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ADMINISTRACIÓN PÚBLICA*
actualidad
la administración pública.
administración pública
De manera muy general se puede hablar de dos modelos básicos existentes en la
legislación penal para la protección del funcionamiento de la administración
pública: un modelo restringido y otro amplio.
Entre los múltiples ejemplos de mala técnica legislativa en esta parte del Código
penal peruano, además de los vacíos que se analizarán más adelante, se pueden
destacar los siguientes:
administración pública
Como se mencionó más arriba, muchos tipos penales de los delitos contra la
administración pública están construidos como “delitos especiales”, es decir,
solamente pueden ser cometidos por sujetos que reúnan una cualidad
determinada (los “intranei”), mientras que los que no reúnan tal cualidad (los
“extranei” o “extraños”), ya por mandato de la ley, no pueden cometer tal delito
especial como “autores”. Además, los delitos especiales pueden presentarse como
“propios” o como “impropios”. Los delitos especiales “propios” son aquellos en
los que el injusto penal se basa decisivamente en la cualidad especial de quien
comete los hechos; p. ej. en el C. P. peruano, el “prevaricato” (art. 418), el “abuso
de autoridad” (art. 376 y ss.), la “malversación de fondos” (art. 389) o el
“cohecho” (art. 393 y ss.) del C.P. peruano. No existe un tipo común similar a
estos. En cambio, en los delitos especiales impropios la cualidad no
constituye, sino solamente agrava el injusto penal ya existente; o sea, existe ya un
tipo penal común al cual se puede recurrir en caso de no existir tal cualidad en el
autor; ello ocurre, en el C. P. peruano, con el “peculado” (art. 387) que puede
verse como un caso agravado del “hurto” (art. 185) o de la “apropiación
indebida” (art. 190); o la “concusión” (art. 382) en relación con las coacciones (art.
151) o la “estafa” (art. 196).
Las consecuencias de esto han sido discutidas mediante tres teorías que, de
manera resumida se pueden explicar así:
c.- Finalmente, Claus ROXIN propone una teoría nueva conocida como: la
teoría de la “infracción del deber”. Según él, existirían dos grupos de delitos:
los “delitos de dominio”, en los cuales el tipo penal exigiría del autor un “dominio
del hecho”, y los “delitos de infracción del deber”, en los cuales el tipo penal
solamente exigiría la “infracción” de un “deber especial” en el autor. Luego, en los
delitos especiales se trataría precisamente de este último grupo de delitos, motivo
por el cual debiera bastar con la “infracción del deber” para admitir la autoría;
sería totalmente prescindible el “dominio del hecho”. P. ej. bastaría para la
autoría del “peculado” (ROXIN pone como ejemplo la “administración desleal”
del art. 266 StGB), con que el funcionario público se vaya al extranjero para
permitir que otro (aleccionado y ayudado por el funcionario) sustraiga los
caudales administrados.
En algunos casos, los tipos penales están construidos como tipos de “participación
necesaria”; es decir, para la comisión del injusto se necesita de dos o más actos
cometidas por dos o más personas. No se debe confundir esto con la “coautoría”,
donde dos o más sujetos, bajo un solo designio criminal, ejecutan “un solo acto”
(matar, robar, violar) aunque con diversas contribuciones. En la “participación
necesaria”, el delito, ya según la descripción típica, necesariamente tiene que ser
realizado por varios sujetos con actos similares y en la misma dirección para la
afección del bien jurídico (delitos de “convergencia”) o con actos provenientes de
distintas direcciones y que se complementan entre ellos (delitos de “encuentro”).
Ejemplos del primer caso sería el “robo en banda”, la “rebelión” y la “sedición”, el
“abandono colectivo del servicio público”; ejemplos del segundo caso, el
“favorecimiento de la prostitución”, el “encubrimiento real”, la “usura”, el “auxilio
al suicidio” (cuando fuera punible), la comercialización de drogas o productos
reproducidos ilegalmente, etc.
