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Universidad Mexicana

-Síntesis 2 -
Profesor: Anduiza Castañeda Daniel
Relaciones Globales
Reina Nicole Cabrera Vigueras
Grupo: RIN3SB111
Relaciones Internacionales y Comercio
Exterior
El primer gran debate en Relaciones Internacionales: ¿Mito
disciplinario?

El llamado primer gran debate en la disciplina de las relaciones internacionales RI se ha


forjado, por varios años, como una de las narrativas modulares sobre los orígenes de Larry
como campo de estudio autónomo.

Tradicionalmente, los inicios de RI son ligados al fin de la gran guerra. Es el deseo ferviente
de evitar que se repitan los horrores de la Primera Guerra mundial, lo que principalmente
empujará a una nueva generación de intelectuales a crear un campo de estudio
especializado en los asuntos internacionales. Como resultado de esto la narrativa
convencional argumenta que a nivel internacional se crean las primeras cátedras
especializadas en aspectos mundiales. En 1919 se funda el primer departamento
especializado en política internacional, en la que hoy es la Universidad de Aberystwyth.

Esta práctica fue seguida por otras instituciones educativas como la Universidad de
Georgetown (1919), London School of economics (1920) y la Universidad de Oxford (1930).

En la crisis de los 20 años (1939) E. H. Carr, quien fue el cuarto director del departamento
de política nacional en Aberystwyth., brinda información sobre algunas de las
características de los nominados utopistas.

La historia ortodoxa de RI señala que la segunda corriente teórica de la disciplina está


caracterizada por el realismo clásico, y es con su surgimiento que sobreviene el
denominado primer gran debate. Los llamados idealistas habían apostado por un
mecanismo de seguridad colectiva para eliminar los efectos adversos de la anarquía
internacional.

En lugar de enfocarse en “proyectos visionarios” y dar por sentada la armonía de intereses


de los estados para llevarlos a cabo, los realistas argumentan que RI debe considerar
aspectos fundamentales de la política internacional que habían sido ignorados, tales como
el poder y las causas de la guerra.

Uno de los principales problemas que presenta la narrativa del llamado primer gran debate
son las limitadas interacciones que existieron entre los denominados idealistas y los
realistas clásicos. De acuerdo con, la disputa intelectual “entre idealistas y realistas durante
los decenios de 1930 y 1940 es un poco más que un mito disciplinario”. Sin embargo, señala
que después de la Segunda Guerra mundial sí hubo discusiones académicas significativas
sobre el interés nacional estadounidense, cuyas posiciones contendientes pudieran ser
caracterizadas como idealistas y realistas.

Uno de los problemas de la narrativa del denominado primer gran debate de la ambigüedad
del concepto idealismo (liberal), frecuentemente utilizado como sinónimo de
internacionalismo o utopismo liberal. Carr considera que la primera generación de
internacionalistas se caracteriza por poner poca atención a los hechos de la realidad
mundial y por enfocarse en “proyectos visionarios”, como la sociedad de naciones, Carr
argumenta que los denominados utopistas ignoran al poder como uno de los principales
componentes de la política internacional.

Por su parte Robert Jackson y George Sorensen, quienes han escrito uno de los libros de
texto de RI más populares recientemente, añaden a la interdependencia y el derecho
internacional, como parte de los temas centrales de los llamados idealistas liberales. En
definitiva, aunque existen similitudes sobre algunas de las características atribuidas al
utopismo, no existe consenso sobre las mismas.

El estudio de puede ser replicado para otros intelectuales prominentes de la llamada fase
idealista, esto es, principalmente, durante el periodo de entreguerras (1919-1939). El
argumento central de Hobson era que la causa principal del imperialismo es el bajo
consumo económico. Según Hobson, a partir de finales del siglo XIX la burguesía producía
más de lo que su mercado local le podía comprar. Esto como consecuencia producía el
imperialismo, puesto que impulsaba al capitalista a buscar hoy mercados, por medio de la
fuerza militar del Estado.

En definitiva, no solo el término idealismo es problemático, sino que la dicotomía manejada


en la narrativa también lo es. Más allá del supuesto idealismo, y el realismo clásico, los
inicios de la disciplina tuvieron otras influencias teóricas, como el socialismo, hola qué
informaron considerablemente el pensamiento internacional de la época.

