Está en la página 1de 175

CASA DEL POETA BAMBAMARCA

Voces de altura
POETAS Y NARRADORES DE Q’ORIMARCA

1
Edición y diseño: César Mejía

Corrección de estilo: Wilmer Saldaña

Responsable de la selección: Britaldo Tirado

Apoyo logístico: Manolo Torres

CARÁTULA: Cuadro al óleo del plástico


bambamarquino Arnulfo Vásquez Vásquez

PEDIDOS

casadelpoetabambamarca@gmail.com
cadelpobambamarca@gmail.com

SE PUBLICÓ CON MOTIVO DEL III FESTIVAL


INTERNACIONAL DE POESÍA “LUIS YAÑEZ PACHECO”
BAMBAMARCA, OCTUBRE-2011

2
PRESENTACIÓN

Hablar de la literatura bambamarquina, es hablar de la literatura


de los desposeídos, es hablar de los escritores ignorados,
postergados y olvidados, no pretendo ahora hacer un juicio
basado en hipótesis irrelevantes, sino exponer pinceladas que
nos permitan conocer en cuerpo y alma a escritores que han
desnudado su alma en pos de brindar a la literatura un matiz que
se circunscribe a la realidad de un pueblo al que los ególatras
ven como una aldea.

Bambamarca, ubicada a 117 Km. al norte de la ciudad de


Cajamarca y a una altitud de 2532 m.s.n.m. es la capital de la
Provincia de Hualgayoc, en ella se desarrolló la cultura
Q’orimarka, es madre prodigiosa de literatos que hasta hoy han
sido olvidados, postergados o simplemente ignorados. Aquí y
ahora pretendo como hijo de esta mágica tierra redimir a los
tales.

Bambamarca, quién más, podría haber concebido un selecto


manojo de aedas y escritores que con producciones ataviadas de
identidad hacen frente a la ingratitud, la indiferencia y la
barbarie que adrede se comete en su seno.

José Guillermo Vargas Rodríguez, declarado hijo predilecto de


esta tierra, cita en uno de sus libros “Sin embargo Bambamarca
3
en su interior, como un viejo puquial, vive y se empina a través
de sus artistas y poetas, que son la creación más pura de un
pueblo, lo que reafirma -como un locuaz silogismo- que no
pudieron asesinarla”.1

Todos tenemos en la memoria el recuerdo grato o ingrato de


seres que dejaron huella en la historia de un pueblo, muchos de
ellos son conocidos por unos cuantos y otro tanto de ellos se
perdieron en los recovecos de la memoria colectiva, estos son los
más.

Exijo que los escritores que trataremos aquí cobren su real


altura y sean vistos con los ojos del alma, ayudémoslos a volar
más alto, pues en su vuelo también iremos nosotros, tomemos su
mano y juntos escalemos posiciones ante la famélica mirada de
los envidiosos; para los poetas no hay cielo lejano, sólo una
noche suave, nunca totalmente oscura, pues la luz de su alma
despliega su iridiscencia y fabrica amaneceres en alas de otros
vientos.

Juntos caminemos por el sendero que está destinado a


reestructurar la sensibilidad cultural de una región determinada
a la minusvalía de pensamiento crítico y creador.

De manera no apasionada hablaremos de escritores que se


merecen una estampa de gratitud en su sendero.

1
José Guillermo Vargas Rodríguez, De Chala al Corellama, p.9
4
La literatura en Bambamarca, ha sido y es una constante en el
modus vivendi de sus pobladores, desde hace siglos los yaravíes
que cobran un aire especial en voces prodigiosas, nos han
deleitado el corazón y han sido el mejor medio para desgarrar el
alma, muchos de estos yaravíes que distan considerablemente
de otros que se entonan en distintos puntos del país, han pasado
casi al olvido por la desidia de la memoria colectiva y también
porque se los ha visto como patrimonio exclusivo de la zona
rural, el desdén ha matado una interesante producción.
Considero sin embargo que hay mucho que salvar, por eso insto
a preservar lo poco del acervo cultural que nuestros ancestros
nos legaron.

Es sabido que el idioma con toda su riqueza expresiva que


adopta en un determinado punto de un país, viene a ser el
insumo primordial de su literatura, en nuestro caso, el español,
condimentado aún con vocablos culle y otro tanto de quechua y
aimara, han sustentado la creación literaria de nuestra tierra.
Mención aparte merecen los modernos juglares que ataviados de
un extraordinario poder de improvisación componían bucólicos
versos según la ocasión lo ameritaba.

Ya con el discurrir de los años se hacía ejercicios fantásticos de


poesía, otro tanto en la composición de cantos y otros más en la
redacción de cuentos, aunque estos últimos han formado y
forman parte de la tradición oral de nuestro pueblo, que aún
persiste.

5
La primera edición de Joyas Literarias2 es una muestra de lo que
ya en esa época y con una muy buena performance se escribía,
en este libro, José María Gálvez Barzallo, se ocupa de diversos
temas, sin perder la finura de su pluma.

Bambamarca, nunca fue ajena al quehacer literario, desde épocas


muy remotas la tradición oral ha sido y es un medio eficaz para
trasmitir la sabiduría popular, versiones modernas sacaron a la
luz una serie de cuentos bajo el título “Lo que me cuentan te
cuento”, que significó un esfuerzo que agradecemos ya que en él
descansa la sabiduría popular que no ha sido desdeñada ni
echada al olvido, muestras de este tipo le hacen muy bien a
nuestra literatura.

Libros históricos como los producidos por don Víctor Campos


Briceño, hasta hoy son de consulta obligada para hurgar en la
memoria de Bambamarca.

Folletos de poesía que inundaron los colegios con temas


románticos, marcaron una época muy sublime en los años
noventa, asimismo pequeños libros de poesía editados por el
esfuerzo mismo de sus autores incrementan la producción
literaria de Bambamarca, tan sólo quiero mencionarlos: Chanel
Saldaña Chávez, Roberto Zelada Tirado, Edar Manolo Torres
Marín, Segundo Emilio Campos Morales, Wilberto Llanos
Vásquez; entre otros. Su poesía compuesta por versos

2
José M. Gálvez Barzallo, Joyas Literarias editada en Cajamarca, 1913.
6
románticos, enamoran el alma y nos hacen cómplices de sus
aventuras.

Escritores, como César Mejía Lozano, Britaldo Tirado Medina,


Carlos Dané, Magdiel Azula Coronel, Oscar Mejía Horna,
Edilberto Vásquez; han experimentado un vuelo no imaginable
en su arte poética, han sido merecedores de sendos
reconocimientos y creo que hablar de ellos en pocas líneas sería
una mezquindad que nadie perdonaría, por eso en una segunda
entrega analizaremos cuidadosamente su producción y lo que
esto significa para nuestro pueblo. Por hoy bástame decir que la
literatura en Bambamarca ha evolucionado contra todo
pronóstico, y el dolor de los que sufren con los méritos de otros,
seguirá creciendo, pues, la poesía en estos escritores mana a
raudal por los poros del alma.

Bambamarca entonces, se afinca con sus poetas y narradores en


un sitial que se lo ha ganado a pulso. Me regocijo de haber nacido
en esta tierra y quiera Dios que algún día yo también me anime a
escribir, por hoy me abrazo y me felicito con la gracia de
nuestros poetas y hermanos.

WILMER SALDAÑA HUAMÁN


(CADELPO Bambamarca)

7
POETAS
1. AZULA CORONEL Magdiel
2. BAUTISTA MANOSALVA Jouleisy
3. BURGA DELGADO Alex Omar
4. CAMPOS VILLANUEVA Segundo Eulogio
5. CARRANZA EDQUÉN Willan Manuel.
6. CELIS SANTA CRUZ Roberto
7. CRUZADO SALCEDO Rafael
8. DANÉ Carlos
9. DÍAZ Fernando (J.F.Díaz)
10. GALVEZ BARZALLO José María
11. GONZALES GOICOCHEA Anghi Nicole
12. HUAMÁN SAAVEDRA Walter Alex
13. MEJÍA HORNA Oscar
14. MEJÍA LOZANO César Gonzalo
15. PÉREZ GÁLVEZ Socorro
16. PLASENCIA MORO Wilmar
17. RIOJAS TIRADO Marcos Isaías
18. SALDAÑA HUAMÁN Wilmer
19. TERÁN TERRONES Catalino Erasmo
20. TIRADO MEDINA Britaldo
21. VARGAS HOYOS Ofelia.

8
AZULA CORONEL Magdiel. Nació el 21 de
junio de 1978 en bello y lejano caserío de
Perlamayo del distrito de Chugur, provincia
de Hualgayoc. Su infancia se plasmó entre el
verdor constante de su tierra natal y las
aulas de la Institución Educativa Nº 82677 de
Perlamayo. Su adolescencia, llena de
pintorescos sueños, transcurrió en las aulas
de la Institución Educativa “José Dammert
Bellido” del mismo lugar. Es profesor de Lengua y Literatura
egresado del I.S.P. “Nuestra Señora de Chota” - Chota. Es
integrante de la Casa del Poeta Peruano Cajamarca con sede en
Bambamarca. Ha sido antologado en “Poetas de Chota en Chota”,
“De Chala al Corellama” y “IX Encuentro de Escritores en
Cajamarca” 2009.

SI YO PUDIERA SABER

Para el maestro Luis Yáñez

Si yo pudiera saber
que al terminar mis años
tendría la lucidez de tu cabeza
y la emoción de tu corazón,
quisiera cargar con tu edad Luis Yáñez.

Si yo pudiera saber
que en el fin de mis andares
tendría la firmeza de tus pasos
9
y la claridad de tu mirada,
quisiera cargar con tu edad Luis Yáñez.

Si yo pudiera saber
que en el suplemento de mi vida
tendría la fuerza de tu voz
y la energía de tu palabra,
quisiera cargar con tu edad Luis Yáñez.

Si yo pudiera saber
que en el último tramo de mis sueños
tendría la capacidad de tu cerebro
Y la mágica oración con la que inspiras,
quisiera cargar con tu edad Luis Yáñez.

Si yo pudiera saber
que en la puesta de mi existencia
tendría la tenacidad práctica de tu método,
para poder enseñar cómo se escribe un verso,
quisiera cargar con tu edad Luis Yáñez,
y entonces me haría llamar Maestro.

POETA

Que tu existencia no cese de soñar.


Que cimente ideales la luz de tus estilos,

10
que cante esperanzas,
que avive deleites.
Que la ficción sea el lecho que anidas
y el albor de tus huellas, latidos míos.

En el tañido de tus versos vive la inmortalidad.


Que el recinto dorado del ensueño
fortalezca tu instinto:
retumbar musical fantasía
de tu alma mágica en viva alegoría.
Manantial eterno, tus anhelos.

Que de la nada construyas la inmensidad.


Transparente alma del pueblo,
con el perfume que lanza tu palabra,
y el horizonte que marca tu mirar,
encuentra tu propia voz poeta,
que las voces del pasado no bastarán.

La poesía que lanzas ha de volver,


cabalgando la brida suelta de la incomprensión
y el decoro radiante de fantásticas loas,
adentrándose en cada paraje de tu ser,
regado por el caudal rojo de tu interior
para vivir en lo apacible de tu dicha plena.

Cuando se te prive de la creación

11
y parezca haber llegado tu final,
tu aliento transformando la razón
entregará al viento tus latidos,
y hará de la guadaña de la muerte,
La pluma que cante a la libertad.

DESVELO

Minutos llenos de espera,


espera echa amargura.
¿Por qué en estas noches en vela
te niegas a dormir entre mis sueños?
¿Por qué si estás en mí, en mis anhelos,
sólo tengo que vivir de tus recuerdos?
Hay silencio.
Deseo beber olvido.
Una lágrima se apresura
y se dirige hacia el vacío.

LA DANZA DE MIS PASOS

Si el poder de tu aliento
cruzaría el horizonte
para venir hacia mí,

12
aromas de luz viajera
alejarían las sombras
que nublan nuestras quimeras.
Volarían mariposas
por los aires de mis venas,
trinarían avecillas
sobre el prado de mi dicha,
y mi cobijo sería
un cúmulo de sonrisas.
Pero se ahoga inhalando
el frío de la distancia.
Yo no hago más que buscarte
donde guardotus recuerdos.
El silencio del camino
me habla de ti taciturno
y al compás de mis latidos
danzan sin disfraz mis pasos.

13
BAUTISTA MANOSALVA Jouleisy. Nació el 14
de mayo de 1994 en la bella ciudad de
Bambamarca. Estudios secundarios en el
Colegio Nacional “San Carlos”. En la actualidad
estudia derecho en la universidad “UPAGU”, ha
participado varios eventos literarios; y da
gracias a Dios por las personas que le apoyan y
están junto a ella, y en especial a sus padres, a
los cuales espera no defraudar nunca.

TENGO IMPREGNADOS TUS RECUERDOS

Mis sentimientos
Se condenan
Al tratar de impedir
Tus dolorosos recuerdos.

Mis lágrimas estrangulan


A toda sonrisa irónica
Que sin ti regalo al viento.

Mi vida se encuentra marcada


Por cada uno de tus mágicos
E hipócritas besos.

Nuestras promesas
Aun atan a mi alma

14
Que hoy blasfemia al amor
Y venera al olvido,
Aun sin ser creyente o devota
De este ídolo,
Enemigo de Cupido.

RESIGNADA A OLVIDARTE

Quizá aún niña jugando a ser mujer,


Esperando que este juego no tenga más pérdidas,
Ni más dolor que la realidad,
Ya que desde hoy las lágrimas cesaron
Y las heridas cicatrizaron.

Si duró poco tu amor,


¿por qué tendrían que durar mas
Tus trágicos recuerdos?

Ya es tiempo de olvidarte y
No pienso desperdiciar cada segundo
Que sin ti transcurre.

Cosas del amor


Nos convertimos en plegarias
que solo milagros aspiran,
en tormentas que guían una vida,

15
en poetas que aman y sueñan
aunque duerman
en amargo almíbar .
HUELLAS DEL DOLOR

Los trastornos de la vida,


maduran en el alma
con la huellas del dolor
donde brotan las sangrientas lágrimas
del fracaso y la angustia;
deseando no volver a sufrir
pero el suspiro de la superación
se rinde en el naufragio
del olvido de los sentimientos
que no volverán .

Antes soñaba, hoy vivo


Cuando era niña,
Y los sueños iluminaban cada uno de mis días;
Creí que al crecer
El amor de mi vida sería
Un joven y bello
Príncipe encantado,
Hoy que crecí
Veo la realidad y me pregunto:
¿Dónde podre encontrar al ser amado?
Si los busco y solo vivo en

16
Un mundo de duendes
Viejos, feos y malhumorados.

17
BURGA DELGADO Alex Omar, Chota 2000.
Estudia la Primaria en I.E. 83010 MGZV de
Bambamarca. Ganador de varios concursos de
declamación, un novel poeta que a temprana
edad empieza a forjarse. Integra el taller de
poesía de la CADELPO Bambamarca.

HERIDAS DEL ALMA

Ahora tenemos aroma de vida


Que crece fuerte y arraigada
Porque en toda la naturaleza se nota
La más bella y hermosa mirada

Pero de qué sirve todo eso


Si poco a poco se acaba
Por un monstro que devora los cerros
Que va creciendo
Dejando en pobreza a la humanidad

Pero es que yo también siento tristeza


Al ver el agua amarillenta y sin vida
Y ver que todo se desploma
Como planta se seca y se marchita
Quedando religado en desconsuelo

18
Ahora todos los campos
Lentamente acabaran
Al sentir que desaparece el agua
Por la contaminación ambiental

Ella aquí ataca con dos espadas


La muerte y la destrucción
Que en cada colina deja
Junto con tristeza en el corazón

Todas estas inmensas heridas


Son congoja para el alma
Que toda persona siente
Al saber que no habrá calma

Si hacemos lo correcto
El monstruo irá con la ira en sus ojos
Llevando su rencor en la mirada
Para no sembrar más destrucción en la tierra
Con su fuerza decadente de su espada.

BAMBAMARCA

Bambamarca tierra hermosa


Estrella alegre ubicada al norte
Tierra de extensas colinas

19
Que nunca el cielo
Tu suspiro corte.
Con tus ventanillas de Arascorgue
Donde brilla tanto refugio de vida
Y de tus aires canciones recoges
De mi sueño y de tu inmensa lira

Hermoso valle Llaucano


Donde corrían aguas cristalinas
Abrías el cielo alegría
Y tu prado de verde se vestía

En los días de primavera


Las lluvias llegaban a tus campos
Con su aroma y consuelo para el alma
Para que los arboles no sean solo palos

Bambamarca esencia de vida


Junto a tu hacienda de Chala
En tu rostro de Cristo se nota
Lo más bella de tu mirada

En tus calles transitadas


En cada esquina hay luz de vida
Que alumbran el sendero de tus hijos
Y el amanecer de cada día

20
Vuelve con fuerza la claridad de tu mirada
Al brillar en lo alto de tu mano que se esfuerza
Y en tu sagrado suelo que nos besa
El más grande grito de tu campanada.
CABRERA TOCAS Ariana Belén. Profesora de Comunicación,
graduada en I.S.P. “Bambamarca”. Una aeda novel con un
despegue literario trascendente; le canta al amor desde las
entrañas de la tierra.

PENAS

Y recurren las penas


esta noche en mi cama
duras penas que me duelen en el alma
al recordarte con cada latido de mi corazón.

Son penas que me agobian,


que me estrujan,
que me llaman
y me susurran muy despacio
que no estás más en mis planes.

Penas reflejadas en mi alma


que se notan en mis ojos,
y que me lanzan al vacío
como rueda de rigor

21
fría nostalgia de no tenerte.

Y me lastiman hondamente
y destrozan cada célula;
fatigan mi semblante
al dejarme caminar sola y somnolienta
en mi noche fría de invierno.

Parece que tu voz escucho


en mi raída imaginación
es la pena que me aflige
y acobarda mi corazón.

Me siento mal,
me falta el aire
no hago otra cosa más que pronunciar tu nombre,
sé que me lastima
y esta pena me recuerda
que no serás el ángel de mi guarda.

Si sé que mi cuerpo no fallecerá


más mi alma, mi corazón y mi pasión
secaran cual flor marchita y abandonada
por tu ausencia y por falta de tu amor.

22
TU AUSENCIA

La lluvia acaricia la noche,


la cobija en un manantial de besos,
la noche refleja su nostalgia
refugio de otoño al sentirte lejos.

El perfume de tu ausencia
me hace amarte cada día más
cuánto extraño tu presencia
y aquel amor que tenía como rosas tu fragancia.

¡Oh! La noche tan fría sin ti


aquí en mi lecho me siento triste,
y tan solo me acompaña tu perfume:
aquel que impregnaste en mi piel cuando te fuiste.

Si tan solo pudiera abrazarte


como esta lluvia que abraza la noche
y embriagarme de tus labios al besarte
para estrecharte entre mis brazos sin reproche.

¡Oh, la noche solitaria!


cuántas ramas del árbol de tristeza
y cuantos frutos de él me he comido
porque siento cada vez más abatida con tu ausencia.

23
¡Oh, amor mío!
vuelve pronto a mis brazos,
para que aplaques este calcáreo frío
con el dulce y tierno de tus besos

CAMPOS VILLANUEVA Segundo Eulogio (73).


Escritor bambamarquino, abogado y profesor, siguió
estudios de agronomía en la UNC. Ha participado en el II Festival
Internacional de Poesía “José Guillermo Vargas Rodríguez”,
Bambamarca, setiembre 2009.

DESPEDIDA DE MI MADRE

¡MADRE! ¿RECUERDA? Fui a despedirme del hogar de usted


añorada madre, inolvidable,
Usted, lloraba la partida del melancólico compañero, su hijo que,
con el alma a su cariño abierta, Llorando su partida por que se
iba lejos, Grabando en su corazón esta senda de la vida. ¡No llore
se la pido, madre mía!
Usted triste, me respondió,
Es que sufro tanto y tanto, por ti hijo mío, porque eres mío.
Y la triste soledad de nuestra finca, abrumada a nuestros ojos
pareció más triste, que iba muriendo con el último suspiro, hizo
que mi cuna solitaria y pobre, pareciera más pobre y solitaria.
En una frase me parece oír su voz velada, de una triste emoción
ahora cansada, porque ya no la escucho ni la veo, quedándome
triste y sollozando, al ver que ya no hay nada.

24
¡Calla, hijo mío! no me cuentes nada, de la vida que tú vas
pasando, que tus penas son tan hondas, ¡Tan hondas y también
tan mías!

"MI MADRE, ME SEGUIA HABLANDO" ¡Calla! ¡Calla! Es lo


mismo que me escondas, O me reveles tu penar----Mi boca y mis
ojos,
Le hablaban del delirio de mis noches, De mis sueños violados y
dispersos, De mi vida hecha cúmulo de abrojos, Más que las
quejas, más que los abrojos, ¡Más que toda la angustia de mis
versos!
Le hablaban de mis tristes fracasos, También le hablaban de mis
pocos triunfos, De mi continuo aventurar y mi largo caminar.
Torpe, la angustia incierta de mi triunfo, Con mi pensamiento
errante y vagabundo. Buscaba para ver tras la fuerte puerta, de
mi casa, allá en aquella ¡PAMPA GRANDE!
Como una fiera muerta al mundo, Junto a mi huerta también ya
muerta; y me hablaba de usted, de su inmensa ternura, De su
soledad y bondad, de todo lo que ha sido: rayo de sol y luz de
luna en mi cuna, alrededor de sus manos aquella fortuna,
Llegando después la ambición entre la obscura, Ramazón de
eucaliptos que sostuvo nuestro nido.
Comprendí que, aunque hoy en ruina, El nido familiar era ya sólo
un fiel testigo, De la ambición de un cruel enemigo.

