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8.1.

LA NOVELA EN LOS AÑOS CUARENTA: NOVELA NACIONALISTA Y


NOVELA EXISTENCIAL Y TREMENDISTA (CARMEN LAFORET, CAMILO
JOSÉ CELA…)
INTRODUCCIÓN.

La Guerra Civil de 1936 supuso una conmoción terrible en todos los aspectos de la vida
española que, naturalmente, afectó también a nuestra literatura. Las dificultades surgidas en
un régimen autoritario no consiguieron acabar con la literatura. Aunque durante el régimen
franquista hubo una evolución, la década de los cuarenta fue un tiempo muy difícil: años de
aislamiento internacional y autarquía. Así, por de pronto, los años 39-42 son, en palabras de
Martínez Cachero, “años de convalecencia” para la novela.

Desde algunos sectores del régimen se intentó la reconstrucción. Con este espíritu nació la
revista Escorial, que intentó recuperar y aglutinar valores anteriores. Con otras ideas surgieron
otras publicaciones como Espadaña y Garcilaso. También la creación de ciertos premios como
el Nadal contribuyeron a esta tarea recuperadora. Haremos un repaso en este tema por las
novelas más importantes de los años cuarenta en los que domina la pobreza creadora. Acaso
ya fue bastante que “la novela echara a andar” como dice el mencionado crítico Martínez
Cachero.

1. PANORAMA GENERAL.

La novela española de posguerra arranca con la pérdida de numerosas referencias


literarias, motivada por diversas razones: la muerte de algunos escritores (Unamuno, Valle-
Inclán …) y el exilio de otros (Sénder, Ayala, Aub …); y la censura y la imposibilidad de
importar textos de autores extranjeros simpatizantes de la República (el francés Malraux, los
norteamericanos Dos Passos y Hemingway, el inglés Graham Green …). Además, obras de
décadas anteriores que introducían innovaciones narrativas, como las de Joyce, Faulkner o
Proust, tardaron en convertirse nuevamente en lectura habitual.

Después de la Guerra Civil, los narradores debieron crear una nueva tradición novelística
que, en parte, retomó los modelos de la narrativa realista de autores como Galdós o Baroja.
Se rompió, así, la continuidad con la línea de vanguardismo y experimentación iniciada en las
décadas de preguerra.

Desde el punto de vista del contenido, en la novela de posguerra apareció pronto la actitud de
compromiso con la realidad y con los principios considerados válidos tanto para los
vencedores de la Guerra Civil como para aquellos que plasmaban una actitud de protesta. En
otros casos, las obras literarias no manifestaban un compromiso ideológico, pero las historias
narradas estaban cargadas de un clima de opresión individual que solo puede explicarse por un
contexto que no ofrecía salidas a la angustia de los personajes.

La censura fue una circunstancia omnipresente en la inmediata posguerra y también en la


década de los cincuenta, en la que se mantuvo una novela de contenido social y de crítica al
régimen. En otros géneros, como la poesía, fue menos férrea.

Los años cuarenta son de ruptura de la continuidad con el pasado reciente y coexisten
varias tendencias: la novela nacionalista, el realismo tradicional y el tremendismo, unido, en
ocasiones, a una visión existencialista y una tendencia humorística o fantástica. Y, por
supuesto, hay que hacer una referencia a la novela en el exilio.

2. LA NOVELA NACIONALISTA.

La novela de los vencedores reflejó, sobre todo, la visión ideológica de los falangistas y la
reivindicación de ciertos valores considerados fundamentales. La exaltación inicial del
belicismo fue sustituida, paulatinamente, por una sensación de desencanto. En estas novelas,
el mundo se divide de forma maniquea entre vencedores (presentados como la más lograda
expresión de las virtudes) y vencidos (ejemplo de todo lo negativo). La familia constituía el

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soporte de la sociedad y, unida a la religión, proporcionaba al individuo el marco fundamental
para su vida.

Los autores vencedores o “triunfalistas” como Rafael García Serrano en La fiel infantería
(1943) cantarán la victoria militar. Otras obras de esta tendencia son Camisa azul de Felipe
Ximénez de Sandoval o Javier Mariño de Gonzalo Torrente Ballester.

3. EL REALISMO TRADICIONAL O CONVENCIONAL.

Algunos autores continúan publicando en esta tendencia. Se trata de novelas que


reproducen la estética y el estilo de la novela decimonónica, con el objeto de representar
escenas y situaciones de la España de su tiempo, siempre desde una mirada angustiada. No
se aportan técnicas novedosas y los autores se interesan más por la observación detallada de
la realidad que por hallar un lenguaje propio. La vida de la burguesía, sus valores y
comportamientos constituyen el tema fundamental. El argumento, muy extenso, se suele
desarrollar en un largo período de tiempo con una amplia sucesión de hechos que da lugar a la
llamada novela-río.

Autores de esta tendencia son Ignacio Agustí con su pentalogía La ceniza fue árbol, en la
que se empeña en una saga revividora de la historia reciente de Cataluña, con novelas dentro
de esta serie como Mariana Rebull o El viudo Rius; José María Gironella con Un hombre o
Juan Antonio Zunzunegui con obras como ¡Ay… estos hijos! o La vida como es.