Es convencionalmente reconocido que 1919 marca el inicio de la disciplina de las relaciones


internacionales. Esta idea, aunque comienza a cambiar y este libro es particularmente una
importante contribución al respecto, es aceptada de manera casi universal en El Mundo
hispano. Sin embargo, establecer a 1919 como la fecha fundacional de la disciplina es
arbitrario y problemático. Es convencionalmente aceptado que el primer debate importante
en la disciplina fue en los años treinta y cuarenta.
Según Brailsford, las guerras lograron De hecho consolidar a los grandes imperios por
medio de beneficios económicos: además que favorecían a la clase financiera de los países
industrializados.

La idea de que la clase capitalista se beneficiaba económicamente de inversiones


imperialistas era falsa, por debido a que los conflictos armados tenían un efecto financiero
desestabilizador adverso. El capitalista gana del imperialismo puesto que obtiene un mayor
territorio para explotar mercados preferenciales, así como el monopolio de las materias
primas y oportunidades de inversiones de capital en economía subyugada. El debate lo
cerró normal Angell retomando la idea, para el errónea, de la sobrevaloración otorgada a la
economía en los asuntos internacionales.

De otra forma, si el nacionalismo de cada colonia hubiera imperado, los conflictos militares
entre ellas hubieran sido mucho más factibles. En definitiva, el sistema capitalista bien
desarrollado de las colonias no las llevó a la guerra, sino que alcanzaron la paz por medio
de una solución política.

Los mitos que me enseñó mi profesor de Relaciones Internacionales.


Reconstruyendo la historia del pensamiento internacional.

La historia puede encontrarse en una miríada de libros de texto introductorio a las relaciones
internacionales (RI), y su presencia en cursos introductorios testifica que pertenece como
una narrativa frecuentemente repetida en el campo.

El estudio predominante angloamericano de RI fue en gran parte fundado en 1919 como


una consecuencia directa de la Primera Guerra mundial. Una disciplina inicialmente utópica
y liberal, la cual estaba inspirada del idealismo de Burton Wilson. RI en el periodo de
entreguerras rechazó los análisis realistas y de Realpolitik sobre la importancia del poder.
Esta fase de RI llegó a su fin con la crisis de la política del apaciguamiento, cuando el
enfoque idealista de Naville chamberlain falló en detener la política exterior impulsada por
el poder de la Alemania nazi. Dado que el realismo ya había demostrado ser correcto, bajo
estas circunstancias denomino RI como el principal paradigma del campo hasta los años
ochenta. Después de los años 1980 RI se hizo más popular y el realismo se convirtió en
uno de varios paradigmas.

De hecho, la historia falsa ha hecho un gran daño la capacidad de RI para poder


comprender El Mundo desde una perspectiva global, y es solo hasta en los últimos años
que ese daño ha sido erradicado. Aún el tropo familiar del nacimiento de RI en 1919 ha sido
cuestionado. A medida que desarrolló este capítulo, se clasificará que RI precede y sucede
con múltiples decenios a 1919.

La primera generación: RI antes de 1914.

Varios observadores astutos han notado que hay un interés inusual en los asuntos
internacionales y la dinámica de la economía política global desde los años ochenta. Si bien
la Primera Guerra mundial contribuyó a popularizar los asuntos internacionales, los debates
(y muchos expertos internacionales) en el periodo de entreguerras ya habían madurado en
los cuatro decenios anteriores. Anteriormente, a mediados del siglo XIX, a raíz de la
segunda revolución industrial relacionada con la electricidad, el telégrafo, y la Gran
Depresión en los años 1870-1880, cuando comenzó a surgir un nuevo género de escritura.

En los últimos dos decenios del siglo XIX, un número creciente de escritores comenzó a ver
el estudio de la política exterior de las grandes potencias dentro de un sistema global, como
un objeto digno de estudio.

