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AUTOR: Alcadia Josefina Acosta Bermúdez

TUTORA: Linny Esther Ruiz Tovar


FECHA: 13/05/23
ESPECIALIZACIÓN: Agroecologia
ENSAYO CRÍTICO

Referente Teórico
Clima y Gestión Escolar

Clima Escolar

El Sistema Educativo Venezolano, gracias a la Consulta Nacional por la Calidad de


la Educación, se ve en la necesidad de incluir en la calidad de la educación al clima
escolar en base a este planteamiento, el Sistema Educativo debe aportar  a la educación
Venezolana, beneficios como mejorar el desempeño del docente, mejorar la
autoestima y motivación del docente y alumnos, disminuir el ausentismo escolar y
laboral, mejorar el desarrollo personal y social, prevenir conductas de riesgo y
minimizar la violencia escolar. 

Por consiguiente, el sistema debe desarrollar propuestas, acuerdos, planes y


programas educativos como por ejemplo: alimentación, orientación, inteligencia
emocional, escuela para padres, de formación profesional para docentes, entre otros.
Con la finalidad de mantener en la escuela un espacio de tregua para mejorar el clima
escolar.

Antes de dar una definición del clima escolar, es necesario comprender que la
escuela es un ambiente de aprendizaje, porque es un espacio intencionado para el
desarrollo de competencias interacciones y colaboración con todos las personas que
hacen vida en ella, por esta razón se puede mencionar, que la primera dimensión del
clima escolar es logra una escuela constructora de paz. Así López (2014), señala que el
clima escolar incide en la construcción de ambientes propicios para el intercambio de
ideas y saberes, la formación ciudadana y el desarrollo de las prácticas educativas
escolares coherentes con el contexto.

Desde una perspectiva general se puede considerar al Clima escolar, como el


ambiente escolar en el que conviven los estudiantes, los docentes y los directivos, donde
las conductas son determinadas por la percepción que poseen sobre el contexto escolar.
Se define el clima escolar como la cualidad del ambiente escolar experimentado por
los estudiantes, docentes y directivos, que al basarse en la percepción que poseen sobre
el contexto escolar, determina sus conductas (Hoy y Miskel, 1996).

En este ambiente, los estudiantes ocupan el lugar más relevante no por ser los más
importantes visto desde la perspectiva del clima, sino que por razones semejantes a las
que nos llevan a denominar los procesos anteponiendo el aprendizaje. Tiene que ver con
que las comunidades escolares se organizan en virtud de aquello que debe suceder en las
niñas, niños y jóvenes.

Algunos autores sostienen que el clima escolar se valora por la calidad de las
relaciones entre sus miembros y los sentimientos de aceptación y de rechazo entre ellos.
Un buen clima escolar induce a una convivencia más fácil y permite abordar los
conflictos en mejores condiciones. Es un factor que incide en la calidad de la enseñanza
que imparte.

Para lograr un buen clima escolar, cabe preguntarse ¿cómo mejorar el clima escolar
actual?, sin lugar a dudas esto nos conduce de manera directa a los procesos de
aprendizaje, a los cuales son sometidos los alumnos a lo largo de su vida estudiantil, y a
plantear reflexiones e interrogantes con respecto a que si los procesos de enseñanza-
aprendizajes se adecuan a las realidades históricas que vive la nación.

En efecto el currículo en nuestro sistema educativo incluye todos estos aspectos, una
muestra de ello, son las consultas que se realizan a nivel nacional para adecuarlo
tomando en cuenta las experiencias significativas de nuestros maestros y maestras y las
situaciones sociales, económicas, políticas y culturales por las que atraviesa el país, con
incidencia directa en nuestro sistema educativo.

Efectos del clima escolar en el rendimiento educativo

Está comprobado que un clima escolar hostil se traduce en un bajo rendimiento


académico de los y las estudiantes. Por esta razón no logran los niveles de excelencia
que se alcanzan en un ambiente de sana convivencia, de tal modo que por el bien de los
estudiantes se hace imprescindible diseñar estrategias que permitan mejorar un clima
escolar no deseado. Este clima debe tener como objetivo el logro de tres componentes
esenciales, integración, justicia y disciplina, una disciplina no estricta y anárquica sino
una de carácter pedagógica, donde se reconozcan los derechos de los alumnos para
lograr un clima escolar efectivo.

