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-Síntesis 2 -
Profesor: Anduiza Castañeda Daniel
Relaciones Globales
Reina Nicole Cabrera Vigueras
Grupo: RIN3SB111
Relaciones Internacionales y Comercio
Exterior
El primer gran debate en Relaciones Internacionales: ¿Mito
disciplinario?
Tradicionalmente, los inicios de RI son ligados al fin de la gran guerra. Es el deseo ferviente
de evitar que se repitan los horrores de la Primera Guerra mundial, lo que principalmente
empujará a una nueva generación de intelectuales a crear un campo de estudio
especializado en los asuntos internacionales. Como resultado de esto la narrativa
convencional argumenta que a nivel internacional se crean las primeras cátedras
especializadas en aspectos mundiales. En 1919 se funda el primer departamento
especializado en política internacional, en la que hoy es la Universidad de Aberystwyth.
Esta práctica fue seguida por otras instituciones educativas como la Universidad de
Georgetown (1919), London School of economics (1920) y la Universidad de Oxford (1930).
En la crisis de los 20 años (1939) E. H. Carr, quien fue el cuarto director del departamento
de política nacional en Aberystwyth., brinda información sobre algunas de las
características de los nominados utopistas.
Uno de los principales problemas que presenta la narrativa del llamado primer gran debate
son las limitadas interacciones que existieron entre los denominados idealistas y los
realistas clásicos. De acuerdo con, la disputa intelectual “entre idealistas y realistas durante
los decenios de 1930 y 1940 es un poco más que un mito disciplinario”. Sin embargo, señala
que después de la Segunda Guerra mundial sí hubo discusiones académicas significativas
sobre el interés nacional estadounidense, cuyas posiciones contendientes pudieran ser
caracterizadas como idealistas y realistas.
Uno de los problemas de la narrativa del denominado primer gran debate de la ambigüedad
del concepto idealismo (liberal), frecuentemente utilizado como sinónimo de
internacionalismo o utopismo liberal. Carr considera que la primera generación de
internacionalistas se caracteriza por poner poca atención a los hechos de la realidad
mundial y por enfocarse en “proyectos visionarios”, como la sociedad de naciones, Carr
argumenta que los denominados utopistas ignoran al poder como uno de los principales
componentes de la política internacional.
Por su parte Robert Jackson y George Sorensen, quienes han escrito uno de los libros de
texto de RI más populares recientemente, añaden a la interdependencia y el derecho
internacional, como parte de los temas centrales de los llamados idealistas liberales. En
definitiva, aunque existen similitudes sobre algunas de las características atribuidas al
utopismo, no existe consenso sobre las mismas.
El estudio de puede ser replicado para otros intelectuales prominentes de la llamada fase
idealista, esto es, principalmente, durante el periodo de entreguerras (1919-1939). El
argumento central de Hobson era que la causa principal del imperialismo es el bajo
consumo económico. Según Hobson, a partir de finales del siglo XIX la burguesía producía
más de lo que su mercado local le podía comprar. Esto como consecuencia producía el
imperialismo, puesto que impulsaba al capitalista a buscar hoy mercados, por medio de la
fuerza militar del Estado.
De otra forma, si el nacionalismo de cada colonia hubiera imperado, los conflictos militares
entre ellas hubieran sido mucho más factibles. En definitiva, el sistema capitalista bien
desarrollado de las colonias no las llevó a la guerra, sino que alcanzaron la paz por medio
de una solución política.
La historia puede encontrarse en una miríada de libros de texto introductorio a las relaciones
internacionales (RI), y su presencia en cursos introductorios testifica que pertenece como
una narrativa frecuentemente repetida en el campo.
Varios observadores astutos han notado que hay un interés inusual en los asuntos
internacionales y la dinámica de la economía política global desde los años ochenta. Si bien
la Primera Guerra mundial contribuyó a popularizar los asuntos internacionales, los debates
(y muchos expertos internacionales) en el periodo de entreguerras ya habían madurado en
los cuatro decenios anteriores. Anteriormente, a mediados del siglo XIX, a raíz de la
segunda revolución industrial relacionada con la electricidad, el telégrafo, y la Gran
Depresión en los años 1870-1880, cuando comenzó a surgir un nuevo género de escritura.
En los últimos dos decenios del siglo XIX, un número creciente de escritores comenzó a ver
el estudio de la política exterior de las grandes potencias dentro de un sistema global, como
un objeto digno de estudio.
El punto de partida de Mahan para comprender la economía política global era la seguridad
militar. Como almirante, su principal preocupación era la geoestrategia naval, y el libro por
el que es más famoso fue una historia sobre el papel del poder marítimo. El supuesto más
importante sus escritos, que justificaba su visión de la importancia de la historia para la
comprensión de los problemas contemporáneos, era que, si la naturaleza humana era
constante, entonces también la estrategia y el pensamiento militar eran inmutables.
