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Material didáctico para uso interno y exclusivo de estudiantes del Colegio Dardo Rocha.
Selección, comentarios y compilación por Alejandro Pompei.
Incluye material de lectura completo para la Unidad II, y otros materiales de lectura para el resto de
las unidades.
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
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Índice
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Pág.004…………………………..EDITORIAL
Pág.007……………………………………..UNIDAD I
La argumentación está entre nosotroS
Pág. 008…….REPASO LA ARGUMENTACIÓN
Pág. 012…….ENSAYOS: Messi es un perro, de Casciari
Pág. 017…….ENSAYOS: Susy Shock y la educación binaria
Pág.21……………………………………..UNIDAD II
Pág.022………CAPÍTULO 1: ¿Qué es la literatura?
Pág.032………CAPÍTULO 2: EL ROMANTICISMO
Pág.036………LECTURA: “El espíritu de los muertos” de E.A. Poe
Pág.039………CAPÍTULO 3: EL REALISMO LITERARIO
Pág.042………LECTURA: “En la sangre” capítulos 1 y 2, de E.
Cambaceres
Pág.047………CAPÍTULO 4: LA BILDUNGSROMAN O NOVELA DE
APRENDIZAJE
Pág.051………CAPÍTULO 5: LA CULTURA JUVENIL DEL SIGLO XX
Pág.062…………………………………..…UNIDAD III
Pág.063………CAPÍTULO 6: UN JUEGO REALISTA
Pág.065………CAPÍTULO 7: EVOLUCIÓN DEL REALISMO. TIPOS DE
REALISMO.
Pág.066……..CAPÍTULO 8: EL MONÓLOGO INTERIOR, UNA
TÉCNICA REALISTA.
Pág.072………LECTURA: Antología de cuentos realistas y no tanto.
GUÍA DE ANÁLISIS.//
Pág.150………………..…………………...UNIDAD IV
Pág.151………CAPÍTULO 9: LA LITERATURA FANTÁSTICA
Pág.154………LECTURA: “Chicos que vuelven” de M. Enríquez
Pág.178………CAPÍTULO 10: CIENCIA FICCIÓN Ensayo "Lo
fantástico y la ciencia ficción: nunca será, aún no" D. Marcos.
Pág.183………CAPÍTULO 10: REVOLUCIONES Y DISTOPÍA. 1984 de
G. Orwell
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EDITORIAL
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Este es el segundo año del Ciclo Superior en Literatura, y nos toca acercarnos
profundamente a los últimos siglos de producción artística y cultural como
hasta ahora no lo hemos hecho: el realismo y los realismos, el romanticismo,
la literatura fantástica, la literatura maravillosa; todas estéticas literarias que,
si bien tienen sus antecedentes y lazos hace siglos atrás, tomaron su forma y
cobraron fuerza a partir del siglo XIX, el siglo del surgimiento de las naciones
modernas, del capitalismo industrial, de la burguesía –la clase media- y un
sinfín de ideas con las que incluso ustedes siendo tan jóvenes, están más
acostumbrados. La realidad social que nos rodea empieza a cobrar su sentido
(y también a perderlo) en compañía de las expresiones literarias que
leeremos este año. ¿Pobreza, marginación, miedo, terror, fantasía, ciencia
ficción, distopías, futuro, religión, trabajo, fuerzas represivas, boom literario,
amor, paz, populismos, revolución sexual, dictaduras, rock, pop, informática,
robótica, medicina, psiquiatría, fútbol, política, guerras psicológicas, control
mundial? ¡Este es nuestro curso!
Aprenderemos, así, cómo la literatura es un poderoso arte y canal de
expresión de la realidad y de la imaginación en tiempos de dolor, sufrimiento,
alegría y optimismo. Cómo la literatura se compromete de lleno con la
realidad social, o cómo consigue escapársele con maestría. Porque La
literatura es vida y búsqueda de lo que no está sólo a simple vista. Pero
también de lo que está a simple vista. Porque la literatura, en palabras de
Todorov, tiene como objeto: LA CONDICIÓN SOCIAL DEL HOMBRE.
Prof. Alejandro Pompei
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
ESTE MATERIAL SE ACABÓ DE EDITAR EN EL MES DE FEBRERO DEL AÑO 2022. DE USO
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UNIDAD 1
La argumentación
está entre nosotros
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I. Repaso: La argumentación
Recordamos lo visto el ciclo anterior: Cicerón definía la argumentación como «el discurso
mediante el cual se aducen pruebas para dar crédito, autoridad y fundamento a nuestra
proposición». Argumentar consistía, entonces, en aportar razones para defender una
opinión y convencer así a un receptor para que piense de una determinada forma. La
argumentación se utiliza normalmente para desarrollar temas que se prestan a
controversia, y su objetivo fundamental es ofrecer una información lo más completa
posible, a la vez que intentar persuadir al lector u oyente mediante un razonamiento.
PROCEDIMIENTOS ORGANIZATIVOS
Consecuencia
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Si bebes, no conduzcas
La argumentación se apoya normalmente en
testimonios fidedignos y citas que manifiestan la
Citas o
opinión sobre el tema de personas famosas, de La libertad es el don más
argumentos de
expertos conocidos. Su objetivo es reforzar la idea preciado, dijo Cervantes.
autoridad
sostenida, o bien adelantarse a posibles
argumentos contrarios.
Son dichos populares, anónimos, muy pegadizos y
de gran fuerza expresiva, que resumen reflexiones En boca cerrada no
Refranes
generales apoyadas en la experiencia vital y que entran moscas.
son compartidas por mucha gente.
Regla, principio o sentencia de autor conocido y
Esto sólo sé:
de carácter más culto que el de los refranes.
Máximas que no sé nada
Presentan un valor de verdad comúnmente
(Sócrates).
aceptado y admitido sin reservas
Se emplean para ilustrar lo que se pretende Demandé a Telefónica
Ejemplos demostrar y defender; sirven, por tanto, como y gané el juicio:
factor indispensable para lograr la persuasión. La justicia existe.
Pilló el Cuervo dormida a
la Serpiente, y al
Son relatos literarios en prosa o en verso de los quererse cebar en ella
que, además de entretenimiento y placer, se hambriento,
Fábulas puede extraer una enseñanza de tipo práctico. le mordió venenosa.
Corresponden al tipo de argumentación por Sepa el cuento quien
analogía, ya que actúan como ejemplos ficticios. sigue a su apetito
incautamente
SAMANIEGO, Félix María..
En ocasiones, se apela al parecer general de una
El sentir de la sociedad, o incluso de un grupo social, con la clara El 95% de los encuestados
afirman dormir mejor tras
sociedad en intención de lograr la defensa, pero, sobre todo, haber leído durante un par
general convencer al lector de su opinión. Son argumentos de horas antes de acostarse
apoyados fundamentalmente en la cantidad
BIBLIOGRAFÍA:
Lengua castellana y literatura (1º bachillerato). Barcelona: Teide.
Lengua y literatura (1º y 2º bachillerato). Madrid: MacGraw-Hill.
Lengua castellana (1º bachillerato). Barcelona: Edebé.
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2. RECORDANDO: LA TESIS/HIPÓTESIS EN UN
TEXTO ARGUMENTATIVO
¿QUÉ SON LAS TESIS E HIPÓTESIS EN LOS TEXTOS ARGUMENTATIVOS?
El término "tesis" proviene del verbo griego <thesis> que significa "poner", por lo que el
vocablo podría traducirse como "acción de poner". Aunque en principio podría ser
cualquier cosa lo que se pusiera, en sentido más específico se usaba para significar la
acción de "poner" una doctrina, principio o proposición. De esta forma se comprende la
habitual traducción actual de "afirmación".
Hipótesis: Uno de los primeros autores en utilizar este término fue Platón, para quien una
hipótesis es un supuesto del que pueden extraerse diversas consecuencias, como por
ejemplo los supuestos que utilizan los matemáticos y geómetras.
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3- ENSAYOS
a) Messi es un perro
11 junio, 2012
Este relato apareció por primera vez en el blog Orsai, de Hernán Casciari, el 11 junio, 2012.
Se publicó en Messi es un perro y otros cuentosRenuncio (una antología). En un formato adaptado, aparece
en Telefé.
La respuesta rápida es por mi hija, por mi esposa, porque tengo una familia
catalana. Pero si me preguntan en serio por qué sigo acá, en Barcelona, en
estas épocas horribles y aburridas, es porque estoy a cuarenta minutos en
tren del mejor fútbol de la historia.
Quiero decir: si mi esposa y mi hija decidieran irse a vivir a Argentina ahora
mismo, yo me divorciaría y me quedaría acá por lo menos hasta la final de la
Champions. Y es que nunca se vio algo parecido adentro de una cancha de
fútbol, en ninguna época, y es muy posible que no ocurra más.
Es verdad, estoy escribiendo en caliente. Redacto esto la misma semana en
que Messi hizo tres para Argentina, cinco para el Barça en Champions y dos
para el Barça en Liga. Diez goles en tres partidos de tres competiciones
diferentes.
La prensa catalana no habla de otra cosa. Durante un rato, la crisis
económica no es el tema de inicio en los noticieros. Internet explota. Y en
medio de todo esto a mí me acaba de pasar por la cabeza una teoría extraña,
muy difícil de explicar. Justamente por eso intentaré escribirla, a ver si
termino de darle vuelo.
Todo empezó esta mañana: estoy mirando sin parar goles de Messi en
Youtube, lo hago con culpa porque estoy en mitad del cierre de la revista
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por la esponja.
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Sub-17? ¿El técnico local mandó a regar demasiado el césped para que los
visitantes patinen y se rompan el cráneo? ¿Desaparecieron los recogepelotas
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Disfruto esta doble fortuna. La atesoro, tengo nostalgia del presente cada vez
que juega Messi. Soy hincha fanático de este lugar en el mundo y de este
tiempo histórico. Porque, me parece a mí, en el Juicio Final estaremos todos
los humanos que han sido y seremos, y se formará un corro para hablar de
fútbol, y uno dirá: yo estudié en Amsterdam en el 73, otro dirá: yo era
arquitecto en São Paulo en el 62, y otro: yo ya era adolescente en Nápoles en
el 87, y mi padre dirá: yo viajé a Montevideo en el 67, y uno más atrás: yo
escuché el silencio del Maracaná en el 50.
Todos contarán sus batallas con orgullo hasta altas horas. Y cuando ya no
quede nadie por hablar, me pondré de pie y diré despacio: yo vivía en
Barcelona en los tiempos del hombre perro. Y no volará una mosca. Se hará
silencio. Todos los demás bajarán la cabeza. Y aparecerá Dios, vestido de
Juicio Final, y señalándome dirá: tú, el gordito, estás salvado. Todos los
demás, a las duchas.
Hernán Casciari
11 junio, 2012
Actividad
1) Identificar y re-escribir la tesis del texto
2) Identificar y expresar por escrito tres argumentos que desarrollen
la tesis principal
o serie que hayas visto, álbum que hayas escuchado, libro que
desarrollo y conclusión.
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“Nosotras nos definimos como trans y travestis. Nos gusta el término trava.
Eso que ha sido insulto nosotras le hemos dado la vuelta, por lo menos en el
Sur de este continente. He escuchado lo mismo en las hermanas uruguayas, y
en Brasil. [La idea] es darle valor, autoestima levantada, pero también un
posicionamiento político a la palabra travesti. No queremos ser mujeres, no
somos hombres, somos travestis y desde ahí planteamos todo y discutimos
todo, sobretodo dentro de las instituciones”, afirma Susy Shock.
Educación no binaria
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La educación tiene mucho que ver con esta nueva manera de “barajar” el
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“Me parece que hoy en el mundo, cuando una nenita, un nenito entra al
sistema educativo, entra a repetir la heterosexualidad. Tenemos que
persarnos como pensamos en una educación laica, pensar en una institución
educativa que no sea heterosexual, que no plantee ni construya la
heterosexualidad. Entonces ahí yo voy a tomar en serio que es posible que un
niñito, una niñita diferente pueda crecer con todo su aporte, toda la
hermosura que tiene para regalarle a este mundo, todas sus alitas completas
para darle a este mundo, y pensar en otra posibilidad de mundo”, afirma.
Actividad
1) Identificar cuál creés es la tesis central la noticia
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UNIDAD 2
El REALISMO
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El texto literario, como objeto artístico, se diferencia de otros textos por una
manera particular de
decir, un modo de
trabajar con el lenguaje
distinto del que usamos
en la vida cotidiana. No
sólo importa lo que se
dice sino cómo se lo
dice: el empleo del lenguaje atrae la atención sobre sí mismo. No se trata de un uso
espontáneo sino de un trabajo consciente con las palabras que pretende generar un
efecto estético. De hecho, esta es la definición de lo "literario" que propusieron los
formalistas rusos, entre cuyas filas figuraban Viktor Shklovsky, Roman Jakobson, Osip
Brik, Yury Tynyanov, Boris Eichenbaum y Boris Tomashevsky. Los formalistas surgieron
en Rusia en los años anteriores a la revolución bolchevique de 1917, y cosecharon
laureles durante los años veinte, hasta que Stalin les impuso silencio. Fue un grupo
militante y polémico de críticos que rechazaron las cuasi místicas doctrinas simbolistas
que anteriormente habían influido en la crítica literaria, y que con espíritu científico
práctico enfocaron la atención a la realidad material del texto literario. Según ellos la
crítica debía separar arte y misterio y ocuparse de la forma en que los textos literarios
realmente funcionan. La literatura no era una seudorreligión, psicología o sociología sino
una organización especial del lenguaje. Tenía leyes propias específicas, estructuras y
recursos, que debían estudiarse en sí mismos en vez de ser reducidos a algo diferente.
La obra literaria no era ni vehículo ideológico, ni reflejo de la realidad social ni
encarnación de alguna verdad trascendental, era un hecho material cuyo
funcionamiento puede analizarse como se examina el de una máquina.
El formalismo era esencialmente la aplicación de la lingüística al estudio de la literatura;
y como la lingüística en cuestión era de tipo formal, enfocada más bien a las estructuras
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del lenguaje que a lo que en realidad se dijera, los formalistas hicieron a un lado el
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Algunos especialistas consideran que literatura es todo lo que en una época determina-
da es leído como literatura. Esta perspectiva incluye al Lector. Pero, ¿qué lectores son los
que deciden qué textos son literarios y cuáles no?
Pero el canon no es fijo ni eterno: depende del gusto estético y de las ideas que se
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tengan en determinado momento sobre la literatura. Y esto cambia con el tiempo. Por
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ejemplo, Roberto Arlt, un escritor de Buenos Aires que comenzó a escribir hacia 1924 y
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miró la ciudad y sus personajes de un modo nuevo, hoy es leído como un escritor valioso,
pero en su momento era considerado un mal escritor porque hacía un uso agramatical del
lenguaje y sus textos no tenían el estilo que se esperaba de una obra literaria.
Ficción y Realidad
¿Siempre es invención la literatura? ¿Qué sucede, por ejemplo, con los textos literarios
que narran experiencias vividas o hechos reales, como las biografías noveladas o las
novelas históricas? Algunos textos presentan límites borrosos entre realidad y ficción; sin
embargo, cuando se trata de literatura, la ficción siempre interviene. Aunque parta de
hechos reales, el escritor imagina, supone, omite algunas cosas y privilegia otras, esto es,
inventa. Pero no lo hace para negar el mundo o la historia: la ficción tiene estrechas
relaciones con la realidad. El escritor valora los hechos que narra, incluye sus ideas y
dialoga en su texto con otros discursos sociales, con otras voces y puntos de vista, como
las ideas políticas, culturales, éticas y artísticas de su época, porque la literatura es
también ideología, es decir, un conjunto jerarquizado de ideas que permiten ver el
mundo, analizarlo e interpretarlo.
La función Estético-Poética
Todas las obras que se consideran literarias producen una suerte de placer vinculado con
lo bello. El que lee una novela o un poema encuentra un goce particular, diferente de
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otras formas del deleite. Ese goce que la literatura, como las obras artísticas en general, es
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Connotación
El concepto de género literario implica una forma de clasificar los textos en distintos
grupos, cada uno de los cuales se diferencia por características propias. Entre la variedad
de textos que existen, los géneros permiten que el lector reconozca algunos como
poesías, por ejemplo, y los distinga de otros que serían novelas o cuentos.
El origen de los géneros se remonta a la Antigüedad clásica. Ya han visto que, para los
griegos, poesía señalaba toda producción o creación literaria. En esa época, la literatura se
escribía en versos, con una estructura rítmica y una métrica regular. Aristóteles, un
filósofo del siglo IV a.c. y el primero en escribir un estudio sobre la literatura -la Poética-
explica que el origen de este arte obedece a dos causas: por un lado, el acto de imitar, que
es propio de los hombres desde la infancia; por el otro, el placer o goce que produce esa
imitación en las personas.
Clasificación inicial
Si bien todas las obras literarias coinciden en la imitación y en el ritmo, Aristóteles señala
que se diferencian entre sí por el tema que tratan. También, por el modo de imitar del
poeta, “pues se puede imitar a los mismos objetos… o bien narrándolos o bien haciendo
obrar y actuar a todos los imitados”. Por último, advierte que los instrumentos o medios
con los que se imita producen diferencias.
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Así, según esos criterios, esto es, teniendo en cuenta el tema, el modo y los medios de
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La poesía épica (o épica) narraba extensas historias cuyos protagonistas eran héroes
que realizaban hazañas y en las que se mezclaba lo real y lo ficticio. Esos relatos estaban
compuestos en verso, se transmitían oralmente y contaban historias relacionadas con el
origen y el destino del pueblo al que representaban. Son relatos épicos la Ilíada y la
Odisea, atribuidos al poeta griego Homero, del siglo VIII a.c.
La poesía lírica (o lírica) agrupaba las piezas breves que se acompañaban con algún
instrumento musical y estaban destinadas, en un principio, a ser cantadas. Solían
transmitir emociones o sentimientos personales y estaban compuestas por un modo
particular de combinar las palabras, una técnica que destacaba el poder sugestivo y
evocador del lenguaje.
Con el correr del tiempo, los escritores prefirieron la prosa (Escritura libre, sin rima) al
verso (escritura rimada y métrica), porque un lenguaje menos ornamentado y con una
menor cantidad de imágenes favorecía el progreso de la narración. Así, el verso se fue
identificando únicamente con la poesía.
Los tres géneros literarios clásicos (narrativo, lírico y dramático) se diferencian por las ca-
racterísticas particulares que cada uno presenta. De esta manera, los textos incluidos en,
por ejemplo, el género narrativo, tienen rasgos generales semejantes.
El género dramático, como su nombre lo indica (del griego drama: “acción”) incluye las
obras pensadas para ser representadas. La historia, en este caso, se reconstruye a través
de las palabras (diálogos) y la presencia (actuación) de los personajes. A diferencia del
discurso narrativo, que está mediatizado por la voz del narrador, en las obras dramáticas
no hay intermediarios entre los espectadores y la vida que se hace presente en el de-
sarrollo de la acción dramática. El género dramático comprende, entre otros, la tragedia,
la comedia, la farsa, el sainete, el entremés, o el drama propiamente dicho en el cine.
La poesía (género lírico) es de estos tres géneros, por su diversidad y amplitud, el más
difícil de definir. El profesor Jaime Rest señala en Conceptos fundamentales de la literatura
moderna que “muchos son los autores y los críticos que han destacado en infinidad de
ocasiones el hecho de que la poesía supone no sólo la introducción del verso sino también
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una concentración imaginativa del lenguaje, un pleno aprovechamiento del poder sugesti-
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vo y evocador que es propio de las palabras, una intrincada relación de los efectos
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Si bien las características anteriores son generales, existen textos que aunque pertenecen
a un género emplean recursos propios de otro.
FUENTE: BIBLIOTECA DIGITAL J&E – PRÁCTICAS DEL LENGUAJE /Y/ LENGUA Y LITERATURA
REFERENCIAS:
1- Una marca y aspecto de lo lírico.
2- 2- Aspecto que diferencia un texto/obra literaria de otros no literarios.
3- Sinónimo de poesía dramática
4- Aunque la literatura sea una versión de la realidad, siempre...
5- Forma derivada de la épica.
6- Discurso producto de la creación de un autor literario.
7- Tipo de significado del lenguaje que expresa la idea universal y directa de una
palabra.
8- Característica del discurso lingüístico en que ofrece más de un significado.
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11- Tipo de significado del lenguaje que a una palabra suma otros matices y otra
información.
12- Las finalidades del lenguaje se logran mediante una determinada…
13- Una de las clasificaciones literarias clásicas que más hace uso del lenguaje en sí
mismo.
14- Algo bello que produce la literatura.
1- M__________
2- E _______
3- T _______
4- ______A
5- ____L_
6- _I_____
7- ____T_____
8- _____E___
9- ____ R_
10- _____A
11- _____T_____
12- _U_____
13- __ R___
14- __A___ 31
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CAPÍTULO 2: EL ROMANTICISMO.
LITERATURA E HISTORIA 1
Etimología de "ROMANTICISMO": Para algunos,
el origen de la palabra Romanticismo proviene
del término francés roman, que significa
novela. En tal dirección, el término estaría
haciendo alusión a la ficción, a lo
novelesco. Para otros, en cambio, el término
romanticismo deriva de la voz romance,
refiriéndose al período medieval en que se
constituyeron las lenguas populares derivadas de
latín vulgar denominadas “lenguas romance”, el
romance castellano, por ejemplo. Estas lenguas
se hablaban y se siguen hablando en un territorio
que recibe el nombre de Romania, que cubría en
su mayor parte el sur europeo del antiguo
Imperio romano.
✍ En el siglo XVIII neoclásico, con el despotismo ilustrado, la voluntad del rey se imponía
sobre la opinión de sus súbditos. En cambio, los postulados de la revolución francesa
(libertad, igualdad, fraternidad) hicieron variar la situación. Ellas fueron las ideas
inspiradoras del Romanticismo, que propugnó una intensa valoración de la propia
personalidad.
ⓒ El espíritu de rebeldía:
✍ Igualmente, una renovación de temas y ambientes, y, por contraste al Siglo de las Luces
(Renacimiento), prefieren los ambientes nocturnos y luctuosos, los lugares sórdidos y
ruinosos (siniestrismo); venerando y buscando tanto las historias fantásticas como la
superstición, que los ilustrados y neoclásicos ridiculizaban
✍ Tal como el hombre romántico necesita afirmar su yo, las naciones precisan destacar los
valores propios que las diferencien de otras comunidades humanas y las identifiquen. Es
considerable el auge que tomaron el estudio de la literatura popular (romances o baladas
anónimas, cuentos tradicionales, coplas, refrán|refranes) y de las literaturas en lenguas
regionales durante este periodo.
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descontento.
LECTURA 1.1
ACTIVIDAD 5
1) ¿QUÉ aspectos del romanticismo resaltarías en la poesía de Poe?
2) ¿Qué idea crees que tenían los románticos de la muerte? ¿Cuál puede
ser la relación de la muerte con el romanticismo?
3) ¿Por qué crees que la libertad era tan importante para los románticos?
4) Describe cómo te imaginas a los escritores y personajes románticos
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Realismo literario
Realismo Literario
Las novelas realistas se escriben desde los años treinta pero el Realismo como
escuela no se consolida hasta la década de los cincuenta, con la Revolución de 1868,
en que van tomando cuerpo las posiciones antirrománticas o superadoras del
Romanticismo.
Asigna como fin a las obras artísticas o literarias la imitación fiel de la naturaleza, cuyo
auge se da en Europa en la segunda mitad del siglo XIX.
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Orígenes y evolución
El realismo surgió en la Francia de la primera mitad del siglo XIX, inmersa aún en el
romanticismo. Se inició con autores como Balzac y Stendhal, y se desarrolló ya como
movimiento independiente con Flaubert, en el contexto de una sociedad urbana e
industrial, con una clase burguesa asentada.
Con la Restauración se inició una etapa positivista, aunque seguían vigentes las ideas
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el rigor científico.
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Características
Eliminación de todo aspecto subjetivo, hechos fantásticos o sentimientos que se
alejen de lo real.
Análisis riguroso de la realidad. El escritor nos ofrece un retrato riguroso de lo que
observa.
Los problemas de la existencia humana, componen el tema fundamental de la
novela realista; ésa es la consecuencia del sumo interés por la descripción del
carácter, temperamento y conducta de los personajes.
Surge un tipo de novela en la que se analizan minuciosamente las motivaciones
de los personajes y las costumbres.
El novelista denuncia los defectos y males que afectan a la sociedad y ofrece al
lector soluciones para detenerlos. Cada autor, según sus ideas, muestra lo que
para él es un mal de la sociedad.
El tema esencial es la realidad que rodea al escritor, quien debe dar testimonio de
la misma y actuar como un cronista. La clase media se convirtió en el foco de
atención preferente del escritor. En esa plasmación de la realidad observada
puede verse, en ocasiones, cierta actitud de crítica social.
El narrador es objetivo y suele ser omnisciente, es decir, conoce a sus personajes
a fondo. Para mostrar los sentimientos y pensamientos de los personajes se
utilizan el monólogo interior y el estilo indirecto libre. El retrato puede ser un
completo análisis psicológico y la descripción de ambientes suele realizarse
también con minuciosidad.
