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Objetivo del Curso

Proporcionar los fundamentos teológicos sobre María de Nazaret, Madre de Dios y


Madre de la Iglesia a partir de los textos bíblicos y del Magisterio de la Iglesia con el fin
de colocar las bases para una auténtica valoración del papel que juega María en la
historia de la salvación.
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Contenido del Curso de Mariología

Introducción (Martes 4 de Octubre de 2022)


I. María en las Sagradas Escrituras y en los Padres de la Iglesia (Martes 11 de
Octubre de 2022)
1. María en el Antiguo Testamento
2. María en los evangelios sinópticos (Martes 18 de Octubre de 2022)
3. María en los escritos Joánicos. (Martes 25 de Octubre de 2022)
4. María en el pensamiento de los Padres de la Iglesia (Martes 1 de Noviembre
de 2022)
II. Historia de la Mariología. (Martes 8 de Noviembre de 2022)
III. Dogmas Marianos (Martes 15 de Noviembre de 2022)
1. Maternidad divina.
2. María, siempre virgen. (Martes 22 de Noviembre de 2022)
3. Inmaculada Concepción. (Martes 29 de Noviembre de 2022)
4. Asunción de la Virgen. (Martes 6 de Diciembre de 2022)
Apéndice: María Reina y María “Corredentora”
María en la vida de la Iglesia (Martes 17 de Enero de 2022)
1. María en el Concilio Vaticano II
2. María en la Religiosidad y Piedad Popular (Martes 24 de Enero de 2022)
3. María de Guadalupe

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INTRODUCCIÓN

Las catacumbas de Priscila


son uno de los enterramientos
paleocristianos más importantes y
antiguos que han llegado hasta
nuestros días. Ubicados en la Vía
Salaria de Roma, Italia, su importancia
viene precedida no sólo por su
antigüedad y por ser una muestra de la
forma de vida de los primeros
cristianos, sino porque en su interior
podemos encontrar verdaderas joyas
artísticas y las representaciones más
primitivas de iconos tan destacados en
el cristianismo como la Virgen María y
el Niño Jesús. Siglo III d. C.

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Introducción al Curso de Mariología

Objetivo de la Sesión: Compartir una breve reseña de los contenidos que se impartirán
durante el curso de Mariología así como la metodología a emplear y así aumentar
nuestro conocimiento en torno a la persona de María de Nazareth en la Sagrada
Escritura, Tradición y Magisterio de la Iglesia.

“Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley.”


Gal 4, 4

1. CONCEPTO: MARIOLOGÍA
En el Credo niceno-constantinopolitano se menciona a María, Virgen y Madre de
Jesucristo, uniéndola a su nacimiento. Junto a estos títulos marianos de Virgen y Madre,
María también es nombrada como Inmaculada Concepción y Asunta al Cielo. Estos
títulos son el contenido de los dogmas marianos y casi el contenido fundamental de la
Mariología.
En sentido literal Mariología es la ciencia teológica que tiene por objeto a María
– a la luz de la revelación divina contenida en la Sagrada Escritura, la Tradición de la
Iglesia y en el Magisterio eclesial– y como parte de la Teología no puede ser un tratado
desvinculado del resto de los que componen el cuerpo sistemático-dogmático de la
Teología y de su tratamiento metodológico.
La comprensión de María se ha enriquecido, como indica el Concilio Vaticano II
(LG 61 y LG 69) con los títulos de discípula-tipo y Madre de la Iglesia. El capítulo octavo
de la Constitución Dogmática Lumen Gentium indica y señala el camino de la
Mariología después del Concilio Vaticano II. A través de Cristo y la Iglesia, María
entronca indirectamente con los demás tratados de la Teología Dogmática, por lo que
éstos bien pueden entenderse en referencia a María.1
Si todo ser es objeto de la Teología en la medida en que dice referencia a Dios, la
Madre de Jesús, referida esencialmente a Dios como su propia Madre, requiere una
detenida consideración teológica. También es objeto de estudio por su referencia a la
historia de la salvación.

1
Guía didáctica, Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid 2015

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La realidad de María es riquísima tanto en su referencia a Cristo y a su


colaboración en la historia de la Salvación; como si se considera su ser personal, es
decir, la realidad que se suele designar con la expresión «privilegios marianos».
Esa riqueza es lo que hace que a finales del siglo XVI comiencen a hacerse
tratados especiales sobre la vida de María de Nazareth:

• Tratado de Francisco Suárez (+1617), doctor eximius, teólogo, filósofo y


jurista jesuita español que destaca con fuerza la figura de Santa María. Es el
representante más destacado de la escolástica del siglo XVI.
• Plácido Nigido, teólogo italiano y autor jesuita del siglo XVI, fue el que
acuñó el término “Mariología” en el año 1602 al titular a su obra: Summae sacrae
mariologiae pars prima.
La presencia de María ocupa un lugar especial en la fe y en la piedad del Pueblo
de Dios. También en la predicación de la Iglesia. Sin embargo, a la hora de la
sistematización teológica, esta presencia de María no ocupaba un lugar especial, sino
que la doctrina mariana iba siendo desarrollada en diversos lugares, preferentemente
en la Cristología y la soteriología (S. Th III, qq. 27-37), utilizando al mismo tiempo los
enunciados marianos para profundizar en la consideración de la vida de Jesús.
En la Mariología se destaca la esencial referencia de Santa María a Cristo y a la
historia de la salvación. La riqueza de las verdades mariológicas contenidas en la
Revelación y en la posterior reflexión cristiana hace patente la posibilidad de una
presentación orgánica de estas verdades, como «un todo parcial dentro de la Teología».
El Método de estudio de la Mariología es el mismo de la Teología: temas bíblicos,
la contribución de los Padres, así como la historia posterior de los Dogmas.
El objeto propio y específico de la Mariología es la persona de Santa María
considerada en sí misma y en el lugar que ocupa en la historia de la salvación, ya que
Dios, al elegirla para Madre de Jesús, la eligió también como Madre del Redentor y, en
El, la eligió Madre de todos los hombres, y la dotó de unas prerrogativas especiales y
únicas de acuerdo con la misión a la que le destinó.
Los protestantes (K Barth) rechazan el que María sea tratada en un tratado
autónomo. En cambio, Stefano de Fiorés, sacerdote Italiano monfortiano, experto en
Mariología, afirmó que la figura de la Virgen sería el prototipo de la criatura humana.

2. ANTROPOLOGÍA ESCATOLÓGICA
La mariología es el estudio del fin último del hombre en la persona de María de
Nazareth.

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3. EL TRATADO Y SU LUGAR EN LA TEOLOGÍA DOGMÁTICA


a. La Mariología eclesiotípica entiende que María es el miembro más
importante de la Iglesia como cuerpo de Cristo. Se contempla a María
inserta en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Es miembro de la Iglesia
y, en su calidad de primera criatura redimida, tipo y modelo de esta
Iglesia. Pero, al mismo tiempo, supera a la Iglesia, en cuanto que es la
madre del Hijo de Dios, y está desde sus mismos orígenes, asociada a la
obra salvífica de Jesucristo de la que surgieron la Iglesia y la posibilidad
de la existencia cristiana. En la vida de la Iglesia encuentra aquí la
consumación escatológica.
4. LA ECLESIOLOGÍA Y LA MARIOLOGÍA EN LA LG VIII
a. En María ha llegado la Iglesia en su plena consumación, la Iglesia ve
en la Virgen preservada del Pecado Original el paradigma de su propia
consumación escatológica en la Nueva venida de Cristo. (LG 56)
b. CAPÍTULO 8 DE LUMEN GENTIUM. LA BIENAVENTURADA VIRGEN
MARÍA, MADRE DE DIOS, EN EL MISTERIO DE CRISTO DE LA IGLESIA.
Capítulo dedicado a María, como culmen y modelo de los miembros
de la Iglesia. Ella es parte de la Iglesia, Ella es modelo, Ella es Madre de
la Iglesia y es parte de ella, Ella ha llegado ya a la perfección, por el don
de la Inmaculada Concepción, ya está en el Cielo. La constitución nos
invita a mirar a María, como intercesora y modelo para ser fieles a la
vocación que hemos recibido.

María nos conduce a un encuentro profundo y espiritual con el Hijo, exactamente


porque en la Eucaristía está presente Cristo con “su verdadero cuerpo nacido de
María Virgen”

P. Stefano de Fiorés

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Introducción (Martes 4 de Octubre de 2022)


I. María en las Sagradas Escrituras y en los Padres de la Iglesia (Martes 11 de
Octubre de 2022)
1. María en el Antiguo Testamento
2. María en los evangelios sinópticos (Martes 18 de Octubre de 2022)
3. María en los escritos Joánicos. (Martes 25 de Octubre de 2022)
4. María en el pensamiento de los Padres de la Iglesia (Martes 1 de Noviembre
de 2022)
II. Historia de la Mariología. (Martes 8 de Noviembre de 2022)
III. Dogmas Marianos (Martes 15 de Noviembre de 2022)
1. Maternidad divina.
2. María, siempre virgen. (Martes 22 de Noviembre de 2022)
3. Inmaculada Concepción. (Martes 29 de Noviembre de 2022)
4. Asunción de la Virgen. (Martes 6 de Diciembre de 2022)
Apéndice: María Reina y María “Corredentora”
María en la vida de la Iglesia (Martes 17 de Enero de 2022)
1. María en el Concilio Vaticano II
2. María en la Religiosidad y Piedad Popular (Martes 24 de Enero de 2022)
3. María de Guadalupe

Requerimientos para el curso

Uso de la Sagrada Escritura.


Buena disposición. Apuntes del curso impreso para anotaciones personales.
25 minutos de exposición (2) , 5 minutos para descanso (2), preguntas escritas
en el chat para últimos 25 minutos.
Juntos vamos a aprender. Todos, en Jesús, somos hijos de María.

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1.MARÍA EN LA SAGRADA
ESCRITURA

Isaías en oración
Salterio, Constantinopla, siglo X Esta
magnífica miniatura, que muestra al profeta
Isaías en actitud orante pertenece a un libro
de salmos, famoso en el mundo entero, el
denominado “Salterio de París”, obra fue
realizada en el siglo X en Bizancio y esta obra
es conocida en la historia del arte como un
espléndido testimonio temprano del
“Renacimiento Macedónico”.

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I.María en la Sagrada Escritura.

Objetivo de la Sesión: Realizaremos un reconocimiento en la historia de la Salvación


de la persona María de Nazareth sin perder de vista que el centro de la economía
salvífica es Cristo y su obra redentora.
“Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley.”
Gal 4, 4

Según M. Schmaus, teólogo católico alemán la mariología es la ciencia teológica


en la que corren estrechamente unidas casi todas las líneas teológicas: la cristología
(estudio de Cristo), la eclesiología (estudio de la Iglesia), la antropología (estudio del
hombre) y la escatología (estudio de los fines últimos). En ella concurren casi todas las
discusiones teológicas del presente. Se manifiesta como punto de intersección de las
principales afirmaciones teológicas.
En efecto, el mensaje de Dios (la Revelación) no es un conjunto de afirmaciones
abigarradas e inconexas. Ofrece, más bien un cuadro armónico en el que todas las
líneas se relacionan y entrelazan. La figura de María aparece así no como el centro del
mensaje; el centro es Cristo y su obra salvadora, pero sí en una posición privilegiada
para enjuiciar los otros problemas en su confluencia con ella.

1.- ¿Qué es la Sagrada Escritura?


Un concepto clave para comprender el texto sagrado como Palabra de Dios en
palabras humanas es ciertamente el de inspiración. También aquí podemos sugerir una
analogía: así como el Verbo de Dios se hizo carne por obra del Espíritu Santo en el seno
de la Virgen María, así también la Sagrada Escritura nace del seno de la Iglesia por obra
del mismo Espíritu. La Sagrada Escritura es «la Palabra de Dios, en cuanto escrita por
inspiración del Espíritu Santo» (Dei Verbum 9). De ese modo, se reconoce toda la
importancia del autor humano, que ha escrito los textos inspirados y, al mismo tiempo,
a Dios como el verdadero autor.

2.- María en el Antiguo Testamento


Más adelante nos daremos cuenta, en el desarrollo histórico de la mariología,
que hay una tendencia frecuente en la predicación de muchos autores y en la
actualidad de muchos predicadores de encontrar a María por todas partes en el Antiguo
Testamento. En este apartado identificaremos unos textos fundamentales que sí hacen

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referencia a María de Nazareth y que nos referiremos más adelante (Gn 3, 15; Is 7, 14;
Miq 5, 2), otros que se atribuyen a ella (Jer 31, 22 y Sal 45, 10); y en otros tantos en los
que se ve a María de manera simbólica: el arca de Noé, el vellón de Gedeón, etc.; a
María se la descubría en determinadas figuras: la esposa del Cantar, las mujeres de
Israel, Judit, Ester; se le aplicaban determinados textos que hablan de la Sabiduría
Divina, como Prov 8 y Eclo 24. Hoy por el contrario, no es difícil encontrar escrituristas,
también católicos, que defiendan el silencio total del Antiguo Testamento sobre María.
¿Qué puede decirse sobre el tema? Para proceder con mayor claridad posible,
es conveniente separar los principales textos del Antiguo Testamento que suelen
aducirse a propósito de María en tres apartados distintos:

• Textos mariológicos por sola acomodación


• Textos de sentido mariológico discutidos
• Textos ciertamente mariológicos

2.1 Textos mariológicos por sola acomodación

Judit 15, 9
Según el testimonio respecto a Judit, en Israel se han derramado beneficios (Jdt
15, 8-14) a Judit le dirigen las siguientes palabras:
“Tú eres la gloria de Jerusalén, tú el supremo orgullo de Israel, tú el preclaro
honor de nuestra razón”
Este texto es exclusivo para Judit. El autor no está pensando en otra mujer más
que la judía. Desde el texto no hay motivos para pensar que el Espíritu Santo, autor
principal de la Escritura en cuanto inspirador de ella, pretendiera referirse a persona
alguna ulterior.
Sin embargo, la liturgia, tanto antes como después de la reforma posterior al
Concilio Vaticano II, utiliza estas palabras en algunas misas de la Virgen, como también
el Brevario para los oficios de la Virgen María. Este comportamiento eclesial no debe
extrañarnos. Con las palabras de la Escritura, la Iglesia expresa su idea sobre María
¿Acaso no, con su humilde respuesta, María nos libró de un enemigo mayor que
Holofermes? ¿No cooperó a salvarnos de la cautividad definitiva?
Así la Iglesia expresa, con palabras en la Escritura – aunque estas palabras
no se refieran a ella – la idea que tiene de ella.

Pasajes sapienciales: Prov 8 y Eclo 24

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En la liturgia, la Iglesia contempla a María y la enuncia con textos sapienciales.


Entre ellos tienen especial importancia los tomados de Prov 8 y Eclo 24. Se trata, sin
duda, de pasajes que en realidad hablan de la Sabiduría divina y no de María. Pero,
como siempre que se trata de acomodación de textos, el interés teológico principal ha
de recaer sobre cuál es la imagen que la Iglesia posee de María y que ha creído poder
expresar sobre ella con estos pasajes sapienciales.
En la cita Prov 8, 27-30 que se refiere a la Sabiduría Divina como compañera del
Creador, nada nos enseña de María, el Autor Sagrado no está pensando en ella, sin
embargo la Iglesia expresa su idea de María, en cuanto que ella ha tenido una
cooperación activa en la obra de la nueva creación, es decir, en la obra de salvación.
Posteriormente en Prov 8, 32-35 contiene una invitación a buscar la Sabiduría
(no olvidemos que estamos tratando con un libro sapiencial). La Iglesia está igualmente
convencida de los bienes que el hombre obtiene poniéndose en contacto con María:
Jesucristo.
Este pensamiento es semejante al uso litúrgico de Eclo 24, 13-17 en el que se
plasma una esplendida descripción de la vegetación palestinense con la que se
simbolizan los frutos de la Sabiduría; más concretamente los frutos que el hombre
puede obtener si sigue a la Sabiduría. En una acomodación a María, la Iglesia quiere
subrayar la belleza y abundancia de los frutos que el hombre puede obtener con una
piedad mariana. La invitación que cierra la perícopa cobra todo su sentido en este
ambiente: Vengan a mí ustedes que me desean y llénense de mis productos. Porque mi
nombre es más dulce que la miel, y mi heredad, más que un panal de miel (Eclo 24,
19s).

2.2 Textos de sentido mariológico discutido


Descubriremos en un futuro que en la Edad Media florece la reflexión en torno a
la Virgen María. En esta época comienza la interpretación mariana del Cantar de los
Cantares, quizá debido a la lectura de trozos del Cantar en la liturgia de la fiesta de la
Asunción. Los primeros comentarios son los de Ruperto de Deutz (+1135, Comm. in
Cantica Canticurum) y Honorato de Autún (+1136, Siguillium Beatae Mariae).
Sin duda, el argumento fundamental del libro son las relaciones de amor entre
Yahvé y su pueblo. Naturalmente, ese amor no queda en un nivel abstracto desde una
concepción mística, sino que se concretiza en el amor entre Dios y el alma.
Los escrituristas partidarios de una interpretación mariológica del Cantar de los
Cantares piensan que el mismo Espíritu Santo, al inspirar el libro, habría querido
referirse a María como culmen supremo de las relaciones de Dios con el alma. Por ello,

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ya en sentido verdaderamente bíblico, el Cantar de los Cantares (Cant 5, 2-6) hablaría


de Nuestra Señora.
No debe confundirse esta tendencia exegética con lo que fue el uso, más o
menos frecuente en tiempo de los Santos Padres, de aplicar a María determinados
pasajes del Cantar. Pero no se debe afirmar esto totalmente, ya que en el mismo libro
hay episodios que tratan de la infidelidad y eso no se puede predicar de María respecto
a Dios.
Otro texto que algunos consideran se refiere a María, como Reina, es el referido
al Salmo 45 (44). En la segunda estrofa se habla de la reina-esposa (v. 11-18). ¿Será
María esta figura que el salmo introduce junto al Rey Cristo? La liturgia ha aplicado estas
palabras a María… pero ¿se adecua lo expresado en el salmo a la persona de María? Del
análisis del salmo encontramos que el abandono de las practicas paganas que tiene
que realizar el pueblo de Israel, según este salmo mesiánico, es la condición para estar
en disposición para las nupcias. Condición que no puede atribuirse a María por lo que
el salmo no se está refiriendo a ella. Bíblicamente es insostenible esta analogía.

