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MARCHAS Y CONTRAMARCHAS.

EL DERECHO A LA EDUCACIÓN Y LAS DINÁMICAS DE EXCLUSIÓN INCLUYENTE EN


AMÉRICA LATINA.
(A sesenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos).

En su ensayo P. Gentili parte del análisis de la consolidación de la Declaración Universal de los


Derechos Humanos (1948) DUDH, debido al desconocimiento de esos derechos.

El mismo se centra en: Analizar los procesos educativos como un derecho humano en América
Latina y el Caribe. También analiza los objetivos opuestos entre la concepción socializante y
privatizadora que no se encuentran fundamentados en dicha declaración, en virtud del aporte a una
generación de riquezas. Por último realiza una fuerte crítica ante los procesos “exclusión
incluyente”, lucha por el conocimiento es igual a lucha por poder, lo que apunta a los desafíos de las
políticas educativas de esa región con la expansión de la escolaridad y una cierta negación a sectores
de la población. En esa línea de pensamiento, Gentili realiza un análisis socio histórico cultural
amparado en el artículo 26 de la DUDH teniendo en cuenta los principios de igualdad y libertad.

Cabe destacar que para el autor una política educativa democrática debería ser diseñada de tal forma
en donde la DUDH tuviera más relevancia; ya que la misma podría
terminar o al menos disminuir con la herencia de exclusión y desigualdad, por eso destaca que luego
de la creación de la DUDH hubo tratados que se crearon (1966 Asamblea General de la ONU – 1989
Derechos del Niño – 2000 Declaración del Milenio) que en vez de reafirmar y ampliar la lucha por
una educación pública y democrática, lo que hizo fue limitarla, porque la inclusión de un derecho en
un tratado no garantiza la eficacia de su implementación, ni tampoco protege a sus beneficiarios, sino
que abre dos campos de disputa: la lucha por su implementación efectiva y la lucha por su
reconocimiento como principio ético que organiza las relaciones humanas en una sociedad.

Partiendo de estas discrepancias, el autor analiza las “Marchas” que han enfrentado el Derecho a la
Educación en donde el conocimiento sea un bien público y no una mercancía, que desde 1948 si bien
el crecimiento de los sistemas educativos fue notorio, no se puede dejar de observar las diferencias
regionales que continúan siendo muy grandes. Para esto el autor se basa en un estudio estadístico que
demuestra su afirmación, por lo que la medición del desempeño del derecho a la educación
constituye la evidencia de que la DUDH no supuso únicamente la formulación de una proclama.
Además es un hecho que el proceso de expansión escolar ha sido una constante en toda América
latina y el caribe, pero también no se puede dejar de observar que la realidad regional evidencia
tendencias que debilitan y obstaculizan esos avances democráticos que muestran las estadísticas.

Esas tendencias de la que habla el autor se ven reflejadas en una marcha en que se da la aceleración,
la expansión y la universalización que se produjo en Latinoamérica a partir de la segunda mitad del
siglo XX, y que son resultados de luchas y movilizaciones de los sectores rurales y urbanos,
sindicatos y movimientos. Estos límites por lo que refiere a los avances supone a un llamado de
atención sobre las marchas y contramarchas que tienen como objetivo hacer de los derechos
humanos una realidad activa.

A lo que refiere “Contramarchas”, permiten observar los límites que enfrentan las posibilidades de
hacer del derecho a la educación una oportunidad efectiva para las grandes mayorías. De esto se
deriva que existe un conjunto de factores que producen socialmente la exclusión educativa en las
sociedades latino americanas, por tal motivo se debe reconocer que la exclusión es una relación
social, por lo que los que están excluidos del derecho a la educación, no solamente están por
permanecer fuera de la escuela sino también por ser parte de un conjunto de relaciones y
circunstancias que los alejan de este derecho. Por ejemplo, históricamente a los pobres se les negaba
el derecho a la educación y hoy se les niega este derecho al no ofrecer otra alternativa que no sea la
de permanecer en un sistema educativo que no garantiza ni tampoco crea condiciones para el acceso
a una educación de calidad. Lo que si se observa es que a partir de la segunda mitad del siglo XX, es
un proceso de universalización del acceso a la escuela asociada a la obligatoriedad escolar; tratando
así de revertir las tendencias que limitan o niegan las posibilidades efectivas de afirmación de este
derecho.