Ahora bien, la técnica legal ha preferido expresar por separado el injusto de las
dos partes del “pacto injusto” en sendos tipos penales; para el caso del funcionario
público, se trata de los tipos de “cohecho pasivo”, para el otro, de “cohecho
activo”. Y cuando el pacto injusto entre funcionario e interesado se refiere a una
violación de deberes funcionariales, se trata de un “cohecho propio”, cuando no
existe tal violación, se trata de un “cohecho impropio”. Consecuentemente, suelen
existir tipos penales de “cohecho pasivo propio”, “cohecho pasivo impropio”,
“cohecho activo propio” y “cohecho activo impropio”. Por último, cuando el
pacto injusto presupone un cumplimiento “futuro” por parte del funcionario, se
habla de un “cohecho antecedente”, cuando tal pacto injusto se produce en un
momento posterior a la actividad del funcionario, se trata de un “cohecho
subsiguiente”.
Muchas legislaciones (p. ej. Perú) solamente prevén la punibilidad del cohecho
“pasivo” subsiguiente más no del cohecho “activo” subsiguiente. Pero la
justificación de la punibilidad del “cohecho subsiguiente”, sobre todo cuando se
trata del cohecho “pasivo”, se basa en la “peligrosidad” de la conducta: tales
formas de cohecho encubrirían auténticos cohechos antecedentes o formarían
parte de una estrategia amplia de establecer contacto con el funcionario (la
“alimentación” del funcionario) para futuros acuerdos ilegales.
Por otro lado, dado que algunos tipos penales se refieren simplemente a
“cualquier ventaja”, la doctrina ha hecho la distinción entre ventajas materiales
(o sea con contenido objetivo, mensurable económicamente) y ventajas
inmateriales. Pero estas últimas no han podido ser definidas, pues algunas
veces esconden auténticas ventajas materiales (en el sentido de mensurables
económicamente) como en el caso del favor sexual (existe un mercado de ello) o
bien van demasiado lejos y abarcan conductas altruistas o inocuas (la mera
satisfacción propia, la vanidad, etc.). Especialmente actual es el problema de la
ventaja inmaterial en el caso de los “fondos de terceros” o los “auspicios” en la
actividad de algunos funcionarios públicos (particulamente médicos,
investigadores de instituciones científicas o universidades).
El elemento “ventaja” también trae consigo el problema de determinar su
magnitud. Tampoco este problema ha podido ser solucionado hasta ahora. En la
doctrina dominan ahora opiniones que admiten la “adecuación social” o la
“imputación objetiva” para excluir de la tipicidad algunos casos de ventajas
mínimas; aunque aisladamente se ha afirmado también que debería bastar
cualquier tipo de ventaja o se ha propuesto introducir cuantías para las ventajas
materiales.
Y es que este tipo penal tiene todas las características de un “delito de sospecha”;
el injusto penal consistiría en el no poder demostrar la legalidad del incremento
patrimonial del funcionario público. Por su estructura recuerda al llamado “tipo
de canallas” (Schurkenparagraph) que, en la doctrina alemana, es tomado como
ejemplo de atentado contra el principio de certeza: “Todo canalla será penado
con...”. Y es que aquí el legislador está incumpliendo con su obligación de precisar
el contenido de injusto de la conducta. También ocurre lo mismo con el tipo de
“enriquecimiento ilícito” donde se sanciona un “estado” (el hecho de enriquecerse)
y se invierte la carga de la prueba (el imputado debe probar que su
enriquecimiento provino de fuentes lícitas). Más bien el trasfondo es la “sospecha”
de que el funcionario público se habría enriquecido cometiendo otros delitos
contra la administración pública. Y esto es precisamente lo que se tiene que
probar; el “enriquecimiento ilícito” solamente debería ser indicio de la comisión de
otros delitos más no un delito por sí mismo pues no tiene ni un “bien juridico” ni
“objetos concretos” de algún bien jurídico que se quiera tutelar.