El estilo es sencillo y sobrio. Con el lenguaje se pretende reproducir la forma de
hablar de los personajes y su condición social, por lo que aparecen varios
registros. Busca expresar el habla común y se adapta a los usos de los
distintos personajes, que son complejos, evolucionan e interactúan influyendo
en otros. Hay preferencia por el lenguaje coloquial.
precisó para aplicarse a ciertos pintores como Gustave Courbet que, frente a los temas
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LECTURA 1.2
En la sangre / 1887
Eugenio Cambaceres (1843-1888)
Fuente: Primera edición, Buenos Aires Imprenta Sud América, 1887.
Capítulo I
De cabeza grande, de facciones chatas, ganchuda la nariz, saliente el labio inferior, en la
expresión aviesa de sus ojos chicos y sumidos, una rapacidad de buitre se acusaba.
Llevaba un traje raído de pana gris, un sombrero redondo de alas anchas, un aro de oro en
la oreja; la doble suela claveteada de sus zapatos marcaba el ritmo de su andar pesado y
trabajoso sobre las piedras desiguales de la calle.
De vez en cuando, lentamente paseaba la mirada en torno suyo, daba un golpe -uno solo-
al llamador de alguna puerta y, encorvado bajo el peso de la carga que soportaban sus
hombros: "tachero"... gritaba con voz gangosa, "componi calderi, tachi, siñora?".
Un momento, alargando el cuello, hundía la vista en el zaguán. Continuaba luego su
camino entre ruidos de latón y fierro viejo. Había en su paso una resignación de buey.
Alguna mulata zarrapastrosa, desgreñada, solía asomar; lo chistaba, regateaba, porfiaba,
"alegaba",acababa por ajustarse con él.
Poco a poco, en su lucha tenaz y paciente por vivir, llegó así hasta el extremo Sud de la
ciudad, penetró a una casa de la calle San Juan entre Bolívar y Defensa.
Dos hileras de cuartos de pared de tabla y techo de zinc, semejantes a los nichos de algún
inmenso palomar, bordeaban el patio angosto y largo.
Acá y allá entre las basuras del suelo, inmundo, ardía el fuego de un brasero, humeaba
una olla, chirriaba la grasa de una sartén, mientras bajo el ambiente abrasador de un sol
de enero, numerosos grupos de vecinos se formaban, alegres, chacotones los hombres,
las mujeres azoradas, cuchicheando.
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Algo insólito, anormal, parecía alterar la calma, la tranquila animalidad de aquel humano
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hacinamiento.
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Sin reparar en los otros, sin hacer alto en nada por su parte, el italiano cabizbajo se dirigía
hacia el fondo, cuando una voz interpelándolo:
-Va a encontrarse con novedades en su casa, don Esteban.
-¿Cosa dice?
-Su esposa está algo indispuesta.
Limitándose a alzarse de hombros él, con toda calma siguió andando, caminó hasta dar
con la hoja entornada de una puerta, la penúltima a la izquierda.
Un grito salió, se oyó, repercutió seguido de otros atroces, desgarradores al abrirla.
-¿Sta inferma vos? -hizo el tachero avanzando hacia la única cama de la pieza, donde una
mujer gemía arqueada de dolor:
-¡Madonna, Madonna Santa...! -atinaba tan sólo a repetir ella, mientras gruesa, madura,
majestuosa, un velo negro de encaje en la cabeza, un prendedor enorme en el cuello y
aros y cadena y anillos de doublé, muchos en los dedos, hallábase de pie junto al catre la
partera.
Se había inclinado, se había arremangado un brazo, el derecho, hasta el codo; manteníalo
introducido entre las sábanas; como quien reza letanías, prodigaba palabras de consuelo a
la paciente, maternalmente la exhortaba: "¡Coraque Duña María, ya viene lanquelito, é
lúrtimo... coraque!..."
Mudo y como ajeno al cuadro que presenciaban sus ojos, dejóse estar el hombre, inmóvil
un instante.
Luego, arrugando el entrecejo y barbotando una blasfemia, volvió la espalda, echó mano
de una caja de herramientas, alzó un banco y, sentado junto a la puerta, afuera, púsose a
trabajar tranquilamente, dio comienzo a cambiar el fondo roto de un balde.
Sofocados por el choque incesante del martillo, los ayes de la parturienta se sucedían, sin
embargo, más frecuentes, más terribles cada vez.
Como un eco perdido, alcanzábase a percibir la voz de la partera infundiéndole valor:
E lúrtimo... coraque!...
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entre ternos y groseras risotadas, estallaban los comentarios soeces de los hombres.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Capítulo II
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
TRABAJO PRÁCTICO Nº 1
Leer el capítulo 3 sobre el Realismo de
este libro y los capítulo 1 y 2 de “En la
sangre” de Cambaceres, y responder.
1) ¿Qué elementos del realismo aparecen en este
fragmento? Utilizar definiciones y características.
2) ¿Con qué acontecimientos socioculturales
relacionarías el surgimiento del Realismo?
Revoluciones burguesas
3) ¿Cuál te parece que es el género y forma literaria
preferido por los escritores realistas?
4) ¿En qué lugares suelen ubicar los escritores realistas
sus historias?
5) ¿Cómo se expresan los personajes en las novelas
realistas?.
6) ¿De qué tipo suelen ser los narradores en la
literatura realista de las primeras épocas?
7) ¿Qué tipos de ambientes y personajes son los
preferidos de los autores naturalistas?
8) ¿Qué diferencia radical habría entre el Romanticismo
y el Realismo?
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
CAPÍTULO 4: LA BILDUNGSROMAN o
NOVELA DE APRENDIZAJE
Ilustración 4BOYHOOD, película de
Richard Linklater en homenaje a la
bildungsroman, filmando el crecimiento real
de su protagonista a lo largo de una década
En este tipo literario es recurrente el motivo del viaje, ya que sus protagonistas suelen
alejarse de la seguridad y contención del hogar y los afectos de la niñez, y suelen atravesar
diversas experiencias.
El replanteo de quién se es y cómo se quiere ser son temas que resultan fundamentales
en este tipo de ficción.
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Las letras entienden. La vida se forja por quienes somos y lo que vamos haciendo. No
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sorprende que muchos autores impriman sus hojas con tintes autobiográficos en las que
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
llevan a su protagonista a definirse a lo largo de su vida. Sean reales las historias o no,
estas novelas muestran uno o varios episodios en la vida del personaje que lo
transformará para siempre.
Las novelas de formación tienen diversas formas de desarrollarse, pero la tradicional se
divide en tres:
El aprendizaje de la juventud
El perfeccionamiento
Las novelas de formación pueden ocupar la vida de un personaje o quizás un sólo día.
Estas novelas suelen tener una importante reflexión acerca de la vida por parte del autor,
una suerte de manifiesto sobre diversos temas y algo importante, el desarrollo físico y
espiritual de las personas.
Algunas características:
o El personaje sufre primero algún tipo de pérdida o pasa por alguna situación que
le obliga a alejarse del hogar o abandonar el hogar. Puede darse también por el
abandono hacia él o ella.
o El proceso de maduración emocional y psicológica es largo, arduo y gradual.
Consiste en repetidos choques y conflictos entre las necesidades y deseos del
protagonista y las normas y categorías impuestas por un orden social rígido e
inamovible.
o Eventualmente el espíritu y los valores de este orden social se manifiestan en el
protagonista, quien es entonces acomodado en la sociedad a través de algún rito
de pasaje.
o El personaje evoluciona gradualmente alejándose de la conformidad y
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Este proceso se inició ya en los años cincuenta (siglo XX) y en ciertos aspectos se ha
prolongado hasta nuestros días. Varios fueron los factores que se combinaron para dar
lugar a la explosión de la juventud occidental, en Europa y en Estados Unidos.
El primero de los factores a destacar fue la barbarie que representó la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945), que dio lugar a la eclosión de movimientos pacifistas a los que se
habrían de adherir miles de jóvenes, que a lo largo de los años cincuenta y más adelante
manifestarían su repudio por la Guerra Fría y su rechazó al terror nuclear.
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
A este factor cupo añadírsele la atracción que sobre la juventud europea ejerció, también
a mediados de los años cincuenta del siglo XX, la corriente
filosófica del existencialismo. Esta corriente, cuyas figuras
centrales fueron el filósofo Jean-Paul Sartre y el escritor Albert
Camus, analizaba el mundo desde una perspectiva atea y lo
entendía como un absurdo; sus postulados eran eminentemente antiburgueses y, en
consecuencia, anticapitalistas.
Y surgieron también unas nuevas clases medias en gran medida dominadas por un nuevo
y creciente valor: el consumismo, sustitutivo del valor tradicional que era el ahorro.
Ligado al rechazo de los nuevos valores de la Nueva Sociedad, el rechazo de los jóvenes se
orientaría hacia factores como la Familia y el Estado (junto con la política), entendidos
como símbolos de la autoridad, y también hacia el Mercado, considerado símbolo del
consumismo.
los movimientos feministas que alcanzarían un gran auge desde finales de los años
Página
Los movimientos juveniles importantes surgidos a principios de los años sesenta (siglo XX)
tuvieron sus propios precedentes en la década anterior, es decir, en los años cincuenta del
mismo siglo. Por ejemplo, cabe destacar el nuevo clima generado en Estados Unidos por
un nuevo género musical: el Rock’n Roll, con la emblemática figura de un joven rebelde:
Elvis Presley. En línea similar se moverían los Angry Young Man en el Reino Unido.
En Europa, la rebeldía se inició en el Reino Unido, como virulenta reacción juvenil contra la
sociedad establecida y su carácter marcadamente victoriano y puritano.
adoptada: peinados, indumentaria, etc., eran –y son aún en los grupos más marginales–
Página
«sentirse superior» al entorno exterior, y, por otra parte, los grupos buscaban espacios
propios donde existir y desarrollar sus actividades: calles, barrios e incluso islas y espacios
naturales (Carnaby Street, en Londres, fue emblemática en los años sesenta). Los teddy
boys fueron el primer movimiento organizado de aquel tipo que apareció en Europa.
Nació a finales de los años cincuenta (siglo XX) en el East End de Londres, la capital
británica. De hecho, los blousons noirs de París, casi simultáneos, fueron un derivado
mimético de los primeros. Ambos grupos se definían por ser hijos de familias obreras sin
acceso a las nuevas clases medias.
Los hippies fueron los herederos de la precedente generación beat que surgió en Estados
Unidos a principios de los años cincuenta, concretamente en California, como resultado de
la frustración de numerosos intelectuales y jóvenes, asqueados de la guerra (1939-1945),
del macarthysmo, de la política y del culto al dinero. Fueron poetas como: Allen Ginsberg,
autor del poemario ¡Aullido!, donde invitaba al grito contra el consumo y el autoritarismo;
del escritor Jack Kerouac, autor de la novela On the Road (En el camino), en la que
postulaba que no hay otra forma de vivir que el carpe diem, esto es, «vivir al día, al
momento», y el ensayista William Borroughs, autor de El trabajo, donde rechazaba el
trabajo impuesto pos la sociedad por alienante y reclamaba, lo mismo que los anteriores,
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un regreso a la Naturaleza. Otros fueron Gregory Corso, Michael McClure y Timoty Leary,
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
postulado este último del consumo de drogas como modo de evasión. Ellos fueron los
padres de la citada contracultura.
Los hippies, como ya hemos adelantado, fueron sus herederos en los años sesenta y aún
en los inicios de los setenta del siglo XX. De ellos se puede afirmar que más que una
subcultura, representaron la contracultura: se autoexcluyeron de una sociedad que les
repelía por su culto al dinero, por su ignorancia y falta de sensibilidad, por su racismo, por
su alienación sexual, por su masificación y culto a lo urbano, por su despilfarro inútil y por
su democrática sumisión al poder, y buscaron vivir al margen, convencidos de que era
inútil luchar para cambiar una sociedad tan podrida que era incapaz de regenerarse.
Buscaron fundar una nueva sociedad basada en la espiritualidad y el hedonismo, en el
disfrute de la Naturaleza y en el amor. Del socialista utópico francés Fourier habían
aprendido que no se puede ser libre más que a través del naturalismo y el sexo. Del
antillano francés Paul Lafargue, que fuera yerno de Karl Marx, el rechazo del trabajo
embrutecedor, contra el que proponían un trabajo creativo, autónomo combinado con el
derecho a la pereza, amando al mismo tiempo la meditación y la quietud propias de las
religiones orientales, el budismo y el hinduismo, que combinaban con el acceso a las
drogas. Su estética era típica, psicodélica y exótica: cabellos largos, danzas vivaces y
suaves, músicas bucólicas, ropas amplias y de llamativos colores. Su pacifismo a ultranza
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les llevó a ser uno de los grupos más activos contra la Guerra de Vietnam en los años
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
sesenta y avanzados los años setenta, aunque muchos grupos de ellos se disolverían en
1969.
En Estados Unidos confluían una serie de factores que perturbaban la sociedad. En primer
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generalizado a diversos niveles: entre los intelectuales, entre los movimientos juveniles,
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
especialmente entre los pacifistas hippies, entre los estudiantes y en ciertos sectores de la
clase media baja. El escritor Norman Mailer, al final de la Marcha sobre el Pentágono,
leyó en Washington un manifiesto donde decía:
Otro factor fue la imparable lucha de la población negra por sus Derechos Civiles que
pusieran fin a la segregación racial. De esa lucha nacieron diversos movimientos de
agitación y lucha, los Panteras Negras, de tendencia violenta, y la Plataforma pro
Derechos Civiles, fundada por el pastor Martin Luther King, de tendencia pacífica, quien
ya en 1967 había promovido la Marcha sobre Washington, en la que participaron millón y
medio de activistas antirracistas. Luego, Luther King, al igual que Malcom X, moriría
asesinado.
El Mayo francés
Estudiantil exigía:
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
pacifismo cobró una nueva gran dimensión que no ha cesado hasta nuestros días de hoy;
el movimiento ecologista inició una larga carrera de consolidación y hoy es una realidad
ACTIVIDAD 7:
1) REALICE UN INFORME DE NO MÁS DE 1 CARILLA Y MEDIA
SINTETIZANDO EL CONTENIDO DE L ARTÍCULO SOBRE CULTURA
JUVENIL
2) DEBATA EN GRUPO EL CONTENIDO DE DICHO ARTÍCULO.
SIENDO JÓVEN ¿SE SIENTE IDENTIFICADO CON LA HISTORIA?
¿QUÉ COSAS CREE QUE HAN CAMBIADO O PERMANECIDO
IGUAL?
indiscutible; los tratamientos psiquiátricos fueron modificados, los manicomios abolidos, y
las reglas penitenciarias modificadas. Finalmente, la mujer consiguió quebrar su situación
respecto al mundo laboral y la relación con el hombre: un avance que no tendrá regresión.
Todo ello han sido las herencias de aquellos movimientos que convulsionaron a Occidente
y su sistema económico y político.
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
CINE Y LITERATURA
UNIDAD 3
Realismo en
los Siglos XX y
XXI
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
nietos, cada recuerdo de los últimos días. Pequeñas pesadillas hechas verdades.
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
- La algarabía del día en que ese chico se embriagó por primera vez y terminó, pasadas
las dos de la mañana, acaparando y animando la fiesta de quince de su mejor amiga,
colgado arriba de una mesa, tocando en la guitarra las canciones que le gustaban a
todos.
- El momento donde un matrimonio aburrido y hastiado empieza a quebrajarse y uno
de los dos no resiste la gran tentación de buscar amantes, noches oscuras en hoteles
clandestinos, mientras puertas adentro de un hogar conocido la felicidad se
derrumba, y si hay hijos estos salen lastimados, y si no los hay, todo acaba por
estallar antes de lo previsto.
- El recuerdo de viejas historias de fantasmas de la bisabuela Irma, criada en el
corazón del campo; las visitas rurales, el sabor del duce casero en las tostadas de pan
artesanal, y la leche grasosa ayer ordeñada de la vaca. Luego las charlas nocturnas de
esa noche sobre lo que pasaría si se acabase el mundo; un juego de cartas, unos
videojuegos en el medio de la nada, una señal de internet pobre y deficiente.
- La confesión de un asesinato por parte de un hombre que odiaba tanto a la sociedad
como se odiaba a sí mismo, solo que lo que no sabía era lo mucho que se odiaba a sí
mismo, lo poco que se entendía, lo que poco que se detuvo a pensar las cosas de la
vida. Quizá aquel abuso lejano, quizá aquel arrebato violento del golpe de uno de los
padres, quizá tantas cosas.
- Las historias de la batalla en el corazón de una guerra, como los Pichiciegos de
Fogwill que narra las desventuras de un grupo de autoexiliados antihéroes en medio
de la guerra de Malvinas: chicos no mucho más grande que ustedes, que hubiéronse
tenido que ver con fusiles maltrechos y pocas balas frente a un ejército imperialista y
en una isla austral con grados bajos cero, desierto y mar casi antártico.
Al final de su evolución, agotados sus presupuestos iniciales y sin variedad alguna ya sus
obras artísticas, el realismo literario se descompone en diversas corrientes que renuevan
o modifican sus principios, bien seleccionando y desarrollando una de sus ramas, bien
exagerándolos, bien rehuyéndolos y adoptando los principios opuestos, o bien
contaminándolos y mezclándolos con los principios opuestos. El novelista, al exagerar y
sistematizar al máximo los principios del realismo acaba desembocando en el
naturalismo, cuyos presupuestos expone el escritor francés Émile Zola, que
prácticamente reduce la novela a un documento social, a una instantánea de su época.
Un último avatar del realismo lo constituye el espiritualismo que, rehuyendo los principios
del realismo, se interesa por todo aquello que éste había detestado del romanticismo: la
religión, el espíritu, el alma de las personas, lo tradicional, lo campesino... A esta corriente
llegan al final de su periplo realista escritores como Tolstoi y Galdós. Otra corriente de la
segunda mitad del siglo XIX es la del posromanticismo, que mezcla, en distintas dosis,
realismo y romanticismo. La novela Madame Bovary, de Flaubert, puede considerarse
típica de esta corriente. Otros escritores postrománticos: Herman Melville con “Moby
Dick”.
Ya en el siglo XX, la novela psicológica cultivará una faceta determinada del realismo:
agotada la descripción física y material de los entornos y escenarios, la atención se
centrará más bien en los personajes, cuya psicología es lo único ya que interesa. El
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novelista se fuerza a describir en sus mínimos detalles los ires y venires de conciencia,
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mediante técnicas como la del monólogo interior y el estilo indirecto libre. Son maestros
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
1930-
CAPÍTULO 8: MONÓLOGO
REALISMO
SOCIALISTA
(surge en URSS)
INTERIOR Y FLUIR DE
1940- CONSCIENCIA; UNA TÉCNICA
REALISMO ÉPICO
(surge en Estados
Unidos – REALISTA
Inglaterra)
¿Qué es un monólogo interior?
1950 (1920-1970) –
NEORREALISMO
(surge en Italia) Como ya sabrás, al escribir una novela o un relato podemos emplear un
tipo de narrador u otro: podemos narrar en tercera persona, pero
1960- también podemos narrar en primera. De la misma manera, podemos
REALISMO narrar con los verbos en pasado, que suele ser lo más frecuente, o
MÁGICO
(Colombia, podemos narrar con los verbos en presente, que ya no es tan habitual.
Guatemala) Podríamos narrar, incluso, con los verbos en futuro.
1970- Otra de las variables con la que podemos jugar para concretar un modo
REALISMO SUCIO narrativo es la forma de la narración. Por ejemplo, podemos narrar en
(surge en Estados forma de memorias de un personaje, de diario de bitácora, de cartas,
Unidos)
de conversación entre dos personas...
Pues bien, el monólogo interior es una de las formas en las que podemos narrar. Para que
veas en qué consiste, lo mejor es que leas un ejemplo. El que sigue es un fragmento de la
novela Ulysses, de James Joyce, de la que seguramente habrás oído hablar:
… y la noche que perdimos el barco en Algeciras y el guardia de un sitio para otro sereno
con su farol y O aquel abismal torrente O y el mar el mar carmesí a veces como fuego y las
puestas de sol gloriosas y las higueras en los jardines de la Alameda sí y todas aquellas
callejuelas extrañas y las casas de rosa y de azul y de amarillo y las rosaledas y los
jazmines y los geranios y las chumberas y el Gibraltar de mi niñez cuando yo era una Flor
de la montaña sí cuando me ponía la rosa en el pelo como hacían las muchachas
andaluzas o me pondré una roja sí y cómo me besaba junto a la muralla mora y yo
pensaba bien lo mismo da él que otro y entonces le pedí con la mirada que me lo pidiera
otra vez sí y entonces me preguntó si quería sí decir sí mi flor de la montaña y al principio
le estreché entre mis brazos sí y le apreté contra mí para que sintiera mis pechos todo
perfume sí y su corazón parecía desbocado y sí dije sí quiero Sí.
En el ejemplo del monólogo interior de Molly Bloom, no sólo todo el texto está en un
único párrafo, sin puntos y aparte, sino que tampoco hay puntos y seguido. Es más, estas
líneas que he puesto de ejemplo son sólo una parte (el final) del monólogo interior del
personaje, que ocupa todo un capítulo de la novela, y en todo él no hay ni un sólo signo de
puntuación, ni tan siquiera una coma.
Es por este motivo, sobre todo, que no es fácil escribir un monólogo interior, porque
estamos acostumbrados a hacer que el narrador explique. En un monólogo interior, no
hay ninguna explicación: el personaje no está produciendo su pensamiento para que sea
entendible por otra persona, pero nosotros hemos de hacer que sí lo sea, y lo hemos de
hacer sin que se note la manipulación. Es la misma dificultad que entraña escribir un
diálogo (ver el punto 4 de este artículo), sólo que multiplicada por dos.
Así como a menudo las novelas se escriben en forma de diario personal o de serie de
cartas de principio a fin, difícilmente se puede hacer que una novela esté escrita, toda ella,
en forma de monólogo interior. El motivo es el que ya he explicado: el pensamiento no es
un medio que se use para transmitir información; sólo los telépatas, si es que existen, lo
pueden usar así. El pensamiento permite evocar información e interrelacionarla, sin más.
Lo habitual es que únicamente algunas partes de una narración estén escritas en forma de
monólogo interior. Podemos ir narrando en primera persona de la manera convencional y,
en los momentos de más introspección del personaje, hacer que la narración tome la
forma de su pensamiento.
Por ejemplo, en una novela en la que el personaje explique cómo le acusan de un delito y
le condenan a prisión, podemos hacer que en la primera noche que pase en la celda,
cuando ya hayan apagado las luces y no se oiga nada, el personaje se ponga a pensar, y
entonces exponer en monólogo interior ese pensamiento.
me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que
pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no
pienso en nada.
En un guion de cine también podemos incluir un monólogo interior. Cómo ya sabrás, todo
lo que narremos en un guion de cine ha de poderse ver u oír, ya que la historia, en la
película que se haga con el guion, se contará a través de imágenes y sonidos. ¿Cómo lo
haremos entonces, si un pensamiento no se ve ni se oye? La manera habitual de incluir un
monólogo interior en un guion de cine es mediante el uso de una voz en off, de la
siguiente manera:
IKE (OFF)
"Capítulo primero: Él adoraba Nueva York. La idolatraba de un modo
desproporcionado." No, no, mejor así: "Él la sentimentalizaba
desmesudaramente". Eso es. "Para él, sin importar la época del año,
aquella seguía siendo una ciudad en blanco y negro que latía a los
acordes de las melodías de George Gershwin." No, comenzaré de
nuevo. "Capítulo primero: Él sentía demasiado románticamente
Manhattan. Vibraba con la agitación de las multitudes y del tráfico.
Para él, Nueva York era bellas mujeres y hombres que estaban de
vuelta de todo." No, tópico, demasiado tópico y superficial. Hazlo
más profundo. A ver: "Capítulo primero: Él adoraba la ciudad de
Nueva York. Para él, era una metáfora de la decadencia de la cultura
contemporánea. La misma falta de integridad que empuja a buscar
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las salidas fáciles convertía la ciudad de sus sueños en...". No, suena
Página
Este texto que he puesto de ejemplo es el inicio del guion de la película Manhattan, de
Woody Allen y Marshall Brickman. En este texto, el monólogo interior sería, más bien, las
partes que no están entrecomilladas, ya que las que sí lo están son el texto de la novela
que el protagonista de la película está intentando escribir.
FUENTE: https://www.tallerdeescritores.com/el-monologo-interior
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LECTURAS
ANTOLOGÍA DE CUENTOS
REALISTAS Y NO TANTO
ÍNDICE:
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casa húmeda, cerca del río, con las persianas siempre cerradas.
Página
vida, como le dijo esa noche, como le decía siempre, pero a él esa
noche la frase le pareció rara aunque era cierto para él, Isolina había
Página
estado ahí desde antes de que él naciera, había estado ahí toda su
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Cuando la avenida se divide en dos calles opto por la más oscura. Una
línea de semáforos rojos cambia a verde, uno tras otro, y permite
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avanzar rápido hasta que entre los edificios surge un espacio oscuro y
verde. Pienso que quizás en esa plaza no haya perros, y el Topo
Página
que estaba antes, y sin embargo veo abierto el baúl del Peugeot. El
perro cae como un peso muerto y cuando cierro el baúl me mira. En el
auto, el Topo sigue mirando hacia adelante. Dice: si lo dejaba en el
piso se levantaba y se iba. Si, digo. No, dice, antes de irse tenía que
abrir el baúl. Sí, digo. No, tenía que hacerlo y no lo hizo, dice. Sí, digo,
y me arrepiento enseguida, pero el Topo no dice nada y me mira las
manos. Miro las manos, miro el volante y veo que todo está
manchado, hay sangre en mi pantalón y sobre la alfombra del auto.