El punto de partida de Mahan para comprender la economía política global era la seguridad
militar. Como almirante, su principal preocupación era la geoestrategia naval, y el libro por
el que es más famoso fue una historia sobre el papel del poder marítimo. El supuesto más
importante sus escritos, que justificaba su visión de la importancia de la historia para la
comprensión de los problemas contemporáneos, era que, si la naturaleza humana era
constante, entonces también la estrategia y el pensamiento militar eran inmutables.

Para Mahan, el mar seguía siendo una gran “carretera” que las naciones industrializadas
siempre habían utilizado como medio para construir un orden imperial. El equilibrio de poder
era, por lo tanto, un medio para resolver los reclamos por obtener justicia entre los estados.

La segunda generación: la verdad detrás de la historia de 1919 YRI en


el período de entreguerras.

La conmoción de la guerra no eliminó el problema de los recursos para la sociedad


industrializada, y esta problemática la que domina las discusiones sobre asuntos
internacionales en los dos decenios y medio entre el final de la Primera Guerra mundial y
el de la segunda. Se hizo común ver la guerra como la destrucción final del orden liberal de
laissez faire, que prevalecía antes de 1914. Con base en los salarios bajos para los
trabajadores y el autocontrol de los capitalistas (Kaynes llamó esto un “doble engaño o
fraude”), el sistema aparentaba ser estable para aquellos que lo vivían, pero la guerra había
destruido el autocontrol que lo había mantenido.

En 1926, Kaynes se sintió lo suficientemente seguro para declarar la muerte del liberalismo
de laissez faire. Para 1921, también argumentó que el orden liberal de la preguerra estaba
muerto, y que la consecuencia de esto era que la interdependencia (y con ello la
prosperidad) estaba siendo revertida hacia un orden menos eficiente y nacionalista.

Durante 1919, gran parte del trabajo de los pacificadores en París giró en torno a trazar
límites que garantizaría viabilidad económica, por medio de una adecuada asignación de
recursos (especialmente carbón) a los nuevos estados independientes y emergentes.

“En las luchas recurrentes por la supremacía política entre los estados más poderosos, la
demanda por una repartición equitativa de los minerales del mundo es una de las principales
prioridades”. Como lo señaló el memorándum de la delegación de Estados Unidos en la
conferencia de estudios internacionales de 1937: “del mismo modo en que el desarme es
un ideal sin esperanza, por medio del logro anterior de la seguridad colectiva contra la
agresión, los conflictos sobre materias primas entre las naciones son irremediablemente
insolubles en un mundo donde cada país debe depender de su propia fuerza para enfrentar
la amenaza de la guerra”.

Así, las RI que surgieron de la paz de 1919 fueron tan materialistas como sus antepasados
de la posguerra. Dicho esto, el problema de las instituciones y la guerra también permaneció
siendo central en los debates, y la sensación de que la paz de 1919 había dejado a la
sociedad incompleta, añadiría un sistema de urgencia a estos problemas. El resultado de
esto fue un debate en el período de entreguerras que se enfocó en lo que llegaría a ser
conocido como la seguridad colectiva. Aunque el término es bien conocido hoy en día, no
lo fue necesariamente en el período de entreguerras. De hecho, su primer uso registrado
fue en 1924 por el ministro checo de Relaciones Exteriores Edward Benes mientras que su
uso regular en Gran Bretaña parece datar de los años treinta.

La comprensión de las complejidades de las disputas internacionales, atenuada por el éxito


de los tratados de arbitraje bilaterales, llevó a Arnold Foster y a Woolf, a elaborar un plan
para el desarrollo de un sistema de arbitraje y conciliación bajo los auspicios de la sociedad.

Los defensores de la seguridad colectiva estaban conscientes de que los armamentos y las
carreras armamentistas podrían exacerbar tensiones y reproducir inseguridad. De esta
forma, el desarme, al hacer menos probable una guerra agresiva, reforzaría el arbitraje en
tanto que éste debía garantizarse mediante sanciones, que a su vez permitirían a los
estados tener confianza en su régimen de desarme común. Para muchos partidarios de la
seguridad conjunta, esto no era un problema, ya que establecieron una distinción entre el
uso de la fuerza al servicio de los intereses del Estado y el uso de esta para la seguridad
conjunta.

