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UNIVERSIDAD NACIONAL

TORIBIO RODRIGUEZ DE MENDOZA DE AMAZONAS

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ASIGNATURA:

CRIMINOLOGÍA

TEMA:

TEORÍA PURA DEL DERECHO

Docente: CASTILLO SOSA, Alejandro.


Estudiantes: CHUQUIPIODO MORI, Hon Wilson.

DELGADO HERRERA, Sheyla Nayely

GONZALES DIAZ, Keli.

MAICELO VILCA, Esther.

RUIZ IRIGOIN, David.

CHACHAPOYAS, 2023.
1. Introducción

La teoría pura del Derecho de H. Kelsen constituye, sin lugar a dudas, una de las piezas

centrales de referencia de la teoría jurídica contemporánea.

En este sentido, todas las teorías del Derecho actuales pueden considerarse post-

kelsenianas, no sólo porque muchas están claramente influenciadas por el pensamiento de

Kelsen, sino sobre todo porque todas ellas son susceptibles de ser analizadas en función de su

mayor o menor proximidad respecto de la doctrina pura enunciada por el profesor de Praga en

los primeros decenios del siglo XX y desarrollada luego hasta los últimos años de su vida.

Como señala Lozano, esta circunstancia enfrenta permanentemente a la doctrina pura

con un dilema que comporta, ineludiblemente, una fractura intrasistemática, quedándole a

Kelsen, únicamente, la libertad de escoger qué principio transgredir.

Así, en aquellas ocasiones en las que decide respetar el presupuesto de la separación

entre Sein y Sollen, las posiciones de Kelsen resultan, en principio, coherentes con sus premisas

metodológicas de partida, aunque para serlo deben forzar la realidad adaptándola a su teoría.

De este modo, Kelsen terminaría traicionando uno de los axiomas básicos de la doctrina

pura, que ya no describiría, como reiteradamente afirma pretender, el derecho como es, sino que

imaginaría el derecho como debe ser.

Sin embargo, en otras ocasiones, Kelsen adopta la solución opuesta: adecuar su teoría a

la realidad, aún a costa de sacrificar la coherencia metodológica.

Pues bien, en el tratamiento de la relación entre el Derecho, realidad normativa ubicada

en el mundo del deber ser, y el Poder, realidad empírica inscrita en el mundo del ser, Kelsen opta

por el segundo cuerno del dilema.


Como se comprobará en lo que sigue, la construcción kelseniana reconoce, para

mantenerse fiel a su vocación descriptiva, la incidencia del poder efectivo en la cuestión de la

validez del Derecho.

El orden jurídico estructurado jerárquicamente y coronado por una norma fundamental es

definido por Kelsen como un sistema de tipo dinámico por oposición a los sistemas de tipo

estático.

Mientras que en un sistema estático una norma es válida si su contenido puede ser

deducido lógicamente del contenido de una superior y, en última instancia, del contenido de la

norma fundamental; en un sistema de carácter dinámico, como el sistema jurídico, una norma es

válida si ha cumplido con los parámetros estipulados para serlo.

2. Teoría pura del derecho.

La teoría pura del derecho es el nombre que Hans Kelsen le atribuye a su enfoque sobre

el derecho en general. Kelsen quiso decir que la teoría debería estar enfocada solamente en el

derecho y no mezclada o contaminada por disciplinas ajenas a esta disciplina, como lo habían

hecho otras teorías que incluían a la teología, psicología, biología y ética.

Este método buscó separar el análisis del derecho de cuestiones políticas para convertirlo

en una ciencia humana, es decir, para que alcance cualidades de objetividad y exactitud.

La teoría pura del derecho procura determinar qué es y cómo se forma el derecho sin

preguntarse cómo debería ser o cómo debería formarse. Debido a esa consideración, a lo largo

del tiempo, su método fue considerado reduccionista, pues excluía cualquier aspecto moral del

análisis.
Sin embargo, Kelsen apuntó a construir una teoría metódica de la ciencia del derecho,

cuya aplicación no dependía de ideologías o juicios morales. Esta mirada sobre el derecho se

sintetiza de manera clara en el siguiente ejemplo:

Si usted, profesor, quiere hacer auténtica ciencia jurídica, describa las normas jurídicas

en vigor y explique de cuántas maneras pueden interpretarse.

