpo estaba cómodamente
enroscado a lo largo de la cordillera de los Andes.
Cuando los animales y las plantas estaban ya hartos de ver llover sin parar y
temían que la sequía le siguiera un diluvio, con los reflejos de sus escamas multicolores
el Amarú hizo aparecer el arco iris.
Desde entonces, todos los seres vivos de este mundo le están agradecidos al
colibrí, que con su esforzado vuelo fue el salvador de la vida. Y a la flor de qantu, que
supo crear al colibrí. Y al dios-montaña, el nevado Huayta-pallana, que sigue hoy
levantando sus hombros orgullosos en el Perú, en la zona del Cuzco.
Dicen los quechuas que el Amarú todo lo sabe, porque en sus escamas están
escritos el pasado y el futuro de todas las cosas, los dueños y la realidad de todos los
seres. La gran serpiente mágica duerme por el momento en su laguna, con la cola
sinuosa desparramada por la cordillera, lista para volver a despertarse cuando sea
necesario.
Ana Maria Shua. Versión de una leyenda quechua. En: Guerra de serpientes y otras leyendas americanas
1-“Esta es la historia de una sequía tan grande que estuvo a punto de devorar al mundo”. Así
se presenta la historia que se va a narrar.
c. Releé los datos de la publicación que aparecen cuando finaliza la leyenda. ¿Por qué pensás
que se menciona que el texto es una “versión”? ¿Quién la escribió?
d. Describí qué sucedió con el capullo del qantu. Relee cómo lo dice el texto. Según el narrador,
¿se trata de un hecho esperable o sobrenatural ¿Qué cualidad extraordinaria tiene el colibrí
recién nacido?
f. Señalá en el texto tres características de Huayta-pallana que lo diferencien del ser humano y
tres características del Amarú que lo diferencien de los animales conocidos por el hombre.
g. ¿Qué valores importantes para la vida en comunidad podés identificar en la leyenda “El
Amarú”?
h. Propone otro título para la leyenda.
*Las leyendas, como los mitos, las fábulas y los cuentos populares, pertenecen a la tradición
oral de la literatura. Son narraciones anónimas, es decir, no tienen un autor que se pueda
identificar. Fueron creadas antes de que existiera la escritura. Se difundieron de generación en
generación y, por esta razón existen diferentes versiones de cada leyenda.
*La historia que cuenta una leyenda recoge y transmite la particular visión de la vida y del
mundo del grupo humano que la creó.
*Las leyendas americanas suelen ubicarse en lugares geográficos identificables y se remontan
a épocas lejanas, anteriores incluso a la llegada del hombre blanco.
*Las leyendas ofrecen explicaciones sobre el origen de los seres vivos y de los fenómenos de
la naturaleza. Por ejemplo, la existencia de un río, de un animal, o la rotación de las estaciones.
*Los personajes que participan en estos relatos pueden ser seres fabulosos, dioses, personas,
animales y plantas. En muchos casos, el origen se explica mediante la transformación de un
personaje en otra cosa.
2) A partir de la teoría, justificar por qué “El amarú” es una leyenda. Podés realizar un
cuadro o esquema.
Un personaje escribe una carta de amor desde un edificio en llamas ¡Es una situación límite y
no queda mucho tiempo!
Redactá esa carta incluyendo confesiones, declaración de amor, miedos, anhelos, deseos, etc
del personaje.
Además de las leyendas que se remontan a épocas lejanas, también existen leyendas urbanas
que se caracterizan por contar hechos paranormales que se producen en las ciudades.
** **
¿Sabías que Neuquén tiene sus propias leyendas urbanas? ¡Claro que sí!
Antes de conocer una de ellas, buscá quién fue EduardoTalero e, investigá dónde se encuentra
la torre que lleva su nombre y en qué estado se encuentra en la actualidad dicho edificio. Te
sugerimos que busques alguna noticia al respecto.
A continuación, te invitamos a que leas el siguiente texto:
¡Manos a la obra!
Retomando lo trabajando en la “secuencia 1”, siempre que escribimos un texto lo hacemos con
un objetivo determinado.
Responde:
a) ¿Cuál es el objetivo del autor del texto anterior?
b) ¿Qué mensaje, idea, intenta transmitir más allá del contenido?
c) ¿Cómo nos damos cuenta de su propósito?
d) ¿Cuál es la diferencia del texto “La dama de blanco de la torre Talero” y “El Amarú”?
Aviso inmobiliario
Trabajás en una inmobiliaria y se dio la oportunidad de vender tu propia casa. Vivis ahí hace años, por
lo que sabés perfectamente todas sus comodidades y desventajas, sin embargo, el aviso debe ser
atractivo, así que hay que tener en cuenta algunos criterios…
*descripción de la vivienda (casa, departamento, etc)
1) Leer el argumento de esta película y subraya en el texto los verbos que encuentres.
HOTEL TRANSYLVANIA
El conde Drácula maneja un hotel donde todos los monstruos tienen
su habitación y descansan en paz. Lo único que le preocupa es que su
única hija, una adolescente de 118 años – cosa de vampiros-, crece y
demuestra inquietudes tales como querer saber qué hay más allá del
hotel y quiénes son los humanos. Para complicarlo todo, irrumpe en
el albergue un mochilero extraviado, justamente de esa única especie
que no tiene permitida la entrada.
¡Y se enamora de la primogénita del vampiro!
Esta entretenida película, filmada en 3D, es una buena opción para
compartir con los chicos, ya que propone ver qué sucede si
comprendemos y aceptamos al que es diferente a uno. Después de
todo, los monstruos no son tan malos como parece.
Fuente: www.clarin.com/espectaculos.
2) Clasificá los verbos del texto leído según su significado. Remárcalos con diferente color.
Los verbos siempre se nombran en infinitivo (por ejemplo: inventar, morder, salir).