Tendría que haber usado guantes, dice. La herida duele. Viene a
matar a un perro y no trae guantes, dice. Sí, digo. No, dice. Ya sé, digo
y me callo. Prefiero no decir nada del dolor. Enciendo el motor y el
coche sale suavemente. Trato de concentrarme, descubrir cuál de
todas las calles que van apareciendo podría llevarme al puerto sin que
el Topo tenga que decir nada. Ya no puedo darme el lujo de otra
equivocación. Quizás estaría bien detenerse en una farmacia y
comprar un par de guantes, pero los guantes de farmacia no sirven y
las ferreterías a esta hora están cerradas. Una bolsa de nylon tampoco
sirve. Puedo quitarme la campera, enrollarla en la mano y usarla de
guante. Sí, voy a trabajar así. Pienso lo que dije: trabajar, me gusta
saber que puedo hablar como ellos. Tomo la calle Caseros, creo que
baja hasta el puerto. El Topo no me mira, no me habla, no se mueve,
mantiene la mirada hacia adelante y la respiración suave. Creo que le
dicen el Topo porque debajo de los anteojos tiene ojos pequeños.
Cuando lo toco, cuando junto las patas para bajarlo del auto, abre los
ojos y me mira. Lo suelto y cae contra el piso del baúl. Con la pata
delantera raspa la alfombra manchada de sangre, trata de levantarse y
la parte trasera del cuerpo le tiembla. Todavía respira y respira
agitado. El Topo debe estar contando el tiempo. Vuelvo a levantarlo y
algo le debe doler porque aúlla aunque ya no se mueve. Lo apoyo en
el piso y lo arrastro para alejarlo del auto. Cuando vuelvo al baúl a
buscar la pala el Topo se baja. Ahora está junto al perro, mirándolo.
Me acerco con la pala, veo la espalda del Topo y detrás, en el piso, el
perro. Si nadie se entera de que maté a un perro nadie se entera de
nada. El Topo no gira para decirme ahora. Levanto la pala. Ahora,
pienso. Pero no la bajo. Ahora, dice el topo. No la bajo ni sobre la
espalda del Topo ni sobre el perro. Ahora, dice, y entonces la pala
baja cortando el aire y golpea en la cabeza del perro que, en el suelo,
aúlla, tiembla un momento, y después todo queda en silencio.
chica.
Página
puede confiar en ella! Te lo juro por Dios. Juro por Dios que no se
puede. Se puede confiar en ella como se puede confiar en un... bueno,
no sé en qué. ¡Oh! ¿Para qué sirve todo? ¡Estoy volviéndome loco!
-Bueno. Olvídate ahora. Olvídate. ¿Quieres hacerme el favor y borrar
todo eso de tu cabeza? -Dijo el hombre canoso-. Después de todo,
seguro que estás exagerando... creo que estás haciendo una montaña
de...
-¿Sabes a qué extremos he llegado? Me da vergüenza contártelo,
pero ¿sabes qué estoy a punto de hacer todas las noches, cuando
llego a casa? ¿Quieres saberlo?
-Escúchame, Arthur, no es esto lo que...
-Espera un segundo, maldita sea, te lo voy a decir. Prácticamente
tengo que contenerme para no abrir todas las puertas del piso...te lo
juro por Dios. Todas las noches, cuando llego a casa, estoy casi
seguro de encontrarme con un montón de hijos de puta escondidos
por todos lados...Ascensoristas. Repartidores. Policías.
-Bueno, bueno. Tratemos de tomar las cosas con un poco más de
calma, Arthur -dijo el hombre de pelo entrecano. Miró de pronto a su
derecha, donde un cigarrillo, encendido un momento antes, hacía
equilibrio en el borde de un cenicero. Por lo visto se había apagado, y
no hizo ademán de cogerlo-. Para empezar, te lo he dicho ya infinidad
de veces, Arthur, ése es justamente el error más grande que puedes
cometer. ¿Sabes cuál es? ¿Quieres que te lo diga? Haces todo lo
posible por torturarte, te lo digo en serio. En realidad, eres tú quien
incita a Joanie –calló-. Tienes la suerte de que ella es una chica
maravillosa. En serio. Y para ti carece totalmente de gusto... y de
inteligencia. Diablos, si vamos al caso...
-¡Inteligencia! ¿Estás bromeando? ¡No tiene ni pizca de cerebro! ¡Es
un animal!
El hombre entrecano respiró hondo, y sus fosas nasales se dilataron:
-Animales somos todos –dijo-. En el fondo, todos somos animales.
-Ni hablar. Yo no soy ningún animal. Seré un imbécil, un engañado hijo
de mala madre del siglo veinte, pero no soy animal. No me vengas con
ésas, no soy un animal.
-Escúchame, Arthur. Esto no nos conduce a...
-¡Inteligencia! ¡Dios Santo! Si supieras lo cómico que resulta. Ella se
considera toda una intelectual. Eso es lo que da más risa. Lee la
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-¿Cómo?
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acumulando como una bola de nieve hasta que ocupan tanto lugar en
tu mente que eres completamente incapaz de cualquier...
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-Tendría que haberla dejado. ¿Te das cuenta? Tendría que haber
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Cuelga.
-No voy a cortar, Arthur. Quisiera ayudarte, en todo lo humanamente
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-Te estoy echando a perder toda la noche. Todo lo que hago es...
-No me estás echando a perder nada -dijo el hombre de pelo
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-De todos modos, le voy a hablar de todo esto esta misma noche. O tal
vez mañana. Todavía está un poco mareada. Quiero decir que en el
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
llevaba a pasear.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
El día que él fue arrestado, una vecina de piel muy clara me sacó de
mi hogar y me dijo que pasaría unos días en su casa, mientra mi padre
estaba de viaje. No le creí, pero hice como si le creyese, porque es lo
que le conviene a los niños. ¿Porque qué hubiese pasado si yo le
decía que eso era mentira? ¿Qué hacer con un niño que sabe la
verdad?
Me pusieron en un internado al interior de San Pablo. El Cura Director
me miró y afirmó que ahí yo sería feliz.
– No me gusta este lugar
– Te acostumbrarás y hasta te va a gustar.
Los compañeros me enseñaron a jugar fútbol, a masturbarme, a robar
comida de los Curas. Tenía una erección y se las mostraba. Mostraba
también las manzanas y los dulces de los robos. Hablaba de mi padre.
Uno de ellos me odiaba. Mi padre fue asesinado, me decía, con odio
en los ojos. Mi papá era bandido, contaba él, con el corazón
acelerado.
Yo me callaba. Es que había cosas que él decía sobre mi padre que
presumían un conocimiento que yo no tenía. Llegó una carta de él.
Pero el Director no dejó que la leyera; me llamó a su escritorio y me
contó que mi padre estaba bien.
– Él está bien.
Agradecí, como lo hacía normalmente cuando tenía algún tipo de
contacto con el Director, y salí murmurando:
– Él está bien.
El niño que me odiaba se acercó y dijo que a su padre le habían
puesto diecesiete tiros.
En las clases de religión el Padre Amancio nos enseña a rezar el
rosario y a repetir plegarias.
– Salve María –él exclamaba al principio de la clase.
– Salve María –repetían los alumnos al unísono.
Cuando crecí mi padre me vino a buscar. Él estaba sin un brazo. El
Cura Director, entonces, me preguntó:
– ¿Quieres irte?
Miré a mi padre y le dije que yo ya sabía leer y escribir.
– Entonces un día sabrás todo –dijo.
Cuando nos fuimos, el niño que me odiaba se quedó mirándome
desde la puerta del Colegio. Él estaba con su uniforme bien lavado y
92
planchado.
En la carretera hacia San Pablo paramos en un restaurante. Pedí un
Página
sonó el timbre. Fui a abrir la puerta con mucho miedo, con el paño
todavía en la mano. Era Alfredito.
Página
preguntó.
Entró y le dije que estaba enfermo, con la garganta inflamada, pero
que volvería al colegio al día siguiente porque ya casi me había
mejorado. Alfredito sintió el mal olor de la casa, estoy seguro, pero
hizo como si nada pasara.
Cuando se sentó en el sofá noté la cantidad de polvo que había y
cómo Alfredito se sentaba con sumo cuidado, como si el sofá se fuera
a abrir, pero él fingía y hacía como si todo estuviese normal, ni la
barata que bajaba por la pared de la derecha, ni los ruidos de mi
padre, sus gemidos que venían de la habitación de al lado le
importaban. Me senté en la poltrona y comencé a contarle todo lo que
se me venía a la cabeza para distraerlo de los ruidos que hacía mi
padre, de la barata de la pared, del polvo del sofá, de la mugre y el
olor del departamento. Hablé sobre cómo en los días de enfermedad
leía en la cama unas revistas de bromas, revistas danesas, ¿y sabes
cómo conseguí esas revistas?, se las robé a mi papá, estaban
escondidas en su cajón, no te las muestro porque se las presté a un
amigo, un bandido que trabaja en un carrito en la Geneal de la playa,
él se la mostró a otro un amigo que se masturbó con la revista en la
mano, hay unas mujeres con unas piernas así y la cámara les tomó la
foto justo aquí , bien aquí, amigo, cómo los tipos le sacaron esa foto a
la mujer, es como para pajearse, la cámara cerca, y la mujer desnuda
con las piernas en ésta posición, no estoy mintiendo, ya vas a ver, un
día vas a ver, sólo que ahora la revista no la tengo yo, por eso es que
te digo que enfermarse de vez en cuando es bueno, un día entero
leyendo la revista, sin nadie que me moleste, sólo yo y mis revistas,
nadie que te toque las pelotas, nadie, amigo, nadie.
Paré de hablar y Alfredito me miraba asustado, me miraba con cara de
idiota, medio desconfiado, y no sé bien qué pasó por su cabeza
cuando mi padre me llamó desde la otra habitación. Era la primera vez
que mi papá me llamaba por el nombre; yo mismo me asusté cuando
lo escuché, y me puse de pie atemorizado porque no quería que nadie
supiera sobre mi padre, sobre mi secreto, sobre mi vida. Quería que
Alfredito se fuera y que no volviese nunca más. Entonces me puse de
pie y le dije que tenía cosas que hacer, y él se fue caminando de
espaldas en dirección a la puerta, como si tuviese miedo de mí, y yo le
decía que mañana voy a aparecer en el colegio, puedes decirle a la
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97
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
en las calles.
-Pues no. La gente no grita ante la realidad de las cosas.
Página
de la chimenea mientras el reloj daba las diez y media y las once y las
once y media. Pensaron en las otras gentes del mundo, que también
habían pasado la velada cada uno a su modo.
-Bueno -dijo el hombre al fin.
Besó a su mujer durante un rato.
-Nos hemos llevado bien, después de todo -dijo la mujer.
-¿Tienes ganas de llorar? -le preguntó el hombre.
-Creo que no.
Recorrieron la casa y apagaron las luces y entraron en el dormitorio.
Se desvistieron en la fresca oscuridad de la noche y retiraron las
colchas.
-Las sábanas son tan limpias y frescas…
-Estoy cansada.
-Todos estamos cansados.
Se metieron en la cama.
-Un momento -dijo la mujer.
El hombre oyó que su mujer se levantaba y entraba en la cocina. Un
momento después estaba de vuelta.
-Me había olvidado de cerrar los grifos.
Había ahí algo tan cómico que el hombre tuvo que reírse.
La mujer también se rió. Sí, lo que había hecho era cómico de veras.
Al fin dejaron de reírse, y se tendieron inmóviles en el fresco lecho
nocturno, tomados de la mano y con las cabezas muy juntas.
-Buenas noches -dijo el hombre después de un rato.
-Buenas noches -dijo la mujer.
FIN
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
La primera vez que fumé un porro tenía 13 años y fue antes de jugar
un partido de fútbol de salón, en el que yo hice de arquero. Un amigo,
Omar, que se suicidó inexplicablemente a los 17 años, me llevó a unas
tres cuadras de la cancha, hasta la entrada de un caserón de dos o
tres pisos que tenía las luces de enfrente apagadas. Tosí mucho y me
pasé como una hora jugando con los cordones de mis zapatos. Jugué
un partido estupendo, aunque perdimos cuatro a cero. Tuve una
experiencia de fumón moderado en mi adolescencia, más o menos
hasta los 15, después dejó de interesarme. Recién a los 21 o 22,
cuando entré a trabajar a una revista universitaria que publicaba
mensualmente, volví calar humo verde, como le dicen algunos. Todos
en la revista fumaban, menos yo. De hecho, la mitad no hacía más
que fumar, mientras la otra mitad fumaba tabaco y hacía así como que
el porro era un pasatiempo de cada tanto. Los compulsivos se
sentaban en la sala de redacción y armaban cigarrillos de marihuana
con la misma tenacidad que la otra mitad debatía el próximo número, y
luego aceptaban cualquier encargo sin rechistar. Yo era de la mitad de
fumadores de tabaco, y no fumaba ni un solo porro. Pero una mañana
de domingo, de pura curiosidad, accedí a una caladita. Meses
después me mudé de bando, aunque conservé rigurosamente el
placer del tabaco. Un amigo me regaló una pipa de caña de azúcar,
que había conseguido de la ONG donde trabajaba pues las repartían a
las prostitutas para que cambien el crack y la pasta base por la
marihuana. Yo seguí fumando tabaco y tenía mi pipa de marihuana
llena todo el día, a la que le daba caladas en cualquier momento y por
cualquier motivo, como si fuera un combustible espiritual. Fumaba
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dejaron todas mis novias por mis amigos, pero yo estaba contento.
Fue una época feliz. Por algunos meses dejé hasta de beber alcohol y
salir los fines de semana. Y dejé, por supuesto, de salir con chicas.
Leía y fumaba porros, y cada tanto fumaba tabaco. Entonces empecé
a leer fumones famosos: De Quincey, Baudelaire, de Nerval, el
inevitable Fitz Hugh Ludlow, incluso Lorrain aunque este prefería el
éter. Y después dejé de leer. Un verano volví a tener una chica. Quién
sabe cómo, pero fue así. Ella me invitó a caminar por un parque
asunceno, un parque grande, muy grande, y pensé que sería una
larga caminata. Entonces le dije a la chica que me espere un ratito y
preparé mi pipa. Cuando me la metí en el bolso la rompí. Tal vez la
apreté muy fuerte o estaba simplemente muy vieja, pero mi querida
pipa se despidió de este mundo. Y yo no hice más que tirarla y la
olvidé enseguida. Así, de una manera increíblemente simple.
Semanas después, revisando los libros que tenía en mi estante,
encontré varias cajitas llenas marihuana. Luego encontré más cajitas
distribuidas en toda la casa. Probablemente había cerca de medio kilo.
Estaban bien distribuidas, como para encontrarlas en cualquier parte,
previendo un cataclismo nuclear. Junté todas las cajas en una bolsa y
las tiré a la basura, sin piedad. De hecho lo hice con gran indiferencia.
El verano pasó y tuve que volver a la facultad y a la revista
universitaria. La sala de redacción, en mi primera visita, me pareció
espantosa. Una antesala del infierno. Esperaba encontrar un chino
encargado de distribuir la droga en el fumadero donde mis
compañeros, con ojos mohosos, me miraban impacientarme. Estuve
así unos meses, depurando mis pulmones a fuerza tabaco. Cierta
noche que no tenía nada más que hacer, fui a la redacción de la
revista. Tres o cuatro de mis compañeros estaban durmiendo en el
piso, mientras otro, con los ojos rojos, tecleaba rabiosamente y
balbuceaba las frases que iba escribiendo. Me senté tras él y cuando
terminó me contó de qué iba su artículo. Luego se dispuso a fumarse
un porro, pero como él ni yo teníamos ninguno, empezó a hurgar entre
los bolsillos de los durmientes. Lo único que encontró fue un conjunto
de colillas distribuidas en varios ceniceros. Amontonó las tucas y se
armó un porro frankensteiniano, aceitoso, muy oloroso, casi diría que
escabroso. Me invitó una calada y sin darme cuenta me fumé la mitad
103
Warren tenía diecinueve años y casi le daban pena sus amigos que no
habían ido a alguna universidad del Este. Pero, como la mayoría de
los jóvenes, presumía exageradamente de las chicas de su ciudad
Página
aguantar demasiado.
—Vale, vale.
Marjorie sonrió: bastaba aquella sonrisa para darle las gracias.
Página
decir: ¡Cuánta gente te ha dicho lo guapa y dulce que es, y lo bien que
guisa! Vale, ¿y qué? Se aburre como nadie. No les gusta a los
hombres.
Página
cualidad femenina.
—¡Por Dios! —exclamó Marjorie, desesperada—. Eres una idiota
ridicula. Las chicas como tú tienen la culpa de todos esos matrimonios
Página
bailar.
—Sí —asintió Berenice, con voz apenas perceptible—. Creo que estoy
empezando a comprender.
—Y, al final —concluyó Marjorie—, naturalidad y fascinación vendrán
solas. Te despertarás una mañana dándote cuenta de que las has
conquistado, y también se darán cuenta los hombres.
Berenice se puso de pie.
—Has sido infinitamente amable, pero nadie me había hablado antes
así y estoy un poco asustada.
Marjorie no respondió: observaba pensativamente su propia imagen
en el espejo.
—Eres un tesoro, ayudándome.
Marjorie tampoco le respondió, y Berenice pensó que estaba
mostrando demasiado agradecimiento.
—Sé que no te gustan los sentimentalismos —dijo tímidamente.
Marjorie la miró de pronto.
—Ah, no pensaba en eso. Estaba pensando si no sería mejor que te
cortáramos el pelo como un chico.
Berenice se desplomó de espaldas en la cama.
IV.
La tarde del miércoles siguiente había una fiesta en el club de campo.
Cuando entraron los invitados, Berenice descubrió con fastidio el sitio
donde estaba la tarjeta con su nombre. Aunque a su derecha se
sentaba G. Reece Stoddard, distinguido joven sin compromiso, muy
deseable, el importantísimo puesto a su izquierda estaba reservado a
Charley Paulson. Charley no era ni alto ni guapo ni brillante en
sociedad, y, a la luz de sus nuevos conocimientos, Berenice se dijo
que su único mérito para ser su pareja era que nunca la había sacado
a bailar. Pero el fastidio desapareció con la sopa y recordó las
detalladas instrucciones de Marjorie. Tragándose el orgullo, se volvió
hacia Charley Paulson y se lanzó en plancha.
—¿Cree que debería cortarme el pelo como un chico, señor Charley
Paulson?
Charley levantó los ojos sorprendido.
—¿Por qué?
—Porque lo estoy pensando. Es una manera segura y fácil de llamar
117
la atención.
Charley sonrió, complacido. No podía imaginarse que todo había sido
premeditado y ensayado. Contestó que no sabía nada sobre cortes de
Página
veces. Cerró los ojos, los abrió y volvió a mirar. Minutos antes,
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
lámpara del recibidor, se volvió para mirar por última vez los ojos
resplandecientes de Berenice.
—Así que funcionó, ¿no?
Página
cuesta peinarme en verano: tengo el pelo muy largo; así que primero
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
llena de reproches.
A Berenice le ardían las orejas mientras buscaba una respuesta
eficaz. Pero aquel ataque directo había paralizado su imaginación.
—Los faroles abundan en el mundo —continuó Marjorie, disfrutando
como nunca—. Creía que ya tenías edad para saberlo, Otis.
—Bueno —dijo Otis—, quizá sea así, pero, ¡caramba!, con lo divertida
que es Berenice…
—¿Seguro? —bostezó Marjorie—. ¿Cuál es su último chiste?
Nadie parecía saberlo. Y, en realidad, entretenida con el pretendiente
de su musa, últimamente no había dicho nada memorable.
—¿De verdad era todo una broma? —pregunto Roberta con
curiosidad.
Berenice titubeó. Sabía que todos esperaban un golpe de ingenio,
pero, bajo la mirada repentinamente fría de su prima, se sentía
absolutamente incapaz.
—No lo sé —evitó contestar directamente.
—¡Pamplinas! —dijo Marjorie—. ¡Confiesa!
Berenice se dio cuenta de que Warren había dejado de prestar
atención al ukelele con el que había estado jugueteando y la miraba
interrogativamente.
—¡No lo sé! —repitió. Tenía las mejillas encendidas.
—¡Pamplinas! —subrayó Marjorie.
—Vamos, Berenice —la animó Otis—. Cállale la boca.
Berenice volvió a mirar alrededor: parecía incapaz de evitar la mirada
de Warren.
—Me gusta el pelo cortado como un chico —se apresuró a decir, como
si le hubieran hecho una pregunta— y así me lo pienso cortar.
—¿Cuándo? —preguntó Marjorie.
—Cualquier día.
—Hoy es el mejor día —sugirió Roberta.
Otis pegó un brinco.
—¡Estupendo! —exclamó—. Vamos a organizar la fiesta del corte de
pelo. En la barbería del Hotel Sevier, creo que dijiste.
Todos se habían puesto de pie. El corazón de Berenice latía con
violencia.
—¿Qué? —balbuceó.
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la puerta.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
—¿No os gusta?
Hubo dos o tres voces que de mala gana soltaron un «claro que sí», y
otro silencio incómodo, y entonces Marjorie se volvió hada Warren,
rápida y tensa como una serpiente.
—¿Me acompañas a la tintorería? —preguntó—. No tengo más
remedio que recoger un vestido antes de la cena. Roberta, que vuelve
a casa, puede llevar a los otros.
Warren miro absortó un punto en el infinito a través del escaparate.
Luego, apenas un instante, sus ojos se detuvieron fríamente en
Berenice antes de volverse hacia Marjorie.
—Encantado —dijo lentamente.
VI.
Berenice no se dio cuenta de la perversidad de la trampa que le
habían tendido hasta que no vio la mirada estupefacta de su tía antes
de la cena.
—¡Berenice! ¡Por Dios!
—Me he pelado como un chico, tía Josephine.
—Pero, hija mía…
—¿No te gusta?
—¡Por Dios, Berenice!
—Creo que te he impresionado.
—No. Pero ¿qué va a pensar mañana por la noche la señora Deyo?
Berenice, deberías haber esperado hasta después de la fiesta de los
Deyo. Deberías haber esperado, si querías hacer una cosa así.
—Se me ocurrió de pronto, tía Josephine. Y, además, ¿por qué iba a
importarle especialmente a la señora Deyo?
—¿Por qué, hija mía? —exclamó la señora Harvey—. En la charla
sobre Las debilidades de la nueva generación que dio en la última
reunión del Club de los Martes les dedicó quince minutos a las chicas
que se cortan el pelo como un chico. Son su abominación preferida. ¡Y
el baile es en tu honor y en honor de Marjorie! —Lo siento.
—Ay, Berenice, ¿qué dirá tu madre? Pensará que yo te he dado
permiso.
—Lo siento.
La cena fue una tortura. Había hecho un desesperado intento con las
tenacillas de rizar, y se había quemado los dedos y un buen puñado
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vagamente burlona.
Pero la cena acabó. Tres chicos se presentaron; Marjorie desapareció
con uno de ellos, y Berenice, después de intentar sin gana ni éxito
entretener a los otros dos, suspiró de alivio cuando a las diez y media
subió las escaleras, hacia su dormitorio. ¡Vaya día!
Cuando ya se había desnudado para acostarse, la puerta se abrió y
entró Marjorie.
—Berenice —dijo—, siento mucho lo de la fiesta de los Deyo. Te
prometo que se me había olvidado por completo.
—No importa —fue lo único que respondió Berenice. De pie ante el
espejo, se pasaba lentamente el peine por el pelo corto.
—Mañana te acompaño al centro —continuó Marjorie—, y en la
peluquería te lo arreglarán. No creía que llegaras hasta el final. Lo
siento muchísimo, de verdad.
—¡No importa!
—Bueno, será tu última noche aquí, así que no creo que importe
mucho.
Entonces Berenice hizo una mueca de dolor, porque Marjorie
balanceaba los cabellos sobre sus hombros y los anudaba muy
despacio en dos largas trenzas rubias, hasta que, vestida con una
combinación color crema, le recordó el retrato delicado de una
princesa sajona. Fascinada, Berenice observaba cómo crecían las
trenzas. Eran pesadas, opulentas, y se movían entre los ágiles dedos
como serpientes, y a Berenice apenas le quedaban unas reliquias, y
las tenacillas de rizar, y todas las miradas que la acecharían en el
futuro. Ya se imaginaba cómo G. Reece Stoddard, a quien le gustaba,
le decía con modales de Harvard a su vecina de mesa que a Berenice
no le deberían haber permitido ver tantas películas; se imaginaba a
Draycott Deyo intercambiando miradas con su madre y mostrándose
luego concienzudamente caritativo con ella. Pero quizá para mañana
las noticias ya habrían llegado a la señora Deyo, que mandaría una
fría notita rogándole que no se presentara en la fiesta. Y todos se
reirían a sus espaldas y sabrían que Marjorie le había tomado el pelo;
que sus posibilidades de ser una belleza habían sido sacrificadas al
capricho celoso de una chica egoísta. Se sentó ante el espejo,
mordiéndose el interior de las mejillas.
—Me gusta el pelo así —dijo con esfuerzo—. Creo que me sienta bien.
