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Introducción
En este tejido graso, tanto en los adipocitos, fibroblastos como macrófagos que
lo integran, se forman sustancias químicas con acción inmunomoduladora,
llamadas adipoquinas. Estas adipoquinas favorecen estados proinflamatorios y
protrombóticos, que a su vez contribuyen al desarrollo de insulinorresistencia,
hiperinsulinemia compensadora, alteración de la fibrinólisis y disfunción
endotelial. Ejemplos de estas adipoquinas son el factor de necrosis tumoral alfa
(TNF), interleuqina 1, interleuquina 6, interleuquina 18, Resistina, PAI-1 y
Leptina. Una adipoquina en particular, la adiponectina que tiene acción
insulinosensibilizadora y antiinflamatoria, a diferencia del resto, se encuentra
disminuida en esta situación.
Por otro lado el tejido adiposo, sobre todo el visceral, es muy activo en la
liberación de ácidos grasos libres no esterificados, que aumentan en el plasma,
y la mayor oferta de ácidos grasos en el hígado conduce al aumento de la
gluconeogénesis, incremento en la producción de triglicéridos, con aumento de
VLDL y por consiguiente de LDL, que se tornan más pequeñas y densas y por
ende más aterogénicas. Este proceso contribuye a generar insulinorresistencia.
Otros factores ambientales influyen sobre el desarrollo del SM, como ser la
inactividad física, que promueve el desarrollo de obesidad y modifica la
sensibilidad a la insulina en el músculo y las dietas con alto contenido en
grasas, azúcares y pobres en fibra.
Los criterios diagnósticos del Síndrome Metabólico han sido sujeto de muchas
definiciones, entre las que encontramos:
2- 2001 National Cholesterol Education Program Adult Treatment Panel III (ATP
III)
• Presión arterial elevada: presión arterial sistólica (PAS) ≥130 mmHg y/o PAD
≥ 85 mmHg.
• Alteración en la regulación de la glucosa: glucemia anormal en ayunas,
intolerancia a la glucosa o diabetes.
Glucemia x Insulinemia
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Los cambios del estilo de vida son los más efectivos para manejar el SM en
forma global porque una dieta hipocalórica, baja en grasas, limitada en
azúcares simples y rica en fibra soluble puede normalizar el peso y por ende la
obesidad abdominal y permite alcanzar la meta de triglicéridos en muchos
casos. También puede reducir modestamente la presión arterial y corregir las
alteraciones en la regulación de la glucemia. El ejercicio también contribuye a
todo lo anterior y además puede elevar el colesterol HDL. Algunos estudios con
dieta mediterránea han demostrado una disminución significativa del número
de personas con diagnóstico de SM.
¿Qué dieta debe llevar una persona con SM?