Los que terminan en –ar pertenecen a la primera conjugación, por ejemplo: amar, andar, mirar ; los
en –er a la segunda conjugación, por ejemplo: correr, entender, leer; y en –ir a la tercera, por
ejemplo: reir, sentir, escribir.
1) Observa los verbos que aparecen en los carteles que sostienen los mostruos. Una ayuda: son seis.
2) Entre los verbos que encontraste, hay uno que aparece en infinitivo. Transcríbelo y señala la
terminación que te permitió identificarlo.
________________________________________________
3) Escribe el infinitivo que le corresponde a cada uno de los verbos de los carteles.
_______________________________
4) En la siguiente lista, se entrometieron algunas palabras que parecen verbos en infinitivo, pero
no lo son. Tacha esas intrusas.
Brillar- billar- estornudar – reñir – maldecir – tapir - surgir – calor –
pintar – pulgar – desbaratar – calamar – trotar – trastocar – renacer –
placer – entorpecer – vivir – llover – líder – esclarecer – recorrer – pulir –
ensordecer – sabor – subir – contradecir – mártir – educador – prócer –
proceder – prometer – fundar – par – radar.
Te invito a leer esta novela, dentro de ella encontrarás dos historias distintas pero relacionadas entre
si.
¡¡¡Qué lo disfrutes!!!
a) ¿Qué son las leyendas y qué cuenta la leyenda de Ailín? Podes tener en cuenta: lugar que
se menciona en la leyenda; tiempo en el que se desarrolla la leyenda; quiénes son los
protagonistas; qué le sucede a estos protagonistas etc.
Leyenda 2:
a) ¿Qué les sucede a los personajes en esta leyenda? ¿De quiénes huían la familia de Ailín?
¿Por qué huían?
b) Investigá qué fue la fiebre amarilla y relacionarla con esta leyenda.
Leyenda 3:
a) Explicá cómo fue la evolución del desierto al pueblo (Azul) según el relato del narrador.
b) ¿Qué rol tiene la llegada del tren?
c) ¿Quién es Don Iraola y cómo era su relación con Ailín? Describirla.
d) ¿Qué relación podés establecer entre Iraola , Ailín y la escritura? Ellos escribían textos
diferentes ¿Cuáles eran? ¿Cuáles eran los objetivos de esos textos?
Leyenda 4
Leyenda 6
Leyenda 7
a) Según tu criterio ¿Qué función cumple esta última leyenda en relación con toda la
novela?
Secuencia N° 6
Contenidos: Texto Narrativo: El cuento. Estructura narrativa: situación Inicial, desarrollo o conflicto, resolución
del conflicto y desenlace o situación final. Modos verbales.
Objetivo: Lectura e interpretación de otra versión de un cuento tradicional. Reconocer la estructura narrativa
en los cuentos. Comprender los modos verbales según el hablante.
Antes de la lectura
Hay muchos cuentos que conoces desde niño/a, seguramente que uno de ellos es el de Caperucita
roja. Vamos a recordarlo. Responde:
Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél que la conociera, pero sobre todo por su
abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o
gorrito de un color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así que la empezaron
a llamar Caperucita Roja. Un día su madre le dijo: "Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y una botella
de vino, llévaselas en esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora
temprano, antes de que caliente el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de
la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su
dormitorio no olvides decirle, "Buenos días," ah, y no andes curioseando por todo el aposento."
"No te preocupes, haré bien todo," dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente.
La abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Y no más había entrado Caperucita Roja
en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró con un lobo. Caperucita Roja no sabía que
esa criatura pudiera hacer algún daño, y no tuvo ningún temor hacia él. "Buenos días, Caperucita Roja,"
dijo el lobo. "Buenos días, amable lobo." - "¿Adonde vas tan temprano, Caperucita Roja?" - "A casa de mi
abuelita." - "¿Y qué llevas en esa canasta?" - "Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre
abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse." - "¿Y adonde vive tu abuelita, Caperucita
Roja?" - "Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres grandes robles, al
lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto," contestó inocentemente Caperucita Roja. El
lobo se dijo en silencio a sí mismo: "¡Qué criatura tan tierna! qué buen bocadito - y será más sabroso que
esa viejita. Así que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fácilmente." Entonces acompañó a
Caperucita Roja un pequeño tramo del camino y luego le dijo: "Mira Caperucita Roja, que lindas flores se
ven por allá, ¿por qué no vas y recoges algunas? Y yo creo también que no te has dado cuenta de lo dulce
que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras
que todo el bosque está lleno de maravillas."
Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado colectando flores, y cuando vio que tenía tantas que
ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió
al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para
sí misma: "¡Oh Dios! que incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con
abuelita." Entonces gritó: "¡Buenos días!," pero no hubo respuesta, así que fue al dormitorio y abrió las
cortinas. Allí parecía estar la abuelita con su gorro cubriéndole toda la cara, y con una apariencia muy
extraña.
"¡!Oh, abuelita!" dijo, "qué orejas tan grandes que tienes." - "Es para oírte mejor, mi niña," fue la
respuesta. "Pero abuelita, qué ojos tan grandes que tienes." - "Son para verte mejor, querida."
- "Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes." - "Para abrazarte mejor."
- "Y qué boca tan grande que tienes." - "Para comerte mejor."
Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a
Caperucita Roja.