En mi opinión para alcanzar un buen clima escolar, la instituciones educativas deben


contar con una plantilla de maestros y maestras, directivos, personal administrativo,
trabajadores y trabajadoras en general que aporten y desarrollen estrategias que
garanticen una sana convivencia escolar que estimulen los procesos de enseñanza-
aprendizaje de las y los estudiantes con basamento en el desarrollo de sus habilidades y
capacidades, por ende lograr un aprendizaje significativo.

En general, el clima escolar se define como el conjunto de características


psicosociales de una escuela determinada por aquellos factores o elementos
estructurales, personales y funcionales de la institución que integrados, confieren un
estilo propio a la escuela condicionando a la vez los distintos procesos educativos.

Un clima escolar positivo permite que las y los estudiantes se sientan acompañados,


seguros, queridos, tranquilos y fomenta su desarrollo. Esto repercute en su aprendizaje y
en el establecimiento de relaciones positivas.

La preparación, actualización o formación permanente de los maestros y maestras es


un importante indicador que el docente o la docente de aula están capacitado para crear
en el aula de clase un clima psicológico que favorezca el aprendizaje de los y las
estudiante y no lo perjudiquen. En relación a este podríamos asegurara que el docente a
quien le gusta su trabajo, son más generosos en su forma de evaluar, se muestran más
tolerantes y amigos, oyen a sus alumnos y estimulan la participación en clase. 

Las experiencias del aula nos muestran que cuando el docente observa dificultades
de aprendizaje en sus alumnos y alumnas por falta de motivación, con dificultades para
acatar órdenes, padres y representantes que no acompañan el proceso de enseñanza-
aprendizaje de sus hijos pero que en reiteradas oportunidades se preocupan por que
estos aprueben sus exámenes pero no necesariamente que aprendan. Toda esta carga
muestra un panorama de frustración para los y las docentes que dificulta la enseñanza y
genera proceso de estrés y de deterioro de su calidad de vida.
Gestión Escolar

Algunos autores sostienen que la gestión escolar debe entenderse como un proceso
complejo caracterizado por múltiples interrelaciones de variados nexos con aspectos
dinámicos y de diferente naturaleza que frente a las nuevas exigencias de la educación
implica mezcladas y variadas formas de satisfacer sus demandas. Las cuales deben estar
centradas en el éxito de los estudiantes para su formación integral, es allí donde el
gerente debe promover la participación activa de todo el colectivo para cumplir y actuar
en pro de los objetivos que permita la formación cónsona de los estudiantes y el realce
institucional.

En la línea de pensamiento Lanz (1998:12) sostiene que es el conjunto de acciones


pedagógicas integradas con las gerenciales que realiza un directivo con múltiples
estrategias estructuradas convenientemente para influir en los sujetos del proceso
educacional que partiendo de objetivos permite conducir un sistema escolar del estado
inicial al deseado con vistas a ampliar un encargo social determinado.

El proceso de gestión "implica dirigir el funcionamiento y desarrollo de un sistema"


(Molins, 1998: 25), como lo es la escuela, para darle direccionalidad al servicio
educativo que ofrece, basándose en: 1) la normativa legal, 2) la normativa general y la
técnica, aportadas por la pedagogía, la didáctica y otras ciencias de la educación, 3) el
curriculum restringido y el amplio, 4) las políticas y los planes educativos (Molins,
2000).

Este servicio educativo, además, se fundamenta en los principios pedagógicos de la


educabilidad, la educatividad, la pasión y la racionalidad, y consiste en la acción del
docente para dinamizar y orientar el proceso de enseñanza-aprendizaje para que el
alumno logre unos objetivos previamente delimitados, a través de la adquisición de
contenidos conceptuales, actitudinales y procedimentales, y ser así una experiencia de
aprendizaje pertinente y significativo (Ander-Egg, 1993) orientada a aprender a
conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser (UNESCO, 1996).

