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la distinción entre el derecho y la moral, como dos órdenes sociales diferentes,
y la distinción consiguiente entre derecho y justicia por entender que la justicia
es el modo como la moral se proyecta en el campo del derecho.
la idea de que todo derecho estatuido por quienes se hallan autorizados para
producir normas jurídicas debe corresponder a la exigencia política y jurídica
de la previsibilidad de la decisión jurídica y a la exigencia de
la seguridad jurídica.
Por su parte Norberto Bobbio distingue tres aspectos del positivismo jurídico:
Por último el positivismo jurídico – según Bobbio - existe también como una
determinada ideología, que como tal, enarbola una o ambas afirmaciones que
siguen, (a) que todo derecho positivo es justo por el solo hecho de ser derecho
positivo, sin importar su contenido, esto es al margen de su mayor o menor
justicia de acuerdo con el sistema moral con que se lo enjuicie, es siempre un
instrumento idóneo para obtener ciertos fines como el orden, la paz y la
seguridad jurídica.
En cuanto a Alf Ross, este distingue seis tesis centrales o principales del positivismo
jurídico, a saber:
Según el jurista escandinavo, no existe conexión necesaria entre el derecho que es y
el derecho que deba ser. Esto quiere decir que afirmar que algún derecho es no
significa sostener que ese mismo derecho debe ser, y que postular que un derecho
deba ser no significa afirmar que lo sea realmente;
Ahora bien, para estar en presencia de una norma, dice Kelsen, no basta cualquier
querer. Para entender en qué consiste la norma jurídica, distingue dos aspectos en
todo querer. Por una parte la voluntad psicológica de la persona que ordena la
conducta con una finalidad determinada; esa voluntad obedece a unos motivos
empíricos específicos, tiene unas finalidades concretas, etc.; se trata de hechos
cognoscibles mediante investigaciones fácticas. En cambio, el deber ser se caracteriza
por proceder de un “querer objetivado” diferente de la voluntad psicológica del autor de
la norma. La noción de querer objetivado requiere una explicación más detenida,
porque es elemento clave para entender la norma jurídica en la teoría kelseniana.
Kelsen estima que la voluntad psicológica de un individuo o de un grupo de individuos
es insuficiente para constituir una norma jurídica, y ello por diversos motivos. Es difícil
conocerla, porque para saber realmente lo que quiso un legislador tendríamos que
entrar en su cabeza, a menos que él haya decidido exponer los motivos que le llevaron
a crear la norma. Esta dificultad aumenta en el caso de legisladores colegiados.
¿Cómo averiguar la voluntad de cuatrocientos parlamentarios que votaron una ley?
Además, las personas que promulgan las leyes acaban desapareciendo y con ellas la
voluntad o querer que sustentaba la norma; sin embargo, las normas existen más allá
de la vida de sus creadores. ¿Cómo explicar este fenómeno? Todo impele a buscar un
fundamento diferente a la voluntad psicológica personal para el deber ser. Kelsen lo
encuentra en la “objetivación” del querer. Esta objetivación no tiene nada que ver con
la idea de moral objetiva, es decir independiente de pasiones y deseos subjetivos. Lo
que Kelsen nos quiere decir es: la norma jurídica tiene tal carácter porque no procede
de una voluntad cualquiera, sino de una especialmente autorizada para crear normas.
En efecto, la norma jurídica es el producto de la voluntad que tiene la competencia de
crear normas en virtud de una norma superior. Así, por ejemplo, las personas que
forman parte de un Parlamento crean leyes, porque su voluntad está autorizada para
ello por una norma superior, la Constitución. Las normas así surgidas son las normas
jurídicas existentes y Kelsen denomina a esta peculiar forma de existir “validez”, que
es diferente de la existencia propia del mundo del ser.
Problema del "regreso al infinito"
La validez plantea el problema del “regreso al infinito”. La norma es válida porque ha
sido creada según una norma superior; ésta a su vez, tiene el carácter de norma
jurídica, porque otra superior autorizó su creación y así sucesivamente. Es necesario
parar en algún sitio. De hecho, los ordenamientos jurídicos suelen basarse en última
instancia en una Constitución; por encima de ella no hay más normas. ¿Qué ocurre
entonces?