127
Marjorie sonrió.
—Está muy bien. Por Dios, no te preocupes más.
Página
—No me preocupo.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
129
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
—¡Ji, ji, ji! —ríe, sin ganas, Yona—. ¡Dios les conserve el buen
humor, señores!
—Cochero, ¿eres casado? —pregunta uno de los clientes.
—¿Yo? !Ji, ji, ji! ¡Qué señores más alegres! No, no tengo a nadie...
Sólo me espera la sepultura... Mi hijo ha muerto; pero a mí la muerte
no me quiere. Se ha equivocado, y en lugar de cargar conmigo ha
cargado con mi hijo.
Y vuelve de nuevo la cabeza para contar cómo ha muerto su hijo;
pero en este momento el chepudo, lanzando un suspiro de
satisfacción, exclama:
—¡Por fin, hemos llegado!
Yona recibe los veinte copecs convenidos y los clientes se apean.
Les sigue con los ojos hasta que desaparecen en un portal.
Torna a quedarse solo con su caballo. La tristeza invade de nuevo,
más dura, más cruel, su fatigado corazón. Observa a la multitud que
pasa por la calle, como buscando entre los miles de transeúntes
alguien que quiera escucharle. Pero la gente parece tener prisa y pasa
sin fijarse en él.
Su tristeza a cada momento es más intensa. Enorme, infinita, si
pudiera salir de su pecho inundaría el mundo entero.
Yona ve a un portero que se asoma a la puerta con un paquete y
trata de entablar con él conversación.
—¿Qué hora es? —le pregunta, melifluo.
—Van a dar las diez —contesta el otro—. Aléjese un poco: no
debe usted permanecer delante de la puerta.
Yona avanza un poco, se encorva de nuevo y se sume en sus
tristes pensamientos. Se ha convencido de que es inútil dirigirse a la
gente.
Pasa otra hora. Se siente muy mal y decide retirarse. Se yergue,
agita el látigo.
—No puedo más —murmura—. Hay que irse a acostar.
El caballo, como si hubiera entendido las palabras de su viejo amo,
emprende un presuroso trote.
Una hora después Yona está en su casa, es decir, en una vasta y
sucia habitación, donde, acostados en el suelo o en bancos, duermen
docenas de cocheros. La atmósfera es pesada, irrespirable. Suenan
133
ronquidos.
Yona se arrepiente de haber vuelto, tan pronto. Además, no ha
ganado casi nada. Quizá por eso —piensa— se siente tan
Página
desgraciado.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
que lo mismo veía. Del otro lado del jardín ya se estaban asomando
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
las de Negri, que eran unos casos y por eso no nos tratábamos. Les
decían la Chola, la Ela y la Cufina, pobres. Eran buenas pero pavas, y
no se podía jugar con ellas. Abuelita les tenía lástima pero mamá no
las invitaba nunca a casa porque se armaban líos con mi hermana y
conmigo. Las tres querían mandar la parada pero no sabían ni rayuela
ni bolita ni vigilante y ladrón ni el barco hundido, y lo único que sabían
era reírse como sonsas y hablar de tanta cosa que yo no sé a quién le
podía interesar. El padre era concejal y tenían Orpington leonadas.
Nosotros criábamos Rhode Island que es mejor ponedora.
La máquina parecía más grande por lo negra que se la veía entre el
verde del jardín y los frutales. Tío Carlos la cargó de brasas, y
mientras tomaba calor eligió un hormiguero y le puso el pico del tubo;
yo eché barro alrededor y lo apisoné pero no muy fuerte, para impedir
el desmoronamiento de las galerías como decía el manual. Entonces
mi tío abrió la puerta para el veneno y trajo la lata y la cuchara. El
veneno era violeta, un color precioso, y había que echar una
cucharada grande y cerrar en seguida la puerta. Apenas la habíamos
echado se oyó como un bufido y la máquina empezó a trabajar. Era
estupendo, todo alrededor del pico salía un humo blanco, y había que
echar más barro y aplastarlo con las manos. «Van a morir todas», dijo
mi tío que estaba muy contento con el funcionamiento de la máquina,
y yo me puse al lado de él con las manos llenas de barro hasta los
codos, y se veía que era un trabajo para que lo hicieran los hombres.
—¿Cuánto tiempo hay que fumigar cada hormiguero? —preguntó
mamá.
Por lo menos media hora —dijo tío Carlos—. Algunos son larguísimos,
más de lo que se cree.
Yo entendí que quería decir dos o tres metros, porque había tantos
hormigueros en casa que no podía ser que fueran demasiado largos.
Pero justo en ese momento oímos que la Cufina empezaba a chillar
con esa voz que tenía que la escuchaban desde la estación, y toda la
familia Negri vino al jardín diciendo que de un cantero de lechuga salía
humo. Al principio yo no lo quería creer pero era cierto, porque en el
mismo momento Lila me avisó desde los ligustros que en su casa
también salía humo al lado de un duraznero, y tío Carlos se quedó
pensando y después fue hasta el alambrado de los Negri y le pidió a la
137
Chola que era la menos haragana que echara barro donde salía el
humo, y yo salté a lo de Lila y taponé el hormiguero. Ahora salía humo
en otras partes de casa, en el gallinero, más atrás de la puerta blanca,
Página
poner barro, era formidable pensar que por debajo de la tierra había
tanto humo buscando salir, y que entre ese humo las hormigas
estaban rabiando y retorciéndose como los tres niños de Flores.
Esa tarde trabajamos hasta la noche, y a mi hermana la mandaron a
preguntar si en la casa de otros vecinos salía humo. Cuando apenas
quedaba luz la máquina se apagó, y al sacar el pico del hormiguero yo
cavé un poco con la cuchara de albañil y toda la cueva estaba llena de
hormigas muertas y tenía un color violeta que olía a azufre. Eché barro
encima como en los entierros, y calculé que habrían muerto unas
cinco mil hormigas por lo menos. Ya todos se habían ido adentro
porque era hora de bañarse y tender la mesa, pero tío Carlos y yo nos
quedamos a repasar la máquina y a guardarla. Le pregunté si podía
llevar las cosas al cuarto de las herramientas y dijo que sí. Por las
dudas me enjuagué las manos después de tocar la lata y la cuchara, y
eso que la cuchara la habíamos limpiado antes.
Al otro día fue domingo y vino mi tía Rosa con mis primos, y fue un día
en que jugamos todo el tiempo al vigilante y ladrón con mi hermana y
con Lila que tenía permiso de la madre. A la noche tía Rosa le dijo a
mamá si mi primo Hugo podía quedarse a pasar toda la semana en
Bánfield porque estaba un poco débil de la pleuresía y necesitaba sol.
Mamá dijo que sí, y todos estábamos contentos. A Hugo le hicieron
una cama en mi pieza, y el lunes fue la sirvienta a traer su ropa para la
semana. Nos bañábamos juntos y Hugo sabía más cuentos que yo,
pero no saltaba tan lejos. Se veía que era de Buenos Aires, con la
ropa venían dos libros de Salgari y uno de botánica, porque tenía que
preparar el ingreso a primer año. Dentro del libro venía una pluma de
pavo real, la primera que yo veía, y él la usaba como señalador. Era
verde con un ojo violeta y azul, toda salpicada de oro. Mi hermana se
la pidió pero Hugo le dijo que no porque se la había regalado la madre.
Ni siquiera se la dejó tocar, pero a mí sí porque me tenía confianza y
yo la agarraba del canuto.
Los primeros días, como tío Carlos trabajaba en la oficina no volvimos
a encender la máquina, aunque yo le había dicho a mamá que si ella
quería yo la podía hacer andar. Mamá dijo que mejor esperáramos al
sábado, que total no había muchos almácigos esa semana y que no
se veían tantas hormigas como antes.
—Hay unas cinco mil menos —le dije yo, y ella se reía pero me dio la
138
ayudara.
A la siesta nos mandaban quedarnos quietos, porque tenían miedo de
la insolación. Mí hermana desde que Hugo jugaba conmigo venía todo
el tiempo con nosotros, y siempre quería jugar de compañera con
Hugo. A las bolitas yo les ganaba a los dos, pero al balero Hugo no sé
cómo se las sabía todas y me ganaba. Mi hermana lo elogiaba todo el
tiempo y yo me daba cuenta que lo buscaba para novio, era cosa de
decírselo a mamá para que le plantara un par de bifes, solamente que
no se me ocurría cómo decírselo a mamá, total no hacían nada malo.
Hugo se reía de ella pero disimulando, y yo en esos momentos lo
hubiera abrazado, pero era siempre cuando estábamos jugando y
había que ganar o perder pero nada de abrazos.
La siesta duraba de dos a cinco, y era la mejor hora para estar
tranquilos y hacer lo que uno quería. Con Hugo revisábamos las
estampillas y yo le daba las repetidas, le enseñaba a clasificarlas por
países, y él pensaba al otro año tener una colección como la mía pero
solamente de América. Se iba a perder las de Camerún que son con
animales, pero él decía que así las colecciones son más importantes.
Mi hermana le daba la razón y eso que no sabía si una estampilla
estaba del derecho o del revés, pero era para llevarme la contra. En
cambio Lila que venía a eso de las tres, saltando por los ligustros,
estaba de mi parte y le gustaban las estampillas de Europa. Una vez
yo le había dado a Lila un sobre con todas estampillas diferentes, y
ella siempre me lo recordaba y decía que el padre le iba a ayudar en la
colección pero que la madre pensaba que eso no era para chicas y
tenía microbios, y el sobre estaba guardado en el aparador.
Para que no se enojaran en casa por el ruido, cuando llegaba Lila nos
íbamos al fondo y nos tirábamos debajo de los frutales. Las de Negri
también andaban por el jardín de ellas, y yo sabía que las tres estaban
locas con Hugo y se hablaban a gritos y siempre por la nariz, y la
Cufina sobre todo se la pasaba preguntando: «¿Y dónde está el
costurero con los hilos?» y la Ela le contestaba no sé qué, entonces se
peleaban pero a propósito para llamar la atención, y menos mal que
de ese lado los ligustros eran tupidos y no se veía mucho. Con Lila
nos moríamos de risa al oírlas, y Hugo se tapaba la nariz y decía: «¿Y
dónde está la pavita para el mate?» Entonces la Chola que era la
139
final se peleaban entre ellas hasta que salía la tía y las mechoneaba y
las tres se iban adentro llorando.
A mí me gustaba tener de compañera a Lila en los juegos, porque
entre hermanos a uno no le gusta jugar si hay otros, y mi hermana lo
buscaba en seguida a Hugo de compañero. Lila y yo les ganábamos a
las bolitas, pero a Hugo le gustaba más el vigilante y ladrón y la
escondida, siempre había que hacerle caso y jugar a eso, pero
también era formidable, solamente que no podíamos gritar y los juegos
así sin gritos no valen tanto. A la escondida casi siempre me tocaba
contar a mi, no sé por qué me engañaban vuelta a vuelta, y piedra
libre uno detrás de otro. A las cinco salía abuelita y nos retaba porque
estábamos sudados y habíamos tomado demasiado sol, pero nosotros
la hacíamos reír y le dábamos besos, hasta Hugo y Lila que no eran
de casa. Yo me fijé en esos días que abuelita iba siempre a mirar el
estante de las herramientas, y me di cuenta que tenía miedo de que
anduviéramos hurgando con las cosas de la máquina. Pero a nadie se
le iba a ocurrir una pavada así, con lo de los tres niños de Flores y
encima la paliza que nos iban a dar.
A ratos me gustaba quedarme solo, y en esos momentos ni siquiera
quería que estuviera Lila. Sobre todo al caer la tarde, un rato antes
que abuelita saliera con su batón blanco y se pusiera a regar el jardín.
A esa hora la tierra ya no estaba tan caliente, pero las madreselvas
olían mucho y también los canteros de tomates donde había canaletas
para el agua y bichos distintos que en otras partes. Me gustaba tirarme
boca abajo y oler la tierra, sentirla debajo de mí, caliente con su olor a
verano tan distinto de otras veces. Pensaba en muchas cosas, pero
sobre todo en las hormigas, ahora que había visto lo que eran los
hormigueros me quedaba pensando en las galerías que cruzaban por
todos lados y que nadie veía. Como las venas en mis piernas, que
apenas se distinguían debajo de la piel, pero llenas de hormigas y
misterios que iban y venían. Si uno comía un poco de veneno, en
realidad venía a ser lo mismo que el humo de la máquina, el veneno
andaba por las venas del cuerpo igual que el humo en la tierra, no
había mucha diferencia.
Después de un rato me cansaba de estar solo y estudiar los bichos de
los tomates. Iba a la puerta blanca, tomaba impulso y me largaba a la
140
entonces el señor Negri dijo que iba a averiguar pero que en realidad
si la máquina mataba las plantas no se veía la ventaja de tomarse
tanto trabajo. Mamá le dijo que no iba a comparar unas lechugas de
mala muerte con el estrago que hacen las hormigas en los jardines, y
que por la tarde la íbamos a encender, y si veían humo que avisaran
que nosotros iríamos a tapar los hormigueros para que ellos no se
molestaran. Abuelita me llamó para tomar el café y no sé qué más se
dijeron, pero yo estaba entusiasmado pensando que otra vez íbamos a
combatir las hormigas, y me pasé la mañana leyendo Raffles aunque
no me gustaba tanto como Buffalo Bill y muchas otras novelas.
A mí hermana se le había pasado la loca y andaba cantando por toda
la casa, en una de esas le dio por pintar con los lápices de colores y
vino adonde yo estaba, y antes de darme cuenta ya había metido la
nariz en lo que yo hacía, y justo por casualidad yo acababa de escribir
mi nombre, que me gustaba escribirlo en todas partes, y el de Lila que
por pura casualidad había escrito al lado del mío. Cerré el libro pero
ella ya había leído y se puso a reír a carcajadas y me miraba como
con lástima, y yo me le fui encima pero ella chilló y oí que mamá se
acercaba, entonces me fui al jardín con toda la rabia. En el almuerzo
ella me estuvo mirando con burla todo el tiempo, y me hubiera
encantado pegarle una patada por abajo de la mesa, pero era capaz
de ponerse a gritar y a la tarde íbamos a encender la máquina, así que
me aguanté y no dije nada. A la hora de la siesta me trepé al sauce a
leer y a pensar, y cuando a las cuatro y media salió tío Carlos de
dormir, cebamos mate y después preparamos la máquina, y yo hice
dos palanganas de barro. Las mujeres estaban adentro y hacía calor,
sobre todo al lado de la máquina que era a carbón, pero el mate es
bueno para eso si se toma amargo y muy caliente.
Habíamos elegido la parte del fondo del jardín cerca de los gallineros,
porque parecía que las hormigas se estaban refugiando en esa parte y
hacían mucho estrago en los almácigos. Apenas pusimos el pico en el
hormiguero más grande empezó a salir humo por todas partes, y hasta
por entre los ladrillos del piso del gallinero salía. Yo iba de un lado a
otro taponando la tierra, y me gustaba echar el barro encima y
aplastarlo con las manos hasta que dejaba de salir el humo. Tío Carlos
se asomó al alambrado de las de Negri y le preguntó a la Chola, que
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las de Negri, abrí la lata del veneno y eché dos, tres cucharadas llenas
en la máquina y la cerré; así el humo invadía bien los hormigueros y
mataba todas las hormigas, no dejaba ni una hormiga viva en el jardín
Página
de casa.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
viva con nosotros en la casilla, que son muchos hermanos y que está
bien pero que ellos la tienen siempre y que él la extraña y se la quiere
traer acá, para que viva con nosotros, y esté sentada en el pasillo y
hable con las vecinas y vea cómo es acá, cómo se vive, que hay muy
pocas papas y muy poco maíz y muy poco gusto y que después de los
pasillos está el asfalto y están los colectivos.
Pero a mí desde ese día en la escuela adentro de la cabeza me quedó
Jonás, tranquilo y hablando, y también me quedó la cara de su mamá
con esa sonrisa y que una vez nos fuimos a su casa y comimos
tortillas calentitas con el mate cocido y ella estaba en la cocina con
unas amigas y hablaban y le daban a la bombilla y a la pava le daban
y nos hacían chistes y amasaban más tortillas y se reían fuerte.
Qué fue lo que pasó ese día. Todos contábamos y había ruido,
mientras hablábamos había ruido y todo era normal, como son los días
en la escuela, aburridos y divertidos y todo a la vez y como cuando
una de nosotras llora o hay otra que se está riendo por una cosa y otro
que se duerme y otra que se come un pan que se guardó sin que
nadie la vea. Ese día había ruido normal y todos hablábamos porque
la señorita nos había dicho que teníamos que decir de qué trabajaban
nuestros padres y cada uno contaba un poco lo que sabía, o decía en
el supermercado y listo, o en la fábrica y listo, o de seguridad y listo.
Pero Jonás habló y dijo: Mi mamá trabaja de prostituta y nadie tiene
que decir nada de eso. Y nadie dijo nada porque algo pasó, no sé qué
fue y no sé si fue esa manera tan tranquila de Jonás o la sonrisa de su
mamá que también se me quedó adentro, o esa vez en la casa, no sé.
Pero yo me quedé ahí sin ganas de decir nada porque me parece que
adentro mío se estaban haciendo otras palabras, unas palabras
nuevas que todavía no estaban en el mundo y que yo ni conocía y que
se me empezaban a hacer en la panza y en la cabeza como un
murmullo que crece y que a mí me daban ganas de llorar y de reírme.
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CINE Y LITERATURA
TRABAJO PRÁCTICO
Y BARBARIE
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UNIDAD 4
Fantástico y
Maravilloso científico
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
CAPÍTULO 9: LITERATURA
FANTÁSTICA
Sobre la LITERATURA FANTÁSTICA Una de las posiciones más difundidas es la del crítico
estructuralista Tzvetan Todorov y su ensayo Introducción a la literatura fantástica.
Para Todorov es cardinal la dicotomía real e imaginario para definir a lo fantástico, y desde
allá, los subgéneros que se derivan. En tal sentido, lo real y lo imaginario implican la
diferencia “entre lo que es y lo que no es” (p. 173). Esto llevaría a una vacilación en el
lector frente al relato y lo que le asombra –o lo “sobrenatural”–. De este modo, la
definición en Todorov es: “Lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre; en cuanto
se elige una respuesta u otra, se abandona lo fantástico para entrar en un género vecino:
lo extraño o lo maravilloso. Lo fantástico es la vacilación que experimenta un ser que sólo
conoce las leyes naturales, ante un acontecimiento al parecer sobrenatural” (p. 24).
De acuerdo a lo anotado se puede constatar que el género fantástico supone límites como
lo extraño y lo maravilloso. Este hecho define una constelación de subgéneros.
REALISMO
La Realidad Material, Empírica y/o
Psicológica, del ser humano
MARAVILLOSO CIENTÍFICO* MUNDO PARCIALMENTE
occidental en todas sus clases. Ej.:
IMAGINARIO CON BASE REALISTA, MÁS O MENOS
REALISMO PSICOLÓGICO, LÓGICA
NATURALISMO, REALISMO SUCIO CIENCIA FICCIÓN y algunas FICCIONES DISTÓPICAS:
Fantasía de un mundo secundario-futuro anclado en lo real aunque
Entre el Realismo y Lo No Real: lo extraño y fantástico a la vez. Se sitúa en situaciones concernientes o
Insólito, lo Fantástico y lo ligadas al impacto de las ciencias y las tecnologías, sobre todo
Maravilloso: proyectadas a mundos que tienen como escenarios mundos
REALISMO MÁGICO (Realismo + Maravilloso ): Una realidad
LECTURA 3.1
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
1
Cuando empezó a trabajar en el Centro de Gestión y Participación de Parque Chacabuco,
que quedaba debajo de la autopista, Mechi pensó que nunca iba a poder acostumbrarse al
constante trepidar sobre su cabeza, un ruido sordo que combinaba el paso de los coches, la
vibración de las junturas del asfalto, el esfuerzo de los pilares. Parecía palpitar, y ella justo
estaba debajo, en una oficina perfectamente cuadrada que compartía con otras dos mujeres,
Graciela y María Laura, las dos empleadas de mucha más experiencia, las dos encargadas
de atención al público, algo que Mechi no sabía hacer, ni quería hacer. Pero con los meses
empezó a acostumbrarse a la autopista sobre su cabeza y hasta a reconocer los distintos
vehículos: cuando pasaba un camión grande, el techo parecía recibir mazazos, como si un
gigante caminara encima de la oficina; los colectivos provocaban un silbido lento, y los
autos apenas un roce y un latido. El ritmo del tráfico acompañaba su trabajo y le causaba
una sensación de encierro, de pecera, que de alguna manera la ayudaba.
El silencioso trabajo de Mechi la mantenía aislada. Se trataba de mantener y actualizar el
archivo de chicos perdidos y desaparecidos en la Ciudad de Buenos Aires, ubicado en el
fichero más grande de la oficina, que era parte del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas
y Adolescentes. Ni siquiera ella tenía claras todavía las redes burocráticas de consejos y
centros y dependencias a las que pertenecía, y a veces le resultaba borroso determinar para
quién estaba trabajando; pero en sus diez años como empleada del Gobierno de la Ciudad,
era la primera vez que su trabajo le gustaba. Desde que ella estaba a cargo —hacía casi dos
años— el archivo recibía elogios exaltados. Y eso a pesar de que tenía un valor sólo
documental: los expedientes importantes, los que hacían movilizar a policías e
investigadores tras las pistas de los chicos estaban en comisarías y fiscalías. El suyo era
más inútil, una especie de memoria en perpetuo crecimiento pero sin capacidad de acción.
Eso sí, estaba al alcance de todos: a veces los familiares venían a repasarlo para ver si algún
cabo suelto les permitía armar el rompecabezas del paradero de sus chicos perdidos. O
volvían a agregar nuevas sospechas, nuevos datos. Entre los más desesperados estaban los
que en la jerga de la oficina se llamaban «víctimas de secuestro parental». Padres o madres
cuya pareja se había fugado con el bebé en común. Por lo general, se trataba de madres. Y
los hombres venían muy seguido, angustiados: para ellos el tiempo resultaba crucial porque
los bebés cambian de aspecto muy pronto. En cuanto aparecían los primeros rasgos de
personalidad, crecía el pelo y se definía el color de ojos, ese bebé de la foto congelada que
se usaba en el afiche de «se busca» desaparecía una vez más.
Desde que Mechi estaba a cargo del archivo, ningún niño secuestrado por padre o madre
había aparecido.
Por suerte, ella no tenía que verles las caras a los familiares de los faltantes. Cuando
aparecían por la oficina, si querían ver la carpeta, Graciela o María Laura se la pedían a
Mechi, y ellas se la entregaban a los parientes. El mecanismo era el mismo si venían a
aportar información nueva: se la dejaban o se la contaban a cualquiera de las dos mujeres,
que después se la pasaban a Mechi, y ella la agregaba a su carpeta, o mejor a sus carpetas,
una digital y la otra en papel. A veces, especialmente cuando Graciela y María Laura se
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aparte, los casos resueltos, los de chicos que habían aparecido. Los encontrados casi
siempre eran adolescentes y en general mujeres: las chicas avisaban que salían a bailar, y
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no volvían. Jessica, por ejemplo. Vivía en Piedrabuena y Chilavert, Villa Lugano. La casa,
según las fotos, era baja y tenía una fachada color blanco sucio. No anunciaba lo que
pasaba adentro. Seis chicos, una madre sola y la habitación de Jessica, con los ladrillos al
aire, sin revocar, un colchón de gomaespuma sobre una tabla (técnicamente, no tenía cama)
y su lado de la pared — porque compartía la habitación con dos hermanos— decorado con
fotos del Guille, su héroe; fotos del Guille arrancadas de revistas, o pósters más o menos
completos, cubiertos de besos rosados, y «teamos» escritos con fibrón rojo. Jessica siempre
se juntaba con otras pibas en la plaza Sudamérica, reacondicionada hacía poco, con nuevos
bancos de hierro (para que no resultara cómodo sentarse mucho tiempo o, peor, quedarse a
dormir) y guardia policial. Decían que era una piba tranquila, nunca la habían agarrado ni
fumando un tabaco. Pero un día se escapó, y su familia salió a recorrer el barrio
desesperada, volanteando; dejaban la hoja de papel A4 fotocopiada con la foto de Jessica
sobre todo en las remiserías, porque los remiseros conocían a todo el mundo. Jessica
apareció dos meses después: se había quedado en lo de otra piba después de una discusión
con su mamá, que le había gritado, si seguís así te mando a Comodoro Rivadavia. El papá
vivía ahí. Cuando Jessica apareció, Mechi se quedó mirando su foto —el flequillo teñido de
bordó, los ojos delineados de negro, los labios con brillito y aros con forma de clave de
sol— y pensó que debería decirle a la nena —catorce años tenía Jessica— que seguramente
Comodoro Rivadavia estaba mucho más bueno que Villa Lugano, que a lo mejor su papá le
conseguía una cama que no pareciera una esponja gigante. Pero Jessica se quería quedar en
la Capital porque así podía ir siempre que pudiera a los recitales del Guille, y el Guille
nunca iba para la Patagonia.