2.3 Textos ciertamente mariológicos

El Concilio Vaticano II (LG 55) enumera tres pasajes del Antiguo Testamento que
en un sentido verdaderamente bíblico hablan de María: Gn 3, 15; Is 7, 14; Miq 5, 2s. Este
último por contener una referencia a Is 7, 14 será atendido a detalle en este curso.
Según el mismo Concilio, en estos textos se descubre la figura de María si se los
entiende tal como se leen en la Iglesia y tal como se interpretan a la luz de una
revelación ulterior y plena (sensus plenior-sentido pleno). Con ello se indica una
plena certeza del sentido mariológico de esos pasajes sólo se obtiene iluminándolos
con el doble criterio extrínseco indicado por el texto del Concilio: el modo como la
Tradición los ha interpretado en la Iglesia y la ulterior aclaración que no pocos pasajes
bíblicos van recibiendo por la revelación posterior, contenida frecuentemente en libros
bíblicos recientes (recordemos que todos los libros de la Escritura tienen el mismo
autor principal: el Espíritu Santo)

Libro del Génesis 3, 15


El pasaje del libro del Génesis 3, 15 se conoce, desde los siglos XVII y XVIII, con
el nombre de “Protoevangelio”.
Según parece el primero en haber utilizado la denominación fue el teólogo
protestante Lorenzo Rhetius, quien escribe en 1638: Pues merece el nombre de

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Protoevangelio, porque es el primer Evangelio, esta buena noticia que alentó al género
humano privado de la gracia de Dios 2 En el siglo siguiente comienza a utilizarse el
término entre los teólogos católicos.
Ahora analicemos junto al jesuita español Candido Pozo, el pasaje del Génesis:

Establezco: Respetando la redacción en primera persona del singular, es Dios


quien habla. Dios mismo establece enemistad entre la Mujer y la serpiente. Solo Dios
puede crear esta enemistad, solo Dios salva.
Por otro lado, la forma verbal hebrea es un imperfecto que empieza ahora, pero
que va a perdurar en el tiempo, que impacta en la historia. A diferencia del
acontecimiento con la realidad escriturística Eva, la mujer futura se va a prolongar en
en el tiempo y no solo eso, será un crescendo.

Enemistad: La palabra hebrea implica una mayor radicalidad de enemistad


singular que si estuviera en plural. Sólo puede emplearse cuando se trata de enemistad
entre personas (recordemos que la serpiente es una construcción literia de un ser
personal). Ulteriormente, la palabra hebrea empleada en el texto del génesis significa
una enemistad habitual, implacable y profunda, aquella que no se satisface más que
con derramamiento de sangre. El final del versículo expresará esta culminación de
enemistad con una lucha final y la victoria definitiva de uno de los contendientes.

Entre ti (la serpiente): La serpiente es una divinidad pagana a la que se daba culto
en no pocas religiones de los pueblos vecinos de Palestina. Ahora bien, una idea
característicamente hebrea que aparece repetidas veces tanto en el Antiguo como en
el Nuevo Testamento, es que los dioses de los paganos son demonios (cf. Dt 32, 17; Lev
17, 7; Sal 106, 37; 1 Cor 10, 20; Ap 9, 20). El autor sagrado (hagiógrafos) al introducir en
el relato, primero como tentador y después como sujeto al que se dirige, por parte de
Dios, una profecía de castigo, una serpiente, es decir, una divinidad pagana, está
representándonos, de modo simbólico, al demonio como tentador y como sujeto sobre
el que recae el anuncio de Dios acerca de un castigo que culmina en la destrucción de
su poder. Mientras el demonio se sitúa en el lugar de Dios (aquel que comienza a ser
escuchado por el hombre, sin tener que ser así) el Señor le castiga por esforzarse en
pretender ser como Él.

2
Evangelium primum, hoc est, scholastica consideratio, dulcissimae, simul ac antiquissimae promissionis, de
seine mulieris, n. 2 (Gedani 1638) p.1 – Ref María en la Escritura y en la Iglesia, Candido Pozo, pg 43

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La Mujer: La expresión es sumamente concreta, en cuanto que el sustantivo va


a acompañado de un articulo determinado. Ahora bien, la expresión ha aparecido
esteriotipada, en la misma forma de sustantivo y artículo determinado, en el contexto
precedente, referida siempre a la misma persona: Eva. En todo el capitulo 3, la mujer
es una persona concreta. Ella ha estado hablando con la serpiente, fue invitada por ella
desobedecer a Dios y ha caído en la tentación. Después ha incluido a Adán en el
pecado. En el contexto de la Escritura se está hablando con la fórmula “la mujer” de
una persona concreta y a continuación reaparece la misma expresión sin aviso alguno
de que se va a cambiar la referencia, es imposible pensar que no se siga ya hablando
de la misma persona que antes. Por tanto la mujer se refiere, al menos en el plano
inmediato, a Eva.
Problema distinto es si, como ocurre con frecuencia en la Sagrada Escritura,
además del nivel superficial, hay otro nivel más profundo, en el que el texto se refiera a
otra mujer futura. Un ejemplo distinto puede hacer comprender en qué consiste este
procedimiento literario.
Poco antes de la pasión, y tomándolas como punto de partida, unas palabras de
Jesús que anunciaban que del templo de Jerusalén no quedaría piedra sobre piedra,
dieron pie a los discípulos para hacerle una pregunta en la que yuxtaponen dos
cuestiones: Dinos cuando será todo esto y cuál será la señal de la venida y de la
consumación del mundo – Mt 24, 3. Jesús responde con un amplio discurso,
conservado por los tres evangelios sinópticos, y que se conoce con el nombre de
discurso escatológico. El acontecimiento histórico (destrucción del templo de
Jerusalén en el año 70 d. C.) se sitúa como tipo¸ de lo que también implica un antitipo.
Lo que se intenta decir es que la Sagrada Escritura tiene un sentido profundo que
tenemos que respetar y dejar a un lado una inmadura actitud “literalista” frente a ella
como hoy en día algunos “iluminados” divulgan o algunos otros pretenden callar.

Tu linaje y su linaje: Normalmente, la palabra hebrea utilizada aquí significa


descendencia, y por cierto en sentido colectivo. Este debe ser obviamente el sentido
que tiene aquí la expresión. Sólo habría que matizar que mientras que la descendencia
de la mujer puede y debe entenderse en el sentido más corriente de la palabra, que es
el de la descendencia física, por el contrario, habiendo que entender por la serpiente al
demonio, linaje no puede significar, con respecto a él, descendencia física; tiene que
entenderse como descendencia moral – sentido que también puede tener la palabra en
hebreo-, y que expresaría colectividades… aquellos que son de la serpiente, aquellos
que son de la Mujer.

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Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el calcañar: De nuevo, la enemistad y


la lucha se individualizan. Sin duda, Él hace referencia al linaje de la mujer. Pero en esta
parte final de la frase no puede tratarse ya de un linaje en sentido colectivo, sino de un
individuo concreto del linaje de la mujer, un descendiente de la mujer. Nótese que como
contrincante suyo no aparece ya el linaje de la serpiente, sino un ser muy concreto: la
serpiente misma; además la descripción de la lucha está hecha con rasgos
absolutamente individualizados: un pie se dirige contra una cabeza (la cabeza de la
serpiente) y la aplasta, mientras esa cabeza hace un movimiento instintivo de defensa,
ineficaz e inútil, contra el calcañar/talón de ese pie. La cabeza de la serpiente nunca
será superior al solo talón de todo el cuerpo. De la Persona.
Este pasaje nos da a conocer dos rasgos fundamentales de María. Ella tuvo
enemistades totales con el demonio, lo que es tanto como hablar de la completa
santidad de María, que excluye todo pecado, aun el original (no se olvide-como
subrayaba Pío IX- que María aparece en Gn 3, 15 con las mismísimas enemistades que
Cristo con respecto al demonio. Por otra parte, María aparece singularmente conexa y
asociada a Cristo en la lucha contra el demonio, que constituye a lo largo de los siglos,
el entramado de la historia de la salvación.

Isaías 7, 14
Las circunstancias históricas en que Isaías pronunció las palabras proféticas
que encontramos en Is 7, 14 no son tan conocidas; no sólo por su contexto, sino por
las narraciones más amplias del segundo libro de los Reyes (c. 15 y 16) y del segundo
libro de las Crónicas (c. 28). Hemos de subrayar la existencia de dos grandes imperios,
Asiria y Egipto, separados por una serie de reinos pequeños.
De los dos imperios, se percibe como especialmente peligroso a Asiria, ya que
se encuentra en un momento de expansión. Como sucede siempre en estos casos, los
pequeños tienden a formar una coalición contra uno de los grandes cuando creen
percibir en él un momento de debilidad. Así lo han pensado con respecto a Asiria,
inmediatamente antes de los hechos a que se refiere Is 7, 14, unos cuantos reyes de
Estados pequeños, sobre todo el rey de Siria (reino arameo de Damasco) y el rey de
Israel (reino Norte de Palestina, Samaria) Para que la liga tenga éxito es indispensable
que entre en ella el rey de Judá (reino del sur de Palestina). Basta mirar un mapa de la
región para comprender el motivo. Sólo la entrada de Judá en la coalición da a esta
continuidad, incluso geográfica, con el otro gran imperio, Egipto, del que se puede
esperar ayuda.
Sin embargo, Ajáz, rey de Judá no se une a la liga. Duda, tiene miedo de perderlo
todo inclusive la dinastía davídica (ref. Gn 49, 8-12; 2 Sam 7, 5-16) que pudiera perderse
con la caída en caso de un fracaso. Ajáz en vez de confiar en Dios, confía en el rey de

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Asiria. Por eso Isaías reprender en nombre de Dios a Ajáz y es en ese contexto histórico-
político que se pronuncia la promesa absoluta e incondicionada de la profecía de
Natán: la dinástia no perecerá. En medio de una falsa piedad e hipocresía Ajaz se resiste
a pedir una señal a Dios (pero es que ni siquiera le tiene como su Dios, ahora confía más
en el Rey de Asiria).
Isaías, profeta del Señor, tampoco lo tiene como rey y anuncia: por eso el Señor
mismo dará una señal: he aquí que la ‘almah concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá
por nombre Emmanuel (v.14). Estamos delante de una profecía mesiánica, nunca
olvidemos su referencia a él en Is 8,8. El término hebreo ‘almah se refiere a una joven
virgen. Es una descripción de la época, no es una mujer madura virgen, es una joven
virgen. Encontramos en Cant 1, 2 y 6, 7; así como en Sal 68 (67), 26, que, este caso se
evoca, en un sentido técnico, al grupo de muchachas vírgenes que estaban al servicio
del Santuario.
Por otro lado, no es una promesa ambigua, es un acontecimiento que muestra
el poder de Dios. Un signo de poder. En Isaías encontramos un verdadero signo de
poder. No mera profecía de que el Mesías vendrá. Sino un verdadero milagro de
poder, es decir, la concesión por parte de una virgen, sin por eso dejar de serlo.
En Isaías 7, 14 la doncella aparece como la Madre Virginal del Mesías. Su
carácter de Madre Virginal hará posible en ella una concentración de su amor por su
Hijo y todo lo que tiene que ver con Él. En la tradición patrística, comentada más delante
de este curso, encontraremos la coincidencia con esta interpretación.

1. María en el Nuevo Testamento.


Como hemos comentado desde el inicio de este curso, el testimonio más
antiguo con el que contamos es el dejado por san Pablo en la Carta a los Gálatas (Gál
4, 4s):
“Cuando vino la plenitud de los tiempos, envío Dios a su Hijo, nacido de una
mujer, nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley, para que
recibiésemos la adopción”
Aunque Pablo no menciona su nombre, se refiere a ella. Esta carta
probablemente se escribió en la mitad del primer siglo, en el contexto del tercer viaje,
durante su estancia en Éfeso, es decir, en torno al año 54 d.C.
Cabe mencionar que la afirmación envío implica una Cristología: el Hijo
preexiste junto al Padre (en griego la palabra exapesteilen se traduce como “envió de
junto a sí). Pablo nos regala su comprensión del Misterio de la Encarnación. Pablo
también confirma la Maternidad Divina de María, de ella nació el Hijo de Dios.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Resulta interesante que Pablo no hable del padre adoptivo de Jesús,


considerando la influencia judía que esta figura tenía. Pablo escribe, respecto a Jesús,
solamente del Padre Celestial y su Madre Terrenal, confirmando entonces lo conocido
hasta entonces de aquel que había muerto en la Cruz y que al tercer día resucitó (no
olvidemos el contexto en que comenzó la divulgación del cristianismo, el
acontecimiento pascual).
Por ello, afirmar y dejar testimonio de que María interviene en la generación de
Jesús con la finalidad de redimir a los que estaban bajo la ley y hacer que recibamos la
adopción confirma que María colabora y coopera en nuestra salvación. No olvidemos
esta referencia cuando profundicemos en el Misterio de la Encarnación en la obra
joánica.
Por último, ignorar dentro del contexto judío las promesas contenidas en Gn 3,
15; Is 7, 14 y Miq 5, 2s es desconocer al Dios revelado desde inicio de los tiempos.
¡Estamos delante de un progreso en la revelación! ¿Dios también es Hijo? Según la
compresión en el cristianismo primitivo sí: Dios también es Hijo. Jesús lo ha revelado
así.

3.1 María, en los evangelios de la Infancia: Mateo y Lucas


El Nuevo Testamento destaca el papel de María siempre en referencia a Jesús,
especialmente en los llamados relatos de la infancia escritos por Mateo (70-80 d.C.) y
Lucas (80-90 d.C.). Ambos evangelistas, Mateo y Lucas, concuerdan en algunos datos
y difieren en otros, considerando que usaron distintas fuentes y trabajaron de modo
independiente; sin embargo los puntos en los que coinciden son muy concretos y no se
han de ignorar.

3.1.1 María en la obra mateana.


Mateo deja testimonio de María como Madre de Jesús. En la tradicional
genealogía judía (Mt 1, 1-17) encontramos una novedad lingüística que no tiene similar
en otro lugar de la Escritura:

• Jesús es Mesías y descendiente de la casa de David.


• Con él se inaugura la etapa definitiva de la revelación.
• El Mesías es el cumplimiento de las promesas antiguas.
La forma en que María es ilustrada en el origen de Jesús es sorprendente: José
no engendró a Jesús, él nació de María. Así, el recurso literario usado en la narración del
origen de Jesús descarta a José como su padre biológico. José se relaciona con el Niño

20
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

gracias a su compromiso con María. Ahora se comprende mejor el silencio de Pablo


respecto al Custodio del Redentor.
José es reconocido como hombre justo en el evangelio de Mateo (Mt 1, 19), él
obedece a la anunciación que le hace el Ángel del Señor, el cual le aclara que María no
le ha engañado3, ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. José es invitado a
ponerle nombre a Jesús y recibe la misión que el hijo de María tendrá: salvar a su pueblo
de los pecados. José así forma actualiza la promesa ofrecida desde antiguo: la
presencia del Mesías
Trayendo un fragmento del texto apócrifo Historia de José el Carpintero (siglo VI
- siglo VII) en él se salvaguarda el testimonio recibido desde el origen:
“José contrajo segundas nupcias a los ochenta y nueve años… mi
Madre pasó luego dos años en su casa, después que los sacerdotes se la
confiaron con estas palabras: “Guárdala hasta el tiempo en que se celebre
su matrimonio”. Al comenzar el tercer año de su permanencia allí – tenía a
la sazón 15 años de edad (referencia a la Madre) – me trajo al mundo de un
modo misterioso, que nadie entre toda la creación pudo conocer, a
excepción de mí, mi Padre y el Espíritu Santo, que formamos una unidad.”
Es custodiada por la Tradición el testimonio del nacimiento virginal de Jesús, Él
ha nacido por obra del Espíritu Santo (Mt 1, 20.25).
Como el Hijo de María es exclusivamente de Dios recibe nombre por parte de
Dios:

• Jesús (Mt 1, 21)


• Emmanuel (Mt 1, 23)
Si recordamos lo estudiado respecto al Antiguo Testamento Dios mismo estará
presente entre nosotros y no solo eso, será uno de nosotros. El Emmanuel anunciado
desde Antiguo, nace de una joven virgen (Is 7, 14). Por eso Mateo une a María con Jesús
bajo las expresiones “el niño y su madre” (Cf. Mt 2, 11.13 : Mt 14, 20s) Hijo y Madre
aparecen inseparablemente unidos, como sucede en cualquier escena familiar. Ambos
son custodiados por José, protector descendiente de la tribu de Judá que aporta la
descendencia davídica a Jesús, adoptándolo como hijo.
Mateo comparte algunos datos de la infancia de Jesús:

• La visita de los sabios de Oriente (Mt 2, 1-12) / Cristo Rey, Sacerdote y


Hombre
• La huida a Egipto / Evocación a Moisés (Mt 2, 13-17)

3
De haberle engañado la Virgen María, José estaba en el derecho de repudiarla y exponer a la Madre de Dios
a la lapidación (Dt 22, 13-21)

21
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

• La estancia en ese país (Mt 2, 15) / Forastero


• El retorno a Nazaret (Mt 2, 19-22) / El Reino llega ya
María no volverá aparecer expresamente en el resto del Evangelio. La única
referencia a ella que podemos considerar es la confección de la ropa con la cual Jesús
fue crucificado (Mt 27, 35).
Tengamos cuidado de interpretar erróneamente el evangelio según san Mateo
cuando leemos: “¿Sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿No
viven entre nosotros? Mt 13, 55s. Si se compara con Mt 27, 56, vemos que de esos
hermanos se da el nombre de su madre, que es distinta de la Virgen y que responde a
la costumbre judía de llamar “hermanos” a los parientes o personas más cercanas, sin
olvidar que entre judíos todos son hijos de padre Abraham.

3.1.2 María en la obra lucana.


Lucas es un historiador e investigador de origen pagano que se ha esforzado en
indagar los orígenes del cristianismo para confirmar en la fe a quienes tengan acceso a
su tesis doctoral sobre Cristo. Lucas llega a enunciar el lugar donde María recibe la
anunciación: una humilde aldea de Galilea llamada Nazaret (Lc 1, 26). Esta anunciación
tiene una distancia cronológica con la anunciación del nacimiento de Juan, hijo de
Zacarías e Isabel. Lucas presenta a Jesús evocando los orígenes de los grandes
personajes heroicos del helenismo, pero su verdadera intención es presentar el
Mesianismo Real y Sacerdotal de Jesús.
El Ángel Gabriel4 es el enviado de Dios que deja a un lado el saludo tradicional
(Shalom) para titular a María -Jáire, María, kejaritoméne- ¡Alégrate! María, llena de
gracia. María ha de alegrarse pues el Mesías está por llegar y ella será su Madre. La gran
promesa y esperanza de Israel, la antigua profecía mesiánica anunciada siglos atrás
está sucediendo y ha comenzado en ella. ¿Quién es entonces María?

