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Embolia

De acuerdo a su composición:
Embolia grasa.
Gotas de lípidos pueden llegar a la sangre durante traumatismos, en especial, fracturas
de huesos largos en animales adultos. Se encuentran entonces múltiples gotas de
grasa (tinción con Sudán III) en pulmón, corazón, riñón y encéfalo, que pueden haber
sido la causa en casos de muerte repentina (fig. 2.24).

Petequias: Puntos redondos y pequeños de color púrpura o marrón debido al sangrado


debajo de la piel. Formadas por extravasación de un número pequeño de eritrocitos
cuando se daña un capilar

Embolia aérea o gaseosa:


La irrupción de gas en el torrente circulatorio provoca que se formen burbujas que van
a crecer a presión constante siempre y cuando se encuentre sobresaturado. Pueden
contener aire, nitrógeno u otros gases.

Vasos sanguíneos cuya presión es inferior a la presión atmosférica, de tal modo que el
aire penetra en el interior del vaso pudiendo provocar una embolia.

En general, el organismo animal tolera cierta cantidad de aire en el sistema vascular


(perros, hasta 20 ml; caballos, hasta 1000 ml) y la embolia gaseosa en medicina
veterinaria es rara como causa de muerte. En medicina humana el problema tiene
importancia para los buzos (enfermedad de los buzos), que están expuestos a cambios
bruscos de presiones atmosféricas altas anormales y ocurre cuando suben
rápidamente desde las profundidades del mar, y el nitrógeno líquido en la sangre se
gasifica. Para evitar estos accidentes, deben permanecer en cámaras especiales en las
que la presión disminuye lentamente.

CAUSAS:

La entrada de aire en un vaso es posible durante intervención quirúrgica o accidentes.


En perros, la hemodiálisis se utiliza principalmente en casos de insuficiencia renal
aguda o crónica. Durante el procedimiento, se utiliza una máquina de hemodiálisis que
se conecta a la vena yugular del perro para extraer la sangre.

Podemos definir al aeroembolismo, como la irrupción de gas en el torrente circulatorio


arterial, lo que ocasiona diversos grados de isquemia y/o sufrimiento tisular. Si bien
este cuadro está bien descrito entre las complicaciones del buceo por diferentes
autores, también se lo puede ver como complicación de actos quirúrgicos, diagnósticos
y terapéuticos. El gas introducido en el sistema arterial, llegará al SNC o a la circulación
coronaria, produciendo la sintomatología que describiremos más adelante. Por ejemplo,
una herida penetrante en el tórax, puede lesionar una vena pulmonar, la que se pone
en contacto con la atmósfera, permitiendo así que aire se introduzca en ella y se dirija
al corazón izquierdo, y así al SNC o durante la diástole, a la circulación coronaria.

TIPOS:
o Embolismo gaseoso venoso.
o Embolismo gaseoso arterial.

La embolia gaseosa arterial

El diagnóstico de una embolia gaseosa arterial es, fundamentalmente, microscópico. La


presencia de una embolia gaseosa en el sistema arterial no es fácil de demostrar y su
diagnóstico descansa en la visualización de burbujas de aire en la circulación
sistémica. Esto es debido a que, unas horas después de la penetración del gas en la
circulación mayor, el aire desaparece del lecho vascular y de los órganos afectados por
la embolización, por un mecanismo de reabsorción. A veces, es posible encontrar
burbujas de aire en los órganos afectados: cerebro, riñones, hígado, bazo y pulmones.
Independientemente de la formación de burbujas de aire en la propia sangre en la
enfermedad por descompresión la entrada de aire en el sistema arterial o en la
circulación mayor, se puede producir en diversas circunstancias tales como:

Heridas penetrantes en cualquier punto del sistema vascular arterial. Aunque los
lugares más frecuentemente afectados son: las venas pulmonares, la aurícula
izquierda, las heridas por arma blanca de la aorta y de sus ramas, o las heridas
penetrantes del pulmón por costillas fracturadas.
Embolia gaseosa venosa

La embolia aérea venosa ocurre cuando aire entra a la circulación venosa sistémica. El
gas es transportado a los pulmones a través de las arterias pulmonares pudiendo
ocasionar interferencia en el intercambio gaseoso, arritmias, hipertensión pulmonar y
eventualmente falla cardiaca.