¡HOY NADA QUEDA YA! TODO HA MUERTO

25
En el tiempo, en la sombra, en el olvido, Todo se ha llevado un
ávido enemigo Como un viento malo y despiadado.
Los hijos de su amor, todos dispersos, Todos cuidando el bolsillo
se han ido, Ya no están a su lado para besarla, ¡Madre Mía!, yo
transformaré su soledad y pena En bullicioso encanto de alegría
y placer.
Recuerdo a solas sus consejos, y llorando por usted, que es tan
buena, Pasé los años escribiendo y tocando mi quena, Para
olvidar, la herida y mi triste pena. No se asuste MADRE MIA, por
decirle, De la bruma y de mi tristeza, No se alarme el no saber de
mí, Yo vivo siempre a su lado y usted de mí,
Sé que me aguarda usted, sé que me quiere usted, Yo la quiero,
madrecita su corazón también.
Ahora para regresar, ¡MADRE! Miro el camino, Por donde alegre
yo andaba y jugueteaba, Y la acequia donde de niño me bañaba,
¡POBRE CAMINITO DE ANTAÑO! Te veo y no lo creo, Se ha
llenado de maleza, como que nadie pasa y no me deja
despedirme de ti,
¡Madre! Pero lo hago desde aquí, Por las mismas huellas de este
caminito de antaño, pasando la acequia sobre las alas de un
colibrí, Hoy vengo a verle ¡MADRE! Aunque adolorido. Estoy
convaleciente y quisiera andar ligero, Pero ya no puedo, apenas
ando lento, muy lento, Por ese viejo caminito por donde
caminaba, Allí voy, apoyado de mi bastón y en mi mano mi
corazón, Para verla a mí linda viejita junto a mi bella casita, Y
acariciar su cabellera bella, como la fue ella, Mi mamita y
entregarle mi corazón y mi fe.

26
Tu hijo
CARRANZA EDQUÉN Willan Manuel.
(Bambamarca, 1983)
Aprendí a caminar con la sonrisa del
viento, creyendo que las plantas todas,
hablan un lenguaje divinamente
hermoso.
Seguí la carrera magisterial en el I.S.P.P.
“Bambamarca” en la Especialidad de
Comunicación, aunque otras fueron mis
aspiraciones; pero a Dios gracias y a mis maestros de superior
que me ayudaron para dar belleza a mi verso al destejerse.Tengo
elaborado y sin publicar, poesía bajo el título de “Pinceladas del
alma”, una novela corta titulada “Un grito en el silencio”, cuentos
titulados “Recuerdos de mi infancia” e “Historias del abuelo”; así
como también un texto titulado “Cómo enseñar comunicación”.

ESTA TARDE

Esta tarde de palabras amistosas mudas


robaré un rayo de sol entre todas las rosas
para que con una sola pincelada de otoño
pueda en el cielo desnudar tu hermosura.

Esta tarde de oleaje verde y perfumado


atraparé el suspiro de las montañas todas
y así poder hablar de tu magia embriagadora
y de tus risadas pestañas que parecen girasoles.
27
Esta tarde de suspiros que se deshojan
prestaré el aliento de las praderas sofocadas
para poder hablar de tu cabello ensortijado
y esos labios carnosos que calman mi delirio.

Esta tarde de esplendor romántico y divino


cuajaré el lenguaje del viento que se esconde
hablaré de tu mirada que se desviste lentamente
como una hechicera mujer enamorada.

Esta tarde hablaré de ti mi amada


abrazado por tu encanto y el lírico resplandor de tu pecho
pintaré en el cielo tus gardenias miradas seductoras
que me enloquecen y me abren el pecho.

ESE LUGAR

En el lugar aquel, con los ojos de la noche


hacemos jirones nuestros cuerpos hambrientos,
y bajo un ¡te adoro! nuestras bocas se desvisten,
a las orillas de un sofocante ¡te amo tanto!

En el lugar aquel, bebo del fresco de su aliento;


mientras ella busca mi desnuda caricia abrazadora

28
pegándose a mi pecho que desierto la espera
se esconde en su contento y me dice te quiero.

En el lugar aquel, los dos nos amamos tanto,


desde que cae la tarde hasta muy ida la noche;
abrazamos nuestros tantos sueños dorados
sin pensar siquiera en alguna solitaria gaviota.

En el lugar aquel, hay ausencia de tristeza,


porque los besos de mi amada son fiesta engalanada
con púrpuras azucenas que perfuman mi esperanza
que cruzará los mares enmudeciendo a mi ternura.

Ese lugar es de rocío para dos amantes locos


que se aman bajo la lluvia del amor enmudecido
hasta cuando hicieran de sus besos, algún nido.

ÁRBOL DEL RECUERDO

Este
árbol
frondoso
divinamente
agorero y mágico,
guarda el recuerdo

29
de una tarde divina,
en la que locamente nos palpamos,
nos sentimos, abrazados al compás de las horas
en la que no hubo clemencia; sólo inocencia.
Esa tarde el viento huracanado nos arreboló
nos habló del fresco de las rosas,
anotó en nuestro mudo pensamiento
ese amor que se esconde en los geranios
o tremolado en el ala de los cristales.
En este árbol
se quedo
nuestra ternura.
Y grabado
con letras
doradas
dibujamos
un corazón
con nuestro nombre
que ni el traqueteo del tiempo
podrá borrarlo con su ira iracunda.

A MI HERMANA AUSENTE

Esta mañana azul sin mirada y tinta,


llegué a tu tumba de fortuna ausente
y encontré las letras de tu nombre

30
borradas por el tiempo que pasó amortajando
los suspiros del alama.

De mis ojos brotaron hojas de memoria,


se destellaron pensamientos
y se astilló mi pena
en un minuto de silencio.

Se partieron ahogos de recuerdo


y al escuchar tu voz en nuestra infancia
he sentido un amargo desconsuelo
suspirando maldición de tu fortuna.

Desgarré mis lágrimas


cayendo desde el cielo;
susurré a tu oído
que te amamos tanto y tanto
y que olvidarte aún no hemos podido.

Quiero que sepas hermana ausente,


que mi corazón de tristeza se viste
más aún cuando veo a mamá desconsolada
y a mis hermanas que deshilachando tristezas
te miran en el tiempo desde la ventana.

31
CELIS SANTA CRUZ Roberto.Nació un 05 de
octubre de 1952, en la provincia de Santa
Cruz - Cajamarca. Siguió sus estudios
secundarios en el Glorioso colegio San
Ramón de Cajamarca y en el Colegio
Guadalupe de la ciudad de Lima. Graduado
de Sociólogo en la Universidad Nacional de
Cajamarca, posteriormente en la misma
Universidad realiza estudios pedagógicos,
ingresando al Magisterio Nacional prestando servicios por el
lapso de 29 años. Escribe poesía y artículos periodísticos desde
muy joven; pero, por diferentes circunstancias de trabajo y de
estudios no logró publicar sus trabajos, muchos de los cuales
lamentablemente se han perdido. Escribe porque tiene la
necesidad urgente de dejar testimonio de sus reflexiones sobre el
mundo, el hombre y la sociedad y porque en sus trabajos quiere
dejar como herencia retazos de su existencia a los que vendrán.
Varios poemarios inéditos.

METÁFORA DEL OLVIDO

La luz del tiempo


ya no ilumina tu rostro
y la sombra del recuerdo se convierte
en blanco espejismo que se pierde
en el azul intenso
de un cielo que se muere
en multicolor crepúsculo negro.
32
La existencia cabalga en potro inmóvil
que devora distancias enanas
a la velocidad de la luz.
En nosotros se cuajan
amalgamas extrañas
entre la oscuridad de la caverna
y la luminosidad de la cruz.

Nuestros corazones son estrellas fugaces


que alocadas huyen, sin decirse: “Adiós”.
Posiblemente morirán
convertidas en pedazos,
sin tener conciencia
que sólo fueron dos.

Las palabras grávidas de amor,


-palomas blancas de antaño-
hoy, se han convertido en golondrinas
de enlutado dorso oscuro
y ya no presagian un verano seguro,
sino, más bien, una primavera muerta
sin flores, sin árboles,
de paisajes mustios y yertos,
destruidos por la fuerza implacable
de huracanes y vientos.

33
Somos los dos costados opuestos de una barca
que navegan juntos sin saberlo
en el piélago proceloso del olvido.
Tal vez, en un tramo de su recorrido
las tormentas, con sus fieros brazos,
la convertirán en añicos;
y así, transformados en retazos,
podríamos volver a encontrarnos;
pero como ya no hay amor,
-no hay corazón, no hay vida,
sólo despojos de materia inerte-
ya no podremos juntar otra vez nuestras manos;
entonces las olas y las corrientes,
-de nuevo, y para siempre-
volverán a separarnos.

TODO Y NADA

Más allá de ti, más allá de mí no hay nada.


Los dos somos la simiente, la semilla, la flor, el fruto y la
rama,
el alfa y el omega, principio y final,
la noche de los tiempos, la aurora virginal.

Más allá de ti, más allá de mí no hay nada.

34
Los dos somos apeirón, demiurgo, mónada,
detritus, partícula infinitesimal,
inercia absoluta, partida y llegada.

Más allá de ti, más allá de mí no hay nada.


Sin nosotros no habrían hombres buenos,
ni cielos límpidos, ni tormentas, ni truenos,
ni líderes, ni santos, ni paganos,
ni corazones endurecidos con sentimientos enanos,
ni manos blandas que siempre estén abiertas
curando heridas y alimentando hermanos.

Más allá de ti, más allá de mí no hay nada.


Porque los dos somos la medida de las cosas
y en nosotros tienen vivencia
las aves que vuelan, los ríos que pasan, los mares azules,
las vidas microscópicas, la dureza de las rocas,
los ojos que lloran, los labios que suspiran, la fragancia de
las rosas.

Más allá de ti, más allá de mí no hay nada.


Los dos somos —dentro de la multiplicidad— las dos
energías y principio elemental,
pues sin nosotros todo el entorno sería un vacío inexistente
y de oscuridad.

Más allá de ti, más allá de mí no hay nada.

35
Los dos somos geriatras que acompañan a la muerte,
pediatras que impulsan a la vida y a la superación creciente,
la saeta encendida de Eros, la corva guadaña de la muerte.

Más allá de ti, más allá de mí no hay nada.


Los dos somos la extensión vertical de la montaña,
la tiniebla que se rompe dolorosa para parir el sol de la
mañana,
la vertiginosa depresión de la hondonada.
En nosotros todo se encierra, se abre, se descubre y se
acaba;
porque tú y yo somos esa plenitud
del todo y la nada.

PRÉSTAMO

Soy una silla de tres patas:


no tengo donde apoyarme sin que tenga que caer.
¡Qué ironía! Voy progresando,
pues mi hambre ya es el doble del de ayer.

Las paredes de mi cuarto están lisas


como las de mi estómago también
por no tener pan que disolver.
Hoy he tenido visita especial:

36
ha llegado la indigencia
con su grado exponencial.

No tengo ni un mísero clavo siquiera


donde colgar mi única camisa,
la de todos los días, la dominguera.
Cristo, tú que estás muy bien allá arriba
—sé que ya no lo necesitas—
préstame el clavo que atravesó tu mano
para colgar mi miseria.

37
CRUZADO SALCEDO Rafael, conocido
fraternalmente como “El Cholo” Rafael.
Músico, compositor y poeta
bambamarquino. Con un énfasis muy
popular y jocoso le ha escrito a las cosas
sencillas pero a la vez profundas, a esos
pasajes de la vida que nadie quiere
olvidar: la juventud, el terruño, los
amigos, el colegio, la familia. Su
producción lirica aparece en muchas
revistas regionales y nacionales. Entre sus publicaciones destaca
“VEINTICINCO AÑOS CAROLINOS”.

VEINTICINCO AÑOS CAROLINOS

¡Por favor, cuéntame: ¿Qué acontece?...!


radio televisión y diarios,
están que huelen a “olegarios”
mencionando a mi tierra según parece.
Noviembre cuatro, ¡primera semana!
¡Veinticinco Aniversario de mi Colegio “SAN CARLOS”;
¿Qué haremos…pensar que a todos hay que invitarlos…
(Se afectan: don Antonio Ruiz y; “El Manana”)
Suelta una incrédula carcajada, “El Mangucho”;
Tampoco se convence “el viejo Pini”, “El Pitirillo”;
“El Fripo” más bien prende otro cigarrillo
mientras por la calle va cantando “El Baracho”.
Para “Erfilia”, “Ña Shishe” y los “Rayadillos”,

38
“don negro Meshe” ha preparado flamantes “chuzos”
Y por su parte, “don Antonio Bardaluzos”:
entierra chismes, comida de grillos.
“El Zorro”, “El Güitre” y curiosos con afán,
se acercan a ver quién llega en la Díaz:
tal vez “El Tío Palo”, “Pavo Aristides, “Chueco Tobías”,
“El Equis”, “La Mangshuya”, “Briones” o el “Chazán”,
¡Cuidado…, esa maleta es de Gloria Roldán;
¡”Chucho Herminio”! dos cartas envía “El Macho Blanco”
explícale al “Carausho”. Una para el “Gato Blanco”
y; la otra para don Florencio Huamán
Ya los cariñosos “Patos Guevaras”
Sin ninguna medida ni “contrapeso”
Obsequian sus gaseosas con embeleso.
Los efectos de “el venus” ¡silo probaras…!
¡Fueráte!, ya está por “doña Aurora” la otra promoción:
¡Quinshúúúlll!, ¿Recuerdas del “Tío Tetar”, del Ramirus y
Aguchito?
¿de Lupita, Elvita, “La Truchita”, “Pejeshasho” y Abrancito?
Algunos estudiaron conmigo desde transición.
¡”Potololo”! ¡Qué becla!, ¡Ya llegó “El Pichulín”;
lo vieran al “Burro Flaco” en medio de jil y mil;
“al Coche Preñada”, “Al Drástico”, “Al Chicama” y “Al
Chontril”;
Ya será bueno que toque su banda don “Pedro Marín”.
“El Pishtuco” me ha contado que: Julia Ruiz.
Alicia, Guillermina, Florcita y Tisdelinda,

39
gozan de fortuna, con su salud tan linda,
que, ¡no hay noticia más Feliz!.
Pero, mi alma siente ahora inmensa pena;
Ya no volveremos a verlo jamás:
A “Mono Napo”, mesías Paredes, a Fortunato “el Satanás”.
¡Pobrecita mi tía “Lofita”, pobrecita “La Chilena…!
¡Cómo los haríamos resucitar…!
cantaríamos, dirigido por los Maestros: Quispe y Sousa
Rubio,
autores del Himno que recuerdo más que al Danubio;
¡Qué lástima, ahora ya nadie lo sabe cantar!
¡Carolinos!, ensalcemos por Catalino Terán:
¡Nada de divisiones, tampoco inmoralidades;
trabajemos por nuestro pueblo sin mezquindades,
Bambamarca sea por siempre, ¡Nuestro primer afán!

FELICES “BODAS DE ORO”

En Bambamarca nace un colegio


Dichoso el cielo, envió un arpegio
Y la cultura, crece a raudales.
¡Mi glorioso colegio “San Carlos”!
Fiel herencia de sus fundadores
Predilectos y dignos señores
¡Que con honra voy a mencionarlos!:

40
Presidió el comité, Carlos Cubas;
Don Heriberto Benel, Hirbin Mass;
Don César Rodríguez y, entre otros más
Anximandro y Aurelio Cubas
Francisco Solf, Don Carlos Mejía
Victor Zarate, Dorila O. Montes
¿Manuel Tiravanti? ¡Qué horizontes…!
¿Segundo Hoyos? ¡Qué tal melodía…!
Nuestro “San Carlos” es semillero,
Testigos: la noche y la alborada,
Su juventud muy bien preparada
Triunfa en el Perú y en el extranjero,
Tus “Bodas de oro” sean dichosas,
Aromáticas y fraganciosas
Y tus cosechas sin precedentes
Con promociones sobresalientes
Para mí, lo mejor que he ganado:
Dos guitarrazos por las costillas…!
Que don Florencio me ha propinado,
Por dar serenata, a sus chiquillas…!

¡VIVAS A MI COLEGIO “SAN CARLOS”!

Y busco mi carpeta y mi salón,


¡ya no hay salón, ni la carpeta…!

41
ni Florencio junto a su palmeta,
exigiendo correcta formación…

de las canas de Florencio Huamán


mucho tiene que ver hasta “El Guebil”,
El “El Guacalo” y el “Cholo Cotoshil”
son luceros que vienen y se van.

Llevándose mi vida en retazos,


como jugando con mi existencia,
con la modestia de mi experiencia,
compartiendo mis fieles abrazos.

¿Traviesos?, “Lalo” Mejía Rocha


Ni hablar del “Pavo Aristides Tello”
alias “El Llamoctanta, Cornelio”
que a todos manchaba con su brocha…

Añoro aquel patio de recreo,


De las chicas en su encanto angelical,
La música del “Cholo Berrocal,
las veces que fuimos de paseo”

las actuaciones del “Negro Alejo”


del “Pini”, del Briones y el “Cucho”
los arranques del “Coche Balducho”
de mi Jorge, su sano consejo…

42
don Francisco Camacho y don “Nando”,
ellos, Tesorero y Secretario,
custodiaron tan bien su inventario
y nunca resultaron quebrando.

Doña Elisa Luna del Catillo


Impartió con dominio magistral
Sus lecciones de Historia Universal:
¡Hasta hoy, nadie logra tanto brillo!...

¿De mis maestros? ¡Solo don Vilio!


¿De mis compañeros? Reynaldo Chávez.
Florita y “Meshitash”… ¡ya sabes!
¡cuenta con ellos en todo auxilio!

¡inmortal! ¡Hermógenes Mejía!


Dinastía del “Ñato Armando Ruiz,
En “San Marcos”, “César Hoyos” ¡feliz!
con su cátedra y su jerarquía…

Cincuenta años de frías ausencias


cincuenta años que no regresaran
obsesiones y reminiscencias
del “Pibe”, “Chumbilino” y Velbán…

El “Magín” y el “Díaz del Castillo”

43
que si uno es pulga el otro es un grillo
¡son tales dolores de cabeza…!
Del Curita y Doña Grimanesa.

Loas a todas las promociones,


Vivas a mi Colegio “San Carlos”
Maestros que inspiran imitarlos,
juventud de inmensas promociones!

¡Escucha carolino aspirante!


Haz tu profesión un servicio
¡Apártate del ocio y del vicio
y en las sendas del triunfo: ¡…Adelante!

44
DANÉ Carlos. Nací bajo el cielo azul de un
abril lejano de 1979 en la Provincia de
Hualgayoc – Bambamarca. Estudié en el
Glorioso Colegio Nacional “San Carlos” –
Bambamarca, posteriormente escogí la
carrera profesional de Profesor de Lengua y
Literatura y me gradué en el I.S.P.P.
“Ricardo Palma” – Chiclayo. Retorné en el
año del 2006 a mi querida tierra a ejercer la
carrera docente. Algunos años después
junto a otros Poetas de nuestra localidad integramos la Asociación
de Escritores de Bambamarca. Actualmente escribo poesía y quizá
posteriormente publicaré mi libro “La Voz Desde el Silencio”.

E mail: yagnich@hotmail.com
www.lacoctelera.com/carlos-dane

DESDE EL EXILIO

Desde aquí afuera me sonrío irónico, grito amargo


y me responde mi palabra llorando…

Desde aquí adentro me enojo sincero,


hablo en silencio y escupo mi nombre
en la pared del tiempo.

Desde aquí afuera baño en la lluvia mi nostalgia


y sumerjo mis voz ahuecada al viento
45
donde aletean los roídos versos.

Desde aquí adentro clausuro mis sueños


y avanzo al norte del desaliento
donde los hombres ríen amargamente.

Desde aquí afuera rompo el espejo


de tantos aburrimientos
y canto con esta voz tajante y desangrada.

Desde aquí adentro trajino siempre tropezando


con todos mis ruidos callados
que agonizan en las puertas de mi aliento.

Desde aquí afuera avanzo al exilio,


por los océanos perdidos
y desesperado me busco en otro cuerpo.

EMBRIAGUEZ ENLUTADA

Aletea la noche sobre este licor adormecido


en el vidrio de una copa quebrantada
vibrando en las cuerdas rotas del silencio,
y la monotonía de la voz en la garganta
se extasía de palabras incoherentes
que vagan buscando una lógica

46
en una realidad sostenida en el péndulo reverso del tiempo.

Desearía que estas horas embriagadas


busquen tu génesis de piel tibia
socavada bajo mi anhelo remoto
de sostenerte en mis manos de viento
acariciando el alba, palpando tu frágil mirada inquieta..

Pospuesto quedo en una realidad disuelta


de ver todas las cosas relucientes frente a mi sombra,
oprimiendo los delirios del alba,
buscando el néctar embriagado y cabizbajo
que se cae o tropieza en estos ojos desiguales
de contemplar el mundo en algunas manos.

Toda tu mirada despellejada


se refleja en la espuma fermentada del oscuro vino
que desciende al recipiente solitario
y los dedos ondulan tu imagen perdida en la memoria
la cual se nubla vaso tras vaso,
sorbo tras sorbo enlutado de alejarte
y perderte en el polvo asfixiante de la indiferencia.

47
HAMBRE HUMANA

Tengo hambre de tristezas,


de comer mi alegría
y todas las alegrías de este mundo triste.

Oigo las carcajadas de algunas aves


que sin rumbo vuelan en mi pecho
y es entonces cuando sonrió a la vida
y me sacudo de la tristeza
que hace mucho tiempo estuvo adormeciéndome.

El apetito de vivir me hace intenso,


a veces desagradable como una fruta amarga.
Por eso camino recogiendo el polvo de la miseria
y mastico el sabor de la pobreza.

Veo el amanecer disoluto sobre mi rostro de espantajo,


el viento de las tardes cansadas sacude mi alma
y la espiga de mi piel crece en los campos olvidados
por donde no caminan tus pasos.

Silencioso grito mi nombre


y bostezo de hambre,
de esta hambre humana que carcome al miedo,
y roe las sonrisas ingenuas de niños
que olvidaron vivir en alguna madrugada.