Entonces el lobo decidió hacer una siesta y se volvió a tirar en la cama, y una vez dormido empezó a
roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por allí, escuchó los fuertes
ronquidos y pensó, ¡Cómo ronca esa viejita! Voy a ver si necesita alguna ayuda. Entonces ingresó al
dormitorio, y cuando se acercó a la cama vio al lobo tirado allí. "¡Así que te encuentro aquí, viejo pecador!"
dijo él."¡Hacía tiempo que te buscaba!" Y ya se disponía a disparar su arma contra él, cuando pensó que
el lobo podría haber devorado a la viejita y que aún podría ser salvada, por lo que decidió no disparar. En
su lugar tomó unas tijeras y empezó a cortar el vientre del lobo durmiente. En cuanto había hecho dos
cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes más y la pequeña Caperucita Roja salió
rapidísimo, gritando: "¡Qué asustada que estuve, qué oscuro que está ahí dentro del lobo!," y enseguida
salió también la abuelita, vivita, pero que casi no podía respirar. Rápidamente, Caperucita Roja trajo
muchas piedras con las que llenaron el vientre del lobo. Y cuando el lobo despertó, quizo correr e irse
lejos, pero las piedras estaban tan pesadas que no soportó el esfuerzo y cayó muerto.
Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó a su casa. La abuelita
comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanimó. Pero Caperucita Roja solamente
También se dice que otra vez que Caperucita Roja llevaba pasteles a la abuelita, otro lobo le habló, y
trató de hacer que se saliera del sendero. Sin embargo Caperucita Roja ya estaba a la defensiva, y siguió
directo en su camino. Al llegar, le contó a su abuelita que se había encontrado con otro lobo y que la había
saludado con "buenos días," pero con una mirada tan sospechosa, que si no hubiera sido porque ella estaba
en la vía pública, de seguro que se la hubiera tragado. "Bueno," dijo la abuelita, "cerraremos bien la
puerta, de modo que no pueda ingresar." Luego, al cabo de un rato, llegó el lobo y tocó a la puerta y gritó:
"¡Abre abuelita que soy Caperucita Roja y te traigo unos pasteles!" Pero ellas callaron y no abrieron la
puerta, así que aquel hocicón se puso a dar vueltas alrededor de la casa y de último saltó sobre el techo
y se sentó a esperar que Caperucita Roja regresara a su casa al atardecer para entonces saltar sobre
ella y devorarla en la oscuridad. Pero la abuelita conocía muy bien sus malas intenciones. Al frente de la
casa había una gran olla, así que le dijo a la niña: "Mira Caperucita Roja, ayer hice algunas ricas salsas,
por lo que trae con agua la cubeta en las que las cociné, a la olla que está afuera." Y llenaron la gran olla
a su máximo, agregando deliciosos condimentos. Y empezaron aquellos deliciosos aromas a llegar a la
nariz del lobo, y empezó a aspirar y a caminar hacia aquel exquisito olor. Y caminó hasta llegar a la orilla
del techo y estiró tanto su cabeza que resbaló y cayó de bruces exactamente al centro de la olla
hirviente, ahogándose y cocinándose inmediatamente. Y Caperucita Roja retornó segura a su casa y en
adelante siempre se cuidó de no caer en las trampas de los que buscan hacer daño.
Además de los mitos y las leyendas, existen otros textos narrativos, por ejemplo, los
cuentos.
En los cuentos también intervienen personajes, en un tiempo y espacio en el que transcurre la acción.
Toda narración, como los cuentos, se caracterizan por responder a una estructura básica: situación
Inicial, desarrollo o conflicto, resolución del conflicto y, desenlace o situación final.
ESTRUCTURA NARRATIVA
Luego de leer el cuento y la teoría, realizamos las siguientes actividades ¡Manos a la obra!
ESTRUCTURA NARRATIVA:
-SITUACIÓN INICIAL –
-DESARROLLO-CONFLICTO –
-RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO-
-DESENLACE O SITUACIÓN FINAL-
ORACIONES
No tardó mucho tiempo en presentarse el lobo, gritando: - Ábreme, abuelita; soy Caperucita
Roja, que te traigo pastas.
Caperucita se apartó del camino para adentrarse en el bosque y se puso a recolectar flores.
Soy yo abuelita, Caperucita Roja, que te trae pastel y vino.
Érase una vez una niña tan dulce y cariñosa.
Se acercó a la cama, descorrió las cortinas y vio a la abuela, con un aspecto muy extraño.
El cazador despellejó al lobo y se marchó con la piel.
El lobo saltó de la cama y se tragó a la pobre Caperucita Roja.
El cazador, con unas tijeras, se puso a abrir la barriga de la fiera dormida.
¡Pero, abuelita! ¡Qué boca más terriblemente grande tienes!
cuando Caperucita entró en el bosque se encontró con el lobo.
Caperucita y el cazador, con gruesas piedras, llenaron la barriga del lobo.
He aquí que acertó a pasar por allí el cazador.
Su abuelita le regaló una caperucita de terciopelo colorado.
Caperucita le contó a la abuela que se había encontrado con un lobo.
El olor de las salchichas subió hasta el olfato del lobo.
El lobo perdió el equilibrio, resbaló del tejado, cayó y se ahogó.
Caperucita se volvió tranquilamente a casita sin que nadie le tocase ni un pelo.
La madre le dijo: -ahí tienes un pedazo de pastel y una botella de vino; los llevarás a la
abuelita.
las piedras pesaban tanto, que el lobo cayó al suelo muerto.
En “Cierrá la ventana” el verbo expresa el hecho, como un mandato, una orden, o un pedido. En
cambio, en “Cerré la ventana, anoche”, el hecho o el evento se menciona como un hecho real. En el
tercer caso, “Ojalá, …cerrara la ventana…”, el verbo enuncia el evento como deseo.
Estos son los tres modos en los que puede realizarse el hecho, proceso o actividad, que nombra el
verbo: Modo imperativo, Modo indicativo, Modo subjuntivo.
El modo imperativo expresa orden, ruego o pedido, se utiliza en las oraciones exhortativas. Por
ejemplo: “Cierre la ventana”, “Podés ir a comprar”, “Hacé toda la tarea”.
