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¿Cómo debemos
actuar?
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Resumen
La finalidad de este artículo es poder trasmitir que el error puede ser asimilado como
método de enseñanza, y descubrir la fortaleza constructiva, creativa y didáctica del
mismo, frente a la permanencia de la pedagogía tradicional. Por esta razón, es de interés
abordar el tema del error, teniendo en cuenta la trascendencia que se le da en la práctica
y lo significativo que es en la enseñanza.
Introducción
Existen Muchas inquietudes que surgen diariamente en la labor docente y entre ellas
está el error y las numerosas preguntas que nos hacemos en torno al mismo: ¿qué estoy
haciendo mal para que repitan siempre los mismos errores?, ¿Estoy Corrigiendo bien?,
¿Qué tengo que corregir?, ¿Cuándo?, ¿Cómo se sienten los alumnos ante mis
correcciones?, ¿Qué tengo que hacer para que no repitan los mismos errores?, etc.
Estas y otras muchas preguntas nos asaltan frecuentemente en nuestra práctica
docente. Por ello, sería conveniente reflexionar cómo debemos actuar antes los errores
que cometen nuestros alumnos y buscar posibles herramientas que nos ayuden a actuar
cuando los alumnos en su proceso de adquisición cometen errores y valorar cómo
podemos evitar que esos errores vuelvan a repetirse.
En épocas pasadas el error ha sido considerado como “algo negativo o malo” que denota
la ineptitud de parte de los alumnos, haciendo que, el hecho de equivocarse sea visto por
éstos como un tabú. En cambio, en la actualidad, gracias a la neuroeducación, se ha
demostrado que el error es fundamental para que los niños puedan aprender. La ciencia
constituye una fuente inagotable de suministro de pruebas que está en continua
evolución. A diferencia de lo que se creía años atrás, en la actualidad sabemos que
nuestro cerebro está cambiando continuamente, tanto a nivel funcional como estructural.
Esta gran plasticidad nos permite aprender durante toda la vida tanto de los aciertos
como de los errores. Por ello, se hace perentorio cambiar los antiguos y obsoletos
paradigmas, hacia la necesidad de considerar el error como una puerta más del
aprendizaje.
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El Diccionariode la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) establece que
el error es “acción desacertada o equivocada”. (http://dle.rae.es/?id=G47B9qL).
Según las definiciones anteriores podemos entender el error como la idea, opinión o
expresión que una persona considera correcta pero que en realidad es falsa o
desacertada. El error es una constante en todo proceso de enseñanza-aprendizaje, pero
es innegable que la didáctica tradicional lo consideraba algo punitivo y en esencia no
bien visto. Hoy día prevalece una didáctica operatoria o constructivista donde el
estudiante ocupa el lugar privilegiado en la enseñanza-aprendizaje; el error es
ponderado porque se considera que el equivocarse es una oportunidad para el
aprendizaje.
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Esa práctica carece de sentido educativo en la actualidad, ya que el error es una
herramienta más de su proceso de aprendizaje.
La pedagogía del error, por su parte, valorará lo que ya se tiene conseguido y analizará,
a través del error, lo que falta mejorar. Cuando hablamos de una pedagogía del error no
estamos defendiendo, como es natural, su provocación. El error no posee un valor
educativo por sí mismo, como tampoco lo tienen la competición o la disciplina planteadas
como metas. Utilizadas como estrategia, sin embargo, resultan positivas, siempre que no
se cometan excesos.
Hoy en día predomina una pedagogía constructivista donde el alumno ocupa una parte
fundamental en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en la cual se observa que al
equivocarse se logra corregir el entendimiento del conocimiento y por ende el
aprendizaje sería más significativo. Existen diversas estrategias que los docentes
podemos implementar en la práctica, para hacer del error un instrumento de ventaja y no
de fracaso en el proceso de aprendizaje del alumno:
En referencia a la actitud que debe mantener el profesor ante los errores que cometen
los alumnos en clase, deberíamos de mantener una actitud calmada y de naturalidad
hacia el error como elemento más del proceso de enseñanza-aprendizaje, para
conseguir que nuestros alumnos pierdan el miedo a equivocarse y a cometer errores.
Neus Sanmartí, (2000) en “El error en el proceso de enseñanza”, sugiere estimular la
expresión del error mediante un clima de aula no amenazador, donde no exista ese
sumergimiento al fallo, que toda cultura castiga por haberlo cometido. A cambio, exhorta
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a brindar la oportunidad a quien aprende, para que pueda participar con libertad, donde
sienta que sus ideas son escuchadas, donde pueda desarrollar capacidades, que
propendan por la superación de estos obstáculos.
Por eso entender el error como una oportunidad de aprendizaje requiere una actitud
positiva que sea percibida por el estudiante, una actitud en la cual el alumno no se
sienta intimidado, sino que, por el contrario, motive al alumno a expresarse. Es
conveniente elogiar siempre no solo los progresos, sino también sus intentos honestos
debido al importante papel que juega la autoestima.