Como Jessica había muchas, porque la mayoría de los chicos que faltaban eran chicas
adolescentes. Que se iban con un tipo mayor, que se asustaban por un embarazo. Que huían
de un padre borracho, de un padrastro que las violaba de madrugada, de un hermano que se
les masturbaba en la espalda, de noche. Que iban al boliche y se emborrachaban y se
perdían un par de días, y después tenían miedo de volver. También estaban las chicas locas,
que escuchaban un clic en la cabeza la tarde que decidían dejar de tomar la medicación. Y
las que se llevaban, las secuestradas que se perdían en redes de prostitución para no
aparecer jamás, o aparecer muertas, o aparecer como asesinas de sus captores, o suicidas en
la frontera de Paraguay, o descuartizadas en un hotel de Mar del Plata.
2
Mechi creía que su minuciosidad en el mantenimiento del archivo, su interés serio respecto
a los chicos que faltaban tenía que ver con Pedro, uno de sus pocos amigos. Lo había
conocido unos cinco años atrás, cuando ella aún trabajaba en pleno centro de la ciudad, en
una oficina cerca de la Plaza de Mayo; desde la ventana se distraía viendo las marchas y
manifestaciones, y ese era casi su único entretenimiento —y su única emoción fuerte—,
cuando alguna protesta acababa en represión y llegaban hasta su ventana las sirenas, los
gritos y el olor ardiente de los gases lacrimógenos. Algunas tardes Mechi decidía tomarse
una cerveza antes de volver a su departamento. Ninguno de los bares le gustaba mucho. En
el horario de salida, alrededor de las seis de la tarde, se llenaban de jóvenes ejecutivos,
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empleados administrativos con buenos sueldos, secretarias de ropa cara. En el after hours
pedían cervezas importadas y trataban de llamar la atención, de encontrarse y, de ser
Página
posible, gustarse como para irse a la cama. Nadie trataba de conversar con Mechi. Ella era
demasiado delgada y bajita, usaba botas con plataformas en verano y jamás se maquillaba.
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Era rara. Tampoco esperaba que alguno de los chicos de traje y afeitadas aromáticas la
invitara a tomar una cerveza Iguana; Mechi aceptaba fácil la realidad de las situaciones y en
general no se atormentaba. Esos bares no eran su lugar. Pero le gustaba volver a casa
levemente borracha, caminando por la avenida mientras caía el sol y le resultaba muy
sencillo ignorar lo que pasaba a su alrededor; incluso, a veces, se llevaba un libro, y eso
atraía miradas, pero jamás nadie se había molestado en preguntarle qué estaba leyendo.
Leer la ayudaba a no escuchar las conversaciones de los otros oficinistas, que no le
interesaban.
Una de esas tardes conoció a Pedro, que la sacó de su aislamiento cuando le pidió compartir
mesa, el bar estaba lleno. Él hablaba mucho, sin que hiciera falta hacerle preguntas: le
contó que era periodista, que trabajaba en un diario cercano, que se especializaba en
policiales y que rara vez dejaba la redacción para tomarse una cerveza a la tarde (salía de
trabajar después de las diez de la noche), pero ese día había sido muy movido y necesitaba
despejarse. Le pidió el teléfono y Mechi se lo dio sin demasiadas expectativas: Pedro era
nervioso, atractivo, tenía un poco de barba y grandes ojos oscuros. Ese tipo de chicos rara
vez la tenían en cuenta.
Sin embargo, Pedro la llamó la noche siguiente. La invitó a una cerveza en otro bar,
distinto, más barato y lejos del circuito de oficinistas, y después a tomar algo más en su
departamento. Mechi todavía recordaba el lugar. Las piedritas sanitarias del gato en el
lavadero al lado de la cocina, rebosantes de mierda; no debía haberlas limpiado en semanas.
Libros en los rincones, un balcón hermoso, de piedra, la computadora sobre la mesa y un
poster vintage de Tarde de perros, la película de Al Pacino. Tomaron la cerveza sentados en
el sillón y fueron a la cama antes de terminarla. Era un colchón en el suelo, con el
despertador al lado de la cabecera, un cenicero lleno al alcance de la mano y las sábanas
blancas demasiado usadas, tanto que hacia el centro se veían grises. Mechi no había
disfrutado del sexo con Pedro. Por algún motivo había sido incapaz de concentrarse y se la
pasó observando los detalles de estilo de las puertas del ropero, el cielo de la noche, los ojos
curiosos del gato que se asomaba del otro lado de la puerta entreabierta, incluso la ventana
iluminada del departamento de enfrente, que se veía desde la cama. Había actuado como si
disfrutara, porque Pedro parecía estar pasándola bien y se comportaba con gran entusiasmo
y delicadeza cuando hacía falta. Lo había besado profundamente y le había acariciado la
espalda, pero cuando él amagó a buscar un segundo preservativo, Mechi le detuvo
suavemente el gesto, lo besó en la mejilla y le pidió un cigarrillo. Se quedaron fumando
hasta la madrugada; Pedro tomó un poco de cocaína —ella no tuvo ganas— y le contó
detalles de algunos de sus casos más escabrosos. Le gustaba, y se lo dijo, que Mechi no se
asqueara ante los detalles, que no se impresionara. Ella le explicó que las historias de
crímenes le daban miedo, pero al mismo tiempo la entretenían. Se fue del departamento de
Pedro cuando empezaba a amanecer, segura de que no volverían a tener sexo. Y no se
equivocó, pero juzgó mal a Pedro cuando creyó que tampoco volvería a comunicarse. Pedro
quiso seguir viéndola, aunque no insistió en acostarse con ella. Aquella primera noche
había quedado claro lo que no se animaban a decir en voz alta: que no se gustaban tanto,
que lo sabían desde antes de irse a la cama, pero igual quisieron intentarlo, porque estaban
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solos y los dos habían fantaseado con que ese encuentro podría ser, al menos, el comienzo
de una compañía. El enamoramiento sencillamente no había sucedido, pero sí una amistad
constante aunque no tan cercana. Al principio Mechi lo llamaba para comentarle sus
Página
artículos, y él para informarle la deriva de los casos que a ella le interesaban. Con los años,
fueron confesándose relaciones frustradas y pequeñas esperanzas que en general se
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desvanecían pronto. Pedro cambiaba de novias seguido, Mechi era más solitaria, y aunque
rezongaban, ambos sabían que les gustaba más estar solos.
En los últimos años, Pedro había cambiado de especialidad en sus casos policiales. Cansado
y un poco asustado después de años de crímenes mafiosos, había empezado a investigar las
desapariciones de adolescentes, especialmente de chicas. Terminó encontrando redes de
trata de menores y personajes tan sórdidos y temibles como los asesinos narcos. Pero había
algo en los terribles viajes de estas chicas —especialmente de chicas, aunque también
investigaba desapariciones de varones— que lo hacía escribir crónicas especiales, muy
largas y detalladas, que se comentaban muchísimo y generaban felicitaciones de sus jefes, y
hasta aumentos de sueldo.
Casi como una casualidad extraña, mientras Pedro se internaba en prostíbulos de provincia
y comisarías oscuras en busca de las chicas ausentes, a Mechi le ofrecían el trabajo en el
archivo de chicos desaparecidos del Consejo. Ella aceptó inmediatamente, y lo primero que
hizo después de dar el sí y averiguar qué trámites debía hacer para oficializar el pase, fue
llamar a Pedro, que recibió el cambio de Mechi con gritos de alegría y muchos «no te
puedo creer» que la aturdieron. Empezó a visitarla seguido y cuando el archivo finalmente
tuvo el sello del orden y la dedicación de Mechi, se le hizo de consulta obligatoria. Antes de
ella era un montón de papeles desordenados a los que nadie les prestaba demasiada
atención, salvo los pobres desesperados familiares. En tres meses, según Pedro, el archivo
era una joya.
—Boluda, esto es oro en polvo —le decía siempre, mientras pasaba las páginas y copiaba
los datos necesarios en su cuaderno de notas—. Le hablo de vos siempre a la fiscal, la tenés
que conocer, es una torta que fuma cigarros negros, tremenda voz de chongazo, toda mal
teñida, ¡no sabés! Un día de estos almorzamos juntos, ¿dale?
La propuesta nunca se cumplía porque Pedro nunca estaba despierto a la hora del desayuno,
y además viajaba por lo menos cada quince días, en la ruta de los secuestradores de chicas.
Con ayuda del archivo de Mechi y las investigaciones de Pedro ya habían atrapado a uno de
los zares de la trata de mujeres y adolescentes, un misionero afincado en Posadas, con
varias salidas liberadas a Brasil y Paraguay, que alcanzaba con sus tentáculos hasta el sur
del Gran Buenos Aires. Cuando lo llevaron a juicio y se supieron detalles espantosos, y se
entrevistó a las chicas —algunas habían vivido en pleno Palermo, hacinadas en un
departamento de un ambiente, no se les permitía ni salir a la calle, para eso tenían una
celadora que les traía comida y objetos de primera necesidad; estaban pálidas por el
encierro y con los labios resecos—, Pedro se convirtió en una estrella de la televisión, y
participó de paneles, noticieros, hasta de programas con living. Se compró una docena de
sacos y camisas blancas para su pico de fama, y Mechi pensó qué fácil resultaba la fama y
la televisión para un hombre, nada más aparecer con sacos diferentes les garantizaba
elegancia; si hubiera sido ella, tendría que haberse comprado doce diferentes vestidos, por
ejemplo. Pedro fue sincero y generoso en las entrevistas, y nombró varias veces a Mechi,
porque había descrifrado gran parte del armado de la red de prostitución cruzando datos; y
los de los archivos del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes habían
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sido claves. Pero a Mechi no la habían llamado para hablar de sus chicos por tele, sólo la
entrevistaron de algunos diarios. A algunos periodistas los recibió en la oficina de Parque
Página
cierto, y ellos no se lo creyeron, se les notaba en las sonrisas falsas. «Por lo menos tenés el
parque cerca», le decían, y Mechi tenía que reconocer que era una recompensa por el
traqueteo de la autopista sobre la cabeza. A veces ella aprovechaba la hora del almuerzo
para recorrerlo: se comía un sándwich rápido sentada en un banco, o en un bar si no se
había traído vianda, y después caminaba un rato. Le gustaba especialmente la parte cercana
a la estación de subte, los bancos de un pequeño rosedal romántico, con sus glorietas y
paseos, que pretendía una elegante decadencia arruinada por el constante paso de autos en
la autopista, y los horrendos pilares con forma de gomera. A veces se llevaba algunas
carpetas para repasar los nombres y circunstancias de los chicos, llenando mentalmente los
puntos suspensivos para inventarles una historia. Le extrañaba que casi siempre la foto
elegida por la familia, la misma que solía ser usada en los carteles y los volantes de
búsqueda, fuera pésima. Los chicos se veían feos; el lente les tomaba los rasgos de tan
cerca que los deformaba, o de tan lejos que los desdibujaba. Aparecían con gestos raros,
bajo luces precarias; casi nunca eran fotos donde los ausentes estuvieran lindos.
Salvo por Vanadis. Ella, con su nombre tan extraño. Mechi lo había buscado en un
diccionario enciclopédico: era una variante del nombre de la diosa nórdica Freya, deidad de
la juventud, el amor, la belleza, y señora de los muertos. Vanadis, desaparecida a los
catorce años, era la única verdadera hermosura de todo su archivo. Había más de veinte
fotos de ella, muchísimas para el promedio, y en todas era un misterio de pelo oscuro y ojos
achinados, los pómulos altos y los labios fruncidos en un gesto de seductora inmadura.
Mechi nunca se había obsesionado con uno de los chicos, pero con Vanadis estaba cerca.
Algo en su historia no encajaba, además: la habían encontrado prostituyéndose en
Constitución, en una zona donde reinaban las travestis y en general no trabajaban mujeres,
y mucho menos chicas jóvenes, nadie de su familia quiso hacerse cargo de ella cuando
intervinieron los asistentes sociales, y la encerraron en un instituto de menores, del que se
escapó. Nunca más se supo de ella. La familia no parecía interesada en encontrarla. Los que
a veces aparecían con datos eran sus amigos de la calle. Otros chicos que la idolatraban,
puesteros, taxistas que empezaban su recorrido de madrugada, jóvenes que atendían las
pancherías y hamburgueserías abiertas las 24 hs., quiosqueros, otras prostitutas, algunas
travestis. Algunos se presentaban en la oficina y contaban sobre Vanadis, pero otros
dejaban cartas, pequeñas anécdotas escritas, hasta corazones dibujados o cintitas rojas para
regalarle si ella aparecía. En muchos casos Graciela los grababa: después le pasaba el
cassette a Mechi —no había forma de que entendiera cómo funcionaba un MP3— y ella los
desgrababa. Esas voces después la acompañaban en el subte, cuando volvía a casa. El
archivo de Vanadis era grueso y resultaba difícil cerrar la carpeta. Tanto que una tarde, en
el horario del almuerzo, a Mechi se le cayó una de las fotos cerca de la estación Emilio
Mitre. Cuando corrió a buscarla, porque había viento y temía que se volara, vio por un
instante esa cara sobre la vereda, y pensó que nada malo debía haberle pasado a Vanadis, la
chica que se parecía a Bianca Jagger pero había nacido en Dock Sud, porque nada malo le
pasaba nunca a las diosas, ni aunque fueran tan tristes y callejeras.
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
3
Cuando Vanadis se prostituía cerca de Constitución, solía cruzarse con los chicos de la
cárcel. No se trataba de presos: eran chicos, varones y mujeres —algún que otro adulto
también— que ocupaban las ruinas de la cárcel de Caseros. Se suponía que esas paredes
debían haber sido demolidas hacía años, pero seguían ahí, enormes y peligrosas, y a nadie
parecía importarle salvo a los vecinos. De a poco se había ido llenando de chicos adictos,
en general a la pasta base, pero también al pegamento y el alcohol. Los chicos adictos
expulsaron a las familias pobrísimas y los sin techo que habían elegido las ruinas para
asentarse. Nadie podía vivir donde los chicos adictos vivían. Había peleas, muertes por
sobredosis, dealers asesinados y asesinos, robos, una mugre abismal. Nadie se atrevía a
pasar cerca, el barrio que rodeaba las ruinas se iba muriendo de a poco. Los chicos adictos
solían abandonar las ruinas al atardecer, para pedir plata por los alrededores.
Una chica del Moridero de Caseros —así había llamado un canal de televisión a las ruinas,
y el nombre macabro resultó y acabó siendo el usado habitualmente para referirse al
lugar— se acercó un día hasta el Centro de Gestión y Participación de Parque Chacabuco y
dijo que quería contar lo que sabía de Vanadis. No quería ir a la policía ni al juez, le dijo a
Graciela, porque estaba hasta las manos y no quería ni caer presa ni rehabilitarse. Se quería
morir en la calle, no le importaba nada, tenía las piernas y los brazos llenos de llagas y
había perdido dos embarazos entre las ruinas de Caseros, no sabía quiénes eran los padres
de sus hijos no nacidos, intuía que debían haber sido otros adictos, ella no se acordaba. Y
seguramente se había acostado con ellos por plata, para otro paco, porque a ella le gustaban
las mujeres. El testimonio no registraba el nombre porque no quiso darlo, pidió que la
anotasen como La Loli. Graciela decía que La Loli apestaba, que tenía la ropa tan sucia que
tanto los jeans como la remera que llevaba parecían marrones, y se le escapaban los dedos
de los pies fuera de las zapatillas. Decía que tenía algo de loba, por lo flaca, con los dientes
y la mandíbula sobresaliendo de la cara como las fauces de un animal. Y que le había
contado la historia de su vida antes de hablar de Vanadis sólo porque no paraba de hablar
nunca, nomás para respirar con un sonido áspero. Era la primera vez que Graciela veía a
una persona moribunda pero caminando, a una persona cuya mente no registraba la muerte
del cuerpo. La había impresionado mucho.
La Loli contó que una noche había salido desesperada del Moridero. No tenía un mango, le
dolía todo, no podía pensar, necesitaba plata. Se fue para el lado de Constitución pero con
cuidado, porque no quería que la viera ningún policía ni quería pedirle plata a las travestis,
que le pegaban a chicas como ella. Tenía que encontrar a alguno que estuviera esperando el
colectivo, o nomás caminando por ahí, yendo al kiosko o de vuelta a casa. Tenía el pico
roto de una botella escondido en el bolsillo de la campera.
Pasó como una hora, le pareció, y no se cruzaba con nadie que diera para el arrebato. La
gente común ya no andaba a esa hora por el barrio, sabían que se ponía peligroso. Y cuando
ya estaba perdiendo las esperanzas, la vio a Vanadis. Ella estaba muy loca pero en seguida
se dio cuenta de que no era una travesti. Se le acercó de atrás y le apoyó el filoso pico de la
botella en la espalda.
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Vanadis se dio vuelta muy rápido, casi de un salto, estaba mucho más alerta de lo que La
Loli creía. Se miraron y Vanadis cedió sin que hiciera falta volver a amenazarla. Le dio
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treinta pesos, y le dijo: «Pero ahora no me pedís más por quince días, ¿okey? No me
rompés las pelotas. Acordate que te di, no seas rata».
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
La Loli salió corriendo con la plata y con una sensación extraña: no sentía que le había
robado a esa chica. Si esa chica le hubiera dicho no te doy nada, Loli se hubiese ido sin
apretarla más. No entendía por qué, si ella estaba tan desesperada por la plata, pero era así:
la hubiera dejado en paz.
Unos días después —Loli no se acordaba cuándo, el tiempo no contaba entre los del
Moridero— la vio otra vez. Vanadis le dijo: «Ni se te ocurra pedirme eh, acordate». La Loli
se acordó, y cuando Vanadis le sonrió, se enamoró. Le preguntó si podía quedarse cerca y
Vanadis dijo que sí. La Loli le contó su vida, le habló del Moridero y Vanadis se preocupó,
ella no se drogaba, le parecía tan triste lo que hacían. Le dijo a Loli que quería verlo, quería
visitar el Moridero, pero la Loli se negó a llevarla, era demasiado peligroso y además no
quería que viera el terrible lugar donde vivía. Esas noches, cuando fumaban cigarrillos
juntas entre cliente y cliente de Vanadis, la Loli pensó que podía dejar el paco, volver a
comer, ir al hospital que era gratis para curarse todo lo que seguramente tenía hecho
mierda, y confesar su amor; capaz que ella la correspondía, estaba lleno de putas tortas, ella
había conocido un montón y hasta había tenido una novia puta antes de empezar a fumar
paco.
Le contó a Graciela que Vanadis trabajaba muchísimo. Seguramente les sacaba trabajo a las
travestis, pero por alguna razón la dejaban laburar tranquila, nadie la molestaba. Loli ni veía
a los tipos que siempre estaban adentro del auto y de noche, pero Vanadis, que hablaba
poco y casi nunca de sus cosas —jamás mencionaba a su familia, su casa, nada anterior a la
vida en la calle; si Loli le preguntaba Vanadis nomás le sonreía y cambiaba de tema— le
contó acerca de un par que eran «raros». Eso quería venir a contar Loli: porque cuando
Vanadis se escapó del Instituto y desapareció, ella creía que a lo mejor se la habían llevado
esos tipos raros. Además cuando ella se enteró que Vanadis había desaparecido —se lo
contó una travesti—, Loli se dio cuenta de que no iba a dejar nunca el paco y que se iba a
morir en Caseros, que esa pendeja era la última puerta y se había cerrado. Entonces quería
contar para no morirse tan al pedo.
Los tipos raros se la levantaban juntos y la llevaban a un hotel de por ahí cerca, casi
enfrente de la estación. Mientras uno se la cogía el otro filmaba, y se turnaban. La hacían
hacer cosas normales: chupar pija, el culo, tirada de goma, garchar común. Nomás la
filmaban. Vanadis les había preguntado qué hacían con los videos y ellos contestaron que
eran para ellos, que no andaban en nada raro, que los miraban entre ellos. Vanadis no les
creía, y Loli tampoco. Cuando les insistió mucho con que le contaran, dónde iban a parar
los videos, a Internet o qué, ellos le dijeron que si decía algo la mataban, que era una
pendeja de la calle, a quién le importaba un carajo algo de ella. Vanadis no peleó, y siguió
haciendo los videos, pero les tenía miedo aunque no se hiciera cargo, Loli se daba cuenta,
aunque siempre le negó todo, decía que eran dos pelotudos y que igual a ella no le
importaba que pusieran sus videos en Internet o los vendieran, le daba lo mismo. Ellos,
claro, le pagaban más que los clientes comunes, y con eso le alcanzaba.
Loli se había enterado de la llegada de los asistentes sociales y la policía a Constitución
cuando
Vanadis estaba internada en el Instituto. Esperó que volviera, y después de un tiempo
161
larguísimo —le parecían años— la travesti le dijo que había desaparecido. Y eso la mató,
decía la Loli, me mató. A lo mejor la mataron también a ella. Era hermosa esa nena, era lo
más lindo que vi en mi vida.
Página
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Todos coincidían en lo hermosa que era Vanadis, sobre todo en su perfil de MySpace; era
notable cuántos de los chicos desaparecidos dejaban perfiles de Facebook y MySpace
detrás, que quedaban inmóviles, como lápidas, sólo visitados por un puñado de sus cientos
de amigos y algunos familiares que seguían dejando mensajes con la esperanza de recibir
una respuesta.
El perfil de Vanadis había sorprendido a Mechi. Seguía teniendo mensajes nuevos, casi
todos los días. Había muy poco acerca de ella, sin embargo. Una foto extraordinaria,
tomada con celular: ella llevaba el pelo recogido, bien tirante, y se le veía la cara entera,
con los labios gruesos y una sonrisa suave. Había completado la información solicitada con
una extraña mezcla de verdad y fantasías macabras: era fan del heavy metal y las películas
de terror. Se presentaba como «Vagabunda de la Noche», se describía como «el gusano que
vive en cada muerto» y declaraba 103 años. El casillero de «En cuanto a mí» lo había
dejado vacío, y en «A quién quiero conocer» había puesto: «A todos». El resto era así:
Intereses
General: Ahora no tengo tiempo, más tarde
Música: metal!!!
Películas: el juego del miedo, el ecsorcista, los otros, las japonesas
Televisión: no tengo hace mal!!!
Libros: jaja
Héroes: mis dedos
Grupos: marilyn manson, slipknot, korn
Sus datos
Estado civil: no tengo
Vengo a: amigos
Orientación sexual: bisexual
Ciudad natal: mundo subterráneo
Medidas: 1,60 re flaca!!!
Etnia: ?
Religión: nada
Signo: escorpio
Bebo/FuMo: si y si
Hijos: pobres chicos
Formación: ?
Sueldo: jaja
Tenía 228 amigos y 7.200 mensajes. «ojalá aparescas amiga linda te quiero!!!!», «hermosa,
te quiero volvé se te extraña acá». Algunos de los amigos tenían perfiles propios, pero
pocos los habían llenado. Salvo Cero Negativo, un tatuador que tenía un extenso perfil
lleno de fotos de su trabajo, entre las que había varias de Vanadis, porque le había tatuado
dos alas sobre los omóplatos y una lágrima en la nuca —al menos esos eran los trabajos
sobre la piel de la chica que él exhibía—. Pero en el perfil de Vanadis dejaba mensajes al
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menos una vez por semana: algunos eran cortos («decime dónde estás muñeca», «si alguien
te hizo algo lo mato») y otros muy largos, hasta el límite de palabras permitidas para un
Página
mensaje: «nena bruja, no me olvido más de vos y de lo que me contaste, te busqué anoche
por todos lados en constitución y en patricios hasta me metí en la cárcel y
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
casi me afanan si empezaste a fumar esa mierda te cago a trompadas pero yo te salvo eh
decime dónde estás me parece que no estás muerta la otra noche viniste en un sueño me
flotabas arriba de la cama yo estaba en pelotas boca arriba y flotabas con alas de verdad
como las que te hice y tenías los ojos más raros como plateados, me hacía acordar a cuando
venías acá y me contabas que tenías que dormir tapada aunque hiciera calor porque sentías
que a la noche te tocaban unas manos, tenías sueños recontra locos y a veces te hablaban en
el oido y no te dejaban dormir, te busqué también en hospitales no estarás loca por ahí? A
veces parecías re loca mi amor me fui a open door y al moyano pero no estás en ninguna
parte me voy a volver loco».
Mechi le preguntó a Graciela si alguna vez había aparecido este tatuador, a dejar
información, le dijo el nombre del chico pero no, nunca había venido. Mechi le creía, le
parecía enamorado de verdad, y le daba tanta lástima que a veces pensaba en romper con su
promesa de no involucrarse con los chicos más que a través del archivo y tenía ganas de ir a
visitar al tatuador e invitarlo a que explicara mejor de qué se trataban esos sueños y esas
voces, pero finalmente se decidió por la distancia. Le parecía injusto con los demás chicos
la atención especial que le prestaba a Vanadis, y prefirió, como siempre, dejarlo estar.
4
De aquel ruidoso caso del misionero que regenteaba el tráfico y la explotación de menores
para prostitución había pasado un año, y salvo los éxitos individuales, las apariciones de
algunas chicas (la mayoría eran chicas, Mechi se asombraba, tantas chicas), la oficina
seguía con su ritmo habitual, angustioso pero rutinario. Pedro había vuelto a sus mapas
marcados con los recorridos de las chicas secuestradas: solía seguir sus rastros gracias a
inscripciones que ellas mismas dejaban en baños de estaciones de servicio y hoteles, «Soy
Daiana, mamá estoy viva secuestrada te quiero ayuda». Cada quince o veinte días visitaba a
Mechi y su archivo. Tomaba notas y cuando Graciela no lo veía, sacaba fotocopias de las
páginas que necesitaba. Mechi, sin embargo, prefería tener las reuniones con él en el bar.
