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En Psicopedagogía
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Alumnas: Grupo N° 3
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Desarrollo
Siguiendo con el desarrollo infantil, la primera infancia se caracteriza por ser una
etapa de maduración y de mayor plasticidad, en donde cada situación vivida dentro y
fuera del seno familiar condiciona (favorable o desfavorablemente) el desarrollo y las
diferentes funciones del niño/a. El aprendizaje adquiere gran relevancia en esta
primera etapa, ya que la plasticidad decrece significativamente en los años
posteriores. Es por esto que la estimulación temprana adquiere tanta relevancia
debido a que puede ayudar a realizar cambios muy favorables en la vida de las
personas si se empieza a trabajar con ellas desde que son pequeñas. Cuando
pensamos en estimulación temprana hacemos referencia a las diversas actividades o
técnicas que aplicamos en la primera infancia para favorecer el desarrollo mediante
estímulos puntuales en un momento determinado de acuerdo a los hitos del desarrollo
que tengan que presentar los niños según su edad cronológica, basándose
específicamente en el trabajo de estímulo-respuesta.
Los padres son los primeros agentes educadores en la vida de los niños y como tal,
es mediante ellos que los niños reciben los primeros estímulos y establecen los
primeros vínculos afectivos y sociales, donde aprenden los valores y normas que
serán fundamentales en su desarrollo y posterior inserción en la sociedad. Los niños
dependen de estos cuidados y atención por parte de sus padres para satisfacer sus
necesidades básicas de alimentación, higiene y protección.
Por otra parte, podemos mencionar al juego como una parte fundamental para poder
conocer, acompañar e intervenir en la primera infancia. Partimos de que el jugar es la
actividad central en la vida de todos los niños. Como mencionamos anteriormente, el
aprendizaje se da a partir de una relación con otro; el juego por su parte se va a
construir en y para la relación con los otros. En los primeros años de vida se construye
un periodo de suma importancia para el desarrollo del cerebro, ya que el crecimiento
de este y la formación de nuevos circuitos y sinapsis neuronales ocurren a ritmos muy
intensos; y el juego ocupa un lugar destacado, teniendo efectos directos e indirectos
en el cerebro.
A través del juego, los niños nos dan a conocer su universo interno al incluir en el
mismo los temas y aspectos que los conmueven, perturban e inquietan. Al jugar, los
niños construyen su propio mundo, expresan sus fantasías, elaboran psíquicamente
los acontecimientos y circunstancias que los rodean, así como asimilan usos,
costumbres y otros aspectos propios de la comunidad en la que viven. Es una
actividad fundamental ya que mediante él pueden descubrir habilidades y destrezas,
desarrollar su creatividad, además de esto, es una actividad que permite desarrollar la
coordinación motora, la imaginación, la memoria, la concentración, la socialización,
etc. Por todos estos motivos y porque es algo llamativo, y que se da de forma natural,
decimos que el juego es de suma importancia para las intervenciones tempranas con
niños ya que estas condiciones hacen que sus aprendizajes sean más significativos y
duraderos.
A modo de síntesis, podemos afirmar que para los niños el jugar es esencial para su
bienestar y desarrollo integral dado que favorece la expresión de su creatividad e
imaginación, la constitución de su identidad y personalidad, la construcción de su
cuerpo en el espacio, el conocimiento de los objetos y del mundo que lo rodea, la
autonomía respecto del adulto (principalmente de sus cuidadores), a la vez que
posibilita la simbolización y el pensamiento abstracto. Asimismo, a través del juego
incorporan hábitos y valores propios de su cultura, y se favorece el desarrollo
emocional, del lenguaje, de la socialización, la atención, la concentración, la
autorregulación y el aprendizaje.
Referencias
Esquivel, V., Faur, E., Jelin, E., (2012). Hacia la conceptualización del cuidado: familia,
mercado y estado. Las lógicas del cuidado infantil.