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CARLOS ROBERTO SOLÓRZANO GARAVITO

Magistrado Ponente

STP11142-2023
Radicación n°. 133361
Acta 185

Bogotá, D.C., tres (3) de octubre de dos mil veintitrés


(2023).

I. VISTOS

1. Se pronuncia la Sala sobre la demanda de tutela


presentada por JORGE WILLIAM GAVIRIA QUIÑONES,
contra la SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE
BOGOTÁ y el JUZGADO 12 DE EJECUCIÓN DE PENAS Y
MEDIDAS DE SEGURIDAD del mismo distrito judicial, por la
supuesta vulneración de sus derechos fundamentales. Al
trámite se vinculó a las partes e intervinientes en el proceso
No. 2021-0004.
CUI 11001020400020230192400
Número interno 133361
Tutela primera instancia
Jorge William Gaviria Quiñones

II. ANTECEDENTES

2. JORGE WILLIAM GAVIRIA QUIÑONES refirió que el


15 de enero de 2013, la Corte Suprema de Justicia del Perú
lo condenó a 180 meses de prisión, por la comisión del delito
de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes agravado;
actuación por la que se encuentra privado de la libertad
desde el 6 de marzo de 2010.

3. Indicó que la vigilancia de dicha sanción fue asignada


al Juzgado 12 de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad
de Bogotá1; autoridad que el 22 de junio de 2023, le negó la
libertad condicional, al considerar que, aunque cumplía el
requisito objetivo, por la gravedad de la conducta no era
procedente su concesión.

4. Agregó que contra dicha determinación instauró el


recurso de apelación, por lo que las diligencias fueron
remitidas a la Sala Penal del Tribunal Superior del mismo
distrito judicial, que el 13 de septiembre de 2023, confirmó el
auto impugnado.

5. Afirmó que las autoridades demandadas incurrieron


en vía de hecho, pues le negaron el aludido mecanismo
sustitutivo de la pena privativa de la libertad, únicamente
por la gravedad de la conducta por la que fue condenado,

1
Debido a que fue repatriado de Perú y mediante oficio MJD-0FI21-0035677-GTPC-
1100 del 23 de septiembre de 2012, el Ministerio de Justicia allegó la sentencia
proferida por la autoridad extranjera para ser ejecutada en Colombia.
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pese a que cumple los demás presupuestos para su


otorgamiento, los cuales no fueron objeto de estudio.
6. Por lo anterior, solicitó el amparo del derecho al
debido proceso y, en consecuencia, que se dejen sin efecto
las decisiones emitidas por las autoridades accionadas y se
emita una nueva decisión favorable a sus intereses.

III. TRÁMITE Y RESPUESTA


DE LAS AUTORIDADES ACCIONADAS

7. Mediante auto del 26 de septiembre de 2023, esta


Sala de Decisión avocó el conocimiento de las diligencias y
vinculó al contradictorio a las partes e intervinientes en el
proceso No. 2021-0004.

8. El Magistrado Ponente de la Sala Penal del Tribunal


Superior de Bogotá informó que ha conocido en 4
oportunidades del proceso adelantado contra el accionante y
la última vez, resolvió el recurso de apelación instaurado
contra el auto del 22 de junio de 2023.

Refirió que el accionante no asumió la carga


argumentativa que le correspondía, pues no indicó la forma
de vulneración, a lo que se suma que se acudió a la acción de
tutela como una tercera instancia, pese a que no se afectaron
sus garantías fundamentales.

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8.1. Dentro del término otorgado no se recibieron


respuestas, pero con la demanda se anexó la decisión de
segunda instancia objeto de controversia, por lo que es
procedente resolver la presente acción constitucional.

IV. CONSIDERACIONES

9. De conformidad con lo establecido en el artículo


2.2.3.1.2.1 del Decreto 1069 de 2015, modificado por el
Decreto 1983 de 2017 y el Decreto 333 de 2021, la Sala de
Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia es
competente para resolver la demanda de tutela instaurada
contra la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, entre
otros.