En la oficina resultaba incómodo porque Pedro gritaba todo el tiempo, y más después de
unas cervezas. Cuando se habían conocido, él ya era un poco así, excitable, siempre
fumando mucho, atendiendo sin parar el teléfono. Pero ahora tomaba demasiado y se
emborrachaba rápido. A Mechi le daba vergüenza, y sentía un poco de repugnancia cuando
veía las gotitas de saliva que salían disparadas de la boca de Pedro con cada carcajada. Pero
a veces también la hacía reír. Y le gustaba tomarse una cerveza con él sobre el pasto del
parque, como si fueran dos adolescentes, mientras discutían sobre el por qué de esas fotos
tan feas, o de la cantidad de remiseros que se escapaban con menores, o de si los chicos
secuestrados salían del país por Paraguay (como sostenía la Defensoría) o por Brasil, como
sospechaban los investigadores de organizaciones no gubernamentales y los periodistas.
Las cosas siguieron bastante igual hasta que un día Pedro apareció con un dato, según él,
fabuloso. Una de sus «fuentes» —nunca le explicaba a fondo a Mechi quiénes eran sus
informantes— vendía el video de una chica menor que estaba denunciada como
desaparecida. La habían filmado con celular: la chica estaba envuelta en una frazada, o
metida adentro de una bolsa de dormir, o algo parecido, y se suponía que debía permanecer
163
oculta. La chica estaba muerta, y lo que pasaba en ese video de celular era que, por un mal
movimiento, mientras la sacaban por una puerta para subirla a una camioneta, la envoltura
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se caía y se veía perfectamente su cara que quedaba al descubierto. Pedro iba a pagar por
ese video, y lo que le pedía a Mechi era poder chequear después su archivo, para ubicar a la
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chica de la película, si es que estaba ahí. Mechi escuchó en la voz de Pedro la misma
excitación que lo había euforizado cuando investigó el caso del misionero. Le dijo que sí,
que después de ver el video —ella no quería verlo en absoluto, aunque Pedro le ofreció una
copia— se viniera para la oficina a revisar el archivo. Pedro llamó a última hora de un
lunes, y llegó agitado, con olor a subte y gotas de sudor en la frente, como si fuera pleno
verano y no agosto en Buenos Aires.
—Qué hacés Mechita de mi vida. Es fuertísimo el video. Se ve como el culo, todo pixelado,
y no me sirve para un carajo, porque de la camioneta adonde suben a la piba no se alcanza a
ver la patente, todos los quías tienen la cara tapada en plan pasamontañas, la casa podría ser
cualquiera y la calle delata un Gran Buenos Aires todo mal, puede ser cualquier parte. Pero
a la piba se la ve perfecto. La revolean como si quisieran mostrarla; no sé si el tipo del
celular lo filma a propósito, porque no tiene audio, pero la mueven un toque de acá para
allá, se cae el envoltorio y se le ve toda la cara. Entonces hay como un primer plano, qué
enfermos hijos de puta, y se le cae un brazo, bien flojo, así, cruzándole el pecho.
—¿Está muerta?
—Se la ve mal, pero dura no está, ni tiene la cara golpeada. Podría estar drogada, borracha,
dormida. Me parece que compré gato por liebre. Pero sí, también podría estar muerta. El
video dura treinta segundos, se le ve la cara unos diez, no se puede saber. Una pendeja
divina, eso sí. Divina. Hermosa, una modelo parece.
Mechi sintió que ahora ella también transpiraba, y que el estómago se le endurecía y las
mejillas le ardían como cuando se daba cuenta de que estaba cruzando una avenida con luz
roja por estúpida, porque llevaba puestos los auriculares y no prestaba atención. No le había
contado a Pedro sobre su obsesión con Vanadis. No quería preguntarse por qué, pero sabía
que le daba vergüenza, o culpa. Entonces, justo ahora, no podía demostrar lo segura y
conmocionada que se sentía. Se dio vuelta para que Pedro no pudiera verle la cara y buscó
el archivo de Vanadis, lo abrió y le preguntó a Pedro si era ella. Es ella, le contestó Pedro
sin dudarlo, y se sumergió en la carpeta, una de las más frondosas que había revisado. Pero
después de dar vuelta tres páginas, levantó la cabeza.
—¿Cómo sabías que era esta chica la del video? Digo, ni dudaste, ¡me pasaste este archivo
al toque!
—Es de casualidad.
—¿Qué cosa de casualidad? Mechi no te hagas la misteriosa nena, contame.
—Estuve hojeando esa carpeta el otro día, a veces me aburro… Y bueno, justo leí una de
las entrevistas que hay ahí, con una amiga de la calle de Vanadis, se llama Vanadis esta
chica, donde ella cuenta que la filmaban dos tipos, dos tipos que se la cogían. Está todo ahí,
la piba se prostituía en Constitución.
Pedro estaba entre boquiabierto y contento. Quién es la amiga, quiso saber, y entonces
Mechi le contó de la ex cárcel de Caseros. Pedro se ponía cada vez más contento, y ella
sintió un leve enojo como siempre que su amigo veía la oportunidad de una nueva
investigación que lo ayudara en su carrera, y esta era inmejorable: el Moridero, la chica
adicta y lesbiana, la chica hermosa a la que le gustaban los zombies. Mechi dejó que el
malhumor se desvaneciera: entendía que era imposible pedirle otra actitud a Pedro.
164
Entonces le dio la dirección del MySpace, le habló del tatuador y lo dejó, después de dos
minutos de ruegos, fotocopiar todo la carpeta de Vanadis, entera; se quedaron después de la
hora de cierre de la oficina haciéndolo, mientras los autos pasaban sobre sus cabezas y
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afuera se hacía de noche. Antes de salir, Pedro le preguntó otra vez si quería ver el video.
Ella le dijo que no, y también le dijo, con el resto de enojo que le quedaba, que debería
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
5
Mechi pasó una mañana inquieta, mirando de reojo su celular a pesar de que esperaba el
llamado de Pedro para la noche. Salió a almorzar un poco más temprano de su horario
habitual, y decidió ir a un bar que quedaba del otro lado del parque, para cambiar un poco,
para distraerse. Pero no llegó a cruzarlo del todo. Cuando estaba subiendo los escalones de
la fuente principal del Parque Chacabuco, que ese mediodía no estaba encendida, Mechi vio
a Vanadis sentada en uno de los escalones. No tuvo ninguna duda. Era la chica, vestida
igual que en una de las fotos de su MySpace, la única en que se la veía de cuerpo entero. La
había reconocido por eso precisamente, por la ropa: fue como ver una foto en tres
dimensiones. Las botas de media caña negras, la pollera de jean, las medias negras, el pelo
oscuro y pesado. Pensó que era pura sugestión, pero solamente lo pensó, porque estaba
totalmente segura, se lo decían las náuseas en el estómago y el temblor en las manos. Se
acercó a la chica lentamente: ella no la miraba. Finalmente se le puso enfrente, para que ella
le prestara atención.
—¿Vanadis? ¿Sos Vanadis?
—Si, hola, qué tal —le respondió la chica, que claramente no estaba muerta, que no podía
ser la del video que había conseguido Pedro porque sonreía muy viva bajo el sol, con una
sonrisa que mostraba dientes torcidos y amarillos, la única perturbación de su hermosura,
que sin embargo nunca se veía en las fotos, a lo mejor porque se reía poco y rara vez abría
la boca.
Mechi no sabía cómo seguir. La chica no le hablaba. Tuvo miedo de que se levantara y se
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fuera, de que se le escapara. Entonces le pidió que la acompañara, por favor, y la chica
accedió. En ese primer encuentro no pudo interrogarla, nada más se aseguró de que la
siguiera hasta la oficina, donde las recibieron los aullidos de alborozo y extrañeza de
Página
Graciela y Maria Laura, que enloquecieron de alegría cuando se enteraron de quién era la
chica. Le ofrecieron a Vanadis capuchino de máquina, y ellas sí fueron capaces de acosarla
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
con preguntas que la chica contestaba sobre todo con inclinaciones de cabeza y con muchos
«no me acuerdo». «Está shockeada», dijo Graciela mientras marcaba el número de la
Fiscalía y después el de la madre de Vanadis. En veinte minutos la oficina estaba
superpoblada, y encima con la parentela de Vanadis a puro desmayo, llanto y grito, en un
reencuentro de jolgorio demencial. Una cosa rara, pensó Mechi, porque durante el año
entero que Vanadis pasó desaparecida ni siquiera llamaron y antes, cuando estaba en el
instituto, ni la visitaron. Sin contar con que no la habían sacado de la calle cuando la chica
se prostituía a los catorce años. Se lo sugirió a Graciela, que la miró con expresión de «qué
bruta y desalmada sos». Dijo, didáctica: «La gente reacciona al trauma y la pérdida de
diferentes maneras. Hay familias que se obsesionan y buscan sin parar; otros hacen como
que no pasó nada. Eso no quiere decir que no quieran a sus hijos». Graciela, siempre con su
estilo de psicóloga social en indignación permanente, y sus explicaciones sencillas pero
arrogantes. Mechi se alegró, una vez más, de trabajar apartada de ellas, de no haber
intentado nunca que fueran sus amigas, y mucho más de no ser uno de los pobres familiares
que debían sentarse ante su escritorio y escucharla.
Con el tumulto, se olvidó de llamar a Pedro. Lo hizo ni bien Vanadis y la familia partieron
en auto hacia Tribunales para aportar lo que hubiera que aportarle a la causa.
—No sabés lo que pasó.
—¡Ja! Vos no sabés lo que pasó acá. No pude ir a Constitución a ver lo de Vanadis, ni a la
cárcel ni nada, me llamó mi editor recontra loco para mandarme acá..
—¿Acá adónde? Pará Pedro, esto es más…
—Estoy en el Parque Rivadavia, en Caballito. Una mujer reconoció a un pibe desaparecido,
estaba mirando películas en uno de los puestos. Un tal Juan Miguel González, de trece
años….
—Pedro, pará que…
—No, ¡dejame terminar que es una locura! No puedo creer que no te enteraste.
—Es que acá también estamos con…
—¡Pará! La mujer se le acerca al pibe, lo conocía de antes, le dice Juan Miguel, ¿sos vos? y
el pibito dice que sí. Entonces la mujer llama por celular a la familia, desde ahí mismo
desde el parque, ¡y la madre del pibe empieza a los gritos, diciendo que su hijo ya apareció,
pero apareció muerto, hace tres meses! ¿Vos te acordás de este caso? ¡Fue famoso, salió en
la tele, un despelote total! El del pibito que se cayó abajo del tren. Escuchame una cosa: la
madre no quiso venir a ver al pibe este que apareció en el parque, porque le agarró un
ataque. El padre, más duro, sí que vino. A todo esto al pibe lo tenían en una comisaría, ahí
me mandó el editor, a él lo llamó la cana directamente. El padre llega, ¡y dice que es su
hijo! Yo tengo la cabeza a mil y no te voy a mentir, estoy cagado en las patas mal, mal en
serio, ese pibito estaba muerto, el tren le cortó las patas pero no le tocó la cara, es la misma
cara, es el mismo pibito.
—Pedro…
—¡Encima con el video que encontré ayer, es una cosa de locos!
—Pedro, Vanadis apareció acá, en el Parque Chacabuco.
—¿Qué cosa?
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—La encontré yo, en unas escaleras del parque, esas que están cerca de la fuente.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
6
Las semanas siguientes se llegó a la histeria, y se fue un poco más allá. Los chicos que
faltaban de sus casas empezaron a aparecer, pero no en cualquier parte: aparecían en cuatro
parques grandes de la ciudad, el Chacabuco, el Avellaneda, el Sarmiento y el Rivadavia. Se
quedaban ahí, dormían uno al lado del otro por la noche, y no parecían tener intenciones de
irse a ninguna parte. Incluso había bebés, presuntamente esas víctimas de secuestro
parental, aunque también podían ser criaturas robadas de hospitales, de maternidades. Los
familiares enloquecidos los venían a buscar sin pensar demasiado en lo raro del caso, en lo
inquietante de que todos los chicos volvieran al mismo tiempo. Los primeros en irse de los
parques fueron, obviamente, los bebés. Entre los chicos grandes reinaba el silencio.
Ninguno decía mucho, ni parecía querer contar dónde había estado. Tampoco parecían
reconocer a las familias aunque se iban con los que los venían a buscar con una
mansedumbre que resultaba todavía más espeluznante.
Nadie sabía qué decir, tampoco, y circulaban hipótesis descabelladas. Como los chicos no
hablaban, no se podía afirmar que una organización criminal los había soltado a todos
juntos, por ejemplo, pero había diarios que sostenían esta posibilidad. Incluso hubo redadas
policiales, con detenidos que gritaban a cámara su inocencia, probablemente verdadera. No
había evidencias para acusarlos de algo con respecto a estos chicos. Pocos de los
investigadores, funcionarios y periodistas tenían la honestidad de Mechi o Pedro: ellos
sinceramente no tenían idea de lo que pasaba, no podían explicarlo; solamente sabían que
les daba mucho miedo.
Después del desconcierto eufórico de la primera semana, el escalofrío fue decantando.
Sucedió que la primera semana los «recuperados» fueron casos normales. Excepto, claro, el
caso del niño Juan Miguel, el muerto atropellado por el tren. Los medios habían decidido
que padre y madre de Juan Miguel eran pobres y borrachos, por lo tanto poco confiables, y
que se habían confundido de chico. La gente, para tranquilizarse, aceptó la versión. El resto
de la primer semana, entonces, todo transcurrió en relativa normalidad: chicos y chicas que
habían desaparecido recientemente, de familias más o menos estables, sin señales de
violencia. Casi finales felices. Pero al promediar la segunda semana, se fue instalando un
miedo sordo que nadie se animaba a vocalizar por temor a que los ecos no terminaran
nunca. Uno de los detonantes fue el caso de Victoria Caride. Una chica estudiante de
Ciencias Económicas, una de las pocas desaparecidas de clase media alta, de quien se decía
que había sido secuestrada por una red de trata de mujeres, o que había sufrido un brote
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psicótico cuando dejó de tomar sus antidepresivos, o que había huído con un hombre
casado. El caso de Victoria era un misterio, una chica que había salido a comprar galletitas
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y nunca había vuelto; una chica prolija, con amigos, dinero, una carrera universitaria y
dilemas morales que canalizaba trabajando en un comedor comunitario. Había desaparecido
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
hacía ya cinco años, y casi se habían perdido las esperanzas de encontrarla. Pero ahora
había aparecido en Parque Avellaneda, cerca de la estación del trencito antiguo que le daba
vueltas al predio, sentada en un banco mirando hacia la mansión que había sido casco de
estancia. Su familia se alborozó y ni bien la vieron por televisión —había un móvil en cada
parque, día y noche— vinieron a buscarla y se la llevaron estrujándola en un abrazo de
lágrimas y mocos.
Ni ellos ni nadie, en ese momento, se atrevieron a decir que Victoria, físicamente, no había
cambiado en nada en esos cinco años de ausencia y que tenía la misma ropa del día de la
desaparición, incluso la misma hebilla en el pelo para su cola de caballo de enrulado pelo
castaño.
El segundo caso resultó aún más difícil de explicar: Lorena López, una chica de Villa
Soldati que había escapado de su casa con un remisero, y lo había hecho embarazada de
cinco meses, apareció en el Rosedal de Parque Chacabuco, embarazada de cinco meses.
Había estado desaparecida un año y medio. Los médicos ginecólogos confirmaron que ése
era su primer embarazo. ¿Y entonces? No habrá estado embarazada cuando se fue, se habrá
tratado de un error, a lo mejor la chica mintió — el remisero no apareció para confirmar o
negar nada, y hacía bien, porque iría directo a la carcel por acostarse con una menor— , o
los médicos se equivocaban, cómo podían estar tan seguros. Lorena volvió a Soldati, pero
en quince días sus padres la «devolvieron» al juzgado de menores que le correspondía.
Pedro había visto la entrega. La madre, le contó a Mechi, le había dicho a la jueza: «Yo no
sé quién es esta, pero no es mi hija. Me equivoqué. Se parece mucho, pero no es mi hija. Yo
parí a Lorena. La reconocería en la oscuridad, sólo por el olor. Y esta no es mi hija». La
jueza ordenó un ADN, y se estaban esperando los resultados cuando apareció abajo del
monumento a Bolivar en Parque Rivadavia, charlando con otros chicos, uno de los
escapados más famosos, el Guachín o Super Guachín, nombre verdadero Jonathan
Ledesma. Guachín era un escapista crónico y un ladroncito precoz: a los doce años, se
había ido diez veces de su casa —en Pompeya— y había logrado violar la seguridad de dos
institutos de menores. La gente lo veía por todas partes, porque Guachín andaba por la calle
y arrebataba en los semáforos de 9 de Julio, pero nadie había conseguido localizarlo el
tiempo suficiente para que fuera restituido. Además, pasaban largas temporadas sin que se
supiera de su paradero en absoluto.
El caso de Guachín estaba cerrado, sin embargo. Hacía un año se lo había llevado por
delante un camión en Puente la Noria. Se había caído sobre el asfalto mareado de bolsear.
Las ruedas del camión le pisaron el pecho y no pudieron salvarlo. Pero la cara había
quedado intacta, igual que la cara de Juan Miguel, el chico del tren. Y era la misma cara de
las fotos y era la misma de este Guachín que estaba en el Parque Rivadavia, sólo que no era
posible que Guachín estuviera ahí con los otros aparecidos, porque Guachín estaba muerto.
Hasta Guachín, Mechi se había aguantado seguir trabajando en la oficina debajo de la
autopista, se aguantó ser parte del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y
Adolescentes. Pero cuando Guachín apareció vivo y sin las costillas clavadas en los
pulmones —ella había visto las fotos de la sangre en el pavimento, mezclada con algunas
tripas—, y después otro chico que desapareció a los ocho años apareció de ocho años a
168
pesar de que faltaba hacía seis, así que debía tener catorce, debía ser un adolescente y no un
nenito, Mechi se dio cuenta de que no podía soportar más, ni a los padres que primero se
alegraban y después se aterraban, ni las noticias sobre internaciones psiquiátricas ni las
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miradas de los chicos desde el Parque, sentados sobre el pasto, en las escaleras, en los
juegos para los infantiles, jugando con los gatos y hasta tratando de meterse en la pileta.
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Ella acomodaba archivos, ella no podía explicar este regreso sobrenatural, ella quería
volver el tiempo atrás.
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Mechi tenía decidida la renuncia cuando invitó a Pedro a comer esa noche. Había
desconectado el cable para no seguir escuchando la histeria sobre los chicos que volvían
por televisión. Con Internet le bastaba: podía pasar horas leyendo noticias y teorías,
visitando los foros pero jamás participando para no enloquecerse. Había entrado varias
veces al MySpace de Vanadis. Los mensajes se habían interrumpido repentinamente,
excepto los de Cero Negativo, el tatuador. El último, que había dejado hacía ya varios días,
decía: «Te voy a buscar esta noche».
La mudanza también la preocupaba. No tenía dinero para alquilar otro departamento, no
había ahorrado —su sueldo tampoco se lo permitía—, así que debía volver a la casa de sus
padres. Ya lo había consultado con ellos, que parecían encantados ante su regreso. Le daba
lástima dejar el departamento. Tenía una hermosa bañadera que jamás había usado porque
debía arreglarle una filtración y no había encontrado el tiempo o las ganas de llamar a
alguien para que hiciera el trabajo. En otro momento, el dueño, que era muy quisquilloso,
seguramente rezongaría por el variado deterioro del lugar, que Mechi llevaba alquilando
casi dos años: los agujeros en las paredes, desde el balcón hasta la habitación, hechos para
que pudiera pasar el cable y ella se echara a mirar televisión en la cama. La mancha gris en
la pared blanca sobre la computadora, que alguien le había explicado era normal —el calor
de la máquina, el ventilador, algo así— pero que quedaba horrible y ella había empeorado
tratando de limpiarla con agua. Otra mancha era un desastre: la de vómito color vino tinto
en el pasillo camino a la habitación, resultado de una madrugada de borrachera y olvido;
Mechi se acordaba de un chico que la había acompañado hasta la puerta del edificio, al que
no había dejado entrar, y hasta de haber comprado Migral para el dolor de cabeza y una
Coca Cola para la resaca en el kiosko, pero nunca había podido acordarse de ese vómito
que encontró cuando se despertó la mañana siguiente, con una migraña radiante y toda la
ropa puesta, incluso las botas. Encontró ese vómito ahí, apestando, y las llaves del lado de
afuera de la cerradura. Por suerte nadie se las había llevado, por suerte ni sus vecinos se
habían dado cuenta, porque de paranoicos habrían llamado a la policía.
Pero era posible que el dueño no le dijera nada. Incluso era posible que ni siquiera le
cobrara los últimos meses de alquiler. La gente se comportaba de maneras muy extrañas
desde que los chicos habían vuelto, con una indolencia depresiva, evidente en las miradas
perdidas de los kiosqueros que se dejaban robar alfajores como si no les importara o en los
empleados del subte que, si uno no tenía cambio, dejaban pasar gratis. Había una calma
asordinada en todas partes, gran silencio en los colectivos, menos llamados de teléfono, la
televisión encendida hasta tarde en los departamentos. Pocos salían y nadie se acercaba a
los parques donde vivían los chicos. Ellos seguían sin hacer nada, solamente estaban allí. A
meses del primer regreso, algo se había hecho evidente para la gente: los chicos no comían.
Al principio había quienes les llevaban fruta y pizza y pollo al horno, y ellos aceptaban con
una sonrisa, pero nunca comían delante de las cámaras ni de los vecinos que les acercaban
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la cena. Con el tiempo, algún camarógrafo más osado, y algunas personas con camaritas,
comenzaron a registrar los hábitos diarios de los chicos. Dormían, eso sí, pero no comían,
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ni bebían.
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No parecían necesitar agua para lavarse, tampoco, por lo menos nunca se bañaban,
solamente jugaban con el agua de las piletas públicas, las fuentes y los estanques que tenían
los parques. Nadie quería hablar de eso, porque era indecible que los chicos no se
alimentaran. Incluso pareció descender una sensación de tranquilidad cuando un
comerciante de Parque Avellaneda aseguró que los chicos habían entrado a su
supermercado de noche y se habían llevado montones de latas y lácteos. Pero después
resultó que había sido un robo común, y los jóvenes responsables vivían en los monoblocs
cercanos. Cuando se desmintió lo del supermercado, la ciudad volvió a contener el aliento,
volvió a su espera insomne.
Pedro llegó puntual: habían quedado a las diez, y a las diez estuvo. Era raro que llegara a
horario, no solamente porque él era impuntual sino porque el diario solía retenerlo con
cuestiones de último momento. Ya no: estaba en animación suspendida, como casi todo lo
demás. Otro ejemplo era el chico del delivery que les trajo la pizza: tocó timbres de otros
departamentos antes de dar con el de Mechi, pidió disculpas entre dientes diciendo que se le
había perdido el papelito donde tenía anotado el número de piso y casi se fue sin darles el
cambio, pero no para quedarse con la plata, sino porque no estaba prestando atención.
Mechi le comentó a Pedro la actitud del chico del delivery mientras cortaba la pizza —eso
también: ya nunca venía cortada en porciones— y él dijo que no con la cabeza y abrió un
vino. Parecía decidido a emborracharse con firmeza, con la esperanza de la anestesia y el
olvido.
—Mechi, mamita, ¿qué carajo es esto? —dijo, después de darle el primer sorbo a su copa—
. Te juro que yo tenía las pistas de los traficantes, de los fiolos, y de repente las guachas
aparecen acá, como si nada, y se cae todo a pedazos. Me arruinaron el laburo de todos estos
años. Como si no hubiera sido real. Pero te juro que mi investigación es real, ¡puta madre,
no es mía nomás! ¡Fijate hasta dónde había llegado la fiscal!
—¿Ella renunció?
—En eso está.
—¿Y el video de Vanadis?
—Esa pendeja satánica. Lo voy a vender a un programa de tele. Me dan la plata y te juro
que me voy a vivir a Montevideo, a Brasil, ya fue, ya fue. Vení conmigo Mechi, esto es
cosa de mandinga como decía mi abuela.
—El otro día leí algo en internet que me pareció… no sé, es una pavada.
—No andes tanto en Internet que enloquece a la gente. Pero contame.
—No me acuerdo muy bien, pero es algo así. Los japoneses creen que después de morir, las
almas van a un lugar que tiene, digamos, un cupo limitado. Y que cuando se llegue a ese
límite, cuando no quede más lugar para las almas, van a empezar a volver a este mundo.
Esa vuelta es el anuncio del fin del mundo, en realidad.
Pedro se quedó callado. Pensó en la foto de Guachín con el pecho pegado al pavimento y
las piernas partidas en tres partes que había visto en el juzgado.
—Qué concepto más inmobiliario del más allá tienen estos japoneses.
—Mucha gente en un país chico.
—Pero sí Mechi, puede ser. Puede ser que estén volviendo. Puede ser cualquier cosa,
170
yo no sé
más que creer. Anoche fui al Moridero, a la cárcel de Caseros.
