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Curso de Mariología
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INTRODUCCIÓN
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Objetivo de la Sesión: Compartir una breve reseña de los contenidos que se impartirán
durante el curso de Mariología así como la metodología a emplear y así aumentar
nuestro conocimiento en torno a la persona de María de Nazareth en la Sagrada
Escritura, Tradición y Magisterio de la Iglesia.
1. CONCEPTO: MARIOLOGÍA
En el Credo niceno-constantinopolitano se menciona a María, Virgen y Madre de
Jesucristo, uniéndola a su nacimiento. Junto a estos títulos marianos de Virgen y Madre,
María también es nombrada como Inmaculada Concepción y Asunta al Cielo. Estos
títulos son el contenido de los dogmas marianos y casi el contenido fundamental de la
Mariología.
En sentido literal Mariología es la ciencia teológica que tiene por objeto a María
– a la luz de la revelación divina contenida en la Sagrada Escritura, la Tradición de la
Iglesia y en el Magisterio eclesial– y como parte de la Teología no puede ser un tratado
desvinculado del resto de los que componen el cuerpo sistemático-dogmático de la
Teología y de su tratamiento metodológico.
La comprensión de María se ha enriquecido, como indica el Concilio Vaticano II
(LG 61 y LG 69) con los títulos de discípula-tipo y Madre de la Iglesia. El capítulo octavo
de la Constitución Dogmática Lumen Gentium indica y señala el camino de la
Mariología después del Concilio Vaticano II. A través de Cristo y la Iglesia, María
entronca indirectamente con los demás tratados de la Teología Dogmática, por lo que
éstos bien pueden entenderse en referencia a María.1
Si todo ser es objeto de la Teología en la medida en que dice referencia a Dios, la
Madre de Jesús, referida esencialmente a Dios como su propia Madre, requiere una
detenida consideración teológica. También es objeto de estudio por su referencia a la
historia de la salvación.
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Guía didáctica, Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid 2015
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2. ANTROPOLOGÍA ESCATOLÓGICA
La mariología es el estudio del fin último del hombre en la persona de María de
Nazareth.
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P. Stefano de Fiorés
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1.MARÍA EN LA SAGRADA
ESCRITURA
Isaías en oración
Salterio, Constantinopla, siglo X Esta
magnífica miniatura, que muestra al profeta
Isaías en actitud orante pertenece a un libro
de salmos, famoso en el mundo entero, el
denominado “Salterio de París”, obra fue
realizada en el siglo X en Bizancio y esta obra
es conocida en la historia del arte como un
espléndido testimonio temprano del
“Renacimiento Macedónico”.
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referencia a María de Nazareth y que nos referiremos más adelante (Gn 3, 15; Is 7, 14;
Miq 5, 2), otros que se atribuyen a ella (Jer 31, 22 y Sal 45, 10); y en otros tantos en los
que se ve a María de manera simbólica: el arca de Noé, el vellón de Gedeón, etc.; a
María se la descubría en determinadas figuras: la esposa del Cantar, las mujeres de
Israel, Judit, Ester; se le aplicaban determinados textos que hablan de la Sabiduría
Divina, como Prov 8 y Eclo 24. Hoy por el contrario, no es difícil encontrar escrituristas,
también católicos, que defiendan el silencio total del Antiguo Testamento sobre María.
¿Qué puede decirse sobre el tema? Para proceder con mayor claridad posible,
es conveniente separar los principales textos del Antiguo Testamento que suelen
aducirse a propósito de María en tres apartados distintos:
Judit 15, 9
Según el testimonio respecto a Judit, en Israel se han derramado beneficios (Jdt
15, 8-14) a Judit le dirigen las siguientes palabras:
“Tú eres la gloria de Jerusalén, tú el supremo orgullo de Israel, tú el preclaro
honor de nuestra razón”
Este texto es exclusivo para Judit. El autor no está pensando en otra mujer más
que la judía. Desde el texto no hay motivos para pensar que el Espíritu Santo, autor
principal de la Escritura en cuanto inspirador de ella, pretendiera referirse a persona
alguna ulterior.
Sin embargo, la liturgia, tanto antes como después de la reforma posterior al
Concilio Vaticano II, utiliza estas palabras en algunas misas de la Virgen, como también
el Brevario para los oficios de la Virgen María. Este comportamiento eclesial no debe
extrañarnos. Con las palabras de la Escritura, la Iglesia expresa su idea sobre María
¿Acaso no, con su humilde respuesta, María nos libró de un enemigo mayor que
Holofermes? ¿No cooperó a salvarnos de la cautividad definitiva?
Así la Iglesia expresa, con palabras en la Escritura – aunque estas palabras
no se refieran a ella – la idea que tiene de ella.
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El Concilio Vaticano II (LG 55) enumera tres pasajes del Antiguo Testamento que
en un sentido verdaderamente bíblico hablan de María: Gn 3, 15; Is 7, 14; Miq 5, 2s. Este
último por contener una referencia a Is 7, 14 será atendido a detalle en este curso.
