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UNIVERSIDAD NACIONAL

TORIBIO RODRÍGUEZ DE MENDOZA DE AMAZONAS

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIAS


POLÍTICAS

TRABAJO:
DELITO DE INSOLVENCIA
FRAUDULENTA

Estudiantes: Diana B. Cerdan Coba; Ingrid. Chávez Dávila; Rosaelena L. Enco


Diaz; Jeremy K. Huatangari Alvarado; Nicoll B. Julca Arellano y Melissa N.
Rodríguez Peña.

Docente: Mg. Alejandro Sosa Castillo.

Curso: DELITOS II.

CHACHAPOYAS- 2023
INDICE
INTRODUCCIÓN

Sin lugar a duda, en las relaciones comerciales existen deudores y acreedores, así

como existe la posibilidad de que una persona natural y/o jurídica pueda declararse en

insolvencia debido a que no pueda cumplir con sus obligaciones económicas, ya sea por

motivos fortuitos o circunstanciales. En ese escenario, cabría preguntarse ¿El incumplimiento

de una obligación económica y declararse insolvente es ilícito? La respuesta definitivamente

es negativa, porque solo es ilícito recurrir a un procedimiento de insolvencia (concursal) de

forma fraudulenta, es decir, engañar a los acreedores e incumplir sus obligaciones con

terceros.

Cabe señalar que, Esta acción es sancionada mediante el art. 209° del Código Penal,

cuyo nomen iuris es Insolvencia Fraudulenta, previsto en el Título VI (Delitos contra la

confianza y la buena fe en los negocios).

El término insolvencia, según la RAE, es “la falta de solvencia, incapacidad de pagar

una deuda”, mientras que fraudulento (a) significa “engañoso, falaz”. En ese sentido, la

insolvencia fraudulenta es la representación de una ausencia de capacidad para cumplir con


una obligación económica; sin embargo, ello se realizará de forma engañosa, y para ello se

exige un contexto determinado, esto es, el proceso concursal.

De este modo, con el presente trabajo, pretendemos analizar y evaluar las diferentes

causales que presenta el delito de insolvencia fraudulenta para su configuración y ejecución

que al realizar un sondeo informático, pudimos observar que muy raras veces se ha ejecutado

en nuestro país, por lo cual, al realizar esta investigación nos enfrentamos a un déficit de

información, sin embargo, hemos tratado de precisar el delito acorde a nuestro pensamiento y

el código penal peruano, avocando a conceptos necesarios para su entendimiento, por lo que

esperamos que sea de su fácil entendimiento y ayude ha ampliar sus conocimientos sobre este

tema, que resulta un tanto tedioso de comprender.

I. EL DELITO DE INSOLVENCIA FRAUDULENTA

El delito de insolvencia fraudulenta se encuentra contemplado en el art. 209° del


Código Penal que a su letra indica:

Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años e
inhabilitación de tres a cinco años conforme al Artículo 36 incisos 2) y 4), el deudor, la
persona que actúa en su nombre, el administrador o el liquidador, que en un procedimiento
de insolvencia, procedimiento simplificado, concurso preventivo, procedimiento transitorio u
otro procedimiento de reprogramación de obligaciones cualesquiera fuera su denominación,
realizara, en perjuicio de los acreedores, alguna de las siguientes
conductas: 1. Ocultamiento de bienes; 2. Simulación, adquisición o realización de deudas,
enajenaciones, gastos o pérdidas; y, 3. Realización de actos de disposición patrimonial o
generador de obligaciones, destinados a pagar a uno o varios acreedores, preferentes o no,
posponiendo el pago del resto de acreedores. Si ha existido connivencia con el acreedor
beneficiado, éste o la persona que haya actuado en su nombre, será reprimido con la misma
pena (…)”.

A fin de comprender de forma adecuada el tipo penal, resulta pertinente plantear brevemente
la definición de algunos términos. El término insolvencia, según la RAE, es “la falta de
solvencia, incapacidad de pagar una deuda”, mientras que fraudulento (a)
significa “engañoso, falaz”. En ese sentido, la insolvencia fraudulenta es la representación de
una ausencia de capacidad para cumplir con una obligación económica; sin embargo, ello se
realizará de forma engañosa, y para ello se exige un contexto determinado, esto es, el proceso
concursal.