El modo Indicativo indica certeza, por lo tanto se utiliza en las oraciones enunciativas. Se utiliza
para expresar eventos reales, o sucesos que se consideran reales. Por ejemplo: “Yo cerré la ventana,
anoche”, “fue a comprar”, “hicieron toda la tarea”.
El modo subjuntivo se usa para expresar dudas o deseos, por lo que, generalmente las oraciones
dubitativas o desiderativas se construyen con este modo verbal. Por ejemplo: “Ojalá cerraran la
ventana”, “Quizás fue a comprar”, “Tal vez hicieron toda la tarea”.
3) Busca en el cuento “Caperucita roja”, oraciones que den a entender los tres modos
verbales. Transcríbelas y aclara en qué Modo Verbal están.
Teniendo en cuenta la clásica parte del cuento en donde Caperucita se encuentra con el lobo
disfrazado de su abuela, te vamos a pedir que cambies esa parte de la historia, escribiendo algo
diferente a lo que conocemos, en los espacios en blanco.
- "Para ………………………………………………….……………………."
- "Para ……………………………….…………………….."
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
Secuencia N° 7
Contenidos: Texto Narrativo: El cuento. Estructura narrativa: situación Inicial, desarrollo o
conflicto, resolución del conflicto y desenlace o situación final.
Objetivo: Lectura e interpretación del cuento MIL GRULLAS. Elsa Bornenman . Reconocer la
estructura narrativa en los cuentos. Interiorizarnos con situaciones sociales actuales.
En esta oportunidad, vamos a trabajar con el cuento: MIL GRULLAS de Elsa Bornenman.
Antes de la lectura
1. ¿Conocés este cuento?
2. ¿Sabés qué son y de dónde son las grullas?
MIL GRULLAS
ELSA BORNEMANN
Naomi... Poblaba el corazón de Toshiro. Se le anudaba en los sueños con sus largas trenzas negras.
Le hacía tener ganas de crecer de golpe para poder casarse con ella. Pero ese futuro quedaba
tan lejos aún...
El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano, que llegó puntualmente el
21 de junio y anunció las vacaciones escolares. Y con la misma intensidad con que otras veces
habían esperado sus soleadas mañanas,
ese año los ensombreció a los dos: ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara.
Su comienzo significaba que tendrían que dejar de verse durante un mes y medio inacabable.
A pesar de que sus casas no quedaban demasiado lejos una de la o tra, sus familias no se
conocían. Ni siquiera tenían entonces la posi bilidad de encontrarse en alguna visita. Había que
esperar pacientemente la reanudación de las clases.
¿Y Naomi?
El primero de agosto se despertó inquieta; acababa de soñar que caminaba sobre la nieve.
Sola. Descalza. Ni casas ni árboles a su alrededor. Un desierto helado y ella atravesándolo.
Abandonó el tatami, se deslizó de puntillas entre sus dormidos her manos y abrió la ventana
de la habitación. ¡Qué alivio! Una cálida madrugada le rozó las mejillas. Ella le devolvió un
suspiro.
El dos y el tres de agosto escribió, trabajosamente, sus primeros haikus:
Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó dentro de una cajita de laca en la que
escondía sus pequeños tesoros de la curiosidad de sus hermanos.
El cuatro y el cinco de agosto se lo pasó ayudando a su madre y a las tías ¡Era tanta la
ropa para remendar!
Sin embargo, esa tarea no le disgustaba. Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en
un juego entretenido lo que acaso resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por
ejemplo, imaginaba que cada doscientas veintidós puntadas podía sujetar un deseo para que se
cumpliese.
Tatami: estera que se coloca sobre el piso, en las casas japonesas tradicionales.
Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez. Miles de hombres piensan
en mañana por última vez.
Naomi sale para hacer unos mandados.
Silenciosa explota la bomba. Hierven, de repente, las aguas del río. Y medio millón de
japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos
desaparecen edificios, árboles,
calles, animales, puentes y el pasado de Hiroshima.
Ya ninguno de los sobrevivientes podrán volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir
nuevamente la puerta de su casa, ni retomar ningún camino querido.
Nadie será ya quien era.
Hiroshima arrasada por un hongo atómico.
Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.
Recién en diciembre logró Toshiro averiguar dónde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva,
Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima, como
tantos otros cientos de miles que también habían sobrevivido al horror, aunque el horror estuviera
ahora instala- do dentro de ellos, en su misma sangre.
Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Ya no tenía sus
trenzas.
Apenas una tenue pelusita oscura.
Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas.
–Voy a morirme, Toshiro... –susurró, no bien su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama–.
Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta...
Mil grullas... o “Semba-Tsuru”, como se dice en japonés.
Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban disper- sas sobre la mesita. Sólo
veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.
–Te vas a curar, Naomi –le dijo entonces, pero su amiga no lo oía ya: se había quedado
dormida.
El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas.
Ni la madre, ni el padre, ni los tíos de Toshiro (en cuya casa se encontraban
temporariamente alojados) entendieron aquella noche el porqué de la misteriosa desaparición
de casi todos los papeles que, hasta ese día, había habido allí.
Hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros
parecían haberse esfumado mágicamente. Pero ya era tarde para preguntar. Todos los mayores
se durmieron, sorpren- didos.
En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre las sombras. Esperó hasta
que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se incorporó con
sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las mantas.
Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en
secreto y volvió a su lecho.
La tijera, la llevaba oculta entre sus ropas.
Kimono: vestimenta tradicional japonesa, de amplias mangas, largas hasta los pies y que se cruza pordelante, sujetándose con una especie de faja llamada obi.
–Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas –y el muchacho abandonó la sala sin
darse vuelta.
En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas
empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también dejó colar, al
Furoshiki: tela cuadrangular que se usa para formar una bolsa, atándola por sus cuatro puntas despuésde colocar el contenido.
