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Huelga decir que esto no es un blog con autoridad académica ni mucho menos. Esto es un
pozo de esquizofrenia, de la peor posible, de la pretenciosa.
Antístenes formulo las primeras máximas de la doctrina cínica; "demostrar que la virtud es
enseñable [...] suficiente en sí misma para la felicidad, sin necesitar nada a no ser la fortaleza
socrática. Que la virtud esta en los hechos" (Diógenes Laercio). La búsqueda de la felicidad es la
máxima de todas las escuelas helénicas, y es un camino que se toma de forma exclusivamente
individual. Las instituciones publicas, como la polis y otras empresas colectivas, han quedado
desprestigiadas ante una agresividad que ha transfigurado el sentido del equilibrio de estas
sociedades. En el caso cínico, la critica a estas instituciones empieza por una critica
radicalmente cultural, y en algunas ocasiones políticas, aunque definitivamente no tienen un
objetivo político (el régimen político de la Politeía de Diógenes de Sinope es una sátira hacia
todo objetivo político). Uno de los aspectos que se critican del régimen político, sobre todo en
Antístenes, es la concepción del prestigio innato de los nobles; "Los nobles no son sino los
virtuosos". La búsqueda de la virtud es una búsqueda que pasa inevitablemente por el esfuerzo.
La doctrina ética de Antístenes es única en su huida del placer ("prefiero someterme a la locura
antes que al placer") y su tendencia al ponos, que no será tan recurrente en cínicos posteriores.
Así pues, anteponiéndolo todo al cuidado del alma por medio de la virtud, Antístenes fundamenta
el camino 'ascético' de los cínicos, ampliamente desarrollado por Diógenes. Este es un
ascetismo individual, que abraza la "mala fama", que critica los valores colectivos por basarse en
una ley 'no natural' y por tanto, inauténtica (concepto muy interesante y recurrente en toda la
filosofía moral y hasta ontológica, que a mi parecer realmente empieza con este filosofo). Aquel
que siga este camino será el sabio.
El otro gran cínico, sino el más grande, fue Diògenes de Sinope, el cual también muestra una
visión del ejercicio y de la lucha como parte inseparable del camino ético. La perseverancia es
importante, incluso en el dolor, cuando se trata del conocimiento útil (como muestra su
perseverancia para seguir a Antístenes, quien le echaba golpeándolo con un palo, al que
Diógenes ofrecía la cabeza). Diógenes siempre busco la forma más directa de romper las leyes
convencionales. En el ámbito del deporte, Diógenes muestra otra vez más la diferencia entre el
ejercicio personal y el social, repitiendo varias veces a los vencedores olímpicos que mientras
ellos "ganaban a esclavos", Diógenes "vencía a los hombres", mostrando la artificialidad del
deporte griego a diferencia del ejercicio personal. Aun así, y de la presentación apriorística de la
realidad, sigue presentando el ejercicio físico como un equilibrio del ejercicio mental, que ambos
forman parte de un mismo entrenamiento constante para la virtud, pues dan al sujeto "buena
disposición y el vigor". El entrenamiento abre todas las puertas, junto con la perseverancia. La
perseverancia es clave en la concepción del mundo de Diógenes, siempre acechada por el azar
de la ley natural, ley que debe ser la única que rija la vida de los hombres. Diógenes aquí alude a
la libertad como lo que se debe anteponer a todo, y para conseguirlo es necesario adquirir los
medios que hacen a uno libre. La vida como lucha es para Diógenes sobre todo una lucha para
la libertad, en la cual gran parte de esa lucha va dirigida contra uno mismo, y aquí es donde
entra la importancia del entrenamiento físico. Para Diógenes, pues, el poder es lo único que
determina la libertad (otra concepción extrapolable al campo político), y ese poder no es
traducible a la civilización y a la ley humana, si no que esta meramente aparenta no ser natural
mediante el engaño y el lujo. Dentro de esta visión del mundo, la figura de Heracles también
sirve como modelo de la perseverancia de la fuerza contra el mundo mediante la ley natural.
Esto se identifica con el camino ascético de la vida, en un endurecimiento perseverante mediante
el habito, que Diógenes demuestra en su repetitiva lucha contra la sociedad mediante lo
inmoral y lo vergonzante. A todo esto se le suma el identificar el ideario filosófico con el cuerpo,
llegando a ser las necesidades vitales parte de la expresión de esta.
En conclusión, las doctrinas cínicas sobre el ejercicio físico, exhortándolo como medio para
adquirir la libertad y la autosuficiencia hacia la virtud, fue un el primer planteamiento original de
esta idea, desarrollada en mayor medida en El sol y el acero de Yukio Mishima, como mayor
obra filosófica acerca del ejercicio físico.