Habiendo expuesto un marco conceptual, corresponde explicar en qué circunstancia se


comete el delito de insolvencia fraudulenta. Al respecto, consideramos que, de la lectura del
art. 209º del Código Penal, este delito no se comete en cualquier circunstancia o contexto,
sino en un proceso concursal, específicamente en un i) procedimiento de
insolvencia1, ii) procedimiento simplificado, iii) concurso preventivo, iv) procedimiento
transitorio u, v) otro procedimiento de reprogramación de obligaciones cualesquiera fuera su
denominación (cláusula abierta).

Como podemos notar, queda clarísimo que este delito consiste en sancionar al deudor
(persona natural) o representante legal (persona jurídica), por ocultar bienes u otra modalidad
de conducta típica conforme al numeral 1, 2 y 3 del art. 209° de la empresa de forma
fraudulenta (engaño) en un proceso concursal, con la finalidad de no cumplir con su
obligación.

II. EL PROCESO CONCURSAL

De conformidad con el artículo II del Título Preliminar de la Ley General del Sistema
Concursal (en adelante, LGSC), los procedimientos concursales tienen por finalidad propiciar
un ambiente idóneo para la negociación entre los acreedores y el deudor sometido a concurso,
que les permita llegar a un acuerdo de reestructuración o, en su defecto, a la salida ordenada
del mercado, bajo reducidos costos de transacción.

En términos más simples, las partes recurren al proceso concursal por invitación o iniciativa
del deudor o acreedor con la finalidad de llegar a un acuerdo para el cumplimiento de la
obligación (en la proporción del monto económico que alcance).

Continuaremos nuestra explicación, con un ejemplo práctico: Barry Allen es una empresa con
crisis de deudas y no puede cumplir con sus obligaciones, solo tiene S/. 100,000.00 de
activos; sin embargo, debe S/. 100,000.00 a la empresa Houston, S/. 100,000.00 a la empresa

1
Los procedimientos de insolvencia han sido diseñados para fortalecer el patrimonio de las empresas que se encuentran
frente a un difícil panorama económico, debido a la reducción de la demanda de sus productos o servicios, o al aumento de
su cartera pesada por falta de pago de sus clientes.
Berlín y, S/. 100,000.00 a la empresa Espresso. La empresa deudora no puede cumplir con su
obligación económica por lo que invita a sus acreedores a un proceso concursal.

Sobre el caso podemos afirmar que las empresas Houston, Berlín y Espresso no recibirán el
100% de su deuda, sino solo el 33.3% de la deuda, porcentaje al cual deben reducir los demás
gastos conforme al orden de pago que detallaremos a continuación.

Específicamente en torno al orden de preferencia en el pago de los créditos, el artículo 42º de


la LGSC señala lo siguiente: En los procedimientos de disolución y liquidación, el orden de
preferencia en el pago de los créditos es el siguiente:

Primero: Remuneraciones y beneficios sociales adeudados a los trabajadores, aportes


impagos al Sistema Privado de Pensiones o a los regímenes previsionales administrados por
la Oficina de Normalización Previsional – ONP.

Segundo: Los créditos alimentarios.

Tercero: Los créditos garantizados con hipoteca, garantía mobiliaria, anticresis, warrants,


derecho de retención o medidas cautelares que recaigan sobre bienes del deudor.

Cuarto: Los créditos de origen tributario del Estado, incluidos los del Seguro Social de Salud
– ESSALUD que no se encuentren contemplados en el primer orden de preferencia; sean
tributos, multas intereses, moras, costas y recargos.

Quinto: Los créditos no comprendidos en los órdenes precedentes; y la parte de los créditos
tributarios que, conforme al literal d) del numeral 48.3 del artículo 48, sean transferidos del
cuarto al quinto orden; y el saldo de los créditos del tercer orden que excedieran del valor de
realización o adjudicación del bien que garantizaba dichos créditos.

Como se puede ver, los acreedores al aceptar recurrir al proceso concursal deben tener claro
que sus deudas serán cumplidas en tercer orden, la proporción de la deuda irá disminuyendo
debido a que en el primer orden deben cumplirse las obligaciones laborales.