48
DÍAZ Fernando (J.F.Díaz) (1983). Poeta,
estudió Ingeniería Civil en la U.N.C y es
estudiante de Teología en el S.B.R.
Además es integrante de “El Patio Azul”
círculo de amigos artistas.
Su poesía empezó a tejerse en las tardes
lluviosas del 99, entre el heno, la música
y las primeras flores. Ha publicado “Río
Azul” (2008) bajo el sello de la Oficina
General de Investigación de la
Universidad Nacional de Cajamarca.

MIRANDO LA RIBERA…

El viento robó tu voz


para dejar sin voz a mis palabras.
Nos robó el sueño, los recuerdos,
ocultó su rastro en una silaba oscura.

Nos los robó.


Nos quedamos vacíos,
desmoronándonos en el mismo punto.

Pero abrimos los ojos a la tarde,


nos miramos – ya sin reconocernos –
nada nos hacía falta
porque aún la mirada
nos dejó lugar para el asombro.

49
La arcilla era nuestro espacio infinito,
el fruto del árbol, el río, las aves
un universo para ser felices.

El silencio
era un atisbo de sorpresa.

ATARDECER

Atardece el mar, la arcilla,


los violines.
Las nubes se acogen en el cielo,
sus alas cuelgan de un balcón indefinido.

Dejó el corcel los fríos andenes,


los pedregales donde hizo nido la palabra
con tal de oír su música.

Al golpe de las espuelas


el viento cae al agua de las gaviotas
con sombrero de junco
pies de pájaro y ojos de río.

Ante un nuevo sueño

50
en una casa humilde de madera
el suelo tiembla, las olas no le pertenecen.

NACISTE MUJER

En el agua, en una plática larga,


en los arroyos;
sumergida en la siembra que crece
plácida, alegre
semejante al susurro de los pinos.

Se limitaron las hojas a mirarte,


tus manos subían inmóviles.
Mis párpados humedecían la altura.

Agosto era, al ritmo de un beso


cuando mis ojos se entregaron al asombro
en contornos de luz.

A tanta oración sabíamos


que aguardábamos ilusos, pacientes
las formas escarchadas del mañana.

Y si caminaban las espigas


iríamos juntos por el mar, por las ventanas
sobre páginas largas

51
con el amor, las vendimias y el pan recién cocido.

PROFUNDIDAD

Una casa de lámparas nuevas,


ágil, espiritual;
amoblada en la totalidad de lo existente,
quiebra la sombra para darnos luz.

Las redes abiertas


muestran en una orilla tus ojos recién nacidos.
La plenitud del agua en formas visibles
junta en una manta el calor de los geranios.

La emoción me lleva al límite de un beso


tus ojos penetrantes me desnudan.
La felicidad trepó de golpe en mis maletas.

Las hojas azulan el techo de los árboles.


Un cartel de anuncios nos invita a pasar
a sumergirnos, a mezclarnos como semillas
en tierra fértil.

¿A DÓNDE ME LLEVAS?

52
¿Sobre qué brisa o corcel voy cabalgando?
¿A dónde me lleva el rumor de la marea?
Seré amor, sueño o cascada, en este ocaso gris
el gorrión profundo, tu lecho espera.

¿Amor, a dónde me llevas en este día?


¿Acaso iremos más allá del sol en las libélulas
o sólo nos quedaremos danzando en las palabras azules
pendientes de otro viaje de piel y de caderas?

Salgamos de este sueño a soñar bajo la lluvia,


hablemos de amor en la balada de los jilgueros,
seamos ángeles o dos delfines saltando a los besos
o tal vez dos almas ansiosas de perderse en un sueño.

¿A dónde me lleva el tren de tus manos?


¿De qué color es la flor o el rumor que despides?
¿Acaso iremos más allá del silencio a robar los sonidos
o sólo seremos pasión aunque nos devore la noche?

¿A dónde vas?
¿A dónde me llevas?

53
GALVEZ BARZALLO José María. Sobre la vida
del poeta se sabe muy poco, pero se
convalida su existencia gracias a su obra
“Joyas Literarias”, publicada por primera
vez en la ciudad de Cajamarca en 1913. Fue
un hombre noble e inteligente, de
inspiración innata, de mucho respeto y se
distinguió participando en todas las
actividades cívico-culturales en su pueblo
natal: Bambamarca.
Demostró un elevado concepto de lo que significa PATRIA. Admiró
a Manuel González Prada; sintió rebeldía y repudio contra el
atropello y abuso del enemigo del Sur, y contra los traidores y
cobardes de ayer que no supieron defender con honor y dignidad
los legítimos derechos de nuestra Patria.

LA IRA
Dedicada a mi amigo D. J. M.

Maldito el suelo! donde el criminal impera


donde la ley se escribe i no se cumple:
donde la voz de la justicia se confunde
ante el bandido de voz siempre altanera.
donde esa voz maldita vocifera
contra el honrado i noble ciudadano
donde se bendice sanguinaria mano
abriéndole, las puertas solo al vicio
donde, al humilde se ofrece en sacrificio
54
en aras del bandido í vil tirano.

Maldito el suelo! donde solo existe


la libertad, en hombre fementido;
donde el mérito i el honor desconocido
yacen en un rincón humilde i triste
maldito el suelo! donde el hombre viste
de púrpura la ropa, de negro el corazón
donde los lazos de la paz i unión
se rompen por mera complacencia
donde se paga el bien con una ofensa
con oprobios, venganza i traición.
Donde el bandido impone feroz huella
y el instinto brutal se satisface
donde ríe sereno i se complace
robando el amor de una doncella
donde no se levanta una querella,
ni castigo ninguno al delincuente
donde el matón pasea libremente
el teatro, las calles i la plaza
donde no hay garantías en la casa
ni está libre de agresión el inocente.

Donde la ciencia i el saber pelea


con la fuerza brutal que la domina;
donde la gente torpe i más mezquina
la santa religión vil estropea.

55
donde el orgullo su pendón flamea
atropellando de soberbia henchido
al más humilde i pobre desvalido
que anda pidiendo por amor de dios
una limosna por su santo amor
una limosna como tal mendigo.

A LA COCA
Si se llega a publicar
las virtudes de la coca;
de seguro no habrá boca
que no la sepa mascar
llegando a saborear
su jugo medicinal
que al mezclarse con la cal
volatiza su esencia
dejando por consecuencia
su virtud de estomacal.

Despeja el entendimiento
y sana el reumatismo;
que sin duda por lo mismo
de virtudes el portento
ella da valor y aliento
en medio de la fatiga
quita el dolor de barriga
y del pecho la opresión

56
quita el hambre al comelón.
y es la más sincera amiga

Ante la coca no hay frío


ni menos indigestión;
y así decir con razón
que ante ella no hay desvarío
en el invierno o estío
ella brinda su bondad
y tened seguridad,
en su crédito ganado
que siempre ha sido aceptada
por toda la sociedad.

57
GONZALES GOICOCHEA Anghi Nicole.
Bambamarca, Perú. Tiene 15 años.
Estudiante del Colegio San Carlos, cursa el
quinto grado de educación secundaria,
integra el taller de poesía de la Casa del
Poeta Peruano Bambamarca, además de
poeta es una excelente declamadora, ha
participado en el II Festival Internacional de
Poesía “José Guillermo Vargas Rodríguez”
(Bambamarca, setiembre 2009).

UNA CARTA ENTRISTECIDA

En esta noche solitaria,


Te escribo una carta
Concebida en la tristeza
De mis años pasajeros.

Escribo una carta


A tus besos asesinos
Para sepultar mi alegría
En los rincones de mi corazón.

Tus besos son recuerdos


Que caminan agazapados
En las páginas de mi carta
Solitaria y triste.

58
Grito tu amor,
Evoco viejos recuerdos
Pero la ausencia de tu cuerpo
Ha sepultado mi corazón.

TU DULZURA

Mujer de sublimes melodías,


De celestes ojos
Y piel que cubre mis sueños,
Abre las puertas de tu amor
Para incendiarte el alma
con mi canto.

Dulzura de tus besos


Inquietos de mi tragedia,
Extiende mi corazón
Esperanzas
Que derraman
Esperando la llave
Que abra la puerta de tu voz,
Tu amor,
Tu alma.

Te espero en la cueva del amor

59
Trayendo flores de olivo
para endulzar tu corazón
Con mi vida en los brazos
Para cambiarla por amor
Tu tragedia.

TUS BESOS

El cielo esta estrellado


Los ojos de las estrellas
Azules como tus ojos
Y los labios cual carmesí.

La luna llora
Me dejaste
Como un perro sin dueño

Desde tu partida
Las estrellas no salen
El amor se fundió
La luna ya no brilla para mí.

Tus besos ya no suenan


Como melodía
Tus caricias se esconden de mí.

60
Tu cuerpo trae la melancolía
Y el tiempo es un traidor
Que no sabe de amantes.
De qué sirvió
Que tus besos me hipnoticen
De qué sirvió
Si hasta besé tu propia sombra
Hoy no queda nada, nada.

TE FUISTE

Dibujaste un sentimiento
Con ausencia enredada
En al pañuelo de los recuerdos.

Te fuiste si dejar huella,


Dejado roto mi corazón
Con un te quiero en tu voz quebrada

Te busco
Para decirte cuánto te amo
A pesar de todo.

He suplicado a la luna
Que vigile tu corazón,
Porque me pertenece
Como la luz al sol.

61
62
HUAMÁN SAAVEDRA Walter Alex
(CUÑACALES-BAMBAMARCA). El interés por
la poesía empezó siendo estudiante en las
aulas de la institución educativa V.R.H.T
donde conoció la poesía de César Vallejo y
Pablo Neruda. Técnico en Industrias
alimentarias, graduado en el I.S.T.P.B. Su
primera publicación: “SUBLIME CANTO DE
Q’ORIMARKA” (2010). Conduce el programa
radial LA VOZ DE LOS RONDEROS de la zona de CHALA y participa
en eventos locales.
Email: alexei_16_cancer@hotmail.com

AGONÍA DE UN RÍO
Tú numeroso ejército
De indefensos,
Han perdido
La cruel batalla,
Dejando caer
La enorme espada,
Sin brillo sobre tu brisa.
Hoy existe
Un cementerio de vidas,
Ahogado en el sentimiento
Del más allá...
Y en tu amplia orilla retumba
Bóvedas compactadas en ruinas.

63
Una inmensa
Bulla de burbujas,
Siguen llorándote
En tu corriente,
Amortajado con polvo
De la nube,
Queda el sepulcro
Robado por el tiempo.
De pie…
Sobre la arena caliente
Soñé en tu manantial
Junto a los pájaros,
Ni pencas ni zarzas rompieron mí alma
A tu agua ajada por la contaminación
Me sentí crecer para sordos oídos.

BELLA NINFA DEL EDÉN

Querida comarca.
Recostada bajo el testigo
Perfil de Cristo,
En las entrañas
Donde guardas riqueza,
Junto al fulgido
De cielo azul.

64
Eres una diosa Vestida de verde,
Y arrullada sonríes
Entre dos ríos palpitantes,
Hacendosa comarca.
En la cumbre
Del ande norteño
Huracanes te silban
A tus valles y pajonales
Doblegando un himno de vida,
Novia hermosa del vate,
Bella ninfa del edén
Para el espíritu del hombre,
Alborada del ideal
Empuñada en la luz
Del tiempo eterno,
Hospitalaria hecha comarca.

EL ECO DE MI VOZ

Canto con el corazón adolorido,


Y con el ser de mi alma amenazada,
Para entonces es un canto florido,
Sentir de mí pena esclavizada.

Es canto de valorarme así mismo,

65
Entusiasta tormenta de mejorar,
Dedico mis frases por el optimismo,
Expresión perfecta a continuar.

Son versos trágicos que nacen del corazón,


Contando el momento que estoy pasando,
Así como el caudal del río Pomagón
Que crucifica mis penas que se van retirando.

Este verso expresado tiene canto,


Tristeza, alegría y clamor del alma,
Del recuerdo gravado de mi llanto
y experiencias perfectas del hombre que ama.

66
MEJÍA HORNA Oscar. Novel poeta y escritor
que quiere abrirse paso con la pluma en el
maravilloso universo de la poesía ha sido
antologado en las obras “De Chala al
Corellama”, “Las Voces Bajaron al Valle” y
“Arquitectos del Alba” de Ediciones
Maribelina de la CADELPO Lima y en
“Literatura de Cajamarca” Vol. IV de Cuervo
Blanco Editores Cajamarca. Junto a
numerosos artículos y noticias, tiene en su
haber un poemario inédito titulado “Versos para Inolvidarte”
(Memorias) y dos obras narrativas, también inéditas, de cuentos
regionales, titulados “Antiguas Narraciones Vueltas a Contar” y
“Florencio: El Arriero”.

CULPABLE

Juramos yo ser suyo y ella mía


pero el tiempo y mis acciones
no permitieron nuestro amor …
Si hay un culpable, ese soy yo.

Me demostraste cariño inmenso


me expresaste, al extremo, idolatría
mas yo renuente, quererte no pudo…
Si hay un culpable, ese soy yo.

Tus ojos negros, puros, profundos


67
aún me miran, por mí suspiras
pero es muy tarde, inoportuno…
Si hay un culpable, ese soy yo.

Si no eres feliz, con el que hoy vives


y te sobresaltas entre tus sábanas,
y de tu llanto, de tu tristeza
hay un culpable…ese soy yo.

SÓLO ESO

Yo solamente quería
de nuevo decirte al oído,
decirte cuánto te quiero
de nuevo vivir contigo
tantos momento ya idos.

Yo solamente quería
susurrarte a los oídos,
decirte cuánta falta me haces,
decirte cuánto te quiero.

Quería yo de nuevo
besar tus labios frescos
contarte mis tristezas

68
apretados en un beso.

Yo quería sólo eso,


besar tu sonrisa al viento
abrazarte en silencio
ataviarte de recuerdos
Sí mi vida…sólo eso.

“CUANDO ME DISTE EL SÍ”

En una diáfana noche


tus brazos me acogieron
me refugiaste en tu regazo
cuando me diste el sí.

Del ocaso su luz rojiza


sobre tu rostro caía
y con candor brillaban,
las perlas de tu sonrisa.

Tu cabello suelto, castaño,


tu piel tostada, suave,
tu sensual figura
cimbreante flotaba
en la seda de tu rojo vestido.

69
Esta imagen de ti no la olvido
sólo cuando mi recuerdo se apague,
entonces… sólo entonces…
me olvidaré de ti.

LA ESPERA

Se ha marchado la luz nocturnal…


tenebrosa se extiende la penumbra,
cae la lluvia cargando de nostalgia
la noche que se hace larga sin ti.
Y yo esperándote, como siempre,
recostado en mis pensamientos,
amodorrándome en mis sentimientos,
cubriendo de besos tus recuerdos.
El silencio propaga su sonido
que se extiende por todos mis sentidos,
quisiera verte entrar por el umbral
trayendo a tu alma de la mano
para que me quites el tormento,
para que disipes la duda
encallada en el mar de mi corazón.
Me consterna tu ausencia
y la vida a pocos se me va,
haciendo corazones flechados
con el humo de un cigarrillo…

70
MEJÍA LOZANO César Gonzalo. Bambamarca,
Perú, 1963. Maestro de escuela rural,
psicopedagogo, poeta, escritor, artista
dramático y comunicador social. Ha
obtenido Mención Honrosa en el Área de
Poesía en el Concurso Nacional de Educación
Horacio (julio, 2009), Mención Honrosa en el Premio Mundial de
Literatura “Andrés Bello” Venezuela (setiembre, 2009). Actual
Delegado Cultural la Sociedad Venezolana de Arte Internacional
en el Perú.
E-mail: gonzalo950@hotmail.com y
casadelpoetabambamarca@gmail.com
Sitio Web: http://cesarmejialozano.blogspot.com/

PÉTALOS LITOGRAFIADOS

Como ven, estoy rodeado de hojas mensajeras.


Palomas que trinan y aletean sin descanso.
Sin darme cuenta
mi vida se llenó de libros
Se fueron acomodando a mis instintos
Amigos que anochecen y amanecen
con la mirada fija en los míos
Amantes que tiemblan en mis manos

71
mientras desnudan sus secretos.
Que gratas son las mañanas con el perfume
de sus pétalos litografiados.
Que dicha la mía: morir abrazado a la tierra
Sepultado de horizontes infinitos
bajo dos metros de libros palpitantes.

UN TALIBÁN FRUSTRADO

Yo debí quemar el mundo


Apedrear a los transeúntes
Destrozar todos los juguetes
Destruir lo fines de semana
Aniquilar la luz en las ventanas
Pisotear los jardines
Asesinar las sonrisas a puro golpe de odio;
Tuve un millón razones para hacerlo
Pero una rosa blanca se posó en mi corazón parchado
Avivó su llama de ternura
Y se me vino en torrentes la alegría.
Ahora soy un Talibán frustrado
que ama la vida hasta la muerte.

LAS VOCES DEL CAOLÍN

72
Habla el caolín insistente.
Me susurra el pasado en cánticos nuevos.
Sus voces lejanas
acercan el futuro a nuestras manos.
Habla el caolín con voz de niño viejo.
Habla el caolín con voz de viento nuevo.
Habla enérgico desde el corazón
del Picacho.

Sus voces policromadas resuenan


en el Sháter.
Golpean las rocas de Tallamac y Púsoc.
Con incisiones profundas
se deslizan en Corral Orco
y en posición trípode descansan
en Arascorgue.

Las voces del caolín son el alma


de nuestros abuelos,
son aquellas ancestrales melodías
que resuenan en los peñascos,
en nuestros ríos corporales,
en los millones de ceramios sepultados.

Son el fuego hecho polvo


Son el polvo hecho vida.

73
Vinieron del infinito
para vivir por siempre
en nuestras manos
y en el aroma de nuestra tierra
y en color de nuestra sangre.

Habla el caolín insistente.


Es voz y aliento, endiablado pututo, corazón de cóndor.
Y no ha de callarse jamás.

PERO EL ORO NO PODRÁ COMPRAR A LAS MAÑANAS

Pero el oro no podrá comprar a las mañanas


ni mucho menos al canto del viento por las tardes.
No podrá comprar las sonrisas de los niños
tampoco los sueños que habitan en la lluvia.

El oro puede comprar al hombre sin ilusiones


Al hombre embrutecido por el metal
Al que no nadó en el río
Al que no corrió descalzo por los campos
Al torpe, al idiota
Al que muerto camina por la vida
Al poderoso, al insensible.
74
Pero no podrá comprar al sol de las
mañanas
Ni al aroma de los jardines
Ni a las escuelas de palomas libertarias.
PÉREZ GÁLVEZ Socorro. (Bambamarca, 1928).
Nieta del poeta José María Gálvez Barzallo.
Maestra bambamarquina. Es autora de una vasta poesía aun
inédita. Sus versos llenos de encanto y belleza nos trasladan con
nostalgia al terruño añorado, a la bendita Pachamama “Perla de
los Andes”, como la suele llamar: Bambamarca, madre mía. Pero
en sus versos también canta la alegría surcando nuestro cielo,
bandada de golondrinas y tordos milenarios: Los ríos corren
airosos/ como serpientes de plata, / y en las noches silenciosas,
/su murmullo es serenata.

AMANECER EN MI TIERRA

Huye la noche entristecida,


porque ha llegado el alba ya,
con suaves tonos, celeste y lila,
cediendo el paso a la claridad.

Cuánta belleza al rayar el día


todo se inclina ante su faz,
la tierra toda agradecida,

75
engalanada se muestra ya.

Las flores se abren para ofrendarte,


suaves aromas de gratitud;
con su murmullo, ríos y lares,
dan testimonio del evangelio
en su plenitud.
Con infinita sabiduría,
el señor, creó todo a la perfección,
nada le sobra nada le falta
cada elemento cumple una misión.

MI GRAN DESEO

Mi bella tierra querida,


cuánto añoro estar contigo,
pisar tu suelo bendito
donde vi la luz primero
donde viví con mis padres
una eterna primavera
y aunque no pueda cumplir,
con mi máximo deseo,
de recorrer tus paisajes,
me vienen gratos recuerdos
de aquel azul infinito
de tu cielo a mediodía,

76
tus noches con luna llena
con estrellas parpadeantes,
salpicadas en tu cielo
como rocío divino.
cierro mis ojos y me veo,
trasportada en el espíritu,
y admiro tanto belleza,
creada por el señor,
para los bambamarquinos
y si ya no puedan verte
mis ojos naturales
llenaré mi corazón
con los más puros pensares
recordaré con cariño
tus paisajes, tus maizales
y tus caudalosos ríos
con sus aguas de cristales.

77
PLASENCIA MORO Wilmar. Nace en el distrito
de Magdalena - Cajamarca. Realizó sus estudios
primarios en su tierra natal, los secundarios en
el San Juan de Trujillo. Siguió estudios
superiores de filosofía en el seminario San José
de Cajamarca, Teología en el instituto Superior
Juan XXIII de Lima; Bachiller en pedagogía en la
Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. Trabajó
como asistente de docencia en la Pontificia
Universidad Católica del Perú - Lima. En los colegios San Carlos e
Inca Garcilaso de la Vega de Bambamarca, así mismo como
supervisor de la ODEC. Profesor en los Institutos Superiores
Públicos Bambamarca y Alcides Vásquez. Ha promovido la
conformación de las Redes Educativas del Proyecto de
mejoramiento de la calidad educativa rural. Director de la IE. Nº
101136 de Nuevo San Juan Alto Hualgayoc. Ordenado Sacerdote
Casado para la Iglesia Católica "Nuestra Señora de Guadalupe con
sede principal en EE.UU."
En el año 2005 ocupó el segundo lugar en el Concurso de
Educación Horacio, en el área de poesía con el poemario "El Libro
de las Pertenencias".