Los Anawin
Para que María se alegrara y entendiera las palabras del Ángel Gabriel habría que
entender su contexto y origen. En el Antiguo Testamento aparece con frecuencia la
expresión “el resto fiel de Yahvé” (Am 5, 15; Sof 3, 12s; Miq 5, 6). Es la referencia a una
porción del pueblo que confía en el Señor, heredera y depositaria de las promesas de
Yahvé. A este pueblo lo caracteriza la pobreza, tanto económica como espiritual; la

4
No perdamos de vista que el Ángel Gabriel es el mensajero escatológico en la Historia de la Salvación del
cumplimiento de las promesas de Dios según lo testimoniado por el libro de Daniel. Etimológicamente su
nombre significa Fuerza de Dios.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

humildad, ellos no son sus propios redentores y la fe madura, confían totalmente en


Dios que en otros tiempos ha liberado al pueblo ante las contrariedades históricas.
María pertenece a este grupo de creyentes. Ella es una verdadera israelita y
pobre de Yahvé. Ella es modelo de los amigos y servidores de Yahvé (Sal 86) en quien
se refugian con confianza. En su cantico reconocido como el Magnificant (Lc 1, 46-55)
evoca las alabanzas al Dios de Israel cuando se acuerda de su misericordia y hace
maravillas (1 Sam 2, 1-11).

El reconocimiento que hace el Ángel Gabriel a María, sobre mantenerse en la


gracia divina (Lc 1, 30) nos permite considerar que Dios ha querido dotarla de gracias
especiales para cumplir su misión ¿qué es imposible para el Señor? (Lc 1, 37).
En María se reconoce que “el Señor está en ella y con ella” (Lc 1, 28), es la
referencia a la presencia de Dios que llega a los suyos, el Emmanuel. De igual forma
María es la imagen de todo Jerusalén por eso será llamada hija de Sión: ha encontrado
gracia ante Dios y recibe una misión: ser la Madre del Mesías; su Hijo será Rey, heredará
el trono de David y reinará eternamente (Lc 1, 32s). Ella tiene más fe que cualquier otra
persona que haya conocido al Dios de Israel. Ella será quien ponga nombre a su Hijo y
al Hijo de Dios. Encontramos aquí también la exclusión de la participación de varón
¿Qué intentan los autores salvaguardar al narrar así los orígenes de Jesús? El fiat de
María es una respuesta para nosotros, ella es quien escucha la Palabra del Señor y
la Palabra del Señor se hace presente en ella manteniéndola en su estado original:
Virgen.
María ingresa en la historia de la salvación con sentimientos de disponibilidad
libre y total. Ella ha pronunciado un Hágase trascendente. Cuando el Ángel del Señor
afirma que el poder del Altísimo la cubrirá con su sombra (Lc 1, 35) inmediatamente
evocamos el pasaje de Ex 40, 34 que nos habla de la presencia del Seños a través de la
Nube. María es el Arca de la Nueva Alianza donde Dios habitará. De igual forma
escuchar del Ángel la afirmación que el Espíritu Santo vendrá sobre ella (Lc 1,35), alude
al Gn 1, 2 y estamos delante de una nueva creación en la inmaculada Tierra que es
María.
“¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a verme?” - Lc 1, 43
responde Isabel, su pariente que está embarazada en edad mayor. Isabel evoca a todos
los alumbramientos anunciados por Dios pero que son fruto del proyecto de Dios: la
fecundidad humana. Si el Pueblo de Israel había llegado a una infecundidad por el
abandono u olvido de Dios, ahora Dios se ha acordado de su Pueblo y su Palabra no
quedará infecunda (Is 55, 10s).
El encuentro con Isabel se desarrolla en medio de cantos de alegría y alabanza.
De igual forma la presencia del Señor ya no está en el Templo, estamos delante de algo

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Curso de Mariología
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totalmente nuevo. La escena está totalmente llena de Dios, se experimenta la alegría


misteriosa de la salvación. Es similar al kerygma que comenzarán a predicar los
apóstoles y que primero ha sido puesto en la boca de los ángeles “¡Les ha nacido un
Salvador, que es Cristo el Señor!” - Lc 2, 11.
La respuesta de Isabel a María es un reconocimiento a la fe auténtica que la
Madre del Señor ha mostrado por estar cubierta del Espíritu Santo: “¡Feliz la que ha
creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” – Lc 1, 45.
Como se ha dicho en otros momentos María es la Mujer que conoce y cree A DIOS.
Por eso su elogio, su canto, es la más perfecta alabanza al Señor (Lc 1, 46-55) distinta
actitud, postura, incapacidad de Zacarías que por su incredulidad se ha quedado mudo
(Lc 1, 5-25), hasta que se cumpla lo anunciado por el Ángel podrá cantar también él,
lleno del Espíritu Santo (Lc 1, 67-19). Así andamos muchos, mudos porque no
conocemos ni creemos A DIOS.
Sería una negligencia grave ignorar la enseñanza de María y el testimonio que
recogió el historiador Lucas de la visita a su prima Isabel: la caridad. En un contexto
culturar en el que las mujeres se asistían mutuamente y de manera particular ante la
llegada de su primer hijo, la Madre del Señor da testimonio de esta coherencia entre su
fe y sus obras: que se haga presente la Palabra del Señor significa, que se haga
presente su Amor que transforma la realidad. Quien ha tenido un encuentro con Dios
lo hace presente en obras concretas. Una auténtica comprensión de la persona de
María y su ejemplo dejará en segundo lugar las experiencias pseudo-místicas si se
reconoce que es más importante hacer la voluntad de Dios después de escuchar su
Palabra (Lc 8, 19-21). La Iglesia no dejará de anunciar a María como Madre de la
Misericordia precisamente por estos gestos compilados respecto a ella.
Lucas es más detallista al momento de narrar el nacimiento de Jesús y junto a
ello, mostrar el comportamiento de María en esos momentos. No se puede ignorar la
elegancia con la cual Lucas narra el drama de la familia de Jesús en Belén ¿Cómo es
posible que en el lugar de los parientes no haya una sola casa que pueda recibir a María
y José? El hijo primogénito nacerá en circunstancias hostiles, protegido solamente por
los pañales que su Madre ha confeccionado para Él (Lc 2, 1-7) y según la piedad popular
acompañado por animales siguiendo la enseñanza de Francisco de Asís quien atendió
lo escrito por Isaías: Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; pero
Israel no me conoce, mi pueblo no discierne – Is 1, 3. Resulta interesante que en el
contexto histórico en que este fragmento fue escrito la referencia hace alusión a la
superación de la religiosidad pagana que contaminaba la fe hebrea.
María recibe junto a José, la visita de los pastores que llegan a reconocer a Cristo
el Señor, el ungido de Dios. Uno como ellos ¡Qué estaba pensando Dios cuando
consideró algo así! El Misterio de la Encarnación sigue incomodando a algunos el día
de hoy, sin embargo, la cercanía del Hijo de Dios quien ha tomado carne para

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Curso de Mariología
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redimirnos y ser para todos es la expresión más hermosa del amor de Dios. Por eso
María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón – Lc 1, 19. ¿Cómo no
glorificar a Dios por lo que estamos conociendo? (Lc 2, 20).
Todavía hoy algunos se atreven a afirmar que Jesús no tenía religión. Esto es una
mentira. Encontramos que la familia de Jesús vive radicalmente su fe judía. Jesús es
circuncidado conforme la enseñanza de los patriarcas (Gn 17, 1-14). También será
rescatado conforme la Ley de Moisés entregando una humilde ofrenda, signo de la
pobreza de María y José (Lv 5, 7). Su visita al Templo, aunque no obligatoria, expresa su
convicción respecto la presencia de Dios en el Templo, en el evangelio de Juan
descubriremos que Jesús habitualmente visitaba el Templo de Jerusalén. Para la
teología lucana el Templo es un punto referencial del progreso de la revelación, ahora
Cristo es el Nuevo Templo. Estando ahí, Simeón y Ana, llenos del Espíritu Santo,
anunciarán nuevamente la Buena Nueva: Cristo es la Luz de las Naciones y Gloria del
Pueblo Israel. María guardará todo en su corazón, ella es Maestra de Contemplación
junto a José, quienes vivirán con el pequeño Hijo de Dios hasta su mayoría de edad (Lc
2, 21-40)
Para los judíos la mayoría de edad de los varones son los 13 años. En su
momento el hombre judío será Hijo de los Mandamientos. Jesús antes de ascender
expresa que tiene que hacer la voluntad de su Padre. Comienza a tomar distancia, gesto
natural de la adolescencia, pero al mismo tiempo no olvida su identidad, es Hijo de
María y todos saben que José es considerado su padre. Él es verdaderamente el Hijo de
los Mandamientos, volverá con sus padres y vivirá sujeto a ellos (Lc 2, 41-52). La Madre
conserva todo en su corazón ¿De quién habrá recibido estos detalles familiares Lucas,
el historiador? ¿Qué podemos decir de los hábitos de María en la familia de Jesús?
La Madre del Señor aparecerá buscándole en el ejercicio de su ministerio (Lc 8,
19-21), después solo aparecerá escondida en la oración de Jesús (Lc 22, 39-43).
Por último, encontraremos a María orando en medio de la comunidad de su Hijo,
después de haber recibido al Espíritu Santo el día de pentecostés. Lucas, similar a
lo que ha hecho con Pablo y con Pedro, no narra a detalle el resto de la vida de María,
solo deja testimonio que ella está en la Iglesia (Hch 1, 12-14).

3.1.3 La fugaz presencia de María en el Evangelio de Marcos.


¿Sabías que el único de los evangelistas que usa el término Evangelio es Marcos?
Muy seguramente secretario de Pedro y auxiliar de Pablo (2 Tim 4, 9-15), es el
evangelista de la sinceridad y la humanidad de Jesús. Escrito entre los años 50 y 67 d.C.
nos encontramos con un Evangelio dirigido a gentiles romanos convertidos al
cristianismo que al escucharle primero y después leerles se enteran del secreto
mesiánico: Jesucristo, es el Hijo de Dios .

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

En este evangelio María aparece en una única escena de Mc (3,31-35):


Y llegaron su madre y hermanos; y quedándose ellos fuera, le mandaron
llamar. Y una multitud estaba sentada alrededor de él; y le dijeron, “Tu madre y
tus hermanos están fuera preguntando por ti”. Y replicó ¿Quiénes son mi madre
y mis hermanos?”. Y mirando en torno a los que se sentaban en su derredor,
dijo: “¡Ahí tenéis a mi madre y a mis hermanos! Quienquiera haga la voluntad de
Dios, es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Esta cita no se ha de separar del contexto escriturístico, en Mc 3, 20s los


parientes de Jesús lo buscan porque muchos consideraban que estaba loco. ¿Qué ha
de pasar por el corazón de María ante estas afirmaciones? Por eso busca a su Hijo y Él
la corresponde dando una enseñanza teniendo en cuenta el ejemplo recibido por ella:
Quien hace la voluntad de Dios como su Madre, es SU FAMILIA.
Considerado en sí mismo, el v. 35 nos dice quiénes forman la familia de Jesús.
La familia escatológica no coincide con la biológica, física o natural, que constituye el
parentesco humano. Esa familia física está fuera y pregunta por él; la familia
escatológica está dentro y se sienta en derredor suyo.
¿Significa esto que Jesús ha rechazado a su familia física, o la ha cambiado por
la familia escatológica? Lo menos que parece significar es que la familia física carece
de verdadera importancia en la nueva escala de valores que establece la proclamación
del reino; la familia que verdaderamente importa a Jesús es la escatológica.
Hay que decir, que en sí el pasaje no excluye a los miembros de la familia física
de una eventual participación en la familia escatológica. Aun así, pueden participar
sólo si hacen la voluntad de Dios. ¿María está excluida de esa familia?
Se puede concluir que “los suyos” son realmente los familiares de Jesús. Se
puede concluir que los parientes de Jesús opinan que él está exagerando en el modo
con que se entregaba a su propia misión. Descuida las necesidades elementales como
el comer (v. 20).
Sobre todo desde el principio de su predicación provoca reacciones violentas
contra él: los fariseos y los herodianos ya se han puesto de acuerdo para matarlo (3,6).
¿Qué pensar de María? ¿Qué sentido puede tener la presencia de María entre
los familiares que vienen a retener, a moderar a Jesús? ¿Es quizá indecoroso atribuir
esta actitud a María? No lo es, con tal que tomemos en serio los datos que nos presenta
la Sagrada Escritura relativos al progreso de la fe en María.
Marcos también nos presenta los rasgos de María de Nazaret. La imagen que de
ella nos ofrece es la de una mujer maternalmente preocupada por la suerte de su

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Hijo. No es de maravillar que también María, un día, cuando algunos empezaron a


tramar contra la vida de Jesús, acudiese a su lado para inducirlo a que tuviese más
precaución. En principio, ella misma pudo albergar preocupaciones todavía
demasiado humanas por la misión y por la obra de Jesús. Hasta aquí llega Marcos, sin
ir más allá. Queda fuera de su perspectiva el decirnos si María superó y cuándo lo hizo
esta fase limitada de su fe, para alcanzar una comprensión más perfecta sobre cómo
tenía que recorrer Jesús su propio camino. Como sucede en la Teología Bíblica, Marcos
deja el tema abierto pero sin avanzar objeciones en contra.
Marcos enseña que incluso María, la criatura más unida a Cristo con los
vínculos de la sangre, tuvo que elevarse a un orden de valores más alto. Las exigencias
de la misión del Hijo la inducían a veces a renunciar a sus ideas (muy humanas, por
otra parte) de madre según la carne. Después de haber llevado a Jesús en su seno,
era preciso que lo engendrase en el corazón, cumpliendo la voluntad de Dios (cf.
M 3,35), una voluntad que se hacía manifiesta en lo que decía y realizaba Jesús. Así la
figura de María madre se armoniza y se completa con la de discípula.

3.1.4 María en el Evangelio según san Juan

Entraremos a la casa de Éfeso junto al discípulo amado. Sí ¿De qué manera Juan
habló acerca de su Madre, y Madre de Jesucristo? Compilado para el final del siglo I el
testimonio de quienes escucharon a Juan esconde teológicamente el misterio de la
encarnación virginal de Jesús: es posible que una virgen de a luz Jn 1, 13.
Jesús no nació de apetito sexual ni de intervención de varón, sino de Dios. La
concepción virginal de Jesús es signo de su divinidad sin confundirse con su
humanidad y mucho menos destruirla: Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre;
de ahí la afirmación teológica que a algunos hoy todavía les pesa: el Verbo se hizo carne
y puso su Morada entre nosotros Jn 1, 14. San Juan enseña que en Jesús, todos
nacemos de Dios… en Jesús, todos nacemos de María.

Las bodas de Caná Jn 2, 1-11


Este famoso pasaje, al día de hoy sigue causando polémica, nos trae a la
memoria la presencia de María junto al ministerio del Hijo.
Resulta interesante que la primera en ser mencionada en la Boda es María ¿Será
acaso una señal de un privilegio en esta fiesta solemne? Dándose cuenta de la
negligencia de los esposos lo único que hace es señalar la necesidad a su Hijo. La
respuesta leída en la actualidad resulta dura y fría: ¿Qué a mí y a ti Mujer? Todavía no

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Curso de Mariología
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ha llegado mi hora – Jn 2, 4. ¿Cuál será la Hora a la que se refiere Jesús? ¿En qué
otro pasaje de la Escritura encontramos el título Mujer en referencia a la Madre
de Jesucristo?
Y escucharemos en el evangelio de Juan el sermón de María: Hagan lo que Él les
diga – Jn 2, 5 Jesús incluye a su Madre en su Misión: hace presente el vino nuevo, LA
BODA NO HA DE TERMINAR.
Pero queda la incógnita ¿Cuál es la Hora de Jesús? El mismo evangelista aclara
que esa Hora está por acontecer – Jn 8, 20. Más adelante el mismo Jesús afirmará: ha
llegado la Hora – Jn 12, 23 y la Hora comienza definitivamente en – Jn 13, 1. Resulta
interesante que en la Hora está presente la Madre, la Mujer.

María junto al Hijo en la Cruz Jn 19, 25s


Descubrimos que el único apóstol que acompañó a Jesús en su martirio, porque
como de costumbre como al día de hoy sigue sucediendo, cuando es la Hora del Amor
solo los valientes están ahí. En el caso de Jesucristo solo los discípulos amados
puedes estar unidos al Señor.
Leamos atentamente el pasaje de Jn 19, 25-27. ¿Qué nos llama la atención
del texto? ¿Qué palabras similares encontramos entre el pasaje de las bodas de Caná
y este momento? ¿Hemos vuelto a escuchar la Hora? Jesús, en este pasaje no solo se
preocupa por el destino final de su Madre Viuda…5
La mayoría de las veces en que se utiliza el término viuda en la Escritura, la
referencia es a una mujer que habiendo muerto su esposo, ha quedado en la
indigencia. Se incluía también a mujeres que estuvieron una vez casadas, pero que ya
no lo estaban y enfrentaban dificultades para su sostenimiento. La mujer que perdía el
marido, pero que tenía un hijo que la pudiera mantener, o si podía casarse con el
hermano del esposo (Ley del levirato / cuñado / Dt 25, 5-10), o si tenía medios
económicos propios, no entraba dentro de esta categoría. ¿Cuál es el estado de María
en el momento de la crucifixión de Cristo?
Sumado a lo anterior, la Madre sigue respondiendo su fiat en la Cruz. Ella
engendra ante la Cruz a todos los que son salvados por su Hijo. Sí, en la Cruz, María
comenzó a engendrarnos y volvió a experimentar los dolores de parto. Del misterio de
la Cruz ninguna persona puede arrebatar el privilegio de María: ella es Madre Dolorosa

5
En el Antiguo Testamento las viudas son figuras desgraciadas y pobres (Bar 4,12-16; Is 47,9), pero son
especialmente queridas a los ojos de Dios, que las protege con su ley (Is 10,2; Dt 26,12-13; Si 35,13-15; Sal 94,6-
10). En el Nuevo Testamento, especialmente en los escritos lucanos, aparecen también como objeto de especial
afecto por parte de Jesús (Lc 7,11-15; 18,3-5; 20,47; 21,2-4). La atención a las viudas es un importante deber de
caridad (Sant 1,27).

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y Oferente. Ella también entrega al Padre a su Hijo como OFRENDA DE AMOR POR LA
SALVACIÓN DE TODOS NOSOTROS. No nos equivocamos en darle a Nuestra Madre el
exclusivo título: Madre Sacerdotal.

