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TEMA 2: LA NOVELA A PRINCIPIOS DE SIGLO. PÍO BAROJA Y MIGUEL DE UNAMUNO.

1. La renovación del relato.


Los años del cambio de siglo traen modificaciones sustanciales en el arte de la novela, como
consecuencia del cambio de mentalidad que se produce en este periodo. En el siglo XX la
inseguridad del hombre en un mundo embarcado en profundas transformaciones da lugar a relatos
teñidos de angustia y de subjetivismo.
Tres son los movimientos que se sucederán en el primer tercio del siglo XX:
• La novela de la generación del 98.
• La novela novecentista y vanguardista.
• Otras tendencias narrativas.
Hay una serie de elementos comunes a los tres movimientos anteriormente citados:
• Vaivenes cronológicos: abandono de la estructura ordenada y lineal típica del Realismo.
• Protagonista individual: la novela moderna descansa sobre un protagonista individual que
representa las aspiraciones regeneradoras del Modernismo o se convierte en exponente de
la inseguridad del hombre en el mundo.
• Novela de formación: abunda este tipo en novela en la que se describe el proceso de
formación o educación del protagonista.
• Diálogo y contraste ideológico: a través del diálogo entre los personajes, la novela se
convierte en vehículo para el conocimiento y la formulación de ideas.
• Preocupación por el estilo y la composición de los relatos.
2. La novela del 98.
Cuatro obras publicadas en 1902 (La voluntad, de Azorín, Camino de perfección, de Baroja, Amor y
pedagogía, de Unamuno, y Sonata de otoño, de Valle-Inclán) rompen con las hechuras de la novela
realista y naturalista del siglo XIX en aspectos como el lenguaje, el diseño y construcción del
argumento, el tratamiento de temas y personajes, o la forma subjetiva de reflejar la realidad.
El género narrativo se convierte en instrumento idóneo para llevar a cabo la regeneración del país.
Sus novelas exploran la realidad nacional, buscan la raíz histórica y social de sus males presentes o
se acercan a tipos representativos del carácter hispano.
Características temáticas y formales de la novela del 98:
• ESTRUCTURA ABIERTA. Apenas hay acción; en torno a un leve hilo argumental se aglutinan
disquisiciones filosóficas y estampas de paisaje.
• TEMÁTICA EXISTENCIAL. La lucha por la vida en un mundo hostil, la exaltación de la voluntad
frente a la abulia (Baroja), el conflicto entre razón y fe y la insaciable necesidad de perdurar
después de la muerte (Unamuno), la desazón por la infructuosa búsqueda de sentido a la
vida, la angustia por el paso del tiempo y la amenaza de la muerte (Azorín).
• PERSONAJES. Son novelas de protagonista individual.
• PUNTO DE VISTA. Hay un abandono progresivo del narrador omnisciente.
• ESPACIO Y TIEMPO. Con frecuencia se prescinde de una concreta localización espacial y
temporal, para centrarse en el conflicto íntimo de los personajes.
• LENGUA Y ESTILO. Frente al estilo retórico del Realismo, la Generación del 98 apuesta por la
sobriedad expresiva y el cuidado en el manejo del idioma. Se prefiere el párrafo breve y la
frase corta. Enriquecen el idioma con el rescate de viejos vocablos y el empleo de

