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ANALISIS Y SINTESIS DE
LA INFORMACIÓN CLÍNICA. EL DIAGNÓSTICO ANATÓMICO, FISIOLÓGICO Y
ETIOLÓGICO.
RECOGIDA DE DATOS
Los datos necesarios provienen de cuatro fuentes:
(1) anamnesis;
(2) exploración física;
(3) pruebas complementarias (por ejemplo, análisis de laboratorio o radiología); y
(4) observación cuidadosa del curso de la enfermedad (uno de los más importantes).
Para desarrollar plenamente estas fuentes de datos, el médico efectúa un análisis simultáneo
durante el interrogatorio, la exploración física, o la revisión de datos de laboratorio. En este
análisis, se plantea y pone a prueba hipótesis. Por ejemplo, podemos preguntarnos si la tos
y expectoración de un paciente son consecuencia de una neumonía; en estas circunstancias
se buscan síntomas específicos en la anamnesis (por ejemplo, dolor pleurítico, escalofríos y
fiebre) y signos específicos en la exploración (por ejemplo, estertores localizados en la
auscultación pulmonar). También puede ordenar pruebas específicas como una radiografía
de tórax o un análisis del esputo. En este sentido, la recogida y el análisis de datos son
procedimientos inseparables. Sin embargo, cuando el facultativo ha terminado la tarea de
recoger los datos, llega el momento de revisar y pesar las diversas posibilidades
diagnosticas. Aquí nos referiremos a este proceso.
Al enumerar las posibilidades diagnósticas, hay que tratar de que la lista sea lo más
completa posible. En este ejemplo, no debe pasar inadvertida la posibilidad poco frecuente
de un divertículo duodenal. Aunque tiene más importancia, desde un punto de vista
asistencial, reconocer que la hepatitis a veces puede manifestarse por una fase obstructiva o
colostática. En términos generales, las causas susceptibles de un tratamiento siempre
merecen atención particular, incluso cuando sean poco frecuentes.
Diagnóstico diferencial entre las posibilidades
En esta etapa del proceso diagnóstico, es un error común tomar la posibilidad más probable
y proceder en consecuencia sin considerar otras alternativas. En este ejemplo, el
antecedente de episodios de dolor epigástrico hacía que la obstrucción extrahepática fuese
la posibilidad más razonable.
Los estudios radiográficos no revelaron anomalías que sugirieran lesión obstructiva. Las
pruebas de función hepática no se modificaron. Para evitar el peligro de cirugía exploradora
en presencia de hepatitis, en primer, lugar se efectuó una biopsia hepática. El examen
histológico descubrió datos compatibles con obstrucción extrahepática. Dado que los datos
eran incompatibles con hepatitis, se programó una exploración quirúrgica.
Revisión de los datos
Antes de realizar la exploración quirúrgica, se revisaron los datos. El diagnóstico
provisional de obstrucción extrahepática se consideró capaz de explicar todos los datos
señalados en cursiva en el apartado anterior. En la intervención quirúrgica, se descubrió
carcinoma de la cabeza del páncreas.
Diagnóstico etiológico, anatómico, fisiológico.
Tan pronto como el paciente plantea una queja importante, el médico experimentado
comienza un proceso llamado diagnóstico diferencial. Este es un proceso en el que se
consideran todas las posibles causas de esa queja. Es este proceso de diagnóstico
diferencial, dirigido por una combinación de conocimientos y experiencia, el que dicta el
curso posterior de las preguntas del interrogatorio y en el examen físico.
La lógica sobre la cual el médico estructura su diagnóstico diferencial cae en una de las tres
categorías básicas siguientes: anatómica, fisiológica y etiológica.
ANATÓMICA.
Se pueden valorar las diferentes causas que explican el síntoma de un paciente
considerando de manera secuencial cada una de las estructuras anatómicas que, si presentan
una disfunción, deben ser responsables de esa molestia.
Si un paciente tiene ictericia, ¿cuál es la estructura anatómica implicada en el proceso
biológico de síntesis y excreción de la bilirrubina que puede estar alterado?
Los hematies puede que se estén destruyendo excesivamente (ictericia secundaria a
hemólisis), o los hepatocitos pueden ser incapaces de manejar una cantidad normal de
productos de degradación de la hemoglobina (hepatitis), o la excreción de la bilis puede
estar alterada a nivel del canalículo, conductos biliares intrahepáticos, vesícula biliar, en el
conducto común, o por alteraciones en el páncreas o el duodeno (por ejemplo, por un tumor
de la ampolla de Vater).
Conociendo las características clínicas y las asociaciones de signos y síntomas (síndrome)
que la ictericia origina en cada sitio anatómico, el clínico, mediante un interrogatorio
cuidadoso y un examen físico detallado, va estrechando el rango de posibilidades a una o
dos que sean más probables.
FISIOLÓGIO.
En el estado de salud todos los sistemas biológicos están equilibrados. La enfermedad se
presenta si se rompe esa homeostasis. El diagnóstico diferencial siguiendo un
planteamiento fisiológico sigue el orden de la producción- metabolismo-excreción o
destrucción de cualquier producto tratando de determinar los sitios posibles alterados.