III. DIFERENCIAS ENTR EL DELITO DE INSOLVENCIA FRAUDULENTA Y EL


DELITO DE ESTAFA

Podemos afirmar que la estafa es un delito material y de resultado, se configura en el


momento en que el sujeto pasivo, inducido por el engaño, realiza el acto de disposición
patrimonial, de esa manera, el sujeto activo (autor del delito) obtiene la disposición del bien
ajeno. El delito de estafa suele explicarse con el típico ejemplo de simular la existencia de un
bien o servicio el cual nunca se llegará a cumplir, de tal forma que cuando el acreedor
reclame por el bien o el servicio, no recibirá nada a cambio. Por ejemplo: Martha es una
ciudadana común y corriente, pero esta cuenta con habilidades de convencimiento y es muy
buena imitando voces. Martha conoce a Carlos amigo de su hermana Cecilia, y este está
necesitado de trabajo, es secretario técnico. Martha obtiene el número de Carlos y mediante
llamada lo contacta para ofrecerle un puesto de trabajo en el gobierno regional, fingiendo ser
la mano derecha del actual gobernador regional, le manifiesta que este le dará una plaza de
trabajo si el abona 15 mil soles a un numero de cuenta X, Carlos accede y realiza el depósito
recolectando dinero de apoyo que le da su familia y al final nunca obtuvo dicha plaza ni
trabajo en el gobierno regional. Entonces, ¿se podría recurrir a un proceso concursal a efectos
de que el estafador cumpla con la obligación económica? La respuesta es negativa. Si bien es
cierto existe un acreedor, y aparentemente un deudor; sin embargo, al tratarse de una
operación económica ilícita, no tendrá sentido recurrir al proceso concursal, dado que el
requisito para ello es que exista una obligación real y lícita.

En cambio, para que se configure el delito de insolvencia fraudulenta, el contexto es la


existencia de un proceso concursal2, donde previamente debe existir una operación
económica lícita y real. Por ejemplo, cuando el deudor busca con conciencia y voluntad
obtener la declaración administrativa de suspensión de exigibilidad de obligaciones.

La insolvencia fraudulenta requiere una declaración de quiebra a nivel judicial. Si bien el


alcance cubre las expectativas del acreedor frente a las maniobras fraudulentas del autor a
cargo de la persona jurídica, su aplicación es verdaderamente un último recurso jurídico. Es
decir, para ingresar a suponer la existencia de una situación de insolvencia conforme al
Código Penal es necesario obtener un pronunciamiento en un proceso no penal (proceso civil)
sobre la situación de quiebra de una persona jurídica. El perjuicio siempre será contra el
acreedor, quien sufrirá la insolvencia ocasionada por el autor (el administrador, el liquidador,
el deudor o quien actúe en su nombre) a través del ocultamiento de bienes, actos simulados
sobre gastos, pérdidas o deudas.

Otra gran diferencia entre el delito de estafa y el delito de insolvencia fraudulenta es que, en
esta última, requiere en el autor la condición de deudor, por más que se extienda a quien actúa
“en nombre de éste”. En ambos casos, bien el autor, bien quien actúa en su nombre, debe

2
El procedimiento concursal es aquel que se inicia cuando una persona física o jurídica entra en situación de
insolvencia, no pudiendo hacer frente a sus deudas. Tiene como objetivo negociar y llegar a un acuerdo entre
acreedores y deudor.
ostentar y actuar en el ejercicio del dominio social, lo que no ocurrirá si sus actos los lleva a
cabo exclusivamente en su propio y personal interés, en cuyo caso serán otras las figuras
penales cuya comisión ha de considerarse (STS 756/2014, de 28-10). En cambio, el delito de
estafa esto no sucede, ya que el autor o sujeto activo es un tercero no mantiene ningún
vínculo obligacional con el sujeto pasivo.

El delito de insolvencia fraudulenta presenta la característica de tratarse de una infracción que


está ligada en términos más precisos a la alteración que se suscita en el tráfico-económico
ante un conjunto o pluralidad de derechos patrimoniales afectados, aunque hay quienes
manifiestan que esta forma de criminalidad afecta no solo a los acreedores sino una
multiplicidad de bienes, lo cual no se puede percibir en la estafa, ya que en la estafa
simplemente se identifica el daño de un determinado patrimonio, además que en la estafa,
hay una lesión del patrimonio ajeno, mediante engaño o artificio apto para engañar y ánimo
de lucro.

