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Salta N° 6005
Folklore
En portugués existe la voz PALHADA que significa charla, paparrucha, y que forma
el verbo PALHETEAR, bromear.En italiano, BAJA y BAJATA, dicen broma, burla,
chanza, más distintas de nuestra PAYADA, en su conjunto, pero idénticas por la raíz.
Iguales acepciones encierra la voz rumana BAJÓCURA; y BALE. El verbo francés
BAILLER tiene análogo significado.
Aún así, como cualquier disciplina artística, la payada tenía sus reglas: por lo
general, acompañaba con guitarra sus versos octosílabos y el tema se presentaba
en los primeros cuatro versos para ser desarrollado en los seis restantes; el
pensamiento contenido en la estrofa debía concluir en el décimo verso.
A pesar de que no existe una capacitación formal, el payador debe ser una persona
muy culta. En este sentido todos los payadores coinciden en que uno de los
requerimientos esenciales es la lectura continua para lograr un enriquecimiento de
palabras, conceptos y temáticas.
Un poco de historia
Para proveer de un mayor contexto a la rica historia del payador rioplatense se debe
explicar primero su origen el cual se remonta a los trovadores españoles, la figura
del trovador aparece fuertemente en el siglo XXI en la corte francesa y luego se
expande por el resto de Europa especialmente por España e Italia, se trataba de
hombres letrados que destacaban del resto de la sociedad por saber leer y escribir y
que a través de sus canciones contaban historias épicas cargadas del contenido
político y social de la época esto siempre acompañado de un instrumento musical,
siendo el más utilizado la viola, fueron algunos de estos trovadores españoles los
que, con la conquista del territorio americano, se trasladaron al puerto porteño y
plantaron las primeras semillas para los payadores actuales.
Es así como narra para sus lectores, sin poner en duda, el episodio de un cierto
cantor errante que, “a orillas del majestuoso Paraná”, entretenía a los paisanos
relatando sus propias andanzas, que incluían puñaladas mortales, robo de caballos
o de amantes, y lo hacía ignorando, con desdén, que a sus espaldas la partida
policial que venía persiguiéndolo ya se había desplegado en herradura para quitarle
toda posibilidad de huida. Delante del cantor se extendía una altísima barranca, al
fondo de la cual corrían las profundas aguas del río, y detrás los soldados
aguardaban con sus tercerolas listas. Pero el cantor, asegura Sarmiento, continuó
su narración sin inmutarse, una narración que coincidía rigurosamente con su propia
historia, y cuando el presente del canto y el presente de la historia se juntaron, sin
perder la serenidad, procedió a tapar con su poncho los ojos de su caballo, lo
aguijoneó para obligarlo a buscar las aguas en un salto espectacular, de tal modo
que los paisanos que escuchaban el relato, tanto como los hombres de la partida
policial, fueron testigos primero de esta proeza y luego vieron cómo, entre las
bravas aguas del río, el jinete reaparecía aferrado a la cola del caballo, el cual,
usando de las patas como si fueran remos, comenzó a remontar las aguas a nado.
Así, confundidos con el movimiento de las aguas, hombre y bestia se fueron
alejando ante la impotencia de aquellos soldados, que unos momentos antes
estaban seguros de que las andanzas del escurridizo malviviente habían llegado a
su fin. Desde luego, cabe pensar que fue en realidad la fantasía colectiva la que dio
forma novelesca a ese episodio que Sarmiento recogió y transmitió sin vacilación;
pero sea cual sea el fondo de verdad histórica que permanece en imágenes como
esta, el relato contenido en el Facundo se suma a otros muchos que, con mayor o
menor realismo, han dado testimonio de la infaltable presencia del cantor en
aquellas reuniones en que los gauchos se entregaban a esta típica forma de
expansión.
Como se ve la imagen del gaucho cantor, del payador es muy variada y de hecho a
través de la historia ha ido cambiando y se mantiene aún en constante metamorfosis
al ser una tradición vigente que se adapta a las nuevas formas y generaciones.
Para tratar de reunir esta rica historia y catalogarla de cierta forma los estudiosos
del payador rioplatense dividen su vivir en tres grandes épocas:
En una época en que la cultura popular se expande, los payadores ocupan un sitio
preferente: «Estos cantores afortunados tienen el primer lugar en los bailes y
reuniones del populacho (...) improvisan entre dos cualquier asunto cantándolo en
versos contradictorios al son de dos guitarras», dice el Cnel. Francisco Javier Muñiz.