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neologismos. Huyen de la excesiva precisión en la descripción: seleccionan con técnica
impresionista solo los detalles más significativos.
AZORÍN. José Martínez Ruiz, Azorín, destaca como renovador de la prosa descriptiva. Escribió dos
novelas esenciales para entender el espíritu del 98: La voluntad, donde trata el tema de la abulia
como una de las lacras de la sociedad española, y Confesiones de un pequeño filósofo, en la que
frente a los males nacionales, aboga por un refugio en la propia subjetividad.
VALLE-INCLÁN. Su producción narrativa sigue la misma evolución cronológica, estética e ideológica
que su creación dramática:
• Primera fase: el ciclo de las Sonatas. Se trata de cuatro novelas, que se presentan como las
memorias galantes del marqués de Bradomín, que suponen la culminación de la prosa
modernista en España.
• Al ciclo de las Comedias bárbaras, pertenece la trilogía La guerra carlista, donde se percibe
un interés creciente del autor por cuestiones políticas.
• A los dominios del esperpento pertenece Tirano Banderas (1926), grotesca aproximación a
una república hispanoamericana gobernada por un tirano. Experimentación verbal, crítica
despiadada y escasa acción narrativa se unen en la trilogía El ruedo ibérico.
3. La novela novecentista y vanguardista. (1914-1930)
En su afán por abrir nuevos caminos y acomodar la literatura española a lo que se estaba haciendo
en Europa, los novecentistas incorporan a la novela elementos propios de las vanguardias poéticas:
sobre todo, una especial atención al lenguaje, que se carga de metáforas.
Se designa con el nombre de Novecentismo a un grupo de escritores que irrumpen en torno a 1914.
Todos ellos muestran, desde una actitud minoritaria e intelectual, preocupación por el problema de
la regeneración española. Sus rasgos generacionales son:
• Sólida formación intelectual, frente al autodidactismo individualista y anárquico de la G98.
• Espíritu científico frente al irracionalismo subjetivista del 98: abordan el tema de España
desde el rigor y la racionalidad, no desde los planteamientos sentimentales.
• Optimismo en el porvenir de España, frente al pesimismo desesperanzado del 98.
• Vocación europeísta: se trata de hacer progresar el país a través del progreso científico
identificado con Europa.
• Talante liberal y elitista: hay que formar unas minorías selectas capaces de regir los destinos
de la nación.
La novela vanguardista se identifica con el formalismo y la experimentación, juega con la realidad y
la fantasía, con la inverosimilitud y la incongruencia, con las estructuras y la sintaxis. El empeño
vanguardista dio lugar a textos de alto valor artístico, pero un tanto alejados de la mayoría de los
lectores a causa del escaso valor concedido al argumento y de un intelectualismo que dejaba en un
segundo plano las emociones.
La obra de tres autores destacará:
• GABRIEL MIRÓ. Fue un gran poeta de la prosa, por la riqueza plástica y el lirismo de sus
novelas, en las que la descripción supera siempre a la narración, lo estático predomina sobre
lo dinámico; diálogo y acción escasean y el tiempo se detiene. Obras suyas son: Nuestro
padre san Daniel y El obispo leproso.
• RAMÓN PÉREZ DE AYALA. Es el principal representante de la novela intelectual. Desde el
punto de vista ideológico es heredero del 98 al criticar en sus primeras obras (Troteras y

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danzaderas) la brutalidad, la incultura, la floja educación y la falta de aspiraciones que
asolaban la vida española.
• RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA. Vanguardista. Sus novelas desarrollan argumentos
folletinescos y truculentos a los que inyecta dosis de humor absurdo e irracional, expresado
con un lenguaje libre, cargado de originalísimas asociaciones semánticas: las greguerías
(definidas por él como humorismo + metáfora). El doctor inverosímil, El torero Caracho o
Automoribundia son tres títulos destacables.
4. Otras tendencias narrativas.
• Prolongación del realismo naturalista. Destaca entre todos Vicente Blasco Ibáñez, narrador
valenciano que disfrutó de fama internacional.
• Novela corta y popular. Dentro de esta modalidad, entraría la novela erótica, cultivada por
Eduardo Zamacois y otros.
• Novelistas de la Generación del 27.
• Novela social. Como reacción frente al escapismo de las vanguardias y al arte
deshumanizado, surge a partir de 1920 una generación de escritores que recupera la estética
realista para denunciar situaciones injustas e invitar al lector a participar en la transformación
de España. El cúmulo de sucesos históricos que agita al país durante esos treinta años
justifica la aparición de esa narrativa, que se convierte en hegemónica en 1931, tras el
advenimiento de la República.
5. Pío Baroja (1872-1956).
De carácter solitario y huraño, aunque con un trasfondo de ternura emotiva, mantiene siempre un
pesimismo radical sobre la naturaleza humana. Por ello, su obra es crítica con todo.
Baroja (que organizaba su producción en trilogías) parte de una observación de la realidad en muy
variados lugares y situaciones:
• Madrid en sus distintos ambientes y clases sociales (trilogía de La lucha por la vida).
• Ciudades europeas que conoció personalmente (la trilogía de Las ciudades).
• El País Vasco y las tareas del mar (trilogías La tierra vasca y El mar).
• Las guerras carlistas y la historia española en el siglo XIX (Memorias de un hombre de acción).
• Conflictos existenciales de un individuo sensible: El árbol de la ciencia, Camino de
perfección.
Composición y estilo:
• Novelas centradas en un personaje, a través del que refleja diferentes ambientes.
• Acción y diálogos abundantes, mediante los cuales se exponen variadas concepciones del
mundo. Como contrapunto, introduce remansos líricos.
• Fuerte presencia del autor implícito, con el que expresa sus muy personales ideas filosóficas,
literarias y políticas.
• Descripciones impresionistas a base de pequeñas pinceladas o de unos pocos detalles físicos
y psicológicos.
• Cierto desaliño expresivo. Defiende la amenidad y el espontáneo fluir de los acontecimientos
como elementos esenciales de la novela. Todo debe subordinarse a la exactitud y la claridad.
6. Miguel de Unamuno (1864-1936)
Tanto sus ensayos como sus novelas, su teatro y su poesía recogen sus preocupaciones acerca del
problema de España, el paso del tiempo o el sentido de la existencia.