Aquí está el problema del uso de la vigilancia policial para describir las sanciones militares
de la sociedad. Las Fuerzas Armadas involucradas en una “guerra de sociedad” se
comportarían un poco diferente a un Ejército invasor, usando las mismas armas, causando
los mismos niveles de destrucción y ocupando territorios de poblaciones hostiles. Primero,
no estaba convencida de que los estados involucrados en una “guerra de sociedad” no
utilizarían su membresía para promover sus propios intereses.

Las “guerras de la sociedad” equivaldrían a regresar a un sistema basado en la fuerza física.


Al amenazar con imponer sanciones, pero no poder cumplir con esta amenaza, el sistema
de la sociedad se vería socavado y los otros buenos oficios y trabajo de la organización se
verían afectados debido a su ineficacia al imponer las reglas legales. El mito de RI que se
encuentra en los libros de texto, frecuentemente vincula el apoyo a la sociedad de naciones
con el idealismo y el apaciguamiento.

La mayoría de los defensores de la seguridad conjunta se movieron con facilidad hacia la


política (relacionada) de la defensa colectiva, mientras que sus oponentes, cómo Swanwick,
se mantuvieron firmemente en contra de una sociedad participando en guerras y apoyaron
el apaciguamiento. En los cuatro decenios posteriores a 1945, RI tiene dos generaciones.

La primera abarca la hegemonía realista clásica de corta duración y lo que se conoce como
la revolución conductista. Este embrollo fue confrontado por los que se llamó la cuarta
generación, la cual comenzó a finales de los años setenta y llegó a un punto crítico a
principios de 1980.

En 1974, haciendo un balance del desarrollo del pasado reciente de RI, arent destacó cómo
la preocupación anterior por el poder y la anarquía ahora había sido reemplazada por la
idea de un orden sistémico, y que este nuevo enfoque apuntaba a crear una teoría general
más científica en RI.

La economía política también estuvo presente en la teoría de la dependencia, qué tiene sus
raíces en la economía latinoamericana, el enfoque interdisciplinario de la sociedad mundial
de John Burton y, eventualmente en él surgimiento en ambos lados del Atlántico de la
economía política internacional, a finales de los años sesenta.

La construcción de la idea del tercer debate, el “interparadigmático”, comenzó una discusión


trasatlánticantre 1970 y 1985, y representó una diferencia en actitud hacia la diversidad de
enfoques en RI.

El orden de Banks para la teoría de RI no necesariamente eliminó las distinciones hechas


entre lo tradicional, conductista y post conductista, las cuales delinearon una buena parte
del debate en Estados Unidos durante los años setenta. El periodo tradicional se extendió
desde 1918 hasta 1950 y fue iniciado por el gran debate idealista-realista seguido por el
período conductista desde los años cincuenta hasta los setenta, que marcaría la escena
para el segundo debate sobre los métodos de investigación; la fase postconductista a partir
de 1970 había evolucionado en los ochenta hacía un debate triangular e interparadigmático
entre el realismo, el estructuralismo y el pluralismo. Este debate fue diferente a los dos
anteriores en que confrontó directamente el supuesto realista estatocéntrico.

Según esta interpretación, los realistas veían a los estados como los actores, a la dinámica
como la fuerza y en las variables como las acciones de los estados; el pluralismo
consideraba las categorías teóricas como estados más otros actores, a los movimientos
sociales complejos y buscaba “explica todos los principales eventos mundiales”.

The dividing discipline fue 1 de los estudios del campo de RI más complejos y entendible
que surgió en los años ochenta, y su división tripartita en tres paradigmas no es el único
por lo que es conocido. El idealismo se remonta, a su vez, a la Fundación de RI en 1919.
Las fechas clave en este relato moral, por lo tanto, se convierten en 1919 y 1939.

Revisando la historia temprana de las Relaciones Internacionales:


Imperialismo, colonialismo y raza.

1 de los desarrollos más interesantes del campo angloamericano de las relaciones


internacionales (RI) ha sido la mayor atención que un creciente número de académicos ha
dirigido hacia el entendimiento de la historia de su disciplina. Aunque este avance es más
notable en Reino Unido, Estados Unidos y Canadá.