10. La acción de tutela es un mecanismo de protección


excepcionalísimo cuando se dirige en contra de providencias
judiciales y su prosperidad va ligada al cumplimiento de
rigurosos requisitos de procedibilidad que esta Corporación,
en posición compartida por la Corte Constitucional en fallos
C-590 de 2005 y T-332 de 2006, entre otros, ha venido
acogiendo y que implican una carga para el actor, no sólo en
su planteamiento, sino también en su demostración.

11. Según la doctrina constitucional, los requisitos


generales de procedencia de la acción de tutela contra
providencias judiciales, ameritan que la cuestión que se
discuta resulte de evidente relevancia constitucional.

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Además, que se hayan agotado todos los medios – ordinarios y


extraordinarios – de defensa judicial al alcance de la persona

afectada, salvo que se trate de evitar la consumación de un


perjuicio iusfundamental irremediable.

12. Igualmente, exige la jurisprudencia que se cumpla el


requisito de la inmediatez, es decir, que la tutela se hubiere
interpuesto en un término razonable y proporcionado a partir
del hecho que originó la vulneración; así mismo, cuando se
trate de una irregularidad procesal, debe quedar claro que la
misma tiene un efecto decisivo o determinante en la
sentencia que se impugna y que afecta los derechos
fundamentales de la parte actora.

13. Además, «que la parte actora identifique de manera


razonable tanto los hechos que generaron la vulneración como
los derechos vulnerados y que hubiere alegado tal vulneración
en el proceso judicial siempre que esto hubiere sido posible» 2, y
que no se trate de sentencias de tutela.

14. De otra parte, los requisitos de carácter específico


han sido reiterados en pacífica jurisprudencia a partir de la
sentencia C-590 de 8 de junio de 2005, los cuales son:

a. Defecto orgánico, que se presenta cuando el funcionario


judicial que profirió la providencia impugnada, carece,
absolutamente, de competencia para ello.

2
Ibídem.
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b. Defecto procedimental absoluto, que se origina cuando el


juez actuó completamente al margen del procedimiento
establecido.

c. Defecto fáctico, que surge cuando el juez carece del apoyo


probatorio que permita la aplicación del supuesto legal en el
que se sustenta la decisión.

d. Defecto material o sustantivo, como son los casos en que se


decide con base en normas inexistentes o inconstitucionales o
que presentan una evidente y grosera contradicción entre los
fundamentos y la decisión.

e. Error inducido, que se presenta cuando el juez o tribunal


fue víctima de un engaño por parte de terceros y ese engaño
lo condujo a la toma de una decisión que afecta derechos
fundamentales.

f. Decisión sin motivación, que implica el incumplimiento de


los servidores judiciales de dar cuenta de los fundamentos
fácticos y jurídicos de sus decisiones en el entendido que
precisamente en esa motivación reposa la legitimidad de su
órbita funcional.

g. Desconocimiento del precedente, hipótesis que se presenta,


por ejemplo, cuando la Corte Constitucional establece el
alcance de un derecho fundamental y el juez ordinario aplica
una ley limitando sustancialmente dicho alcance. En estos
casos la tutela procede como mecanismo para garantizar la
eficacia jurídica del contenido constitucionalmente vinculante
del derecho fundamental vulnerado.

h. Violación directa de la Constitución.

15. Desde esa decisión (C-590/05), la procedencia de la


tutela contra una providencia emitida por un juez de la
República se habilita, únicamente, cuando se presente al
menos uno de los defectos generales y específicos antes
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mencionados.

16. En el presente evento, JORGE WILLIAM GAVIRIA


QUIÑONES cuestiona por vía de tutela los autos proferidos el
22 de junio y 13 de septiembre de 2023, mediante los cuales
el Juzgado 12 de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad
y la Sala Penal del Tribunal Superior, ambos de Bogotá, en
primera y segunda instancia, respectivamente, le negaron la
libertad condicional.