Según el mismo Concilio, en estos textos se descubre la figura de María si se los
entiende tal como se leen en la Iglesia y tal como se interpretan a la luz de una
revelación ulterior y plena (sensus plenior-sentido pleno). Con ello se indica una
plena certeza del sentido mariológico de esos pasajes sólo se obtiene iluminándolos
con el doble criterio extrínseco indicado por el texto del Concilio: el modo como la
Tradición los ha interpretado en la Iglesia y la ulterior aclaración que no pocos pasajes
bíblicos van recibiendo por la revelación posterior, contenida frecuentemente en libros
bíblicos recientes (recordemos que todos los libros de la Escritura tienen el mismo
autor principal: el Espíritu Santo)
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Protoevangelio, porque es el primer Evangelio, esta buena noticia que alentó al género
humano privado de la gracia de Dios 2 En el siglo siguiente comienza a utilizarse el
término entre los teólogos católicos.
Ahora analicemos junto al jesuita español Candido Pozo, el pasaje del Génesis:
Entre ti (la serpiente): La serpiente es una divinidad pagana a la que se daba culto
en no pocas religiones de los pueblos vecinos de Palestina. Ahora bien, una idea
característicamente hebrea que aparece repetidas veces tanto en el Antiguo como en
el Nuevo Testamento, es que los dioses de los paganos son demonios (cf. Dt 32, 17; Lev
17, 7; Sal 106, 37; 1 Cor 10, 20; Ap 9, 20). El autor sagrado (hagiógrafos) al introducir en
el relato, primero como tentador y después como sujeto al que se dirige, por parte de
Dios, una profecía de castigo, una serpiente, es decir, una divinidad pagana, está
representándonos, de modo simbólico, al demonio como tentador y como sujeto sobre
el que recae el anuncio de Dios acerca de un castigo que culmina en la destrucción de
su poder. Mientras el demonio se sitúa en el lugar de Dios (aquel que comienza a ser
escuchado por el hombre, sin tener que ser así) el Señor le castiga por esforzarse en
pretender ser como Él.
2
Evangelium primum, hoc est, scholastica consideratio, dulcissimae, simul ac antiquissimae promissionis, de
seine mulieris, n. 2 (Gedani 1638) p.1 – Ref María en la Escritura y en la Iglesia, Candido Pozo, pg 43
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Isaías 7, 14
Las circunstancias históricas en que Isaías pronunció las palabras proféticas
que encontramos en Is 7, 14 no son tan conocidas; no sólo por su contexto, sino por
las narraciones más amplias del segundo libro de los Reyes (c. 15 y 16) y del segundo
libro de las Crónicas (c. 28). Hemos de subrayar la existencia de dos grandes imperios,
Asiria y Egipto, separados por una serie de reinos pequeños.
De los dos imperios, se percibe como especialmente peligroso a Asiria, ya que
se encuentra en un momento de expansión. Como sucede siempre en estos casos, los
pequeños tienden a formar una coalición contra uno de los grandes cuando creen
percibir en él un momento de debilidad. Así lo han pensado con respecto a Asiria,
inmediatamente antes de los hechos a que se refiere Is 7, 14, unos cuantos reyes de
Estados pequeños, sobre todo el rey de Siria (reino arameo de Damasco) y el rey de
Israel (reino Norte de Palestina, Samaria) Para que la liga tenga éxito es indispensable
que entre en ella el rey de Judá (reino del sur de Palestina). Basta mirar un mapa de la
región para comprender el motivo. Sólo la entrada de Judá en la coalición da a esta
continuidad, incluso geográfica, con el otro gran imperio, Egipto, del que se puede
esperar ayuda.
Sin embargo, Ajáz, rey de Judá no se une a la liga. Duda, tiene miedo de perderlo
todo inclusive la dinastía davídica (ref. Gn 49, 8-12; 2 Sam 7, 5-16) que pudiera perderse
con la caída en caso de un fracaso. Ajáz en vez de confiar en Dios, confía en el rey de
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Asiria. Por eso Isaías reprender en nombre de Dios a Ajáz y es en ese contexto histórico-
político que se pronuncia la promesa absoluta e incondicionada de la profecía de
Natán: la dinástia no perecerá. En medio de una falsa piedad e hipocresía Ajaz se resiste
a pedir una señal a Dios (pero es que ni siquiera le tiene como su Dios, ahora confía más
en el Rey de Asiria).
Isaías, profeta del Señor, tampoco lo tiene como rey y anuncia: por eso el Señor
mismo dará una señal: he aquí que la ‘almah concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá
por nombre Emmanuel (v.14). Estamos delante de una profecía mesiánica, nunca
olvidemos su referencia a él en Is 8,8. El término hebreo ‘almah se refiere a una joven
virgen. Es una descripción de la época, no es una mujer madura virgen, es una joven
virgen. Encontramos en Cant 1, 2 y 6, 7; así como en Sal 68 (67), 26, que, este caso se
evoca, en un sentido técnico, al grupo de muchachas vírgenes que estaban al servicio
del Santuario.
Por otro lado, no es una promesa ambigua, es un acontecimiento que muestra
el poder de Dios. Un signo de poder. En Isaías encontramos un verdadero signo de
poder. No mera profecía de que el Mesías vendrá. Sino un verdadero milagro de
poder, es decir, la concesión por parte de una virgen, sin por eso dejar de serlo.
En Isaías 7, 14 la doncella aparece como la Madre Virginal del Mesías. Su
carácter de Madre Virginal hará posible en ella una concentración de su amor por su
Hijo y todo lo que tiene que ver con Él. En la tradición patrística, comentada más delante
de este curso, encontraremos la coincidencia con esta interpretación.