Poemas de “El libro de las pertenencias”

Con la primera cerveza soy un desierto. Con la segunda


descubro zonas inexplotables de las muchachas. Con la
tercera soy un F-15. Primer viaje al baño. En el espejo un ser
inocente. Sonríe el animal asecha a punto de saltar. Con la

78
próxima cerveza vibro al compás de la música. A la siguiente
descubro que no hay lugar para lo prohibido una más y
agoto palabras de días posteriores. Segundo viaje al baño. El
espejo vomita las carcajadas del ser. Con la siguiente
compruebo que todas las cervezas van al mar y la mar
nunca se llena. Tercer viaje al baño. El espejo inocente
reproduce varios seres que parecen sonreír. Con la próxima
cerveza soy un encantador de serpientes. Con la última
cerveza soy el rey de la selva. Último viaje al baño
Nadie en el espejo.

-----o-----

En el sitio donde uno pone el pie queda la huella, la tierra


guarda esa memoria. El cuerpo viaja, el recuerdo se queda.
Uno se despide y no se va. La vida es el recuerdo de la
muerte y la muerte es el recuerdo de la vida.

-----o-----

Los pobres no tenemos amigos solo compañeros de camino.


Yo remendé mis zapatos viejos y caminé sin un centavo en
los bolsillos. Se del hambre, se de las hierbas que se hacen
miel sobre la lengua sin saliva. Soy de los que caminan y
cada vez más lejos queda el sueño… A pesar de todo soy de
los que no entierran la esperanza.

79
-----o-----

En un país lejano un crítico decidió declarar a un amigo el


poeta más importante del país. Pero otros poetas de ese país
protestaron. Hubo entonces que declararlo el poeta más
importante de la ciudad. Pero otros poetas de esa ciudad
protestaron. Fue entonces declarado el poeta más
importante del pueblito más lejano de ese país. Pero otros
poetas de ese pueblito protestaron. Así se declaró el poeta
más importante de la aldea más lejana de ese pueblito. Pero
otros poetas de esa aldea protestaron. Fue declarado
finalmente el poeta más importante de la cabaña de la
colina más distante de aquel más lejano país. Pero en esa
cabaña había un perro que ladraba a la luna.

80
RIOJAS TIRADO Marcos Isaías, nació el 22
de noviembre, en un paraje cercano a la
ciudad de Bambamarca - Cajamarca,
realizó sus estudios primarios en la vieja
76, hoy Centenaria 83010; los estudios
secundarios los realiza en el Colegio “San
Carlos” y los estudios superiores los
desarrolla en la Universidad Nacional de
Cajamarca, licenciándose en Ciencias
Biológicas. Como profesional ha laborado en diversas
instituciones y en los diversos niveles; su producción como
escritor descansa aún en el anonimato, sólo se le conocen algunos
poemas, aunque se sabe que incursiona en los diferentes
géneros, tal como novela, cuento, ensayo, investigación y poesía; y,
según trascendidos estos estarían a punto de ser publicados por
una editora capitalina.

A LA FAMA

A la fama no la busques,
no corras tras de la fama;
y si ella toca tu puerta,
escóndela tras de tu alma;
no dejes que su ponzoña
envenene tus sentidos;
mira, muchos han caído
atrapados por su encanto;
81
verás que oneroso llanto
quedan cual errantes huellas,
de quien soñó con estrellas
orlar su sien tremebunda,
no dejes que su flecha hunda
en tu mínimo costado.

Camina, altivo, en tu senda,


por la florida alameda;
mira, lejana, a la fama,
no acaricies su morada;
una orquídea envenenada
es su casa, prohibida;
si quieres guardar tu vida,
si quieres matar pasiones;
cultiva tus ilusiones
en el huerto del misterio;
si en el propio cementerio
la fama siembra traiciones.

Bien sabes, tú, que la fama


alienta las ilusiones,
engendra una y mil pasiones,
las esperanzas inflama;
con ella muere la calma,
con ella muere el anhelo
de crear un mundo bello

82
sin muros, sin excepciones;
en la fama no hay razones;
la fama no aspira al cielo.

La fama tiene un estilo


muy bello de seducir,
grande te hace sentir
y con ello te hipnotiza,
mas de pronto te esclaviza
creándote una adicción,
te hiere sin compasión,
te roba toda la calma;
te envenena hasta el alma,
te asesina el corazón.

No seas cual insensato


que hambriento vive de fama,
y por gozar sus favores
al diablo hipoteca su alma;
vive metido en la alarma,
no sabe qué es el sosiego,
vive prendido del ruego,
cosecha falsos honores;
amortigua sus temores
con oropeles de ensueño.

Por eso deja a la fama

83
que vaya por su vereda,
no te acerques nunca a ella
que no es buena compañera;
tu hora de gloria espera
pertrechado en tu cubil,
verás cómo estrellas mil
se esfuman en un segundo;
no desesperes que un mundo
todo entero hay para ti.

CREPÚSCULO

Ya se tiñe, de oricalco, el azul de nuestro cielo,


las alondras presurosas van sus nidos a buscar;
con repique de campanas va cerrando la jornada,
nuestras almas se adormilan a la sombra del azar.
Con los ojos del recuerdo añoramos la alborada,
de las horas cantarinas, de la gleba el batallar,
del perfume de las flores, de hieráticos romances,
de insulsos vendavales, de las aves el trinar.
Es hermoso transportarse al país de la quimera,
donde ninfas sempiternas nos conduzcan al solaz,
alejados de la jungla angulosa de la pena,
olvidados del despecho y la ventisca pertinaz.
Ya desgarrase, en pedazos, la unitoda muselina,
envolvente de la historia de mil almas y un vivir;

84
que, empujados por la torva realidad de los destinos,
revestidos de blasones, se disponen a partir.
Hoy, que el sol de nuestros días ya declina lentamente,
y el ocaso de un idilio se vislumbra clarear,
arreboles de nostalgia gimen, ya, en nuestra mirada,
implorando que las horas cesen ya de caminar.
Deshilemos, compañeros, la madeja de la vida;
pues, tal vez en un recodo nos espera alguna Hurí;
renovemos, sin embargo, el afán por la querencia,
donde vibran nuestras voces juveniles, siempre así.
Entreguemos nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra mente,
a los niños que carecen de año nuevo y navidad;
conquistemos horizontes de justicia y de progreso,
cultivemos, para siempre: paz, amor y libertad.
Se muy bien que en nuestra senda hollaremos mil espinas,
pues, de triunfo estamos hechos, no sabemos claudicar;
qué importa que otros digan; no hay caminos en el mundo;
pero yo te digo, hermano: “camino se hace al andar”.

A SOLAS

Que no soy tu anhelo, lo sé,


para aplacar tu fiebre,
para mitigar tu sed;
y, a pesar de todo
seguiré tus huellas:

85
ebrio de esperanza,
rebosando fe.

Que no soy tu sueño, lo sé,


para disipar tus penas,
para desterrar tu ayer;
y, a pesar de todo
aprisionaré tus noches:
ebrio de esperanza,
rebosando fe.

Que no soy tu recuerdo, lo sé,


para entristecer tus días,
para encadenar tu ser;
y, a pesar de todo
esculpiré tu olvido:
ebrio de esperanza,
rebosando fe.

Que no soy tu sombra, lo sé,


para dibujar tu cuerpo,
para sazonar tu piel;
y, a pesar de todo
alambicaré tu beso:
ebrio de esperanza,
rebosando fe.

86
Que no soy tu tiempo, lo sé,
para entretener tu mente,
para engrilletar tu pie;
y, a pesar de todo
te amaré en silencio:
ebrio de esperanza,
rebosando fe.

Que no soy tu vida, lo sé,


para compartir tu risa,
para disfrutar tu miel;
y, a pesar de todo
te daré mi esencia:
ebrio de esperanza,
rebosando fe.

87
SALDAÑA HUAMÁN Wilmer. Nace el 01 de
enero de 1974, en Bambamarca. Ha sido
merecedor a diplomas y reconocimientos
por su labor como artista y difusor de la
cultura bambamarquina tanto en su tierra
natal como también en Alemania, país al
que viajó integrando la Agrupación de
Música Latinoamericana “Chasquillacta”.
Es ganador de concursos de música
(canción carolina y Nueva Acrópolis) y
como Mejor director de coro (Nueva Acrópolis. Entre su
producción literaria se destaca: POESÍA: “Elegías a la muerte”
(2003 inédito). “Amores de tránsito” (2005 inédito). “Poemas
sedentarios” (2006). “Poemas del suspiro ahogado” (2007).
CUENTO: “Cuentos desabrigados de Belén y otros ángeles”.
Actualmente integra el equipo directivo de la Casa del Poeta de
Bambamarca.

SÓLO LA LUZ

Sólo la luz,
que se empoza en lúgubres espacios
acalla voces que transitan mi locura,
ahoga gritos incendiados de ternura y
encadena mitos en alas de otros vientos.
Nadie exalta, como la luz,
ajenas alegrías hendidas en mi alma.
Nadie escribe en lejanas lunas
88
sus tristezas eternas…
Nadie sabe descubrir mi voz
que viene del futuro,
ni mi dolor,
ni mi angustia punzada de gratos recuerdos…
Sólo la luz ilumina
los límites del odio infinito.
Tanto dolor ataviado de extrañas congojas.
Tantas veces tantas
que ángeles con alas rotas
lloran ajenas verdades y sepulcrales silencios.
Sólo la luz, sobrevive
en la geografía de mi voz
y espanta los miedos
crucificados en mi dolor.

Es difícil engendrar cálidos inviernos


en el otoño de mis ojos dormidos;
cruzar descalzo el infierno
con tus gemidos atormentándome,
con tus sueños desasidos del cielo,
con tus encantos olvidados en sábados de gloria.
Es difícil procrear domingos
un lunes cargado de nostalgia.
No es fácil ser lluvia
sin presagios carcomidos,
aceptar el apocalipsis de siglos pasados,

89
entender el vuelo del cóndor…
No es fácil ahuyentar mis miedos
cuando la luz se ahoga
empozada en lúgubres espacios.

LE HAN CRECIDO ALAS A TU SONRISA

Entre el lunes y tu voz se erigen siete sonrisas,


tres, se pierden detrás del volcán,
tres más de ellas huyen sin capa ni abrigo
y sólo una se ha posado en tu alma;
pero, por las líneas de tu sendero
una tristeza enciende su fuego.
Si el amor,
que corre por tus venas, se detiene,
quien te cubrirá con inmensos olvidos?

Sentada en tu profecía,
la tristeza con manos agotadas
desgrana dolores y fatalidad;

A la última sonrisa,
le han crecido alas detrás del silencio,
ensaya volar;
pero, surge un cielo pálido,

90
lo atrapa y lo conjuga
con tu voz, con mi vida y tu dolor.

OTRA VEZ EL DOLOR

Otra vez el dolor y la contaminación


acumula pasos desandados
en el infierno de mis ojos,
¡Tendré que huir!
A través de oblicuos diagramas
que devanean en los hombros entintados
de los elogios infecundos
tendré que espantar
los miedos estáticos
en el límite del odio.

Otra vez, el dolor


apura su veneno insurgente
a través de las copas en mis labios,
¡Tendré que huir!
atravesando corazones azules,
allanando los peldaños
que señalan el camino a la paz.

Otra vez el dolor,

91
me invita a huir espantado;
pera esta vez
el dolor se ha vuelto sedentario.

UNA TAZA DE CAFÉ MATUTINO HA INCENDIADO MI ALMA


CON SU INMENSA TRISTEZA

Esta mañana
los luceros proscritos del firmamento azul
posan en mis ojos eternamente dormidos
sus dolores más rebeldes.

Esta mañana solitariamente triste,


cubro mi alma con elegías y rituales fenicios.
Busco detrás del espejo roto
una escalera al arco iris
para alcanzar sonrisas olvidadas.

Tu inocencia de niña,
inquilina de mi pasado,
busca su voz no emitida
llamándome papá,
busca el sur de su mirada
para iluminar el sendero

92
de mi penosa travesía.
Esta mañana
me he sentado a la mesa
a gozar del remanso
de una taza de café matutino.
Espero acaso ver tu silueta clandestina
cabalgando por los linderos de mi memoria.

Un sorbo,
y tu recuerdo se derrama convertido en llanto,
suspiros hondos como mi dolor
y tus palabras escondidas más allá del sol
se tornan susurros indecibles.

Hija,
voy a tu encuentro
porque una taza de café matutino
ha incendiado mi alma con su inmensa tristeza.

93
TERAN TERRONES
Catalino Erasmo.
Nació en Bambamarca
el 16 de julio de 1841,
fueron sus padres:
don Alejandro Terán y
doña Justa Terrones;
los dos primeros años
de educación primaria
los realizó en su tierra
natal, continúo sus estudios en la ciudad de Chota en donde
concluyó además la secundaria. En 1891 enseñaba el
segundo grado de educación primaria a 36 alumnos, su
haber mensual subió a veinte soles, con parte de este dinero
brindaba desayuno a los niños, por ello fue digno de respeto
y reconocimiento.Don Catalino fue sin duda forjador de
mentes lúcidas, de hombres pensadores y productivos.
Falleció el 03 de mayo de 1939 a la edad de 98 años.
Maestro del pueblo que aún después de muerto sigue
enseñando con su ejemplo.

ESPERANZA PERDIDA

¡Ah! Para siempre ¡adiós!


vano es ahora
acariciar memorias de ventura.

94
Voló ya, la ilusión de la esperanza,
y es vano amar
sin esperanza alguna.

Yo sé que tienes un alma


capaz de engañar al mundo
pues juras amor profundo
y a todos das esperanza
pero ese amor fingido
esa esperanza un engaño
que más tarde el desengaño
ya acusa fatal mudanza.

Después de haber estrechado


tu corazón en mis brazos
tú misma has roto los lazos
que me ligaron a ti
y has dado al viento las flores
que un día puse en tu frente
desdeñando inconsecuente
el amor que te ofrecí.

Anoche te vi entre sueños


pero en vez de verte hermosa
te contemplé silencioso
con aire sombrío y triste
y no hallé en tu esbelto talle

95
aquel donaire galante
y sólo vi en tu semblante
la sombra de la que fuiste.
Tú eres ángel que me guardas
constantemente en acecho
una estatua en cuyo pecho
no hay amor ni sentimiento
porque tu pecho es acero
tu corazón dura roca
eterno hielo tu boca
veneno activo tu aliento.

Mañana cuando sucumbas


al golpe de un desengaño
verás que todo es engaño
hasta el amor que inspiramos
entonces se hará pedazos
tu corazón altanero
y no hallarás ni el sendero
de aquel edén que buscamos.

Pon de nuevo en tus cabellos


una rosa ya marchita
que esa tu pasión finita
en mis manos colocó.
te la vuelvo pues no puedo
mezclar en mi ramillete

96
una flor que compromete
el amor del que te amó.

Si alguna vez a tus oídos


llegue mi triste gemido
corresponde ángel querido
con tu desdén y nomás
y nunca me ofrezcas nunca
ni una débil esperanza
porque tu amor es la lanza
que me ha de acabar voraz.

Recordar no nos conviene


aunque daño nos hagamos
los placeres que gozamos
cuando empezamos a amar
porque al hacer el recuerdo
de cada ilusión querida
queda aún en nuestras vidas
un algo más que llorar.

Yo publicaría el crimen
de tu conducta liviana
para que el vulgo mañana
te precipite al abismo
pero no, hubo un tiempo
en que también tú me amabas

97
que a tu lado me llamabas
y te quiero por lo mismo.

Tú sabes amar la vida


con ese placer del alma
busca el descanso y la calma
por donde quiera que viajas
y nunca evoques mi nombre
porque mañana me ausento
a predicar mi lamento
de ajeno río en la playa.

Mañana cuando exigente


la parca llame mi aldaba
verás sin vida ni enojos
el corazón que te amaba
y aun cuando a gritos me llames
ni ademán haré de verte
pues para siempre la muerte
habrá sellado mis ojos.

Tú me juraste ser mía


en un día no lejano
y encendiste de antemano
este volcán que me quema
mas después andando el tiempo
olvidaste tu promesa

98
y lanzaste en mi cabeza
el baldón y la anatema.

A orillas del Llaucano


que lavó tus pies de rosa
he perdido niña hermosa
todo cuanto he deseado
pero a pesar que te pierdo
siempre seré yo tu amante
porque en un pecho constante
el amor nunca se acaba.

Detén tus pasos y escucha


el eco de mis cantares
encumbre don que en tus lares
así lo hallo al parecer
mas hoy mi mente ha perdido
la inspiración del poeta
y en playa triste y desierta
mi llanto quiero verter.

Muchos años he sufrido


tu rigor indiferente
afrontando tristemente
tus desdenes y altivez
olvidando que tenía
que representar un día

99
un papel muy importante
el de vivir a tus pies.

¡Maldita! seas mujer


que sólo engañar supiste
¡maldita! la hora en que fuiste
objeto de mis caricias
un corazón como el mío
jamás ingrata has de hallar
mientras que yo he de gozar
nuevo amor, nuevas caricias.

¡Adiós! perdida esperanza


¡Adiós! ilusión sin nombre
¡Adiós! encanto del hombre
que de tu vida se aleja
¡Adiós! ninfa del Llaucano
gloria de tu patria –suelo-
¡Adiós! mi vida y consuelo
¡Adiós! para siempre ¡Adiós!

Déjame vagar errante


sin que pueda hallar fijezas
mas recibe con terneza
mi postrera despedida
olvida ya tus promesas
hijas de la hipocresía

100
promesas que el alma mía
un día encontró en tus rejas.

Aunque con mano de hierro


mi pobre pecho has herido
no puedo negar que has sido
mi única prenda querida
y a pesar del sufrimiento
y el pesar en que me quedo
siempre queda en mí el recuerdo
de una esperanza perdida.

Autor: El insigne maestro bambamarquino


CATALINO ERASMO TERÁN TERRONES
Recopilado y arreglado por el Lic. Armando Paredes
Sempértegui.

101
TIRADO MEDINA Britaldo. PERÚ, Cajamarca-
Bambamarca, 1966, Presidente de la Casa del
Poeta Peruano - Región Cajamarca. Poeta y
Promotor Cultural. Con una vasta producción
literaria. Participe en diversos eventos de poesía
y narrativa del país.

brichts@hotmail.com
cadelpobambamarca@gmail.com

POEMA PARA ENCONTRAR TU ALIENTO

A Isabel
En péndulo de la vida

La noticia llega
como sablazo
en la mañana perezosa
el café palidece con la distancia
una carcajada satírica golpea
al recuerdo que no sale del asombro

Por ti
busqué muchas veces
contar las horas bajo el árbol

102
juntar los domingos
con el compás del viento

¿Dónde perdiste
la lectura de mis versos?
¿en qué ciega mañana?
para dejar con tu ausencia mi calle vacía

Mis versos
hacen nudo
en la garganta
al leértelos
y en esa misma mesa vieja
mis cuadernos
desgastan
nublados
sus renglones
marchitos
en la dosel de la estación

Por ti
zurzo
mis trasnochados poemas
con el aroma de tu piel
mientras el tiempo
cala el infinito
Al dormir la tarde

103
jugueteó con tu sonrisa
cual barquito de papel
navega en tus hoyitos
Cómo has de recordar
que bebí tus quimeras
acurrucado en tu cuerpo

Un día te vi alejarte
en las alas de un gorrión
con tus ojos de cielo
saltar entre las ramas
del silencio
mientras a la distancia
entristece al sol
recostándose en el mar

Recuerdo cuando sonrojabas


como mariposa
por aprender a volar
con tus alas de playa despeinada
jugando en el rincón de la inocencia
Así sumó la espera
hasta el último mes del año
en el tintero azul
como espera la oruga
su metamorfosis

104
Acaso la niebla limeña
no acarició tu pelo
como lo hacía mis manos
en el cúspide de la tarde?
Cómo no extrañarte
si la palpitación
de la mirada en la noche
inventa posiciones
en la cama

Ahora entiendo a la distancia


enfurece al no encontrarte
soledad acurrucada en mi cama
vieja compañera
te busco en cada cosa estancada
por la acción del tiempo
no puedo ocultarte en mi poema
ni siquiera en la solapa de mi libro

No me persigas con tu mirada


otra tarde devora al cerro
peinar tu silencio con el viento
antes que el sol
dibuje arrugas en mi rostro
o que la tarde desvanezca callada
en un gesto ignoto

105
¿Qué haces hoy?
en que no te puedo acariciar
ni con el pétalo de la brisa
¿Dónde te ocultas?
que ni el dolor
puede hallar
tu cadáver exquisito
¿Quién tomó tu vida por asalto
para silenciar la dulzura
de tu música?

¡Qué difícil vivir frente a la muerte!


me encadeno a ti sin miramientos
a tu sombra extraviada en el vino tinto
al eco de tus pasos irrumpidos con la noche
a tus manos que agitan el aire torturado

Finalmente
me regalas los años
acompasados de soledad
hasta dejar en la tez
contorsiones de nostalgia

Ahora que hiere


el
a
b

106
i
s
m
o
y la soledad no puede
vestir mi locura
con tu s i l e n c i o
Te vas temprano
antes que el obrero
salga a su faena
cruel noviembre
en que la tarde gesta
y el color se ahorca

Me dejas la angustia
de no verte más

En el amor no vale la intriga


ni la pena ajena

107
VARGAS HOYOS Ofelia. Poeta
bambamarquina de renombre
nacional. Señala “heredé de mi
madre la afición por la lectura y de
mi padre un poquito de su
impecable redacción. De la mano
de mi madre aprendía a amar la
naturaleza y a dejar volar la
imaginación, era una narradora
inigualable y aún resuenan en mi
memoria sus cuentos e historias”.
Ha publicado “Zigzagueando la vida”, 2001.

QUIZA

Te hubiera gustado
que bajara los ojos
y callara.
Que pidiera perdón
…por nada
eternamente contrita
por culpas inventadas
o verdaderas.
Te hubiera gustado
que me pusiera tus ojos
para ver la vida.
Que te estuviera
108
eternamente agradecida
entonces hubieras sido feliz
…y quizás yo también.

GUITARRA

Cuelgas olvidada en un rincón


con tus sonidos apagados
esperas quien arranque melodías
¿Cuándo vendrán a mí?

Manos que recorran mis cuerdas


y acaricien mi madera
que me hagan vibrar
Y despertar de mi sueño.

