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La poesía de la generación del 27

Las primeras décadas del siglo XX en España están marcadas por el colapso del sistema liberal,
la imposición de la dictadura de Primo de Rivera y la proclamación de la Segunda República en
1931, interrumpida por la Guerra Civil (1936 – 1939).

La generación del 27 es la primera vez que el concepto de generación es auténtico, ya que lo


forma un grupo de jóvenes escritores que se reunieron en 1927 para celebrar un homenaje a
Góngora por el tricentenario de su muerte y que coincidieron en el mismo año en el Ateneo de
Sevilla. Uno de los lugares más influyentes de esta generación fue la Residencia de Estudiantes
ya que allí coincidieron la mayoría de los autores de la generación y les mantuvo unidos. Las
obras de estos escritores se difundieron gracias a revistas literarias.

En los primeros años, predomina la poesía pura, bajo el magisterio de Juan Ramón Jiménez, las
ideas novecentistas y el neopopularismo, ya que se mantuvo la tradición anterior a pesar de la
visión vanguardista. En la segunda etapa, hasta el estallido de la Guerra Civil, basaron sus
vanguardias en el surrealismo. Finalmente, en la última etapa se produjo la desaparición de la
generación ya que la mayoría de los autores murieron o partieron al exilio.

Los principales rasgos son el rechazo del sentimentalismo y del academicismo, sobre todo en la
primera etapa; el desarrollo de la poesía pura mediante la esencialidad; y la importancia de la
metáfora para crear una visión surrealista que se convirtió en la principal herramienta de
expresión poética. De estos rasgos se deduce la importancia del magisterio de los intelectuales
del 14 y el rasgo más constante es la mezcla entre tradición y vanguardia.

Federico García Lorca fue uno de los autores más representativos de esta generación y escribió
tanto poesía como teatro. La poesía de Lorca se caracteriza por la fusión de la tradición y la
modernidad, que es el rasgo más marcado; el empleo de símbolos propios, como los colores
con el verde y el negro para aludir a la muerte o el blanco y también la luna relacionados con
el amor trágico por la influencia que recupera Lorca del arlequín, con el que se siente
identificado; y la exaltación de la libertad, por la que critica la represión (circunstancia que él
mismo sufre debido a su orientación sexual) y da voz a las minorías. En consecuencia, en sus
primereas obras, tiene influencia de la lírica anterior porque busca una voz propia. Hacia los
años 20, se identifica con la poesía tradicional por lo que combina la tradición con la
vanguardia en obras como Poema del cante jondo o Romancero gitano, de esta última destaca
la minoría de los gitanos y la recreación del mundo andaluz. Debido a la proximidad a la
tradición, esta obra recibió muchas críticas de sus compañeros de la generación, lo que
provocó que dejase de producir hasta que viajó a Cuba y Nueva York en 1929 donde quedó
deslumbrado por la ciudad norteamericana y sus desigualdades y es por eso que, en su última
etapa, tiene una influencia surrealista y los temas están ligados a la minoría negra y profundiza
en temas del amor ligados a la sexualidad de forma más abierta. Sobresalen obras como
Sonetos del amor oscuro y Poeta en Nueva York, en la cual hace una crítica social del mundo
moderno, denuncia la pobreza y defiende la solidaridad.

Por otro lado, sobresalen los siguientes poetas de la generación del 27

Luis Cernuda recoge sus poemarios hacia el 1936 en una antología con todas sus obras
publicadas bajo el título La realidad y el deseo. Posteriormente se haría una segunda versión
que recopilaría la obra entera de Cernuda. El título de esta antología es importante ya que
queda enunciado el rasgo principal de su obra: el enfrentamiento entre la realidad y el deseo.
Sus temas giran en torno al amor y el erotismo desde una visión de la insatisfacción y el

CLAUDIA DÍAZ DE ANDRÉS 2º BACHILLERATO B


desengaño. En consecuencia, la soledad se convirtió en la compañera del poeta. Para intentar
satisfacer esa soledad, en su poesía crea una serie de fantasmas a los que denomina “olvido” y
este término se convierte en una constante en todos sus poemarios, hasta el punto de que en
su obra Vivir sin estar viviendo llega a afirmar que el olvido más profundo es olvidar el olvido.
Los primeros poemarios imitan la forma y la métrica de la lírica renacentista. Hacia la década
de los 30, sus temas principales son el amor y el erotismo e incorpora el surrealismo. Sobresale
Los placeres prohibidos. A partir de la Guerra Civil, parte al exilio e incorpora una visión crítica
sobre la situación política de España.

El eje central de las obras de Pedro Salinas es el amor y elaboró una reflexión sobre las
diferentes etapas de la vida amorosa: el descubrimiento, la plenitud y la ruptura. Entre sus
obras destaca su trilogía sobre el amor, compuesta por La voz a ti debida en la que trata la fase
de descubrimiento; Razón de amor, sobre la época de plenitud; y Largo lamento, sobre la
etapa de la ruptura.

La obra de Jorge Guillén es la más representativa de la poesía pura y toda su obra supone un
canto a la vida, por lo que hay un tono exclamativo. Reunió toda su obra bajo el título Aire
nuestro, que lo componen Cántico, Clamor y Homenaje.

Gerardo Diego hizo una distinción entre poesía absoluta, con ideas vanguardistas; y poesía
relativa, con rasgos tradicionales. Sus obras tienen influencia del ultraísmo y sobresale Manual
de espumas, en la que refleja los rasgos del creacionismo.

Vicente Aleixandre destaca por las imágenes surrealistas y el tema principal es el amor bajo
una influencia erótica y cósmica. Según avanza su producción, reflexiona sobre la existencia y
la muerte y destaca Espadas como labios.

La obra de Rafael Alberti vivió una constante evolución y se podía distinguir entre poesía
neopopularista, en la que destaca Marinero en tierra; poesía surrealista; y la poesía del exilio
que era con un tono crítico.

Por último, Miguel Hernández es considerado el epígono del 27 porque cierra esta generación
y, a pesar de ser el más joven de los autores, conserva todos los rasgos de esta generación en
sus obras. Sus obras de antes de la Guerra Civil tienen influencia gongorina, por lo que hay
mucha presencia de figuras retóricas y destaca El rayo que no cesa. A partir de la Guerra Civil,
escribió poesía social en la que hacía una crítica a favor de la República. Sus últimas
composiciones las escribió en la cárcel y destaca por el tono introspectivo y la crítica a la falta
de libertad, lo que se aprecia en Cancionero y romancero de ausencias.

CLAUDIA DÍAZ DE ANDRÉS 2º BACHILLERATO B

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