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De haberle engañado la Virgen María, José estaba en el derecho de repudiarla y exponer a la Madre de Dios
a la lapidación (Dt 22, 13-21)
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Los Anawin
Para que María se alegrara y entendiera las palabras del Ángel Gabriel habría que
entender su contexto y origen. En el Antiguo Testamento aparece con frecuencia la
expresión “el resto fiel de Yahvé” (Am 5, 15; Sof 3, 12s; Miq 5, 6). Es la referencia a una
porción del pueblo que confía en el Señor, heredera y depositaria de las promesas de
Yahvé. A este pueblo lo caracteriza la pobreza, tanto económica como espiritual; la
4
No perdamos de vista que el Ángel Gabriel es el mensajero escatológico en la Historia de la Salvación del
cumplimiento de las promesas de Dios según lo testimoniado por el libro de Daniel. Etimológicamente su
nombre significa Fuerza de Dios.
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redimirnos y ser para todos es la expresión más hermosa del amor de Dios. Por eso
María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón – Lc 1, 19. ¿Cómo no
glorificar a Dios por lo que estamos conociendo? (Lc 2, 20).
Todavía hoy algunos se atreven a afirmar que Jesús no tenía religión. Esto es una
mentira. Encontramos que la familia de Jesús vive radicalmente su fe judía. Jesús es
circuncidado conforme la enseñanza de los patriarcas (Gn 17, 1-14). También será
rescatado conforme la Ley de Moisés entregando una humilde ofrenda, signo de la
pobreza de María y José (Lv 5, 7). Su visita al Templo, aunque no obligatoria, expresa su
convicción respecto la presencia de Dios en el Templo, en el evangelio de Juan
descubriremos que Jesús habitualmente visitaba el Templo de Jerusalén. Para la
teología lucana el Templo es un punto referencial del progreso de la revelación, ahora
Cristo es el Nuevo Templo. Estando ahí, Simeón y Ana, llenos del Espíritu Santo,
anunciarán nuevamente la Buena Nueva: Cristo es la Luz de las Naciones y Gloria del
Pueblo Israel. María guardará todo en su corazón, ella es Maestra de Contemplación
junto a José, quienes vivirán con el pequeño Hijo de Dios hasta su mayoría de edad (Lc
2, 21-40)
Para los judíos la mayoría de edad de los varones son los 13 años. En su
momento el hombre judío será Hijo de los Mandamientos. Jesús antes de ascender
expresa que tiene que hacer la voluntad de su Padre. Comienza a tomar distancia, gesto
natural de la adolescencia, pero al mismo tiempo no olvida su identidad, es Hijo de
María y todos saben que José es considerado su padre. Él es verdaderamente el Hijo de
los Mandamientos, volverá con sus padres y vivirá sujeto a ellos (Lc 2, 41-52). La Madre
conserva todo en su corazón ¿De quién habrá recibido estos detalles familiares Lucas,
el historiador? ¿Qué podemos decir de los hábitos de María en la familia de Jesús?
La Madre del Señor aparecerá buscándole en el ejercicio de su ministerio (Lc 8,
19-21), después solo aparecerá escondida en la oración de Jesús (Lc 22, 39-43).
Por último, encontraremos a María orando en medio de la comunidad de su Hijo,
después de haber recibido al Espíritu Santo el día de pentecostés. Lucas, similar a
lo que ha hecho con Pablo y con Pedro, no narra a detalle el resto de la vida de María,
solo deja testimonio que ella está en la Iglesia (Hch 1, 12-14).
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Entraremos a la casa de Éfeso junto al discípulo amado. Sí ¿De qué manera Juan
habló acerca de su Madre, y Madre de Jesucristo? Compilado para el final del siglo I el
testimonio de quienes escucharon a Juan esconde teológicamente el misterio de la
encarnación virginal de Jesús: es posible que una virgen de a luz Jn 1, 13.
Jesús no nació de apetito sexual ni de intervención de varón, sino de Dios. La
concepción virginal de Jesús es signo de su divinidad sin confundirse con su
humanidad y mucho menos destruirla: Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre;
de ahí la afirmación teológica que a algunos hoy todavía les pesa: el Verbo se hizo carne
y puso su Morada entre nosotros Jn 1, 14. San Juan enseña que en Jesús, todos
nacemos de Dios… en Jesús, todos nacemos de María.
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ha llegado mi hora – Jn 2, 4. ¿Cuál será la Hora a la que se refiere Jesús? ¿En qué
otro pasaje de la Escritura encontramos el título Mujer en referencia a la Madre
de Jesucristo?
Y escucharemos en el evangelio de Juan el sermón de María: Hagan lo que Él les
diga – Jn 2, 5 Jesús incluye a su Madre en su Misión: hace presente el vino nuevo, LA
BODA NO HA DE TERMINAR.
Pero queda la incógnita ¿Cuál es la Hora de Jesús? El mismo evangelista aclara
que esa Hora está por acontecer – Jn 8, 20. Más adelante el mismo Jesús afirmará: ha
llegado la Hora – Jn 12, 23 y la Hora comienza definitivamente en – Jn 13, 1. Resulta
interesante que en la Hora está presente la Madre, la Mujer.
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En el Antiguo Testamento las viudas son figuras desgraciadas y pobres (Bar 4,12-16; Is 47,9), pero son
especialmente queridas a los ojos de Dios, que las protege con su ley (Is 10,2; Dt 26,12-13; Si 35,13-15; Sal 94,6-
10). En el Nuevo Testamento, especialmente en los escritos lucanos, aparecen también como objeto de especial
afecto por parte de Jesús (Lc 7,11-15; 18,3-5; 20,47; 21,2-4). La atención a las viudas es un importante deber de
caridad (Sant 1,27).