Manos llenas de armonía


que hagan florecer
mis acordes dormidos
y me den alegría.

No quiero morir
con los maderos apolillados,
con mis cuerdas
destempladas
con las clavijas flojas

109
…con mi silencio eterno.

NARRADORES

1. CARRANZA EDQUÉN Willan Manuel.


2. CELIS SANTA CRUZ Roberto
3. MEJÍA HORNA Oscar
4. MEJÍA LOZANO César Gonzalo
5. TIRADO MEDINA Britaldo
6. TORRES MARÍN Edar Manolo
7. Vásquez VÁSQUEZ Herliter.

110
CARRANZA EDQUÉN Willan Manuel.
(Bambamarca, 1983)Tiene elaborado y sin
publicar, poesía bajo el título de “Pinceladas
del alma”, una novela corta titulada “Un grito
en el silencio”, cuentos titulados “Recuerdos
de mi infancia” e “Historias del abuelo”; así
como también un texto titulado “Cómo
enseñar comunicación”.

MURIÓ EL RÍO MAYGASBAMBA

La música del viento que se desteje con la caricia de la


lluvia sobre las chacras de maíz para cosecha, me detiene
en el tiempo, y me hace recordar, aquellos minutos raídos y
mendigos que llevó a mi infancia. Son las tres y treinta. La
lluvia cae, y las goteras de la casa que hace globitos en el
suelo, me huele a recuerdo. Y lo recuerdo todo. Lo
recuerdo como si fuera ayer. Las mañanas azuleadas, el
brillo del sol a medio día y las tardes frescas con olor a
eucalipto.
Recuerdo también a mi infancia poblada de nostalgia,
donde sólo los pétalos de la tarde, algunas veces
juguetearon conmigo, cuando regresábamos del pastoreo a
jugar canicas, o futbol, con una pelota hecha de retazos de
telas viejas, que le robábamos a la abuela.

111
En mi mente se hacen un crucigrama todos mis
recuerdos; pero en especial, vienen a mí aquellos eneros,
en que no había preocupación por tareas escolares, y que
junto a nuestra inocencia, hacíamos a la naturaleza un arco
iris tremolado entre los balcones de los cerros.
Salíamos muy temprano con nuestras ovejas a pastar.
Lógicamente, luego del desayuno.
Al partir de la casa, ya por el camino; se escuchaba el
viento cantando en el monte, la yerba fragante poblaba
hoyadas y colinas; mientras yo y Mariano con voz tibia y
afilada, arreábamos los corderos que saltaban el bordo
para entrar en las chacras y comer las apetitosas hojitas de
maíz y frejoles recién crecidas.
Qué alegría inmensa era salir a esa hora. Era las seis de
la mañana y lo único que nos acompañaba era una quena
hecha de carrizo, una antara y una bolsa de cancha para
cuando tengamos hambre. El lugar donde nos dirigíamos
estaba a dos horas de camino; con subidas, bajadas y
largas travesías.
Las ovejas a veces se esparcían en el trayecto; corríamos
por un lado y otro, y la volvíamos a juntar; gracias al
Duque y la Antuca que corrían ladrando de arriba abajo. De
rato en rato, lanzaban sus balidos acuchillando la quietud y
el silencio de la mañana, que como un gran hombre tenía su
poncho empezando a reverdecer.
Ya cuando daba las siete de la mañana; de las casas al
borde del camino, salía desde su cocina el humo calientito
112
de leña verde y ese olor desbordante de chochoca, que los
gatos legañosos la miraban desde sobre una tullpa.
Las aves revoleteaban entre los árboles, cantando y
riendo en su propio idioma; hasta el punto que escapaban
por entre las chacras con sus ojos desorbitados por el
temor a los perros que estaban tras el rebaño. También se
escuchaba su canto crepuscular de los gallos, que parecía al
unísono robarse los rayos del sol que ya se tendía sobre los
prados y los techos.
Caminábamos con la agilidad del viento y así llegábamos
hasta la pradera, casi a las nueve. Nuestro terreno era
inmenso; allí esparcíamos el rebaño sin temor a que le
sucediera algo. El cielo era azul infinito y la ovejas se
perdían en su ir y venir por entre los pajonales, buscando
yerba fresca o algo para llenar el estómago.
Buscábamos un árbol para que en su sombra dejáramos
nuestro fiambre, y desde esa hora nos poníamos a jugar;
primero sólo yo y Mariano, luego con los otros niños que
también tenían su rebaño al costado de nuestro terreno.
Qué cosa más extravagante la que hacíamos. Nos
inventábamos juegos, creábamos nuestros juguetes y todo
era fiesta. Además que el sol, subía por el cielo
reverberando en las plantas húmedas y astillando el rocío
de los matorrales.
Pasaba las diez, la once, las doce y nuestro juego era
interminable; mientras nuestros rebaños enterraban sus

113
ojos con mirada de luna, entre la yerba, hasta el punto de
dar en su boca y luego en el estómago.
- Saquen los fiambres - decían los más menores, cuando
ya casi era la una y nuestras sombras se perdían en
nuestros pies; al rito del día que se acostaba al otro lado
de donde la vimos llegar.
Corríamos a los fiambres y desenvolviéndolo de entre
nuestros ponchos, sacábamos; unos nuestra bolsa de
cancha, otros harina de maíz morocho, habas tostadas y
sancochadas, y otros, su apetitoso y envidiable Chiclayo
con leche, a punto de dulce de chancaca y maíz blanco.
Compartíamos entre todos lo poco que se tenía, al ritmo del
sol que a esa hora parecía tener una fuerza sobrenatural.
Muy cerca de donde estábamos comiendo, sentados en
círculo; sopló el viento, y un grupo de palomas salió
volando mientras los perros echaron a correr como
queriendo atraparlo. Al escuchar eso, también nos
levantamos y en lo alto pudimos ver hermosas palomitas
que acudían a cosechar con sus alas granitos de espacio y
cielo azul.
Sin contenernos y ya con los estómagos llenos,
nuevamente volvimos al juego. Con nuestros gritos
hacíamos añicos el corazón silencioso de los cerros y como
loros bullangueros correteábamos por todo sitio. Y claro,
de pronto, se siente llegar un fresco airecito avisando la
aurora de la tarde. El silbido de los pajonales nos sacudía el

114
alma, parecía música, que se retorcía como serpiente
luminosa, o como rayo en una noche lúgubre…
Pero el juego seguía, creábamos un mundo que sólo era
nuestro. Era un mundo donde imperaba la magia de los
sueños, la capacidad de conversar con las piedras, hacer
figuras extraordinarias a los retazos de madera, convertir
al perro en un toro bravo, a nuestra voz en motor de
nuestro imaginario carrito o avión, a un palo delgado en
caballo de paso y a las hojas de los árboles en billetes con
los que pagábamos nuestras compras, simulando una feria
dominical. En fin, nuestros juguetes tenían la sencillez
nuestra; lo hacíamos utilizando nuestra imaginación y las
cosas del campo tiradas por doquier.
Debo decir, que pasaban los minutos y las horas, sin
que nos demos cuenta; hasta que llegaban las cuatro, hora
en que teníamos que juntar nuestros rebaños y regresar a
casa, no sin antes de darle agua en el río; para que no
muera seco del libro, decía la abuela…
Cada uno hacía lo suyo; cargábamos nuestras cosas y
partíamos de regreso, prometiendo a nuestros amigos que
al siguiente día seguiremos jugando.
Con nuestros rebaños adelante, volvíamos llenos de
júbilo; éramos una cascadita de agua cristalina donde había
flores de retama y colores de arco iris. A veces parecíamos
entre el camino, pececitos de sol surcando remansos de
sueño… Qué caray, a nuestro corazón le faltaba espacio
para cobijar tanta alegría de haber jugado todo el día.
115
Los minutos caían y las sombras del atardecer
empezaban a trenzar su mirada entre lo sublime de las
cosas; y en el cielo, se salpicaba de tintes anaranjados,
amarillos nuevos, rosáceos y toda una ráfaga de quietud
iluminada.
Mariano, sacaba su quena y empezaba a entonar un
yaraví que asegundado por mi antara parecía arremolinar
tristeza y pesares.
Al rato, mientras arreábamos las ovejas por el camino
empedrado que daba al río, el cielo cambió, ya tenía otra
mirada y parecía que se colgaba unas nubes negras que
amenazaban llover. Y claro, si eso sucedía las tardes eran
tristes, nos llenaban de desconsuelos que nos habrían el
pecho; porque de seguro sobre nuestras camas caerán las
goteras de la casa que en el techo tenían hojas de penca,
resecas y partidas.
Casi a las cinco, a lo lejos vimos que culebreó un rayo.
Después, se dejó oír el sordo retumbar de un trueno, que
parecía que en el cielo se están despeñando grandes
avalanchas de rocas; al punto, que comenzó a caer unas
gruesas gotas de lluvia templada.
Apresuramos el paso; y pensé que seguro mamá en la
casa juntaba los granos puestos a secar y trasladaba la leña
a lugares secos. Papá cortaba hojas de maguey para hacer
chorreras y se preocupaba por coger las goteras del tejado
de la casa recién terminada.

116
Me imaginaba también que mis hermanitas pequeñas
han de estar sentadas en el poyo del zaguán, para mirar el
reventar de globitos sobre el agua en las goteras de la
puerta o para ver cuando sale el humo de las chacras
recién sembradas por la alegría de recibir la lluvia.
Al rato, la lluvia era un rumor constante, ya no había
chacras ni árboles secos; nosotros también estábamos
todo mojados, al igual que nuestras ovejas, que tenían un
torpe andar por el barro que se empezó a tender en el
camino.
Faltando pocos metros para llegar a la casa, antes de
cruzar el río, encontramos a un hombre, cubierto con un
costal, chorreando de agua, empapadito; pasó sin
contestarnos el saludo arreando sus burros.
Así llegamos al río; tomaron agua nuestras ovejas,
avanzamos una cuesta y al fin llegamos a la casa que
reverberaba un temblor de amistad y de sosiego. Todo
mojaditos; a la velocidad de un rayo encerramos en el
corral al rebaño, nos sacamos la ropa mojada, lo colgamos
en un gancho de madera colocado en la esquina de la casa y
nos dirigimos al fogón para abrigarnos envueltos con
ponchos y chales secos, hasta que se hiciera la cena.
La lluvia seguía y la noche ya en su totalidad había
llegado tendida con su negro manto.
Toda la noche llovió. Nosotros cenamos y luego nos
dirigimos a disfrutar del sueño; aunque a veces no se podía,
porque en una sola cama dormíamos los diez hermanitos
117
con una sola frazada y unos pellejos viejos un poco mal
olientes, que recién lo bajaron que estaba secándose
pegado en la pared de la casa.
Así pasábamos las noches, hasta que daba el alba del
amanecer del siguiente día, apretujado por la oración de las
chilalas y el silbido de chuqueages que saltaban con sus
patas largas al borde de los manantiales de agua y la laguna
el toro mocho.
- ¡A levantarse carajos! – dijo una voz casi a las cinco de
la mañana; era mi padre, y lo escuché entre sueños y
ronquidos de su mal dormir de mi hermano Saúl.
Inmediatamente nos levantamos todos y salimos
corriendo al escuchar la bulla y el llanto de mamá que se
desesperaba en el corral.
Pero, ¿qué había sucedido?, ¿quién murió?; vino a mi
mente las preguntas, mientras me ponía el pantalón y
despertaba a los demás.
Salí corriendo de la habitación y me dirigí a la puerta del
corral. Me di cuenta, que había sucedido lo peor. Había
sucedido una desgracia. La pude ver, aún a oscuras. Justo
cuando la vecina Catalina llegó corriendo al escuchar la
bulla y el llanto de mamá.
-¿Qué pasó papá?- pregunté; sobándome los ojos y
acercándome con las piernas que temblaban de frio.
-¡Qué han hecho con las ovejas ayer!, ¡todas están
muertas, carajos!
118
- Alguien que les aborrece seguro los envenenó – agregó
doña Santos, una vecina que casi todos los días venía a que
le prestaran unos granos de sal para su desayuno.
El llanto se extendió más en los ojos de mamá, y en los
nuestros también; porque creíamos que tenemos la culpa
y que seguro papá nos castigará sin compasión, como
cuando le azotaron a Jesús antes de estar en la cruz.
El corral ere un mar de animales muertos y llantos de
todos colores. Allí estaban casi 100 ovejas, sin contar sus
crías y becerros que nos habían encargado unos tíos que
vivían en la ciudad.
¡Qué desgracia! ¡Qué fatalidad!, hablaban los vecinos que
llegaban corriendo por la puerta; sin darse cuenta que yo
seguía llorando con entrecortados pensamientos de culpa.
Dio las seis y la bulla seguía.
-¡Por maría santísima!- decía la abuela, cogiendo sus
manos al cielo y mirando su oveja negra que en cada parto
aumentaba de dos en dos.
-Esto es venganza señores- dijo don Armando,
golpeándose las manos y caminando de un lado para el
otro.
-Pongamos una denuncia en la ronda, en la policía y en
la fiscalía; esto no se puede quedar así – Agregó don Pablo.
Golpeándole el hombro a papá que había montado en
cólera y que ruborizado nos buscaba con su pensamiento,
al punto que parecía que quiere hablar con los ojos.
119
-Sí, sí… Se escucharon voces de entre los presentes que
como abejas al panal habían llegado, más rápido de lo que
canta un gallo.
Inmediatamente, seis hombres, salieron del corral y
atrapando el camino se dirigieron a la casa del gobernador
que se situaba al otro lado del río. Nosotros también nos
fuimos en su tras, mirando que no nos viera papá, que en el
corral ya nos había desafiado que éramos culpables.
Antes de llegar al puente, vimos a doña María que con su
sombrero en la mano corría por la fila, desesperadamente
llorando.
Don Antuco hacia lo mismo, saliendo a la puerta de su
casa que estaba al borde del camino, justo por donde
estábamos pasando.
-¿Qué está sucediendo?, ¿Qué está pasando?- Le
preguntaron.
Sollozante y sin remedio; dijo que todas sus vacas
habían muerto en el corral y que no sabía qué le pasó.
Hasta eso, doña María ya se acercó y también manifestó
que sus burros están a punto de morir y que no sabe qué
hacer.
Caramba. La historia empezó a cambiar y nuestros
pensamientos se desdibujaron en incógnitas y sabores que
se atragantaban en nuestra garganta.
Nos dimos cuenta que no éramos los únicos de la
desgracia. Pero, ¿qué es lo que estaba pasando?
120
Nada nos detuvo; se sumaron a nuestro grupo, don
Antuco y doña María, y seguimos hasta llegar al
gobernador.
Como un solo hombre llegamos hasta su casa, los
ladridos de su perro que salió al camino, nos hizo llegar;
justo cuando se estaba despidiendo otros comuneros que
muy temprano le habían visitado.
-¿En qué les puedo servir?
-Algún desgraciado ha matado a nuestros animales- dijo
don Antoño, con voz enérgica y levantando su poncho al
hombro derecho con las dos manos.
- Será algún manatural taytito que nos quiere ver en la
desgracia- agregó doña santos con su voz temblorosa y
sumida en suspiros de llanto.
El gobernador los miró, levantó su sombrero y se sentó
sobre un banco de maguey que estaba justo en la puerta de
su casa.
-No es así señores. Ayer acabo de enterarme, que ha
sucedido lo mismo en la parte alta de donde nace el río
Maygasbamba; sus animales han muerto e incluso hay
personas; entre ellos muchos niños.
- Y, ¿qué cosa será?- agregó don Alberto.
-El problema es el agua. No se han dado cuenta que
tiene un color distinto y huele bastante?

121
-¿Y Qué ha pasado señor?- preguntó el Chuti que había
estado con nosotros el día pasado.
-Dicen que en gobierno central, ya autorizó para que las
minas empiecen a trabajar, se lleven el oro y toda nuestra.
Es más que seguro que ellos botaron sus relaves al río sin
tener piedad de envenenar el corazón de la cordillera y
nuestras vidas.
-¿Qué podemos hacer?- pregunté.
- Nada niño. Absolutamente nada. La mina tiene poder.
El gobierno les autorizó y nuestro rio quedó envenenado y
sin vida; lamentablemente- dijo finalmente el gobernador
con mirada taciturna y moviendo su cabeza de un lado para
el otro como queriendo afirmar.
Nos miramos fijamente unos a otros, y regresamos hasta
nuestras casas, con nuestra sola tristeza y muchas
incógnitas tejiendo en nuestras mentes.
La muerte del río Maygasbamba había llegado, y desde
ese día, ya los niños no corren de arriba abajo buscando
truchas, o mirando al sol cuando se dibuja como una gota
de rocío en una hoja matinal.
Tampoco hay esperanzas de ver esos espejos que la
vieron mis abuelos. Más todavía, los niños que vendrán han
de pensar que en la jalca llovió bastante y trajo a los cerros
en las olas de su abismo.

122
Y claro, son las seis, y sigo recordando aquellas escenas
amargas; mientras la lluvia en los geranios al frente de
donde estoy, sigue danzando agitadamente, más y más…

¿QUIÉN DESCUBRIÓ LA CANCHA?

En una tarde de noviembre, él mismo nos contó. Sentado


sobre un banco de maguey en la esquina de la casa, justo
cuando desde el cielo se desgranaba unos pétalos de rocío
sobre los alisales y chacras recién sembradas. Por él
supimos varias historias y las cosas que nos dan la vida;
muchas veces como regalo y otras como castigo. Ya cuando
daba las seis y el viento parecía acariciarnos, nos
acurrucábamos en su poncho a las ganadas, o hacíamos
media luna y nos sentábamos a escuchar. En su
pensamiento parecía que habitaba el viento, la lluvia, el
arco iris, los duendes, el zorro, el picaflor, el condenado, el
shausho o demoño, la cabeza voladora y los cerros
encantados…Todos los niños vivíamos como hechizados
por su forma de narrar; e incluso algunos vecinos dejaban
sus obligaciones, y venían a escucharlo recreando en sus
pensamientos todo lo mágico. Nos asombraba su gran
memoria, fechas, nombres, anécdotas y largas
conversaciones que hoy nadie recuerda. En sus ojos y su
rostro siempre habitaba un hermosísimo jardín que jamás
dejó de cultivarlo. Del barrio, era el abuelo Paulino más
123
conocido y querido, que con sus sesenta y cinco años
reposando en su recuerdo hablaba de César Vallejo,
Mariátegui, Víctor Raúl y de las escenas de la guerra con
Chile que pasó en su juventud.
-¿Qué otras cosas sabes abuelito?- le preguntó Renato,
acercándose a su derecha; justo cuando termino de
contarnos sobre la vida de los hacendados. Y claro, el resto
habíamos estado muy atentos a su alrededor con nuestras
mentes revoleteando cada historia e imaginándonos a cada
uno de los personajes.
A ya… cuando yo trabajaba de arriero…Habíamos
pasado Chilete. Las mulas estaban cansadas y el sol
dibujaba huracanes de fatiga en nuestros rostros. Era un
calor insoportable, ¡inmenso!... La sombra de nuestro
cuerpo en el piso, hablaba que era medio día. Estábamos
agitados, nuestros músculos se atascaban y entendimos
que lo mejor era descansar hasta que calmara el calor y se
prenda el fresco de la tarde.
No lo dudamos, y de una buena vez, bajamos las cargas,
soltamos las mulas y lo echamos a las treinta en un rastrojo
de maíz.
Arreglamos los costales uno sobre de otro, y nos
dispusimos a buscar agua para lavarse la cara que estaba
empapada de sudor y fatiga. Llevábamos casi dos días
caminando y ya en nuestros pies habían más de una herida
sangrando o a punto de reventar. Zapatos o algo por el
estilo no conocíamos, pues nuestra tanta pobreza no nos
124
alcanzaba y sólo el infinito del cielo sabía cómo lo
pasábamos cuando en la casa no quedaba ni un solo
puñado de algo…
Y claro, ese día para suerte no estaba solo, conmigo
estaba Benjamín, un hombre de mi edad, charlatán y que
cuando lo probaba el cañazo no lo dejaba hasta cuando
rayaba el día o no se acuerde cómo se llama. Y, allí estaba
él, que luego que dejamos la carga se echó estirado debajo
de las sombras de un algarrobo, con los ojos achinados
mirando el cielo.

-Paulino, ven te cuento una- dijo Benjamín después de


un rato.
Me acerqué y sentándome con los pies alargados y
recostado en los costales que traíamos, escuché lo que me
decía.
-Dicen que por acá es muy peligroso si nos
anochecemos.
-¿Por qué?
-Hay ladrones y matones. Además de eso, hay cudas.
-Y, ¿qué es eso de las cudas?
-Mi abuelo contó que cuando él también era arriero y
una noche se quedaron a dormir, de entre el monte, cuando
la luna estaba estallando en el cielo, salió la cuda y a uno de

125
los arrieros lo estaba llevando. La cuda es una mujer muy
linda…
-Entonces que vengan dos, una para mí y otra para ti –
repliqué.
-¡Qué caray…! Ni lo digas. Además de linda es maldita.
Dicen que te bota muerto y saliendo sangre por la boca; o
caso contrario te deja babeando como perro envenenado.
-¿Es como fantasma?
-Algo así. Tiene la mitad de cuerpo como de una mujer y
la otra mitad es como animal; sus patas son parecidas a la
de una gallina.
-Eso es fantasía hombre- respondí finalmente.
Luego me paré y empecé a buscar la alforja que tenía
bien amarrado en un mate el fiambre. Inmediatamente lo
encontré y lo saqué. Volví a sentarme, y al desatarlo, un
olor pestilente emanaba hasta el cielo. Estaba malogrado,
ya no se podía comer y Benjamín y yo no teníamos mejor
suerte. A esa hora el hambre en nuestros estómagos
danzaba como grandes mechones de fuego; pero que pena,
no había nada más que comer. No era primera vez, ya otras
veces nos había sucedido lo mismo. El calor rápido lo
malograba la comida y los que vivían por allí no eran
dignos de darnos algo. De otros arrieros ya tenían malas
referencias, pues si les daban posada, abusaban de las
mujeres o si les daban algo se lo llevaban sus cosas.