ELSA BORNEMANN
Elsa Bornemann nació en Buenos Aires en 1952. Es narradora, guionista y traductora. Entre los numerosos e
importantes premiosque recibió por sus libros y por su trayectoria, se destacan: la Fajade Honor de la SADE por El
espejo distraído y el Premio Nacional de Literatura Infantil. Fue la primera escritora argentina que inte-gró, en 1976,
la Lista de Honor de IBBY, por su libro Un elefante ocupa mucho espacio.
Antes de empezar a plegar el papel, vamos a escribir en el, 3 deseos. Estos deseos deben ser para las
personas que están sufriendo o padeciendo el COVID, para que tengan una próxima recuperación. Pueden
ponerse en lugar de hijo/a, de sobrino/a, de nieto/a, de amigo/a, de vecino/a, etc, y luego redactarlos.
Antes de la lectura
Responde:
¿Te gustan las fiestas?
¿Qué tipo de fiestas te gusta? ¿Cumpleaños, casamientos, Día del estudiante, 15 años,
Navidad, Año Nuevo, populares?
¿Qué tiene que haber en esa fiesta para que te sientas bien, para que te diviertas?
Vas a participar en un concurso: “Mi cumpleaños ideal”. Al o la ganadora le regalan la fiesta de cumpleaños
con todo lo elegido.
Para ello debes escribir un mail, a los organizadores del concurso, diciendo qué elementos y/o actividades
debería tener ese cumpleaños, para que sea el ideal, y así poder ser elegido ganador. ¡Mucha suerte!
Sustantivos. Definición
Desde una perspectiva morfológica (es decir, de la forma que tiene una palabra), el
nombre o sustantivo se caracteriza por tener género inherente (es decir que la gran mayoría
de los sustantivos tiene un género y sólo un género, y no puede tener otro. Por ejemplo:
decimos “la mesa”, pero no “*el mesa”; del mismo modo, decimos “el sol”, pero no podemos
decir “*la sol”) y variación en número (singular: “la mesa”, plural: “las mesas”). Desde el punto
de vista sintáctico (es decir, del lugar que ocupan en la oración), el sustantivo es el núcleo de
un grupo de palabras que cumple diversas funciones sintácticas:
_ Sujeto: El futuro es nuestro
_Objeto directo: Queremos paz
_ Término de la preposición: Juan estudia con alegría
Los sustantivos hacen referencia a entidades, materiales e inmateriales, de toda
naturaleza y condición: personas (Juan, enfermero), animales (Terry, gato), grupos (gente,
alameda), cosas reales (mesa) o imaginarias (el Quijote), materias (aceite), sucesos (accidente),
acciones (lectura), cualidades (belleza, inteligencia), procesos (construcción), lugares (río,
Neuquén), procesos psicológicos (alegría).
Los sustantivos se dividen en dos grandes grupos: propios y comunes.
Sustantivos propios
Gozan por sí mismos de capacidad referidora, es decir que son capaces de identificar a
un ser entre los demás. Sin embargo, no informan acerca de los rasgos constitutivos de ese ser.
Estos sustantivos no expresan qué son las cosas o las personas (montaña, mujer, país), sino
cómo se llaman individualmente (Aconcagua, Paula, Uruguay).
Secuencia N°10
Adjetivos
Del término latino adiectivus, el cual es traducible por añadido. Clase de palabra que
funciona como modificador del sustantivo con el que coincide en género y número, para
expresar cualidades de éste (árbol frondoso), resaltar sus propiedades intrínsecas (frondoso
árbol, excelente idea) o limitar su extensión referencial (ése árbol). Contrariamente a la que
sucede con el sustantivo, puede tomar morfemas de grado (Esa casa es grandísima)
Actividades
Secuencia N°11
Morfología
La morfología se ocupa de la estructura interna de las palabras. El morfema, que es la
unidad mínima de la palabra, tiene sonido y significado.
Estructura interna de la palabra
Las palabras que constan de un solo morfema carecen de estructura interna (“gota”) y
se denominan palabras simples. Los morfemas que pueden aparecer como palabras
independientes son llamados formas libres (“gota”, “agua”).
Las palabras que constan de más de un morfema tienen estructura interna (“gota-s”).
Los morfemas que van necesariamente adosados a otros morfemas (porque fonéticamente no
son independientes) son formas ligadas (“gota-s”, “got-era”). Las formas ligadas se denominas
afijos. Cuando va postpuesto a la forma libre, el afijo se denomina sufijo (“gota-s”, “got-era”).
Cuando, al contrario, el morfema ligado precede a la forma libre se lo denomina prefijo (“des-
contento”, “in-útil”). Las palabras que contienen, al menos, al menos, un afijo se denominan
palabras complejas.
Cuando la palabra contiene dos morfemas que pueden aparecer cada uno como palabra
independiente se trata de una palabra compuesta (“saca-corcho”).
Flexión y derivación
La morfología léxica se ocupa de la formación de palabras. Está constituida por la
derivación (afijos derivativos) y la composición. La morfología flexiva se ocupa de la
información gramatical proporcionada por las categorías morfológicas y de su representación
morfológica. Los afijos flexivos manifiestan las siguientes informaciones: género, número,
persona, tiempo, modo, aspecto y caso.
Categorías morfológicas de la flexión verbal: persona, número, tiempo, modo y aspecto
Categorías morfológicas de la flexión nominal: persona, número, género, y caso.
En el verbo conviene distinguir entre raíz y tema. El tema se define agregándole a la raíz
la vocal temática. Esta última es un morfema que carece de significado, sólo indica a qué
conjugación pertenece el verbo:
Actividades
Palabras sufijos
Correr -ez
Adulto -ción
Obstruir -ida
Abundar -sión
Decidir -ancia
Al principio solo existían dos cosas: Kóoch, que siempre estuvo y una oscuridad absoluta
que no dejaba que las cosas existiesen.