3.1.5 La mujer del capítulo 12 del Apocalipsis de Juan


Leamos atentamente el pasaje del libro de lo secreto escrito por el apóstol Juan
en exilio en Patmos. Todo el conjunto del texto es misterioso. Respetando al autor, la
primer referencia que hemos de tener en cuenta es que la Mujer, se refiere al Pueblo
santo de los tiempos mesiánicos: la Iglesia – Is 54, 60; 66, 7; Mi 4, 9s, una comunidad
que lucha y que es perseguida ¿esto nos dice algo de la Iglesia? ¿Esto está relacionado
con Jesús? Sí, así como es perseguido Cristo, su familia también lo es (Jn 15, 18).
Este pasaje del libro del apocalipsis también se puede considerar en relación
con María: aquella que engendró desde la Cruz a todos los hijos de Dios en el único
Hijo (Ap 12, 17)… y que al día de hoy también es perseguida junto a Jesús… como
sucedió desde el inicio (Mt 2, 13-18).

La persona de María en el Nuevo Testamento

Mateo Marcos Lucas Juan Otros


Virginidad Mt 1, 16 Lc 1, 26-38 Jn 1, 13s
Mt 1, 18-25

Maternidad Mt 1, 16 Mc 3, 31s Lc 1, 35 Jn 2, 1-12 Ga 4, 4


Divina Mt 1, 23-25 Lc 1, 43 Jn 19, 25-
Lc 8, 19-21 27

Concepción Lc 1, 30
sin pecado
Custodiada Ap 12, 1-17

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30
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2.HISTORIA DE LA
MARIOLOGÍA

San Paolo, Pompeo Batoni,


1742
“Pero al llegar la plenitud de los
tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido
de mujer, nacido bajo el régimen de la
ley, para rescatar a los que se hallaban
sometidos a ella y para que
recibiéramos la condición de hijos.”
Carta a los Gálatas, 54-55 d.
C. La Tradición considera que su autor
es Pablo.

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2. Historia de la Mariología.

Objetivo de la Sesión: Realizar un breve recorrido por la historia de la Iglesia y


encontrar en ella el estudio de la persona de María de Nazareth.

“Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley.”


Gal 4, 4

En cierto sentido puede decirse que la reflexión creyente sobre Santa María tiene
ya comienzo en los escritos neotestamentarios. Todo lo que se relata de Ella se estima
teológicamente significativo y perteneciente a la integridad de lo que debe ser
predicado a la Iglesia y recordado por ella.
San Pablo en su Carta a los Gálatas nos da el primer testimonio en la Escritura
neotestamentaria sobre el origen de Jesús. Jesús ha nacido de mujer, en Él todos
recibimos la condición de hijos. Esta confesión cristológica revela la condición humana
del Hijo de Dios, condición que fue asumida gracias a la colaboración de María de
Nazareth.
En los primeros siglos abundaron las herejías que brotaron de la incomprensión
de la persona de Jesús. Las afirmaciones respecto a María están unidas a lo revelado
en su Hijo y su origen.

II. Los primeros siglos:


3. El siglo II:
a) la Virgen:
San Ignacio de Antioquía (+ c.110). La doctrina mariológica se encuentra
insertada en la polémica antidoceta: Cristo pertenece a la estirpe de David por
nacer verdaderamente de María Virgen (Ad. Smynaeos I,1); fue verdaderamente
concebido y engendrado por Santa María (Ad. Ef. 7,2); esta concepción fue
virginal (Ad. Ef. 18,2), y esta virginidad pertenece a uno de esos misterios ocultos
en el silencio de Dios (Ad. Ef. 19,1)

b) María, Eva, la Iglesia:

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San Justino (+ c. 167). La reflexión mariana aparece remitida a Gen 3,15 y ligada
al paralelismo antitético de Eva-María. En el Diálogo con Trifón, Justino insiste en
la verdad de la naturaleza humana de Cristo y, en consecuencia, en la realidad
de la maternidad de Santa María sobre Jesús y al igual que San Ignacio de
Antioquía resalta la verdad de la concepción virginal (78,3; 84,2) e incorpora el
paralelismo Eva-María a su argumentación teológica (100, 4-5).
Este paralelismo de Gen 3,15 se encuentra en dependencia de la
afirmación paulina de Rom 5, concerniente al paralelismo Adán-Cristo. Los
estudiosos suelen llamar principio de recirculación a esta reflexión teológica de
que entre la caída y su reparación existe un paralelismo antitético.

4. El siglo III:
a) “Theotókos”:
San Ireneo de Lyon (+ c.202). El paralelismo Eva-María adquiere su
pleno desarrollo teológico. A él se debe, además, la analogía entre María y la
Iglesia. En el ambiente polémico contra el gnosticismo y docetas insiste en la
realidad corporal de Cristo, y en la verdad de su generación (Ad. Haereses,
3,19,3), y hace de la maternidad divina una de las bases de su Cristología y
Soteriología: es la naturaleza humana asumida por el Hijo de Dios en el seno de
María la que hace posible que la muerte redentora de Jesús alcance el género
humano (Ad. Haereses, 1,10,1). La lucha contra el gnosticismo le lleva a
destacar el papel maternal de Santa María en su relación con el nuevo Adán, y,
en consecuencia, le lleva a destacar el papel activo de la Virgen en su
cooperación con el Redentor.
Tertuliano (+222). Utiliza el paralelismo Eva-María en un contexto
antignóstico. Afirma la conveniencia de que el Verbo recibiese carne de una
virgen, ya que Adán había sido hecho de tierra virgen (De carne Christi, 17,1). El
paralelismo se seguirá repitiendo a lo largo de toda la patrística. La posterior
exégesis y la predicación lo irán presentando con mayor detalle, profundizando
cada vez más en su significado soteriológico y en la analogía que guarda también
con la relación María-Iglesia.

En cualquier caso, es evidente que con el paralelismo Eva-María, la


consideración teológica se adentra cada vez con mayor riqueza por caminos de
afirmación clara de la colaboración activa de Santa María en la obra de la
salvación en plano excelso y único. Este paralelismo tiene como eje
fundamental la relación pecado de Eva-Anunciación de María; tiene como centro
la relación Adán-Cristo, otorgando en consecuencia a la Mariología una

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

dimensión cristocéntrica, pues todos los autores que utilizan en paralelismo


Eva-María lo hacen con un sentido netamente cristocéntrico.

b) La discípula perfecta del Hijo:


La autoridad del magisterio de María se debe, pues, a su perfecto
discipulado con relación al Verbo, al que ella, con su “hágase” ha dado un
cuerpo. Hasta tal punto que la verdadera grandeza de María no estriba tanto en
su maternidad ni en otros privilegios, cuanto en haber sido fiel y fecunda
escuchadora de la palabra de Dios. Jesús mismo lo reconoce cuando, ante el
grito de la mujer entusiasmada por sus palabras, responde: “Mejor, dichosos los
que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11,27). María es la primera en
seguir a Jesús en su misión, compartiendo sus opciones, y así se convierte en la
perfecta discípula del Señor.
Además, ella es la mujer de la escucha de la voluntad de Dios expresada
en los acontecimientos, que conserva y medita en su corazón (cf Lc 11,27-28;
2,19; 2,51). Su fe no era simple adhesión intelectual, sino experiencia vital.
“María dio Fe a las palabras del ángel y por la Fe concibió y fue escogida
para que, por su medio, naciera entre los hombres nuestra Salud. María es
bienaventurada porque oyó la palabra de Dios y la puso en práctica; por que más
guardó la verdad en su mente que en su seno”.
San Agustín de Hipona (354-430 d.C), Sermón sobre María

III. El periodo patrístico:


a) La maternidad divina
Es el primer fundamento en el que se basan las primeras reflexiones patrísticas,
bien se manifiesten, como sencillo testimonio de esta maternidad virginal, bien como
reflexión sobre el papel de la nueva Eva en la historia de la salvación. A partir del siglo
IV cuando se utiliza el título de Theotokos se despliega el esplendor de la doctrina
mariana y de la piedad popular. La Virgen es introducida en la liturgia con fiestas, se
pronuncian homilías y se cantan himnos que alimentan el fervor y ayudan a descubrir
los privilegios marianos y su conexión con la verdad central de la maternidad divina. El
título de Theotokos aparece por primera vez en la oración Sub tuum praesidium (Bajo tu
amparo), que es la plegaria mariana más antigua conocida. Luego la utiliza Alejandro
de Alejandría (+328) en la profesión de fe contra Arrio y a partir de entonces se
universaliza esta verdad y son muchos los Santos Padres que se detienen a explicar su
dimensión teológica.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

b) La total santidad de María


La descripción de los comienzos de la Mariología quedaría incompleta si no se
menciona un tercer elemento básico en su elaboración: la panhagía, los «privilegios»
marianos. Ya san Ignacio de Antioquía (+110) los considera. De hecho son utilizados
por los Padres, aunque en el contexto aunque su defensa resulte a veces incomoda. Así
sucede con la virginitas in partu aparentemente tan favorable a la posición de los
gnósticos. La afirmación se hizo universal convirtiéndose para San Gregorio de Niza
(330-400 d.C.) y otros Padres en un signo específico de la Encarnación del Verbo. San
Metodio (815-885 d.C.) exalta a la siempre Virgen María (aeiparthenos); San Epifanio
(310-403 d.C.) introduce en un símbolo de fe este título mariano. El II Concilio
Ecuménico de Constantinopla (553 d.C.) recogió este título en su declaración
dogmática.

Junto a la afirmación de la virginidad de Santa María se va destacando la


afirmación de la santidad. Rechazada siempre la existencia de pecado en la Virgen, se
aceptó primero que pudieran haber imperfecciones (San Ireneo, Tertuliano, Orígenes,
San Basilio, San Juan Crisóstomo) mientras que San Ambrosio (De virginibus) y San
Agustín rechazan que se diesen imperfecciones en la Virgen. San Jerónimo (342-420
d.C.) relaciona la perfecta santidad de María con la maternidad divina (Epist. XXII,38).
Después de la definición dogmática de la maternidad divina, la prerrogativa de la
santidad plena se va consolidando y se generaliza el título de «toda santa» -panhagia-.
En el Akathistos se canta «el Señor te hizo toda santa y gloriosa» (canto 23). A partir del
siglo VI, y en conexión con el desarrollo de la afirmación de la maternidad divina y de la
total santidad de Santa María, se aprecia también un evidente desarrollo de la
afirmación de las verdades y prerrogativas marianas.
Aunque ya Hesiquio (+ post 450) afirmó implícitamente la Asunción de María
basándose en el salmo 132,8 (De Sancta María Deipara), es a partir del siglo VI cuando
se trata con más asiduidad esta verdad mariana, con motivo de las homilías que se
pronuncian el día 15 de agosto, fiesta de la «dormición».
San Modesto de Jerusalén (+634) instruye a los fieles en el misterio de la
Asunción y pone como fundamento la maternidad divina. (Encomium in dormitionem S.
Dominae nostrae Deiparae semper que Virginis Marie, 5.)
San Germán de Constantinopla (+ 733) expone en varias homilías de la fiesta de
la «dormición» los argumentos teológicos de la glorificación corporal de la Virgen
(Oratio in dormitionem S. Deiparae). Lo mismo hace San Andrés de Creta (+ c.740, In
Dormitionem B. V. Mariae) y algo después, con más profundidad doctrinal, San Juan
Damasceno (+749, Homilía in Dormitionem B. V. Mariae).

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Teodoto de Ancira (+438) escribe que la Virgen «está exenta de toda malicia, sin
mancha, inmune de toda culpa, intemerata, sin mancha, santa de alma y cuerpo»
(Homilía VI,11).
Hesiquio (Siglo V) presenta a María exenta de concupiscencia (De Sancta María
Deipara).
San Sofronio (+638) fue el primero que sostiene que María recibió, por privilegio
especial, una gracia prepurificante (Or. II. In SS. Deiparae Annuntiationem).
Para San Germán de París (+490-576 d.C.), la Virgen está exenta de fomes
(contaminación) del pecado (Or. VII. In dormitionem SS. Deiparae)
San Andrés de Creta (+650-740 d.C.) presenta a María como la primera criatura
de la humanidad redimida (Or. XII. IN dormitionem B.V. Mariae I).
En esta época tardía de la patrística se multiplican las voces que ensalzan a
María como Reina y Señora de cielos y tierra. Tal es el caso de Leoncio de Bizancio
(+475-542/543 d.C.), San Andrés de Creta (+650-740 d.C.), San Germán, San Juan
Damasceno (+675-749 d.C.)

Si en los siglos precedentes los Padres mostraban la cooperación de la Virgen en


la obra redentora por medio de la antítesis Eva-María, ahora proclaman de forma directa
la misión social de la Virgen. Ella es refugio de los hombres (San Sofronio 560-638 d.C.),
«único camino de salvación» (San Germán de París). San Juan Damasceno insiste en la
dispensación de las gracias, al igual que San Andrés de Creta.
Al considerar la época patrística, se aprecia que en estos ocho primeros siglos
de historia, la Iglesia ha profundizado de forma progresiva y constante en los misterios
de la Madre de Dios. Las líneas de profundización pueden sistematizarse en: la madre
de Jesús, es verdadera madre de Dios, que concibió y dio a luz al Señor virginalmente.
Ella está, por tanto, relacionada esencialmente con el Redentor, como la nueva Eva,
madre de los vivientes. Ella es también prototipo de la Iglesia. Su papel en la historia de
la salvación es la razón de que se le hayan otorgado tantas gracias excepcionales: está
adornada con una total santidad y goza de unas especiales prerrogativas que le han
sido concedidas en atención a su misión de Madre de Dios y Madre de los hombres.
Ya en el siglo II se habla de la virginidad de María y se encuentra formulado el
paralelismo Eva-María y se comienzan a considerar las relaciones María-Iglesia, es a
partir del Concilio de Éfeso (431 d.C.) cuando, tras la clara afirmación de la maternidad
divina, se encuentran los testimonios de las fiestas y de la devoción a Santa María. Así
se advierte en los numerosos sermones que han llegado hasta nosotros. Este desarrollo
es más esplendoroso en el Oriente que en el Occidente, que a la luz de la historia
aparece mucho más sobrio de expresión y más reservado a la hora de hablar de
prerrogativas marianas. En el Occidente, ya casi cerrando el período patrístico, es de
rigor destacar la figura de San Idelfonso, no sólo por su clara defensa de la virginidad de

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Curso de Mariología
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Santa María, sino también por su canto a la realeza de María y, especialmente, por su
devoción a Nuestra Señora concretada en la idea de servicio amoroso y de
consagración a María.

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Curso de Mariología
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Curso de Mariología
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2.HISTORIA DE LA
MARIOLOGÍA
Segunda Parte

Akathistos
El Acatisto o también llamado
por su nombre original griego
Akáthistos es un himno que es cantado
de pie. El "Himno Acatisto a la Madre de
Dios", el más conocido de los
acatistos, se canta en los servicios
especiales de los cinco primeros
viernes de la Gran y Santa Cuaresma.”

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

2. Historia de la Mariología.

Objetivo de la Sesión: Realizaremos un reconocimiento en la historia de la Iglesia


desde la época medieval al tiempo actual e identificaremos en ella el estudio de la
persona de María de Nazareth.

“Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley.”


Gal 4, 4

IV. María en la Edad Media


Desde el punto de vista de la progresión de las ideas teológicas, no es fácil trazar
una línea divisoria entre el final de la patrística y el comienzo de la Edad Media, sobre
todo, si se tiene en cuenta al Oriente. En efecto, la devoción mariana y el pensamiento
teológico en torno a Santa María siguen allí lo que se ha descrito como un decurrir
(correr ) bastante rectilíneo y sin interrupción hasta la caída de Constantinopla en 1453,
mientras en Occidente, sobre todo, a partir del renacimiento carolingio se da un notable
cambio hacia un mayor desarrollo de la Mariología. Este desarrollo es efecto, en primer
lugar, del influjo de los grandes autores latinos (Ambrosio, Jerónimo, Agustín); pero es
efecto también del influjo de Oriente en el Occidente, influjo que es de suma
importancia en el comienzo de la Edad Media.
Este influjo se manifiesta en la introducción de las fiestas marianas de Oriente
en Occidente a partir del siglo VII, en la traducción de homilías e incluso del himno
Akathistos, cuya versión latina realizada en torno al a. 800, llega a popularizarse. Esta
influencia del Oriente en el Occidente tiene mayor importancia si se tiene presente que,
en el caso de la Mariología, el desarrollo doctrinal que se experimenta en el Occidente
viene precedido por lo que podría calificarse como una auténtica y duradera explosión
de piedad popular. De ahí que pueda decirse con toda justicia que existe continuidad,
y no un declive, en esta evolución que va del período patrístico al siglo XI. (Köhler, Th.,
Historia de la Mariología).
Se trata de un desarrollo doctrinal que tiene como puntos firmes la maternidad
divina y la perpetua virginidad de Santa María, recibidas ya como verdades
pertenecientes a la fe. De allí se orienta hacía la consideración de las prerrogativas
marianas, especialmente de la Inmaculada Concepción, de la Asunción, de la
Mediación y de la Realeza, ampliando y profundizando los temas ya recibidos en esbozo
de la teología patrística.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

En la Edad Media aún no nos encontramos con los tratados de Mariología en el


sentido estricto del término. La ampliación de estos temas se produce a través de
sermones, de escritos ascéticos y de comentarios a la Escritura. Concentrándose en
cuestiones relativas a las prerrogativas, mientras que el paralelismo Eva-María para a
un lugar de menor relieve.
El primer autor notable de esta época es Beda el Venerable (+735). En él se
encuentran los tradicionales temas: Eva-María, María-Iglesia. La vida de la Virgen, sus
virtudes y «privilegios» reciben en la predicación y en los comentarios bíblicos un
tratamiento piadoso y sobrio.
Ambrosio Autperto (+784) que llega a afirmar la maternidad espiritual de María.
De origen italiano, esta influenciado por la teología Oriental, aun tratando los temas
clásicos de la teología latina. Ello se nota en el relieve que toma el Apocalipsis. Supo
unir la tradición teológica bizantina y latina.
Elipanto de Toledo (+800) y Félix de Urgel (+818) recalcan la verdad de la
maternidad divina en el rechazo del adopcionismo, lo cual culminará en el concilio de
Frankfurt del a. 794.
Los escritores carolingios (Alcuino, +804; Paulino de Aquileya, +802) fueron los
que más se esforzaron contra el adopcionismo. A este período, quizá finales del siglo
VIII, pertenece la composición del Ave, maris stella, himno en el que se exalta la
maternidad virginal.
Esta imagen de la Virgen como estrella del mar pasa rápidamente a la devoción
mariana occidental. Se encuentra presente en Estrabón (+846) y en Rábano Mauro
(+856), ambos benedictinos, y alcanzará quizá su expresión más bella en San Bernardo
de Claraval (+1153). Todavía sin salir del siglo IX conviene mencionar, por lo ilustrativa
del espíritu de la época, la controversia sobre la virginidad en el parto entre Pascasio
Radberto (+865) y Ratramno (+ c.868). Los escritos de Ratramno parecen negar la
virginidad en el parto; los escritos de Radberto hablan ya de la Inmaculada concepción.
A partir del siglo IX, comienzan a ser más frecuentes afirmaciones, que, de una
forma u otra, inciden en la cuestión de la concepción inmaculada de María: se presenta
a la Virgen como privada de las consecuencias del pecado original (la concupiscencia,
la corrupción, etc.), o como liberada de nuestro pecado original, como la «sola
bendita»,, como «la bendita por antonomasia». También pertenece a esta época la carta
Cogitis me atribuida a Radberto y que tanta incidencia tuvo en la cuestión de la
asunción de Santa María a los cielos.
En el siglo XI, aunque la devoción popular sigue siendo intensa, no son muchos
los autores que se destacan en el terreno de la Mariología. Cabe mencionar los
sermones de Fulberto de Chartres (+ 1028), las obras de San Pedro Damián (+ 1072) y
las de Godescalco de Limburg (+1098), en las que se resalta la intercesión de Santa