Pero si lo que a usted le gusta es dictaminar sobre cuáles son justas e injustas, cuáles

deben o no deben ser aplicadas y cómo deben los jueces fallar exactamente cada caso,

reconozca honestamente que usted anda haciendo política e intenta que la práctica del Derecho

pase por el aro de sus personales convicciones.

Está en su derecho, pero llame a las cosas por su nombre y no disfrace de ciencia perfecta

su ideología particular. Por eso Kelsen molesta tanto a toda esa sarta de charlatanes que fingen

que sus palabras expresan la verdad objetiva sobre el Derecho y no la mera opinión personal de

individuos que solo quieren más influencia social y mejor sueldo.

El ejemplo ilustra de manera certera el pensamiento de Kelsen en la teoría pura del

derecho. Así, para Kelsen el ordenamiento jurídico solamente se compone del derecho positivo,

es decir, lo que se encuentre plasmado en las normas jurídicas escritas, de manera que, si alguna

situación no se encuentra prevista en una norma, no es derecho.

En síntesis, la pureza a la que alude la teoría pura del derecho constituye una teoría sobre

el derecho positivo en general, y no una teoría sobre un orden jurídico específico. Esta doctrina

intenta dar respuesta a la pregunta sobre qué es el derecho y cómo debería ser, pero no a la

pregunta de cómo debería ser o deba ser planteado el derecho. Es ciencia jurídica; no, en

cambio, política jurídica.

Para el autor Robert Walter la teoría pura del Derecho pretende ser una teoría de la

dogmática del Derecho positivo, es decir que su objeto debe ser el Derecho positivo. Por su lado
considera al Derecho positivo como un sistema de mandatos, establecidos por el hombre

mediante actos de voluntad, estos mandatos son dirigidos a los hombres, es así que el derecho

positivo se concibe como un sistema de normas jurídicas.

Así mismo busca ser una teoría general del Derecho positivo, eso significa que no

pretende ser una teoría de un ordenamiento jurídico específico, sino por lo contrario pretende ser

un sistema que proporcione las hipótesis y conceptos necesarios para lograr el fin buscado.

En un principio la teoría pura del Derecho ha enfatizado la función de mandato de la

norma jurídica, sin embargo, al desarrollándose aceptó también como función normativa la de

autorizar y permitir, y finalmente aceptó la función derogatoria de la norma jurídica.

El carácter positivista de la doctrina pura se plasma en este contexto en la caracterización

de la norma fundamental del orden jurídico, en tanto sistema normativo dinámico, como una

norma exclusivamente formal que, a diferencia del Derecho natural, no condiciona los contenidos

de las normas positivas que integran el sistema jurídico.

La norma fundamental de un sistema jurídico no es, como sucede en un sistema estático,

una norma con un contenido moral autoevidente del que pueda deducirse el contenido de las

demás normas del sistema. Se trata, por el contrario, de una norma de pura delegación que se

limita a otorgar competencia a la suprema autoridad normativa, con independencia del contenido

de las normas creadas por esa autoridad y por los sucesivos poderes inferiores y con

independencia del título de legitimidad que ostenten.

La norma fundamental no se pronuncia, por tanto, sobre la calidad moral de los

contenidos del sistema ni de las formas de producción jurídica es la razón de validez de un

derecho tanto democrático como autocrático, de un derecho tanto capitalista como socialista, de

cualquier derecho positivo, ya se considere justo o injusto.


De este modo, la norma básica convierte también al poder supremo, al constituyente

primero, en un poder para producir normas y en un poder de normas, si bien, a diferencia de lo

que sucede en el punto de vista interno con los poderes inferiores, le otorga competencia para

elegir con plena discrecionalidad los contenidos de las disposiciones normativas por él creadas.

La Gorgona del Poder tras el conjunto del Ordenamiento jurídico. Según se acaba de

indicar, la teoría kelseniana sitúa el fundamento de la validez del Derecho globalmente

considerado no en el hecho del poder, sino en la norma fundamental.

Sin embargo, como se tratará de demostrar a continuación, Kelsen reconoce que el poder

asoma peligrosamente por el vértice del sistema jurídico, operando como dimensión fáctica

condicionante de la validez del conjunto de sus normas.

Es, ciertamente, en la cúspide del Ordenamiento, donde las relaciones entre el Derecho

y el poder se hacen más directas y evidentes y donde el poder político se manifiesta como la

piedra angular de un edificio, en el que la norma fundamental constituye un audaz pero discutible

pináculo.