Tanto tiempo pasó Kóoch en medio de las sombras y su soledad era tan grande que
empezó a llorar por tan enorme pena. Y lloró tanto y tan sinceramente por su profundo
dolor que sus lágrimas formaron el Arrok, el Mar Amargo de las tormentas y las tristezas.
Más tarde, aún en medio de tanta pena, pudo advertir como crecía la enorme cantidad de
agua que había llorado y entonces suspiró. Así creo a Xóchem, el viento, que
inmediatamente comenzó a correr arrastrando a las tinieblas y preparando el camino para
la llegada de la luz. Así fue como todo se iluminó y nació la alegría en Kóoch. Entonces
tuvo ganas de seguir creando los restantes elementos que le permitieron luego modelar el
mundo en el que finalmente vivirían los hombres.
Un día, en medio del mar que sus lágrimas habían creado, Kóoch quizo contemplar su obra
y vió que la luz no era suficiente. Enojado, levantó su brazo y sucedió que rasgó de lado a
lado el velo de la penubra y encendió así una gran chispa de fuego: Kóoch había creado
el sol al que llamó 'xaleshem' cuya calidez, al entrar en contacto con las aguas, creó las
nubes, y el viento empezó a jugar con ellas corriéndolas por todo el cielo, con su risa
alocada creo el trueno (katrú) y ellas, que lo amenzaban con la mirada, crearon el
relámpago (lüfke).
Un día Kóoch volvió a aburrirse, por eso pensó que su obra no estaba aún terminada.
Entonces hizo elevar parte de la tierra que se encontraba debajo del mar y formó una isla
en la cual modeló montañas y llanuras separadas por valles y cañadas. Todos sus hijos, el
sol, el viento, las nubes admiraron la belleza de la isla y comenzaron a derramar sus
bondades sobre ella, lo cual dio como reslultado la formación de ríos, arroyos, lagos... el
nacimiento de los peces, las plantas, los árboles y las aves.
Pero sucedió que los primeros hijos de Kóoch sintieron al final, celos de esta nueva
creación y en ocasiones desataban su furia sobre la isla castigando duramente a árboles
y otros habitantes. Entonces Kóoch decidió reprenderlos hablándoles con firmeza y así la
luz continuó brillando para el deleite de la creación.
Según cuentan, el Rey Minos de Creta, tenía varios hijos: Ariadna, Fedra, Glauco, Catreo, pero su
predilecto era Androgeo, quien era un joven fuerte y vencedor en el gimnasio y la palestra. Cuando en
Atenas se organizaron los juegos en honor de Palas Atenea, se reunieron los mejores atletas griegos, y
allí partió Androgeo, para medirse con los más fuertes paladines de la Hélade, con el beneplácito de
Minos, quien esperaba a su hijo regresar con la corona del triunfo. Androgeo, logró vencer en todas las
pruebas a sus contrincantes quienes eran los mejores campeones de la ciudad, pero los Atenienses en
vez de alabarlo, hicieron recaer su furia sobre él por haber derrotado a sus luchadores. Esa misma
noche le dieron muerte. El Rey Minos al recibir la trágica noticia se sintió muy adolorido por la pérdida
de su hijo preferido, sin embargo, creció en él un enorme deseo de venganza, así que marchó con un
numeroso ejército a Atenas y los enfrentó hasta que lograr que se rindieran, luego impuso condiciones
y penas terribles. Una de estas era que, durante nueve años, los Atenienses enviarían a la isla de Creta
a siete robustos jóvenes y a siete doncellas, para que sean las víctimas y cena del Minotauro. El
Minotauro era un ser mitad hombre y mitad toro. Vivía en un laberinto cercano a Cnosos, capital de
Creta. Estaba encerrado en un laberinto y se alimentaba de carne humana de esclavos y prisioneros de
guerra, así como de los jóvenes atenienses, que le enviaban el rey Minos. Año a año, llegaban los
mensajeros de Creta a elegir a sus víctimas. Al pasar tres años, un joven de nombre Teseo, hijo del rey
ateniense Egeo, se ofreció voluntariamente para enfrentar y acabar al Minotauro. Al enterarse el Rey
Minos dijo: "Como miembro de la familia real estás perdonado de ir como víctima. Pero si insistes, te
diré que, aunque mates al Minotauro, jamás encontrarás la salida del laberinto." "No importa..." -
respondió Teseo - "Me basta con acabar con el monstruo y ser útil a Atenas." Ariadna quien escuchó la
conversación secretamente, de noche se acercó al Joven y le entregó un puñal y un ovillo de hilo, luego,
le dijo: Teseo, "Con este puñal mágico podrás acabar con el Minotauro, y si sigues el hilo de este ovillo
podrás hallar la salida." Agradecido, Teseo entró en el laberinto, desenvolviendo el ovillo de hilo
cuidadosamente. Durante horas recorrió el misterioso laberinto hasta que encontró al Minotauro y lo
enfrentó audazmente. Después de una ardua lucha, logró acabar con él gracias al puñal que le entregó
la bella Ariadna. Con el Minotauro ya abatido, Teseo pudo rescatar a las demás víctimas y luego,
emprendió camino de regreso a la salida siguiendo el hilo. Cuando escaparon del laberinto y llegaron a
su destino, Teseo fue aclamado por la gente de Cnosos por haberlos liberado del monstruo y del salvaje
castigo que año a año debían tributar al Minotauro. Luego, Teseo regresó victorioso a Atenas en su nave
con las velas desplegadas.
Horacio Quiroga
TENGO EN EL Salto Oriental dos primos, hoy hombres ya, que a sus doce años, y a
consecuencia de profundas lecturas de Julio Verne, dieron en la rica empresa de abandonar
su casa para ir a vivir al monte. Este queda a dos leguas de la ciudad. Allí vivirían
primitivamente de la caza y la pesca.