Con el acercamiento del centenario del primer departamento de política internacional en El


Mundo, establecido en la Universidad de Wales en Aberystwyth, en 1919, podemos
esperar, como se evidencia en este volumen, que trabajo histórico adicional será
próximamente publicado. En 2001, un académico astuto declaró que “RI está actualmente
experimentando lo que podríamos denominar un giro historiográfico”.

Esta versión del desarrollo de RI es a menudo apoyada por una narrativa cercanamente
relacionada en la que el campo se desarrolla por medio de una serie de grandes debates,
empezando con el primer gran debate disciplinario entre “idealistas” y “realistas” y
extendiéndose al quizás último altercado intelectual contemporáneo, el de los “racionalistas”
y los “reflectivistas”.

El hecho de que durante los años setenta y ochenta académicos internacionalistas


ocurrieron cada vez más al trabajo de Thomas Kuhn (1970) y otros filósofos de la ciencia.
Ayuda a ilustrar el punto de que la tarea de escribir la historia del campo ha estado
frecuentemente subordinada a la meta a un más fundamental, demostrar el progreso de RI.

En RI, muchos han asumido que el realismo es el principal candidato para ser un
paradigma, y varios académicos han emprendido repetidamente la tarea de definir y
operacionalización los supuestos básicos del paradigma realista. El nacimiento del campo
de RI, por ejemplo, es típicamente visto como una reacción al horror de la Primera Guerra
mundial.

La supuesta superioridad de la visión realista ha hecho que parezca innecesaria y


considerar cuidadosamente la naturaleza de los argumentos hechos por aquellos que
escribieron en el campo de RI, antes de la Segunda Guerra mundial o incluso los escritos
de muchos de los que se consideran los primeros realistas. En ocasiones los idealistas son
caracterizados como alquimistas preocupados por lo que debería ser mientras que los
realistas son tipificados como científicos enfocados en lo que es lo cual es un requisito
previo para crear una Ciencia Política.

RI nunca estuvo dominada por un grupo de académicos utopistas adheridos a algo parecido
al dominio paradigma idealista. Enfocándose en las dinámicas internas de la formación de
la disciplina, los académicos revisionistas también han desafiado la noción de que RI surgió
como un campo autónomo hasta 1919. De acuerdo con estos historiadores críticos
revisionistas, la idea de que existe un vínculo esencial entre la Primera Guerra mundial y la
génesis de ri es simplemente otro mito disciplinario.
Colonialismo, imperialismo, imperio y racismo.

Aunque los antecedentes de RI están típicamente identificados con el derecho


internacional, la historia diplomática, los movimientos de la paz, la filosofía moral, la
geografía y la antropología, los historiadores revisionistas han incluido a la administración
colonial y análisis del imperio y del imperialismo. De acuerdo con Vitalis, el tema que más
importaba a los pioneros del campo de la RI era el de la raza y las relaciones raciales.

Politólogos como Rainsch creían que un estudio científico de la administración colonial


debería tener como efecto práctico proveer a los políticos de conocimiento para diseñar
mejores políticas coloniales.

The administration of dependencies (1902) de Snow era considerada una contribución clave
a la literatura, en la cual él intentaba brindar lecciones a Estados Unidos, obtenidas de las
experiencias de los sistemas coloniales británicos y franceses. En el proceso de formulación
de las políticas sobre la administración colonial, Reinsch argumentó que era necesario
considerar dos distintos puntos de vista: las necesidades de “una civilización avanzada” y
aquellas de los habitantes indígenas.

La teoría critica de Relaciones Internacionales: panorama histórico,


revisionismo y escenario futuros.

A casi dos decenios de haber iniciado el siglo XXI, las perspectivas de tecnocráticas se
mantienen al frente de la teoría de las relaciones internacionales (RI). Por otro lado, la teoría
tecnocrática de RI no puede ser separada del ascenso de Estados Unidos como
superpotencia global. La Academia estadounidense, centros de investigación y Think-tanks
han llegado a dominar lo que constituye la materia en la época de la posguerra, sin tomar
en cuenta los fundamentos normativos y el filósofo ecos de la teoría de RI.