La estricta separación que Kelsen hace entre ser y deber ser excluye algunas
respuestas posibles para ese interrogante. No podemos decir que la Constitución es
jurídica porque responde a ciertos principios de derecho natural basados en la
naturaleza del hombre; tampoco podemos decir que la Constitución es derecho porque
es aceptada como tal por la generalidad de la población. Estas posibles soluciones
mezclan indebidamente, a juicio de Kelsen, lo que existe –aceptación sociológica, una
supuesta naturaleza humana- con lo que debe ser; éste sólo puede nacer de una
voluntad. En consecuencia, es preciso hallar una norma que otorgue validez a la
Constitución. Como no existe tal norma con carácter jurídico, pues la Constitución es
la norma suprema, Kelsen introduce la que llama “norma básica hipotética” que sirve
para legitimar la norma constitucional. Es preciso señalar que no es una norma de
verdad, sino un presupuesto teórico necesario para que el sistema funcione. Según
Kelsen, todo sistema jurídico se basa en la presuposición de que los ciudadanos y
profesionales del derecho actúan como si existiera una norma según la cual la
Constitución y las normas que derivan de ella son normas válidas. Dicho de otra
forma: se presupone que hay que comportarse tal y como prescribe la Constitución.
Como podemos advertir, a partir de lo explicado hasta ahora, las normas no existen de
forma aislada sino que derivan unas de otras, es decir, forman un sistema. La
mentalidad sistemática moderna exigía que todo dependiera de un principio único. El
Derecho de Kelsen es un sistema, en la medida en que todas las normas derivan su
validez –su existencia- desde la Constitución. Y a su vez todo este sistema se funda
en la norma básica hipotética. Ahora bien, el sistema jurídico pertenece a la clase de lo
que Kelsen llama sistemas dinámicos.
Sistemas estáticos y dinámicos
Él diferencia entre sistemas estáticos y dinámicos. En los primeros, la derivación
desde los inicios del sistema hasta los elementos más concretos se basa en una
coherencia entre contenidos. El contenido de un nivel del sistema se deduce del
contenido de un plano superior. En cambio, en los sistemas de tipo dinámico no tiene
por qué existir esa interrelación material. En efecto, en el derecho una norma no
pertenece al ordenamiento jurídico por su adecuación al contenido de la norma
superior, sino por ser creada según el procedimiento establecido en la norma superior.
Es especialmente interesante el caso de las sentencias judiciales, que Kelsen
considera normas de tipo individual. Una sentencia puede oponerse al contenido de la
norma que supuestamente aplica y aún así seguir siendo válida si ha sido dictada por
el juez competente según las normas procesales y no es recurrida y dejada sin efecto
por una instancia superior. Cualquier decisión administrativa o judicial, con
independencia de su contenido, será derecho si no es desautorizada por una autoridad
de jerarquía más elevada. Lo mismo ocurre con la relación entre la Constitución y las
leyes. Si una ley se opone a lo que prescribe la Constitución, pero no es declarada
inconstitucional, seguirá siendo válida. La teoría de Kelsen es formalista: el contenido
importa poco a la hora de establecer lo que sea derecho. Es posible que en un sistema
jurídico concreto sí exista interrelación de contenidos, pero para Kelsen eso es
accidental: la juridicidad no viene dada por esa conexión, sino por la estructura
procedimental.
No obstante, hay ciertos rasgos que inducen a pensar que esa teoría no es, al final,
tan pura como Kelsen pretendía. En efecto, él afirma que pese a toda esta doctrina de
la validez, un ordenamiento jurídico que, en general, no es aplicado, no existe como
derecho, aunque formalmente sea válido. Explica que la efectividad de las normas no
es el fundamento de la validez (ese papel lo desempeña la norma básica hipotética),
sino su condición. Esta respuesta un tanto curiosa parece más bien un intento de
eludir el problema.