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

María por todos los hombres y su mediación universal. A finales de siglo se comienza a
considerar con mayor atención la colaboración de Santa María con la obra de la
Redención.
Con el siglo XII surge una nueva época, sobre todo en lo concerniente al
quehacer teológico y, en consecuencia, en la forma de considerar a Santa María. En
efecto, con el surgimiento de la escolástica y la concepción de la teología como una
ordenada fides quaerens intellectum, los teólogos consideran a Santa María como parte
integrante de lo contemplado por la fe. Esta contemplación se encuadra
principalmente en torno al misterio de Cristo.
Así sucede ya con San Anselmo de Canterburry (+1109). Su doctrina sobre la
Virgen se encuentra principalmente en el Cur Deus homo, dedicado al motivo de la
encarnación, en el De Conceptu virginali et originali peccato y de las célebres Orationes.
En el De conceptu virginali, San Anselmo no acepta la Inmaculada Concepción y, sin
embargo, pone las bases para un desarrollo teológico correcto del dogma de la
Inmaculada. Sus oraciones son de una gran riqueza mariológica, no sólo por la honda
piedad que muestran, sino por la profundidad con que Santa María es presentada como
Madre de Dios y, en consecuencia, por las deducciones que de aquí hace en torno al
papel de Santa María en la historia de la salvación.
Inmerso en este ambiente aparece Eadmero (+1124), discípulo de San Anselmo,
que escribe dos obras muy importantes para el tema de la Inmaculada Concepción: el
Liber de excellentia Virginis Mariae y un Tractatus sobre su concepción. En Eadmero se
prosigue con tonos cada vez más ardientes la tradición plasmada ya en el Sub tuum
praesidium que invoca a María como intercesora y ayuda singular. También en esta
época comienza la interpretación mariana del Cantar de los Cantares, quizá debido a
la lectura de trozos del Cantar en la liturgia de la fiesta de la Asunción. Los primeros
comentarios son los de Ruperto de Deutz (+1135, Comm. in Cantica Canticurum) y
Honorato de Autún (+1136, Siguillium Beatae Mariae).
San Bernardo de Claraval (+1153) es, sin duda, la figura mariológica clave del
siglo XII no tanto por la amplitud de sus escritos cuanto por su decisiva influencia en el
pensamiento posterior. Sus escritos más importantes son las cuatro homilías sobre el
evangelio Missus est, los tres sermones sobre la fiesta de la Anunciación, los cuatro
sobre la Asunción, uno sobre las doce estrellas, el de la fiesta de la natividad de María
y la carta a los canónigos de Lyon. Se trata, pues, fundamentalmente, de una
producción teológica hablada y su influencia se debe, en no pequeña medida, a la
belleza de su estilo, lleno de unción y fervor, alabado unánimemente.
La influencia de San Bernardo se debe a dos características de su doctrina
mariana: por una parte, intenta recoger la tradición anterior y por otra su pensamiento
tienen una magnífica coherencia interna. Sus dos principios son: la grandeza de la

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

maternidad divina de María y su papel como mediadora entre Dios y los hombres en
razón de su especial y materna relación con el Mediador.
San Bernardo ha recibido el título de Doctor melifluo precisamente por la belleza
de su estilo; su más importante característica es la doctrina sobre la mediación de
Santa María. En forma especialmente hermosa se describe esta mediación en el pasaje
respice stellam. La influencia de San Bernardo se extiende a toda la Mariología de
finales del Siglo XII. El desarrollo de la Mariología en el siglo XIII se debe a las órdenes
mendicantes, especialmente franciscanos y dominicos. Entre ellos destaca San
Antonio de Padua (+1231), que sigue exponiendo las verdades marianas
principalmente en sermones. Con el siglo XIII llega el siglo de Oro de la Escolástica, y
con él llega también el momento de las grandes sistematizaciones teológicas. Las
verdades marianas van recibiendo, en consecuencia, una consideración más unitaria y
sistemática. En el Libro de las Sentencias, Pedro Lombardo (+1160) trata de Santa María
precisamente en la Cristología, al estudiar el misterio de la encarnación. San Alberto
Magno (+1280), De incarnatione, sitúa decididamente la Mariología en la Cristología. En
él es patente la búsqueda de una mayor sobriedad mariológica con respecto a la época
anterior. Santo Tomás de Aquino (+1274) en la Summa Theologiae, coloca las
cuestiones marianas al final de la Cristología, tras el estudio de la mediación de Cristo
y al comenzar las cuestiones de la vida de Cristo como comienzo de la Soteriología. San
Buenaventura (+1274), Breviloquio y en sus Comentarios a las Sentencias de Pedro
Lombardo. La estructura es similar a la del aquinate, se apoya en los principios de la
maternidad divina y su asociación a la obra de Cristo.
V. Siglo XIV:
El Beato Juan Duns Escoto (+1308), escribe su Comentario a las sentencias
(1289, Oxford y 1304, París). Su rasgo común es la sutileza argumentativa y su fuerza
dialéctica. Es famosa su firme defensa de la Inmaculada Concepción: decir que María
no ha contraído la mancha del pecado original no sólo no niega la universalidad de la
redención, sino que muestra a Cristo como el Redentor perfectísimo, pues una
redención que incluso preserva del pecado es más perfecta que la que simplemente
libra de él, una vez que ya se ha contraído.
La gran devoción mariana de este período lleva consigo el que sean incontables
los autores que escriben sobre Santa María, sin que esto signifique que introduzcan
grandes cambios en la Mariología.
Jaime de Voragine (+1298) conocido por su Leyenda dorada y por su Mariale
aureum. Raimundo Lulio (+1316) realiza una síntesis inconfundible usando la poesía y
la ciencia para hablar de María. Gregorio Palamas (+1360) y Nicolás Cabasilas (+1371)
en Oriente hacen lo propio.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Puede decirse que se asiste en este período a un auténtico enriquecimiento de


la doctrina mariana, y lo que como hecho teológico es quizá más importante, se asiste
a un auténtico clamor de alabanzas marianas por parte de los teólogos. Entre ellos
destacan: Pedro Aureolo (+1320), Francisco de Meyronnes (+1325).
En resumen, en la época medieval los textos bíblicos y patrísticos sirven de
apoyo para una reflexión teológica cada vez más estructurada sobre la Madre de Dios.
En esta época surgieron tres géneros marianos específicos:
1º Mariale: libros escritos en alabanza y honra de María. Entre las que proliferan
se debe mencionar la atribuida a San Alberto Magno que a la luz de los textos de la
Anunciación introduce varios temas marianos.
2º Florilegios marianos, en donde se relatan diversos hechos prodigiosos
atribuidos a la intercesión de María. Entre ellos: De miraculis B.V. Mariae de Gualterio
de Cluny.
3º Monografías marianas, que o tratan de alguna prerrogativa mariana
(Tractatus de conceptione B.M. Virginis, de Eadmero), o recogen colecciones de
sermones marianos ponderando algún aspecto de la Virgen (Tractatus de Beata Virginis,
Bernardino de Siena), o bien ofrecen consideraciones espirituales sobre la Virgen
(Speculum B. M. Virginis, Conrado de Sajonia); o glosan la vida de María (Itinerarium
Virginis Mariae, anónimo). De esta época proceden los himnos Ave Mariae Stella (s. IX),
Salve Regina (s. XI), Alma redemptoris Mater (s. XII), Memorare (s. XII). Debemos citar
especialmente el Santo Rosario, que adquirirá la actual estructura en el siglo XVI. Las
fiestas marianas se multiplicaron extraordinariamente. Junto a la severa imagen
románica de la Virgen con el Niño, aparece la gótica de la Dolorosa y de la Piedad. Se
construyen catedrales y templos en honor de la Virgen. La teología mariana prosigue en
el siglo XV con la consideración cada vez más atenta a los misterios de la Inmaculada y
de la Asunción. Este período se cierra con el franciscano Bernardino de Busti (+1515),
cuyo Mariale es una recopilación de leyendas, hipérboles y afirmaciones razonables

VI. María en la Edad Moderna


Viene marcada por la decadencia del pensamiento y los excesos de la Reforma.
Sin embargo, se ha llamado la atención sobre el hecho de que los primeros
Reformadores no llevaron sus ataques directamente contra la piedad y la doctrina
mariana. Por ejemplo Martín Lutero predicaba:
“María es la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad
después de Cristo… ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas.
Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aún cuando ese honor y alabanza debe

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras”. Sermón,


Navidad 1531.
Es lamentable que los protestantes contemporáneos ignoren la producción
mariológica de quienes iniciaron el sectarismo en la Iglesia. En aquellos tiempos de
tensión doctrinal se nota especialmente que la defensa católica de la persona de María
ante la controversia protestante dio origen en los siglos XVI y XVII, a una profundización
y sistematización de los privilegios marianos. Fruto de esa defensa es el tratamiento
que se hace sobre María en el Catecismo para Párrocos, mandado publicar por San Pío
V, como síntesis de la doctrina emanada en el Concilio de Trento y, a otro nivel, la obra
De B. Virgine incomparabili de San Pedro Canisio (+1597). Dos rasgos característicos
de este período son: Por una parte, el nacimiento de la Mariología como tratado con
especial coherencia interna. Por otra, las instancias que el jansenismo6 plantea al
pensamiento católico.
Fue Francisco Suárez (+1617) quien por primera vez intentó realizar un estudio
mariológico completo desligado del tratado de Verbo Incarnato. En 1584 compuso las
Quastiones de B. N. Virgine quattuor et viginti in summa contractae, pero, por varios
motivos, no las publicó como un libro sino que en 1592 las introdujo en su obra
Disputationes de Mysteriis Vitae Christi, (d. 1-23). No obstante por su sistemática puede
considerarse como el fundador de lo que conocemos ahora como el tratado de
Mariología. El primero que utilizó la denominación de Mariologia fue Plácido Nigido
en su Summa Sacrae Mariologiae (1602). Este autor intentó dar un tratamiento
distinto y separado sobre la bienaventurada Virgen María y estructuró su tratado, no
cronológicamente, como lo hace Suárez, sino según la causalidad eficiente y final.
Este título -Mariología- se hace común en el siglo XIX y perdura hasta nuestro
tiempo. Pertenecen a este momento de la historia nombres egregios para la Mariología
como los de San Lorenzo de Brindisi (+1619), D. Petau (+ 1652) Juan Bautista Novati
(+1648). Puede decirse que toda la teología católica de este siglo reacciona con pasión
agrupándose en torno a la tradición mariana recibida de los siglos anteriores y
protegiendo la devoción popular a Santa María.
Lo mismo sucede en autores de tanta importancia en el ámbito francés, como
Pedro de Bérulle (+1629), fundador del Oratorio francés y Jean-Jacques Olier (+1657),
fundador del Seminario de San Sulpicio. Ambos se caracterizan por su predicación
impetuosa de las glorias de Santa María y de su poder intercesor; ambos presentan las
verdades marianas en estrecha relación con Cristo. La piedad mariana degeneró no
pocas veces en sentimentalismos, exageraciones y, a veces, verdaderas
desviaciones, a las que salen al paso voces tan autorizadas como la de Bossuet, quien
insiste en que la verdadera devoción a la Virgen no se encuentra más que en una

6
Doctrina que se desarrolla en el siglo XVII que exageraba las ideas de san Agustín acerca de la influencia de la
gracia divina para obrar el bien, con mengua de la libertad humana.

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Curso de Mariología
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consecuente vida cristiana. Pero en el siglo XVII, la teología debe reaccionar también
ante el rigorismo jansenista, sobre todo, en lo que se refiere a su aprecio de la piedad
popular y a su concepción de la mediación de Santa María. Así sucede con Pascal
(+1662) y su novena Carta del provincial, en la que rechaza el escrito de Paul de Barry:
El paraíso abierto a Filagia por medio de cien devociones a la madre de Dios, fáciles de
practicar.
En esta ambiente resulta emblemático el libro de Adam Widenfeld (+1678),
Monita salutaria, aparecido en 1673. En él se atacan los excesos de la piedad popular
en una forma que suscitó la reacción, no siempre ponderada, de las diversas órdenes
religiosas. Este rechazo de los abusos en la piedad popular mariana estaba revestido
de cierta rigidez. Se hacia, pues, necesario, fomentar la piedad popular al mismo
tiempo que se ayudaba a distinguir la verdadera piedad de la superstición. En este
ambiente se enmarca San Juan Eudes (+1680), que tanto promueve el culto al Sagrado
Corazón de María y se comprende la importancia de autores como San Luís María
Grignon de Monfort (+1716) con su libro: Tratado de la verdadera devoción a la
Santísima Virgen, y San Alfonso de Ligorio (+1787) con su obra Glorias de María,
universalmente conocida.
Resumiendo puede decirse que, al final de la Edad Media, existía una intensa
piedad mariana en el pueblo cristiano. Esa piedad asumía, algunas veces, ciertas
manifestaciones de fervor que, por carencia de doctrina, rondaban la superstición, o el
puro sentimentalismo. Estas desviaciones, junto a sus planteamientos reduccionistas,
llevaron a que los protestantes insistieran en el rechazo del culto católico a María,
considerándolo aberrante y ensombrecedor del culto de Cristo. Muchas de las órdenes
y congregaciones religiosas fundadas o reformadas en esta época desarrollan una
espiritualidad marcadamente mariana: los jesuitas, capuchinos, sulpicianos, eudistas,
redentoristas, monfortianos.
El Santo Rosario adquiere en el siglo XVI la estructura que ahora conocemos y su
devoción recibió un fuerte impulso con la fiesta de Nuestra Señora del Rosario,
instituida por San Pío V. A finales del siglo XVII nació en Italia la devoción del «mes de
mayo», que se extendió con rapidez por todo el orbe católico, siendo una práctica de
piedad habitual a mediados del siglo XVIII.

VII. María en la Edad Contemporánea hasta nuestros días


Las prerrogativas marianas Pío IX en 1854 proclamó el dogma de la Inmaculada
Concepción de María. Un siglo después Pío XII definió el de la Asunción de María en
cuerpo y alma a los cielos. En el siglo XX, por iniciativa del Card. Mercier, arzobispo de
Malinas, se constituyó un movimiento mediacionista encaminado a la proclamación
dogmática de la Mediación de María. Benedicto XV instituyó la fiesta de «María,

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

mediadora de todas las gracias» y nombró una comisión para el estudio de tal dogma,
aunque la iniciativa no prosperó. El Vaticano II recibió 300 peticiones proponiendo tal
definición. Después de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, el
fervor por la realeza de María fue creciendo. En el año 1900 se pidió a la Santa Sede la
institución de la fiesta de «Santa María Reina Universal». Esta petición fue reiterándose
en los años siguientes. Después de la proclamación de la fiesta de Cristo Rey por Pío XI
en 1925, surgió en Roma un amplio movimiento pro regalitate Mariae, que culminó, por
parte de Pío XII, con la encíclica Ad Caeli Reginam y la institución de la fiesta litúrgica
«Santa María Reina».

VIII. Los Tratados de Mariología Siglo XIX.


M. Sheeben, Handbuch der Katholischen Dogmatik. Vuelve a las fuentes
patrísticas a la vez que asume el movimiento dogmático. Tiene una doble preocupación:
establecer ordenada y unitariamente los aspectos diversos del misterio mariano y, lo
que supone una novedad, colocar a la Mariología en el lugar que le corresponde
dentro de la teología: entre Cristo y la Iglesia.
San John H. Newman, ex anglicano, cardenal británico, que no escribió ningún
tratado, pero habla con cierta frecuencia y profundidad. Su doctrina es sobria, precisa
y coherente y, en parte, se adelantó al pensamiento mariano de su época, aportando
unos criterios e indicadores que salen al paso a futuras deficiencias que se hicieron
patentes en tratados posteriores. Para él, la persona de María está en íntima relación y
conexión con la del Hijo. Esta intimidad con Cristo la hace una criatura singular y única,
pero no aislada de los demás seres, sino que es un anticipo del reino del Espíritu.