6.- Conclusiones
Después de este apretado recorrido por el amplio capítulo de los delitos contra la
administración pública, se puede decir de manera resumida lo siguiente:
b.- No obstante, todavía existen una serie de problemas técnicos que solucionar.
Particularmente problemático es el concepto de “funcionario público” y los
problemas de autoría y participación que se derivan de él. Pero también tienen
que solucionarse aún cuestiones de la parte especial. Para ello, por lo visto, hay
ya una corriente internacional, basada en una serie de Convenios, que está
influyendo en la legislación penal nacional, sobre todo en lo que respecta al
tratamiento de la “corrupción de funcionarios” (introducción de la “corrupción
transnacional”, la “corrupción privada” y la “corrupción política”). Debe
observarse, sin embargo, con cautela, los intentos de introducir el tipo penal de
“enriquecimiento ilícito” en el área Latinoamericana. En Europa se ha prescindido
hasta ahora de un tipo penal semejante por razones de principio.
c.- Pero, en mi opinión, al igual de lo que se observa con los delitos económicos,
hay hasta ahora un “déficit de valoración” penal en cuanto a la gravedad e
incidencia social de los delitos contra la administración pública, en especial, en el
caso de los tipos de “corrupción”. Y es que los países parecen vivir bajo la ilusión
de no ser afectados mayormente por este grupo de delitos o de que el
instrumental legal sería suficiente para controlarlos. Un buen ejemplo de lo
primero es Alemania, remecida desde hace algunos años por escandalosos casos
de corrupción, y donde, pese a la reforma de 1998, muchos de estos casos
terminan o bien con la absolución o bien con una pena meramente simbólica. En
el caso del Perú, aunque se es consciente del grave problema que se tiene con
estos delitos y, gracias a la coyuntura política, ha habido últimamente una ardua
labor judicial, la técnica penal ha sido deficiente por todos los lados: se ha pecado
por “exceso” introduciendo exageradamente tipos penales que dificultan la
interpretación, se han cometido fallas técnicas que dejan vacíos de punibilidad, y
subsisten posibilidades de lograr la impunidad aplicando una serie de medidas
procesales y materiales previstas en la legislación vigente (p. ej. la prescripción, la
inmunidad parlamentaria, las medidas alternativas a la pena, etc.)
* Por razones de tiempo y espacio no se han puesto las citas que todo trabajo riguroso realmente debería contener.
Para una mayor profundización en lo expuesto y las referencias bibliográficas pertinentes me remito a mis trabajos
anteriores: “Autoría y participación y la teoría de los delitos de ‘infracción del deber’”, Revista Penal N° 14 (abril
2004), España, p. 3 y ss.; “Los delitos contra la administración pública en el Código penal peruano” (Lima, 1ra.
ed., 2001; 2da. edición, 2003); “La lucha contra la corrupción en un mundo globalizado”, en: Losano/Muñoz
Conde, “El Derecho ante la globalización y el terrorismo”, Valencia, 2004, p. 273 y ss.; “Participación necesaria,
intervención necesaria o delitos plurisubjetivos. Una aproximación a la discusión”, Revista Jurídica de Castilla-La
Mancha, n° 34, abril 2003, p. 11 y ss.; “El transfuguismo político: “¿delito de cohecho?”, revista “Cátedra”,
UNMSM, n° 8, Lima, 2001, p. 79 y ss.
[1] En adelante, los artículos que se citan, si no dicen específicamente lo contrario, se refieren al Código penal
peruano de 1991.
[2] Art. 24 C. P. español: “1.- A los efectos penales se reputará autoridad al que por sí solo o como miembro de
alguna corporación, tribunal u órgano colegiado tenga mando o ejerza jurisdicción propia. En todo caso, tendrán
la consideración de autoridad los miembros del Congreso de los Diputados, del Senado, de las Asambleas
Legislativas de las Comunidades Autónomas y del Parlamento Europeo. Se reputará también aturoidad a los
funcionarios del Ministerio Fiscal.”