3. Críticas a la teoría pura del derecho

Las críticas contra la teoría pura del derecho y contra su autor se registran desde

numerosas latitudes, sin embargo, estas son las de mayor trascendencia:

3.1. La teoría pura del derecho es peligrosa

A lo largo de la historia, diversos sectores de la comunidad jurídica han intentado explicar

las guerras mundiales o genocidios «producidos» por la teoría pura del derecho.

Al respecto, el jurista Fernando de Trazegnies Granda equipara la teoría pura del derecho

con la gramática, una disciplina que estudia la estructura de las palabras y la manera en que se

combinan para formar oraciones, para aclarar esa equivocada noción.


a) La gramática.

Una oración con improperios y amenazas, pero gramaticalmente correcta, no es

cuestionada desde la gramática, pues esta disciplina, al ser objetiva, no analiza si el mensaje

es bueno o malo. La validez gramatical es correcta.

b) La matemática.

Los inventos en tecnología aplican fórmulas matemáticas: las computadoras, los

circuitos eléctricos, los teléfonos, pero también el lanzamiento de un misil bélico o una bomba

nuclear.

En concordancia con los ejemplos, Kelsen explicó que la justicia es una virtud humana

que tiene un carácter moral y le compete al campo de la ética y no al derecho, pues este se

trata de una teoría general objetiva. En ese sentido, no es posible considerar a la teoría pura

del derecho como peligrosa o inocua.

Lo cierto es que la pretendida desideologización de esta teoría se planteó sobre el

drama de una época que la hizo peligrosa en toda su dimensión, pues el fascismo y los

Estados totalitarios emplearon medios legales para legitimar las violaciones reiteradas a los

principios democráticos. De allí que esta teoría supuso la santificación teórica de todas aquellas

funestas legislaciones nacidas en momentos convulsos.

3.2. Radicalismo

La teoría fue tildada de radical y reduccionista, pues según sus críticos, Hans Kelsen

pretendía reducir el complejo razonamiento jurídico a la subsunción, es decir, a una operación

lógica en que se estableciera una dependencia del hecho a la ley, dejando de lado cualquier

otro criterio.
3.3. Niega la juridicidad

De acuerdo a María Valenzuela Chapetón, Kelsen está orientado por su ateísmo, pues

parte de negar que la existencia de Dios sea cognoscible científicamente por la sola razón

natural. Y a partir de ese supuesto afirma que la justicia no es el fin del derecho y que, si la

banda de ladrones pasa a ser más eficaz que el Estado, su ordenamiento se convierte en

derecho. Esto no constituye la explicación, sino la negación misma de la juridicidad. Es el

fracaso de la filosofía del derecho.

3.4. El derecho positivo y natural

El derecho natural prescribe conductas que se consideran valiosas y positivas en sí,

mientras el derecho positivo regula conductas que adquieren valor en razón de la propia

calificación que el derecho hace en sí de ellas.

Una de las aclaraciones a estas diferencias se encuentra en la antigua Grecia, cuando

se distinguía entre las normas provenientes de la naturaleza y aquellas que derivaban de los

pactos que los hombres efectúan entre sí.

A la primera categoría se le daba el nombre de physis, mientras que a la segunda el

de nomos.

Derecho natural ⇒ Adquieren valor por sí mismas (justicia, equidad).

Derecho positivo ⇒ Adquieren valor por la calificación jurídica (códigos, etc.).

El positivismo como método es la postura que defiende Hans Kelsen en su teoría pura

del derecho. Esta postura se comprende con la máxima «el derecho es un fenómeno

exclusivamente normativo»
Sistematizar normas: pirámide

Hans Kelsen identificó que las normas morales y positivizadas no estaban organizadas,

por ende, adoptó un modelo piramidal con la intención de establecer criterios alrededor de ellas

y jerarquizarlas.

La autoría de las normas jerarquizadas en la pirámide se le atribuye a Hans Kelsen, sin

embargo, es importante aclarar que fue el jurista alemán Georg Friedrich Puchta quien produjo

esa pirámide de conceptos.

3.5. el poder tras cada norma jurídica.

En todo caso, el poder efectivo no sólo penetra en la teoría pura por el vértice de la

pirámide jurídica, sino que se introduce, además, por los entresijos del sistema manifestándose

en decisiones irregulares que consiguen obtener eficacia.