De este modo se produce la persistencia de burbujas en los tejidos ricos en lípidos,


especialmente en el sistema nervioso central. Por esta razón, desde el punto de vista
clínico, las lesiones pueden variar desde dolores musculares y articulares con necrosis
ósea especialmente epifisiaria, hasta compromiso neurológico con coma e incluso la
muerte.

El diagnóstico de embolia gaseosa venosa, independientemente del origen del gas, es,
fundamentalmente, macroscópico. El aire que penetra en cualquier vena periférica es
conducido por la corriente sanguínea hasta el corazón derecho, donde es batido junto
con la sangre, para formar una mezcla espumosa que puede ser detectada durante la
necropsia.

la presencia de burbujas de aire se pueda visualizar, microscópicamente, en las ramas


de las arterias pulmonares.

La salida de sangre, mezclada con burbujas de aire, demuestra la existencia de un


embolismo gaseoso venoso.

Embolias celulares (células tumorales).


En este grupo tienen especial importancia los émbolos de células neoplásicas
malignas. Por su carencia de fibronectina, la adhesión entre ellas es mínima, lo que
facilita su desprendimiento. Por su invasividad, las neoplasias malignas con frecuencia
lesionan las paredes vasculares y penetran en el torrente circulatorio. Este proceso
recibe el nombre de metástasis tumoral. Las células tumorales tienen la facultad de
multiplicarse en el lugar donde quedan atrapadas. De este modo, se producen múltiples
focos tumorales, en varias partes del organismo. Émbolos celulares de otros tejidos son
raros y difíciles de identificar microscópicamente. Se han citado casos de émbolos por
células hepáticas o de la médula hematopoyética y, particularmente en perros, por
células cartilaginosas que se desprendieron de los discos intervertebrales, a
consecuencia de destrucción de estos tejidos por traumatismo.

EMBOLIA GRASA

INTRODUCCIÓN

Es importante distinguir entre embolismo graso del síndrome de embolismo graso.El


embolismo graso se refiere al bloqueo de la circulación venosa por glóbulos de grasa
intravascular con diámetro de 10-40 mm, el cual puede producir un fenómeno embólico
con o sin secuelas clínicas. Se detecta en más del 90% de los pacientes con lesiones
traumáticas. El síndrome del embolismo graso es una complicación del trauma mayor,
especialmente asociado a fracturas de huesos largos. La presentación clásica consiste
en un intervalo asintomático seguido de manifestaciones pulmonares y neurológicas,
combinadas con hemorragias petequiales. La incidencia del síndrome de embolismo
graso es de 0.9% en pacientes con fracturas de huesos largos.

ETIOLOGÍA

Posterior a un trauma la grasa de la médula osea afectada o el tejido adiposo ingresa a


las vénulas.

El embolismo graso ha sido asociado a muchos trastornos no traumáticos. Es más


común después de la lesión traumática, y es más probable que ocurra en pacientes con
múltiples fracturas de huesos largos y pélvicos. Los pacientes con fracturas que afectan
a las partes medias y proximales del fémur son las que tienen más facilidades de
experimentar un embolismo graso. La edad parece ser también un factor en el
desarrollo del embolismo graso: Los hombres jóvenes con fracturas tienen un riesgo
aumentado. La embolia grasa y el síndrome del embolismo graso tienen más
probabilidad de ocurrir después de fracturas cerradas que con las abiertas. Dos hechos
promueven la entrada del contenido medular en la circulación después de una fractura:
El movimiento de los fragmentos del hueso inestable y la escarificación de la cavidad
medular durante la colocación de un dispositivo de fijación interna. Ambos a causa de
esta distorsión, y por el aumento de la presión en la cavidad medular permiten la
entrada de grasa de la médula en los canales venosos rotos que quedan abiertos en el
trauma por estar adjuntos al hueso.

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