—¿Fuiste a buscar a la amiga de Vanadis?
Página
—Si, bueno… no sé a qué fui. Es al pedo encontrarla ahora, ¿no? Fui a ver qué onda. ¿Y
sabés lo que pasa ahí? No hay nadie.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
—Cómo no va a haber nadie, si estaba lleno de pibes paqueros, yo pasé varias veces cerca,
había gente drogada por todos lados.
—Todos me dicen lo mismo en el barrio, y yo les digo que vayan a ver, como hice yo. No
queda nadie. Me metí, de día porque estoy loco pero no tanto, y hay ropa por todos lados,
cartones, colchones, hasta un par de carpas, miralos a los guachos con carpas, ¡una Doite
tenían!… algún guacho de clase media hecho mierda. Gente no. Escuché algo, vi una
sombra que se movió rápido, me cagué en las patas y me fui.
—Debió ser un perro.
—Qué se yo, puede ser cualquier cosa. En serio que no queda nadie ahí. Como si se
hubieran escapado.
Se quedaron callados. Apenas habían tocado la pizza.
—¿Te vas a ir de Buenos Aires?
—No tengo más ganas de estar en esta ciudad llena de aparecidos con toda la gente loca, no
se aguanta Mechi, ¿y vos por qué te vas a quedar?
—No tengo un mango.
—Pero yo sí y te presto… nos vamos un tiempo, hasta que pase algo. No soporto esperar,
¿te diste cuenta que todos están esperando algo? Les van a prender fuego a los pibes. Los
van a gasear, les van a mandar la policía, yo no quiero ver eso. O los pibes van a empezar a
atacar a la gente.
—Me parece que vos también estuviste pasando mucho tiempo en Internet.
—Y sí, por eso te digo que enloquece a la gente. Me voy hasta que pase lo que tenga que
pasar, y estaría bueno que vengas conmigo.
Mechi se quedó callada y después miró a Pedro. Movía la pierna derecha como si estuviera
activada por un mecanismo. Se tocaba tanto el pelo que lo tenía engrasado. No, con Pedro
ella no iba a irse a ningún lado. Además, quería quedarse a ver qué era eso que tenía que
pasar. —¿Vas a venir conmigo, amiga?
—No.
—Sos más terca.
—¿Cómo sabés que no pasa en otros lados?
—¡Porque no pasa! Es en Buenos Aires nomás, vos sabés que es acá, te vas a Mar del Plata
y ya no hay nada así, no te hagas la boluda.
—No, quiero decir cómo sabés que no va a empezar a pasar en otros lados.
—Sos satánica, Mechi. ¿Qué te imaginás, un plan fin del mundo onda vuelven los muertos
vivos? Muchos de esos chicos no estaban muertos, para empezar. Cortala con Internet.
Se abrazaron fuerte cuando Pedro se fue de madrugada. Tenía decidido irse a Brasil, a
la casa de un amigo suyo que trabajaba en un diario de San Pablo y al que le encantaría
tener a un periodista de Buenos Aires testigo del regreso de los chicos, que, claro, ya tenía
fama internacional. Antes de irse, le contó que su jefe le había autorizado las largas
vacaciones de cuatro semanas sin pestañear, casi aliviado. Pedro le dijo a Mechi que tuvo la
sensación de que el jefe no lo quería cerca. Que le tenía miedo.
171
8
Mechi notó en seguida que sus padres estaban un poco ausentes, como la mayoría de la
Página
gente con la que se cruzaba, pero que, mientras la ayudaban a acomodar sus cosas en su
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
habitación —la que había sido suya desde niña— también tenían mucha curiosidad por
saber más, por averiguar, por preguntarle. Pudo sentir la decepción y un dejo de
incredulidad cuando les dijo que no sabía nada, que de verdad estaba tan desconcertada
como todos los demás. Los muchachos de la mudanza terminaron de acomodar sus pocos
muebles en un galpón del fondo; la casa de sus padres era bien de barrio, en Villa Devoto,
hasta tenía una pileta de natación no muy grande, y mucho espacio. Ahora que estaba ahí,
Mechi sintió que era un buen lugar para descansar.
Y quedaba lejos de los parques, eso también era bueno, muy bueno.
La renuncia al trabajo había empezado muy normal, con el jefe del Consejo asegurándole
que entendía perfectamente. Era un hombre razonable y parecía sinceramente
conmocionado, con ojeras y un derrame en el ojo izquierdo. Cuando fue a buscar sus cosas
a la oficina, la situación resultó mas extraña. Graciela no estaba, por empezar. María Laura,
la otra empleada de mostrador, le dijo con una agresividad incontenible que había pedido
carpeta psiquiátrica, que quién sabe si volvía a trabajar, que estaba con ataques de pánico
gravísimos y no podía salir de la cama. Pobre Graciela, dijo Mechi. Y entonces María
Laura le tiró con un pisapapeles. Mechi lo esquivó por muy poco, y se la quedó mirando:
María Laura, con su pelo teñido de un feo color borravino, con la cara furiosa, los dientes
salidos, el cuello tenso, una gárgola en una oficina debajo de la autopista. —¡Rajá de acá
porque te mato!
—¡Qué pasa, qué te pasa!
Y María Laura empezó a gritarle desaforada que era culpa de ella, que ella había traído a
esa putita, a la negrita esa, ella la había traido del parque esa mañana, Graciela estaba loca
por su culpa, y ella también iba a terminar mal por su culpa, pero el tupé que tenés de
volver a buscar tus cosas, te las tendríamos que haber quemado, tendrías que estar presa, no
sé, vos empezaste eso con esa negra puta, a las dos las tendrían que matar pero este
gobierno cagón no hace nada, nada, nada…
Mechi salió corriendo con las pocas cosas que había logrado juntar en su cartera. De todas
maneras, no guardaba demasiado en los cajones de su oficina. Lamentaba dejar el archivo,
pero igual no hubiera podido llevárselo, no era suyo, y de todas maneras Pedro le había
dejado las fotocopias de algunas carpetas, incluida la de Vanadis, antes de tomar el avión a
Brasil.
De alguna manera entendía a María Laura. Había que culpar a alguien y, cierto, ella había
traído a Vanadis y así había empezado lo de los chicos que volvían. Lo que sí la perturbaba
era que se había sentido en peligro. María Laura hubiera sido capaz de matarla. No lo había
hecho solamente porque Graciela apenas estaba un poco loca, y los chicos de los parques
no hacían nada, y ella mal o bien todavía estaba trabajando. El pisapapeles, sin embargo,
había sido dirigido directo a su cabeza, y le podría haber pegado. Renunciar había sido una
gran idea.
Esperó el 134 que la llevaba a Villa Devoto en una esquina frente al Parque. Apenas se veía
a los chicos, porque esa zona tenía terraplén, y ellos no se acercaban demasiado a la orilla,
deambulaban por adentro. Lo impresionante era que, antes, la vereda que rodeaba al Parque
Chacabuco era usada por decenas de personas para correr a cualquier hora del día, y entre
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los deportistas se mezclaban los que salían del subte, que tenía una de sus bocas muy cerca
del Rosedal frente a la Avenida, y los vecinos que paseaban a sus perros. Ahora las veredas
estaban desiertas, y la boca del subte cerrada hasta nuevo aviso. Ella era la única esperando
Página
dejó atrás volvió a manejar de manera razonable. Mechi se dio cuenta de que era un milagro
que le hubiera parado.
9
Pasó la primera noche con sus padres de manera bastante apacible, salvo cuando ellos se
fueron al sillón del living después de comer y encendieron la televisión. Mechi no quiso
quedarse, y sus padres se molestaron. No podés evadirte de la realidad, le dijeron, y ella los
ignoró y se encerró en su habitación. Sabía lo que ellos esperaban: querían ver, repetido una
y otra vez como acostumbraban los canales de noticias, el informe sobre los padres que se
habían suicidado en El Palomar después de echar a su hija recuperada a la calle. La chica se
había escapado tres años atrás, después de una discusión aparentemente bestial: el padre le
había pegado. Cuando volvió —era una de las chicas de Parque Centenario— tenía un
párpado hinchado y el labio inferior partido, sangrando, como si los golpes hubieran
ocurrido veinticuatro horas antes. Era una chica bajita, de pelo corto y rubio, con un
piercing en la nariz. Mechi sabía lo de los golpes del padre por el archivo, y suponía que los
periodistas debían conocer también esa información, pero cuando la chica volvió no la
dieron, sencillamente mostraron el encuentro emotivo, y se preguntaron «dónde se habría
caído Marisol». Se lo preguntaron a ella, directamente, que dijo «no me caí» y nada más.
No quisieron saber si alguien le había pegado. Para Mechi ese silencio tan selectivo fue la
prueba de que tenían el dato de la golpiza del padre y no lo estaban dando porque… claro,
porque la golpiza había pasado tres años atrás. Años en los que Marisol había conservado el
mismo, exacto, largo y color de pelo que cuando se había escapado.
Mechi a veces temblaba de furia ante tanta cobardía, tanta puerilidad. Quería que alguien
empezara a gritar por televisión, que aullara, que dijera «esto es más raro que la mierda,
quiénes son estos chicos, quiénes son».
Ahora lamentaba haber deseado la ruptura del dique de contención. Porque estaba pasando,
y la histeria era alta. La madre y el padre se habían acostado en la cama, juntos, con una
foto de Marisol bebé entre los dos. Él se había disparado primero, en la sien. Después ella
le sacó el arma de la mano, se la metió el boca, y se voló la cabeza. Dejaron una nota que
decía lo que tantos padres habían dicho anteriormente: «Eso no es nuestra hija».
Marisol se fue después de los disparos, los vecinos la vieron salir, y la corrieron con palos y
piedras. Uno incluso le disparó de lejos. ¿Había empezado la caza que Pedro le había
insinuado? Hasta ese momento, los padres sencillamente devolvían a los hijos, y si no
podían manejar la demencial situación, cuanto mucho eran internados en psquiátricos, y los
chicos volvían a los Parques. Los padres tampoco daban detalles de por qué la convivencia
había resultado tan insoportable. Se sabía que algunos programas de radio y TV, e incluso
diarios y revistas, pagaban por entrevistas con estos padres que devolvían a sus hijos, pero,
insólitamente para gentes tan locuaces y familiarizadas con los medios como los porteños,
ninguno quiso hablar.
El suicido de el Palomar no había sido el único. Hacía unos días, Mechi había vuelto a
entrar en el MySpace de Vanadis, en busca del tatuador. Y había encontrado un nuevo
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mensaje después de muchos días de silencio. Decía: «te fui a ver pero no sos vos. Vos tenés
los dientes blancos de vampira te acordás cómo jugábamos, la que yo vi y no me reconoció
es una copia no tiene tu boca pero no me lo banco no me lo banco. Chau vanadis, ¿y si nos
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vemos mi amor?».
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Ese «y si nos vemos» alertó a Mechi, que cliqueó en el perfil de Cero Negativo. Y no le
costó nada deducir por los comentarios de los amigos del tatuador que se había suicidado.
Salió de la página cuando se le llenaron los ojos de lágrimas. No podía permitirse llorar por
un hombre de treinta años que se había enamorado de una nena de catorce. No debía sentir
lástima por él. La quería, cierto, pero era un enfermo. Podía, sí, llorar por ella misma.
Porque nunca había sentido nada remotamente parecido a lo que el tatuador sentía por
Vanadis.
El suicidio de Cero Negativo pasó desapercibido. Con el de Palomar, en cambio,
empezaron a aparecer voces. Los vecinos de los padres muertos decían que, desde que la
chica había vuelto, escuchaban los gemidos de la madre, toda la noche, sin parar. Un
carnicero le había preguntado al padre sobre Marisol y él le dijo que estaba todo bien, nada
más que la nena estaba muy callada. Todos coincidían en que la chica nunca salía. Otros la
acusaban a ella, decían que los padres nunca se hubieran suicidado, que eran creyentes y
correctísimos, que esa chica los había matado. Después, la catarata. Otros padres
empezaron a contar sus pequeños relatos, sus justificaciones para el abandono después del
reencuentro. Mechi no quería escucharlos: de alguna manera le parecía injusto con los
chicos. A lo mejor eran monstruos, quién sabe qué eran, pero se merecían cobijo, era
injusto que durmieran a la intemperie, como animales.
Eso pensaba de día. Pero de noche, con el sonido lejano de la televisión de sus padres y la
fotocopia del archivo bajo la cama, veía la sonrisa de dientes torcidos de Vanadis, pensaba
en ese video que nunca había visto —que probablemente muy pronto aparecería en la
televisión si Pedro había logrado venderlo— y pensaba que ella tampoco la tendría en su
casa, a esa chica quieta de pelo negro y la espantosa sonrisa, esa chica que casi la había
enamorado y ahora se le aparecía en pesadillas.
10
El suicidio de los padres de Marisol y la reacción de los vecinos, que con los días ya pedían
linchamientos —o por lo menos ejecución de la chica acusada de asesina— sirvió para que
el cambio ocurriera. O más bien el desplazamiento. Los chicos empezaron a desocupar los
parques. Se iban en procesiones, en medio de la noche, entre la niebla: el éxodo se hacía en
invierno. Cuando marchaban por las avenidas, la gente salía a mirarlos desde los balcones.
Alguno gritó un insulto, pero fue silenciado. El retiro era en silencio. Tan silenciosamente
como habían llegado se retiraban. Caminaban por el medio de las calles, como si no les
tuvieran miedo al tránsito. La policía, por precaución o por no saber qué hacer, cortó el
tránsito en las calles principales. Duró varios días. Pedro le mandó a Mechi un mail desde
San Pablo, donde ahora era el especialista sobre los chicos argentinos que habían vuelto
(Pedro siempre se las arreglaba para que las cosas le funcionaran). El mail decía: «Lo vi por
la tele. Tenebroso, mamita. Acá están todos enloquecidos, los brasucas no tienen miedo, no
son cagones como nosotros, y se quieren ir para allá para ver todo de cerca. Esta gente es
distinta, re copada, tenés que venir, te cambian la cabeza. Te decía, ¿sabés a qué me hizo
acordar la procesión esta de los pibes? A cuando en París trasladaron los cementerios, a
fines del siglo 18. Una cosa re loca. Parece que los cementerios estaban a reventar y eran un
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foco infeccioso, una mugre total, entonces se decidió mandar todos los huesos bajo tierra y
mover los cementerios a las afueras. Mudaron los huesos durante años, de noche, en carros,
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con caballos con frazadas negras encima para que estuvieran a tono y monjes cantando, y
claro las velas. Vos te preguntarás cómo sé esto y es nomás porque de turista re obvio me
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
fui a las Catacumbas cuando tenía guita para visitar Europa!!! Y ahí te explican. Siempre
me lo imaginé medio como esto.
Quedé medio obse con eso que dijiste de que los japoneses creen que cuando no hay más
lugar para las almas, se vuelven. Los huesos de las catacumbas es medio así, terminaron
allá abajo porque en los cementerios no había más lugar. No sé, cosas raras. No tengas
pesadillas. Vení a visitarme. No, mejor quedate y contame».
Mechi pensó en los monjes y los huesos, y entendió qué quería decir Pedro. El retiro de los
chicos era fúnebre y tenía algo de religioso.
Lo extraño era hacia adónde iban. El primer grupo, el de Parque Rivadavia, marcó la
dirección: primero se separaron y después cada columna se metió en diferentes casas
abandonadas. Trescientos chicos se metieron en la casa de la palmera de la calle Riobamba,
en pleno centro. Otros trescientos en la esquina del pasaje Igualdad, en el barrio Caferatta
de Parque Chababuco, una casa pintada de rosa que perdía su color con el abandono. Tenía
una ventana solitaria muy cerca del techo a dos aguas, que cuando los chicos entraron
dejaron abierta. El barrio, pequeño y nuevo rico, estaba aterrorizado, pero a los policías, en
sus garitas de seguridad instaladas en las esquinas, no se les ocurrió qué hacer, y una vez
que los chicos estuvieron adentro, no se atrevieron a intentar sacarlos.
No lo hicieron siquiera con orden del juez.
Tenían miedo. No entendían cómo habían logrado penetrar esa casa. Es que la puerta y las
ventanas de la casa rosada —excepto la del medio— estaban tapiadas con ladrillos y los
chicos igual habían pasado. Nadie podía explicar cómo. Los habían visto entrar, pero
aseguraban que no habían atravesado los ladrillos, no era eso exactamente. Simplemente
habían pasado, como si los ladrillos no existieran.
La líder del grupo de Caferatta era Vanadis, que había sido repudiada por su familia dos
semanas después de haber sido recibida con alegría, con el mismo argumento que solían dar
todas las familias cuando echaban a los chicos a la calle o los depositaban en la puerta de
un juzgado, o los devolvían a los parques: esta no es la chica que nosotros conocíamos, esta
no es nuestra nena. No sabemos quién es. Tiene el mismo aspecto, la misma voz, responde
al mismo nombre, es igual hasta el último detalle, pero no es nuestra hija. Hagan con ella lo
que quieran. No queremos verla más.
Mechi se enteró por el diario sobre Vanadis y la casa rosada. Había una foto de la chica en
la ventana del primer piso, asomada, con la boca cerrada y los ojos clavados en el lente de
la cámara. Le dio vértigo esa mirada, le transpiraban las manos. Quería ver a Vanadis,
quería preguntarle cosas, qué estúpida no haberlo hecho cuando la encontró en las escaleras
de la fuente del parque; quería hablar con ella a pesar de que ahora le tenía mucho miedo,
porque estaba segura de que la verdadera Vanadis era la del video, una adolescente
asesinada por hombres panzones en un hotel mugroso del conurbano, usada y exterminada,
una adolescente que se creía muy callejera y se arriesgaba demasiado confiando en la
inmunidad que podía ofrecerle su hermosura.
Había visto el video en la televisión. Pedro lo había vendido con éxito, y le avisó cuándo lo
emitirían. El rostro de la chica se veía claramente y era el de Vanadis. Y aunque Pedro
creyera que esa chica filmada podía estar viva, Mechi estaba segura de que no. Las últimas
175
palabras del tatuador la habían convencido: en el video la chica tenía la boca entreabierta y
se veían los dientes afilados, grandes, agudos, esos dientes de vampira de los que hablaba el
tatuador. ¿Podía el tiempo haberlos arruinado? No tanto. No así. Los dientes de la Vanadis
Página
aparecida no sólo eran amarillentos: estaban rotos, torcidos. Para Mechi, esa era la prueba
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
de que Vanadis estaba muerta y la chica de la casa rosada no era ella, pero quería verla,
quería hablarle, lo necesitaba.
El viaje en colectivo fue extraño. La gente mantenía la distancia, evitaba tocarse, como si
los demás albergaran una enfermedad contagiosa. Mechi no le había dicho a sus padres
adónde iba. No quería preocuparlos. Había salido apenas con las llaves en el bolsillo, y les
dijo que salía a caminar por el barrio inglés, la parte más linda de Villa Devoto. Pero lo que
hizo fue correr a la avenida y tomarse el 134. ¿Por qué había corrido? Ultimamente sentía
que sus padres la vigilaban. Incluso, una vez, mientras dormía, escuchó que cerraban la
puerta de la habitación, como si la hubieran estado espiando. Creía que le tenían un poco de
miedo. Se estaba acercando el momento de mudarse, de dejar la casa natal otra vez.
El perímetro del Caferatta estaba custodiado: Mechi se podía imaginar a esas familias de
clase media que había conocido en sus años de trabajo ahí, debían haber enloquecido
directamente, porque no eran capaces de comprender ninguna interrupción a sus cómodas
vidas. Sin embargo, los policías la dejaron pasar. Estaban pálidos y temblorosos. Saldrían
corriendo a la menor señal rara de los chicos de la casa, Mechi estaba segura. Si eso pasaba,
¿enviarían al ejército? ¿Los matarían a todos, como había visto pedir a una madre por
televisión, una madre que decía que eran como cáscaras, que estos chicos no tenían nada
adentro?
A lo mejor. Pero todavía no.
Mechi se paró en la vereda frente a la casa rosada, del lado de la pequeña ventana que
seguía abierta. Había sol, era un día helado de invierno, pero despejado, con el cielo de un
azul claro enceguecedor. Formó una bocina con las manos y gritó el nombre de Vanadis.
Escuchó vagamente inquietas persianas y puertas en las otras casas, incluso escuchó
acercarse al policía, pero no prestó atención, clavó la vista en la ventana blanca, esperando.
Vanadis asomó la cabeza, esa cabeza de diosa centroamericana, Bianca Jagger adolescente,
y la saludó con un gesto casi imperceptible. Había reconocimiento en sus ojos oscuros.
Mechi quiso hablar pero notó que el temblor y los latidos del corazón no la dejaban decir
nada. Respiró hondo hasta que se tranquilizó y pudo decir algo, aunque la voz le salió
temblorosa y mucho más aguda de lo normal.
—Hola Vanadis. ¿Qué hacen ahí, por qué se metieron ahí?
Vanadis no le respondió. Mechi le preguntó cuántos eran, Vanadis dijo que muchos, que no
podía saber bien, que estaba oscuro. Le preguntó de dónde venían, Vanadis dijo que de
muchos lugares distintos. Le preguntó si quería volver con sus padres, y Vanadis le dijo que
no y agregó que ninguno quería. Y después dijo, más alto y claro, como si al fin contestara
la primera pregunta:
—Acá arriba vivimos todos.
Y empezaron a aparecer otros chicos, sus caras formando un círculo alrededor de Vanadis.
Mechi reconoció a la mayoría, adolescentes y niños, escapados y raptados, vivos y muertos.
—¿Se van a quedar mucho ahí arriba?
Todos juntos, los chicos le contestaron: «En verano bajamos». Mechi sintió entonces que
no eran chicos, que formaban un organismo, un ser completo que se movía en manada. Las
manos del policía de la esquina la tomaron de los hombros y Mechi gritó, sobresaltada.
176
Había estado a punto de pegarle pero se contuvo cuando vio que el policía, un hombre de
unos sesenta años —¿por qué no mandaban a alguien más joven?— estaba tan asustado
como ella, o incluso mucho más. —Señorita, por favor, retírese.
Página
—No me obligue, por favor—. El policía la había agarrado de la cintura y los hombros, y
aunque era un hombre mayor, tenía fuerza, la suficiente para arrastrarla lejos de la casa
rosada.
—Ya me voy, suélteme —gritó Mechi, pero él no lo hizo, y la siguió arrastrando. De las
casas vecinas empezaron a escucharse gritos, pedidos de «oficial sáquela, déjennnos en
paz» y hasta golpes en las persianas. Mechi perdió de vista la casa rosada y de un tirón que
la hizo gritar, por el esfuerzo, logró soltarse del abrazo del policía y corrió hacia la avenida
Asamblea pensando que se iba a ir lejos antes del verano, antes de que bajaran, a lo mejor
con Pedro, a un lugar donde los chicos no volvieran de donde fuera que se habían ido.
ACTIVIDAD 11:
1) ¿ES CHICOS QUE VUELVEN LITERATURA FANTÁSTICA?
SI, NO, POR QUÉ
2) ¿A QUE SE DEBE EL TÍTULO DE LA OBRA?
3) ¿QUÉ HAY DE REALISMO EN LA OBRA? ¿CUÁL ES LA
NECESIDAD DE QUE HAYA REALISMO EN ESTA CLASE
DE HISTORIAS? ¿CUÁNDO SE VE “INTERRUMPIDO”?
Aunque intentaremos dibujar un mapa conceptual que defina las fronteras que separan a
los géneros fantástico y de ciencia ficción, en la práctica vendrán a ser convenciones
tradicionalmente colindantes, de las que una obra participa en mayor o menor medida y
sin llegar a pertenecer por completo, o en exclusiva, a ninguna de estas lógicas genéricas.
En primer lugar, para definir si un texto participa del género fantástico y/o de la ciencia-
ficción, es imprescindible analizar su adecuación al mundo extratextual contemporáneo a
la creación del mismo. Es más, para ser más precisos, hemos de hablar de una
comparativa entre dos convenciones: lo literario y lo real [Roas, 2001: 154]. En este
sentido, las categorías realidad y fantasía/ciencia ficción son necesariamente deudoras de
su contexto histórico. Dicho de otro modo: que encuadremos un texto en los géneros
realista, fantástico o de ciencia-ficción pasa por establecer una correspondencia entre el
texto y los parámetros que el lector del mismo establece como extratextuales.
Por esto, la mayoría de los críticos coinciden en apuntar que la condición sine qua non
para que se produzca el efecto fantástico es la presencia de un fenómeno sobrenatural
[Roas, 2001: 7-8]. En la literatura de ciencia-ficción, sin embargo, no se trata tanto de que
en la narración irrumpa lo sobrenatural, sino que en ella ocurran fenómenos imposibles,
con explicación racional, basados en avances tecnológicos o científicos. Si en un texto
fantástico se nos presenta un mundo similar al que habita el lector, y el fenómeno
sobrenatural viene a romper ese remanso de verosimilitud, en el de ciencia ficción se nos
lleva a un futuro más o menos lejano en el que el mundo ha sufrido cambios. En el
segundo caso, todo nos resulta al mismo tiempo familiar y futurible: los potenciales
avances científicos y técnicos se han hecho realidad y podemos comprobar sus
consecuencias.
