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Los mecanismos de defensa primarios son los que aparecen en las primeras
etapas de la vida y se caracterizan por negar o distorsionar la realidad. Los
mecanismos de defensa secundarios son los que surgen en etapas más tardías
del desarrollo y se caracterizan por preservar el criterio de realidad.
Mecanismos de defensa primarios son:
Desplazamiento Consiste en redirigir un impulso (generalmente
agresivo) hacia una persona o un objeto diferente
al que lo provocó. Por ejemplo, si alguien está
enfadado con su jefe, puede desplazar su ira hacia
su pareja o su mascota.
Sublimación Es similar al desplazamiento, pero el impulso se
canaliza hacia una forma más aceptable o
productiva. Por ejemplo, si alguien tiene impulsos
sexuales reprimidos, puede sublimarlos en el arte
o el deporte.
Represión Es el mecanismo más básico y consiste en
bloquear o apartar de la conciencia aquellos
recuerdos, pensamientos o deseos que son
inaceptables o dolorosos. Por ejemplo, si alguien
sufrió un trauma en la infancia, puede reprimirlo y
olvidarlo.
Proyección Consiste en atribuir a los demás los propios
sentimientos, pensamientos o rasgos que no se
aceptan o se temen. Por ejemplo, si alguien es
infiel a su pareja, puede proyectar su culpa y
acusarla de ser infiel.
Negación Consiste en rechazar o ignorar la realidad cuando
esta es demasiado amenazante o angustiante. Por
ejemplo, si alguien tiene una enfermedad grave,
puede negarla y actuar como si no pasara nada.
Regresión Consiste en volver a un estado anterior del
desarrollo cuando se enfrenta a una situación
estresante o frustrante. Por ejemplo, si alguien se
siente inseguro o amenazado, puede regresar a
comportamientos infantiles como llorar, chuparse
el dedo o hacer berrinches.
Mecanismos de defensa secundarios son: