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Maestra: MÓNICA BAREÑO LAFARGA

REPORTE: Reconstruyendo la historia de la educación comunitaria en América Latina.


Alumno: Radamés A.U. Contreras

La educación comunitaria en América latina se refiere a un tipo de educación que


se enfoca en la participación activa de las comunidades locales en el proceso
educativo. Este enfoque busca fomentar la autodeterminación y el
empoderamiento de las comunidades para que puedan desarrollar soluciones a
los problemas educativos específicos que enfrentan.

En América Latina tiene sus raíces en los movimientos sociales y políticos que
surgieron en la región a lo largo del siglo XX. En muchos países, la educación
comunitaria se ha convertido en una forma de resistencia y lucha contra la
desigualdad social y la marginación de las comunidades pobres y rurales. En la
actualidad, pueden incluir programas de alfabetización, escuelas populares,
programas de educación para adultos y programas de educación no formal.
También enfrenta una serie de desafíos. Uno de los principales es la falta de
recursos y financiamiento.

En ese sentido, se busca una educación liberadora, que se originó en América


Latina en la década de 1960 y 1970. Fue desarrollado por el educador brasileño
Paulo Freire, quien creía que la educación debería ser una herramienta para
liberar a las personas de la opresión y la marginación. Según Freire, la educación
tradicional se enfoca en transmitir conocimientos de manera pasiva a los
estudiantes, sin tener en cuenta sus experiencias y conocimientos previos. En
cambio, la educación liberadora se enfoca en la participación activa de los
estudiantes en el proceso educativo y en la creación de un ambiente de diálogo y
reflexión crítica. Los estudiantes no solo aprenden conocimientos, sino que
también aprenden a cuestionar la realidad y a actuar para transformarla.

La educación liberadora busca empoderar a los estudiantes y fomentar su


participación activa en la sociedad. Además, se enfoca en la educación como un
proceso continuo que ocurre a lo largo de toda la vida, en lugar de estar limitado a
la educación formal en las escuelas.
Uno de los aspectos clave de la educación liberadora es la importancia que se le
da al contexto social y cultural de los estudiantes. Los estudiantes no son vistos
como seres aislados, sino como seres sociales e históricos que están
influenciados por su entorno. Por lo tanto, la educación liberadora se enfoca en la
educación para la transformación social, en la que los estudiantes aprenden a
analizar y cuestionar su entorno y a trabajar juntos para transformarlo.

Este enfoque ha tenido un gran impacto en América Latina y en otros lugares del
mundo, y ha sido utilizado por muchas organizaciones y movimientos sociales
para fomentar el cambio social.

Sobre esto, Antonio Gramsci, un pensador italiano del siglo XX, quién fue uno de
los primeros en utilizar el término "educación liberadora" en el contexto de la lucha
contra la opresión y la desigualdad, argumentaba que la educación era un medio
importante para crear una sociedad más justa e igualitaria, y que los estudiantes
debían ser educados para que pudieran pensar críticamente y actuar para
transformar su entorno.

Gramsci también desarrolló la idea de que la educación no era simplemente una


cuestión de transmitir conocimientos, sino que estaba profundamente ligada al
poder y la política. Argumentaba que los sistemas educativos eran controlados por
las clases dominantes, y que se utilizaban para mantener el status quo y perpetuar
la desigualdad social. Para Gramsci, la educación liberadora era un medio para
contrarrestar el control de las clases dominantes sobre la educación y para
fomentar la participación activa de las personas en la construcción de una
sociedad más justa y democrática. Creía que la educación debía ser un proceso
activo en el que los estudiantes pudieran aprender a pensar críticamente y a
cuestionar el sistema existente.

Para cerrar, se menciona sobre el desafío de construir ciudadanos democráticos


Para lograrlo, es necesario fomentar valores y habilidades que permitan a los
ciudadanos participar activamente en la toma de decisiones y en la construcción
de una sociedad más justa y equitativa. Algunos de los desafíos que se presentan
al intentar construir ciudadanos democráticos son:

Falta de participación: Muchas personas no participan activamente en la vida


política y social de su comunidad porque sienten que su opinión no cuenta o
porque no creen que puedan hacer una diferencia. Para construir ciudadanos
democráticos es necesario fomentar la participación activa de todas las personas
en la toma de decisiones y en la construcción de políticas públicas.

Desigualdad y exclusión: Las desigualdades económicas, sociales y culturales


pueden impedir que algunas personas tengan acceso a la educación y la
información necesarias para participar plenamente en la sociedad. Por lo tanto, es
importante trabajar para reducir las desigualdades y la exclusión social, y
garantizar que todas las personas tengan acceso a la educación y la información
necesarias para participar activamente en la vida política y social.

Falta de diálogo y debate: La construcción de ciudadanos democráticos requiere el


fomento de un diálogo y debate abierto y respetuoso en la sociedad. La falta de
diálogo y debate puede llevar a la polarización y al cierre de las mentes, lo que
hace más difícil la construcción de una sociedad democrática, pluralista y
claramente a la falta de compromiso cívico y social.

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