Para Mahan, el mar seguía siendo una gran “carretera” que las naciones industrializadas
siempre habían utilizado como medio para construir un orden imperial. El equilibrio de poder
era, por lo tanto, un medio para resolver los reclamos por obtener justicia entre los estados.
En 1926, Kaynes se sintió lo suficientemente seguro para declarar la muerte del liberalismo
de laissez faire. Para 1921, también argumentó que el orden liberal de la preguerra estaba
muerto, y que la consecuencia de esto era que la interdependencia (y con ello la
prosperidad) estaba siendo revertida hacia un orden menos eficiente y nacionalista.
Durante 1919, gran parte del trabajo de los pacificadores en París giró en torno a trazar
límites que garantizaría viabilidad económica, por medio de una adecuada asignación de
recursos (especialmente carbón) a los nuevos estados independientes y emergentes.
“En las luchas recurrentes por la supremacía política entre los estados más poderosos, la
demanda por una repartición equitativa de los minerales del mundo es una de las principales
prioridades”. Como lo señaló el memorándum de la delegación de Estados Unidos en la
conferencia de estudios internacionales de 1937: “del mismo modo en que el desarme es
un ideal sin esperanza, por medio del logro anterior de la seguridad colectiva contra la
agresión, los conflictos sobre materias primas entre las naciones son irremediablemente
insolubles en un mundo donde cada país debe depender de su propia fuerza para enfrentar
la amenaza de la guerra”.
Así, las RI que surgieron de la paz de 1919 fueron tan materialistas como sus antepasados
de la posguerra. Dicho esto, el problema de las instituciones y la guerra también permaneció
siendo central en los debates, y la sensación de que la paz de 1919 había dejado a la
sociedad incompleta, añadiría un sistema de urgencia a estos problemas. El resultado de
esto fue un debate en el período de entreguerras que se enfocó en lo que llegaría a ser
conocido como la seguridad colectiva. Aunque el término es bien conocido hoy en día, no
lo fue necesariamente en el período de entreguerras. De hecho, su primer uso registrado
fue en 1924 por el ministro checo de Relaciones Exteriores Edward Benes mientras que su
uso regular en Gran Bretaña parece datar de los años treinta.
Los defensores de la seguridad colectiva estaban conscientes de que los armamentos y las
carreras armamentistas podrían exacerbar tensiones y reproducir inseguridad. De esta
forma, el desarme, al hacer menos probable una guerra agresiva, reforzaría el arbitraje en
tanto que éste debía garantizarse mediante sanciones, que a su vez permitirían a los
estados tener confianza en su régimen de desarme común. Para muchos partidarios de la
seguridad conjunta, esto no era un problema, ya que establecieron una distinción entre el
uso de la fuerza al servicio de los intereses del Estado y el uso de esta para la seguridad
conjunta.
Aquí está el problema del uso de la vigilancia policial para describir las sanciones militares
de la sociedad. Las Fuerzas Armadas involucradas en una “guerra de sociedad” se
comportarían un poco diferente a un Ejército invasor, usando las mismas armas, causando
los mismos niveles de destrucción y ocupando territorios de poblaciones hostiles. Primero,
no estaba convencida de que los estados involucrados en una “guerra de sociedad” no
utilizarían su membresía para promover sus propios intereses.
La primera abarca la hegemonía realista clásica de corta duración y lo que se conoce como
la revolución conductista. Este embrollo fue confrontado por los que se llamó la cuarta
generación, la cual comenzó a finales de los años setenta y llegó a un punto crítico a
principios de 1980.
En 1974, haciendo un balance del desarrollo del pasado reciente de RI, arent destacó cómo
la preocupación anterior por el poder y la anarquía ahora había sido reemplazada por la
idea de un orden sistémico, y que este nuevo enfoque apuntaba a crear una teoría general
más científica en RI.
La economía política también estuvo presente en la teoría de la dependencia, qué tiene sus
raíces en la economía latinoamericana, el enfoque interdisciplinario de la sociedad mundial
de John Burton y, eventualmente en él surgimiento en ambos lados del Atlántico de la
economía política internacional, a finales de los años sesenta.
Según esta interpretación, los realistas veían a los estados como los actores, a la dinámica
como la fuerza y en las variables como las acciones de los estados; el pluralismo
consideraba las categorías teóricas como estados más otros actores, a los movimientos
sociales complejos y buscaba “explica todos los principales eventos mundiales”.
The dividing discipline fue 1 de los estudios del campo de RI más complejos y entendible
que surgió en los años ochenta, y su división tripartita en tres paradigmas no es el único
por lo que es conocido. El idealismo se remonta, a su vez, a la Fundación de RI en 1919.