Como antes se indicó, en la construcción teórica kelseniana el poder aparece en el

interior de la estructura jerárquica del orden jurídico reglamentado por normas que establecen

quiénes pueden actuar como poderes creadores de normas, cómo deben actuar y qué

contenidos deben respetar en tal actuación.

Cuando el poder se mantiene dentro de las determinaciones normativas, opera como

autoridad jurídica de manera que sus decisiones darán lugar a normas jurídicas válidas. El

problema que se plantea en este punto, al que Kelsen dedica una especial atención en sus

escritos, consiste en dilucidar ―qué vale como Derecho cuando el poder vulnera la regulación

jurídica. Kelsen, contemplando la posibilidad de que el poder no cumpla las prescripciones que

disciplinan su actuación normativa, considera de crucial importancia para mantener la

funcionalidad y la consistencia del Derecho como sistema normativo, el establecimiento de


mecanismos que garanticen la regularidad de los actos de producción jurídica, subsanando las

posibles violaciones de la jerarquía del Ordenamiento

Esta figura expresa la prelación de normas que debe respetarse para fines de

sometimiento de normas de inferior alcance o referencia, con normas más generales o de

carácter más amplio.

o Constitución

o Leyes

o Reglamentos

En el punto de vista interno, optar por una concepción dinámica de la normatividad

supone, en primer lugar, con la relevante excepción de la norma fundamental tomar en


consideración únicamente normas que tienen su origen en determinados hechos, en actos de

voluntad humanos, esto es, normas positivas.

El carácter dinámico del orden jurídico expresa, por tanto, en los términos propios del

discurso kelseniano, la tesis eminentemente positivista que afirma la exclusividad del Derecho

positivo.

Como señala Kelsen, las normas jurídicas en tanto componentes de un sistema de tipo

dinámico tienen que ser creadas por un acto volitivo concreto, no inferidas como sucede en un

sistema estático de una premisa en virtud de una operación intelectual.

Dado su carácter dinámico, el sistema jurídico se compone, desde las decisiones

judiciales hasta la norma constitucional, de normas jurídicas puestas por actos de voluntad de

las Normas individualizadas (sentencias judiciales y contratos).

De este modo, aunque en la construcción teórica kelseniana la validez de las normas

jurídicas no puede fundarse en un hecho, sino tan sólo en una norma anterior y superior, tal

validez exige la concurrencia de determinados hechos, en primer lugar, la producción de la norma

a través de un acto normativo.

A pesar de la necesidad de separar ambas esferas, impuesta por el principio de pureza

metódica, Kelsen considera la presencia de una cierta correlación entre las normas y la realidad

como una exigencia fundamental para cumplir con la objetividad y la neutralidad entendidas como

requisitos ineludibles del conocimiento científico.

Según Kelsen, el conocimiento sólo puede revelar la existencia de un orden positivo,

evidenciada por una serie de actos objetivamente determinables y en el ámbito jurídico tal orden

es el derecho positivo. Sólo éste puede ser objeto de la ciencia; y sólo él constituye el objeto de

una teoría pura del derecho que no sea metafísica, sino ciencia jurídica.
La "pureza"

La Teoría pura del derecho constituye una teoría sobre el derecho positivo; se trata de

una teoría sobre el derecho positivo en general, y no de una teoría sobre un orden jurídico

específico. Es una doctrina general sobre el derecho, y no la interpretación de normas jurídicas

particulares, nacionales o internacionales.

Ofrece, sin embargo, también una teoría de la interpretación. En cuanto teoría pretende,

exclusiva y únicamente, distinguir su objeto. Intenta dar respuesta a la pregunta de qué sea el

derecho, y cómo sea; pero no, en cambio, a la pregunta de cómo el derecho deba ser o deba ser

hecho.

Es ciencia jurídica; no, en cambio, política jurídica. Al caracterizarse como una doctrina

"pura" con respecto del derecho, lo hace porque quiere obtener solamente un conocimiento

orientado hacia el derecho, y poque desea excluir de ese conocimiento lo que no pertenece al

objeto precisamente determinado como jurídico. Vale decir: quiere liberar a la ciencia jurídica de

todos los elementos que le son extraños.