La ictericia puede presentarse si se produce gran cantidad de bilirrubina por una hemolisis
excesiva, o si el metabolismo intrahepático esta alterado por inflamación de los hepatocitos
(hepatitis), o de deficiencias enzimáticas (enfermedad de Gilbert). Si la bilirrubina se
produce y metaboliza de forma normal puede que también se eleve en la sangre si la
excreción esta alterada (obstrucción intra o extra hepática).
ETIOLÓGICO.
Una buena formación en patología puede dar al clínico una de las más valiosas formas de
construir el diagnóstico diferencial. Una regla memotécnica útil es CIT-N-VIT. Esta es una
forma de clasificar las enfermedades:
Congénitas
Infecciosas
Traumáticas
Neoplásicas
Vasculares
Inmune-idiopáticas
Tóxico-metabólicas
La ictericia puede estar causada por una enfermedad congénita (anemia hemolítica en la
talasemia mayor, enfermedad poliquística hepática), infecciosas (por ejemplo, virus y
parásitos), trauma (reabsorción de un gran hematoma), neoplasias (metástasis hepáticas),
inmunológicas (hepatitis crónica activa autoinmune), o enfermedad hepática por tóxicos
(alcohol).
Con la finalidad de comprender mejor el proceso diagnóstico con arreglo a los tres tipos de
enfoques diagnósticos se pone un ejemplo, utilizando como motivo de consulta (o síntoma
guía) un síntoma –la disnea-. A continuación el estudiante deberá hacer un ejercicio similar
a partir de un signo como la fiebre (es aconsejable en este caso un enfoque etiológico), y un
segundo ejercicio a partir de un dato de laboratorio como la anemia (se aconseja en este
caso un enfoque fisiopatológico)-. Se debe tener en cuenta que estos esquemas no son
aplicables a ‘todos los pacientes’. En el siguiente ejemplo hay que centrarse más en el tipo
de patrón diagnóstico que en los detalles.
2. Pared torácica
Trauma
Debilidad muscular
Dolor
Restricción del movimiento (vendaje torácico)
3. Pleura
pleuritis
derrame pleural
4. Pulmón
vía aérea: obstrucción, broncoespásmo
Parénquima: infección, destrucción (enfisema, fibrosis, tumor), colapso
Vasos. Embolismo pulmonar, fallo congestivo cardiaco
Diafragma: Elevación (ascitis), parálisis
Historia Clínica.
Generalmente la rapidez y exhaustividad de la historia clínica dependerá de la situación de
gravedad del paciente y en que medida la causa de la disnea es evidente.
Por ejemplo, si su paciente presenta sibilancias generalizadas se debería hacer una historia
rápida dirigida a las causas que pueden conducir a broncoespásmo (alergia, inhalación de
toxinas, bronquitis, embolismo pulmonar, edema pulmonar), omitiendo preguntas acerca de
otras causas raras hasta que la situación aguda se haya resuelto. Igualmente, la exploración
física en una situación de emergencia debe enfocarse al sistema respiratorio y
cardiovascular hasta que se inicia el tratamiento. Cuando el paciente se sienta mejor se
puede realizar una historia clínica y exploración física más completa. Preguntar sobre:
dolor torácico
hemoptisis
expectoración
fiebre y escalofríos
sibilancias
dolor o tirantez en la pantorrilla
Exploración Física (G significa utilidad para valorar la gravedad del cuadro y D utilidad
diagnóstica)
Constantes vitales. Taquicardia (G y D), taquipnea (G y D), hipotensión (D), fiebre (D).
General. Agitado (G y D), sudación (G).
Piel. Cianosis (D), palidez (D), escarcha urémica (D), ictericia (D)
Orofaringe. Sequedad de mucosa oral (G), olor a frutas (D), aliento urémico (D),
respiración fética (D).
Cuello. Ingurgitación yugular (D), utilización de los músculos accesorios del cuello (G y D)
Tórax. Forma del tórax en barril (D), diminución de la expansión de la caja torácica,
unilateral o bilateral (D), percusión timpánica (D), crepitantes, roncus, sibilancias, roces,
disminución localizada del murmullo vesicular.
Corazón. Taquicardia (G y D), ritmo de galope, soplos o roces (D)
Mamas. Nódulos (D)
Abdomen. Ascitis (D), hepatoegalia (D), puntos dolorosos (D)
Genitales externos. Edema escrotal (D)
Musculoesquéletico. Acropaquias (D), edema sacro (D), edema de extremidades (D)
Neurológico. Ansiedad y desorientación (G y D), signos focales neurológicos (D)
Pruebas complementarias
Radiografía, gases arteriales, recuento de leucocitos, análisis de orina, ECG, cultivos de
esputo y pruebas de función hepática y renal, pruebas de función respiratoria.
Las pruebas deben pedirse en función de las hipótesis diagnósticas a comprobar que se
realizan a partir de los datos que aporta la historia y la exploración física.