Las fechas clave en este relato moral, por lo tanto, se convierten en 1919 y 1939.
Esta versión del desarrollo de RI es a menudo apoyada por una narrativa cercanamente
relacionada en la que el campo se desarrolla por medio de una serie de grandes debates,
empezando con el primer gran debate disciplinario entre “idealistas” y “realistas” y
extendiéndose al quizás último altercado intelectual contemporáneo, el de los “racionalistas”
y los “reflectivistas”.
En RI, muchos han asumido que el realismo es el principal candidato para ser un
paradigma, y varios académicos han emprendido repetidamente la tarea de definir y
operacionalización los supuestos básicos del paradigma realista. El nacimiento del campo
de RI, por ejemplo, es típicamente visto como una reacción al horror de la Primera Guerra
mundial.
RI nunca estuvo dominada por un grupo de académicos utopistas adheridos a algo parecido
al dominio paradigma idealista. Enfocándose en las dinámicas internas de la formación de
la disciplina, los académicos revisionistas también han desafiado la noción de que RI surgió
como un campo autónomo hasta 1919. De acuerdo con estos historiadores críticos
revisionistas, la idea de que existe un vínculo esencial entre la Primera Guerra mundial y la
génesis de ri es simplemente otro mito disciplinario.
Colonialismo, imperialismo, imperio y racismo.
The administration of dependencies (1902) de Snow era considerada una contribución clave
a la literatura, en la cual él intentaba brindar lecciones a Estados Unidos, obtenidas de las
experiencias de los sistemas coloniales británicos y franceses. En el proceso de formulación
de las políticas sobre la administración colonial, Reinsch argumentó que era necesario
considerar dos distintos puntos de vista: las necesidades de “una civilización avanzada” y
aquellas de los habitantes indígenas.
A casi dos decenios de haber iniciado el siglo XXI, las perspectivas de tecnocráticas se
mantienen al frente de la teoría de las relaciones internacionales (RI). Por otro lado, la teoría
tecnocrática de RI no puede ser separada del ascenso de Estados Unidos como
superpotencia global. La Academia estadounidense, centros de investigación y Think-tanks
han llegado a dominar lo que constituye la materia en la época de la posguerra, sin tomar
en cuenta los fundamentos normativos y el filósofo ecos de la teoría de RI.
Para los académicos de la teoría crítica de las relaciones internacionales (TCRI) esto es
una antítesis de lo que la teoría de RI debería de ser. Para la TCRI, la teoría debe ir más
allá de la explicación y la predicción. Robert Cox (1981), teórico neogramsciano, en su
conocida distinción epistemológica, encapsula el enfoque crítico argumentando que la
teoría siempre es para alguien y para algún propósito.
Hoy los académicos de la teoría crítica (TC) desafían y presentan alternativas a las teorías
tecnocráticas convencionales de RI, como el neorrealismo y el neoliberalismo. Los
enfoques de la TCRI al campo de estudio, No obstante, entonces y ahora, en ocasiones
coinciden, y en otras no coinciden, con otros enfoques de la TCRI.
En los años ochenta, la teoría crítica de las relaciones internacionales (TCRI) se representa
como una respuesta al libro Theory of International politics (1979) de Kenneth Waltz y como
una insatisfacción más general con el empobrecimiento de las teorías positivas de RI.
En 1988 la revista académica Millenium publicó su primer número especial sobre “las
mujeres y las relaciones internacionales”. La cita rebelada de forma sucinta el sesgo
masculino en RI su proclividad para venerar la cultura de la guerra. Al mismo tiempo, es
también una crítica al predominio de los hombres en RI, quienes son responsables de
reproducir teorías a no céntricas como verdades universales. La contribución de Enloe hoy
al final de los años ochenta hoy sería tan significativa como el libro de Waltz publicado un
decenio anterior.
La Academia feminista, incluyendo las publicaciones revisadas por pares, los paneles de
conferencias temáticas y los puestos de trabajo feministas en las facultades de RI, proliferó
durante los años noventa, abarcando una amplia gama de enfoques y temas concernientes
al campo. Su culminación puede ser vista en 1999, con el establecimiento de una revista
académica de RI feminista independiente International feminist Journal of politics.
En este punto en común lo que sitúa la TCRI feminista dentro de la rúbrica de la teoría
crítica de Robert Cox, ya que su orientación normativa busca promover el cambio
emancipatorio, enfocándose en puntos estratégicos donde el poder se manifiesta
produciendo resultados de género. Esto se ha traducido en programas de investigación que
se han enfocado en una amplia gama de inquietudes, incluyendo el anticolonialismo, lucha
por las libertades reproductivas, la paz y el desarme, los derechos civiles y políticos, los
asuntos de sexualidad, incluyendo la defensa de la comunidad LGBTQ, los derechos de los
trabajadores más allá de los obreros industriales organizados, tales como los empleados
domésticos y las trabajadoras sexuales, la centralidad del trabajo no remunerado, que a
menudo se asigna a las mujeres, los asuntos medioambientales y la redefinición de la
seguridad, por nombrar algunos.