La gerencia de la institución educativa es el proceso a través del cual se orienta y


conduce la labor docente y administrativa de la escuela y sus relaciones con el entorno
(Manes, 1999), con miras a "conseguir los objetivos institucionales mediante el trabajo
de todos los miembros de la comunidad educativa" (Amarate, 2000: 11) a fin de ofrecer
un servicio de calidad, "y coordinar las distintas tareas y funciones de los miembros
hacia la consecución de sus proyectos comunes" (Álvarez, 1988:23). Para ejercer la
dirección de la escuela se debe contar con un perfil profesional de competencias,
aspecto que abordaremos seguidamente.

Del análisis anterior se derivan como competencias (Ruiz, 2000; Alvarado, 1990;
Álvarez y Santos, 1996): la capacidad para proporcionar dirección a la gestión de la
escuela con una visión de conjunto y desarrollar un ambiente y cultura de trabajo en
equipo que favorezca la participación creativa y la innovación, habilidad para obtener y
procesar información relevante para planificar y solucionar problemas, capacidad de
negociación y generación de compromiso, liderazgo centrado en el modelaje,
disposición a aprender, habilidad para formar y asesorar en los procesos docentes y
administrativos y capacidad de establecer vínculos de colaboración con la comunidad y
su entorno, entre otras.

El rol del gerente educativo es gerenciar el sistema que representa la escuela que
dirige, a fin de satisfacer las necesidades de los diferentes actores internos o vinculados
a la institución y así contribuir a cubrir la demanda cuantitativa y cualitativa de la
educación. Todo directivo al gerenciar la escuela aplica, de manera continua, en
conjunto con los demás actores, el ciclo planificar-ejecutar-revisar-actuar (Deming,
1989a; Guédez, 1998).

La aplicación de este ciclo es el proceso de dirección de la institución, a través del


cual se planifica, organiza, dirige, controla y da seguimiento a la gestión escolar,
optimizando la utilización de los recursos materiales, financieros, tecnológicos y
humanos disponibles (Koontz et al., 1983; Chiavenato, 1999; Amarate, 2000),
componentes que analizaremos a continuación:

 La planificación, en esta fase el Gerente con su equipo, decide qué y cómo


hacerlo, para convertir a la escuela en un centro de excelencia pedagógica, de
acuerdo al proyecto educativo que orienta los procesos de enseñanza en el aula,
a partir de un diagnóstico de su realidad, la fijación de objetivos a lograr, los
cursos de acción a seguir y los recursos a asignar (Ander-Egg, 1993; Graffe,
2000b). Además, servirá de insumo fundamental a las otras etapas del proceso
de dirección.
 La organización, que implica el diseño de la estructura formal para el desarrollo
de la gestión de la escuela, facilitando la integración y coordinación de las
actividades de los docentes, alumnos y otros agentes; y el empleo de los recursos
para desarrollar los procesos, programas y proyectos, que involucran la división
del trabajo y de funciones, a través de una jerarquía de autoridad y
responsabilidad y un esquema de las relaciones entre sus actores y con su
entorno (Schein, 1982; Amarante, 2000).
 La dirección, asociada con el liderazgo, la motivación y la creación de un clima
organizacional por parte del directivo, que integre las potencialidades de los
diferentes sujetos, a partir del compromiso de todos con el proyecto educativo
para mejorar la docencia y la administración de los recursos de la escuela
(Koontz et al., l983: 423; Ander-Egg, 1993; Graffe, 2000a).
 El control y seguimiento de la gestión, para asegurar la ejecución de la
programación de acuerdo al esquema de responsabilidades y distribución del
trabajo que se diseñó, para lograr los objetivos y metas asignados a los diferentes
actores o unidades del centro escolar; e introducir ajustes a la programación y a
la asignación de recursos (Molins, 1998; Ruiz, 2000; Graffe, 2000b).

Para (Ruetter y Conde, 1998) es importante establecer indicadores, criterios y un


sistema de información para evaluar y retroalimentar al gerente sobre el avance y nivel
de cumplimiento de los objetivos, metas y actividades previstas; todo ello con el objeto
de evaluar continuamente los resultados e impactos en términos del nivel de
rendimiento de los alumnos y de los procesos docentes y administrativos, a fin de tomar
decisiones sobre ajustes a la programación (Graffe, 2000a).