En realidad toda esta construcción pretende encubrir que para Kelsen el derecho no
es más que fuerza. En efecto, escribe que el derecho es sólo determinada forma de
organizar el poder y sostiene que no hay ningún baremo material objetivo para medir
los contenidos del derecho. Llega a afirmar que las normas por las que los Estados
totalitarios internaron a ciudadanos en campos de concentración son derecho, si se
dictan en el marco de su ordenamiento (basta con que lo dicte una autoridad y nadie lo
discuta). Él fue enemigo del Nacionalsocialismo alemán, pero pensaba que las
valoraciones morales son ajenas al concepto de derecho. Ésta manera de ver las
cosas acaba reduciéndolo a fuerza, organizada en un sistema dinámico, pero fuerza al
fin y al cabo.
b) Su carácter estático (según la teoría de Kelsen) hace muy difícil la evolución de
este derecho, pues al no existir ningún ente legislativo propiamente dicho, será
bastante difícil que las reglas se vayan adecuando a los nuevos tiempos.
c) Estas reglas tienen el problema de que será difícil obligar su cumplimiento, pues
al no haber ningún ente adjudicatario (Poder Judicial), costará mucho determinar si
una regla fue violada o no, además de determinar el modo y la intensidad de la
sanción aplicada.
La solución que plantea Hart ante eso, sería crear ciertas reglas secundarias que
conviertan este régimen en un verdadero sistema jurídico, llevando así el derecho de
un “mundo pre jurídico” a un “mundo jurídico”.
Estas reglas secundarias versan acerca de las reglas primarias. “Con las reglas
secundarias, la falta de certeza encuentra como remedio la “regla de reconocimiento”
que validará todas las reglas primarias y secundarias que no puedan validarse de otra
forma”.
Las reglas secundarias al crear potestades legislativas, dan la posibilidad de creación
y derogación de las normas jurídicas existentes, acorde a los nuevos tiempos. Estas
reglas legislativas se conocen como “reglas de cambio”.
Las reglas secundarias también crean potestades adjudicativas del derecho a
instituciones judiciales (jueces y tribunales) para determinar si se ha violado una
norma jurídica. Es decir, le dan la autoridad a los jueces para determinar si se ha
violado una norma, y como sancionarla. Estas reglas se conocen como “reglas de
adjudicación”.
Cuando se dice que un individuo tenía la obligación o el deber de hacer algo, se quiere
dar por entendido de que si no realiza la acción estará sujeto a castigos. Por ejemplo,
la tributación, el servicio militar, etc.
Los elementos del derecho
Hart afirma que no es posible hablar de un sistema jurídico si sólo hay normas que
imponen deberes u obligaciones, es decir, si solo existen reglas primarias que
imponen a sus destinatarios una determinada conducta mediante la estipulación de
accesiones u omisiones obligatorias.
Para Hart un sistema normativo presupone la existencia básica de reglas que
ya han sido mencionadas anteriormente y que son las reglas primarias y reglas
secundarias que se ocupan del funcionamiento de este sistema normativo.
“Las reglas de cambio permiten la adaptación de las normas jurídicas a la
realidad social, pues en ella indica el procedimiento que permite conocer cómo pueden
eliminarse, derogarse o introducirse nuevas reglas primarias al sistema jurídico”[10].
Las reglas de adjudicación permiten fundar de manera incuestionable un juicio que
establezca cuándo una regla primaria ha sido violada o no, y aplicar la sanción
instituida, de no haber habría ineficacia en la difusa presión social necesaria para
hacer cumplir las reglas, por lo que se necesita una regla que provoca determinados
órganos para que este decida cuándo se ha violado o no una regla y para establecer
las sanciones correspondientes.
La regla de reconocimiento
Hart dice: ¿qué significa decir que una regla existe? Una primera explicación, sostiene
que algunos que decir que una regla existe significa aseverar que existe un grupo de
personas en el que la mayoría se comporta “como regla” de una manera similar a
determinadas circunstancias.
Entre la conducta convergente y la regla social existen algunas diferencias,
cuando en una regla utilizamos los términos tener que, o deberían, o deben
hacer…. que no es aceptable dentro del marco del Hábito, y estas diferencias entre el
hábito y la regla social también suceden en lo práctico. Una desviación en la conducta
prescrita da origen a un castigo en cambio en la regla jurídica no sucede lo mismo
puesto que es predecible y está organizada, como no sucede en el caso del hábito. La
predisibilidad del castigo, que en las reglas jurídicas es un aspecto primordial.
“Hart al igual que Kelsen y Bentham, tienen una concepción positivista del derecho.