IX. La mariología en los siglos XX y XXI.


J.B. Terrien, La Mère de Dieu et la Mère des homme (4 vol.); A. M. Lepecier,
Tractatus de beatissima Virgine María Matre Dei; entre otros. Casi todos los tratados
siguen la estructura tradicional de corte neo-tomista. Su método es el deductivo: partir
de unos principios generales y llegar a unas conclusiones. Están vinculados de forma
directa a la Cristología, porque se basan en el principio de la analogía y asociación
de María con Cristo. El mérito de estos tratados consiste en haber explorado el
misterio de María con los métodos científicos al uso en la época, promoviendo el
conocimiento de María y fundando teológicamente su culto. Es laudable el empeño por
poner en claro la armonía del designio de Dios en María y por conferir el carácter de
teología auténtica a la doctrina mariológica.
A partir de 1920 surgen aires de apertura y renovación en la Mariología. Hay, en
primer lugar, un cierto crecimiento en los estudios bíblicos. Primero se procura no

47
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

instrumentalizar la Escritura y utilizarlas meramente para fundamentar las


conclusiones obtenidas por el razonamiento especulativo. Al contrario, se procura
ahondar en el contenido de la Biblia y de ahí obtener conclusiones. Debemos citar al
menos, la obra de F. Ceuppens, De Mariologia Bíblica en Theologia Bíblica tomo IV.
Debido además al desarrollo experimentado por la Eclesiología se produce un
planteamiento mariológico que relaciona esta parte de la Teología con el tratado sobre
la Iglesia, un autor significativo en este corriente es O. Semmelroth con su obra Urbild
der Kirche.
El movimiento de renovación litúrgica, la corriente teológica de revalorización de
la patrística, el giro antropológico propiciado por la Teología a partir de 1930, y la
intensificación del diálogo ecuménico, han influido positivamente en la Mariología,
otorgándole una apertura y enfoque diversos a los nuevos problemas y eliminando el
peligro de su propio encerramiento. Se aprecia que en este siglo ha habido un auténtico
crecimiento en el estudio de la persona de María y de sus privilegios. Lo cual es a la vez
causa y efecto de la creación de revistas marianas especializadas, como Marianum
(1938), Estudios Marianos (1940), Etudes Marials (1943). También se han constituido
sociedades mariológicas nacionales y centros de Estudios Marianos.
A partir de 1895 se han organizado Congresos Marianos Internacionales, de
carácter eminentemente pastoral y cuya finalidad ha sido y es fomentar la piedad
mariana de los cristianos. Desde 1950, proclamado Año Santo por Pío XII, los
Congresos Mariológicos Internacionales procuran profundizar en los diversos ramos de
la ciencia teológica (Liturgia, Dogmática, Moral, Escritura, Ecumenismo, etc.).
El Concilio Vaticano II ha sido el primer concilio que ha dado un tratamiento
extenso y articulado de la doctrina mariana, consiguiendo un feliz equilibrio entre los
distintos planteamientos Mariológicos de la época. Por esta razón, su doctrina es punto
de referencia de primer orden para el quehacer mariológico.
En la actualidad se fomenta la imitación de las virtudes de la Virgen María como
tipo y modelo de apóstol y de Iglesia. Los jóvenes son animados para considerarla
influencer de Dios y en los últimos años existe en algunos una nostalgia teológica por la
falta de reconocimiento a María como “Corredentora”.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Algunos documentos de Mariología en la Iglesia


León XIII. Salutaris Ille Spiritus
Encíclica sobre la Devoción al Rosario y la Invocación Reina del Santísimo
Rosario. Diciembre 1883.
León XIII. Laetitiae Sanctae
Encíclica sobre el Santo Rosario.Promulgada el 8 de septiembre de 1893.
Pio X Ad Diem Illud Laetissimum
Encíclica sobre la devoción a la Sma. Virgen. 2 de febrero de 1904.
Pío XII: Ingruentium malorum
Encíclica sobre el rezo del Rosario en familia. 15 de septiembre de 1951.
Pío XII: Fulgens Corona
Encíclica que promulga un año mariano para conmemorar el I centenario de la
definición del dogma de la Inmaculada Concepción. 8 de septiembre de 1953.
Juan XXIII: Grata recordatio
Carta encíclica, sobre el rezo del Santo Rosario.26 de septiembre de 1959.
Pablo VI: Christi matri
Encíclica pidiendo oraciones por la Paz a María. 15 de septiembre de 1966.
Pablo VI: Signun Magnum
Exhortación Apostólica sobre el culto que ha de tributarse a María, madre de la
Iglesia y modelo de virtudes. 13 de mayo de 1967.
Pablo VI. Marialis Cultus
Exhortación para la recta ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen
María. 2 de febrero de 1974.

Lumen Gentium - Capítulo III


La Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el Misterio de Cristo y de la
Iglesia...

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Principios fundamentales de la teología mariana


La Mariología, fuente de unidad de todas las verdades de la Madre de Dios.
Tomado de la catequesis del Santo Padre Juan Pablo II.
Juan Pablo II. Redemptoris Mater
Encíclica sobre el papel de la Virgen María en la vida de la Iglesia. 25 de marzo
de 1987.
En el misterio de la Visitación
Durante la audiencia general del miércoles 2 de octubre de 1996.
Juan Pablo II. Rosarium Virginis Mariae
Carta apostólica sobre el Santo Rosario 16 octubre 2002.
Catequesis Mariana de San Juan Pablo II
Profundizar la identidad y la misión de la santísima Virgen, que vivió
perfectamente la santidad y constituye el modelo de la Iglesia.

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Curso de Mariología
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3. DOGMAS MARIANOS
Concilio de Constantinopla (381 d.C.)
Convocado por el Emperador Teodosio (346-
395 d.C.) bajo el papado de Damaso I.
integro al símbolo de los cristianos:
Creemos en un solo Dios, Padretodopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible.

Creemos en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de


Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios
de Dios,

Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,


engendrado, no creado, de la misma naturaleza que
el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros
los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y
por obra del Espíritu Santo se encarnó de María,
Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a
vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,


que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y
el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que
habló por los profetas.

Creemos en la Iglesia, que es una, santa, católica y


apostólica. Reconocemos un solo bautismo para el
perdón de los pecados. Esperamos la resurrección
de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

III. Dogmas marianos

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Objetivo de la Sesión: Compartir la definición de los 4 Dogmas Marianos a la luz de


Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio de la Iglesia.

1. ¿Fuente o fuentes de la revelación: Sagrada Escritura y Tradición?


La Sagrada Escritura es el “alma de toda la teología” (DV 24). No es ella la que
está al servicio de la teología (teología de las tesis), sino al contrario es la teología la
que está al servicio de la palabra de Dios.
Es importante distinguir la verdadera tradición que es un proceso vivo dinámico
y creativo, del tradicionalismo, que tiende a cosificar y momificar la tradición. Y esto
solo puede hacerlo matándola.
La tradición es decisiva para conferir a una persona o a una comunidad una
identidad histórica un enraizamiento vital, un ancla existencial. Sin tradición, las
personas o comunidades se convierten en víctimas de los cambios de la desorientación
general y zozobran en el nihilismo.
Las funciones principales de la tradición de la iglesia son: construir el texto
bíblico pasándolo adelante, y actualizarlo creativamente mediante nuevas lecturas
según los tiempos.
Entre los testimonios que el teólogo debe de oír están los primarios, que son la
Sagradas Escrituras y la Tradición después vienen los secundarios que son los otros
testimonios eclesiales (credos, liturgias, magisterio, santos padres, doctores y
teólogos); y, por fin, están los “ajenos” de los que también puede apropiarse la teología
(religiones, filosofías, ideologías, ciencias, historia y signos de los tiempos).

2. ¿Qué es un dogma? ¿Cuál es su función en la Iglesia?


“Dogma” en sentido estricto, es una verdad revelada vinculante y declarada
foralmente por el magisterio pastoral. En sentido amplio indica cualquier verdad de fe.
Los dogmas no son barreras para el pensamiento, sino, al contrario, son
pasamanos que, por un lado, protegen, por otro, apoyan para poder llegar más arriba.
En el dogma, ahí un elemento permanente y otro mudable. Permanece la
sustancia intentada, así como la formulación en que se expresó una vez (irreformable)
sin embargo, puesto que toda formulación es histórica e inadecuada, existe siempre la
posibilidad de que existan nuevas formulaciones. Estas, sin embargo, solo son
legítimas cuando se ubican en el dinamismo significante de las formulaciones
anteriores en este sentido el dogma cambia y progresa: en el sentido del crecimiento y
no de trasformación.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Sin embargo, no está garantizado un evolucionismo dogmático lineal. La


Iglesia nunca ha olvidado ni pervertido el mensaje esencial de la salvación, pero la
historia muestra que hubo oscurecimientos e involuciones de aspectos más o menos
importantes de la fe.

3. ¿Qué es la hermenéutica y qué lugar ocupa en la Teología?


La hermenéutica (del griego hermeneuein: hacer algo ininteligible, exponerlo,
traducirlo) es el arte y la ciencia de la explicación y exposición de textos.
En la Sagrada Escritura y en los dogmas la comunidad creyente posee datos con
una pretensión de vigencia universal, que no sólo han de entenderse en su contenido,
sino que es necesario exponerlos en su alcance existencial y salvífico para el presente.
En la medida en que al comienzo del proceso se supone los textos tenían un
sentido, se requiere el círculo hermenéutico entre el texto, el contexto del texto y el
significado primario y actual.
Hoy se ha desarrollado enormemente la ciencia hermenéutica. Se distingue el
texto (crítica literaria), el contexto, la situación textual (autor, contexto vital), y el
contexto del interprete.

4. ¿Qué es el magisterio y qué relación tiene con la Sagrada Escritura y con la


Teología?
El Magisterio de la Iglesia Católica es la enseñanza con autoridad de la Iglesia
Católica, ejercida por el Papa, sea por el magisterio ordinario y universal o por solemne
juicio (los pronunciamientos ex cathedra). No todos los pronunciamientos de un Papa
son enseñanzas del magisterio. Un Papa habla magisterialmente cuando cumple
ciertas condiciones.
El Magisterio y la teología no están, por principio en relación de subordinación,
sino fundamentalmente de colaboración, ambos están subordinados a la Sagrada
Escritura y están al servicio del pueblo de Dios.
Respecto a la doctrina de la fe, el magisterio y la teología tienen funciones
distintas y complementarias compete específicamente al magisterio anunciar la
palabra de Dios y velar por su integridad, compete específicamente a la teología
profundizar racionalmente esa misma palabra de Dios, los pastores son como la boca
que expone la verdad salvífica; los teólogos son la cabeza que explica.

5. Desarrollo dogmático de la cristología

▪ Las herejías y definiciones cristológicas en Nicea ( 325 d.C.): la humanidad

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Curso de Mariología
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de Cristo
o Herejía: Arrianismo (Intentaba simplificar el misterio de Cristo, afirmaba
que Jesús había sido creado por el Padre y estaba subordinado a Él.
Representante: Arrio.)
o Nicea: Define la divinidad de Jesús, engendrado “αγεννετοσ”,
consustancial “ομουσιοσ” (de la misma naturaleza) al Padre.

▪ Las herejías y definiciones cristológicas en Constantinopla (381 d.C.): la


divinidad de Cristo
o Herejía: Apolinarismo (La naturaleza de Cristo es incompleta, pues no
tiene alma, cuyas funciones son cumplidas por el Verbo. Representante:
Apolinar de Laodicea.)
o Constantinopla I: Define la verdadera humanidad de Jesús añadiendo al
credo niceno: nacido de María Virgen y padeció en tiempos de Poncio
Pilato.

▪ Las herejías y definiciones cristológicas en Éfeso (431 d.C.): la unión


hipostática
o Herejía: Nestorianismo (También llamado ‘difisismo’, es la doctrina que
considera a Cristo radicalmente separado en dos naturalezas, una
humana y una divina (dos personas unidas en Cristo). María no es madre
de Dios (theotókos), sino antropotókos (madre del hombre).
Representante: Nestorio.)
o Éfeso: Afirma la distinción de las dos naturalezas de Cristo en la unidad
de su persona (unión hipostática/ communicatio idiomatum)

▪ Las herejías y definiciones cristológicas en Calcedonia (451 d.C.) : las dos


naturalezas
o Herejía: Monofisismo (En Cristo se da una sola naturaleza: la humana fue
absorbida por la divina.)
o Calcedonia: Describe las dos naturalezas: perfecto en la divinidad y
perfecto en la humanidad. Explica la unión de las dos naturalezas con
cuatro calificaciones: ‘sin confusión, sin cambio, sin división y sin
separación’.

3.1 DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


Jesús no cometió pecado y de eso hay testimonio en la Sagrada Escritura:
“Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos
justicia de Dios en Él.” 2 Cor 5, 21
Por ende, María fue elegida por Dios y por los méritos de Cristo ella desde su
concepción es “santa e inmaculada” (Ef 1, 4)

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Desde los inicios de la comunidad cristiana se ha reconocido que María al acoger


plenamente la Palabra de Dios, llena de la presencia del Espíritu y del poder de Dios, es
capaz de ser la Madre de Jesús.
Según el testimonio del Evangelio según san Lucas “Ella es llena de gracia” (Lc
1, 28) lo anterior, de modo estable y completo que corresponde a su dignidad de ser
Madre del Hijo de Dios.
María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original, esto quiere
decir que desde el primer instante que comenzó a formarse en el seno materno, lo es
sin pecado, lo cual supone la presencia de la gracia y dones del Espíritu Santo y la
ausencia de la inclinación al mal.

3.1. 2 INMACULADA CONFORME EL PROYECTO DE DIOS / DIOS ES EL AUTOR


María es inmaculada por designio divino. Recordemos que para Dios no hay
imposibles (Gn 18, 14) y de eso hay testimonio en la Sagrada Escritura.
En María se cumplen las Escrituras: Todo fue creado en Cristo, por Cristo y hacía
Cristo (Col 1, 15-20). María pertenece a esta humanidad creada en la inocencia y
destinada a Cristo.
Su concepción inmaculada es un privilegio de plenitud, que la sitúa en el corazón
de la comunidad humana, no fuera de ella.
La Sagrada Escritura confirma que Dios nos conoce desde el seno materno (Jr 1,
5) María es la realización de una nueva humanidad (Rom 5, 20)
¿El pecado es parte esencial de la humanidad? En el proyecto original de Dios
el pecado no estaba considerado. Por eso en sentido pleno de la Escritura se
entiende: “Establezco enemistad entre ti y la mujer” (Gn 3, 15)
El día 8 de Diciembre de 1854 el Papa Pío IX, proclama que la Virgen María fue
preservada de toda mancha de pecado original, en su concepción por gracia y méritos
de Jesús. Ya que Él tendría que venir por medio de un acto purísimo, libre de todo
defecto o pecado.
Bula Ineffabilis Deus
"...Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la
santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en
el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada
por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles"

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Curso de Mariología
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3.2 LA VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA

Jesús fue hijo de una virgen llamada María (Mt 1, 16; Mt 1, 18-25; Lc 1, 26-38; Jn
1, 13s) María engendró milagrosamente a Jesús, por obra del Espíritu Santo.
La virginidad en el parto significa que María dio a luz a su Hijo primogénito sin
menoscabo de su integridad corporal (Jn 1, 13s); ella siendo concebida sin pecado
original, no le alcanzó la sentencia de Eva: “Darás a luz a tus hijos con dolor” (Gn 3, 16)
En María se inicia un nuevo mundo que supera lo expresado en el paraíso.
Nos daremos cuenta que unido a este dogma de fe está el de la Maternidad
Divina por la naturaleza humana y divina de Jesús. La Virginidad Perpetua de María es
un milagro obrado por Dios y un privilegio concedido e íntimamente ligado con el
inefable don de ser madre de Dios.
¿Por qué no existe testimonio histórico o bíblico de otros hijos de sangre de
María?
En sentido pleno a María se le relaciona con la doncella/virgen de la profecía de
Isaías 7, 14:
“He aquí que la doncella está encinta y dará a luz a un hijo, a quien le pondrán
por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros”
Esta profecía de casi 8 siglos atrás, la comunidad cristiana ha interpretado como
cumplida en Cristo.
Estamos delante del dogma mariológico más antiguo de la Iglesia, en el cual se
afirma que María fue virgen antes, durante y después del parto y no tuvo otros hijos. En
el concilio de Constantinopla (381 d.C.) se le otorgó el titulo de “Virgen Perpetua”.
Santo Tomas de Aquino, San Justino Mártir fueron algunos de los escritorios que
afirmaron esta declaración y el concilio de Trento lo vuelve a reafirmar.
Con respecto a los hermanos de Jesús que aparecen en la Escritura (Mt 13, 55),
hace referencia a otro tipo de hermandad (parientes próximos a Jesús).
En el año 649, el Concilio I de Letrán (No ecuménico) san Martín I define la
virginidad perpetua de María:
“Si alguno no confiesa, de acuerdo con los santos Padres, propiamente y según
verdad por Madre de Dios a la santa y siempre virgen María, como quiera que concibió
en los últimos tiempos sin semilla por obra del Espíritu Santo al mismo Dios Verbo
propia y verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e
incorruptiblemente lo engendró, permaneciendo ella, aún después del parto, en su
virginidad indisoluble, sea condenado” (Dz 256)

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Curso de Mariología
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3.3 LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA


Es el fundamento del culto Mariano. Jesús es hombre y Dios al mismo tiempo,
en su integridad. María al ser la Madre de Jesús en su integridad es la Madre de Dios. En
el concilio de Éfeso (431 d.C.) bajo el pontificado del Papa Celestino I, declaró con
solemnidad lo siguiente:
“Si alguno no confesare que el Emmanuel es verdaderamente Dios, y por tanto,
la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne del Verbo de Dios
hecho carne, sea anatema”.
FUNDAMENTO BÍBLICO:

Envió Dios a su Hijo, El Ángel le respondió: “El Y la Palabra se hizo carne


nacido de mujer, nacido Espíritu Santo y puso su morada entre
bajo el régimen de la ley. descenderá sobre ti y el nosotros, y hemos visto
poder del Altísimo te su gloria, la que recibe
Gal 4, 4 del Padre como Hijo
cubrirá con su sombra.
56 d.C. Por eso el consagrado único lleno de gracia y
que nazca de ti será de verdad. Juan dio
llamado Hijo de Dios.” testimonio de él
declarando: “Este es de
Lc 1, 35 quien yo dije: Aquel que
¿Cómo es que viene a mí viene después de mí se
la madre de mi Señor? ha puesto delante de mí,
porque existía antes que
Lc 1, 43 yo.”
80 d.C. Jn 1, 14s

90 d.C.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

3.3.2 Catecismo de la Iglesia Católica


En el momento establecido por Dios, el Hijo único del Padre, la Palabra eterna,
es decir, el Verbo e imagen substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza
divina asumió la naturaleza humana (CEC 479)
Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino
unidas en la única Persona del Hijo de Dios (CEC 481)
La Encarnación es, pues, el misterio de la admirable unión de la naturaleza
divina y de la naturaleza humana en la única Persona del Verbo (CEC 483)
Aquel que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha
hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre,
la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es
verdaderamente Madre de Dios (Theotókos) (CEC 495)
“Y así como Adán, el primer hombre fue formado, tuvo como
sustancia la tierra intacta y virgen todavía (porque Dios no había hecho
llover todavía y el hombre no había trabajado aún la tierra), y ese
hombre fue modelado por la mano de Dios, es decir por el Verbo de
Dios, así también recapitulando en sí a Adán, el verbo fue engendrado
de María aún virgen, de una manera que recapitula la plasmación de
Adán.”
El nuevo Adán nació de María - Adv. haereses III, 19,1-3;
21,10 - San Ireneo de Lyon Año 137-203 - Siglo II
“Se alegra en Dios, su salvador, el espíritu de aquel cuyo deleite
consiste únicamente en el recuerdo de su creador, de quien espera la
salvación eterna. Estas palabras, aunque son aplicables a todos los
santos, hallan su lugar más adecuado en los labios de la Madre de
Dios, ya que ella, por un privilegio único, ardía en amor espiritual hacia
Aquel que llevaba corporalmente en su seno. Ella con razón pudo
alegrarse, más que cualquier otro santo, en Jesús, su salvador, ya que
sabía que aquel mismo al que reconocía corno eterno autor de la
salvación había de nacer de su carne, engendrado en el tiempo, y
había de ser, en una misma y única persona, su verdadero hijo y
Señor.”
De las Homilías de San Beda el Venerable, presbítero
(Libro 1, 4: CCL 122, 25-26. 30) Siglo VIII

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¿Jesús tuvo más hermanos de sangre?