Para los académicos de la teoría crítica de las relaciones internacionales (TCRI) esto es
una antítesis de lo que la teoría de RI debería de ser. Para la TCRI, la teoría debe ir más
allá de la explicación y la predicción. Robert Cox (1981), teórico neogramsciano, en su
conocida distinción epistemológica, encapsula el enfoque crítico argumentando que la
teoría siempre es para alguien y para algún propósito.

Hoy los académicos de la teoría crítica (TC) desafían y presentan alternativas a las teorías
tecnocráticas convencionales de RI, como el neorrealismo y el neoliberalismo. Los
enfoques de la TCRI al campo de estudio, No obstante, entonces y ahora, en ocasiones
coinciden, y en otras no coinciden, con otros enfoques de la TCRI.

Teoría critica de las Relaciones Internacionales: un panorama


histórico:

En los años ochenta, la teoría crítica de las relaciones internacionales (TCRI) se representa
como una respuesta al libro Theory of International politics (1979) de Kenneth Waltz y como
una insatisfacción más general con el empobrecimiento de las teorías positivas de RI.

Linklater (1982) se apoyó considerablemente en el trabajo de Jugen Habermas, de la


escuela de Frankfurt, para desafiar la noción de la objetividad, el enfoque a histórico de las
RI y el propósito de teorizar.

El feminismo en las RI: la narrativa convencional.

En 1988 la revista académica Millenium publicó su primer número especial sobre “las
mujeres y las relaciones internacionales”. La cita rebelada de forma sucinta el sesgo
masculino en RI su proclividad para venerar la cultura de la guerra. Al mismo tiempo, es
también una crítica al predominio de los hombres en RI, quienes son responsables de
reproducir teorías a no céntricas como verdades universales. La contribución de Enloe hoy
al final de los años ochenta hoy sería tan significativa como el libro de Waltz publicado un
decenio anterior.

La Academia feminista, incluyendo las publicaciones revisadas por pares, los paneles de
conferencias temáticas y los puestos de trabajo feministas en las facultades de RI, proliferó
durante los años noventa, abarcando una amplia gama de enfoques y temas concernientes
al campo. Su culminación puede ser vista en 1999, con el establecimiento de una revista
académica de RI feminista independiente International feminist Journal of politics.

En términos de poder, la TCRI feminista postula que es la o ortodoxia la que lo ha


malinterpretado. Lo realistas, como Tickner señala (1992), conceptualizan al poder como
sinónimo de dominación. En vez de eso, el poder opera por medio de una normalización de
códigos de gobierno. Los académicos de la TCRI feministas señalan, por ejemplo, cómo es
que los discursos de género son un medio poderoso, por el cual la guerra es legítima y sus
consecuencias violentas son normalizadas.
El género, por lo tanto, no es tan simple como referirse a lo masculino y lo femenino.
Enfocándose en el discurso, las feministas posestructuralistas de construyen los binarios
jerárquicos subyacentes, tales como lo público/privado, lo moderno/tradicional y
racional/emocional, que constituyen significa dados y sirven para socavar lo femenino en
relación con lo masculino.

Las Relaciones Internacionales feministas: continuidades y


direcciones.

En tanto que el análisis previo revela incongruencias aparentemente irremediables en


epistemología, todos los enfoques de la TCRI feministas consideran el poder y el género
como centrales al análisis de RI.

En este punto en común lo que sitúa la TCRI feminista dentro de la rúbrica de la teoría
crítica de Robert Cox, ya que su orientación normativa busca promover el cambio
emancipatorio, enfocándose en puntos estratégicos donde el poder se manifiesta
produciendo resultados de género. Esto se ha traducido en programas de investigación que
se han enfocado en una amplia gama de inquietudes, incluyendo el anticolonialismo, lucha
por las libertades reproductivas, la paz y el desarme, los derechos civiles y políticos, los
asuntos de sexualidad, incluyendo la defensa de la comunidad LGBTQ, los derechos de los
trabajadores más allá de los obreros industriales organizados, tales como los empleados
domésticos y las trabajadoras sexuales, la centralidad del trabajo no remunerado, que a
menudo se asigna a las mujeres, los asuntos medioambientales y la redefinición de la
seguridad, por nombrar algunos.