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La obra de Unamuno está marcada por dos crisis que presiden su línea de pensamiento:
• Una primera crisis juvenil le lleva a perder la fe y participar en las filas socialistas. Su ideal de
juventud se centra en regenerar España.
• La segunda crisis, producida en 1897, le despierta de su agnosticismo y le lleva a tormentosas
reflexiones sobre el sentido de la vida, el temor a la muerte y el deseo de inmortalidad.
El problema de España y el sentido de la vida humana son, pues, los dos ejes temáticos en torno a
los cuales giran todos sus escritos.
La preocupación por España se aprecia en ensayos como En torno al casticismo y Por tierras de
Portugal y España. Su trayectoria espiritual puede seguirse a través de ensayos como Vida de don
Quiiote y Sancho Panza.
Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo. En ellos utilizó el concepto de la
INTRAHISTORIA para “designar la vida tradicional, que sirve de fondo permanente a la historia
cambiante y visible".
Una nueva técnica narrativa: la nivola.
La aportación más notoria de Unamuno a la teoría de la novela se manifiesta en la renovación de la
técnica narrativa, en la creación de lo que él llama "nivola", que se caracteriza por estos rasgos:
• Desnudez del relato: escaso interés por el marco espacial y temporal. Apenas hay
descripciones, se convierten en obras abstractas.
• Protagonista individual. Los personajes unamunianos (agonistas, según él) son el alter ego
del autor. En ellos vierte sus inquietudes, angustias y problemas personales. Crear personajes
es una forma de desdoblarse y de ver con cierta perspectiva el enfrentamiento de ideas, la
contradicción, la agonía de la existencia. Así el conflicto entre la vida, la muerte y la
inmortalidad que tanto preocupó a Unamuno, se ve trasladado a sus personajes en la novela.
• Le importa la acción interior; por ello la técnica del diálogo y del monólogo se convierte en
instrumento indispensable para exteriorizar sus pensamientos.
La técnica de la nivola empieza a aplicarla en Niebla (1914), donde trata el problema del ser y del
existir y la relación personaje-autor (ser creado y creador), y la continúa en La tía Tula (1921), que
gira en torno al sentimiento de la maternidad y símbolo de la aceptación de la soledad interior, y en
San Manuel Bueno mártir (1930), donde narra la historia de un cura rural que ha perdido la fe, pero
sigue ejerciendo su magisterio.
Su obra presenta dos etapas:
1. 1895 — 1900: predomina el tema de España y su regeneración. Se muestra europeísta
2. A partir de 1900: predomina la expresión de sus preocupaciones religiosas y existenciales. Se
muestra antieuropeísta. Domina el irracionalismo agónico.
Lo más destacado en la novela de Unamuno es la voluntad de precisión que demuestra su lenguaje
y su estilo. Quiere sujetar las palabras a su diámetro semántico: por ello cuando no lo consigue
recurre a sus conocimientos etimológicos para inventar la palabra. Tal sucede, por ejemplo, cuando
acude al término nivola para designar un tipo de novela que se aparta del tradicional, de mayor
brevedad y multiplicidad de perspectivas. Y también como actitud desafiante a todos aquellos
críticos que habían censurado algunas de sus novelas anteriores —por ejemplo, Amor y pedagogía
- afirmando que no podía ser considerada "propiamente como una novela".

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