Para Hart el concepto de derecho se concentra en la concepción de derecho real por
un parte y por otro lado el derecho teórico-ideal o derecho justo. Para este autor el
derecho debe ser real y tiene que dejar de lado el derecho ideal, es decir estudiarlo
objetivamente sin valoraciones. Para lo cual el estudioso del derecho tiene que ser
realista y fáctico”.
El autor señala la dificultad de su definición, diciendo que en una noción previa, se
comprende que se trata de:
Reglas que prohíben o hacen obligatorios ciertos tipos de conducta bajo la amenaza
de aplicar una pena.
Reglas que exigen indemnización a aquel que daña de ciertas maneras.
Reglas que especifican qué es lo que se tiene que hacer para otorgar testamentos y
celebrar contratos u otros acuerdos que confieren derechos y crean obligaciones.
Tribunales que determinan cuáles son las reglas y cuándo han sido transgredidas,
mismos que fijan el castigo a aplicar o la compensación a pagar.
Una legislatura que hace nuevas reglas y deroga las anteriores.
“La exigencia de una definición del derecho y de su naturaleza, apunta, en primer
término a la obligatoriedad del cumplimiento de la norma. Sin embargo, tal
obligatoriedad necesariamente surgirá de una base moral, ya que es la congruencia
con los principios de la justicia y no el hecho de que constituye un cuerpo de órdenes y
amenazas, lo que hace su esencia”.
Lo anteriormente enunciado, resulta insuficiente ya que no solo se trata de entender el
derecho en el contexto de las órdenes respaldadas por amenazas, como desde su
relación con la moral y la justicia, sino también de entender lo que significa una regla.
Hart también al hablar de Derecho, menciona que corresponde a un conjunto de
Normas primarias y secundarias:
“PRIMARIAS: Corresponden a aquellas normas en la que se tiene como función influir
o prescribir una cierta conducta a la sociedad, imponiendo así deberes. Por lo tanto, su
función principal radica en imponer deberes y crear obligaciones.
SECUNDARIAS: Este tipo de norma se encarga principalmente de introducir nuevas
normativas del tipo primario (normas prescriptivas); tienen como función también
derogar o modificar reglas anteriores, determinar los efectos de estas y controlar su
actuación. Por consiguiente, las normas del tipo secundario confieren potestades
públicas y privadas”.
Hart clasificó las normas secundarias en la siguiente forma:
a) Regla de reconocimiento: Sirve para identificar que normas pertenecen a un
sistema jurídico (el criterio de identificación sería el de origen),
b) Reglas de cambio: Indican un procedimiento para que las reglas primarias cambien
en el sistema y así dinamizar el ordenamiento jurídico,
c) Reglas de adjudicación: Dan competencia a individuos para que establezcan si se
infringió o no una regla primaria.
Hart discrepa de la concepción (representada en Inglaterra por John Austin y Jeremy
Bentham, que ve a las normas como órdenes respaldadas por amenazas (mandatos).
Hart ofrece varios argumentos en contra de la teoría de reglas como mandatos. En
primer lugar, los sistemas jurídicos contienen reglas que no imponen obligaciones sino
que confieren poderes (reglas secundarias). Hart también criticó la noción de
obligación jurídica defendida por Austin; tener una obligación, para Hart, es algo
diferente que sentirse obligado bajo la amenaza de un castigo, como pensaba Austin.
Finalmente, Hart demostró que la teoría de Austin era incapaz de explicar prácticas
comunes a los ordenamientos jurídicos, como el hecho de que las leyes persisten en
el tiempo, la fuente del derecho consuetudinario o el hecho de que la sociedad tenga
obligaciones jurídicas frente a soberanos recientemente electos.
De tal manera “Las reglas primarias son las que se ocupan de las acciones que los
individuos deben o no deben ejecutar y por ellos sirven de base para criticar o
ponderar las conductas de los individuos según la conformidad o no que guarden con
la regla.
Las reglas secundarias se ocupan de las reglas primarias y cumplen respecto de ellas
funciones básicamente de cambio, de adjudicación y de reconocimiento”[16].