17. Sobre el particular, evidencia la Sala que se cumplen


los requisitos generales de procedencia de la acción de tutela
contra providencias judiciales, toda vez que se trata de un
asunto de relevancia constitucional, pues GAVIRIA
QUIÑONES alega la presunta afectación de su derecho
fundamental al debido proceso, contemplado en el artículo 29
de la Constitución Política.
18. Además, el demandante no cuenta con otro
mecanismo de defensa judicial, pues contra el auto proferido
en segunda instancia no procede ningún recurso en tanto se
emitió por vía de apelación; la demanda de tutela se presentó
en un término razonable, -dado que la última providencia objeto de
controversia data del 13 de septiembre de 2023- , se plasmaron los

fundamentos del amparo y no se cuestiona un fallo de tutela.

19. Así las cosas, procede la Sala a analizar de fondo la


situación planteada, a efectos de determinar si se afectaron
las garantías fundamentales del demandante.

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20. Para el efecto, debe partir la Sala de lo establecido


en el artículo 64 del Código Penal, modificado por el canon 30
de la Ley 1709 de 2014, que estipula la procedencia de la
libertad condicional, en los siguientes términos:

[…] El juez, previa valoración de la conducta punible,


concederá la libertad condicional a la persona condenada a
pena privativa de la libertad cuando haya cumplido con los
siguientes requisitos (…):

1. Que la persona haya cumplido las tres quintas (3/5) partes


de la pena.

2. Que su adecuado desempeño y comportamiento durante el


tratamiento penitenciario en el centro de reclusión permita
suponer fundadamente que no existe necesidad de continuar
la ejecución de la pena.

3. Que demuestre arraigo familiar y social. Corresponde al


juez competente para conceder la libertad condicional
establecer, con todos los elementos de prueba allegados a la
actuación, la existencia o inexistencia del arraigo.

En todo caso su concesión estará supeditada a la reparación


a la víctima o al aseguramiento del pago de la indemnización
mediante garantía personal, real, bancaria o acuerdo de
pago, salvo que se demuestre insolvencia del condenado. El
tiempo que falte para el cumplimiento de la pena se tendrá
como periodo de prueba. Cuando este sea inferior a tres años,
el juez podrá aumentarlo hasta en otro tanto igual, de
considerarlo necesario.

21. La Corte Constitucional, en sentencia CC C-757-


2014, determinó cuál es la función del juez de ejecución de
penas frente a la valoración de la conducta punible:
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«[E]l juicio que adelanta el Juez de Ejecución de Penas tiene


una finalidad específica, cual es la de establecer la necesidad
de continuar con el tratamiento penitenciario a partir del
comportamiento carcelario del condenado. En este contexto, el
estudio del Juez de Ejecución no se hace desde la perspectiva
de la responsabilidad penal del condenado – resuelta ya en la
instancia correspondiente, ante el juez de conocimiento sino
desde la necesidad de cumplir una pena ya impuesta. En el
mismo sentido, el estudio versa sobre hechos distintos a los
que fueron objeto de reproche en la sentencia condenatoria,
cuáles son los ocurridos con posterioridad a la misma,
vinculados con el comportamiento del sentenciado en
reclusión. […] [L]os jueces de ejecución de penas no
realizarían una valoración ex novo de la conducta punible. Por
el contrario, el fundamento de su decisión en cada caso sería
la valoración de la conducta punible hecha previamente por el
juez penal».

22. Adicionalmente, en la mencionada providencia, se


estableció que la composición del artículo 64 del Código Penal
no establece qué elementos de la conducta punible deben
tener en cuenta los jueces de ejecución de penas, ni los
lineamientos a seguir para asumir las valoraciones que de
ella hicieron previamente los jueces de conocimiento en la
sentencia, por lo que aquellos, dijo, debían «tener en cuenta
todas las circunstancias, elementos y consideraciones hechas por
el juez penal en la sentencia condenatoria, sean éstas favorables o
desfavorables al otorgamiento de la libertad condicional».