Ahora bien, el control y seguimiento de la gestión no se puede realizar sin datos e


información. Dato es el resultado de una medición cuantitativa o cualitativa, obtenida
para dirigir y tomar decisiones racionales. Pero si los datos son analizados permiten
tener una interpretación del desempeño de los diversos procesos, programas y proyectos
de la escuela; actividad de mayor valor agregado que permite identificar las
desviaciones o variaciones a las ejecuciones previstas y establecer las causas de las
diferencias detectadas (Ruetter y Conde, 1998; Graffe, 2000a).
Este análisis del gerente y de su equipo docente es lo que es información, y en la
medida que se profundice permite generar el conocimiento e inteligencia (Ponjuán,
1998) para evaluar las situaciones, fortalezas y debilidades de la gestión y del proceso
educativo a nivel de aulas y la escuela en su conjunto, que permitan el ajuste en la
dirección dada a la escuela.

Este modelo prioriza la participación de los diferentes actores, al aprovechar las


energías y competencias de cada uno, en aras de construir una organización inteligente,
al aprender de su experiencia (Senge, 1992; Gento, 1998), pero sin perder de vista que
"la participación no tiene ningún sentido en una organización educativa sin una
dirección" (Bris, 1997: 82). Darle direccionalidad es una responsabilidad del gerente
educativo, en base al proyecto educativo y demás proyectos de la escuela, donde la
visión compartida y finalidades de la misma son el marco orientador obligado para
emprender la transformación de la institución escolar, su gestión y las prácticas
pedagógicas (Senge, 1992; Manterola y González, 2000).

En mi opinión, los elementos que utilizan Molins y Lanz, para definir la Gestión
Escolar son tan precisos que dan luces del verdadero significado y la importancia que
para el proceso educativo representa la gestión escolar.

En pocas palabras, los componentes a los que hacen referencia Deming y Guédez,
planificar-ejecutar-revisar-actuar funcionan como un sistema o encadenamiento; uno
que falle conduce la gestión escolar al frascaso.

Las experiencias de aula nos muestran que educar nunca ha sido fácil y dirigir un
centro educativo tampoco, especialmente en nuestro  país,  donde todo se ha convertido
en una carrera de obstáculos. Dirigir una escuela, del tamaño que sea, es un cargo de
mucha responsabilidad y enormemente importante, pues a veces en muchas
comunidades  en las más pobres e incluso en las no tan pobres, la escuela es la única
institución que queda para gestionar ayudas, organizar, formar.

Quienes asumen la gestoría de la institución educativa deben tener una mirada


amplia, que pueda ver todo el conjunto del centro y el entorno escolar: como las
amenazas existentes en la comunidad para la escuela, si hay delincuencia organizada,
bandas delictivas, para transformarlas en oportunidades de desarrollo y crecimiento del
hecho educativo, posibilidades de aliados o alguna otra fortaleza que contribuya a
mejorar el clima escolar.

Se puede inferir que quienes asuman el reto de conducir los destinos de una escuela
deben sentir amor por su profesión de docencia, conocerse muy bien a sí mismo, cuáles
son sus fortalezas y sus debilidades, que sean inteligentemente humilde, capaz de ver lo
bueno que tienen los demás y los aspectos en los cuales requieren ayuda. Este equipo de
dirección no debe erigirse en jefes que se imponen a trocha y mocha; por el contrario se
obligan a ser líderes que inspiran,  animan, tienden la mano,  escuchan y consultan.

Por consiguiente, he de subrayar que una gestión como la descrita debe ser
impulsada por un equipo de trabajo, no de forma individual por quien dirige los destino
de la institución educativa, en este equipo lo saberes y haceres deben complementarse
en un ambiente de trabajo donde reine la confianza, el respeto, la tolerancia, el valor por
el otro y en suma el amor.

De tal manera la gestión escolar se concretiza en el hecho de promover desde los


centros educativos las diferentes evoluciones con miras a lograr objetivos comunes
dentro de la institución y en consonancia con su contexto y dinámica social.

Hoy en día la gestión escolar que demandan las instituciones educativas debe estar
en consonancia con las transformaciones del pensamiento del siglo XXI, donde los
actores sociales educativos posean un perfil transformador de la acción, docentes y
directivos con una mente flexible, amplia y verdaderamente humanista.

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