Las relaciones internacionales Neogramsclanas-Feministas.

Para entender la TCRI del neogramsciano y feminismo hibridado, me enfoco en dos


autores, Isabella Bakker y Stephen Gill. Ellos han sido seleccionados porque produjeron
publicaciones influyentes, conectando los dos enfoques críticos de RI donde su volumen
coeditado de 2003. En 1994 Bekker publicó un volumen editado para examinar la
reconstrucción económica neoliberal a escala global. Observó un silencio conceptual por
parte de la macroeconomía los políticos sobre los impactos diferenciados del género del
ajuste estructural global.
En su monografía de 1996, Bakker expandió este análisis al implementar el concepto
feminista de reproducción social, para comprender mejor los impactos de reformas
estructurales en función del género.

Relaciones Internacionales y formación para la diplomacia en torno a


la primera Guerra Mundial: un estudio de caso.

Él estudia histórico de la formación que reciben los diplomáticos para el desempeño de su


profesión proporciona un observatorio privilegiado para comprender los cambios en las
relaciones internacionales y su percepción por parte de los estados, en la medida en que
tal formación queda regulada por métodos formales de selección y educación de matriz
estatal.

La creación del instituto en 1911 se adelantó en algunos años a la Primera Guerra mundial,
en cuyo entorno cronológico sitúa convencionalmente la literatura académica el comienzo
de las relaciones internacionales como ciencia, si bien la fijación del año 1919 como la fecha
fundacional de la disciplina está en profunda revisión. En todos los países la exigencia de
la diplomacia moderna, con la aceleración de los medios de transporte y la comunicación,
la importancia creciente de las cuestiones comerciales y el papel en alza de la opinión
pública, forzaron adaptaciones ineludibles.

En términos generales, los estados buscaron llenar las filas del servicio diplomático y
consular con miembros cada vez más especializados y mejor formados intelectualmente,
capaces de responder a los retos de las relaciones internacionales del momento.

Los orígenes del instituto diplomático y consular.

Márquez-Guedes identifica dos grandes modelos de formación de diplomáticos en la


Europa moderna y contemporánea: el aprendizaje del oficio diplomático por medio de la
experiencia y la osmosis, según el modelo de la Academia diplomática de Viena creada
(con el nombre originario de Orientalische Akademie) en 1754 y el aprendizaje formal y de
estilo académico de las reglas y la práctica de la diplomacia, por medio del estudio de
disciplinas como la política, el derecho, hola economía y la historia, según el modelo de la
Academia política creada en París en 1712.
El Instituto diplomático y consular como establecimiento formativo: la
adaptación de los planes de estudio al cambio internacional.

En la labor formativa del instituto se percibe en 3 grandes ámbitos a los que los
responsables de la diplomacia española consideraban necesario entender, con espíritu
regenera pasionista y talante institucionalista es decir vinculado al proyecto pedagógico
renovador de la institución libre de enseñanza.

Desde el curso 1913-14, el primero en que el centro funcionó a pleno rendimiento, los
planes de estudio del instituto distribuían las enseñanzas en tres ocasiones distintas,
diplomática, consular y estudios marroquíes, que se contemplaban a lo largo de dos cursos.

La base disciplinar de una formación internacionalista.

En un momento en que todavía no se habían desarrollado en el país las relaciones


internacionales como disciplina específica, en el Instituto madrileño las dos disciplinas
privilegiadas eran el derecho internacional y la historia diplomática.

El otro Pilar de la formación en el Instituto fue la enseñanza de la historia, y más


concretamente la historia diplomática. La historia que se enseñaba en el Instituto tenía una
finalidad práctica: deberá proporcionar el conocimiento de los antecedentes de las
cuestiones internacionales, para permitir orientar una política exterior nacional coherente y
eficaz, como formular el historiador de la diplomacia Jerónimo Baker en su conferencia de
1925 en la tribuna de marqués de cubas.

Orden internacional e internacionalismo en disputa: las consecuencias


de la gran guerra y el triángulo ideológico de entreguerras.