4. EL TREMENDISMO.

Se suele considerar que la novela tremendista comienza con el título que será, además, su
gran hito, La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela. Esta tendencia se
caracteriza por su análisis descarnado de la violencia y su lenguaje expresivo y
desgarrado, en el que se adivinan influencias tan diversas como la novela picaresca, el
expresionismo o el esperpento valleinclanesco. Se exagera lo sórdido y lo miserable de la
existencia, de modo que los personajes están sometidos al entorno y, como sucedía con la
novela naturalista, la fatalidad del ambiente y de su origen se impone sobre la voluntad. La
visión pesimista de la realidad permite también vincular el tremendismo con el existencialismo,
aunque no se observa una dimensión propiamente filosófica o metafísica, como en el
existencialismo de Sartre o Camus.

Dentro de esta tendencia, además de La familia de Pascual Duarte, se suelen incluir títulos
como Los Abel, de Ana María Matute o Nosotros, los muertos, de Manuel Sánchez Camargo.

La familia de Pascual Duarte. Causó un gran impacto, pues distaba de ser un relato de
carácter moralista: el protagonista, un condenado a muerte, relata su vida, llena de episodios
terribles como el asesinato de su propia madre.

Siguiendo la técnica cervantina del manuscrito encontrado, un transcriptor dice ofrecernos la


supuesta confesión de Pascual donde relata, con todo detalle, los hechos que le han llevado
hasta su ejecución.

La obra, de gran dureza, fue definida por Cela como “una novela lineal, escrita en primera
persona, que abarca toda una intensa vida”.

En su prosa destaca la crudeza del lenguaje y la maestría en la etopeya, sobre todo en la


descripción de los padres del protagonista.

5. El REALISMO EXISTENCIAL.

La novela existencialista de los años 40 se centra en los problemas e incertidumbres del


ser humano, analizados a través de la vida de un personaje que se erige como
protagonista y que reproduce el desencanto y la angustia de la sociedad de la época.

Los rasgos esenciales de estas novelas son:

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- Protagonista individual. La novela se centra en la vida de un personaje de quien se
nos cuentan sus vivencias y la visión de la realidad que le rodea.
- El destino incierto. El desconcierto de los protagonistas, que no hallan su lugar, es
reflejo de la incertidumbre de la sociedad española de los años 40, donde se intenta
asumir la tragedia de la Guerra Civil y afrontar las graves dificultades económicas y
sociales.
- Pesimismo y angustia. El tono narrativo está marcado por una visión negativa de la
realidad. Los personajes son víctimas del desencanto, de desilusión y las presiones
que los rodean.
- Espacio único o reducido. El marco espacial adquiere un valor simbólico, de manera
que la opresión que siente el personaje se manifiesta también a través del lugar donde
habita. El ambiente se describe a menudo desde una estética próxima al
expresionismo, marcando sus aspectos más negativos y dotando a la narración de una
atmósfera de pesadilla.
- Estilo realista. Predomina el realismo y se prescinde de artificios y ornamentos
estilísticos. En cuanto a la estructura temporal, se prefiere la linealidad.

Títulos de esta tendencia, además de Nada, son La sombra del ciprés es alargada de Miguel
Delibes y Hospital general de Manuel Pombo…

Nada. La novela de Carmen Laforet obtuvo el premio Nadal en 1944 y supuso un hito en la
narrativa de posguerra. Cuenta la historia de Andrea, una joven que se traslada a Barcelona
para comenzar la Universidad. Allí se instala con su familia y se convertirá en testigo de sus
atormentadas vidas.

El ambiente de la novela se revela más por sugerencias que por descripciones directas. A
menudo, donde se produce la lucha entre el bien y el mal, llega la protagonista con toda la
inocencia de sus dieciocho años. La narración se desarrolla siguiendo el camino del
descubrimiento vital que va realizando durante un año. Su valor fundamental reside en la
presentación de una situación que cualquier persona de la época sentía como próxima y
posible.

6. NOVELA FANTÁSTICA Y HUMORÍSTICA.

La fantasía, el humor y la creación de mundos imaginarios constituyeron recursos para


rechazar la realidad que resultaba demasiado terrible. Se intentaba así una superación del
realismo tradicional con una visión desencantada y escéptica. El representante más destacado
de esta orientación fue Wenceslao Fernández Flores con obras como El bosque animado
(1944).

7. LA NOVELA EN EL EXILIO.

La relación de tendencias quedaría incompleta sin la aportación de los autores que se


marcharon al exilio y se incorporaron a la vida literaria desde distintos lugares y que constituyen
la llamada “España peregrina”. Son un grupo extremadamente heterogéneo: mezclaron temas
como el dolor por la guerra y la patria perdida con técnicas propias del realismo e incluso del
vanguardismo. A menudo la distancia les proporciona una visión inventada de la patria, en la
que mezclan atracción y rechazo.

Algunos autores son Ramón J. Sénder que en los años cuarenta publica algunas de las
novelas de Crónica del alba, aunque su novela más lograda es Réquiem por un campesino
español, Max Aub con su serie de los “Campos” sobre la Guerra Civil y el exilio en los campos
de concentración de Francia, Rosa Chacel con Memorias de Leticia Valle, o Francisco Ayala
que publicó en los 40 dos libros de cuentos, Los usurpadores y La cabeza del cordero, entre
otros

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