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HISTORIA DE LA VID EN TIEMPOS ANTIGUOS

La vid es una planta procedente de Asia. Se empezó a cultivar en el Cáucaso hace 7000 años y
fue introducida en España por los fenicios. Los primeros cultivos en España están
documentados en Cádiz y datan aproximadamente del 1100 a.C.

Aunque con las uvas se pueden elaborar diversos productos, el cultivo de la vid en España ha
estado siempre vinculado a la producción de vino. Ya en el Imperio Romano, Hispania era un
territorio importante en la fabricación de vinos.

Tras la invasión islámica de la Península Ibérica se sigue cultivando la vid, pero hasta el siglo XII
no se retoma como actividad reseñable, vinculada a los grandes monasterios. En este siglo se
plantan los primeros viñedos en Cataluña.

Los Reyes Católicos extendieron el cultivo de la vid a las Canarias y en época de Carlos I se llevó
a los territorios americanos.

Durante los siglos XVII y XVIII destacan en el cultivo de la vid y en la fabricación de vinos Jerez,
Málaga y La Rioja, aunque pronto se quedarían atrás frente a los países de la Revolución
Industrial.

En el S. XIX, la filoxera atacó a los viñedos europeos. Antes de que la plaga llegara a España,
zonas como La Rioja, Navarra y Cataluña desarrollaron mejoras técnicas y en la elaboración del
vino.

La vid tiene unos orígenes inciertos, aunque su antigüedad, está atestiguada por las hojas y
semillas fosilizadas aparecidas en depósitos del Paleoceno y del Eoceno. Existen,
aproximadamente, 24.000 variedades de vid, de las que solamente, alrededor de 5.000, son
variedades claramente diferenciadas, de éstas, únicamente, 150 se emplean de forma
generalizada, y sólo 9 variedades producen vinos clásicos. Sin embargo, todas las cepas
corresponden al género Vitis, clasificado dentro de la familia conocida indistintamente con los
nombres de Vitaceae, Vitidaceae o Ampelidaceae.

LA VID EN LA ANTIGÜEDAD

Las primeras formas de vid aparecieron hace, aproximadamente, 6.000 años. La vid en estado
silvestre era una liana dioica que crecía, durante la Era Terciaria, apoyada sobre los árboles del
bosque templado del Círculo Polar Ártico. Así, aparece Vitis praevinifera que es la forma más
antigua de hoja quinquelobulada, V. salyorum de hoja no recortada y V. teutónica;
posteriormente, en la Era Cuaternaria existe constancia de fósiles de V. aussoniae y V. vinífera.

Al originarse el género Vitis, América del Norte y Europa estaban unidas ya que todavía no se
había originado el Océano Atlántico. Por ello Vitis colonizó todas las zonas templadas del
hemisferio boreal hasta que el inicio de la serie de glaciaciones terciarias y cuaternarias fue
reduciendo su área de expansión. En Europa, la disposición trasversal, en el sentido de los
paralelos, de los relieves montañosos, dificultó su emigración hacia las zonas más cálidas del
sur, de forma que hace trece mil años, Vitis quedó recluida, casi exclusivamente, en el
Cáucaso, en la zona próxima al mar Caspio, donde el clima templado y el relieve montañoso,
fue un refugio adecuado para muchas especies del género y, entre ellas, Vitis vinífera
sylvestris. Con posterioridad, el progresivo calentamiento que se produjo después de finalizar
la última glaciación, facilitó la colonización, por esta última especie, de la zona mediterránea
oriental y, más tarde de la occidental.

A lo largo de la historia, han existido ciertos productos agropecuarios que el hombre se ha


procurado para su dieta, y han estado presentes, tanto en las mesas más humildes como en los
grandes banquetes; en el Imperio Romano, los banquetes de los emperadores estaban
pletóricos de una gran variedad de frutas, entre ellas, las uvas. La misma situación se podía
observar en las bodas que se realizaron antes de Cristo, hasta nuestros días. Debido a su
amplia aceptación, tanto como alimento directo, como por su valor nutritivo, como por su gran
utilidad para obtener otros derivados, el cultivo de la uva ha tenido gran importancia para
algunos países, los que destinan grandes recursos financieros y humanos para el desarrollo y
consolidación del sector, ya sea con el fin de abastecer su mercado interno, o como fuente de
divisas mediante el comercio internacional.

El origen de la vid en nuestro continente, y específicamente en el país, se remota a la época


colonial, ya que la vid europea fue traída por Cristóbal Colón durante su segundo viaje, en el
año de 1493.