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y Oferente. Ella también entrega al Padre a su Hijo como OFRENDA DE AMOR POR LA
SALVACIÓN DE TODOS NOSOTROS. No nos equivocamos en darle a Nuestra Madre el
exclusivo título: Madre Sacerdotal.
Concepción Lc 1, 30
sin pecado
Custodiada Ap 12, 1-17
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2.HISTORIA DE LA
MARIOLOGÍA
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2. Historia de la Mariología.
En cierto sentido puede decirse que la reflexión creyente sobre Santa María tiene
ya comienzo en los escritos neotestamentarios. Todo lo que se relata de Ella se estima
teológicamente significativo y perteneciente a la integridad de lo que debe ser
predicado a la Iglesia y recordado por ella.
San Pablo en su Carta a los Gálatas nos da el primer testimonio en la Escritura
neotestamentaria sobre el origen de Jesús. Jesús ha nacido de mujer, en Él todos
recibimos la condición de hijos. Esta confesión cristológica revela la condición humana
del Hijo de Dios, condición que fue asumida gracias a la colaboración de María de
Nazareth.
En los primeros siglos abundaron las herejías que brotaron de la incomprensión
de la persona de Jesús. Las afirmaciones respecto a María están unidas a lo revelado
en su Hijo y su origen.
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San Justino (+ c. 167). La reflexión mariana aparece remitida a Gen 3,15 y ligada
al paralelismo antitético de Eva-María. En el Diálogo con Trifón, Justino insiste en
la verdad de la naturaleza humana de Cristo y, en consecuencia, en la realidad
de la maternidad de Santa María sobre Jesús y al igual que San Ignacio de
Antioquía resalta la verdad de la concepción virginal (78,3; 84,2) e incorpora el
paralelismo Eva-María a su argumentación teológica (100, 4-5).
Este paralelismo de Gen 3,15 se encuentra en dependencia de la
afirmación paulina de Rom 5, concerniente al paralelismo Adán-Cristo. Los
estudiosos suelen llamar principio de recirculación a esta reflexión teológica de
que entre la caída y su reparación existe un paralelismo antitético.
4. El siglo III:
a) “Theotókos”:
San Ireneo de Lyon (+ c.202). El paralelismo Eva-María adquiere su
pleno desarrollo teológico. A él se debe, además, la analogía entre María y la
Iglesia. En el ambiente polémico contra el gnosticismo y docetas insiste en la
realidad corporal de Cristo, y en la verdad de su generación (Ad. Haereses,
3,19,3), y hace de la maternidad divina una de las bases de su Cristología y
Soteriología: es la naturaleza humana asumida por el Hijo de Dios en el seno de
María la que hace posible que la muerte redentora de Jesús alcance el género
humano (Ad. Haereses, 1,10,1). La lucha contra el gnosticismo le lleva a
destacar el papel maternal de Santa María en su relación con el nuevo Adán, y,
en consecuencia, le lleva a destacar el papel activo de la Virgen en su
cooperación con el Redentor.
Tertuliano (+222). Utiliza el paralelismo Eva-María en un contexto
antignóstico. Afirma la conveniencia de que el Verbo recibiese carne de una
virgen, ya que Adán había sido hecho de tierra virgen (De carne Christi, 17,1). El
paralelismo se seguirá repitiendo a lo largo de toda la patrística. La posterior
exégesis y la predicación lo irán presentando con mayor detalle, profundizando
cada vez más en su significado soteriológico y en la analogía que guarda también
con la relación María-Iglesia.
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Teodoto de Ancira (+438) escribe que la Virgen «está exenta de toda malicia, sin
mancha, inmune de toda culpa, intemerata, sin mancha, santa de alma y cuerpo»
(Homilía VI,11).
Hesiquio (Siglo V) presenta a María exenta de concupiscencia (De Sancta María
Deipara).
San Sofronio (+638) fue el primero que sostiene que María recibió, por privilegio
especial, una gracia prepurificante (Or. II. In SS. Deiparae Annuntiationem).
Para San Germán de París (+490-576 d.C.), la Virgen está exenta de fomes
(contaminación) del pecado (Or. VII. In dormitionem SS. Deiparae)
San Andrés de Creta (+650-740 d.C.) presenta a María como la primera criatura
de la humanidad redimida (Or. XII. IN dormitionem B.V. Mariae I).
En esta época tardía de la patrística se multiplican las voces que ensalzan a
María como Reina y Señora de cielos y tierra. Tal es el caso de Leoncio de Bizancio
(+475-542/543 d.C.), San Andrés de Creta (+650-740 d.C.), San Germán, San Juan
Damasceno (+675-749 d.C.)
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Santa María, sino también por su canto a la realeza de María y, especialmente, por su
devoción a Nuestra Señora concretada en la idea de servicio amoroso y de
consagración a María.
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2.HISTORIA DE LA
MARIOLOGÍA
Segunda Parte
Akathistos
El Acatisto o también llamado
por su nombre original griego
Akáthistos es un himno que es cantado
de pie. El "Himno Acatisto a la Madre de
Dios", el más conocido de los
acatistos, se canta en los servicios
especiales de los cinco primeros
viernes de la Gran y Santa Cuaresma.”
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2. Historia de la Mariología.