El bien jurídico objeto de protección en los delitos de insolvencia es el derecho que tienen los
acreedores a satisfacer sus créditos en el patrimonio del deudor, en cambio en el delito de
estafa es un bien o interés relativo al patrimonio, la ley protege el patrimonio, pero de manera
específica: la situación de disposición que tiene un objeto sobre un bien, derechos o cualquier
otro objeto, siempre que tal situación tenga una protección jurídica y sea de relevancia
económica.

Existen delitos de naturaleza patrimonial, como lo es el delito de estafa, sin embargo, en el


delito de insolvencia fraudulenta el núcleo esencial de la conducta típica está constituido por
la frustración de las legítimas expectativas de un acreedor respecto del cumplimiento de una
obligación por parte del deudor, lo cual no se da en el delito de estafa ya que, en esta última
no existe la condición de deudor o acreedor.

IV. BIEN JURÍDICO OBJETO DE PROTECCIÓN PENAL

V. DELITO DE FRAUDE CONCURSAL DOLOSO

Para entender un poco más el fraude concursal, partiremos del concepto de los delitos
concursales, que refieren a figuras delictivas que, al igual que las defraudaciones, estas se
valen de un medio fraudulento, y así poder perjudicar a los intereses patrimoniales de otros,
en este caso, de los acreedores, para obtener singulares tipos de beneficios. Por lo que
desplegamos que el delito de fraude concursal doloso es aquel que se realiza con propio
consentimiento, sabiendo lo que se va afectar y los daños que puede este acarrear.

Entonces un delito concursal, se protege como bien jurídico al sistema crediticio englobado
en la confianza o en la buena fe en los negocios, sin embargo, solo es necesario la lesión al
objeto representativo o muestra de los bienes jurídicos colectivos o supraindividuales, es
decir, al procedimiento acelerado de refinanciación concursal, ordinario y preventivo,
además, del perjuicio hacia el acreedor. Y este se divide en dos:

- Procedimiento concursal ordinario: Proceso al que se somete una empresa con


crisis de deudas para cumplir las obligaciones que tiene con sus acreedores, de
acuerdo a ley. Se realiza cuando una empresa con crisis de deudas no puede cumplir
con sus obligaciones, por lo que el deudor o acreedor solicita a la Comisión de
Procedimientos Concursales (CCO) de Indecopi un ambiente adecuado para la
negociación.
- Procedimiento concursal preventivo: Se da cuando el deudor lo solicita para evitar
una crisis patrimonial y prevenir el incumplimiento de sus obligaciones crediticias. El
principal objetivo de un procedimiento concursal preventivo es la protección del
crédito y la conservación de la empresa (de ser viable).

De acuerdo al código penal Art. 209, se trata pues de un delito que tiene una naturaleza
dolosa, ya que para que sea un delito doloso tiene que primar la voluntad para realizar este
acto delictivo. Ya que el dolo en esta acción vendría a suscitarse cuando el que comete el
delito obtiene un beneficio lucroso no satisfaciendo sus deudas, en el presente caso
materializados a través del mismo deudor, la persona que puede actúa en su nombre o el
liquidador.

Por otro lado, la ley general del sistema concursal actualmente vigente establece y determina
los procedimientos concursales a realizarse (procedimiento concursal ordinario y
procedimiento concursal preventivo), los mismos que no están señalados en el artículo del
Código Penal que analizamos, nos manifiesta que esta cláusula indeterminada a que se refiere
la tercera disposición final de la citada ley deja en claro que el “procedimiento de
insolvencia”, debe entenderse y está referido tanto al procedimiento concursal ordinario, al
preventivo y a cualquier otro procedimiento de reprogramación de obligaciones cualquiera
que sea su denominación y que se incorpore. Esta cláusula indeterminada permite, por otra
parte, que el artículo 209 del Código Penal pueda también aplicarse a los fraudes concursales
realizados en los procedimientos de insolvencia especiales, como los regulados para las
administradoras de fondos de pensiones, las entidades del sistema financiero y de seguros,
entre otras.

