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Autor:
Antonio P. Camacho Ruiz
El riesgo reputacional
Introducción
Por tanto, la impresión buena o mala que nuestra labor deje en los usuarios
quedará ligada a la marca. Esta impresión se sustenta en la experiencia de esa
persona al consumir nuestros productos, usar nuestros servicios, relacionarse
con nuestro personal de atención al público o interactuar con la compañía de
cualquier modo. Así, la percepción que la marca de nuestro proyecto despierta
en la población resulta equiparable a nuestra reputación como empresa,
quedando indisolublemente unidos ambos conceptos: reputación corporativa e
imagen de marca.
Contenido
La capacidad para afectar a los demás riesgos conforma una de las principales
características del riesgo reputacional, hecho que, para muchos proyectos y
empresas, se plantea difícil de abordar (Vizcaíno, 2010, pp. 200 y 209):
tradicionalmente estas entidades se han enfrentado a riesgos de tipo
cuantitativo que se calculan a través de fórmulas matemáticas, un
procedimiento difícil de aplicar a los riesgos para la imagen corporativa. No
obstante, algunas propuestas, como la llevada a cabo por Deborah Pretty,
trabajan con la creación de procesos matemáticos para evaluar la fortaleza de
las marcas frente a una crisis y sus posibilidades de recuperación. Para ello, se
valoran factores como la experiencia de los directivos, los beneficios y
rendimientos de la empresa, etcétera.
Los riesgos para nuestra imagen pueden tener la más diversa procedencia:
demandas –particularmente de nuestros clientes o usuarios– y procesos legales;
publicidad adversa o campañas mal gestionadas; errores en el desarrollo,
fabricación o envío de productos o servicios; asociación real o percepción por
parte del público de vínculos con socios o compañías cuestionables; errores en
la propia gestión del riesgo, etcétera.
Todo ello puede acarrear consecuencias negativas como menores ingresos y más
gastos –derivados de la necesidad de nuevas acciones publicitarias, costes
surgidos de nuestra defensa legal...– o dificultades para encontrar nuevos socios
empresariales.
Dentro del panorama económico actual, velar por la reputación de una entidad
de cualquier sector constituye un reto. Las organizaciones han empezado a ser
conscientes de la importancia de cuidar su imagen, optando por no participar
en negocios o acuerdos que potencialmente produzcan daños a la percepción de
su marca. En este sentido, Vizcaíno (2010, p. 208) considera que uno de los
mejores ejemplos que podemos encontrar está encarnado por el Banco
Santander, cuya solidez no solo se basa en sus actividades financieras, sino
también en la existencia de estrategias de gestión del riesgo reputacional dentro
de la entidad. Así pues, cuando se produjo el colapso de Lehman Brothers, el
Banco Santander llevó a cabo una eficaz gestión de las inversiones de sus
clientes que pudieran verse afectadas. Pese al alto coste financiero, la entidad
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Rev. Febrero 2021
Conclusiones
Las impresiones cuentan y mucho. Por ello, es esencial que nuestros servicios o
productos –así como otras acciones que decidamos emprender (sociales,
medioambientales, publicitarias…)– proporcionen siempre una experiencia
positiva a clientes y usuarios, en la que se sustentará el valor de la marca y, por
tanto, su reputación. Así las cosas, reputación corporativa e imagen de marca
son conceptos indisolublemente unidos y vitales para el futuro de una
organización.
ANEXOS
Bibliografía