La creación del instituto en 1911 se adelantó en algunos años a la Primera Guerra mundial,
en cuyo entorno cronológico sitúa convencionalmente la literatura académica el comienzo
de las relaciones internacionales como ciencia, si bien la fijación del año 1919 como la fecha
fundacional de la disciplina está en profunda revisión. En todos los países la exigencia de
la diplomacia moderna, con la aceleración de los medios de transporte y la comunicación,
la importancia creciente de las cuestiones comerciales y el papel en alza de la opinión
pública, forzaron adaptaciones ineludibles.
En términos generales, los estados buscaron llenar las filas del servicio diplomático y
consular con miembros cada vez más especializados y mejor formados intelectualmente,
capaces de responder a los retos de las relaciones internacionales del momento.
En la labor formativa del instituto se percibe en 3 grandes ámbitos a los que los
responsables de la diplomacia española consideraban necesario entender, con espíritu
regenera pasionista y talante institucionalista es decir vinculado al proyecto pedagógico
renovador de la institución libre de enseñanza.
Desde el curso 1913-14, el primero en que el centro funcionó a pleno rendimiento, los
planes de estudio del instituto distribuían las enseñanzas en tres ocasiones distintas,
diplomática, consular y estudios marroquíes, que se contemplaban a lo largo de dos cursos.
Durante el largo siglo XIX (entendido como el periodo histórico comprendido entre la
independencia de las trece colonias y la revolución francesa, en un extremo y la Primera
Guerra mundial, en el otro) tuvo lugar en un mercado proceso de internacionalización
mediante la interconexión de realidades que habían permanecido fundamentales
circunscritas a las fronteras imperialistas o estatales.
Sin embargo, solo el Congreso de Viena que siguió las guerras napoleónicas en Europa
había dado lugar a una suerte de intento de orquestar un Orden Mundial. Al mismo tiempo,
el estado-nación trajo consigo un creciente fervor nacionalista que serviría de caldo de
cultivo para la movilización que antaño lograban las guerras de religión.
Aquella Primera Guerra Mundial, y especialmente su cierre entre 1917 y 1919, marcaron
un claro parteaguas histórico. Las propuestas bolcheviques publicitadas en el tramo final
de la contienda moldearon la respuesta wilsoniana, también idealista y universalista.
Los felices años veinte parecieron suponer, en muchos países, una suerte de retorno a la
belle époque. Sin embargo, la llegada de Mussolini al poder en 1922 tras la marcha sobre
Roma prescindía de amplia legitimación intelectual y cultural, así como de putsch de Hitler
en Múnich al año siguiente, constituyeron serias alertas procedentes de aquellos países
inconformes a la paz de Versalles.
Entretanto, en la Unión Soviética la muerte de Lenin y la crisis sucesoria al frente del Estado
supusieron una nueva etapa en él internacionalismo comunista. Stalin, con su postulado
del socialismo en un solo país, venía a matizar la esencia de la III internacional, en contra
de la revolución permanente de su gran rival, Trotsky. El internacionalismo era esencia del
comunismo desde Marx y Engels, así como en su continuidad en la adaptada versión
leninista.
Por otro lado, la progresiva crisis de las democracias liberales tras un breve interludio en la
inmediata posguerra, revigorizada por los efectos de la Gran Depresión. Unas propuestas
nacidas de ad hoc bajo ese nuevo paradigma y sin necesidad de redefinirse como las
democracias liberales lo que les permitió mayor credibilidad expositiva y un amplio margen
de ventaja, como salida a la decadencia de un mundo que no había logrado una
recuperación satisfactoria durante los engañosos años veinte.
Entre 1933 y 1934, liquidados los comunistas en Alemania nazi y tras resultar aplastada los
Schutzbund en la Viena roja bajo el régimen clerical fascista de Dullfuss, el eje de Komintern
se trasladó a la Europa occidental. La revolución de 1934 en Asturias, la sucesión de
acontecimientos en Francia y como culmen la guerra civil e internacional iniciada en
España, movieron definitivamente el péndulo de interés tanto para Stalin como para
Dimitrov y el movimiento comunista. Al mismo tiempo, Hitler aceleró su agresividad
internacional a medida que concebía los peligrosos de una pinza entre la Unión Soviética y
una Europa occidental con creciente presencia comunista en el poder, como reflejaban las
victorias electorales de los frentes populares en España y Francia.