Si se parte de la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales, y, por ende, de

una distinción entre naturaleza y sociedad, como distinción entre los diferentes objetos de esas

ciencias, se plantea entonces, por de pronto, el interrogante de si la ciencia jurídica es una ciencia

natural o una ciencia social; de si el derecho es un objeto natural o un objeto social.

Pero esta contraposición de naturaleza y sociedad no es posible sin más ni más, puesto

que la sociedad entendida como la convivencia fáctica de los seres humanos, puede ser pensada

como una parte de la vida en general, y, por ello, como una parte integrante de la naturaleza; y

en tanto el derecho o aquello que, por de pronto, se suele considerar tal, por lo menos en cuanto

se encuentra con una parte de su ser en el dominio de la naturaleza, pareciera tener una

existencia plenamente natural. Si se analiza, en efecto, uno cualquiera de los acontecimientos


fácticos considerados jurídicos, o que se encuentran en alguna relación con el derecho como

pudiera ser una votación parlamentaria, un acto de la administración, la sentencia de un juez, un

negocio jurídico, un delito, cabe distinguir dos elementos: uno es un acto sensiblemente

perceptible que de por sí acaece en el tiempo y en el espacio, o bien, una serie de semejantes

actos: el externo acontecer de acciones humanas; el otro elemento está constituido por la

significación jurídica, es decir: la significación que el acontecimiento adquiere por el lado del

derecho.

Se reúnen hombres en un recinto, pronuncian discursos, algunos levantan las manos,

otros no: esto es lo que acontece externamente. Su significación: se ha resuelto dictar una ley,

se ha producido derecho.

Aquí se encuentra la distinción, enteramente corriente para los juristas, entre los

procedimientos legislativos y su producto, la ley. Otro ejemplo: un hombre, revestido con la toga,

pronuncia desde un sitial elevado determinadas palabras a un hombre que se encuentra delante

suyo. Jurídicamente este acontecimiento externo significa que se ha pronunciado una sentencia

judicial.

Un comerciante escribe a otro una carta de determinado contenido; el segundo le

responde con otra carta. Ello significa: han cerrado, desde el punto de vista del derecho, un

contrato. Alguien provoca, con cierta actividad, la muerte de otro. Jurídicamente ello significa un

homicidio.

El sentido subjetivo y el sentido objetivo de los actos.

La auto atribución de significado en un acto como un acontecimiento fáctico externo, no

cabe, sin más, captar visual o auditivamente su significación jurídica, a la manera, por ejemplo,

como se perciben las propiedades naturales de un objeto, cama el color, la dureza, el peso.
Por cierto, que el hombre que actúa racionalmente, que produce el acto, enlaza a su acto

un determinado sentido que, de alguna manera, es expresado y será comprendido por otros.

Este sentido subjetivo puede coincidir con la significación objetiva que el acontecimiento

puede tener por el lado del derecho, pero no es necesario que coincidan. Alguien dispone por

escrito de su patrimonio para el caso de su muerte.

El sentido subjetivo de esta acción es un testamento. Objetivamente, desde el punto de

vista jurídico, puede quizás en razón de algún defecto de forma que no lo sea. Cuando una

organización clandestina, con el propósito de liberar a la patria de sus lacias, condena a muerte

a alguien considerado por ella como un traidor, lo que subjetivamente considera, y denomina,

como una condena capital que hace cumplir por un hombre de confianza, objetivamente, desde

el punto de vista jurídico, no constituye la ejecución de una sentencia de muerte, sino un

asesinato político, aunque en cuanto al acontecer externo en nada se distinga del cumplimiento

de una condena capital.

Un acto en cuanto se expresa a través de palabras verbalmente formuladas, o escritas-

puede él mismo enunciar algo sobre su significado jurídico. En ello se encuentra una peculiaridad

del material dado al conocimiento jurídico. Una planta nada puede transmitir sobre sí misma al

investigador natural que la determina científicamente.

No intenta en forma alguna explicarse a sí misma desde un punto de vista científico

natural. Pero un acto de conducta humana puede llevar muy bien consigo una auto atribución de

significado jurídico; es decir: contener enunciación sobre lo que significa jurídicamente.

Los hombres reunidos en un congreso pueden expresamente explicar que han dictado

una ley; un hombre puede describir literalmente sus disposiciones de última voluntad como

testamento; dos personas pueden declarar que inician un negocio jurídico. El conocimiento
conceptual del derecho encuentra a veces ya una auto caracterización jurídica del material, que

se anticipa a la explicitación que cumplirá el conocimiento jurídico.