En la legislación actual para que se configure el tipo penal de fraude concursal no es


necesario que el deudor haya sido declarado como quebrado, sino que basta que esté dentro
de cualquiera de los procedimientos concursales que señala la ley de la materia. Conforme a
lo señalado, cualquier acto o transacción que se habría realizado fuera del procedimiento
concursal respectivo, incluso de naturaleza fraudulenta, para los fines del tipo penal que es
objeto de análisis no tendría relevancia penal por lo menos como delito concursal o de
insolvencia fraudulenta.

Tratándose de una persona jurídica que hubiera sido sometida a cualquiera de los
procedimientos concursales y que se señalan en la ley de la materia, en tanto que los
administradores o representantes de la persona jurídica no tendrían la calidad exigida por el
tipo penal (ser un deudor sometido a un procedimiento concursal o la persona que actúa en su
representación), pues, conforme a la redacción del artículo 27 del Código Penal, existiría un
vacío. A esta regulación, se le ha reprochado sobre todo no reconocer el actuar en lugar de
otro entre particulares y asumir únicamente la teoría de la representación en general, sin dar
pie a incluir los supuestos de la representación fáctica. Es de esta manera que el artículo 209
señala como sujeto activo del delito “a la persona que actúa en su nombre (...)”, lo cual no
justifica, que se haga una extensión en estos términos solo a los delitos concursales, en
consideración a que las limitaciones que aparecen en el artículo 27 del Código Penal implican
una reforma del citado artículo. Con esta solución no solo se estaría arreglando parcialmente
una deficiencia de la parte general del Código Penal mediante un “parche” en el tipo penal de
la parte especial, sino también dando un trato desigual en la persecución de los delitos.

VI. DELITO DE OCULTAMIENTO DE BIENES.

La Ocultación de Bienes: Se trata de la persona o entidad oculta sus bienes o


propiedades para que no sean identificados o incautados durante el proceso de insolvencia.

Esto refiere al acto de ocultar bienes con el fin de perjudicar a los acreedores, haciéndose la
salvedad de que este acto el de ocultamiento tiene que llevarse a cabo en el devenir conforme
a la legislación nacional, en cualquiera de los procedimientos que señala la misma ley. Lo
característico es la “causación” de la insolvencia, o la agravación de la misma mediante la
ocultación de los bienes, impidiendo de esta manera con ello que los acreedores puedan
realizar sus créditos en el patrimonio del deudor. Cualquier medio que procure este resultado
es válido, entendiéndose los procedimientos de ocultación física (esconder objetos valiosos, o
trasladarlos a lugares para que no sean ubicados), como los jurídicos (enajenaciones ficticias,
traspaso de créditos, constitución de hipotecas sobre los mismos, donaciones, simulación de
deudas, etcétera). Incluso la presentación de datos o información falsa relativa al estado de
insolvencia.

No cabe la comisión por omisión puesto que la ocultación solo se genera mediante
comportamientos activos. La ocultación de bienes en el balance es un supuesto de ocultación
activa y no omisiva, puesto que lo importante es la conducta de presentar el balance y no que
en él no figuren algunos elementos del activo. En igual sentido, la insolvencia punible o
fraudulenta es la consecuencia directa de la ocultación o de la disposición fraudulenta de
bienes. Como lo cita Gonzáles Rus, puede ser total (cuando se hacen desaparecer todos los
bienes) o parcial (cuando solo se oculta una parte de ellos; siempre que esta sea suficiente
para impedir que los acreedores consigan la efectividad de sus créditos. En todo caso, lo
importante es que, como consecuencia de tales comportamientos, en términos de causalidad,
el activo aparezca inferior al pasivo, resultando insuficiente para atender las obligaciones
pendientes.

Debe insistirse que no se castiga la insolvencia en sí misma, ni la situación de insolvencia,


sino la situación dolosa que ha producido la misma que, como ya se ha mencionado, supone
antes que nada un desequilibrio económico entre el activo y la prestación o prestaciones
realizables y que en este supuesto delictivo exigen que actúen en forma sincronizada, esto es,
que el cumplimiento de tales prestaciones sea consecuencia de la referida actuación dolosa o
fraudulenta del deudor, excluyéndose no solo, y por supuesto, los acontecimientos fortuitos,
sino también aquellos que son consecuencia de una culpabilidad culposa, aunque no resulten
excluidas aquellas conductas que, partiendo de situaciones fortuitas (o de fuerza mayor) o
simplemente culpables, graven dolosamente la situación de insolvencia parcial.