126
Al rato, me acordé que traíamos la sal en grano y maíz
blanco, bien seco... Me nació una idea. Una brillante idea,
que antes que funcionara, no le dije nada a Benjamín, por el
temor a que echara burla o se riera agarrándose la barriga
como lo solía hacer.
-¿Cuál fue esa idea abuelo?- preguntaron en coro y
motivados por la intriga.
Empezamos a recoger troncos secos, maderas, ramas y
tallos; sacamos fuego frotando con fuerza dos pedernales
hasta el punto que abrimos brazas de fuego, y ya…
- Y ya sé abuelito…Con eso hicieron carne asada de una
mula que mataron? - preguntó Javier- uno de los nietos
más ingenuos.
-No hijo- objetó el abuelo cogiéndolo la cabeza y
acariciándolo suavemente, como cuando el viento nos
acaricia en la mañana o se dibuja en las ramas de los
eucaliptos al medio día cuando el sol rasguña la tierra con
su mirada.
Saqué mi sombrero, lo llené en la copa el maíz y cogí los
carbones rojitos y lo mezclé; casi como quemándome y
soplándome las manos, que al mismo tiempo lo hacía
flamear de arriba abajo. Luego empecé a moverlo, de un
lado a otro, hasta el punto que el maíz por el calor de los
carbones empezaron a reventar, como si estuvieran en el
tiesto o el sartén.
Después de unos minutos tuvimos cancha, aunque no
tostada en su totalidad; pero que más, para apagar el
127
hambre y en esas condiciones estaba perfectamente,
puedo asegurar.
Pero, eso no es todo; de entre la fogata también sacamos
piedras calientes, la colocamos en nuestros mates con agua
y con el calor, lo hacíamos hervir, o al menos lo
calentábamos; que colocándolo unos granos de sal,
teníamos caldo con cancha de maíz blanco.
Así sufríamos hijitos. No teníamos paz, ni zapatos en
nuestros pies, como ya les dije, ni mucho menos idea de
terno inglés. Y si en la escuela les preguntan que quién
descubrió la cancha, dígale que fue su abuelo, cuando era
arriero desde la costa hasta la sierra.
Faltando dos días para cumplir treinta años en ese
trabajo, me retiré, nos explotaba mucho el patrón y no nos
pagaba bien. Desde mi niñez lo hice, pues mi abuela que me
crió cuando murieron mis padres me envió allí, primero
ganando un kilo de arroz, luego dos y hasta que después
me daban una propina con lo cual la abuela se sentía muy
contenta, e incluso me querían hacer que contrajera
matrimonio con la hija de don Melchor, el comerciante más
conocido de toda la comarca.
Bajó su mirada, con ojos de estatua remojada en la luna
y siguió mirando la lluvia que verticalmente caía más y
más…
Esa tarde lo escuchamos muy atentos esa historia; y hoy
nuestras memorias asaltan su recuerdo y sus sabios
consejos, del abuelo Paulino que descubrió la cancha.
128
129
CELIS SANTA CRUZ Roberto. Nació un 05 de
octubre de 1952, en la provincia de Santa
Cruz - Cajamarca. Siguió sus estudios
secundarios en el Glorioso colegio San Ramón
de Cajamarca y en el Colegio Guadalupe de la
ciudad de Lima. Graduado de Sociólogo en la
Universidad Nacional de Cajamarca,
posteriormente en la misma Universidad
realiza estudios pedagógicos, ingresando al
Magisterio Nacional prestando servicios por
el lapso de 29 años.

EL MAKUZORZAL
(Cuento)

— ¡Cantó el makuzorzal!... ¡Cantó el makuzorzal!


— ¡Pa’onde está la cabeza!... ¡Míralo pa’onde está la
cabeza! —solicitó, exaltado, el viejo Matías.
— ¡Pal frente, pa’ la’o de la Chorrera! —respondió
Victoria, mujer de mediana edad, greñas desordenadas,
largas y gruesas, que acunaba en sus brazos un infante que
ávido succionaba el pecho materno.
— ¿Hay wawas enfermos en el sector de la Chorrera? —
inquirió el anciano.
—Dos, el hijo de la Vangelina y el hijo de la Cata —
respondió Victoria.

130
—Hmmm —masculló Matías— Ha canta’o una sola vez;
sólo se lleva a uno. Pronto tendremos velorio.
Absortos, el anciano Matías y la Victoria, debido al
revuelo causado por el makuzorzal, no se habían dado
cuenta de mi presencia. Era viernes por la tarde y, como
todos los viernes, religiosamente me constituí a la casa de
don Mati —como cariñosamente lo llamaba— para
escuchar, grabar y deleitarme con los relatos fascinantes y
muchos de ellos inverosímiles que aquel venerable anciano
extraía de su memoria, como de un archivo inacabable.
— ¿Qué pasa don Mati? ¿Por qué tanto ajetreo y
laberinto? —pregunté.
El viejo Matías volteó la cabeza, pequeña, de pelo
ríspido, cortado muy alto y moteado bellamente por unas
manchas blanquecinas, que eran las huellas ineludibles del
paso del tiempo.
—Ah… llega, Jorgito. No me había da’o cuenta de tu
llegada. Es que estamos preocupa’os por el canto del
makuzorzal; ha canta’o otra vez, después de mucho tiempo.
Desgraciadamente, se llevará otro wawa este año.
— ¿Qué es eso del Maku-zorzal? ¿Qué tiene que ver su
canto con muerte de wawas y todo eso? Deme a conocer
todo lo referente a esa historia. Por favor, don Mati —le
pedí emocionado.
—Bien, hijo —contestó el anciano—. Es una larga
historia… Toma asiento... Te la voy a relatar porque me late

131
que algún día tú la publicarás y la escribirás pa’ que lo
conozcan en las escuelas y todos esos leydos del pueblo.
Mientras me decía esto, extendía un poncho doblado a
modo de alfombra en el grueso tablón de madera que
servía como mueble y se prolongaba a lo largo de todo el
corredor de la casa.
—Bien, verás: Hace mucho tiempo… —comenzó a
relatarme, mientras extendía la mano haciéndome llegar
dos olorosas y apetitosas lúcumas que sacó de una
canastita pequeña que tenía a su lado—. Pa que vayas
comiendo y me escuches mejor… —explicó el anciano—.
Luego, se enfundó su poncho habano para contrarrestar
el frio de aquella tarde nublada, gris y fría, de persistente y
menuda llovizna de tarde serrana, y continuó su relató:
…Como te decía: Hace ya un buen tiempo, cuando la
comunidad recién se había separa’o del dominio de los
hacendaos, y cuando todos se encontraban afana’os en
organizar la comunidad y elegir a sus autoridades pa’
comenzar por fin una vida de pequeños propietarios y de
personas libres, hubo en estas tierras un tal llamado
Braulio Cóndor, cholo grandote, muy fuerte, de piel oscura,
casi negra, de ojos inquietos y siempre rojos como si se
alimentaran de odio y de sangre. Dicen que los ojos rojos
son seña de las gentes de mala entraña.
El Braulio se había converti’o en la pesadilla, el azote y el
peligro para la naciente comunidad. Se negaba a participar
en cualquier tipo de organización o trabajo comunal; no
132
cultivaba ni trabajaba la pequeña parcela que le había
deja’o su padre. Todo lo que quería o necesitaba lo tomaba,
lo arrebataba y lo robaba de cualquier vecino; y, si le hacían
frente, sacaba a relucir un afilado cuchillo que nunca le
faltaba de la cintura, causando graves lesiones y también
varias muertes a los que se le oponían. Dado que era muy
fuerte y mucho más alto que todos los comuneros, no había
nadie que le pudiera desafiar. Dándose cuenta de su
ventaja física y del miedo que había meti’o a las personas,
comenzó a violar a las mujeres y a saltear en los caminos,
convirtiéndose en una verdadera amenaza pa’ los
comuneros.
Se establecieron muchas medidas pa’ contrarrestar el
vandalismo del Braulio, al cual, por su tamaño, su ferocidad
y su color empezaron a llamarlo el Makubraulio.
Posiblemente, este mote provendría de Makuku, que
significa grande y fuerte, en el quechua de nuestros
antepasados. El sobrenombre le caía a pelo. Y, el sólo
escuchar “ahí viene el Makubraulio”, era motivo de gran
preocupación y miedo: las personas huían a ponerse a buen
recaudo y si su encuentro era inevitable, lo saludaban
temerosos “buen día” o “buenas tardes don Braulio”, y si
algo quería de ellos, tenían que entregárselo sin la menor
resistencia.
Se estableció que las personas no anden solas, siempre
en grupos de dos o tres; que las mujeres siempre vayan
acompañadas por varones; que en las noches se tranquen
bien las puertas y que los hombres duerman con machetes
133
afila’os en sus cabeceras por si acaso alguna emergencia.
Asimismo, se ordenó que cada jefe de hogar tuviera un
silbato que haría sonar ante cualquier peligro, pa’ que
todos los hombres de la comunidad se reúnan y vayan en
su auxilio.
Pero, a pesar de todas estas medidas, no se había podi’o
frenar las incursiones del feroz Braulio, quien, según
decían, había sali'o de la comunidad para vivir en una
choza que él mismo había construi’o en un contrafuerte de
las peñas llamadas La Cárcel. Desde ahí, bajaba al valle para
conseguir lo que necesitaba, a la hora menos esperada: en
las madrugadas, en las noches y, muchas veces, a plena luz
del día.
La situación era insostenible. Algo tenía que hacerse y en
forma urgente. Por esta razón, el taita Aurelio había
convoca’o a los otros tres jefes o taitas de los tres sectores
restantes que conformaban la comunidad. Llegaron a la
casa del taita Aurelio: el taita Doroteo, el taita Fermín y el
taita Anselmo. El taita Aurelio, que los estaba esperando en
el corredor de su casa de teja, chacchando impasible su
armada de coca, les saludó:
—Buenas noches taitas, lleguen”.
—Aquí estamos a su llamado, taita Aurelio” —
respondieron.
Don Aurelio, sin mediar más palabras, se levantó, abrió
la puerta e invitó a pasar a sus visitantes.

134
En un rincón de la casa, senta’os alrededor de una tosca
mesa de madera, se encontraban cuatro hombres
enfunda’os en largos ponchos oscuros. Tenían el cuello en
alto y sus bufandas les cubrían casi todo el rostro, de modo
que sólo sus ojos podían verse. Sus sombreros voltea’os a la
frente y la luz mortecina del lamparín les conferían la
característica de negros fantasmas.
El taita Aurelio exclamó:
—Ellos son los que se van a encargar del trabajo. Ya está
todo conversa’o. Como seguro comprenderán, ninguno de
ustedes sabrá quiénes son estos hombres, solamente yo;
secreto que por demás me llevaré a la tumba.
El taita Doroteo, el más experimenta’o del grupo, miró a
las cuatro siluetas nocturnas y luego replicó:
—Gracias, hombres. Van a hacer un gran bien a la
comunidad.
Luego, de una pequeña alforja, sacó una bolsa llena de
coca, una cajetilla de cigarros Inca y una botella de cañazo.
Lo mismo hicieron los dos taitas restantes. Doroteo entregó
los presentes a los cuatro hombres y les dijo:
—Acepten esto como nuestro reconocimiento. Les
deseamos suerte”.
Luego, dirigiéndose a don Aurelio, continuó:
—Lo que usted ha pacta’o taita, pacta’o está. Nos
pasamos a retirar”.

135
El viejo Aurelio habló pausadamente:
—Está por demás decirles que nadie debe conocer de lo
que se ha trata’o en esta reunión. Y, mañana, taita Fermín,
usted debe estar atento para dejar pasar el paquete por su
sector”.
—Así se hará, taita —asintió Fermín.
Luego se retiraron de la casa, perdiéndose en las
sombras de la noche...
El viejo Matías hizo una pausa; luego, continuó su
narración. Yo estaba anonadado ante tan fascinante y
singular exposición.
Prosiguió don Matí:
…Dicen que la bendición y la desgracia de un hombre
entra por una mujer y hasta los más desalmados y
perversos requieren del calor y la companía femenina. El
Braulio tenía una mujer, a la cual visitaba de vez en cuando.
Le traía víveres, comida y seguramente algún dinero,
producto de sus robos. Ella se encargaba de lavar, coser y
restaurar la ropa del Braulio. Todos conocían esto en la
comunidad, pero no se podía hacer nada contra la Cleofé,
porque ella también era víctima del poder del Braulio;
aunque, con el andar del tiempo, la Cleo había termina’o
por aceptar y hasta querer al temible bandido.
Se había teni’o conocimiento, por parte de la Rosalina, la
única persona que podía acercarse a la Cleo, pues era
medio-familiar del Maku-Braulio, que el hijo de Braulio y
136
Cleofé, un infante de ocho meses de naci’o, se encontraba
muy enfermo, presa de altísima fiebre: le roncaba
demasiado el pecho, e, incluso botaba sangre por la nariz.
Ya no le hacían nada los remedios que le traía del pueblo la
Rosalina, ni los baños, ni las infusiones de hierbas que se le
proveía. Se sabía además que el feroz Braulio tenía un
acendra’o y profundo amor por ese hijo y que orgulloso
decía: “Éste seguirá mis pasos, y, cuando crezca, tendrá a
los maulas de la comunidad bajo la planta de su llanque,
como yo los tengo ahora”.
Al enterarse de la gravedad de su hijo, el Maku-Braulio
había decidi’o, esa noche, llegar hasta la casa de la Cleo
para sacar a su hijo y llevarlo a su primo Eleuterio, el
taciturno y temido brujo malero que habitaba al pie de las
peñas de La Cárcel, a una mediana distancia de su choza.
Eleuterio, sin duda, salvaría a su hijo, haciendo uso de su
conocimiento, sus hierbas, sus limpias y sus conjuros. Era
pues indispensable esta acción.
La Cleo había confia’o este secreto a Rosalina ¡Error
garrafal!, pues la Rosalina lo había comenta’o ante otras
mujeres de la comunidad, y el taita Aurelio no tardó en
enterarse. Y fue así como se comenzó a preparar la trampa.
Al día siguiente, muy temprano, el tal taita Aurelio
comenzó la cosecha del maíz: cortó los tallos con todo
mazorcas, y los apiló en grandes parvas a un la’o de la
chacra, para dejar así libre al cultivo de alverjas que se
había sembra’o junto al maíz. Pa’l final del día, quedaron

137
varias pilas altas y grandes que semejaban amarillentas
chozas, alrededor de la chacra.
La noche llegó. No era una noche muy clara. En la
penumbra, una silueta sigilosa avanzaba dando saltos
felinos detrás de los cercos, las pircas y los árboles; luego,
de un brinco silencioso y largo llegó hasta la puerta de la
casa de la Cleo, machete en mano. Penetró a la habitación y,
después de un corto tiempo —cortísimo en realidad—la
figura comenzó nuevamente a deslizarse en la noche, pero,
esta vez, ya no en forma rápida y felina; ahora iba
agazapa’o, con un pequeño bulto sosteni’o en los brazos,
oteando y moviendo la cabeza de un la’o a otro.
Todo iba bien, hasta que pasó junto a las pilas de maíz.
El golpe tuvo que ser mortal y contundente: De debajo de
una parva de maíz, que había si’o acondicionada como una
cueva, brotó una figura que, cual fantasma ágil y silencioso,
descargó un golpe brutal en el cráneo del Makubraulio. El
temible bandolero rodó con la cabeza prácticamente
apelmazada; pero aún estaba con vida e instintivamente se
llevó la mano al filudo puñal. Entonces, otra figura
fantasmal surgió de la noche y de un tajo preciso al cuello
dejó indio Braulio con la cabeza, literalmente, separada del
cuerpo. El cholo comenzó a desangrarse; sus heridas eran
mortales; pero, a pesar de eso, en una especie de canto o de
sentencia espantosa, emitió estas palabras, que más que
palabras eran ronquidos espectrales, pero entendibles:
A setenta y seis me llevaré

138
y luego regresaré
a poner punto final
completando 77 con el principal.
Se realizó el entierro del hijo del Braulio, sin
comentarios, sin averiguaciones. Del Makubraulio, no se
volvió a saber más, y a nadie se le ocurrió hacer alguna
acotación o pregunta. Se tejieron muchas y diferentes
explicaciones, y al final se creyó que el Braulio había
abandona’o a la Cleofé a su suerte, que se había i’o a la
costa a participar de otros asaltos más grandes y lucrativos.
Lo bueno y lo interesante es que la comunidad comenzó
a vivir en paz, y, pronto, el Makubraulio pasó a ser
solamente un recuerdo y una leyenda.
Se dice que el alma del Braulio, al separarse de su
cuerpo, fue a introducirse al cuerpo de un zorzal grande,
muy negro, de uñas gruesas y negras, de patas escamosas y
de ojos rodea’os de un círculo rojo, como los de todos los
zorzales y como los tenía el Braulio. Dicen que, cada vez y
en circunstancias inesperadas, ese zorzal canta en las
ramas del añoso sauco, de copa en forma de media luna,
que se encuentra frente a la casa de la Cleo. Su canto
anuncia la muerte de un infante, muerte que se suscitará en
alguna de las cuatro estancias que conforman la
comunidad, según adónde apunte su cabeza. Esto lo haría
en venganza por la muerte de su hijo.
Era otro viernes, a finales de diciembre, y como siempre,
ávido de las conversaciones y relatos de don Mati, me dirigí
139
a su casa; pero me llevé una gran sorpresa: el grueso tablón
en el que se sentaba don Mati, en el que siempre me
esperaba los viernes por la tarde, estaba vacío. Ni él ni la
Victoria parecían encontrarse en casa. “¿Habrán salido?”,
me pregunté. De pronto, el makuzorzal volvió a cantar, en
la misma copa del sauco en forma de media luna. Su canto
fue bronco y tremendo; y no sólo cantó una vez, sino dos
veces. Me quedé pensativo recordando el relato del viejo
Matías.
—Ha cantado dos veces —me dije en voz baja—. Se
llevará a dos esta vez.
De pronto, la figura del viejo Matías apareció detrás de
mí recalcándome.
—Tienes razón, hijo. Esta vez serán dos. ¿Has visto a qué
la’o está la cabeza?
—Sí —le contesté—; nuevamente para acá, para el lado
de la Chorrera.
La noticia corrió velozmente por la comunidad: había
muerto otro infante de lado de la Chorrera. Esta vez, fue el
hijo de la Justina.
Al día siguiente se realizaba el entierro, pues a los
infantes sólo se les vela una noche según la costumbre. La
mayoría de comuneros estaban en el panteón; los
rezadores elevaban sus cantos quejumbrosos y monótonos;
circulaban las botellas de cañazo y se repartían puñados de
coca. De pronto, alguien dijo, como ansioso y asombrado:

140
— ¿Dónde está don Mati? ¡No hay don Mati! ¿Qué ha
pasado con don Mati?
Era raro que el viejo no esté, pues nunca faltaba en este
tipo de acontecimientos ni en ninguna acción de
acompañamiento o ayuda comunal. Pero, por alguna razón,
no estaba.
De pronto alguien grito:
— ¡Ahí viene! ¡Ahí está don Mati!
Lo divisamos todos: se acercaba, bajaba por la ligera
pendiente que lleva al campo santo, con paso lento y
cansino, apoyado en su bordón con cabeza de mono. Se le
notaba meditabundo, muy callado; parecía preocupado.
—Llegue, taita Mati— le saludaron las gentes—. ¿Está
usted bien? Ya nos estaba preocupando su ausencia.
—No estoy muy bien. El cuerpo se me ha descompuesto
un poco. Sin duda, el tiempo no pasa en vano y voy
sintiendo el peso de los años. Me sentaré aquí a descansar
un rato —dijo el anciano mientras se recostaba sobre la
descolorida lápida de una tumba.
Sorbió un trago de la botella de cañazo que le invitaron y
se disponía a sacar la taleguita de coca para empezar su
armada. De pronto, comenzaron los gritos desgarradores,
los llantos y los desmayos de los deudos. Era la hora de
depositar el cajón en la abierta sepultura, y todos estaban
pendientes y con la atención puesta en los acontecimientos
de ese triste momento.
141
Poco a poco, el cajón fue cubriéndose de la tierra que
sobre él vertían los enterradores hasta que quedó un negro
lomo de barro recién removido, propio de las sepulturas
del campo. Para rematar se colocó la cruz de madera con el
nombre del infante fallecido y la fecha del deceso.
Un grupo de comuneros se disponía a retirarse ya del
cementerio, cuando el grito de la Victoria alborotó a la
concurrencia:
— ¡Taita Mati, taita Mati! ¡No puede ser, Dios mío!
Todos se arremolinaron hacia el lugar donde estaba el
viejo Matías quien, con la cabeza inclinada sobre el hombro
derecho, los ojos vidriados y una boca semi abierta que
dejaba notar algunas hojas de verde coca, había muerto.
El alboroto fue general y tremendo; la conmoción muy
grande. Del dolor de los comuneros se pasó a dar órdenes
para preparar el recojo y el velorio del taita Matías.
Mientras se decidía qué hacer, el cuerpo del viejo
comunero seguía solo, recostado sobre la vieja lápida, como
descansando de los afanes de la vida.
La Cleofé, casi muda e impávida, pasó frente al cadáver
del anciano e inmutable y casi despreocupada afirmó:
— Se cumplió la sentencia del Makubraulio. Ha veni’o y
se ha lleva’o al principal, pues el viejo Matías fue el jefe de
ese grupo de personas que mataron al Braulio y fue él
quien prácticamente le arrancó la cabeza. Ya no habrá más

142
muertes por causa del canto del makuzorzal; la sentencia
se ha cumpli’o con la muerte del principal.