Siendo el “cantar opinando” uno de los máximos principios del arte payadoresco.
Hacia 1880 aparece la figura del «payador urbano» que se transforma en artista
profesional, diferentes autores atribuyen esta a los años comprendidos entre 1890 y
1915 siendo que en años posteriores fallecen la mayoría de las personalidades
importantes catalizadoras del payador.
Sin abandonar los anteriores ámbitos de actuación, la actividad del payador se
extiende en ese período: «de la pulpería al café de la ciudad, al circo, al teatro», y
convoca a todos los sectores sociales, como sucede con el circo criollo y otras
manifestaciones de la cultura popular que se hacen mayoritariamente valorizadas.
El payador “urbano” es el que entra con su arte a las ciudades. Suele provenir de las
clases más humildes, urbanas o rurales, es generalmente autodidacta, y mantiene
en su repertorio las tradiciones gauchescas y los temas del campo, abordando
también la nueva temática ciudadana. Sus versos se publican en revistas populares,
comienza el auge de los folletos y luego se suman las grabaciones fonográficas.
Suele vestir atuendo de ciudad e introduce en su actuación nuevas formas poéticas
y musicales. Canta no sólo por la antigua cifra, sino que enriquece sus
improvisaciones al ritmo de la milonga, el vals, la habanera, el estilo. El espectáculo
se codifica de alguna manera hasta la actualidad: el payador comienza
interpretando algunas canciones o versos «compuestos», luego improvisa un saludo
al lugar, a los presentes, hace referencia a su persona, para pasar después a los
temas pedidos por el público o el jurado, o los que el momento le sugiere, para
finalizar con su saludo. Esta modalidad es similar en la actuación individual y en el
contrapunto. En ese caso, el saludo final, «la coronación», se acostumbra hacer a
media letra: cada payador improvisa dos versos de la última décima, y se llama
«tercia letra» cuando intervienen en rueda tres payadores.
Gabino Ezeiza, payador moreno nacido en 1858 en el barrio de San Telmo, es una
figura clave en el desarrollo de su arte en ese período. Es el precursor de las
nuevas modalidades de actuación. Se dice que introduce el canto por milonga,
vigente hasta hoy. Se incorpora al circo de los Podestá e interviene en los
espectáculos teatrales, abriendo cauce a nuevas posibilidades.
Después de 1916, los payadores dejan de actuar con asiduidad en los circos
criollos, quizás porque los dramas gauchescos en que intervienen ceden su
hegemonía a los nuevos géneros que triunfan: comedias, sainetes y revistas se
imponen en las compañías nacionales. Por otra parte, los circos se alejan de los
grandes centros urbanos, y trabajan en giras por barrios, pueblos y ciudades. Esta
modalidad también es adoptada por los payadores.
Hacia los años ’30, la actividad payadoresca sufre una crisis similar a la del teatro y
otras expresiones populares. Hasta 1950 las noticias sobre los payadores son
escasas; sus contrapuntos en los barrios y en el interior son difíciles de documentar.
Muchas veces un solo anuncio con tiza en la vidriera del almacén o boliche de
campo indica la presencia de los payadores. Es recién en los primeros años de la
década del 50 se advierten ya informaciones que testifican su labor. Es durante esta
época que se advierte un resurgimiento de los payadores mayormente a través de
diferentes certámenes.
a) Estructura poética:
b) Estructura musical:
c) Estructura temática:
Para evitar una taxonomía infinita de los argumentos que se pueden llegar a
tratar en una payada y con el objetivo de proponer una clasificación de lo más
sintética, en la sistematización que propongo a continuación decidí integrar
tres criterios: uno cronológico, uno temático y uno expresivo/comunicativo.
Características
Para poder ser considerado un fenómeno folklórico debe cumplir con ocho
características las cuales se enumeran y describen a continuación:
Tradicional: Es tradicional ya que el arte del payador así como sus estructuras se
han ido pasando de generacion en generacion, estructura que podemos observar
desde la época medieval con la existencia de los juglares y luego en los trovadores
que llegaron de España y dieron origen a los payadores que en el campo se
pasaban las formas del canto de generación en generación.
Colectivo: el conocimiento colectivo de la existencia del payador y su oficio se
puede evidenciar fácilmente en aquellos textos que nos relatan cómo con sólo
pronunciarse en una pulpería y dar aviso de su oficio llegaría rápidamente a sus
manos una guitarra para poder escuchar las últimas noticias.