4. La norma

a) La norma como esquema de explicitación conceptual.

El acontecimiento externo que, por su significación objetiva constituye un acto conforme

a derecho (o contrario a derecho), es, pues, en todos los casos, en cuanto suceso que se

desarrolla en el tiempo y en el espacio, sensiblemente perceptible, un trozo de la naturaleza y,

en cuanto tal, determinado por leyes causales.

Sólo que ese suceso, en cuanto tal, como elemento del sistema de la naturaleza, no es

objeto de un conocimiento específicamente jurídico, y, de esa suerte, no constituye en general

nada que sea derecho. Lo que hace de ese acontecimiento un acto conforme a derecho (o

contrario a derecho) no reside en su facticidad, en su ser natural -es decir: en su ser detenido

por leyes causales, encerrado en el sistema de la naturaleza-, sino el sentido objetivo ligado al

mismo, la significación con que cuenta. El acontecimiento en cuestión logra su sentido

específicamente jurídico, su significación propia en derecho, a través de una norma que se refiere

a él con su contenido, que le otorga significación en derecho, de suerte que el acto puede ser

explicitado según esa norma.

B) Norma y producción de normas.

El conocimiento jurídico está dirigido, pues, hacia normas que poseen la característica de

ser normas jurídicas; que otorgan a ciertos acontecimientos el carácter de actos conforme a

derecho (o contrario a derecho). Puesto que el derecho, que constituye el objeto de ese

conocimiento, es una ordenación normativa del comportamiento humano; lo que significa: es un


sistema de normas que regulan el comportamiento humano. Con la palabra "norma" se alude a

que algo deba ser o producirse; especialmente, a que un hombre deba comportarse de

determinada manera. este es el sentido que tienen ciertas acciones humanas dirigidas con

intención hacia el comportamiento de otros. Están dirigidas con intención hacia el

comportamiento de otros cuando, conforme a su sentido, proponen (ordenan) ese

comportamiento; pero también cuando lo permiten y, muy especialmente, cuando se le otorga el

poder de establecer él mismo normas.

Se trata en este sentido de actos volitivos. Cuando un hombre, A través de una acción

cualquiera, exterioriza la voluntad de que otro hombre actúe en determinada manera: cuando

ordena, o permite o autoriza esa conducta, el sentido de su acción no puede ser descrito con el

enunciado que afirma que el otro así actuará, sino sólo con el enunciado de que el otro así debe

actuar.

4. Conclusiones

La teoría pura del derecho procura determinar qué es y cómo se forma el derecho, no

se pregunta cómo debería ser o cómo debería formarse, pues no le compete emitir juicios

morales que le restan objetividad.

La justicia es un concepto que dista de la noción de teoría pura del derecho que centra

sus esfuerzos en la aplicación de un método objetivo.

La teoría pura del derecho no es peligrosa, quienes la hayan invocado para pretender

justificar normativamente decisiones políticas sí lo son.

La Teoría Pura del Derecho" de Hans Kelsen es una obra fundamental en el campo de la

filosofía del derecho. A lo largo de su libro, Kelsen plantea una serie de argumentos y conceptos

que han tenido un impacto significativo en la comprensión y el estudio del derecho. A


continuación, se presentan algunas conclusiones importantes que pueden extraerse de su

trabajo:

Separación entre derecho y moral: Una de las principales conclusiones de Kelsen es la

separación entre el derecho y la moral. Según su teoría, el derecho debe ser considerado como

un sistema autónomo y cerrado, desvinculado de cualquier consideración moral o ética. Kelsen

argumenta que el derecho debe ser analizado y entendido en términos de su estructura jerárquica

y sus normas internas, sin referirse a ningún tipo de contenido moral.


5. Referencias

Kelsen, Hans. Teoría pura del derecho. Unión Editorial, 2012.

Gregorio Robles Morrochon. (2011) el derecho puro, Editorial Trotta.

Monereo Pérez, J. L., Kelsen, H. (2002). Teoría general del Estado. España: Comares.

Robert Walter. (2017). Las normas jurídicas.

Robert Walter. (2017) La doctrina del derecho de Hans Kelsen. Colombia, universidad

externada de Colombia.

Roberto Vernengo. (1987) la teoría del derecho puro. editorial Andrómeda.

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