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El maestro tiene un papel importante en la mediación de la relación del niño con la

ludicidad, la relación del niño con el aprendizaje, así como en la formación de la


identidad del niño. Al referirnos al rol del docente, nos dirigimos inmediatamente al
término competencia, que entre estas competencias a ser creadas y desarrolladas
por un docente de educación infantil, se encuentra la capacidad de promover una
buena relación entre alumno y educador, pues de esta relación surgirán las
posibilidades para el éxito del proceso de enseñanza-aprendizaje. Por lo tanto, el
papel real del profesor es desempeñar el papel de mediador, que también está
directamente relacionado con la construcción del conocimiento, tanto como guía
de planificación pedagógica, como en la elección y tratamiento de los contenidos
curriculares.

Así, el profesor es considerado como un ser social dotado de conocimiento


cultural. Si se pretende formar una forma crítica, creativa y preparada para tomar
decisiones, uno de los requisitos es la mejora del día a día del niño con la
introducción de juguetes, juegos y juegos diversificados. Las clases con los juegos
y juegos proporcionan al profesor la observación de las actitudes de cada alumno,
solo o interactuando con otros en la clase o su entorno. En estas situaciones
lúdicas, profesor y alumno, deben ser libres de jugar y/o jugar respetando sus
propios ritmos, de organizar sus actividades y de poder recibir y aceptar las reglas
que se imponen. Fortuna (2011) colabora diciéndonos que:

Así como la interacción niño-niño en el juego es fundamental, también es


importante la interacción del niño con el educador. La presencia del educador en
el juego es sumadora y estimulante. Jugando juntos, el educador infantil muestra
cómo jugar, no sólo porque demuestra las reglas, sino también porque sugiere
formas de resolver problemas y actitudes alternativas hacia los momentos de
tensión.

El profesor de Educación Infantil es un mediador constante en el proceso de


enseñanza-aprendizaje del niño. La pareja ayudará al niño a constituir su
identidad, ética y noción política. Porque, de acuerdo con el Marco Curricular
Nacional para la Educación de la Primera Infancia:

Y el adulto, en la figura del maestro, por lo tanto, que, en la institución de


los niños, ayuda a estructurar el campo de juego en la vida de los niños. En
consecuencia es él quien organiza su base estructural, a través de la oferta
de ciertos objetos, fantasías, juguetes o juegos, la delimitación y disposición
de espacios y tiempo para jugar. A través de los juegos, los profesores
pueden observar y constituir una visión de los procesos de desarrollo de los
niños juntos y de cada uno en particular, registrando sus habilidades para
usar los idiomas, así como sus capacidades sociales y los recursos
afectivos y emocionales que tienen. (1998, p. 28).

El niño necesita estar emocionalmente estable para sentirse involucrado con el


proceso de aprendizaje. La afectividad permite al alumno acercarse al profesor y a
los demás implicados y la ludicidad es un socio que colabora para enriquecer el
proceso de enseñanza-aprendizaje. Cuando el profesor da preferencia a
metodologías que utilizan básicamente actividades y situaciones lúdicas, se puede
percibir un mayor interés por parte del alumno.

Las actividades recreativas han alcanzado un territorio firme y significativo en la


educación de la primera infancia. Jugar es una experiencia fundamental para
cualquier grupo de edad, especialmente en relación con los niños en educación
infantil. Por lo tanto, el juego ya no es una actividad utilizada por el maestro con el
único propósito de recrear a los niños, se convierte en una actividad en sí misma,
que se incluye en el plan de lecciones de la escuela.

Es a través del juego que el niño entiende cómo actuar en una esfera cognitiva. Ya
que transfiere a ti tu imaginación y desarrolla tu imaginación del universo de la
fantasía. Es deber del educador constituir un lugar que aclame elementos de
motivación para los niños, desarrollar actividades que promuevan conceptos que
den base para la lectura, para los números, conceptos lógicos entrelazados con la
clasificación, el orden, entre otras cosas. Motivar a los estudiantes a trabajar
colectivamente en la resolución de problemas, entendiendo así demostrar su
propia percepción de los demás.

El aula es un lugar para jugar y el profesor logra conciliar los objetivos


pedagógicos con los deseos del estudiante.
Hola compañera Andrea, considero que tienes razón respecto a la responsabilidad compartida en
la que los padres también deben tener participación, sin embargo, debemos recordar que
hablamos de “aprender a aprender a través del juego” y respecto a esto, los padres no tienen
conocimientos, por lo que es nuestra responsabilidad como docentes, crear estrategias que estén
dirigidas a la formación del niño y la concientización del padre, de manera que podamos transmitir
nuestros conocimientos a estos.

En este sentido, considero que decir que los padres tienen responsabilidad de guiar a los niños en
el proceso de descubrir como aprender a través del juego es prematuro ya que muchos padres ni
siquiera saben que esto es posible, mucho menos ayudar al niño de manera efectiva, por lo tanto,
lo más adecuado es considerar al docente como el único responsable de guiar al niño y capacitar al
padre en este proceso.

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