Esas tendencias que se orientan a revertir los avances alcanzados, hace de la universalización de las
oportunidades una “universalización sin derechos”, luego por la expansión educativa una “expansión
condicionada”. La universalización sin derechos, para el autor es el proceso de acceso a la escuela
que se produce en un contexto de empeoramiento de las condiciones necesarias que permiten a ser
efectivas y reconocidas el derecho a la educación desde 1948. Por otra parte la expansión
condicionada es un proceso por el cual los sistemas nacionales de educación han tendido crecer en el
marco de una segmentación y diferenciación institucional que otorga a los sujetos que transitan por
estos sistemas en estatus y un conjunto de oportunidades desiguales.

Las tendencias que contribuyen a los dos conceptos anteriores de los sistemas educativos
latinoamericanos son:

1º) la “Pobreza y la Desigualdad”, que se refiere a los altos niveles de pobreza y exclusión
como también la persistente desigualdad e injusticia social que caracterizan el desarrollo
latinoamericano contemporáneo que han limitado de forma combinada el potencial democratizador
de dicha expansión (los niveles de miseria asociada al hambre y a la desnutrición, y a las pésimas
condiciones de vida y de salud notoriamente en la población infantil y juvenil) donde este aspecto se
articula con la desigualdad, pues aunque algunas sociedades consiguen reducir la pobreza, la
injusticia social continúa de forma constante. Estos factores impactan en el campo educativo.

2º) La “Segmentación y Diferenciación de los Sistemas Escolares” también interfieren en


los procesos de universalización de las oportunidades de acceso a la educación. Pues los sistemas
nacionales de educación se encuentran diferenciados en circuitos institucionales que concentran
condiciones y oportunidades educativas heterogéneas y desiguales.
La definición de sistema educativo choca con la realidad de aparatos institucionales heterogéneos por
lo que refiere en sus dinámicas de funcionamiento, en condiciones de acceso a recursos, en el perfil
de los docentes, en el tipo de alumnado y en el tipo y la calidad común de los conocimientos que
imparten. La escuela se ha universalizado sin ampliarse o democratizarse su condición pública; es
decir, el estatus de bien común y del derecho social desmercantilizado.

Por más que hoy existan más oportunidades de acceso a la escuela, las formas de exclusión educativa
y la negación de las oportunidades escolares se han vuelto más difusas, pues aún el sujeto estando
dentro del sistema, continúa con su derecho a la educación negada. Así, las oportunidades educativas
se vuelven más desiguales en un sistema escolar institucionalmente más complejo y heterogéneo,
menos igualitario y más polarizado, segmentado y diferenciado.

3º) “Los Sentidos del Derecho a la Educación”, lo que Gentili dice es que la educación
debería tener un sentido que apuntara de forma efectiva lo que establece la DUDH referente a la
educación como un derecho humano, entre otras. Sostiene que la educación como un derecho
humano es la base, la aspiración y el punto de llegada de toda lucha por la justicia social y la
igualdad, pero durante la última mitad del siglo XX la educación fue sometida a una disputa acerca
de los motivos que la fundamentan y de las razones que la dotan de sentido.

Desde este punto de vista el autor observa que la educación aumenta la productividad y las
oportunidades aumentan las posibilidades de competir por el dominio de los conocimientos para
ocupar así los mejores puestos y más disputados beneficios. A partir de esto concluye que, mientras
que la DUDH trataba de reafirmar la dimensión pública de la educación desde el ámbito de la
igualdad y la justicia social, el economicismo educativo iba contaminando los discursos de las
sociedades y gobiernos. Para el economicismo educativo, el sentido de la educación se afirma en las
ventajas económicas que la misma puede producir, esto referente en la idea de que como no hay
derechos por la mitad, entonces no hay un principio de mayoría que se aplique a los derechos
humanos simplemente porque el derecho a la educación es colectivo y no solamente para un número
de personas.

