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Ana Sofía Pineda Ibáñez

UPM – marzo 27 2023


Grupo G1 – Desarrollo humano

Comenzamos hablando de que todo tiene un ¿para qué?, todo tiene un proceso y
entonces, el desarrollo humano es un proceso biopsicosocial. De este punto parte un
psicólogo educativo para poder entender el cerebro y los procesos de los niños y tener la
capacidad de brindarles una correcta atención, caso contrario al consejero escolar, quien
no tiene una formación en psicología y al encargarse de algo que no sabe solo causa dolor.

Ahora bien, el desarrollo humano es un proceso en el que se va construyendo como hablo


y como escribo, pero nada de esto se puede dar si no se pasa por la base que es el
desarrollo motor normal o verticalización, que se da durante el primer año de vida del
infante; este nace en posición horizontal y su verticalización sucede así: boca arriba/boca
abajo, se pone en posición de pie y finalmente puede realizar la marcha. Esta
verticalización es una prueba de la maduración del cerebro y al mismo tiempo, es esencial
para la creación de redes neuronales o sinapsis, las neuronas son capaces de conectarse
mediante procesos electroquímicos y una sola sintoniza con otras diez mil para realizar
intercambio de información entre sí, esto demuestra la capacidad de plasticidad del
cerebro. Un recién nacido cuenta con 100 mil millones de neuronas y 253 millones de
conexiones; al llegar a los 4 años la cifra será de 1.000 billones de sinapsis, las cuales
pueden alterarse ya que las señales entre las neuronas cambian a cada rato, esto se debe
a que el cerebro es una red que se modifica a sí misma.

De igual manera, a esta verticalización incluye etapas como gatear, poder sentarse por sí
solo, pararse completamente, etc., que están ligadas a la edad (aunque no siempre son
exactos) y si no se cumplen, el niño presenta un problema. Además, contamos con la
carga genética para la verticalización, pero esta se puede ver influenciada por el entorno,
que directamente sería la familia (factor social), en muchos casos puede adelantar o
retrasar el proceso y no le da al niño de acuerdo a lo que pide, perjudicándolo. Los niños
necesitan desarrollarse a través del movimiento para tener autonomía, muchas veces los
niños que son sobreprotegidos, cuando llega la hora de valerse por sí mismos no saben
hacerlo porque sus padres siempre estaban interfiriendo en su autonomía.

Anteriormente, hablábamos de la plasticidad del cerebro, y de aquí surge una paradoja,


pues estamos programados para cambiar, contamos con los elementos dados (genes)
para hacerlo; sin embargo; elegimos caminos fáciles de acuerdo a las condiciones y
características de cada persona lo que deriva en que tengamos comportamientos rígidos y
rutinarios, creamos una especie de zona de confort y al no usar determinadas funciones
cerebrales, estas se debilitan. Entonces, el cambio mental requiere esfuerzo y lo podemos
lograr a través de la colaboración (somos más receptivos al aprendizaje cuando
colaboramos) y el sueño (el cerebro consolidad nuevos hábitos mientras dormimos).

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