Durante el largo siglo XIX (entendido como el periodo histórico comprendido entre la
independencia de las trece colonias y la revolución francesa, en un extremo y la Primera
Guerra mundial, en el otro) tuvo lugar en un mercado proceso de internacionalización
mediante la interconexión de realidades que habían permanecido fundamentales
circunscritas a las fronteras imperialistas o estatales.

Sin embargo, solo el Congreso de Viena que siguió las guerras napoleónicas en Europa
había dado lugar a una suerte de intento de orquestar un Orden Mundial. Al mismo tiempo,
el estado-nación trajo consigo un creciente fervor nacionalista que serviría de caldo de
cultivo para la movilización que antaño lograban las guerras de religión.
Aquella Primera Guerra Mundial, y especialmente su cierre entre 1917 y 1919, marcaron
un claro parteaguas histórico. Las propuestas bolcheviques publicitadas en el tramo final
de la contienda moldearon la respuesta wilsoniana, también idealista y universalista.

Entretanto, reconciliar el rápido crecimiento militar y económico estadounidense como un


servicio a la humanidad, acción legitimadora base del imperio moral. En este debate
ideológico internacional que siguió a la gran guerra, el idealismo bolchevique, propuesto
por Lenin, Trotsky y sus seguidores a partir de octubre de 1917, fue concebido como la gran
amenaza de la época para las democracias occidentales.

El arreglo territorial de posguerra convenía por lo tanto a los intereses imperialistas


británicos y franceses.

El inicio de una era: entre la revolución bolchevique y la sociedad de


naciones.

Desde el punto de vista de la democracia liberal occidentales, deudoras de la evolución


modernizadora y crecimiento internacionalizado del siglo XIX, el enfrentamiento con la
afrenta que representaba la propuesta soviética tras la revolución de octubre de 1917
resultaba inevitable, si bien no por ello inaplazable.

Tras la experiencia de la gran guerra surge y se ve desarrollado a lo largo del periodo de


entreguerras la necesidad de explicar cómo se pudo llegar a una experiencia semejante.

Aislamiento comunista, deslegitimación liberal y ascenso fascista en


los felices veinte.

Los felices años veinte parecieron suponer, en muchos países, una suerte de retorno a la
belle époque. Sin embargo, la llegada de Mussolini al poder en 1922 tras la marcha sobre
Roma prescindía de amplia legitimación intelectual y cultural, así como de putsch de Hitler
en Múnich al año siguiente, constituyeron serias alertas procedentes de aquellos países
inconformes a la paz de Versalles.

Entretanto, en la Unión Soviética la muerte de Lenin y la crisis sucesoria al frente del Estado
supusieron una nueva etapa en él internacionalismo comunista. Stalin, con su postulado
del socialismo en un solo país, venía a matizar la esencia de la III internacional, en contra
de la revolución permanente de su gran rival, Trotsky. El internacionalismo era esencia del
comunismo desde Marx y Engels, así como en su continuidad en la adaptada versión
leninista.

Por otro lado, la progresiva crisis de las democracias liberales tras un breve interludio en la
inmediata posguerra, revigorizada por los efectos de la Gran Depresión. Unas propuestas
nacidas de ad hoc bajo ese nuevo paradigma y sin necesidad de redefinirse como las
democracias liberales lo que les permitió mayor credibilidad expositiva y un amplio margen
de ventaja, como salida a la decadencia de un mundo que no había logrado una
recuperación satisfactoria durante los engañosos años veinte.

Represión nazifascista y giro del foco comunista de Europa central a


Europa occidental.

Entre 1933 y 1934, liquidados los comunistas en Alemania nazi y tras resultar aplastada los
Schutzbund en la Viena roja bajo el régimen clerical fascista de Dullfuss, el eje de Komintern
se trasladó a la Europa occidental. La revolución de 1934 en Asturias, la sucesión de
acontecimientos en Francia y como culmen la guerra civil e internacional iniciada en
España, movieron definitivamente el péndulo de interés tanto para Stalin como para
Dimitrov y el movimiento comunista. Al mismo tiempo, Hitler aceleró su agresividad
internacional a medida que concebía los peligrosos de una pinza entre la Unión Soviética y
una Europa occidental con creciente presencia comunista en el poder, como reflejaban las
victorias electorales de los frentes populares en España y Francia.

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