En base a estas tres sub divisiones que el autor apunta dentro del apartado Contramarchas, surge el
concepto de “Exclusión Incluyente”, que trata de llamar a la atención sobre la necesidad de pensar
el conjunto de dimensiones que están constituidos en todo proceso de discriminación y a la vez,
alertando que a partir de la multidimencionalidad y la necesaria construcción de procesos sociales de
inclusión siempre dependen de un conjunto de decisiones políticas orientadas a revertir las múltiples
causas de la exclusión y no solo algunas, que acaban resultando insuficientes en el marco de una
inserción institucional.

A partir de toda esa reflexión y análisis realizada por Gentili, él mismo sostiene que: se debería
pensar en torno a los espacios de intervención y de disputa, una consolidación y ampliación de las
fronteras de la educación como un bien público y social como un derecho humano fundamental. Esto
sería como un desafío en donde se debería redoblar la apuesta, ampliar y radicalizar la herencia que
nos deja la declaración de 1948. Esta apuesta debe ser el motor de una renovada esperanza en el
valor que el derecho humano a la educación posee y que deberá poseer en el “Futuro”, pero para
esto debe haber una voluntad popular que exija y en este marco, el autor presenta dos cuestiones
relevantes.

A) “Defensa y Protección del Derecho a la Educación en los Tribunales Nacionales e


Internacionales”:

Para Gentili si el reconocimiento de la educación como derecho humano fundamental constituye el


punto de partida para la construcción de toda política educativa, entonces se debería poner en
cuestión el orden jurídico sobre el cual se sustentan los principios de una sociedad libre e igualitaria,
solidaria y democrática, cuestionándolo como cualquier otro delito. De esa forma, los estados en
todas sus jurisdicciones deberían ser juzgados y condenados por violar ciertos derechos humanos,
pues los gobiernos deben ser responsables por la educación de sus ciudadanos.

B) “Ampliar los Sentidos Democráticos del Derecho a la Educación”:

Teniendo en cuenta los aspectos que dotan al derecho a la educación de un poder democrático pero
que a la vez sea eficaz, es relevante impedir que el conocimiento sea monopolizado y expropiado de
forma privada por individuos, grupos u organizaciones que disponen del poder, de los recursos, de la
fuerza y de la superioridad técnica que permite acumularlo.

Este punto es visible a la hora de ver que la lucha por el conocimiento es siempre lucha por el poder,
de ser así el propio conocimiento está atravesando por uno de los atributos que define una de las
formas dominantes de ejercicio del poder: el “COLONIALISMO” en donde, por la propia
colonialidad del poder se corresponde con a una colonialidad del saber, surge la cuestión entorno a
que el derecho humano a la educación como igualitario, no debe ser un derecho a cualquier
educación o a la que los poderosos interpretan que nos merecemos, sino a una educación liberadora
basada en el reconocimiento y en el respecto a los saberes que nos han constituido como nación,
comunidad, tradiciones, etc…

Así como Gentili considera que la educación pública debe ser orientada en base a los valores que se
presentan en la DUDH desde 1948, en tanto como igualdad de oportunidades, sin discriminación y
violencia, en base a un sistema político de confianza con la sociedad y una institucionalidad
democrática de confianza a partir de la participación e intervención ciudadana, desde mi punto de
vista es algo singular que se puede observar al estar inmerso en la Facultad de psicología, ya que no
vemos solamente ciudadanos de nuestra patria; sino que también la integración de otros ciudadanos
de otras naciones latinoamericanas, tanto en el ámbito educando como educador. Y esto es lo que
abre una perspectiva hacia un futuro en la educación de nuestro país.

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