Este primer acercamiento a los términos nos lleva a una primera conclusión: los términos
“real” y “fantástico” se retroalimentan; y es que el primero es la afirmación de la
experiencia y el segundo, su negación [Campra, 2001: 153-154]. Si uno es aquello que, en
oposición a lo imaginario, existe o ha existido, el otro (ningún adjetivo le queda tan bien a
178
En su ensayo Los mundos de la ciencia ficción, Umberto Eco nos ayuda a esclarecer algo
más estas cuestiones acerca de dichos géneros. Por un lado, nos presenta la narrativa
realista como aquella que plantea situaciones que, a pesar de no haber ocurrido, no
repudian a la lógica (¿Qué ocurriría si se cae un vaso de agua en tu ordenador en este
preciso momento?). Eco define, frente a la literatura realista, otra que “construye mundos
estructuralmente posibles” *Eco, 2000: 185+. Con “estructuralmente posibles”
entendemos que se refiere a otros mundos que, aunque no se corresponden con la
experiencia del mundo real, podrían haber ocurrido, podrían estar ocurriendo o podrían
suceder en un futuro (¿Y si en un futuro la batería de tu ordenador se pudiese recargar
vertiendo agua sobre el teclado?). La ciencia ficción lanza hipótesis de lo que, a pesar de
no ser, es pensable; como dice Eco, en este género el mundo que se nos presenta es
verosímil “precisamente porque las transformaciones que sufre no hacen sino completar
tendencias del mundo real” *Eco, 2000: 187+. De ahí que también se llame a la ciencia-
ficción literatura de anticipación.
Pues bien, confrontándolo con las apreciaciones de David Roas, sacamos en claro una
segunda conclusión: si un texto fantástico no puede funcionar sin la presencia de un
fenómeno sobrenatural, −inexplicable para la razón− la ciencia-ficción compartirá con lo
fantástico el que ambas construyen un mundo imaginario que nunca existió o al que aún
no hemos llegado; un mundo que no entra en los planes del lector. Además, aunque la
ciencia-ficción está sujeta a explicaciones racionales, cualquier texto de este género es
también fantástico hasta que se demuestre lo contrario: hasta que el devenir de los
avances hagan posible lo que en el texto se presentó como utópico/distópico (¿Y si las
baterías de los ordenadores nunca llegan a alimentarse con agua?). A fin de cuentas,
entendemos que la esencia de lo fantástico es, como dijo Borges, que “no puede ser, pero
es”, a lo que añadimos: si eso que se presenta como que “es” (igual si se presenta como
“fue” o como “será”), no solo “no puede ser” sino que “nunca, por motivos racionales,
podrá llegar a ser”; pertenecerá al género fantástico. En cambio, si eso que “es”, “fue” o
“será” recoge esperanzas (o miedos) de que “algún día puede llegar a ser”, estaremos, por
el momento, ante un texto de ciencia-ficción.
¿Qué ocurre con aquella literatura que imaginó, antes de la invención del avión, un
mundo futuro con aparatos que surcaban los cielos? Remitiéndonos de nuevo a la
importancia del texto y del mundo extratextual contemporáneo a su creación, podríamos
decir que esta literatura se concibió como ciencia-ficción, que muchos (los más incrédulos,
los que no establecían el pacto de ficción con la ciencia-ficción) lo tomarían en aquel
momento como literatura fantástica, y que, inventado el avión, sigue siendo un libro de
ciencia-ficción, pero desprovisto de la hipótesis del imposible; como una escopeta que, al
apretar el gatillo, suena a disparo, huele a pólvora, pero tan solo salen del cañón pompas
de jabón.
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¿A qué género pertenece Frankenstein o el moderno Prometeo? Las personas que agrupan
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esta novela en la ciencia-ficción son personas que aún guardan la esperanza de que, en un
futuro, el ser humano será capaz de infundir vida a un ente muerto. De cualquier modo,
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Tanto el doctor Darwin, como diversos escritores germanos que se ocuparon de fisiología,
han considerado posible el proceso que sirve de argumento a este libro. No quiero que se
me achaque la creencia de que puede concedérsele fe en mayor o menor grado a esta
fantasía, pero tomándola como la base de una obra fantástica, no he pensado que estaba
únicamente elaborando una serie de cuadros terroríficos y sobrenaturales. El hecho del
que depende el interés del relato, no presenta las dificultades de una simple narración de
espectros o de encantamientos. Destaca en él la novedad de las situaciones que expone y,
aunque imposible como hecho físico, ofrece para la imaginación y encuadre de las
pasiones humanas un punto de vista más extenso y profundo que cuanto puedan
proporcionar las relaciones ordinarias de los hechos ordinarios.*…+ [Shelley, 2011: 11]
La escritora no solo deja claro que no quería quedarse en “proporcionar las relaciones
ordinarias de los hechos ordinarios”. Aunque la novela se sustente de los géneros gótico y
fantástico, prefiere que no sea solo eso. Su voluntad era la de apoyarse en los avances
científicos de la época para plasmar los miedos que estos podían suscitar.
Por otro lado, cabe destacar que la novela no comience con la historia del doctor
Frankenstein y su criatura, sino que en aras de ganarse la confianza del lector, duplique los
narradores: se inicia con las misivas que le escribe un marinero a su hermana, y en una de
ellas le comenzará a contar que ha conocido al doctor Frankenstein, a quien encontraron
cerca del Polo Norte cuando iba en busca de alguien que huía de él. Mary Shelley da voz al
marinero, que a su vez da voz al doctor, de manera que la desconfianza del lector
disminuye ante semejante texto, y se establece el pacto de ficción.
Aún cabe destacar otro recurso para dotar de verosimilitud a un texto fantástico, y para
este caso acudiremos a las Aventuras de Arthur Gordon Pym, de Poe (como curiosidad, es
el libro que Magritte decidió dibujar en la rebaba de la chimenea en el cuadro La
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reproduction interdite (Portrait d´Edward James)). En la nota preliminar, Poe decide dar la
palabra al protagonista de la novela, Arthur G. Pym, para que el lector sepa a lo que se
enfrenta, a modo de “Sé que no me vas a creer, pero déjame que te cuente”:
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
*…+Una consideración que me desalentaba era que, no habiendo llevado diario alguno
durante buena parte del tiempo en que estuve ausente, temía no poder escribir de
memoria una relación tan minuciosa y detallada que tuviese la “apariencia” de veracidad
que realmente poseía, exceptuando tan sólo la natural e inevitable exageración a la que
todos somos propensos al narrar sucesos que han ejercido poderosa influencia en nuestra
imaginación. Otra razón era que, tratándose de acontecimientos de naturaleza tan
indudablemente maravillosa, y no teniendo medio de atestiguar debidamente mis
afirmaciones (a no ser por el testimonio de un solo individuo, el de un indio mestizo),
únicamente podía esperar que diesen crédito a mis palabras mi familia y aquellos amigos
que, por conocerme de toda la vida, tenían motivos para confiar en mi veracidad; por lo
cual, lo probable sería que el público en general considerase que yo publicaba meramente
una fantasía tan insolente como ingeniosa. *…+ *Poe, 1980: 9-10]
Genot ya apuntó que los sistemas reguladores de la verosimilitud de los textos son
variables, mientras que el texto es invariable [Genot, 31:1968]. Será este concepto de
verosimilitud un elemento que nos permitirá asomarnos en este artículo a la frontera
misma de estos géneros, puesto que para el estudio de lo verosímil, así como para su
cumplimiento, hemos de hablar de textos, extratextos y lectores. En este sentido, Genot
se refiere al texto como un todo, un discurso cerrado y coherente que se basta para a sí
mismo para ser comprendido. El mundo extratextual, compuesto por discursos políticos,
históricos, por la opinión pública o por las nociones mismas de género, se nos presenta,
sin embargo como algo difuso, abierto y amorfo, o como dijimos anteriormente, orgánico.
Pues bien, en un intento de “relativizar lo absoluto del texto” *Genot, 41: 1968+, el lector
busca allende las justificaciones, en sistemas reguladores propios de su época o del
género.
Para que sea tildado de fantástico, un texto debe ofrecernos justo lo contrario: apostando
181
en la que se nos niega una conclusión tranquilizadora. Es por eso por lo que Poe o Shelley
utilizaron recursos indirectos de verosimilitud en el texto. Porque, como dijo Borges,
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
“Todo relato (fantástico) digno de este nombre contiene, aún si lo mantiene oculto,
apartado, un cierto punto de retroceso, que abre todo un itinerario insospechado a la
voluntad de explicar” *Macherey, 1966: 279+. (¿Y si al ponerle punto y final a este artículo
bebiese agua, y con cada sorbo apareciesen erratas y faltas de ortografía que antes no
estaban en el texto?)
BIBLIOGRAFÍA
Roas, David, Teorías de lo fantástico, Arco libros, Madrid, 2001.
Campra, Rosalba, «Lo fantástico: una isotopía de la transgresión.», en Roas, David, Teorías de lo fantástico, Arco libros, Madrid, 2001, 153-192 pp.
Poe, Edgar A., Aventuras de Arturo Gordon Pym, Edaf, Madrid, 1980.
Genot, Gerard, «La escritura liberadora: lo verosímil en Jerusalén liberada del Tasso.», en Lo verosímil, Editorial Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires,
1970, 31-62 pp.
HIPERTEXTO BIBLIOGRAFÍA:
ACTIVIDAD 12:
1) LEER EL ENSAYO Y SUBRAYAR
IDEAS PRINCIPALES. REALIZAR
UNA SÍNTESIS DE NO MÁS DE UNA
CARILLA.
2) ¿QUÉ ES LA CIENCIA FICCIÓN?
http://www.pliegosuelto.com/?p=441
182
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
REVOLUCIONES Y LITERATURA
La separación de los términos de utopía y distopía sucede entre los siglos XVIII y XX, con
uno de los elementos que caracteriza a la distopía: el ataque a los defectos de la sociedad.
En 1726, Jonathan Swift escribe una novela en una mezcla utópica de sátira y parodia a la
sociedad llamada Los viajes de Gulliver, utilizando recursos narrativos de la novela de
viajes.7
Para retratar los males de una sociedad ficticia, las distopías se caracterizan por:
1. Poseer una naturaleza real: ya que tienen un fundamento real para reflejar su
trama;
2. Poseer una naturaleza irreal: utópica para describir estados sociales y/o políticos
ilusorios e imaginados.9
La mayor parte de las distopías describen sociedades que son consecuencia de tendencias
sociales actuales y que llevan a situaciones totalmente indeseables.1 Surgen como obras
de advertencia, o como sátiras, que muestran las tendencias actuales extrapoladas en
finales apocalípticos.
Las distopías guardan mucha relación con la época y el contexto socio-político en que se
conciben. Por ejemplo, algunas distopías de la primera mitad del siglo XX o a mediados de
siglo advertían de los peligros del socialismo de Estado, de la mediocridad generalizada,
del control social, de la evolución de las democracias liberales hacia sociedades
totalitarias, del consumismo y el aislamiento. Ejemplos de ello son: Nosotros de Yevgueni
Zamiatin, Señor del Mundo de Robert Hugh Benson, 1984 de George Orwell, Mercaderes
del espacio de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth, Un mundo feliz de Aldous Huxley y
Fahrenheit 451 de Ray Bradbury).
Otras más recientes son obras de ciencia ficción ambientadas en un futuro cercano y
etiquetadas como ciberpunk, que utilizan una ambientación distópica en que el mundo se
encuentra coercitivamente dominado por las grandes transnacionales capitalistas con
altos grados de sofisticación tecnológica y carácter represivo.
1984 es una novela política de ficción distópica, escrita por George Orwell entre 1947 y
1948 y publicada el 8 de junio de 1949. La novela introdujo los conceptos del
omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor, de la notoria habitación 101,
de la ubicua policía del Pensamiento y de la neolengua, adaptación del inglés en la que se
reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el siguiente principio:
Lo que no está en la lengua, no puede ser pensado.
Se la considera como una de las obras cumbre de la trilogía de las distopías de principios
del siglo XX (también clasificadas como ciencia ficción distópica), junto a la novela de 1932
Un mundo feliz (Brave new world en inglés), de Aldous Huxley, y Fahrenheit 451 de Ray
Bradbury. Algunos consideran a esta novela un plagio de la obra Nosotros escrita por
Yevgeni Zamiatin en 1921. Por su parte Orwell reconoció la influencia de la misma en su
novela.
185
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Historia de la novela
La novela fue escrita por George Orwell bajo el título de trabajo de El último hombre de
Europa (The Last Man in Europe en inglés). No obstante, los editores tanto en el Reino
Unido como en Estados Unidos, en donde fue lanzado el libro de forma simultánea,
cambiaron el nombre a Mil novecientos ochenta y cuatro por motivos comerciales. En ese
año transcurre la acción narrada en el libro. Publicado inicialmente el 8 de junio de 1949,
el grueso de la novela fue escrito por Orwell en la isla de Jura en Escocia en 1948, aunque
Orwell había estado escribiendo pequeñas partes desde 1945.
El título 1984 es el resultado de intercambiar la posición de los dos últimos dígitos del año
en el que se escribió el libro, 1948.
En la novela, la sociedad localizada en una futura Inglaterra, parte del Imperio de Oceanía,
y se encuentra dividida en tres grupos. Los miembros “externos” del Partido Único, los
miembros del Consejo dirigente, o círculo interior del partido, y una masa de gente
marginada que vive atemorizada y aislada de la política, los plebeyos.
Los miembros “externos” constituyen la burocracia del aparato estatal (de ahí la
necesidad de la estricta vigilancia), viven sometidos a un control asfixiante y a una
propaganda alienante que los desmoraliza y les impide pensar críticamente. El estado
suprime todo derecho y los condena a una existencia poco más que miserable, con riesgo
de perder la vida o sufrir vejámenes espantosos si no demostrasen suficiente fidelidad y
adhesión a la causa nacional. Para ello se organizan numerosas manifestaciones donde se
requiere la participación activa de los miembros, gritando las consignas favorables al
partido, vociferando contra los supuestos traidores, dando rienda suelta al más
desaforado fanatismo. Sólo con fervor fanático se puede escapar a la omnipresente
186
La novela es una descripción analítica de los regímenes totalitarios, muy en particular del
régimen stalinista. El título que se le da al gran dictador así lo sugiere: “Gran Hermano”.
Una alusión inequívoca a Stalin. Además se ridiculiza el derrotero político de éste ante la
agresión nazi en la Segunda Guerra Mundial: Stalin pasó de ser virtual aliado de Hitler, a
ser su más enconado enemigo. Y ese tremendo acto fallido pesaría sobre la credibilidad de
los comunistas del mundo entero.
eviden
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cias del
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Además, hay diversas zonas del mundo que están siendo disputadas entre las diversas
superpotencias.
El Gran Hermano
suple a todo
personaje
político: él es el
comandante en
jefe, el guardián de la sociedad, el dios pagano y el juez supremo. Él es la encarnación de
los ideales del Partido, el Partido ubicuo, único y todopoderoso que vigila sin descanso
todas las actividades cotidianas de la población, al punto que inclusive en las calles y casas
hay dispositivos de vigilancia para conocer todos los actos de cada individuo
(“telepantallas”). Irónicamente, Orwell insinúa la posibilidad de que el Gran Hermano ni
siquiera sea una persona real, sino un mero icono propagandístico.
188
de los “proles”, que con todo, constituyen la inmensa mayoría de la población. Estos
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
últimos están mantenidos en la miseria más abyecta, pero se les entretiene de diversas
formas por parte el Partido para preservarlos contentos en su situación. Prácticamente
sólo saben obedecer órdenes y se los considera incapaces de rebelarse; se les conceden
los mismos derechos que a los animales y, de hecho, la Policía del pensamiento apenas
los vigila: “a los proles se les permite la libertad intelectual porque no tienen intelecto
alguno”.
La familia es apenas tolerada por la ideología del Partido; es una práctica común la
denuncia de traición al Partido por parte de hijos pequeños a sus padres.
Los lemas del Partido, de cuya inversión de significado habla O’Brien, son:
Paz es Guerra: Cuyo significado invertido sería guerra es paz, ya que la guerra
produce el miedo en los ciudadanos haciendo mucho más difícil que se rebelen por
temor a la invasión del país enemigo.
La “V” del emblema del Ingsoc es una parodia de la “V” de la Victoria utilizada
por los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Esta “V” se utiliza también en el
envase de los Cigarrillos de la Victoria y de la Ginebra de la Victoria.
El Gran Hermano es una copia, hasta en los detalles físicos del personaje, del culto
a la personalidad de Iósif Stalin.
Emmanuel Goldstein, el Enemigo del Pueblo, está inspirado en Lev Trotsky, siendo
comunes a ambos personajes, el real y el creado por Orwell, las siguientes
características:
o Ambos participaron y fueron personajes importantes en las primeras
etapas revolucionarias.
o La descripción del aspecto físico de Goldstein coincide con la de Trotsky.
o Goldstein y Trotsky son apellidos judíos, pero la referencia más obvia es
que el verdadero apellido de Trotsky era Bronstein.
o La persecución al trotskismo en la Unión Soviética inspira los Dos Minutos
de Odio en la novela.
de 1941, a acusar como agresores a los aliados y defender la política exterior nazi,
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5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
La Habitación 101 es una referencia al despacho 101 que Orwell ocupó mientras
trabajaba para la British Broadcasting Corporation durante la Segunda Guerra
Mundial.
Las bombas voladoras son una referencia a las V-1 y V-2 alemanas.
El uniforme negro del Partido Interior que viste O’Brien se debe al uniforme negro
que usaban los miembros de las SS alemanas.
El uniforme azul que usan los miembros del Partido Exterior está relacionado con
el uniforme azul que utilizaban los miembros de la Falange Española.[
pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente. (…) En
realidad vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había
ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las
distintas «líneas de partido». (…) Estas cosas me parecen aterradoras, porque me hacen
creer que incluso la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. A fin de
cuentas, es muy probable que estas mentiras, o en cualquier caso otras equivalentes,
pasen a la historia. ¿Cómo se escribirá la historia de la Guerra Civil Española? (…) Sin
embargo, es evidente que se escribirá una historia, la que sea, y cuando hayan muerto los
que recuerden la guerra, se aceptará universalmente. Así que, a todos los efectos
prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad. (…) El objetivo tácito de esa
argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante,
controla no sólo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual
acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido; si dice que dos y dos son cinco,
dos y dos serán cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las bombas, y después
de las experiencias de los últimos años no es una conjetura hecha a tontas y a locas.
También, por ejemplo, en una carta a un líder sindicalista estadounidense dice sobre su
novela 1984:
Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo
que sí creo (si se tiene en cuenta que el libro es una sátira) es que puede ocurrir algo
parecido. También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en los cerebros de los
intelectuales en todas partes del mundo y he intentado llevar estas ideas hasta sus lógicas
consecuencias.
está trucando la realidad; pero al mismo tiempo se satisface a sí mismo por medio del
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ejercicio del doblepensar en el sentido de que la realidad no queda violada. Este proceso
ha de ser consciente, pues, si no, no se verificaría con la suficiente precisión, pero también
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
tiene que ser inconsciente para que no deje un sentimiento de falsedad y, por tanto, de
culpabilidad. El doblepensar está arraigado en el corazón mismo del Ingsoc, ya que el acto
esencial del Partido es el empleo del engaño consciente, conservando a la vez la firmeza
de propósito que caracteriza a la auténtica honradez. Decir mentiras a la vez que se cree
sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando
vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la
existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa
realidad que se niega... todo esto es indispensable. Incluso para usar la palabra
doblepensar es preciso emplear el doblepensar. Porque para usar la palabra se admite que
se están haciendo trampas con la realidad. Mediante un nuevo acto de doblepensar se
borra este conocimiento; y así indefinidamente, manteniéndose la mentira siempre unos
pasos delante de la verdad. En definitiva, gracias al doblepensar ha sido capaz el Partido
—y seguirá siéndolo durante miles de años— de parar el curso de la Historia.
Fragmento del libro ficticio Teoría y práctica del colectivismo oligárquico de Emmanuel
Goldstein, que el protagonista de la novela, Winston Smith y el lector leen
simultáneamente.
DOS MINUTOS DE ODIO En 1984 de Orwell cada tanto el "partido" organizaba los "dos
minutos de odio". En dicho rato, se reunía a la gente en las fábricas o en los cines y
durante dos minutos insultaban la figura del "enemigo público" un tal Goldstein.
Goldstein era el responsable de todas las miserias y padecimientos. La gente lo odiaba
pues todas sus frustraciones eran culpa de Goldstein.
Durante los dos minutos de odio, la gente insultaba, escupía, y gritaba a la pantalla con su
imagen. Hasta que una música esperanzadora preanunciaba la imagen del Gran Hermano..
Una imagen paternal, temible pero querible (como Dios). A la cual todos agradecían
juntando las manos y cantando una canción (típico ritual socialista) el hecho de estar
luchando contra el enemigo.
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En estos Dos minutos de Odio es obligatorio que los ciudadanos griten y maldigan para no
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ser acusados de traidores por la “policía del pensamiento” pero es muy importante
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
rescatar lo que nos dice el personaje principal de dicha novela durante tal suceso “Así en
ese momento el odio no se dirigía contra Goldstein sino contra el propio Gran Hermano,
contra el partido y contra la Policía del Pensamiento...”(Orwell)
Los Dos minutos de odio es la caricatura de uno modo en que sobrellevamos la existencia
en un sistema enajenado y de todas nuestras frustraciones creadas ante no poder llenar
nuestras supuestas obligaciones, la represión que sentimos, ese enojo ante el sistema, la
clase política, la ineficiencia de las instituciones, se escapa en un frenesí sin control de
gritos y “madriadas” en la mayoría de los casos. Ejemplo es cuando esta frustración ante el
trabajo mal pagado o ante no poder comprar los regalos de navidad que
nuestros parientes esperan de nuestra parte se descarga en partidos de futbol, rezando
etc.
El Partido obliga a los ciudadanos (principalmente a aquellos que tenían una vida sexual
activa constante o a aquellos que ocupaban cargos dentro del Partido, siendo mayor el
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
Los proles (término con el que se designa al proletariado) estaban prácticamente libres del
control que ejercía la Policía del Pensamiento. La delincuencia era algo común y muy
extendido entre los proles, pero dado que todo eso no afectaba al Partido, se permitía: el
control de la Policía se reducía a unas cuantas telepantallas y a la eliminación de
elementos que fueran potencialmente peligrosos por estar desarrollando su inteligencia.
Como se afirma en la novela, "los proles poseían libertad intelectual, porque estaban
desprovistos de intelecto". Lo importante era que el fervor al Gran Hermano se
mantuviera en el Partido, con el fin de que este no perdiera la confianza en sí mismo y
fuese derrocado
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ANEXO 1) LA ARGUMENTACIÓN
I. Introducción
Cicerón definía la argumentación como «el discurso mediante el cual se aducen pruebas para dar
crédito, autoridad y fundamento a nuestra proposición». Argumentar consiste, pues, en aportar
razones para defender una opinión y convencer así a un receptor para que piense de una
determinada forma. La argumentación se utiliza normalmente para desarrollar temas que se prestan
a controversia, y su objetivo fundamental es ofrecer una información lo más completa posible, a la
vez que intentar persuadir al lector u oyente mediante un razonamiento.
Por ejemplo, María le dice a Juan: Deja de fumar, que te vas a destrozar los pulmones. María ha
expresado una petición argumentándola (el tabaco perjudica los pulmones) para así justificar la
conclusión a la que quiere llegar: No hay que fumar.
Si la persona que argumenta conoce en profundidad el tema del que habla, diremos que es un
emisor cualificado. En cambio, cuando el hablante que argumenta transmite un mensaje elaborado
por otros (los testimonios de famosos en la publicidad, por ejemplo), diremos que es un emisor
interpuesto.
la claridad en la elocución.
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25-07-2007lengua.literatura@atenea.cnice.mecd.es
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PROCEDIMIENTOS ORGANIZATIVOS
PROCEDIMIENTOS DISCURSIVOS
PROCEDIMIENTOS LINGÜÍSTICOS
El párrafo es el cauce que sirve para distribuir los diferentes pasos (planteamiento,
análisis o argumentos y conclusión) contenidos en la argumentación escrita.
De entre los elementos de cohesión textual que relacionan los contenidos repartidos en
los diferentes párrafos destacan tres: la repetición léxica o conceptual en torno al tema y
los marcadores discursivos que permiten seguir el proceso de análisis o argumentación y
avisan del momento de la conclusión.
Si el texto pertenece al ámbito científico (jurídico, humanidades…) abundan en el léxico
202
los tecnicismos. Si es de tema más general o de enfoque más subjetivo, suele utilizarse
un léxico de registro predominantemente estándar.
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BIBLIOGRAFÍA:
Lengua castellana y literatura (1º bachillerato). Barcelona: Teide.
5TO AÑO LITERATURA – REALISMO(S) Y FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
El término "tesis" proviene del verbo griego <thesis> que significa "poner", por lo que el
vocablo podría traducirse como "acción de poner". Aunque en principio podría ser
cualquier cosa lo que se pusiera, en sentido más específico se usaba para significar la
acción de "poner" una doctrina, principio o proposición. De esta forma se comprende la
habitual traducción actual de "afirmación".
Hipótesis: Uno de los primeros autores en utilizar este término fue Platón, para quien una
hipótesis es un supuesto del que pueden extraerse diversas consecuencias, como por
ejemplo los supuestos que utilizan los matemáticos y geómetras.
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