La insolvencia fraudulenta requiere una declaración de quiebra a nivel judicial. Si bien el


alcance cubre las expectativas del acreedor frente a las maniobras fraudulentas del autor a
cargo de la persona jurídica, su aplicación es verdaderamente un último recurso jurídico. Es
decir, para ingresar a suponer la existencia de una situación de insolvencia conforme al
Código Penal es necesario obtener un pronunciamiento en un proceso no penal (proceso civil)
sobre la situación de quiebra de una persona jurídica. El perjuicio siempre será contra el
acreedor, quien sufrirá la insolvencia ocasionada por el autor (el administrador, el liquidador,
el deudor o quien actúe en su nombre) a través del ocultamiento de bienes, actos simulados
sobre gastos, pérdidas o deudas.

CASACIÒN: EXP. N.° 446-2004-AA/TC

Hechos: En noviembre de 2001, se presentó una acción de amparo contra un grupo de


individuos que estaban obstaculizando el proceso de liquidación de la empresa Ladrillera
Huachipa SA y el pago de las deudas laborales. Los demandantes alegaban que los
demandados estaban robando activos de la empresa en liquidación, lo cual afectaba el pago
de los créditos laborales. La empresa liquidadora, Corporación Asesora SAC, también se unió
al proceso, acusando a uno de los demandados de haber tomado ilegalmente los activos de la
empresa y formado una nueva empresa con ellos.

Los demandados respondieron alegando falta de legitimidad por parte de los demandantes y
argumentando que los hechos estaban siendo tratados en un proceso penal por usurpación.
Además, afirmaron que los demandantes no presentaron pruebas de los activos sustraídos.

El Juzgado Civil de Lima, en octubre de 2002, rechazó las excepciones planteadas por los
demandados y consideró que sus acciones violaban los derechos de los trabajadores y
obstaculizaban la labor de la empresa liquidadora.

Sin embargo, en la apelación, la decisión fue revocada. El tribunal pensó que, debido a la
declaración de insolvencia de la empresa Ladrillera Huachipa SA, la junta de acreedores
había designado a Corporación Asesora SAC como liquidador. Sin embargo, no se encontró
evidencia de una prórroga del plazo establecido para el liquidador. Además, se dijo que los
demandados habían sido absueltos en el proceso penal y que no se había demostrado ningún
daño en el caso. También se mencionó que el proceso concursal ordinario se suspendió y se
estableció un embargo en forma de administración en los procesos laborales.

DECISIONES: Tercer Juzgado Civil de Lima, declara infundadas las excepciones y fundada
la demanda, principalmente por estimar que los actos realizados por los demandados vulneran
los derechos alegados en la demanda, referentes al pago de los beneficios sociales de los
trabajadores de la empresa Ladrillera Huachipa S.A.

La recurrida, revocando la apelada, declara infundada la demanda, por considerar


principalmente que, como consecuencia del estado de insolvencia declarado a la empresa
Ladrillera Huachipa S.A.  los demandados fueron absueltos; que en autos no se advierte daño;
que el procedimiento concursal ordinario ha sido suspendido; y que los procesos laborales
revivieron y se ha establecido un embargo en forma de administración

Casación: Declarar FUNDADA la acción de amparo.

VII. DELITO DE SIMULACIÓN, ADQUISICIÓN O REALIZACIÓN DE DEUDAS,


ENAJENACIONES, GASTOS O PÉRDIDAS EN AGRAVIO DE LOS ACREEDORES
(INCISO 2 DEL ART.209 DEL CÓDIGO PENAL).

La ley señala diferentes conceptos por los que se puede ver disminuido el patrimonio
del deudor; a saber: deudas, enajenaciones, gastos o pérdidas. Aunque cada uno de estos
conceptos tienen diferentes significados y cada uno de ellos sus propias connotaciones sobre
todo en el terreno jurídico, como lo señala Peña Cabrera, no toda disminución del patrimonio
por cualquiera de los conceptos mencionados adquiere relevancia típica, sino que es
necesario cierto elemento defraudatorio.

Se refiere a cuando el deudor de una forma fraudulenta incrementa su pasivo simulando


pérdidas o gastos que son o han sido inexistentes en la labor comercial del deudor. El hecho
de que el deudor recurra a una simulación fraudulenta en detrimento de su patrimonio,
configura por sí misma un acto de defraudación suficiente para dar relevancia típica a esta
conducta. En ese sentido, esta conducta no adquiere relevancia típica, sino que debe de
tratarse de actos de endeudamiento o de reducción patrimonial no justificados o autorizados.