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María por todos los hombres y su mediación universal. A finales de siglo se comienza a
considerar con mayor atención la colaboración de Santa María con la obra de la
Redención.
Con el siglo XII surge una nueva época, sobre todo en lo concerniente al
quehacer teológico y, en consecuencia, en la forma de considerar a Santa María. En
efecto, con el surgimiento de la escolástica y la concepción de la teología como una
ordenada fides quaerens intellectum, los teólogos consideran a Santa María como parte
integrante de lo contemplado por la fe. Esta contemplación se encuadra
principalmente en torno al misterio de Cristo.
Así sucede ya con San Anselmo de Canterburry (+1109). Su doctrina sobre la
Virgen se encuentra principalmente en el Cur Deus homo, dedicado al motivo de la
encarnación, en el De Conceptu virginali et originali peccato y de las célebres Orationes.
En el De conceptu virginali, San Anselmo no acepta la Inmaculada Concepción y, sin
embargo, pone las bases para un desarrollo teológico correcto del dogma de la
Inmaculada. Sus oraciones son de una gran riqueza mariológica, no sólo por la honda
piedad que muestran, sino por la profundidad con que Santa María es presentada como
Madre de Dios y, en consecuencia, por las deducciones que de aquí hace en torno al
papel de Santa María en la historia de la salvación.
Inmerso en este ambiente aparece Eadmero (+1124), discípulo de San Anselmo,
que escribe dos obras muy importantes para el tema de la Inmaculada Concepción: el
Liber de excellentia Virginis Mariae y un Tractatus sobre su concepción. En Eadmero se
prosigue con tonos cada vez más ardientes la tradición plasmada ya en el Sub tuum
praesidium que invoca a María como intercesora y ayuda singular. También en esta
época comienza la interpretación mariana del Cantar de los Cantares, quizá debido a
la lectura de trozos del Cantar en la liturgia de la fiesta de la Asunción. Los primeros
comentarios son los de Ruperto de Deutz (+1135, Comm. in Cantica Canticurum) y
Honorato de Autún (+1136, Siguillium Beatae Mariae).
San Bernardo de Claraval (+1153) es, sin duda, la figura mariológica clave del
siglo XII no tanto por la amplitud de sus escritos cuanto por su decisiva influencia en el
pensamiento posterior. Sus escritos más importantes son las cuatro homilías sobre el
evangelio Missus est, los tres sermones sobre la fiesta de la Anunciación, los cuatro
sobre la Asunción, uno sobre las doce estrellas, el de la fiesta de la natividad de María
y la carta a los canónigos de Lyon. Se trata, pues, fundamentalmente, de una
producción teológica hablada y su influencia se debe, en no pequeña medida, a la
belleza de su estilo, lleno de unción y fervor, alabado unánimemente.
La influencia de San Bernardo se debe a dos características de su doctrina
mariana: por una parte, intenta recoger la tradición anterior y por otra su pensamiento
tienen una magnífica coherencia interna. Sus dos principios son: la grandeza de la
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maternidad divina de María y su papel como mediadora entre Dios y los hombres en
razón de su especial y materna relación con el Mediador.
San Bernardo ha recibido el título de Doctor melifluo precisamente por la belleza
de su estilo; su más importante característica es la doctrina sobre la mediación de
Santa María. En forma especialmente hermosa se describe esta mediación en el pasaje
respice stellam. La influencia de San Bernardo se extiende a toda la Mariología de
finales del Siglo XII. El desarrollo de la Mariología en el siglo XIII se debe a las órdenes
mendicantes, especialmente franciscanos y dominicos. Entre ellos destaca San
Antonio de Padua (+1231), que sigue exponiendo las verdades marianas
principalmente en sermones. Con el siglo XIII llega el siglo de Oro de la Escolástica, y
con él llega también el momento de las grandes sistematizaciones teológicas. Las
verdades marianas van recibiendo, en consecuencia, una consideración más unitaria y
sistemática. En el Libro de las Sentencias, Pedro Lombardo (+1160) trata de Santa María
precisamente en la Cristología, al estudiar el misterio de la encarnación. San Alberto
Magno (+1280), De incarnatione, sitúa decididamente la Mariología en la Cristología. En
él es patente la búsqueda de una mayor sobriedad mariológica con respecto a la época
anterior. Santo Tomás de Aquino (+1274) en la Summa Theologiae, coloca las
cuestiones marianas al final de la Cristología, tras el estudio de la mediación de Cristo
y al comenzar las cuestiones de la vida de Cristo como comienzo de la Soteriología. San
Buenaventura (+1274), Breviloquio y en sus Comentarios a las Sentencias de Pedro
Lombardo. La estructura es similar a la del aquinate, se apoya en los principios de la
maternidad divina y su asociación a la obra de Cristo.
V. Siglo XIV:
El Beato Juan Duns Escoto (+1308), escribe su Comentario a las sentencias
(1289, Oxford y 1304, París). Su rasgo común es la sutileza argumentativa y su fuerza
dialéctica. Es famosa su firme defensa de la Inmaculada Concepción: decir que María
no ha contraído la mancha del pecado original no sólo no niega la universalidad de la
redención, sino que muestra a Cristo como el Redentor perfectísimo, pues una
redención que incluso preserva del pecado es más perfecta que la que simplemente
libra de él, una vez que ya se ha contraído.
La gran devoción mariana de este período lleva consigo el que sean incontables
los autores que escriben sobre Santa María, sin que esto signifique que introduzcan
grandes cambios en la Mariología.