23. Por su parte, esta Corporación, en sentencia CSJ


STP15806, 19 nov. 2019, Rad. 107644, determinó que:

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“i) No puede tenerse como razón suficiente para negar la


libertad condicional la alusión a la lesividad de la conducta
punible frente a los bienes jurídicos protegidos por el Derecho
Penal, pues ello solo es compatible con prohibiciones expresas
frente a ciertos delitos, como sucede con el artículo 68 A del
Código Penal.

En este sentido, la valoración no puede hacerse, tampoco, con


base en criterios morales para determinar la gravedad del
delito, pues la explicación de las distintas pautas que
informan las decisiones de los jueces no puede hallarse en las
diferentes visiones de los valores morales, sino en los
principios constitucionales;

ii) La alusión al bien jurídico afectado es solo una de las


facetas de la conducta punible, como también lo son las
circunstancias de mayor y de menor punibilidad, los
agravantes y los atenuantes, entre otras. Por lo que el juez de
ejecución de penas debe valorar, por igual, todas y cada una
de éstas;

iii) Contemplada la conducta punible en su integridad, según


lo declarado por el juez que profiere la sentencia
condenatoria, éste es solo uno de los distintos factores que
debe tener en cuenta el juez de ejecución de penas para
decidir sobre la libertad condicional, pues este dato debe
armonizarse con el comportamiento del procesado en prisión y
los demás elementos útiles que permitan analizar la
necesidad de continuar con la ejecución de la pena privativa
de la libertad, como bien lo es, por ejemplo, la participación
del condenado en las actividades programadas en la
estrategia de readaptación social en el proceso de
resocialización.

Por tanto, la sola alusión a una de las facetas de la conducta


punible, esto es, en el caso concreto, solo al bien jurídico, no
puede tenerse, bajo ninguna circunstancia, como motivación
suficiente para negar la concesión del subrogado penal.

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Esto, por supuesto, no significa que el juez de ejecución de


penas no pueda referirse a la lesividad de la conducta
punible para valorarla, sino que no puede quedarse allí. Debe,
por el contrario, realizar el análisis completo.

iv) El cumplimiento de esta carga motivacional también es


importante para garantizar la igualdad y la seguridad
jurídica, pues supone la evaluación de cada situación en
detalle y justifica, en cada caso, el tratamiento diferenciado al
que pueda llegar el juez de ejecución de penas para cada
condenado”.

24. Aclarado lo anterior, para el presente caso se tiene


que el 22 de junio de 2023, el Juzgado 12 de Ejecución de
Penas y Medidas de Seguridad de Bogotá, al resolver la
solicitud presentada por JORGE WILLIAM GAVIRIA
QUIÑONES dispuso negar la libertad condicional invocada.

25. Lo anterior, al considerar que GAVIRIA QUIÑONES


había cumplido más de las tres quintas partes de la pena
impuesta, pero la conducta por la que había sido condenado
era grave, pues «pretendía traficar intencionalmente».
26. Refirió, además, que aunque el centro carcelario en
el que se encuentra privado de la libertad emitió resolución
favorable, el sentenciado no estaba en fase de confianza, por
lo que:

[…] no está acreditado que el condenado JORGE WILLIAM


GAVIRIA QUIÑONES haya cumplido con la resocialización que
se le exige, conforme a los requisitos de la ley y la
jurisprudencia, pues en ese momento alguno de parte del
centro de reclusión se remitió la documentación que acredite
la reinserción a la sociedad y los efectos de esas actividades
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en el comportamiento del penado para deducir


motivadamente que no requiere más tratamiento
penitenciario.

27. Tal decisión fue objeto del recurso de apelación, el


cual fue resuelto en forma negativa a los intereses del hoy
demandante por la Sala Penal del Tribunal Superior de
Bogotá, que, en providencia del 13 de septiembre de 2023,
indicó luego de hacer alusión a los requisitos establecidos en
el artículo 64 del Código Penal y las fases del tratamiento
penitenciario, que no se cuestionaba que el sentenciado se
encuentra en fase de mediana seguridad.