143
MEJÍA HORNA Oscar. Ha sido
antologado en las obras “De Chala al
Corellama”, “Las Voces Bajaron al
Valle” y “Arquitectos del Alba” de
Ediciones Maribelina de la CADELPO
Lima y en “Literatura de Cajamarca”
Vol. IV de Cuervo Blanco Editores
Cajamarca. Junto a numerosos
artículos y noticias, tiene en su haber
un poemario inédito titulado “Versos
para Inolvidarte” (Memorias) y dos obras narrativas,
también inéditas, de cuentos regionales, titulados
“Antiguas Narraciones Vueltas a Contar” y “Florencio: El
Arriero”. Dentro de la investigación pedagógica ha escrito
“Realidad Educativa del Distrito de Conchán” (1987), “La
Investigación Científica en la Universidad” (1997),
“Problemática Universitaria:

CAMARÓN QUE SE DUERME…

Zenón Ramos, era uno de los compañeros de mil


batallas, no le tenía miedo a la oscuridad, a la soledad, ni a
las historias de espíritus en pena, de matones, de la llorona,
de peñas compactadas y muchos relatos que él contaba tal
vez porque los escuchó o simplemente tenía la habilidad
innata de crearlos para entretener a Florencio y Jacinto
144
como a los demás trabajadores cuando se trataba de cuidar
los sembríos en tiempos que ya estaban para cosecha.
Una noche sin luna, muy oscura y cargada de neblina, en
que Zenón y Florencio cuidaban las chacras de maíz de los
alrededores del cerro Condorpuñuna, luego de sacar la
“armada”, esa talega conteniendo la coca, hoja sagrada,
revitalizante y compañera trasnochadora ancestral, el
checo de cal y el mayto para preparar los cigarros, empezó
Zenón, como desperezándose y bostezando, a referir una
historia a manera de ejemplo, porque Florencio en
reiteradas ocasiones le había pedido consejos sobre
amoríos. Entonces le dice: _ Ya te he contado acerca de lo
que le ocurrió a Doroteo, el hijo del potentado hacendado
de Puña en Tacabamba. _ No, todavía, no, haber, haber te
escucho, le contesta Florencio y se acomoda el
deshilachado poncho, acurrucándose a placer en la
estrechez del bohío que se iba a convertir en una natural
sala de cine, porque tenía Zenón la destreza de hacer
amanecer a sus oyentes escuchando sus relatos y hacerlos
vivir como si fuesen ciertos. Entonces Zenón replica. Estaba
yo pasando cerca de la casa hacienda cuando escuché que
Doroteo majadereaba y exigía a su padre para que le
permitiera salir de pesquisa para buscar esposa porque,
según él, ya tenía la edad suficiente para formar su familia.
De nada servía las explicaciones del serio hacendado
Zenobio Herrera por hacer entrar en razón al mayor de sus
hijos. Hasta que dio su aceptación. Hizo llamar a uno de sus
lacayos que cuidaba la caballeriza y le pidió que ensillara

145
uno de sus mejores caballos. Pude observar entre la
floresta que era un cárdeno con grandes crines que habían
trenzado y adornado con cintas rojas. Pude ver también el
aparejo muy lujoso, enchapado en plata que resplandecía
ante los rayos del sol. La pellonera repleta de dinero.
Apareció el casadero, que no cabía en su pellejo por la
emoción de salir a la aventura. El noble lacayo ayudó a
montar al señorito. El padre, cogiendo a la cabalgadura por
el pechero, parte del apero adornado con monedas de plata
de nueve décimos finos, le dio los últimos consejos de su
manera de comportarse y de que observara bien a las
mozas y desde luego que procedan de buenas familias. Será
como tú digas, le contestó y aguijoneó las ijadas de su
caballo con las espuelas relucientes lengua de víbora. Su
padre le siguió con la mirada hasta que desapareció entre
los alisos por un recodo del camino. Bajó la mirada, abrazó
a su mujer que se había quedado triste en el umbral de la
puerta principal de la casona y se adentraron en ella. Yo le
seguí a corta distancia en mi caballito moro. Iba muy feliz el
muchacho, cuyo poncho y corbatín eran batidos por el
viento, se sujetaba de cuando en cuando el sombrero,
escuché que silbaba los arpegios de una romántica canción.
Al caer la tarde llegó a una casona, un palacete
resguardado por varias columnas, donde se veía deambular
a los criados. Esperó un buen rato en una bodega ubicada al
frente de la casona. Salió como bólido tras una muchacha
de la servidumbre, la que se detuvo en seco al escuchar que
la llamaban, cruzaron brevemente unas cuantas palabras,

146
ella entró en la panadería y él regresó a la bodega a
terminar de beberse la última copa de vino. Vi de nuevo
regresar a la chica con el canasto rebosante de pan fresco,
entró a la casa, luego de unos minutos, como quien no
quiere la cosa, se hizo la que sacude un mantel de color
rojo. A mi entender era un aviso. Seguro que la engreída
hija de ese otro hacendado había aceptado el recado. Lo
pude comprobar en el brillo que advertí en los ojos de
Doroteo, quien apuró el último trago, pagó de la botella de
vino, jaló su caballo que estaba atado a un poste cercano a
la bodega y se alejó discretamente. Unos bebedores
curiosos que se habían posicionado cerca de la bodega
también lo observaban minuciosamente.
Las horas pasaron. El cansancio agobió a Doroteo. Jaló la
carona de su caballo, que pacía tranquilamente en la escasa
pastura, cerca de él la tiende y se sienta para descansar.
Mientras chacchaba mi bolo que no endulzaba, como
presagiando un desenlace infeliz, escuché sus ronquidos.
Entonces me acomodé para ver el desenlace, cómo era
posible que un alma enamorada pueda flaquear en el
último momento, el que está enamorado, no come ni
duerme y espera atento. No hubo pasado mucho tiempo
cuando vi que por una de las ventanas laterales se
deslizaba raudamente un ligero bulto que al tocar el piso se
incorporó y pude distinguir entre el negro crespón de la
noche una sutil figura femenina que miraba nerviosa en
todas direcciones. Un agudo bohemio que, al igual que yo,
había estado mirando atentamente los sucesos precipitó su

147
paso con dirección al caballo, lo desató, montó y fue con
dirección a la joven que ya intentaba regresar a la casa. La
oscuridad favoreció al osado borrachín que se llevó la rica
cabalgadura y a la, sin duda, hermosa joven, seguro que era
un codiciado botín para cualquier mozalbete aventurero.
Los vi atravesar la noche, la tenue lumbre lunar formaba
ligeras estelas al cortar el viento su precipitado paso.
Desaparecieron sumergiéndose en la enmarañada noche
que parecía haberse detenido, su imagen se veía
entrecortada por pequeñas ondas como cuando se arroja
una piedra a un pozo de agua calma. Sólo cuando ya no se
veían en el horizonte retorné a la realidad y escuchaba los
yaravíes desafinados de los demás beodos que no se habían
percatado de este incidente que ya me oprimía el pecho y
me daba unas ganas enormes de darle una cueriza al
dormilón.
Había llegado el alba, yo no pude contenerme la
curiosidad, de tal manera que seguí a la pareja, pero
supongo la sorpresa y la desazón sufrida por el enamorado
dormilón que por entregarse a los brazos de Morfeo dejó
escapar los dulcísimos elíxires del amor que le ofrecía la
diosa Afrodita. Pude ver ahora con mayor claridad, que ella
vestía un traje largo de inmaculada blancura con encajes
que el viento blandía al mismo ritmo que su luenga
cabellera y que, a veces caía sobre su nacarado rostro
dificultándole la visión. Me preguntaba qué pasaría cuando
descubra que no estaba huyendo con el descendiente de
Apolo que ella creía. Después me enteré que ella había

148
advertido el fétido tufo del licor barato del chalán y que de
reojo se había percatado de los labios toscos y verdosos de
la coca que había chacchado, las manos que llevaban las
bridas, rudas y callosas, con uñas indefinidas y cargadas de
mugre. Definitivamente, no era él, había pensado. Pero tuvo
temor a la reacción del desconocido y a la oscuridad y este
era el momento de deshacerse de aquel intruso. Exageró la
incomodidad que le hacía el viento y con el codo topó el
sombrero de su taimado acompañante y le dijo
suavemente: _ Baja, amorcito, se te cayó el sombrero. _ No
importa, tengo mucho dinero, me compraré otro, le
respondió. Cogiendo las riendas, intentó detener al caballo
a la vez que inquirió _ No vale desperdiciar lo que se tiene,
amorcito, además nosotros necesitamos muchas cosas para
iniciar nuestro hogar. Al no tener escapatoria y en un
instante de incauto detuvo al solípedo y bajó. No bien sus
pies tocaron el suelo la moza aguijoneó al sudoroso caballo
que estaba impaciente por reiniciar el trote y se alejó
velozmente.
Me había retrasado un poco para que no advirtieran que
los seguía ya que había amanecido y el sol esparcía
orgulloso sus rayos sobre la hermosa jinete que desde la
distancia en que la divisaba me pareció que entraba en una
especie de arco iris, seguí sus huellas pero llegué a un lugar
donde el camino se bifurca en dos ramales. Elegí el
incorrecto y por más que la busqué por varios lugares no
pude ubicarla y allí perdí temporalmente la ilación de
nuestra historia. Estuve retornando cuando avisté que

149
ingresaba al pequeño poblado donde estaba extraviado un
viejo jamelgo con un jinete igual de triste, polvorientos y
denotaban estar sedientos y con bastante hambre.
Retrocedí cautelosamente y observé. Oh, casualidad, era
Doroteo, el mozalbete modorra. Fue de puerta en puerta
pidiendo trabajo, se detuvo en una pequeña zapatería, le
ayudaron a bajarse y a meter a empujones al jamelgo por
una estrecha portezuela. Todos ingresaron y me quedé con
la espina de no saber más. Deduje que no iba a volver a su
casa por la vergüenza de haberlo perdido todo y me
contenté con saber dónde se encontraba. Ahora mi
curiosidad se había acrecentado, tenía que saber qué pasó
con la moza. Ella tampoco podía volver a casa, se había
escapado y eso era causa de afrenta pública. Retorné hasta
el cruce de caminos y fui de poblado en poblado hasta que
supe que había comprado la mejor casa con tierras de
cultivo y tenía hasta peones a su cargo. Se me ocurrió la
idea de pedir trabajo, de buscar algún pretexto para
contarle donde se encontraba el verdadero causante de su
situación actual, pero sabía también que tenía una familia
que me esperaba y seguramente ya se encontraban
bastante preocupados. De tal manera que allí los dejé.
Tiempo después supe que por casualidad llegóel
borrachín al poblado donde se encontraba Doroteo, todo
lleno de harapos, sediento y muerto de hambre. Doroteo al
verlo se reconoció a sí mismo cuando llegó hace tiempo
atrás de manera similar, por lo tanto, no dudó en prestarle
ayuda. La zapatería había prosperado enormemente. Se

150
había especializado en hacer calzado sobre medida, de tal
modo que su fama se había esparcido por todos los
poblados vecinos y era dueño de la mitad del negocio.
Cierto día en que se encontraba enseñando las artes de la
curtiembre y de la confección del calzado a Damasio, el
causante de cambiar el curso de su historia personal, quien
había dejado la bebida y quería iniciar una nueva vida,
comenzó a hacerle una solemne confesión mientras
hacendosamente cumplía con traerle todo lo que Doroteo
pedía, produciéndose el siguiente diálogo: _ Patrón, yo no
estaría haciendo estas cosas, sino hubiera cometido la
burrada de bajarme del caballo. Estuviese disfrutando de
grandes placeres y al lado de una mujer que jamás había
imaginado en la vida, del dinero que le arrebatamos a un
cojudazo que se quedó dormido de tanto esperar. Al
escuchar esto, prestó mayor atención, afinó los oídos y
dirigió sus preguntas aparentando no darle mucho interés,
porque se dejaría advertir que él era el aludido. _ ¿Ah sí? ¿Y
qué pasó con ese cojudazo? Fíjese, patroncito que se quedó
dormido cuando estaba esperando a su enamorada para
escaparse con ella. Hubiese visto uste’, qué caballo, qué
aperos, alforja llenecita de plata, yo monté en el caballo y le
dejé sólo la carona. Ah, si hubiera visto qué mujer la que
puse al anca, era para no tocarla, yo le hubiera prendido
velitas para adorarla. Definitivamente era él. Sintió el
calorcillo de la vergüenza que llegaba de las orejas a la cara,
que trató de disimular, atendiendo el trabajo y maldecía
por enésima vez en sus adentros el haberse quedado
dormido, pero ahora le aguijoneaba la duda, qué le había
151
hecho a la dama este majadero que se atrevía a enrostrarle
tamaña confesión, claro está sin saber que él era el
afectado. Por lo que volvió a preguntar: _ ¿Qué y tú no
lograste nada de la muchacha? _ Nada, patrón, la muy
astuta tumbó mi sombrero y me obligó a bajar del caballo
para recogerlo dizque que no debemos ser botarates y que
necesitamos para formar nuestro hogar, ja, ja, para mí que
la pícara se dio cuenta que no era el buenmozo dormilón,
entonces picó el caballo y me dejó atollao’, que tuve que
caminar varios días sin agua y sin comida y dormir en el
arenal. Cómo decirle que él pasó por lo mismo, sólo que
tuvo algunos soles en el bolsillo y se compró un viejo
jamelgo que le ayudó a llegar hasta el lugar en donde se
encontraban. Salió de su letargo y de nuevo inquirió: _ ¿No
has sabido nada de ella, no has intentado seguirla? _ Como
pue’ patroncito, llegué al cruce de dos caminos, elegí el de
la derecha que dicen que da buena suerte y para qué me ha
traído aquí con usted, me ha salvado de morir y hasta
trabajo tengo. Terminaron de seleccionar el cuero y se
dirigieron hacia la máquina de coser.
Esa noche no pudo dormir, se puso a meditar y se le
quitó el sueño pensando en el modo de averiguar el
paradero de su adorada, a quien sentía cerca por los datos
y señales referidas por Damasio. Qué larga se hizo la noche
y cuántos remordimientos afloraron a su mente. Apenas
despuntó el alba se dispuso a levantarse, sintió su cuerpo
muy pesado. Se incorporó lentamente y se dirigió al espejo
para rasurarse, su rostro denotaba una profunda

152
preocupación y pensó si me viera en estas fachas
seguramente se desanimaría. Sonrió tristemente, cogió la
antigua navaja de afeitar, la pasó un par de veces por el
cuero de afilar, se puso un poco de espuma en la cara y se
afeitó meticulosamente. Se vistió y desayunó café bien
cargado para que le reanimara y abrió su zapatería. La
mañana con sol discurría tranquila y sus actividades
comerciales con la normalidad cotidiana. De pronto la
presencia de una dama de dulce sonrisa, apacible trato y
voz angelical cruzó los dinteles del negocio y al dirigirse a
Doroteo éste se quedó anonadado, un hilito de calambre le
recorrió el cuerpo de pies a cabeza y se alojó en el
estómago como un hormigueo que le puso intensamente
nervioso. Al mirarle a los ojos, Lucía también se estremeció.
Guardó silencio, se repuso y preguntó entrecortadamente
por el precio de unos delicados botines de cuero repujado,
volteó ligeramente y del pecho, entre los pliegues de su
vestido sacó una amarillenta y vieja fotografía la miró y con
disimulo la puso en su lugar. Doroteo aprovechó este
instante para revisar su billetera donde también
celosamente guardaba su retrato, se miraron casi
simultáneamente, ella tomando la iniciativa le dijo
susurrante: _ ¿Conoces a este joven? Observando con
asombro la fotografía, repuso: - ¿Y usted señorita conoce a
esta joven? Entonces, se unieron en un fuerte abrazo, se
contaron brevemente las peripecias que sufrieron
recíprocamente por quedarse dormido, ella le contó que
todo el dinero de la pellonera estaba intacto y podían
iniciar una vida juntos y agradeció a Dios por haberlos
153
juntado y poner a prueba su amor
concluyendo con la siguiente
sentencia: “lo que es para uno aunque
te saques y lo que no es, así te pongas”.
(Tomado de “Florencio: El
Arriero”)

MEJÍA LOZANO César. Bambamarca, Perú, 1963. Maestro de


escuela rural, psicopedagogo, poeta, escritor, artista dramático y
comunicador social.Su Producción Literaria: POESÍA:
“Pinceladas de Otoño” (1990); “Meditaciones en Voz alta”
(2000); “Las Voces del Caolín” (2004); “Aproximaciones al vacío”
(2005);”Detrás del espejo roto” (inédito). CUENTO: “Benito
Vena’o: Un corazón azul lleno de árboles” (2004); "Concierto
azul para la vida" (2008); “Las historias del abuelo” (Inédito).
TEATRO: “No hay paz sin pan y Otros dramas” (Inédito).
INVESTIGACIÓN CULTURAL Y PSICOPEDAGÓGICA: “El Taller de
Teatro” (1994); “Bambamarca: Tierra de los Coremarcas”
(1997); “Autoestima” (2001); “Las habilidades sociales desde la
escuela rural” (2001); “Turismo escolar e identidad cultural”
(2005 y 2009).
E-mail: gonzalo950@hotmail.com y
casadelpoetabambamarca@gmail.com
Sitio Web: http://cesarmejialozano.blogspot.com/

154
TANTAKORI, EL ÍDOLO DE TOTORAMAYO

El ídolo tiene el rostro de la cólera.Su mirada penetrante


da miedo, mucho miedo. Sus facciones son muy ásperas y
toscas. Entonces me aproximo al anciano y le pregunto:
- ¿Quién fue el ídolo, abuelo?
- No es ídolo. “Idulo”, “idulo” es niñito.
Se frota las temblorosas y encallecidas manos y
parpadeando levanta su sombrero dirigiendo su vista con
respeto al imponente Ídolo o “Idulo” cuyo rostro fiero
parece decir ¡Silencio! ¡Los sabios duermen!
Totoramayo fue escogido por nuestros antepasados
como un lugar sagrado para rendir culto a sus dioses. Fue
la última morada de los sabios de Q’orimarca. Se
construyeron tumbas megalíticas, artísticamente bien
talladas para honrar a nuestros primeros abuelos, cuyos
corazones nobles les permitió escuchar al viento y hablar
con el fuego. Ellos sabían cuándo habría de llover y en qué
tiempo sembrar. Tuvieron un pacto de hermandad con la
naturaleza.
En aquel entonces el santuario estaba protegido por el
gran guerrero Tantakori, triunfador de mil combates con
los extranjeros del norte y del sur. Fiel a su deber el
guerrero mantuvo por años la custodia de tan sagrado
lugar, pero los años cayeron en él como cae el polvo en las
cámaras mortuorias y envejeció de pie. Con la llegada de
155
los guerreros de Cuismanco y luego de los orejones del sur,
la atención se centró en lo militar dejando de lado lo
religioso, entonces el lugar fue abandonado por
gobernantes y cacique, pero el fiel Tantakori se mantuvo
firme en su posición. Todos los días, muy de mañana subía
al santuario, recorría uno a uno los dólmenes y luego se
ubicaba en la cima del cerro, desde allí vigilaba el sueño de
los sabios. Al medio día lanzaba sus oraciones al taita sol,
pidiéndole bienestar para su pueblo, que los ancestros
iluminen las mentes de nuestros caciques para que
gobiernen con sabiduría.
Pasaron muchos años y el guerrero perdió la vitalidad.
Anciano y sin fuerzas se quedó inmóvil en la cima del cerro.
Un día se le partió los huesos de las piernas y se sintió
morir, mas no perdió la postura ni las facciones de enérgico
guerrero; siguió vigilante aún sin piernas. Luego, ya no
sintió sus poderosos brazos, la piel se le pegaba al hueso.
Sin mostrar el mínimo dolor ni cansancio Tantakori moría,
en cualquier momento caería al suelo y su rostro se
enterraría en la tierra. Entonces el taita sol lloró, nunca lo
había hecho pero esta vez no soportó ver al anciano
guerrero en su triste agonía.
- ¡Este guerrero tiene el corazón de oro! – había dicho. –
¡No merece acabar así!
El día se nubló totalmente, se dice que aun siendo medio
día se oscureció y que dicha oscuridad duró cinco días,
durante los cuales llovió intensamente, rayos y truenos
dominaron el firmamento, al cabo de los mismos el taita sol
156
sonrió y todo se iluminó, el cerro resplandecía por todos
lados y en lo más alto del mismo, Tantakori se había
convertido en piedra.
El taita sol había decidido inmortalizarlo, convirtiéndolo
en una inmensa mole de piedra. Su rostro enérgico
proyectaba firmeza y lealtad, a la vez miedo y hasta terror,
nadie se acercaría a profanar la morada. Desde entonces el
fiel guerrero Tantakori sigue en su posición militar,
vigilando el sueño eterno de los antiguos sabios de
Q’orimarca y tal vez nuestros propios sueños.

EL ADIOS DE DOÑA GRIMA

- ¿Qué le pasa a doña Grima? – preguntaba la gente por


los caminos yendo a Machaypungo. Nadie respondía.
Los vecinos murmuraban que estaba loca, que la oyen
hablar sola, que le “penquea” a su perro diciéndole ¡Mal
hijo por qué te olvidas de tu madre! Y el pobre perro aúlla
desesperado sin entender a su ama; pero aunque lo golpee
sin compasión y le diga cosas extrañas el pobre can regresa
a protegerla pues sabe que es su única compañía.
- Sus hijos la han abandonado – dicen los curiosos – lo
han vendido todo y se han llevado la plata. ¡Hasta su cama
lo han rematado los malditos!
La humilde mujer, no tenía en donde cobijarse. Sin
terreno, sin casa, sin nada, dormía en la choza de una
157
chacra vecina. Se alimentaba gracias a la caridad de los
vecinos, quienes le dejan cerca de la choza papitas y maíz.
- Acacao, Doña Grima de tener tanto, ahora no tiene ni
un plato bueno, la pobre extrañará sus cosas y sus terrenos
y animales. Hasta servidumbre tenía. Ahora tiene que verse
sola, recoge leña de las laderas y lava sus andrajos en el
puquio.
- Acacao Doña Grima, que pena me da. Era una mujer
robusta y bien vestida, mírenla a la pobrecita apenas se
sostiene, debe estar enferma, ya no es ni la sombra de
antaño.
Y los comentarios siguieron todo el año y el perro aulló
otro año más. Pero un buen día, Doña Grima no hizo nada,
no recogió las papitas que le dejaron por allí los vecinos, ni
el mate de cancha; tampoco golpeó al perro, simplemente
se quedó inmóvil, contemplando el desfiladero. Abajo se
divisaba como dos hilos el río Maygasbamba y junto a él el
camino al Auque.
Repentinamente, Doña Grima se envolvió en su chal y
dando vueltas y vueltas, al ritmo del viento, se aproximó al
barranco. Se empalagó en una danza macabra. Mientras
danzaba, el viento levantaba polvareda y la cubría
totalmente dándole una imagen fantasmagórica.
El perro aullaba sin control, pero diferente a otras veces,
tal vez presentía lo peor, tal vez intentaba ahuyentar a la
muerte. Doña Grima, cubierta el rostro con el chal no
pisaba ya el suelo, parecía volar por los aires. De pronto
158
desapareció por el desfiladero, abajo se escuchó apenas un
golpe seco, el cuerpo se destrozó en las rocas y la muerte
sonrió en la peña. Arriba en el desfiladero el perro aulló
muchos días y luego desapareció.
Hoy, los caminantes nocturnos que van al Auque aún
escuchan los aullidos del perro quien llora la ausencia de su
ama. Otros afirman ver danzar a Doña Grima envuelta en
un silencioso misterio y agitando su manta negra se pierde
sigilosamente en la oscuridad.