La metodología utilizada
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La metodología que usamos en el aula incide directamente en el tipo de errores que
cometen nuestros alumnos, y, más aún, qué hacemos con esos errores puede marcar la
diferencia entre un aprendizaje significativo y una decepción. En efecto, todos los días
debemos reflexionar respecto de nuestras prácticas y métodos y cómo ellos provocan,
inhiben, aumentan o disminuyen la posibilidad de que nuestros alumnos cometan
errores. Analizando nuestra forma de enseñar, en relación con los estilos de aprendizaje
de nuestros niños es una clave para determinar si nuestras explicaciones son
suficientemente claras, si somos verdaderamente motivadores en el aula, si nos
mostramos autoritarios, intransigentes o intimidantes con ellos cuando se equivocan o,
peor aún, si somos francamente descalificadores.
Cada grupo-curso y cada alumno es distinto, tiene sus propios estilos y ritmos; por lo
tanto, debemos estar atentos y variar las guías de trabajo, los ejemplos y las actividades
que se expongan en clase, diferentes tiempos para distintos ritmos de aprendizaje,
innovar y motivar.
Otro aspecto clave que influye en los errores que comenten los alumnos son los
materiales que utilizamos. Es conveniente revisar el material y valorar si se encuentra
actualizado, si es interesante, no confuso, sin ambigüedades, si es atractivo y motivante.
Este último aspecto es clave, ya que en muchas aulas existen materiales muy antiguos y
obsoletos, no precisamente en contenidos, sino en imágenes en blanco y negro y
presentaciones que conllevan a error, por ejemplo: letras y tipografías antiguas que
conllevan a confundir la I con la L, y el alumno puede percibirlo como un error en su
lectura. Si evitamos este tipo de materiales, evitaremos esos errores en los alumnos.
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Imagen tomada de: https://es.dreamstime.com/fotos-de-archivo-libres-de-regal%C3%ADas-
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y ser ellos los que se autocorrijan?. Muchas veces es el profesor el encargado de asumir
este papel principal pero las pedagogías modernas promueven la iniciativa de los
alumnos y fomentan la autonomía para que sean ellos mismos los que con la ayuda
del profesor vayan corrigiendo y revisando todo lo aprendido. En los nuevos
paradigmas se concibe al profesor como un “guía” que acompaña al alumno en su
proceso de aprendizaje. Por lo tanto, no debemos perder la oportunidad de promover la
autonomía, la autoevaluación y la autocorrección, para que los estudiantes adquieran
conciencia de su trabajo.
Existen diferentes técnicas de corrección en las que el alumno tiene un papel importante
y en las que su participación puede ser más activa. A continuación se enumeran algunos
ejemplos de técnicas de corrección:
Debemos tener muy claro que es muy importante que el alumno siempre revise el
trabajo que ha realizado. Podemos entre todos establecer una especie de código
que nos servirá para identificar los errores que han cometido en su trabajo de
producción escrita. Una vez entregado el trabajo, el profesor marca los errores con
los códigos establecidos para dar pistas al alumno de dónde puede haber fallado.
Posteriormente el alumno revisa su trabajo y pasa a autocorregirse.
Podemos hacer que ellos mismos se intercambien los trabajos escritos y que se
corrijan entre ellos, de esta forma, se realiza una corrección cooperativa que
beneficiará no sólo al alumno corregido, sino también al alumno que corrige.
Ante la aparición del error el profesor puede decidir cómo va a corregirlo. Puede
hacerlo indicando que hay un error pero sin decir cuál para que el alumno pueda
autocorregirse. De esta manera el profesor puede usar la comunicación no verbal
a través de un gesto, un movimiento de mano, un ruido, una palmada, un
carraspeo, etc. para que el alumno se dé cuenta de que ha cometido un error y
pueda autocorregirse. También el profesor puede recurrir a la comunicación verbal
a través de preguntas, exclamaciones, ecos, etc.
Conclusiones
Para poder organizar o tener un cambio en la visión del error hay que reconocer a éste
como orientador del proceso de enseñanza-aprendizaje, aunque sea difícil aceptar
equivocarse, es y serán necesarios si tenemos en cuenta que a través de ellos es
posible corregir y enmendar las falencias que se están teniendo en cualquier
circunstancia de nuestras vidas. Por tal razón se concibe el error como base fundamental
para el aprendizaje y la superación del alumno y el docente.
Bibliografía
Blanco Picado, A.I. “El error en el proceso de aprendizaje”. Cuadernos Cervantes
de la Lengua Española. 38, 12-22. www.cuadernoscervantes.com
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Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. http://dle.rae.es/?
id=G47B9qL
Sanmartí, Neus (2000). “Diez Ideas Claves: Evaluar para Aprender”. España, Grao
Editorial.
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