Desgraciadamente, al segundo día fueron hallados por quienes los buscaban. Estaban
bastante atónitos todavía, no poco débiles, y con gran asombro de sus hermanos menores
—iniciados también en Julio Verne— sabían andar aún en dos pies y recordaban el habla.
La aventura de los dos robinsones, sin embargo, fuera acaso más formal a haber
tenido como teatro otro bosque menos dominguero. Las escapatorias llevan aquí en Misiones
a límites imprevistos, y a ello arrastró a Gabriel Benincasa el orgullo de sus stromboot.
Apenas salido de Corrientes había calzado sus recias botas, pues los yacarés de
la orilla calentaban ya el paisaje. Mas a pesar de ello el contador público cuidaba mucho
de su calzado, evitándole arañazos y sucios contactos.
De este modo llegó al obraje de su padrino, y a la hora tuvo éste que contener el
desenfado de su ahijado.
—Al monte; quiero recorrerlo un poco —repuso Benincasa, que acababa de colgarse
el winchester al hombro.
Benincasa renunció a su paseo. No obstante, fue hasta la vera del bosque y se detuvo. Intentó
vagamente un paso adentro, y quedó quieto. Metióse las manos en los bolsillos y miró detenidamente
aquella inextricable maraña, silbando débilmente aires truncos. Después de observar de nuevo el
bosque a uno y otro lado, retornó bastante desilusionado.
Al día siguiente, sin embargo, recorrió la picada central por espacio de una legua, y
aunque su fusil volvió profundamente dormido, Benincasa no deploró el paseo. Las fieras
llegarían poco a poco. Llegaron éstas a la segunda noche —aunque de un carácter un poco
singular. Benincasa dormía profundamente, cuando fue despertado por su padrino.
Benincasa se sentó bruscamente en la cama, alucinado por la luz de los tres faroles
de viento que se movían de un lado a otro en la pieza. Su padrino y dos peones regaban el
piso.
Benincasa había sido ya enterado de las curiosas hormigas a que llamamos corrección.
Son pequeñas, negras, brillantes y marchan velozmente en ríos más o menos anchos. Son
esencialmente carnívoras. Avanzan devorando todo lo que encuentran a su paso: arañas,
grillos, alacranes, sapos, víboras y a cuanto ser no puede resistirles. No hay animal, por
grande y fuerte que sea, que no haya de ellas. Su entrada en una casa supone la
exterminación absoluta de todo ser viviente, pues no hay rincón ni agujero profundo donde
no se precipite el río devorador. Los perros aúllan, los bueyes mugen y es forzoso
abandonarles la casa, a trueque de ser roídos en diez horas hasta el esqueleto.
Permanecen en un lugar uno, dos, hasta cinco días, según su riqueza en insectos, carne o
grasa.
Benincasa se observaba muy de cerca, en los pies, la placa lívida de una mordedura.
—¡Pican muy fuerte, realmente! —dijo sorprendido, levantando la cabeza hacia su padrino.
Este, para quien la observación no tenía ya ningún valor, no respondió, felicitándose, en
cambio, de haber contenido a tiempo la invasión. Benincasa reanudó el sueño, aunque
sobresaltado toda la noche por pesadillas tropicales.
—Esto es miel —se dijo el contador público con íntima gula—. Deben de ser
bolsitas de cera, llenas de miel...
Pero las restantes estaban llenas de miel, una miel oscura, de sombría transparencia,
que Benincasa paladeó golosamente. Sabía distintamente a algo. ¿A qué? El contador no
pudo precisarlo. Acaso a resina de frutales o de eucaliptus. Y por igual motivo, tenía la
densa miel un vago dejo áspero. ¡Mas qué perfume, en cambio!
Benincasa, una vez bien seguro de que cinco bolsitas le serían útiles, comenzó. Su
idea era sencilla: tener suspendido el panal goteante sobre su boca. Pero como la miel era
espesa, tuvo que agrandar el agujero, después de haber permanecido medio minuto con la
boca inútilmente abierta. Entonces la miel asomó, adelgazándose en pesado hilo hasta la
lengua del contador.
Uno tras otro, los cinco panales se vaciaron así dentro de la boca de Benincasa. Fue
inútil que éste prolongara la suspensión, y mucho más que repasara los globos exhaustos;
tuvo que resignarse.
Al levantarse e intentar dar un paso, se había visto obligado a caer de nuevo sobre el
tronco. Sentía su cuerpo de plomo, sobre todo las piernas, como si estuvieran inmensamente
hinchadas. Y los pies y las manes le hormigueaban.
—¡Es muy raro, muy raro, muy raro! —se repitió estúpidamente Benincasa, sin
escudriñar, sin embargo, el motivo de esa rareza. Como si tuviera hormigas... La corrección
—concluyó.
—¡Voy a morir ahora!... ¡De aquí a un rato voy a morir!... no puedo mover la mano!...
Pero una visible somnolencia comenzaba a apoderarse de él, dejándole íntegras sus
facultades, a lo por que el mareo se aceleraba. Creyó así notar que el suelo oscilante se volvía
negro y se agitaba vertiginosamente. Otra vez subió a su memoria el recuerdo de la
corrección, y en su pensamiento se fijó como una suprema angustia la posibilidad de que eso
negro que invadía el suelo...
Tuvo aún fuerzas para arrancarse a ese último espanto, y de pronto lanzó un grito,
un verdadero alarido, en que la voz del hombre recobra la tonalidad del niño aterrado: por
sus piernas trepaba un precipitado río de hormigas negras. Alrededor de él la corrección
devoradora oscurecía el suelo, y el contador sintió, por bajo del calzoncillo, el río de
hormigas carnívoras que subían.
No es común que la miel silvestre tenga esas propiedades narcóticas o paralizantes, pero
se la
halla.