159
TIRADO MEDINA Britaldo. PERÚ,
Cajamarca-Bambamarca, 1966,
Presidente de la Casa del Poeta
Peruano- Región Cajamarca. Poeta y
Promotor Cultural. Con una vasta
producción literaria. Participe en
diversos eventos de poesía y
narrativa del país.

brichts@hotmail.com
cadelpobambamarca@gmail.com

CAÍDA DE LAS HOJAS EN EL OTOÑO DEL ABUELO

El narrador más fantástico que conocí, es un campesino,


de ojos verdes y rostro curtido por la acción del tiempo. En
cuanto el campo vestía de verde salía a trabajar en su
chacra, bañado de una asombrosa pasión y un colosal
espíritu. Al trasponer el umbral prodigioso de la puerta,
encomendaba siempre a Dios, una escueta oración, hasta
volver con la tarde, a descansar bajo el corredor de su casa,
donde acondicionaba asombrosas historias, junto a los
nietos, reunidos como manto de luceros en plena noche.

160
Caminó desde la sierra a la costa, atravesó montañas y
valles, para trabajar en corte de caña, en una vieja
hacienda. Ocho días costaba el viaje desde su tierra, con el
alimento en su alforja para una semana de camino. Mi
abuelo, hombre de reconocida sencillez, campesino
humilde, que decidió vivir con lo que tenía y nunca se
inquietó ante la riqueza, ni le quitó el sueño. Por mi parte,
tuve más suerte y muchos privilegios respecto a los demás,
dormí junto a sus historias, por ser el primer nieto. A
miedad, encantaban las historias. No hay más niño feliz que
aquel que se duerme escuchando una historia de fantasía, un
cuento o una leyenda. Muchas veces pedí volviera a
contarlas cuando en algún momento dormido los perdí. A
veces sus cuentos se mezclaron con la realidad de mis
sueños. Si algo le debo a mi abuelo, es aquello, haber
robado su imaginación para amar el mundo de su realismo
mágico. Para él, era sencillo contarlas, cada día tenía una
nueva, pienso que se sentía feliz con lo que hacía. Hasta
años después esperé encontrarme alguna vez con los
personajes creados por él; pero, un día, ya hombre, aprendí
que mi abuelo fue un ferviente creyente de sus sueños, sus
historias eran como una brújula en su vida, vivía los días
como los soñaba. Enviudó a los cincuenta años, aun joven y
no volvió a casarse, no sé si por respeto a mi abuela o
porque aun tenía hijos pequeños y quería verlos crecer sin
madrastra. Recuerdo que un día no pudo salir al trabajo,
sin arrepentirse de nada, se dedicó a escuchar la caída de
las hojas en invierno, el sonido de los pájaros al volar y con
lo poco que le quedaba de la mirada, disfrutaba ver al
161
colibrí hacer vibrar sus alas en jugueteo con las flores. Su
pensamiento casi gris, perseguía los recuerdos que
viajaban como centellas luminosas, con ello se dedicó a
gozar de las cosas buenas que vivió en su juventud.
Entonces, sin darse cuenta, con el ocaso de las tardes,
arrugó su corazón, encorvó su esperanza. Conforme llega a
viejo, muere como la tarde al perderse en la noche, a
medida que se distancian los recuerdos. Descontó las
noches en que no pudo conciliar el sueño e inventó
posiciones en la cama para dormir; pero, el canto de ese
gallo madrugador le anunció siempre la aproximación de
un nuevo día, con el cuerpo lleno de cansancio. Luego,
recibía el sol temprano en el corredor, frente a tantos
árboles que rodean la casa, hora en que su hija, la única que
lo acompañó hasta su final, preparaba con el amanecer el
desayuno. Calentaba el cuerpo con la frescura del aire,
junto a las gallinas corrían a recibir maíz. La soledad, el
peor mal que adquiere el ser humano, consume al ser más
fuerte: desvestido el árbol, sin hojas, es despojado de las
ganas de vivir. Claro, mi abuelo se atrincheró en su
melancolía impredecible, difícil de saber dónde lo llevaría.
Sus pensamientos los colgó en la última hoja del árbol
torturado por el otoño, tiempo en que pasó mirando allí
por largas horas. Su contemplación ya no iba en compás
con su pensamiento, perdió la palabra, casi no se
comunicaba con el fiel amigo, su perro. Éste, algunas veces
se acercaba y se restregaba en sus piernas o le lamía las
manos, pero el pobre animal lo sintió, huraño y se cargó de
nostalgia; de hecho, el cariño entre ambos se hizo un
162
desierto desolado. Llegó a noventa años, como un buen
macizo hasta ver crecer hijos y nietos.
Yo, tenía cuarenta años cuando él se fue y me gustaría
que las historias se repitieran para mis hijos.
Y para ir contento llamó a toda su prole y conversó con
todos, pidió vivir en armonía consigo mismos, con sus
hermanos y todo lo que Dios nos da. Luego durmió, hasta
que sentí que se alejó como un barco en alta mar, con el
calor de unos cirios espigados. Entendí que la vida tiene un
compás, como viene, también se va.

***

Graciela Olivares, en un intrincado momento de su vida,


descubre a su marido en infidelidad. Inyectada por tanta
indignación, decide dar rienda suelta a su venganza, sin dar
tregua. Perturba su cabeza al maquinar mil ideas:
envenenarlo al momento de servirle el desayuno,
acuchillarlo en cuanto duerme, jalar la escopeta y pegarle
un balazo, ni siquiera deja descartada la posibilidad de
pagar un sicario que lo elimine. Durante toda la noche no
puede definir su plan macabro, enreda sus ideas con tanto
pensamiento cavernoso ¿Quién pierde si mato a mi
marido?, pregunta. Tampoco marca distancia de la ocasión
de eliminar a la usurpadora. Consumida por tan confusa
situación, no pega un ojo toda la noche. Al fin con el

163
despertar inescrupuloso de la mañana, consigue un galón
de gasolina que el marido compró para la motocicleta, rocía
el combustible en la cama donde duerme plácidamente su
esposo y prende fuego. Lo único que logra es incendiar
dieciocho casas de aquella manzana y escapar con el miedo
a ser linchada por los vecinos. El esposo vuelve a nacer.

***

Sin haber logrado tener casa propia, un zapatero trabaja


en la calle gran parte de su vida. Un día, le ocurre una
genial idea, confecciona el zapato más grande del mundo,
coloca ruedas y le pone a rodar. De esa forma, sitúa su
taller en cualquier calle, para coser zapatos. Convierte al
zapato gigante en su casa rodante. Divide tan bien el
espacio en su interior, que todo anda bien organizado: el
dormitorio, la cocina y su taller de zapatería. Admirado por
todos ante tan prodigiosa imaginación, se convierte en el
zapatero más famoso del mundo. Asfaltado su villorrio,
pone en marcha al chapín gigante de pueblo en pueblo,
hasta convertirse en asombro de grandes y niños, al
recorrer lugares desconocidos del orbe. Pero los años
transitados minan su perseverante afán. El zapato termina
olvidado en un muladar, donde acaba todo calzado viejo y
desgastado. Por su parte el tenaz peregrino camina
descalzo por la playa.

164
***

Cansado de incontables ciudades, abundante paraíso, un


pintor paisajista, esboza una pintura, con ríos limpios,
paisajes puros, ciudades hermosas, lleno de jardines; donde
ni los vehículos arrojan humo. Lamentablemente no puede
asimilar tal creación en su ser y prende fuego. Entonces, tal
destrucción produce un agujero en el cielo, el paisaje
pierde color, las flores bañan de humo, el mar mancha con
sangre y petróleo. Apaga la belleza del mundo. Si por fuera
poco, la piedra termina convertida en cal, para cumplir el
proverbio: “No quedará piedra sobre piedra”.
Impredeciblemente ante tan desagradable decisión, hoy el
mortal pasa el último tramo de sus días en un acantilado
arrinconado, como una insípida fruta malograda.

***

Cada noche al acostarse, antes de dormir piensa en la


mujer ideal, con la viva esperanza de hacer realidad su
quimera como lo idealiza. En lugar de eso, en su sueño,
tiene cosas extrañas, paisajes foráneos, nuevas ciudades,
personajes desconocidos. Entonces decide relacionarse
mejor con sus sueños. Llena de misterio y descuida su vida
real. Pierde contacto con el mundo, el sol, las nubes, los
ríos, camina bajo la lluvia, como si no existiera. Sumido en
esa confusión, extraviado, pierde casa y familia y, en esa
165
búsqueda, encuentra a la mujer que
no puede tener en sus sueños.

TORRES MARÍN Edar Manolo, Nació en


1977 Cajamarca – Perú. Poeta – pintor y
Profesor de Historia y Geografía. Autor
de los poemarios “Vacío Infernal”,
“Pasiones Infantiles” y otros. Así mismo
el libro “el cumpleaños de Satanás y otros cuentos” (marzo
2011). La pintura no es una excepción en sus quehaceres, entre
las varias obras tenemos a “los descabezados” y “el cuadro del
tiempo”; con participación en varias exposiciones regionales.
Participó también en el grupo de danzas y de teatro del Instituto
Nacional de Cultura Filial Bambamarca, actualmente es
integrante de la casa del poeta peruano - Cajamarca con sede en
Bambamarca.

BESO MORTAL

Hoy vi llorar a la tristeza con toda su melancolía. Pero


hay veces en la que ríe a carcajadas estrepitosas, ¡tanto!
como si ante sus ojos estuviesen castigando a Satán.
Me contó que le alegraba vivir en el corazón de los
hombres deshumanizados. A pesar de tener un corazón tan
166
duro como el tiempo.Tienen una parte de niño: tan frágil,
tan delicado como la flor de amapola. Se siente herida por
que el sol la vio tratando de respirar el murmullo del aire
de las montañas que a veces es muy fuerte, y, termina con
sus pétalos esparcidos en la Andrómeda. Aun así es tan
refulgente y tan bella como la noche estrellada o una ninfa
aguerrida que se mira en el espejo de una laguna y se
encuentra rodeada de hermosas mariposas coloridas
revoloteando en forma de cantuta trepada por sobre los
árboles más bellos y longevos como el mismo tiempo.
A veces, tiene miedo que los hombres encuentren a esa
flor a esa ninfa y la hieran con las navajas de sus afiladas
caricias o con el veneno mortal de sus besos.
Comentó que los hombres son tan perversos que
maltratan a la belleza, a la alegría y a la misma tristeza.
Sabiendo que muchas veces no se puede vivir sin recurrir a
ellas. Ellas alimentan nuestra alma, nuestro espíritu,
nuestra bondad, nuestras virtudes, nuestro amor, nuestra
creatividad. Tanto que por su inexistencia, la poesía, la
música, la pintura no hubiere nacido jamás.
Nosotros los hombres somos tan infelices. Teniendo
tanta riqueza la despreciamos como a la miseria misma.
¡No la disfrutamos! ¡No sabemos encontrarlo! Tropezamos
a cada instante con ella. Somos tan ciegos que no vemos la
luz del mismo sol delante de nosotros mismos.
Arremetemos contra nuestra madre, descalcificándole el
oro de sus huesos y matando el futuro de nuestros propios
hijos.
167
La sonrisa de una niña, el llanto desgarrador de un niño
o la mísera sonrisa que nos pide el amor. ¡Eso, es la riqueza
que nos brinda la vida! Sentir la tristeza, el dolor, la
felicidad, la alegría. Como lo siente un niño que se asemeja
al viento, al sol, a la misma flor que ligada a su pesada rama
se siente libre y nos muestra su inocencia, nos muestra su
perfume sin pedirnos nada. ¡Nosotros!, nosotros la
arrancamos haciéndole doler el alma. Hiriéndonos con
nuestros propios inventos. Le quitamos esa libertad y la
encadenamos al dolor y la tortura. Apresamos la nostalgia y
la ternura. ¡Por qué! ¿Por qué somos tan malos con
nosotros mismos? Teniendo la libertad que nos da la tierra
nos encarcelamos a caminar siempre por el mismo lecho
que conduce al río para llegar a la mar y ser uno sólo.
Nosotros en vez de aquello nos apretamos a vivir juntos
pero no buscamos ser uno solo, no buscamos esa
perfección, siempre buscamos ser lo que no somos.
Hoy he visto llorar a la tristeza, tanto como si le
hubiesen arrancado a su amada.

168
VÁSQUEZ VÁSQUEZ Herliter.
El Frutillo,Bambamarca, Hualgayoc,
Cajamarca 1982. Transcurre los
primeros años de su vida en la zona
rural. Estudia en el Colegio “San
Carlos de Bambamarca; y sus
estudios superiores, los realiza en el
Instituto Superior Pedagógico
Público “Bambamarca”, donde se
gradúa como profesor de Lengua y
Literatura. Poeta novel, y que se
lanza en este Tercer Festival para compartir algunas líneas de su
producción.

UN RARO INCIDENTE
(Cuento)
Una espléndida noche de luna llegaba a su fin. El canto
de los gallos repetíase formando una cadena interminable,
que a cada minuto parecía agitarse más presurosamente.
Don Santos, con los ojos todavía aturdidos por el blando
sueño, se disponía dejar la abrigadora tarima, muy
silenciosamente, a fin de no interferir el dulce pernoctar de
su fiel esposa, y empezar el día muy temprano, sacando el
ganado hacia el pastizal; cuando, de pronto, se escuchó un
estruendo sobre su cabeza.
_ ¿Quién es?_ preguntó, acurrucando entre sus brazos a
su andina compañera, la cual, entre sueños, ya había
proferido un grito desesperado.
169
_Nadie_ respondió una tímida voz de varón.
Don Santos, abrió los ojos lo más que pudo, haciendo de
ellos dos grandes perlas blanquecinas, como quien quiere
ver mejor y; efectivamente, divisó por la abertura del
terrado, que las ennegrecidas tejas de su casa estaban
separadas, formando un pequeño agujero, por donde, se
podía ver entre la luz del alba y la sombra de la noche
moribunda, algunas nubes de abril y un centenar de lejanas
estrellas.
Luego, un hombre de contextura delgada y de la talla de
cualquier nativo de nuestra tierra, completamente desnudo
y con actitud desafiante, descendía lentamente del terrado
de la casa, para caer directamente a la alcoba de la pareja,
quienes, aún no terminaban de cubrir sus cuerpos con las
escasas pero abrigadoras prendas de lana.
_ ¡Oye sinvergüenza!, ¿eres tú?_ exclamó Santos muy
airado, al reconocer en aquella adánica imagen, a la
persona de su propio hermano.
_ Sí soy yo_ respondió el intruso, tratando de
acomodarse rápidamente, al lado de la señora de Santos.
_ Te voy a matar grajo del demonio_ vas a ver quién soy
yo.
_ No me hagas nada, hermano, sólo quiero a tu mujer
por orden de mi dios, sí de mi dios, mas no del tuyo_
respondió nuevamente el malévolo hombre.

170
La pareja, atolondrada, no podía creer lo que veía.
Luego, en un impulso sobrenatural e instintivo, zafaron
como pudieron de entre las mantas de la cama, y salieron
corriendo, gritando a voz en pecho:
_ ¡Auxilio!, ¡Vengan!, ¡ayúdenos!...
Los vecinos, concurrieron más pronto que el viento a
ver lo que sucedía.
_ Mi hermano está loco, se ha convertido en una
completa bestia. Acaba de meterse en mi cama,
completamente calato, cuando yo he estado durmiendo con
mi mujer_ gritaba Santos, desesperado.
_ Hay que matarlo_ decían algunos, movidos por la ira y
la desesperación.
_ No, sólo le daremos una penqueada_ decían otros un
poco más compasivos.
_ Vamos, dijo alguien más decidido, entremos a ver
dónde está.
Una veintena de hombres y mujeres, provistos de
machetes, cuchillos, hoces, piedras y maderos entraron en
la casa, lentamente y en completo mutismo.
Las viejas frazadas y trapos de la alcoba de don Santos,
formaban un rollo como cuando un hombre viaja en brazos
de Morfeo, cubierto de los pies a la cabeza.
_ Ahí está_ gritó la señora de Santos,_desgraciau, diablo,
maldiaciau …

171
_ Sí, él es, salieron voces en todas direcciones.
_ Quien lo avienta primero_ se preguntaban unos a otros,
completamente nerviosos.
_ Que lo haga el más buencholo_ decían algunos.
_ Cállense y estén listos_ ordenó un hombre vigoroso
quien llevaba consigo un reluciente y filudo machete, y
tenía la fama de no haberle temido a nada ni nadie desde
que era muy niño.
Diversidad de rústicas armas domésticas pero con
especial filo se levantaban alertas a cualquier movimiento.
A paso lento, siempre con machete en mano, el jefe de
grupo, llegó a la cama, y con la otra, iba levantando
suavemente las mantas y trapos, cada vez más ansioso e
invadido por un fortuito miedo; los demás contemplaban el
acto, y los segundos se tornaban cada vez más
interminables.
_ Muere sinvergüenza_ profirió el primer hombre
arremetiendo un machetazo, tras deshacer aquella
formación de andrajos que parecía un hombre acostado.
Regresó la cara hacia los demás, y los miró por un
momento, con los ojos completamente desorbitados.
Sorpresa; pues, no había hombre alguno, y el golpe del
machete fue a perderse entre los harapos.
_ ¡No está!, ¡este es el mismo diablo!_ gritaron todos.
Pero cuando levantaron completamente los pullos,
frazadas y trapos, se dejaron ver dos enormes serpientes,
172
desenroscándose lentamente, como cuando se levantan de
su dormidero para esperar los ardientes rayos caniculares.
_¡Dale!
_ ¡Toma diablo!
_ ¡Le corté la cabeza!_ dijo uno.
_ ¡Y la otra!
_ ¡La otra!..
_La otra se nos fue.
_¡Que no se escape!, ¡mátenla!, ¡denle en la cabeza!
Muy tarde se dieron las instrucciones; ya que, mientras
en el polvoriento suelo se removían trozos de una plomiza
culebra agonizante, tratando de juntarse y revivir para
cobrar venganza; una cola de la misma especie pero de
color plateado, fue lo único que alcanzaron ver, cuando se
escabulló por entre las piedras del cimiento de la casa.
_ ¡Carajo…!, nos ganó la muy desgraciada.
_ Se escapó…
_ Menos mal que matamos a una_ se oyeron las mismas
voces, pero un poco más calmadas.
_ Parece que este hombre estaba compactado con el
diablo, el cual nos ha puesto una trampa para ayudar a
escapar a su víctima, haciéndonos ver dos culebras para no
saber a quién verdaderamente hemos matado.

173
_ ¿Y si hemos matado a la que no es?_ preguntó un
hombre de apariencia añosa, bajo el alar de un viejo
sombrero de paja palma.
_ Hay que esperar, si este hombre no aparece hasta el
viernes, entonces lo hemos matado; pero si por gracia del
amito aparece entre nosotros, tal vez ya no tenga poderes
malignos, porque entonces habremos matado al diablo,
quien ha encantado el alma de este pobre gafo_
Del centro del tumulto se desprendía un olor carne
asada; eran los restos de la serpiente muerta, que se
quemaban en ceremoniosa hoguera hecha de zarzas y
pencas secas.

EL AGUA
La clase iba tornándose muy vivencial, transcurría a
orillas del río, cuya monótona melodía, amenizaba las
primeras horas de la fresca mañana.
_ Miren niños, el agua es un recurso completamente
natural, cuya característica principal es no tener color o
pigmentación alguna_ sentenció la maestra con voz firme y
entusiasta.
Un niño, el más pequeño de la clase, en cuyo aspecto
reflejaba la vulnerabilidad más completa, después de mirar
temblorosamente a la maestra, expresó:

174
_ Señorita, miente usted como el Presidente_ Luego
perdió su mirada en la corriente de las turbias y
amarillentas aguas del río Maygasbamba.

MINERÍA RESPONSABLE
“La minería responsable no contamina el agua;
después de usarla, la deja discurrir siempre limpia”,
escuchó una anciana madre en su decadente radioreceptor.
Levantó la mirada, dio un guiño al aire infinito y entre
lágrimas pronunció:
“También tengo limpias las tripas, desde que la mina me
arranchó mis tierras y me dejó sin agua”_ Luego, ocultó su
mirada bajo el gran manto de increíble miseria.

DICEN LAS PAREDES


“Barriga llena, corazón contento”

Más abajo, con otra letra, se complementa.


A veces.
_ Muy cierto_ decía una joven madre, quien llevaba
en brazos a uno de sus hijos, cuya ampulosa andorga
evidenciaba estar llena de incontables parásitos, los cuales
tentaban salir por todos los orificios de su cuerpo.

175

También podría gustarte