Jaime de Voragine (+1298) conocido por su Leyenda dorada y por su Mariale
aureum. Raimundo Lulio (+1316) realiza una síntesis inconfundible usando la poesía y
la ciencia para hablar de María. Gregorio Palamas (+1360) y Nicolás Cabasilas (+1371)
en Oriente hacen lo propio.
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Doctrina que se desarrolla en el siglo XVII que exageraba las ideas de san Agustín acerca de la influencia de la
gracia divina para obrar el bien, con mengua de la libertad humana.
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consecuente vida cristiana. Pero en el siglo XVII, la teología debe reaccionar también
ante el rigorismo jansenista, sobre todo, en lo que se refiere a su aprecio de la piedad
popular y a su concepción de la mediación de Santa María. Así sucede con Pascal
(+1662) y su novena Carta del provincial, en la que rechaza el escrito de Paul de Barry:
El paraíso abierto a Filagia por medio de cien devociones a la madre de Dios, fáciles de
practicar.
En esta ambiente resulta emblemático el libro de Adam Widenfeld (+1678),
Monita salutaria, aparecido en 1673. En él se atacan los excesos de la piedad popular
en una forma que suscitó la reacción, no siempre ponderada, de las diversas órdenes
religiosas. Este rechazo de los abusos en la piedad popular mariana estaba revestido
de cierta rigidez. Se hacia, pues, necesario, fomentar la piedad popular al mismo
tiempo que se ayudaba a distinguir la verdadera piedad de la superstición. En este
ambiente se enmarca San Juan Eudes (+1680), que tanto promueve el culto al Sagrado
Corazón de María y se comprende la importancia de autores como San Luís María
Grignon de Monfort (+1716) con su libro: Tratado de la verdadera devoción a la
Santísima Virgen, y San Alfonso de Ligorio (+1787) con su obra Glorias de María,
universalmente conocida.
Resumiendo puede decirse que, al final de la Edad Media, existía una intensa
piedad mariana en el pueblo cristiano. Esa piedad asumía, algunas veces, ciertas
manifestaciones de fervor que, por carencia de doctrina, rondaban la superstición, o el
puro sentimentalismo. Estas desviaciones, junto a sus planteamientos reduccionistas,
llevaron a que los protestantes insistieran en el rechazo del culto católico a María,
considerándolo aberrante y ensombrecedor del culto de Cristo. Muchas de las órdenes
y congregaciones religiosas fundadas o reformadas en esta época desarrollan una
espiritualidad marcadamente mariana: los jesuitas, capuchinos, sulpicianos, eudistas,
redentoristas, monfortianos.
El Santo Rosario adquiere en el siglo XVI la estructura que ahora conocemos y su
devoción recibió un fuerte impulso con la fiesta de Nuestra Señora del Rosario,
instituida por San Pío V. A finales del siglo XVII nació en Italia la devoción del «mes de
mayo», que se extendió con rapidez por todo el orbe católico, siendo una práctica de
piedad habitual a mediados del siglo XVIII.
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mediadora de todas las gracias» y nombró una comisión para el estudio de tal dogma,
aunque la iniciativa no prosperó. El Vaticano II recibió 300 peticiones proponiendo tal
definición. Después de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, el
fervor por la realeza de María fue creciendo. En el año 1900 se pidió a la Santa Sede la
institución de la fiesta de «Santa María Reina Universal». Esta petición fue reiterándose
en los años siguientes. Después de la proclamación de la fiesta de Cristo Rey por Pío XI
en 1925, surgió en Roma un amplio movimiento pro regalitate Mariae, que culminó, por
parte de Pío XII, con la encíclica Ad Caeli Reginam y la institución de la fiesta litúrgica
«Santa María Reina».
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3. DOGMAS MARIANOS
Concilio de Constantinopla (381 d.C.)
Convocado por el Emperador Teodosio (346-
395 d.C.) bajo el papado de Damaso I.
integro al símbolo de los cristianos:
Creemos en un solo Dios, Padretodopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible.
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de Cristo
o Herejía: Arrianismo (Intentaba simplificar el misterio de Cristo, afirmaba
que Jesús había sido creado por el Padre y estaba subordinado a Él.
Representante: Arrio.)
o Nicea: Define la divinidad de Jesús, engendrado “αγεννετοσ”,
consustancial “ομουσιοσ” (de la misma naturaleza) al Padre.
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Jesús fue hijo de una virgen llamada María (Mt 1, 16; Mt 1, 18-25; Lc 1, 26-38; Jn
1, 13s) María engendró milagrosamente a Jesús, por obra del Espíritu Santo.
La virginidad en el parto significa que María dio a luz a su Hijo primogénito sin
menoscabo de su integridad corporal (Jn 1, 13s); ella siendo concebida sin pecado
original, no le alcanzó la sentencia de Eva: “Darás a luz a tus hijos con dolor” (Gn 3, 16)
En María se inicia un nuevo mundo que supera lo expresado en el paraíso.
Nos daremos cuenta que unido a este dogma de fe está el de la Maternidad
Divina por la naturaleza humana y divina de Jesús. La Virginidad Perpetua de María es
un milagro obrado por Dios y un privilegio concedido e íntimamente ligado con el
inefable don de ser madre de Dios.
¿Por qué no existe testimonio histórico o bíblico de otros hijos de sangre de
María?