“2.- Se considerará funcionario público todo el que por disposición inmediata de la Ley o por nombramiento de
autoridad competente participe en el ejercicio de funciones publicas.”
[3] El art. 389 del C. P. peruano dice:
“El funcionario o servidor público que da al dinero o bienes que administra una aplicación definitiva diferente de
aquélla a los que están destinados, afectando el servicio o la función encomendada, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años.”
“Si el dinero o bienes que administra corresponden a programas de apoyo social, de desarrollo o asistenciales y
son destinados a una aplicación definitiva diferente, afectando el servicio o la función encomendada, la pena
privativa de libertad será no menor de tres años ni mayor de ocho años.”
[4] En el C. P. peruano existen, entre otros, los siguientes tipos básicos:
Art. 393 (cohecho pasivo propio): “El funcionario o servidor público que solicita o acepta donativo, promesa o
cualquier otra entaja, para realizar u omitir un acto en violación de sus obligaciones o el que las acepta a
consecuencia de haber faltado a sus deberes, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de seis años”.
Art. 394 (cohecho pasivo impropio): “El funcionario o servidor público que solicita o acepta donativo, promesa o
cualquier otra ventaja indebida para practicar un acto propio de su cargo, sin faltar a su obligación, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años.”
Art. 399 (cohecho activo): “El que trata de corromper a un funcionario o servidor público con dádivas, promesas
o ventajas de cualquier clase para que haga u omita algo en violación de sus obligaciones, será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de cinco años.”
“Si el agente trata de corromper para que el funcionario o servidor público haga u omita un acto propio de sus
funciones, sin faltar a sus obligaciones, la pena será no menor de dos ni mayor de cuatro años.”
[5] Artículo VIII de la Convención: “Soborno transnacional: Con sujeción a su Constitución y a los principios
fundamentales de su ordenamiento jurídico, cada Estado parte prohibirá y sancionará el acto de ofrecer u otorgar
a un funcionario público de otro Estado, directa o indirectamente, por parte de sus nacionales, personas que
tengan residencia habitual en su territorio y empresas domiciliadas en él, cualquier objeto de valor pecuniario u
otros beneficios, como dádivas, favores, promesas o ventajas a cambio de que dicho funcionario realice u omita
cualquier acto en el ejercicio de sus funciones públicas, relacionado con una transacción de naturaleza
económica o comercial...”
[6] Art. 299 StGB (traducción libre): “(1) Quien como empleado o encargado de una empresa comercial, en el
tráfico comercial, exija, se haga prometer o acepte una ventaja para sí o para un tercero como contraprestación
de que favorezca de manera desleal a otro en la competencia de la adquisición de bienes o prestaciones
comerciales, será penado con privación de la libertad de hasta 3 años o con multa”.
(2) Igualmente será penado quien, en el tráfico comercial con fines de competencia, ofrezca, prometa u otorgue a
un empleado o encargado de una empresa comercial una ventaja para éste o un tercero como contraprestación de
que prefiera a éste o a otro, de manera desleal, en la adquisición de bienes o de prestaciones comerciales.”
(3) Los párrafos 1 y 2 rigen también para acciones de competencia en el extranjero.”
[7] El artículo 400 del C. P. peruano dice: “El que, invocando influencias, reales o simuladas, recibe, hace dar o
prometer para sí o para un tercero, donativo o promesa o cualquier otra ventaja con el ofrecimiento de interceder
ante un funcionario o servidor público que esté conociendo o haya conocido un caso judicial o administrativo,
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años.”
[8] El artículo 401 del C. P. peruano dice: “El funcionario o servidor público que, por razón de su cargo, se
enriquece ilícitamente, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años.
Se considera que existe indicio de enriquecimiento ilícito, cuando el aumento del patrimonio y/o del gasto
económico personal del funcionario o servidor público, en consideración a su declaración jurada de bienes y
rentas, es notoriamente superior al que haya podido tener en virtud de sus sueldos o emolumentos percibidos, o de
los incrementos de su capital, o de sus ingresos por cualquier otra causa lícita”.