La naturaleza del derecho en Hart no puede explicarse sino por referencia a la
existencia conjunta de estos dos tipos de reglas, al contrario del derecho los sistemas
normativos como el moral sólo contienen reglas primarias, los sistemas jurídicos
además de las reglas que se imponen bajo la amenaza de sanción contienen también
normas de procedimiento, competencias y reconocimiento, de allí que para “Hart la
frontera entre el mundo jurídico y el prejuicio este dada por la existencia de las reglas
secundarias en el primero”
La discrecionalidad judicial
Las decisiones judiciales, que traducen y aplican a una situación concreta los dictados
abstractos de la ley, pueden significar la diferencia entre el bienestar y la desgracia de
un individuo
Así, pues, reconociendo igual que él que “una vida sin reflexión no vale la pena
vivirla”. “El tema de la discrecionalidad judicial se centra en la reflexión sobre un
hecho: En la aplicación del derecho existen casos que exhiben una intrínseca
dificultad y oscuridad: La ley no prevé regla para resolverlos, el derecho no parece
brindar una herramienta con qué resolverlos de forma unívoca y objetiva”[18]. Esta
dificultad lleva a pensar que, ante tanta perplejidad, “es el juez quien, con cierta
libertad y tomando como criterio más consideraciones de tipo subjetivo (porque al
parecer no tiene en el fondo nada objetivo en que apoyarse), lleva a cabo la aplicación
del derecho, es decir, que al parecer es el juez quien en últimas, para estos casos,
crea derecho”[19]. A la reflexión sobre este espacio de libertad se le llama el problema
de la discrecionalidad jurídica. Nótese que no digo que el juez tenga o pueda tener
libertad, sino que digo que al parecer el juez tiene o puede tener libertad, ya que
dentro de la reflexión también se encuentra el pensar si el juez tiene o no tiene esta
libertad, si se le debe brindar o no se le debe brindar, y, si se le brinda, bajo qué
parámetros.
Para puntualizar, el problema de la discrecionalidad judicial es el de las
reflexiones que suscita el hecho de que, al parecer, en los casos difíciles, es una
decisión del juez y no una verdad jurídica o una utilización estricta de las reglas
objetivas del derecho, la que subyace a la aplicación del mismo.
La teoría de Ronald Dworkin es valorativa y justificativa, va dirigida a una
cultura jurídica en particular que es el derecho anglosajón, dicha teoría “es
caracterizada de interpretativa, puesto que consiste en identificar los principios que
mejor se adecuen al derecho establecido y a las prácticas de una sistema jurídico;
sostiene que no en todos los casos difíciles tienen su origen en la vaguedad de un
término de la regla jurídica, donde es erróneo afirmar que en los jueces tienen poderes
discrecionales. Las partes en un proceso tienen derecho obtener una solución acorde
con el ordenamiento jurídico preexistente”. Contra de la tesis de la discrecionalidad
judicial construye un método decisión personificando a un juez con capacidades
extraordinariarias, destinado a encontrar en cada difícil los principios que se apliquen
de la mejor manera posible a las reglas vigentes y que provean la mejor justificación
moral para la decisión del caso.
La teoría de H.L.A Hart desarrollo una “teoría con dos características
fundamentales. En primer lugar, la teoría Hartiana es general, en el sentido en que no
intenta explicar un sistema jurídico particular como el inglés o el norte americano, si no
cualquier sistema jurídico vigente en la sociedad contemporánea. En segundo lugar, la
perspectiva de estudio de Hart es descriptiva en tanto que pretende aclarar la
estructura del derecho y su funcionamiento sin considerar para ello la justificación
moral de las prácticas jurídicas. Hart construye una propuesta comprehensiva sobre
los problemas centrales de la teoría del derecho como la relación entre eficacia y
validez, la interpretación, los vínculos entre justicia y derecho y entre moral y derecho
y las condiciones de existencia de un ordenamiento jurídico y su aplicación a casos
límites como el derecho internacional y el derecho de las sociedades primitivas”,
aunque en todos estos tópicos, los aportes de Hart son importantes, para los
propósitos del estudio del debate con la teoría Dworkiniana.
Las decisiones judiciales, que traducen y aplican a una situación concreta los dictados
abstractos de la ley, pueden significar la diferencia entre el bienestar y la desgracia de
un individuo.
BIBLIOGRAFÌA
CONCLUSIONES
El principal objetivo de Kelsen fue elaborar una “Teoría pura del derecho” y
con ello intenta expresar su pretensión de diseñar una ciencia jurídica liberada
de la influencia de otras ciencias.