En sentido pleno a María se le relaciona con la doncella/virgen de la profecía de
Isaías 7, 14:
“He aquí que la doncella está encinta y dará a luz a un hijo, a quien le pondrán
por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros”
Esta profecía de casi 8 siglos atrás, la comunidad cristiana ha interpretado como
cumplida en Cristo.
Estamos delante del dogma mariológico más antiguo de la Iglesia, en el cual se
afirma que María fue virgen antes, durante y después del parto y no tuvo otros hijos. En
el concilio de Constantinopla (381 d.C.) se le otorgó el titulo de “Virgen Perpetua”.
Santo Tomas de Aquino, San Justino Mártir fueron algunos de los escritorios que
afirmaron esta declaración y el concilio de Trento lo vuelve a reafirmar.
Con respecto a los hermanos de Jesús que aparecen en la Escritura (Mt 13, 55),
hace referencia a otro tipo de hermandad (parientes próximos a Jesús).
En el año 649, el Concilio I de Letrán (No ecuménico) san Martín I define la
virginidad perpetua de María:
“Si alguno no confiesa, de acuerdo con los santos Padres, propiamente y según
verdad por Madre de Dios a la santa y siempre virgen María, como quiera que concibió
en los últimos tiempos sin semilla por obra del Espíritu Santo al mismo Dios Verbo
propia y verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e
incorruptiblemente lo engendró, permaneciendo ella, aún después del parto, en su
virginidad indisoluble, sea condenado” (Dz 256)
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90 d.C.
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7
Adriano I fue el papa n.º 95 de la Iglesia católica de 772 a 795.
8
La liturgia o rito galicano, fue el nombre que recibió la liturgia propia de las iglesias de Francia desde el siglo
V al IX
9
Juan Damasceno (Yahia ibn Sargun ibn Mansur, nacido a mediados del siglo VII de una familia árabe cristiana
y muerto en el 749) es considerado el último representante de la patrología griega.
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Es de esperar, además, que todos aquellos que mediten los gloriosos ejemplos
de María se persuadan cada vez más del valor de la vida humana, si está entregada
totalmente a la ejecución de la voluntad del Padre Celeste y al bien de los prójimos;
que, mientras el materialismo y la corrupción de las costumbres derivadas de él
amenazan sumergir toda virtud y hacer estragos de vidas humanas, suscitando guerras,
se ponga ante los ojos de todos de modo luminosísimo a qué excelso fin están
destinados los cuerpos y las almas; que, en fin, la fe en la Asunción corporal de
María al cielo haga más firme y más activa la fe en nuestra resurrección.
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de la Virgen María. Es de hecho la Iglesia Ortodoxa Griega junto a la Armenia las que
tienen actualmente todos los derechos sobre este lugar.
Historia mística
Según las creencias del cristianismo oriental la Virgen María, muere por muerte
natural mientras duerme (evento denominado Dormición Theotokos), y aunque al
parecer se le dio sepultura su cuerpo y alma resucitaron al tercer día y subieron a los
cielos (evento conocido como la Asunción). Hechos que para la iglesia católica quedan
abiertos considerando que en las Escrituras no se relata y todo lo que se conoce
pertenece a la cultura popular y según G. Alastruey, uno de los mariólogos más
relevantes, la Virgen María murió verdaderamente.
Apoyando las creencias del cristianismo oriental encontramos la narración de
Cirilo de Escitópolis del siglo V donde se relata como el emperador Marciano y su
esposa solicitaron los restos de la Virgen al Patriarca de Jerusalén, el cual al ir al
sepulcro de María lo encontró vacío y tan solo se conservaba el Sudario en la Iglesia de
Getsemaní. Siendo ésta la última reliquia de la Virgen fue enviada a Constantinopla para
conservarse en la Iglesia de Nuestra Señora de Blachernae, en Turquía.
3.4.4.1 Autenticidad
Hay constancia de un escrito del 395 d.C. El Breviarius de Jerusalén, donde se
da fe de la veneración a este sepulcro tanto por las cristianos de oriente como los de
occidente desde aquel entonces.
3.5 ¿CORREDENTORA?
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Se puede decir que es correcto el uso del título de Corredentora, siempre que se
utilice en su sentido adecuado: María, por designio divino, coopera con su profunda fe,
con su obediencia constante y con su eximio amor en la Redención de la humanidad,
pero no en el mismo plano que el Redentor.
Para quien imparte este curso es innecesario promover ambigüedades
teológicas. Si cooperación es un término teológico más claro y más utilizado para
hablar de la participación de María en la obra redentora del Hijo de Dios es preferible
usar aquello que exprese mejor las verdades de nuestra fe.
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4. MARÍA EN LA IGLESIA
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María, ensalzada, por gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos
los ángeles y de todos los hombres, por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte
en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial.
Y, ciertamente, desde los tiempos más antiguos, la Santísima Virgen es venerada con
el título de «Madre de Dios», a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos
sus peligros y necesidades.