NO HAY TESTIMONIO HISTÓRICO DE FAMILIARES DIRECTOS DE JESÚS
¿Por qué Jesús no encomendó a María a sus hermanos? Jn 19, 25-27
▪ Confusiones en la Sagrada Escritura
▪ Cuidado de interpretar erróneamente el evangelio según san Mateo:
“¿Sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿No
viven entre nosotros? Mt 13, 55s
▪ Si se compara con Mt 27, 56, vemos que de esos hermanos se da el
nombre de su madre, que es distinta de la Virgen. Y se confirma con Jn 19,
25: “Estaban su madre, María, esposa de Cleofás…”
▪ En la redacción de los evangelios, algunos confunden a María, madre de
Jesús y esposa de José, con otra María, madre de Santiago y de José,
esposa de Cleofás.

▪ Los parientes de Jesús


La palabra “hermano” en griego del Nuevo Testamento puede referirse a diversos
conceptos en la cultura judía:
▪ Sobrino Gn 13, 8; 14, 12-16
▪ Prójimo Mt 5, 23
▪ De la misma religión Hch 9, 30
▪ Primo Tob 7, 12
▪ De la misma raza Tob 1, 3 . 5-10; 4, 13; 5, 5.9-14
▪ Hermano carnal Tob 7, 4
▪ Pariente Tob 7, 10
Para Jesús ¿quién es su hermano?
Quienes escuchan la Palabra de Dios y la cumplen
▪ Lc 8, 19-21
▪ Mt 12, 49s
▪ Mc 3, 34s

3.4 LA ASUNCION DE LA VIRGEN MARÍA


Se considera Asunción porque es elevada, por los ángeles, no por sus propios
medios.

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Fiesta litúrgica en la historia de la Iglesia:


Comienza en el siglo II cuando la Iglesia empieza a cuestionarse sobre los
últimos momentos de la vida de la Virgen.
Para el siglo IV, la enseñanza de Melitón habla de resurrección anticipada, en
razón de la maternidad y la virginidad de María.
Desde el siglo V, con el sentido de "Nacimiento al Cielo" o, en la tradición
bizantina, "Dormición" de Nuestra Señora.
En el siglo VI en Jerusalén, se comienza a celebrar la fiesta de la Asunción (en
conexión con la dormición)
A finales del siglo VII, la fiesta se introduce en Roma.
Durante los siglos VIII y IX, la fiesta se extiende por todo el Occidente
Estamos delante de una VERDAD DE FE.
Aunque se ha hecho mención anteriormente del testimonio del capítulo 12 del
libro del apocalipsis para decir que María ha sido custodiada este texto no es suficiente
para obtener de él el argumento que justifique el dogma de la Asunción de la Virgen
María, entonces ¿es contraria a la Sagrada Escritura esta VERDAD DE FE?
Un suelo más firme es el que aporta san Pablo en Rom 5 y 6; 1 Cor 15, 21-
26.54.57, la victoria de Cristo contra el diablo fue victoria sobre el pecado y la muerte.
Conviene mantener en nuestra afirmación la siguiente afirmación:
“Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser
mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito:
la muerte ha sido devorada por la victoria.”
Tampoco ha de ignorarse que la victoria de Cristo sobre el demonio ha sido
precisamente una victoria sobre la muerte gracias a su Resurrección: Donde Cristo
obra, el demonio es un impotente (Heb 2, 14).

3.4.1 El testimonio de la liturgia


En los libros litúrgicos que contienen la fiesta, bien sea de la Dormición, bien de
la Asunción de la Virgen María, se tienen expresiones en cierto modo concordantes al
decir que cuando la Virgen Madre de Dios pasó de este destierro, a su sagrado cuerpo,
por disposición de la divina Providencia, le ocurrieron cosas correspondientes a su
dignidad de Madre del Verbo encarnado y a los otros privilegios que se le habían
concedido.

60
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Esto se afirma, por poner un ejemplo, en aquel «Sacramentario» que nuestro


predecesor Adriano I7, de inmortal memoria, mandó al emperador Carlomagno. En éste
se lee, en efecto: «Digna de veneración es para Nos, ¡oh Señor!, la festividad de este día
en que la santa Madre de Dios sufrió la muerte temporal, pero no pudo ser humillada
por los vínculos de la muerte Aquella que engendró a tu Hijo, Nuestro Señor, encarnado
en ella».
El «Sacramentario Galicano»8, por ejemplo, define este privilegio de María,
«inexplicable misterio, tanto más admirable cuanto más singular es entre los hombres».
Y en la liturgia bizantina se asocia repetidamente la Asunción corporal de María no sólo
con su dignidad de Madre de Dios, sino también con sus otros privilegios,
especialmente con su maternidad virginal, preestablecida por un designio singular de
la Providencia divina: «A Ti, Dios, Rey del universo, te concedió cosas que son sobre la
naturaleza; porque así como en el parto te conservó virgen, así en el sepulcro conservó
incorrupto tu cuerpo, y con la divina traslación lo glorificó».
Pero como la liturgia no crea la fe, sino que la supone, y de ésta derivan como
frutos del árbol las prácticas del culto, los Santos Padres y los grandes doctores, en las
homilías y en los discursos dirigidos al pueblo con ocasión de esta fiesta, no recibieron
de ella como de primera fuente, la doctrina, sino que hablaron de ésta como de
cosa conocida y admitida por los fieles; la aclararon mejor; precisaron y
profundizaron su sentido y objeto, declarando especialmente lo que con frecuencia los
libros litúrgicos habían sólo fugazmente indicado; es decir, que el objeto de la fiesta
no era solamente la incorrupción del cuerpo muerto de la bienaventurada Virgen
María, sino también su triunfo sobre la muerte y su celestial glorificación a
semejanza de su Unigénito.
Así, San Juan Damasceno9, que se distingue entre todos como testigo eximio de
esta tradición, considerando la Asunción corporal de la Madre de Dios a la luz de los
otros privilegios suyos, exclama con vigorosa elocuencia:
«Era necesario que Aquella que en el parto había conservado ilesa su
virginidad, conservase también sin ninguna corrupción su cuerpo después de
la muerte. Era necesario que Aquella que había llevado en su seno al Creador
hecho niño, habitase en los tabernáculos divinos. Era necesario que la
Esposa del Padre habitase en los tálamos celestes. Era necesario que
Aquella que había visto a su Hijo en la cruz, recibiendo en el corazón aquella

7
Adriano I fue el papa n.º 95 de la Iglesia católica de 772 a 795.
8
La liturgia o rito galicano, fue el nombre que recibió la liturgia propia de las iglesias de Francia desde el siglo
V al IX

9
Juan Damasceno (Yahia ibn Sargun ibn Mansur, nacido a mediados del siglo VII de una familia árabe cristiana
y muerto en el 749) es considerado el último representante de la patrología griega.

61
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

espada de dolor de la que había sido inmune al darlo a luz, lo contemplase


sentado a la diestra del Padre. Era necesario que la Madre de Dios poseyese
lo que corresponde al Hijo y que por todas las criaturas fuese honrada como
Madre y sierva de Dios».
San Antonio de Padua (1195-1231 d.C.) en la fiesta de la Asunción, comentando
las palabras de Isaías «Glorificaré el lugar de mis pies» (Is 60, 13), afirmó con seguridad
que el divino Redentor ha glorificado de modo excelso a su Madre amadísima, de la
cual había tomado carne humana:
«De aquí se deduce claramente, dice, que la bienaventurada Virgen
María fue asunta con el cuerpo que había sido el sitio de los pies del Señor».
Por eso escribe el salmista: «Ven, ¡oh Señor!, a tu reposo, tú y el Arca de tu
santificación» Sal 138, 8. Como Jesucristo, dice el santo, resurgió de la
muerte vencida y subió a la diestra de su Padre, así «resurgió también el Arca
de su santificación, porque en este día la Virgen Madre fue asunta al tálamo
celeste».

Es de esperar, además, que todos aquellos que mediten los gloriosos ejemplos
de María se persuadan cada vez más del valor de la vida humana, si está entregada
totalmente a la ejecución de la voluntad del Padre Celeste y al bien de los prójimos;
que, mientras el materialismo y la corrupción de las costumbres derivadas de él
amenazan sumergir toda virtud y hacer estragos de vidas humanas, suscitando guerras,
se ponga ante los ojos de todos de modo luminosísimo a qué excelso fin están
destinados los cuerpos y las almas; que, en fin, la fe en la Asunción corporal de
María al cielo haga más firme y más activa la fe en nuestra resurrección.

3.4.2 Constitución Munificentissimus Deus.


El 1 de Noviembre de 1950, Pio XII definió ser doctrina revelada que María, “una
vez cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
celestial”
…Cristo, con su muerte, venció la muerte y el pecado; y sobre el uno y sobre la
otra reporta también la victoria en virtud de Cristo todo aquel que ha sido regenerado
sobrenaturalmente por el bautismo. Pero por ley general, Dios no quiere conceder a los
justos el pleno efecto de esta victoria sobre la muerte, sino cuando haya llegado el fin
de los tiempos. Por eso, también los cuerpos de los justos se disuelven después de la
muerte, y sólo en el último día volverá a unirse cada uno con su propia alma gloriosa.
Pero de esta ley general quiso Dios que fuera exenta la bienaventurada Virgen
María. Ella, por privilegio del todo singular, venció al pecado con su concepción

62
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

inmaculada; por eso no estuvo sujeta a la ley de permanecer en la corrupción del


sepulcro ni tuvo que esperar la redención de su cuerpo hasta el fin del mundo.
Los fieles, guiados e instruidos por sus pastores, aprendieron también de la
Sagrada Escritura que la Virgen María, durante su peregrinación terrena, llevó una vida
llena de preocupaciones, angustias y dolores; y que se verificó lo que el santo viejo
Simeón había predicho: que una agudísima espada le traspasaría el corazón a los pies
de la cruz de su divino Hijo, nuestro Redentor. Igualmente, no encontraron dificultad
en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto, no
les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del
sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto
tabernáculo del Verbo Divino. Así, iluminados por la divina gracia e impulsados por el
amor hacia aquella que es Madre de Dios y Madre nuestra dulcísima, han contemplado
con luz cada vez más clara la armonía maravillosa de los privilegios que el
providentísimo Dios concedió al alma Socia de nuestro Redentor y que llegaron a
una tal altísima cúspide a la que jamás ningún ser creado, exceptuada la naturaleza
humana de Jesucristo, había llegado.

3.4.3 La asunción de la Virgen María en el catecismo.

En la fe de la Iglesia, María, la nueva Eva, asociada íntimamente al Redentor, es


asunta en cuerpo y alma a la gloria: así inicia el “último día” (CEC 100), se anticipa a él.
Por eso el catecismo expresa:
“La Asunción de la santísima Virgen constituye una particular
participación en la resurrección de su Hijo y una anticipación de la
resurrección de los demás cristianos” CEC 966

Por ello el número 45 de la constitución apostólica Munificentissimus Deus se


lee:
“…si alguno, lo que Dios no quiera, osase negar o poner en duda
voluntariamente lo que por Nos ha sido definido, sepa que ha caído de la fe
divina y católica.”

3.4.4 La tumba de María en Jerusalén


Saliendo por la Puerta de San Esteban en dirección del Valle del Cedrón, al pie
del Monte de los Olivos encontramos una pequeña iglesia, probablemente la más
antigua de Jerusalén, que según la tradición cristiana oriental se ubica sobre el Sepulcro

63
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

de la Virgen María. Es de hecho la Iglesia Ortodoxa Griega junto a la Armenia las que
tienen actualmente todos los derechos sobre este lugar.
Historia mística
Según las creencias del cristianismo oriental la Virgen María, muere por muerte
natural mientras duerme (evento denominado Dormición Theotokos), y aunque al
parecer se le dio sepultura su cuerpo y alma resucitaron al tercer día y subieron a los
cielos (evento conocido como la Asunción). Hechos que para la iglesia católica quedan
abiertos considerando que en las Escrituras no se relata y todo lo que se conoce
pertenece a la cultura popular y según G. Alastruey, uno de los mariólogos más
relevantes, la Virgen María murió verdaderamente.
Apoyando las creencias del cristianismo oriental encontramos la narración de
Cirilo de Escitópolis del siglo V donde se relata como el emperador Marciano y su
esposa solicitaron los restos de la Virgen al Patriarca de Jerusalén, el cual al ir al
sepulcro de María lo encontró vacío y tan solo se conservaba el Sudario en la Iglesia de
Getsemaní. Siendo ésta la última reliquia de la Virgen fue enviada a Constantinopla para
conservarse en la Iglesia de Nuestra Señora de Blachernae, en Turquía.

3.4.4.1 Autenticidad
Hay constancia de un escrito del 395 d.C. El Breviarius de Jerusalén, donde se
da fe de la veneración a este sepulcro tanto por las cristianos de oriente como los de
occidente desde aquel entonces.

3.5 ¿CORREDENTORA?

Como se ha visto por extenso, en la reflexión teológica, la cooperación de Santa


María a la obra de la salvación se hace presente, en primer lugar, por su participación
en la Encarnación, es decir, por su maternidad aceptada conscientemente con el fiat
de la Anunciación.
Más tarde esta participación activa y consciente se extiende a su presencia en el
Calvario, de pie junto a la Cruz, compadeciendo, es decir, aceptando también con un
fiat silencioso el sacrificio de su Hijo. Esta aceptación dio pie, en primer lugar, a que se
designase a Santa María como redentora, Redemptrix con el significado de Madre del
redentor. Se constata su presencia ya en el siglo X, en unas letanías. No se trata de una
palabra que quiera significar nada en especial. Sencillamente, si ya antes de este siglo
se viene diciendo que Santa María redimió al mundo, porque dio a luz al Redentor, ahora
se condensa el pensamiento en una única palabra: Redemptrix.

64
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

En el uso de los términos, el femenino no comportaba lo mismo que el masculino


Redentor. Es con San Bernardo y con San Anselmo, precisamente, cuando se comienza
a destacar la compasión de Santa María en el Calvario, es decir, su cooperación al
sacrificio de la Cruz, y cuando se comienza a sentir malestar ante el término
Redemptrix. Precisamente por lo ilógico de que en masculino se signifique con este
término al Redentor en sentido estricto, mientras que en femenino se designe a quien
sólo colabora en la Redención en forma subordinada.
Se pasa así del término Redemptrix al de Corredenmptrix que, indiscutiblemente,
se inspira en los conocidos textos paulinos en que se habla de conmorir con Cristo y de
corresucitar con El (cfr. 2Tim 11; 2Cor 7,3; Ef 2,6). El texto más antiguo conocido es el
llamado himno de Salzburgo, en el que se evidencia la dimensión teológica que se le
otorga: Tu com-passa Redemptori... Tu cor-redemptrix fieres (Sufriste con el Redentor...
Te convertiste en un corazón redentor / correndentora). De la compasión se ha pasado
a la corredención, en un intento, además, de mostrar la participación de Santa María a
la obra de Cristo, preservando al mismo tiempo la verdad de que Él es el único
Redentor.
A lo largo de la historia, el uso del término corredentora se mantendrá en un
discreto plano hasta 1904 en el que se convierte en el centro del debate en torno a la
participación de Santa María en la obra de la Redención, suscitando aceptación y
rechazo. En 1914 se conceden indulgencias a una oración a la Virgen en la que se le
llama Corredentora, Pío XI usa este título en algunos discursos que escasamente
pueden comprometer su autoridad doctrinal. Por su parte, ni el Concilio Vaticano II ni
el Catecismo de la Iglesia Católica lo usan.
El rechazo del uso de este término por parte de algunos teólogos está motivado
precisamente por el temor a que esta co-redención sea concebida en el mismo plano
de igualdad con Cristo, restando algo a la unicidad de su sacrificio o de su mediación.
A otros semejantes argumento les pareció un escrúpulo teológico, pues es evidente que
corredemptorix surgió precisamente para evitar este malentendido y que así como se
llama a María corredentora con Cristo, a nadie se le ocurre llamar a Cristo corredentor
con Santa María.
En cualquier caso, es claro que el término Corredentora nunca ha encontrado
total aceptación entre los teólogos. Es claro también que, aunque la cuestión se
refiera directamente a un término -Corredentora-, en el fondo se encuentra una
cuestión de conceptos: cómo la de concebirse la cooperación de Santa María a la
Redención operada por Cristo. La corredención es entendida muchas veces por sus
defensores como participación activa de Santa María no sólo en la aplicación de los
frutos de la Redención, ni simplemente como intercesión, sino como «cooperación
activa a la Redención objetiva» y que por tanto no viene descrita sólo como una forma
de corredimir superior a la de los santos, sino como una cooperación de otro orden.

65
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Se puede decir que es correcto el uso del título de Corredentora, siempre que se
utilice en su sentido adecuado: María, por designio divino, coopera con su profunda fe,
con su obediencia constante y con su eximio amor en la Redención de la humanidad,
pero no en el mismo plano que el Redentor.
Para quien imparte este curso es innecesario promover ambigüedades
teológicas. Si cooperación es un término teológico más claro y más utilizado para
hablar de la participación de María en la obra redentora del Hijo de Dios es preferible
usar aquello que exprese mejor las verdades de nuestra fe.

66
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

4. MARÍA EN LA IGLESIA

El santo Concilio enseña de propósito


esta doctrina católica y amonesta a la vez a
todos los hijos de la Iglesia que fomenten
con generosidad el culto a la Santísima
Virgen, particularmente el litúrgico; que
estimen en mucho las prácticas y los
ejercicios de piedad hacia ella
recomendados por el Magisterio en el curso
de los siglos y que observen
escrupulosamente cuanto en los tiempos
pasados fue decretado acerca del culto a las
imágenes de Cristo, de la Santísima Virgen y
de los santos[193].
Constitución Dogmática
Lumen Gentium No. 67

67
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

IV. María en la fe de la Iglesia

Objetivo de la Sesión: Conocer la forma como la Iglesia honra a María a través de la


liturgia y descubrir que la Iglesia nos ofrece gran variedad de prácticas piadosas en
honor de la Madre de Dios.

María, ensalzada, por gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos
los ángeles y de todos los hombres, por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte
en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial.
Y, ciertamente, desde los tiempos más antiguos, la Santísima Virgen es venerada con
el título de «Madre de Dios», a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos
sus peligros y necesidades.