Las flores con igual carácter abundan en el trópico, y ya el sabor de la miel denuncia en la
mayoría de los casos su condición; tal el dejo a resina de eucaliptus que creyó sentir Benincasa.
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Horacio Quiroga
CIERTA VEZ LAS víboras dieron un gran baile. Invitaron a las ranas y a los sapos, a los
flamencos, y a los yacarés y a los peces. Los peces, como no caminan, no pudieron bailar; pero
siendo el baile a la orilla del río, los peces estaban asomados a la arena, y aplaudían con la
cola.
Los yacarés, para adornarse bien, se habían puesto en el pescuezo un collar de
plátanos, y fumaban cigarros paraguayos. Los sapos se habían pegado escamas de peces en
todo el cuerpo, y caminaban meneándose, como si nadaran. Y cada vez que pasaban muy
serios por la orilla del río, los peces les gritaban haciéndoles burla.
Las ranas se habían perfumado todo el cuerpo, y caminaban en dos pies. Además,
cada una llevaba colgada, como un farolito, una luciérnaga que se balanceaba.
Pero las que estaban hermosísimas eran las víboras. Todas, sin excepción, estaban
vestidas con traje de bailarina, del mismo color de cada víbora. Las víboras coloradas
llevaban una pollerita de tul colorado; las verdes, una de tul verde; las amarillas, otra de tul
amarillo; y las yararás, una pollerita de tul gris pintada con rayas de polvo de ladrillo y
ceniza, porque así es el color de las yararás.
Y las más espléndidas de todas eran las víboras de que estaban vestidas con
larguísimas gasas rojas, y negras, y bailaban como serpentinas Cuando las víboras
danzaban y daban vueltas apoyadas en la punta de la cola, todos los invitados aplaudían
como locos.
Sólo los flamencos, que entonces tenían las patas blancas, y tienen ahora como antes
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Cuento: A la deriva
Horacio Quiroga
El hombre pisó algo blanduzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y al volverse
con un juramento vio una yararacusú que arrollada sobre símisma esperaba otro ataque.
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban dificultosamente, y
sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió más la cabeza en el centro mismo de
su espiral; pero el machete cayó de lomo, dislocándole las vértebras.
El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un instante contempló. Un
dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas, y comenzaba a invadir todo el pie. Apresuradamente se
ligó el tobillo con su pañueloy siguió por la picada hacia su rancho.
El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y de pronto el hombre sintió dos o
tres fulgurantes puntadas que como relámpagos habían irradiado desde la herida hasta la mitad de la
pantorrilla. Movía la pierna con dificultad; una metálica sequedad de garganta, seguida de sed
quemante, le arrancóun nuevo juramento.
Llegó por fin al rancho, y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche. Los dos puntitos violeta
desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón del pie entero. La piel parecía adelgazada y a punto de
ceder, de tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró en un ronco arrastre de garganta reseca. La
sed lo devoraba.
—¡Dorotea! —alcanzó a lanzar en un estertor—. ¡Dame caña!
Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. Pero no había sentido gusto
alguno.
—¡Te pedí caña, no agua! —rugió de nuevo. ¡Dame caña!
—¡Pero es caña, Paulino! —protestó la mujer espantada.
—¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!
aumentaba a la par. Cuando pretendió incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo medio minuto con
la frente apoyada en la rueda de palo.
Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su canoa. Sentóse en la popa y
comenzó a palear hasta el centro del Paraná. Allí la corriente del río, que en las inmediaciones del
Iguazú corre seis millas, lo llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú.
El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el medio del río;pero allí sus manos
dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y tras un nuevovómito —de sangre esta vez—dirigió una
mirada al sol que ya trasponía el monte. La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque
deforme y durísimo quereventaba la ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el pantalón con su
cuchillo:el bajo vientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas y terriblementedoloroso. El
hombre pensó que no podría jamás llegar él solo a Tacurú-Pucú, y sedecidió a pedir ayuda a su
compadre Alves, aunque hacía mucho tiempo queestaban disgustados.
La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y el hombre pudo fácilmente atracar.
Se arrastró por la picada en cuesta arriba, pero a los veinte metros, exhausto, quedó tendido de pecho.
—¡Alves! —gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano.
—¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! —clamó de nuevo, alzando la cabeza del suelo. En el
silencio de la selva no se oyó un solo rumor. El hombre tuvo aún valor para llegar hasta su canoa, y la
corriente, cogiéndola de nuevo, la llevó velozmente a la deriva.
El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien metros, encajonan
fúnebremente el río. Desde las orillas bordeadas de negrosbloques de basalto, asciende el bosque, negro
también. Adelante, a los costados, detrás, la eterna muralla lúgubre, en cuyo fondo el río arremolinado
se precipita en incesantes borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio
de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobrauna majestad única.
El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la canoa, tuvo un violento
escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna le
dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración.
El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no tenía fuerzas para mover
la mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del todo.Calculó que antes de tres horas estaría
en Tacurú-Pucú.
El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No sentía ya nada ni en la pierna ni
en el vientre. ¿Viviría aún su compadre Gaona en Tacurú- Pucú? Acaso viera también a su ex patrón
mister Dougald, y al recibidor del obraje.
¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado
también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura
crepuscular, en penetrantes efluvios de azahar y
miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio hacia el Paraguay.
Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre sí misma ante el
borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella se sentía cadavez mejor, y pensaba entretanto en
el tiempo justo que había pasado sin ver a su ex patrón Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos
años y nueve meses? Acaso. ¿Ocho meses y medio? Eso sí, seguramente.
De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho. ¿Qué sería? Y la respiración también...
Al recibidor de maderas de mister Dougald, Lorenzo Cubilla, lo había conocido en Puerto Esperanza un
viernes santo... ¿Viernes? Sí, o jueves . . .
El hombre estiró lentamente los dedos de la mano.
—Un jueves...
Y cesó de respirar.