Este numeral contempla dos modalidades:  

 Primera, es de orden defraudatorio y por ello necesariamente dolosa, consiste en


simular deudas, gastos o enajenaciones, supuestos en los que se simula
instrumentalmente la existencia de un título jurídico gratuito u oneroso que determina
la disminución de la masa concursal. Con un ejemplo, el deudor exhibe letras de
cambio “de favor” que reflejan una deuda irreal logrando que el supuesto acreedor
lidere la junta de acreedores y tenga un orden preferente en la cadena de pagos,
limitando o frustrando el legítimo derecho de cobro de los verdaderos acreedores. En
estos casos deberá recurrirse a los criterios de imputación objetiva para determinar si
la simulación o engaño es idóneo para alterar los fines del procedimiento concursal y,
por esa vía, los derechos de los acreedores, si el administrador de una empresa ha
solicitado su insolvencia simple indica que tiene entendido que muchos de los bienes
han sido transferidos por el anterior gerente, omitiendo explicaciones y la exhibición
de los documentos que acreditan esa transferencia, no se tratará de un engaño
suficiente dentro del ámbito del art. 209.2, de manera que tal comportamiento podría
subsumirse bajo los alcances del num. 1, o sea como un simple ocultamiento de
bienes. La simulación también puede referirse a situaciones no motivadas en un título
jurídico siempre que el resultado de disminución patrimonial se alcance, son los casos
que el num. 2 denomina “pérdidas”, por ejemplo, alegar que determinados bienes se
quemaron en un falso incendio o señalar falsamente que los mismos fueron robados,
exhibiéndose en cada caso la copia de una denuncia policial del hecho. En todos estos
supuestos del num. 2, los comportamientos pueden ir acompañados de un delito
contra la fe pública (arts. 427 y ss.) y dar lugar a un concurso ideal (art. 48) por
tratarse de bienes jurídicos distintos.
 Segunda, no lleva consigo la simulación, pero exige también dolo, se trata de la
efectiva adquisición de deudas o la realización verdadera de enajenaciones, gastos o
pérdidas. La interpretación de esta cláusula sería muy problemática si, como es común
en otros ordenamientos, la conducta típica se situara fuera del ámbito concursal, en
ese caso, es común la exigencia de una valoración normativa más allá de la mera
realización de los gastos, etc., en el sentido de entender  que la disminución
patrimonial debe poner en riesgo el patrimonio del deudor y concretamente su
capacidad de satisfacer las acreencias asumidas,  pues de lo contrario se estaría
criminalizando el uso permitido del patrimonio individual. Pero éste no es el caso de
la legislación peruana, la ubicación de las conductas en el contexto concursal ya
implica, que existe un riesgo efectivo de no satisfacer las obligaciones del deudor, de
manera que los actos de disminución adquieren relevancia porque incrementan ese
riesgo a través de comportamiento no tolerados ya desde la perspectiva administrativa
que,  como se dijo, somete el patrimonio del deudor a la decisión del colectivo de
acreedores, regla esencial para el funcionamiento del sistema crediticio.

7.1 Delito de favorecimiento ilícito de acreedores: realización de actos de disposición


patrimonial o generador de obligaciones, destinados a pagar a uno o varios acreedores,
preferentes o no, posponiendo el pago del resto de acreedores. Si ha existido connivencia
con el acreedor beneficiario, éste o la persona que haya actuado en su nombre (Inciso 3
del Art.209 del Código Penal)

Se trata del deudor que una vez sometido a trámite cualquiera de los procedimientos
que establece la ley del sistema concursal, sin estar autorizado para ello ni judicialmente ni
por los órganos concursales, y fuera de los casos permitidos por la ley, realice cualquier acto
de disposición patrimonial o generador de obligaciones, destinado a pagar a uno o a varios
acreedores, preferentes o no, con posposición del resto (afectación de la comunidad de
pérdidas a la que pertenece todos los acreedores). En ese sentido, conforme a lo señalado, el
sujeto activo de este delito en realidad no tiene intención de sustraerse de sus obligaciones,
acreencias. El injusto o acto fraudulento tiene como objetivo principal favorecer solo a uno o
a varios acreedores con el pago de sus créditos, en desmedro del resto de acreedores.