28. Adicionalmente, advirtió que:

[…] por el tiempo, el procesado debería haber sido promovido


de la fase de mediana a mínima seguridad; sin embargo, la
resolución advierte que aun cuando se haya superado el
tiempo, el condenado puede permanecer en la de mediana, si
se advierte que, entre otras, requiere una mayor intervención
en su tratamiento penitenciario o requiere fortalecer las
competencias personales o socio laborales en su proceso.
Estos aspectos están directamente relacionados con la
conducta del procesado en su tratamiento penitenciario.

Así las cosas, que el condenado no haya sido promovido a la


fase de mínima seguridad, pese a haber cumplido con el
factor objetivo para ello, da cuenta de algún tipo de
deficiencia en su tratamiento penitenciario que imposibilita a
la judicatura a conceder el beneficio de la libertad condicional.

Para ese efecto no tiene incidencia el concepto favorable del


establecimiento, pues no es solamente ese el que debe traerse
ante el juez para los efectos pretendido, sino que la autoridad

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penitenciaría debe actuar en forma coherente con dicho


concepto respecto de la fase en discusión.

29. Por lo anterior, ordenó que, por secretaría de dicha


Sala, se requiriera al centro carcelario para que: «de manera
urgente, actualice y remita a la primera instancia todos los
documentos relacionados con la conducta del procesado, fase
en la que se encuentra y calificación» y que una vez los
recibiera del Juzgado 12 en cita, debía «volver a analizar el
subrogado sin que deba mediar petición del condenado».

30. De manera que, en las decisiones de primera y


segunda instancia, las cuales constituyen una unidad, se
abordó, en primer término, el cumplimiento de los aspectos
objetivos y luego el componente subjetivo –conformado por la
gravedad de la conducta, el comportamiento en prisión y el
proceso resocializador– y se determinó que no era procedente
la concesión de la libertad condicional.

31. Por ende, no se evidencia procedente la intervención


del juez constitucional, dado que las providencias en cita se
emitieron en aplicación de los principios de autonomía e
independencia judicial consagrados en el artículo 228 de la
Carta Política, sin que le corresponda al juez de tutela entrar
a emitir un nuevo juicio de valor diferente al efectuado por los
jueces naturales, como lo pretende el accionante, pues como
se evidenció, la gravedad de la conducta no fue el único factor
por el que se le negó la libertad condicional al actor.

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32. Además, de acuerdo con lo ordenado en la


providencia del 13 de septiembre de 2023, emitida por la Sala
Penal del Tribunal Superior de Bogotá, una vez el centro de
reclusión en el que se encuentra privado de la libertad
JORGE WILLIAM GAVIRIA QUIÑONES remita la
documentación correspondiente, el Juzgado 12 de Ejecución
de Penas y Medidas de Seguridad debe analizar nuevamente
la concesión o no de la libertad condicional.

33. Así las cosas, lo procedente en este evento es negar


el amparo invocado por JORGE WILLIAM GAVIRIA
QUIÑONES, contra las autoridades demandadas, de
conformidad con las razones expuestas anteriormente.

En mérito de lo expuesto, LA CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL – EN SALA DE
DECISIÓN DE ACCIONES DE TUTELA No. 1, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE

1°. NEGAR el amparo invocado, conforme se expuso en


la parte motiva de esta providencia.

2°. NOTIFICAR esta providencia de conformidad con el


artículo 30 del Decreto 2591 de 1991.

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3°. ENVIAR el expediente a la Corte Constitucional para


su eventual revisión, una vez en firme.

NOTIFÍQUESE y CÚMPLASE

FERNANDO LEÓN BOLAÑOS PALACIOS

JORGE HERNÁN DÍAZ SOTO

CARLOS ROBERTO SOLÓRZANO GARAVITO

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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