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rectamente los oficios y los privilegios de la Santísima Virgen, que siempre tienen por
fin a Cristo, origen de toda verdad, santidad y piedad. En las expresiones o en las
palabras eviten cuidadosamente todo aquello que pueda inducir a error a los hermanos
separados o a cualesquiera otras personas acerca de la verdadera doctrina de la
Iglesia. Recuerden, finalmente, los fieles que la verdadera devoción no consiste ni en
un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que
procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre
de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de
sus virtudes.10
Desde tiempos muy antiguos la Iglesia tributa a los santos una veneración,
especialmente a los mártires, por la relación que tuvieron con el misterio de Cristo. Este
homenaje encuentra su base en la Escritura (Cf. Hch 8, 2; Ap 8; 3s)
Por su dignidad de madre de Dios, María recibe un culto superior a los santos:
Brota de la fe y del amor del pueblo de Dios a Cristo, redentor del género
humano, y de la percepción de la misión salvífica que Dios ha confiado a
María de Nazaret, para quien la Virgen no es solo la madre del Señor y del
Salvador, sino también, en el plano de la gracia, la madre de todos los
hombres. (DPP 183)
Culto en la historia
10
Constitución Dogmática Lumen Gentium No. 66 y 67
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Entre los días dedicados a la Virgen Santísima destaca el sábado, que tiene
la categoría de memoria de santa María. Esta memoria se remonta a la época
carolingia (siglo IX),11 pero no se conocen los motivos que llevaron a elegir el sábado
como día de santa María. Posteriormente se dieron numerosas explicaciones que no
acaban de satisfacer del todo a los estudiosos de la historia de la piedad.
También la piedad popular es sensible al valor del sábado como día de santa
María. No es raro el caso de comunidades religiosas y de asociaciones de fieles cuyos
estatutos prescriben presentar todos los sábados algún obsequio particular a la Madre
del Señor, a veces con ejercicios de piedad compuestos especialmente para este día.
11
El Imperio carolingio es un término historiográfico utilizado para referirse al Reino franco de la dinastía
carolingia desde la coronación imperial de Carlomagno en el año 800 hasta la división de sus territorios en el
Tratado de Verdún del 843.
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Además, contamos con el oficio propio de la virgen María para sus fiestas o los
días sábados. En casi todos se le invoca como Madre de Dios y se pide su protección.
Se recitan de acuerdo con el tiempo litúrgico que se está viviendo.
San Juan Pablo II, en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae (2002)
“El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración
centrada en la cristología…Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes
gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor.”
Las plegarias marianas son también formas devocionales del pueblo de Dios.
Con ellas acudimos a María, alabándola o invocando su ayuda y su protección.
Por otro lado, la tradición de la Iglesia nos ofrece diversas oraciones presentes
en la devoción de los cristianos:
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Un medio eficaz para vivir fielmente los compromisos del bautismo, según nos
indica san Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris Mater (1987)- 48, es la
consagración a María, que puede hacerse de dos formas:
Algunas oraciones que nos ayudan a lograr lo que el Papa nos propone son:
CEC 2673
CEC 2679
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en los sermones que tratan de la Dormición de María. De tal manera que el siglo VIII,
último de la Patrística, es un clamor de alabanzas a María Reina. En los siglos
posteriores se sigue reafirmando la misma doctrina, y se coloca como fundamento de
la realeza mariana, la maternidad divina y su cooperación a la redención.
A partir de la definición dogmática de la Inmaculada Concepción los Papas, en
su magisterio ordinario, se han referido con mucha frecuencia a María como Reina y
Señora de todo lo creado. En sus enseñanzas han ido explicitando el carácter
sobrenatural, los fundamentos teológicos y el alcance de este privilegio. Pero con toda
justicia se ha llamado a Pío XII el Papa de la Realeza de María. Este Pontífice tiene tres
textos en los que estudia y profundiza este privilegio mariano:
1º.- Alocución radiofónica Bendito seia, del 13 de mayo de 1946 con
ocasión de la coronación de la Virgen de Fátima.
a) La maternidad divina;
b) La asociación de María a la Redención;
c) Esta Realeza es participada de la soberanía de su Hijo, pues «sólo
Jesucristo Dios y hombre, es Rey en sentido pleno, propio y absoluto».
3º.- Estos dos documentos quedan refrendados por el Discurso de Pío XII al
instituir la fiesta de Santa María Reina, el 1 de noviembre de 1954.
El Concilio Vaticano II asume la doctrina de Pío XII (L.G. n.59). Aunque algunos
autores ven en la doctrina de Pío XII tres argumentos probatorios de la realeza mariana
-la sublime dignidad de María, la maternidad divina y su asociación a la Redención-, se
pueden reducir a los dos últimos, pues la excelencia o supremacía de María sobre toda
la creación es una consecuencia de su maternidad divina y de su participación en la
obra del Redentor.
En la encíclica Ad Caeli Reginam, Pío XII fundamenta la realeza en la maternidad
basándose en los siguientes textos escriturísticos:
• Is 7, 14 • Ap 12, 1s
• Lc 1, 26-28 • Mt 1, 16
• Lc 1, 42-43 • Mt 2, 11
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«Si María fue asociada por voluntad de Dios a Cristo Jesús, principio de la
salud, en la obra de la salvación espiritual, y lo fue en modo semejante a aquel
con que Eva fue asociada a Adán, principio de muerte... si además se puede decir
que esta gloriosísima Señora fue escogida para madre de Cristo principalmente
para ser asociada a la Redención del género humano... se podrá legítimamente
concluir que como Cristo nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios,
sino también por ser Redentor nuestro, así, con una cierta analogía, se puede
afirmar que la Bienaventurada Virgen es Reina, no sólo por ser madre de Dios,
sino también porque, como nueva Eva, fue asociada al nuevo Adán».
Con estas palabras Pío XII (Ad caeli reginam) hace un resumen exacto de la
relación entre la asociación de la Virgen a la liberación de los hombres y la Realeza de
María.
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