La modalidad típica de este artículo, regula los casos de participación necesaria


(“connivencia”), extendiendo la punibilidad al acreedor beneficiado, o quien actúa en su
nombre, y que participa dolosamente en el hecho. De este modo, existe participación
necesaria cuando un tipo se halla configurado de manera que para su realización se necesita
conceptualmente la intervención de más de una persona, y que tales casos de participación se
clasifican en delitos de convergencia y de encuentro. En estos últimos, las manifestaciones de
voluntad de los intervinientes se dirigen también a una misma meta, pero desde ángulos
distintos, de forma que, en cierta manera, las acciones tienden a encontrarse. 

Los delitos de encuentro presuponen la pluralidad de personas activamente intervinientes,


cuyas acciones, sea con una dirección de voluntad coincidente o no, se acercan mutuamente,
es decir, el encuentro de las diversas actuaciones de voluntad tiene efecto constitutivo para el
tipo. De este modo, este articulado no sanciona el mero hecho de ser beneficiario del acto del
deudor sino el acuerdo de voluntades ejecutado en el que interviene el acreedor u otro
en su nombre y beneficio.

Ahora bien, consideramos menester precisar que, los delitos de los arts. 209, 210 y 211 sólo
pueden cometerse en el marco de un procedimiento concursal seguido ante el Indecopi o sus
órganos afiliados, mientras que los delitos financieros se realizan a través de entidades
bancarias, financieras o que operan con fondos del público, es decir las reguladas por la Ley
N° 26702, Ley general del sistema financiero. 
VIII. CONCLUSIONES

 Finalmente, como indicada al comienzo, el delito de insolvencia fraudulenta en


apariencia parece sancionar el incumplimiento de una obligación económica, sin
embargo, se sanciona el recurrir al procesal concursal de forma fraudulenta (engaño) a
fin de no cumplir con una obligación económica.
 En conclusión, podemos decir que, la principal diferencia entre el delito de estafa y el
delito de insolvencia fraudulenta es que, dado el contexto de este delito se requiere de
un procedimiento concursal en el cual se aplica la Ley de Reestructuración
Patrimonial el nomen juris adecuado para su configuración, lo cual no se evidencia en
el delito de estafa. En el mismo sentido, el nomen de delitos de Insolvencia expresa de
modo parcial el contenido de los tipos del Código Penal que extienden la tutela a las
conductas realizadas mediante procedimientos ajenos a la insolvencia, es decir, el
Procedimiento Simplificado y el Concurso Preventivo.
 Las conductas típicas del art. 209 de nuestro Código Penal se encuentran reguladas en
tres numerales. El num. 1 sanciona el ocultamiento doloso de bienes, no la pérdida o
destrucción de éstos ni su transferencia o puesta a disposición de terceros, lo que más
bien podrá ser abarcado por los nums. 2 y 3 del art. en mención; pues debe tenerse en
cuenta que desde la solicitud de insolvencia o de sometimiento a cualquiera de los
procesos concursales, el deudor queda vinculado a una relación de derecho público
que restringe el ejercicio del derecho de propiedad, en el sentido de someter su
patrimonio a las decisiones de los acreedores.
 La ocultación de bienes es un acto por el cual una persona o entidad oculta sus bienes
o propiedades para evitar que se identifiquen o se incauten durante un proceso de
insolvencia. Este comportamiento tiene como objetivo perjudicar a los acreedores. La
insolvencia punible o fraudulenta puede resultar de la ocultación activa de bienes en
el balance y la disposición fraudulenta de los mismos, lo que implica un desequilibrio
económico entre los activos y las obligaciones pendientes. Es importante destacar que
se castiga no solo la insolvencia en sí misma, sino también el comportamiento
doloroso o fraudulento que ha llevado a la insolvencia.
 El delito de fraude concursal doloso es aquel que se realiza con plena voluntad de
hacer daño, y se concreta cuando el que comete el delito obtiene un beneficio lucroso
no satisfaciendo sus deudas, y se encuentra materializado a través del mismo deudor,
la persona que puede actúa en su nombre o el liquidador.

REFERENCIAS

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