Los egipcios conocían la vid, pero fueron los griegos y romanos quienes desarrollaron en
mayor medida la viticultura y expandieron el cultivo de la vid por toda la Europa romanizada.
Los españoles fueron los que llevaron este cultivo a América del Norte.

En la actualidad Europa es el principal continente productor, con la mitad de la producción


mundial de uva.

LA VID EN EL PERU

En el siglo XVI llegó la uva al Perú desde las Islas Canarias, traída por el Marqués Francisco de
Caravantes. Cronistas de la época señalan que fue en la hacienda Marcahuasi, en el Cuzco,
donde se produjo la primera vinificación en Sudamérica. Asimismo, cuentan que Mateo
Atiquipa fue el primer enólogo americano. Sin embargo, fue en los valles de Ica que esos
cultivos se expandieron ampliamente debido a las propicias condiciones climáticas del lugar
razón por la cual es en esta zona donde se desarrolló con gran fuerza la industria de vinos.

La larga historia de la uva no solo está ligada a sus múltiples usos en la comida, y en la
preparación de bebidas, sino también al campo de la medicina curativa. En India, China y otras
latitudes, el papel de la uva en el cuidado de la salud y cura de enfermedades ha sido
enfatizado desde tiempos antiguos. La composición del fruto es en su mayoría agua (81.8%) y
carbohidratos (15%), siendo el resto minerales y vitaminas esenciales para el cuerpo humano.
La uva tiene sus orígenes en nuestro país en la época del virreinato, cuando los españoles la
plantaron por primera vez en el Valle de la Convención (Cuzco) en 1550. A partir de allí, la vid
se propaga a otros lugares del Perú, adaptándose a la costa y valles interandinos en forma muy
focalizada.

Dentro de las variedades de uva de mesa de exportación que se cultivan en el Perú, se


encuentra la uva Red Globe. Esta variedad con pepa, es de mayor aceptación en el mercado
internacional. Lo más resaltante de esta variedad es el largo tamaño de los racimos que
contienen bayas redondas y grandes, del tamaño de ciruelas. Esto hace que este tipo de uva
sea también requerida como decoración de platos y mesas.

DISTRIBUCIÓN Y DIFUSIÓN DEL CULTIVO DE LA VID

Las principales regiones productoras de uva en el mundo, son aquellas zonas de clima
mediterráneo sobresaliendo los países Italia, China y Estados Unidos, en el cual Italia ocupa el
primer lugar como productor de uva, con una producción promedio de 81,500 millares de
quintales.

El límite septentrional del cultivo de la vid está muy cerca del norte de París-Île de France
limitado por las zonas desérticas de África y las tropicales de Asia y América. En el hemisferio
sur, engloba a los llamados países productores del Nuevo Mundo, Argentina, Chile, Sudáfrica,
Australia y Nueva Zelanda. El cambio climático augura una redistribución de las zonas clásicas,
aumentando la posibilidad presencial del viñedo en nuestro hemisferio hacia el norte
limitándose hacia el sur.

Los países con mayor diversidad de variedades según la OIV son Rumania, Italia, Grecia,
Hungría y Portugal. Estos países tienen la mayor diversidad de variedades en sus viñedos, la
mayoría con cepas nativas, es decir que tienen su origen en ese país. El patrón de distribución
en cada uno de estos países es totalmente único, y ninguna de sus principales variedades de
vid representa más del 10% del área nacional del viñedo.

En España predomina Airén con un 22,3% del total del área plantada con una tendencia
decreciente, seguida por Tempranillo que por el contrario ha tenido una tendencia creciente.
En Francia, Merlot con el 13,9%, seguida por Ugni Blanc, ambos con una tendencia estable. Y
por último en Italia, Sangiovese (tinta) con el 7,9%, seguida por Montepulciano (tinta), ambas
con una tendencia decreciente siendo en la primera más marcada.

En Estados Unidos, predomina Chardonnay con el 9,7% con una marcada tendencia
decreciente, seguida por Cabernet Sauvignon con una fuerte tendencia creciente.

En el caso de Chile una sola variedad, Cabernet Sauvignon, representa el 20% del total de la
superficie. El 80% restante está dividido, relativamente de manera uniforme, entre las otras
variedades sin que ninguna presente una superficie superior al 7% del área total. Las
variedades que han experimentado el mayor crecimiento en los últimos 15 los años en el
viñedo chileno son Syrah, Sauvignon Blanc, Carmenère y Chardonnay. Este aumento está en
línea con la tendencia general de fuerte crecimiento de superficie plantada con vides.

En Australia, Syrah predomina con el 26,8%, seguida por Cabernet Sauvignon con un 16, 8% y
Chardonnay con un 14,1%.

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