Por este motivo, principalmente a partir del Concilio de Éfeso, ha crecido


maravillosamente el culto del Pueblo de Dios hacia María en veneración y en amor, en
la invocación e imitación, de acuerdo con sus proféticas palabras: «Todas las
generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi maravillas el
Poderoso» (Lc 1, 48-49). Este culto, tal como existió siempre en la Iglesia, a pesar de ser
enteramente singular, se distingue esencialmente del culto de adoración tributado
al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, y lo favorece
eficazmente, ya que las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios que la Iglesia
ha venido aprobando dentro de los limites de la doctrina sana y ortodoxa, de acuerdo
con las condiciones de tiempos y lugares y teniendo en cuenta el temperamento y
manera de ser de los fieles, hacen que, al ser honrada la Madre, el Hijo, por razón del
cual son todas las cosas (cf. Col 1, 15-16) y en el que agradó al Padre eterno «que
habitase toda la plenitud» (Col 1,19), sea mejor conocido, amado, glorificado, y que, a
la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos.

El santo Concilio enseña de propósito esta doctrina católica y exhorta a la vez a


todos los hijos de la Iglesia que fomenten con generosidad el culto a la Santísima
Virgen, particularmente el litúrgico; que estimen en mucho las prácticas y los
ejercicios de piedad hacia ella recomendados por el Magisterio en el curso de los siglos
y que observen escrupulosamente cuanto en los tiempos pasados fue decretado
acerca del culto a las imágenes de Cristo, de la Santísima Virgen y de los santos y
exhorta encarecidamente a los teólogos y a los predicadores de la palabra divina a que
se abstengan con cuidado tanto de toda falsa exageración cuanto de una excesiva
mezquindad de alma al tratar de la singular dignidad de la Madre de Dios.

Cultivando el estudio de la Sagrada Escritura, de los Santos Padres y


Doctores y de las liturgias de la Iglesia bajo la dirección del Magisterio, expliquen

68
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

rectamente los oficios y los privilegios de la Santísima Virgen, que siempre tienen por
fin a Cristo, origen de toda verdad, santidad y piedad. En las expresiones o en las
palabras eviten cuidadosamente todo aquello que pueda inducir a error a los hermanos
separados o a cualesquiera otras personas acerca de la verdadera doctrina de la
Iglesia. Recuerden, finalmente, los fieles que la verdadera devoción no consiste ni en
un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que
procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre
de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de
sus virtudes.10

4.1 Veneración de los santos.

Desde tiempos muy antiguos la Iglesia tributa a los santos una veneración,
especialmente a los mártires, por la relación que tuvieron con el misterio de Cristo. Este
homenaje encuentra su base en la Escritura (Cf. Hch 8, 2; Ap 8; 3s)

Invocarlos y reverenciarlos es útil para nosotros. Al hacerlo, recordamos la


experiencia cristiana que caracterizó sus vidas (SC 111) y la vocación a la santidad de
todo hijo de Dios.

4.2 El culto superior a María.

Por su dignidad de madre de Dios, María recibe un culto superior a los santos:

Brota de la fe y del amor del pueblo de Dios a Cristo, redentor del género
humano, y de la percepción de la misión salvífica que Dios ha confiado a
María de Nazaret, para quien la Virgen no es solo la madre del Señor y del
Salvador, sino también, en el plano de la gracia, la madre de todos los
hombres. (DPP 183)

Culto en la historia

SIGLOS I-III: Los cristianos mostraron su veneración a María, a través de


pinturas plasmadas en los muros de las catacumbas.
SIGLOS IV-VI: En el siglo IV, el culto sale a la luz pública con la paz propiciada
por el emperador romano Constantino.

10
Constitución Dogmática Lumen Gentium No. 66 y 67

69
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

SIGLOS POSTERIORES: Definida la maternidad divina de María en el concilio de


Éfeso (431 d.C.), la devoción se extiende por todas partes: se construyen basílicas,
santuarios y ermitas como lugares de especial encuentro con la Madre de Dios.

4.3 Adoración e hiperveneración.

El culto dado a Dios es de adoración o de latría (cuando se da a cualquier criatura


se llama idolatría). El culto dado a los santos se llama dulía (veneración) y el dado a
María es de hiperdulía, veneración superior a la del resto de los santos.

A la Virgen se le venera, no se le adora, ese comportamiento espiritual solo se


dirige al Señor. Si a la Virgen María no la adoramos, menos al resto de los santos.

La veneración que se tiene a la Madre de Dios y a los santos es por su relación


con el misterio de Cristo y, en el caso de María, además por su maternidad divina. A
quien veneramos no es al material o estilo en que está hecha una imagen, sino a la
persona de alguna manera ahí representada (SC 125).

El culto a la santísima Virgen reviste algunas características especiales:

• La veneración, que es el reconocimiento de las excelencias de María.


• El amor, por ser nuestra madre.
• La invocación, porque es nuestra celestial intercesora (María < Dios).
• La imitación, porque es modelo de seguimiento a Jesús.

De otro modo, la devoción a ella sería “un sentimentalismo estéril y


transitorio, vana credulidad, que no procede de la fe auténtica” LG 67

4.4 Culto a María en relación a su Hijo.


La liturgia de la Iglesia reserva un lugar importante al culto en honor de la
santísima Virgen, y “debe aparecer como ‘forma ejemplar’, fuente de inspiración, punto
de referencia constante y la meta última. DPP 134
Dentro del año litúrgico, se incluye la memoria de la Madre, siempre en relación
con su Hijo. Así, en el tiempo de Adviento, la liturgia recuerda a María en los textos
bíblicos y en las solemnidades de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) y santa
María de Guadalupe (12 de diciembre), culminando con la Navidad.

70
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

4.5 La LH y el sábado como día para venerar a la Madre

Entre los días dedicados a la Virgen Santísima destaca el sábado, que tiene
la categoría de memoria de santa María. Esta memoria se remonta a la época
carolingia (siglo IX),11 pero no se conocen los motivos que llevaron a elegir el sábado
como día de santa María. Posteriormente se dieron numerosas explicaciones que no
acaban de satisfacer del todo a los estudiosos de la historia de la piedad.

Hoy en día, prescindiendo de sus orígenes históricos no aclarados del todo, se


ponen de relieve, con razón, algunos de los valores de esta memoria, a los cuales “la
espiritualidad contemporánea es más sensible: el ser recuerdo de la actitud materna y
de discípula de la “santa Virgen que ‘durante el gran sábado’ cuando Cristo yacía en el
sepulcro, fuerte únicamente por su fe y su esperanza, sola entre todos los discípulos,
esperó vigilante la Resurrección del Señor”; preludio e introducción a la celebración del
domingo, fiesta primordial, memoria semanal de la Resurrección de Cristo; signo, con
su ritmo semanal, de que la Virgen está continuamente presente y operante en la vida
de la Iglesia”.

También la piedad popular es sensible al valor del sábado como día de santa
María. No es raro el caso de comunidades religiosas y de asociaciones de fieles cuyos
estatutos prescriben presentar todos los sábados algún obsequio particular a la Madre
del Señor, a veces con ejercicios de piedad compuestos especialmente para este día.

En la liturgia de las Horas / oración de la Iglesia, hay también himnos en honor


de María, como son:

• Madre del Redentor, Virgen fecunda… (Alma redemptoris Mater).


• Salve, Estrella del Mar… (Ave, Maris Stella)

11
El Imperio carolingio es un término historiográfico utilizado para referirse al Reino franco de la dinastía
carolingia desde la coronación imperial de Carlomagno en el año 800 hasta la división de sus territorios en el
Tratado de Verdún del 843.

71
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

• Estaba la Madre Dolorosa… (Stabat Mater)

Además, contamos con el oficio propio de la virgen María para sus fiestas o los
días sábados. En casi todos se le invoca como Madre de Dios y se pide su protección.
Se recitan de acuerdo con el tiempo litúrgico que se está viviendo.

4.6 El Santo Rosario

También llamado Salterio de la Virgen es una de las oraciones más excelsas a


la Madre del Señor. Por eso los sumos pontífices han exhortado repetidamente a
los fieles a la recitación del mismo.

San Pablo VI, en su carta apostólica Marialis cultus (1974), expresa:

“El rosario es el compendio de todo el evangelio, es una oración laudatoria, pero


sobre todo, contemplativa. Es el salterio de la Virgen, mediante el cual los
humildes quedan asociados al cántico de alabanza y a la intercesión universal de
la Iglesia” – MC 42

San Juan Pablo II, en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae (2002)

“El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración
centrada en la cristología…Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes
gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor.”

4.7 Oraciones Marianas

Las plegarias marianas son también formas devocionales del pueblo de Dios.
Con ellas acudimos a María, alabándola o invocando su ayuda y su protección.

La más universal y conocida es el Avemaría. Iniciada en la liturgia oriental hacía


el siglo V y definitivamente fijada, como la tenemos hoy, en el siglo XVI, esta plegaria
contiene una primera parte de alabanza y la segunda de súplica.

San Alfonso María de Ligorio, uno de los grandes devotos de la Virgen,


recomendaba el rezo de las tres avemarías, sobre todo al acostarnos (3 Avemarías de
la pureza). Es muy grato a la Madre de Dios que repitamos con devoción las palabras
pronunciadas por el arcángel Gabriel y por santa Isabel.

Por otro lado, la tradición de la Iglesia nos ofrece diversas oraciones presentes
en la devoción de los cristianos:

• Bajo tu amparo nos acogemos… la plegaria más antigua dirigida a María.


• Acordaos… atribuida a san Bernardo.
• La Salve… que proviene del siglo XI.

72
Curso de Mariología
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• El Ángelus, que es el recuerdo del encuentro de Dios con la Virgen María, en el


cual recibe el anuncio de su divina maternidad.
• El Regina coeli (Reina del cielo, alégrate)… que se reza en el tiempo pascual en
lugar del Ángelus.

73
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

4.8 Consagración a María

Un medio eficaz para vivir fielmente los compromisos del bautismo, según nos
indica san Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris Mater (1987)- 48, es la
consagración a María, que puede hacerse de dos formas:

-Considerada como Reina (Consagración de la esclavitud Mariana)


-Considerada como Madre (Consagración de piedad filial Mariana)

Algunas oraciones que nos ayudan a lograr lo que el Papa nos propone son:

-Oh Señora y Madre Mía, yo me ofrezco del todo a ti…


-Dulce Madre, no te alejes…

La devoción por una persona, en el terreno de las relaciones humanas, lleva a


un tipo de conducta que busca agradar a la persona amada.

La devoción a la Virgen quedaría incompleta si no va acompañada de la


imitación de sus virtudes, sintetizadas en una fe profunda y una caridad operante,
que nos lleva a vivir como discípulos de Cristo.

4.9 Oración mariana en el Catecismo

En la oración, el Espíritu Santo nos une a la Persona del Hijo Único, en su


humanidad glorificada. Por medio de ella y en ella, nuestra oración filial nos pone
en comunión, en la Iglesia, con la Madre de Jesús (cf Hch 1, 14).

CEC 2673

María es la orante perfecta, figura de la Iglesia. Cuando le rezamos, nos


adherimos con ella al designio del Padre, que envía a su Hijo para salvar a todos
los hombres. Como el discípulo amado, acogemos en nuestra intimidad (cf Jn 19,
27) a la Madre de Jesús, que se ha convertido en la Madre de todos los vivientes.
Podemos orar con ella y orarle a ella. La oración de la Iglesia está como apoyada
en la oración de María. Y con ella está unida en la esperanza (cf LG 68-69).

CEC 2679

4.10 La realeza de la Virgen


La doctrina de la realeza mariana se explícita progresivamente en la Patrística en
las homilías que los Padres pronuncian en las diversas fiestas marianas y en especial

74
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

en los sermones que tratan de la Dormición de María. De tal manera que el siglo VIII,
último de la Patrística, es un clamor de alabanzas a María Reina. En los siglos
posteriores se sigue reafirmando la misma doctrina, y se coloca como fundamento de
la realeza mariana, la maternidad divina y su cooperación a la redención.
A partir de la definición dogmática de la Inmaculada Concepción los Papas, en
su magisterio ordinario, se han referido con mucha frecuencia a María como Reina y
Señora de todo lo creado. En sus enseñanzas han ido explicitando el carácter
sobrenatural, los fundamentos teológicos y el alcance de este privilegio. Pero con toda
justicia se ha llamado a Pío XII el Papa de la Realeza de María. Este Pontífice tiene tres
textos en los que estudia y profundiza este privilegio mariano:
1º.- Alocución radiofónica Bendito seia, del 13 de mayo de 1946 con
ocasión de la coronación de la Virgen de Fátima.

2º.- Encíclica Ad Coeli Reginam del 11 de octubre de 1954, que es el


documento programático de la realeza mariana, en el que se expone toda la
fundamentación escriturística, de Tradición, teológica y litúrgica de este
título. Las bases teológicas de este privilegio enunciadas por el Papa en
esta carta son:

a) La maternidad divina;
b) La asociación de María a la Redención;
c) Esta Realeza es participada de la soberanía de su Hijo, pues «sólo
Jesucristo Dios y hombre, es Rey en sentido pleno, propio y absoluto».

3º.- Estos dos documentos quedan refrendados por el Discurso de Pío XII al
instituir la fiesta de Santa María Reina, el 1 de noviembre de 1954.
El Concilio Vaticano II asume la doctrina de Pío XII (L.G. n.59). Aunque algunos
autores ven en la doctrina de Pío XII tres argumentos probatorios de la realeza mariana
-la sublime dignidad de María, la maternidad divina y su asociación a la Redención-, se
pueden reducir a los dos últimos, pues la excelencia o supremacía de María sobre toda
la creación es una consecuencia de su maternidad divina y de su participación en la
obra del Redentor.
En la encíclica Ad Caeli Reginam, Pío XII fundamenta la realeza en la maternidad
basándose en los siguientes textos escriturísticos:

• Is 7, 14 • Ap 12, 1s
• Lc 1, 26-28 • Mt 1, 16
• Lc 1, 42-43 • Mt 2, 11

75
Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

«Si María fue asociada por voluntad de Dios a Cristo Jesús, principio de la
salud, en la obra de la salvación espiritual, y lo fue en modo semejante a aquel
con que Eva fue asociada a Adán, principio de muerte... si además se puede decir
que esta gloriosísima Señora fue escogida para madre de Cristo principalmente
para ser asociada a la Redención del género humano... se podrá legítimamente
concluir que como Cristo nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios,
sino también por ser Redentor nuestro, así, con una cierta analogía, se puede
afirmar que la Bienaventurada Virgen es Reina, no sólo por ser madre de Dios,
sino también porque, como nueva Eva, fue asociada al nuevo Adán».

Con estas palabras Pío XII (Ad caeli reginam) hace un resumen exacto de la
relación entre la asociación de la Virgen a la liberación de los hombres y la Realeza de
María.

Nuestra Señora de Guadalupe

El 12 de Octubre de 1492, Cristobal Colón descubrió America. En 1521 se realiza


la conquista de tierras mexicanas por parte de Hernán Cortés. En ese momento el
Imperio Azteca sometía a muchas tribus (23 millones de súbditos).
En 1524 llegan los primeros “doce Apóstoles” para “salvar las almas indígenas
de las garras del demonio de los dioses aborígenes”. ¿Cuánto tardarían en evangelizar
a millones de indígenas 12 religiosos franciscanos?
Era necesaria la intervención de Dios. Lo hizo y con ninguna nación obró así – Sal
147, 20
Del 9 al 12 de Diciembre de 1531 se da el encuentro de Santa María de
Guadalupe con un humilde indígena llamado san Juan Diego.
La Virgen de Guadalupe se apareció apenas 10 años después de la Conquista.
Ella sintetiza las dos culturas: indígenas y española: Ella se convierte en signo de
armonía, unidad, nueva vida.

“Escucha, ponlo en tu corazón, Hijo mío el menor, que no es nada lo que te


espantó, lo que te afligió; que no se perturbe tu rostro, tu corazón, no tengas
miedo, … ¿No estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y
resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto,
en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?”

ANTONIO VALERIANO, Nican Mopohua,


traducción del náhuatl al castellano del P. Mario Rojas Sánchez,
Ed. Fundación La Peregrinación, México, 1998, vv. 118-119

El 12 de octubre de 1895, la Virgen de Guadalupe fue coronada canónicamente


en México. En 1910 el papa Pío X la nombró patrona de América Latina. Pío XII la llamó
"Emperatriz de las Américas" en 1945.

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

Bibliografía del Curso:

• Introducción a la Mariología, Universidad de Damasco, Síntesis del


Curso de Mariología, 2015
• FIORES S. de, María Madre de Jesús. Síntesis histórico salvífica,
Secretariado Trinitario, Salamanca 2003.
• PUCHE, J. A. (ed.), Pio XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, La
Iglesia habla de María, 50 años de documentos marianos
pontificios, Edibesa, Madrid 1998.
• FIORES S. de – S. MEO – E. TOURON (dirs.), Nuevo Diccionario de
Mariología, San Pablo, Madrid 1986.
• POZO, Candido, María en la Escritura y en la fe de la Iglesia, BAC
Popular, Madrid 2018
• María, portadora de Jesús, Manual de Formación Básica para Agentes
de Pastoral, Arquidiócesis Primada de México, Ed. PPC, México 2014.
• Evangelios apócrifos, Ed. Porrúa, México 2018.
• Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium.
• María, Madre de los Discípulos, Secretaría General CELAM, Colombia,
2007
• GONZÁLEZ, Carlos Ignacio, María en los Padres Griegos, CEM, México,
1993
• Síntesis Teológica del Instituto de Teología del Seminario de
Monterrey, Verano de 2021

Sitiografía del Tema:

• María, discípula y maestra: La mujer de la palabra y el silencio, Por: P.


José Antonio Pérez, ssp*

https://es.catholic.net/op/articulos/6632/cat/162/maria-discipula-y-
maestra.html#modal

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Curso de Mariología
Pbro. Antonio de Jesús Peña Díaz

El Padre Antonio de Jesús Peña Díaz es Licenciado en Derecho por la Universidad


Autónoma de Nuevo León, Licenciado en Filosofía y Licenciado en Teología por la
Universidad de la Arquidiócesis de Monterrey.
Ingresó al Seminario de Monterrey el sábado 4 de Agosto de 2012,
día del santo Cura de Ars. Fue ordenado sacerdote el pasado
14 de Agosto de 2021 por Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey,
en la memoria de San Maximiliano María Kolbe.
Ejerció su ministerio diaconal en la Parroquia San Juan de la Cruz, en el municipio de
Escobedo, Nuevo León. Ejerció su ministerio sacerdotal en sus primeros meses de
ordenado en la Universidad de la Arquidiócesis de Monterrey y en la Parroquia
Santiago Apóstol, en el municipio de Santiago, Nuevo León.
Actualmente está concluyendo la Licenciatura en Teología Pastoral
en la Universidad Pontificia de México.

Contacto:
@padre.antonio.dejesus
@padre.antoniodejesus
antonio.dejesus@iglesiademonterrey.com

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